Caminos cruzados (13).
CAPITULO XIII Las cosas que no vemos (segunda parte).
CAPITULO XIII – Las cosas que no vemos (segunda parte).
Eva y Zoe decidieron en conjunto ir a enfrentar a los iracundos padres de Zoe. Ambas estaban tensas, no sabían qué sucedería. Eva no sabía del todo por qué Zoe temía tanto a sus padres, y eso la tenía bastante pensativa.
- Zoe, ¿algo que deba saber antes que lleguemos?
- Pase lo que pase, confía en mí.
- No, tienes que decirme, ¿a qué me enfrento?
Zoe calló, y sus ojos comenzaron a humedecerse. Eva se preocupó aún más, pero, trató de manejar las cosas con naturalidad, de nada servía tratar de convencer a Zoe de ser más específica.
Varios minutos después, estaban en la entrada del edificio, entraron de la mano, aunque Zoe se aferraba como Koala al brazo de Eva, y ella sentía que el cuerpo de Zoe estaba helado.
- “¿Tanto miedo tiene a sus padres?” – Pensó.
Zoe abrió la puerta del apartamento. Sus padres estaban sentados en la sala. Eva los vio. Su madre era una mujer bastante baja de estatura, su constitución era débil, eso hizo concluir a Eva que la mayor parte de sus características eran maternas, pues, su padre, era un hombre bastante alto, casi dos metros de estatura, a juzgar por cómo se veía sentado. Muy corpulento y de facciones duras. El rostro de la mujer era de auténtico terror, y el hombre lucía bastante ofuscado.
Zoe se acercó a ellos, Eva avanzó con ella, y permaneció a su lado. Se mantuvo en silencio y dejó que Zoe manejara la situación.
- Mamá, papá… ella es…
El padre se levantó, se acercó violentamente a Zoe pero su madre se interpuso.
- Julio, por favor, ya hablamos de esto. Vamos a escuchar primero y luego tomamos una decisión.
A Eva la sorprendió que a pesar de la fragilidad de aquella mujer, su marido cediera tan dócilmente ante su cercanía. Él volvió a sentarse, Eva miró a Zoe, temblaba y lloraba, estaba aterrada.
- Zoe, termina de hablar, posiblemente sea la última vez que pueda lograr que tu padre te escuche.
- Si nunca lo han hecho, y ese es el problema, están tan cegados en lo que ustedes quieren que no se fijan ni por error en lo que yo quiero.
- Zoe, no estás en edad para saber lo que quieres.
- Mamá, tengo 21 años, ¿cuándo es tiempo?, dime.
El padre permanecía en silencio, pero, Eva no dejaba de mirarlo, pues sus actitudes no eran las de una persona calmada. Sus venas estaban brotadas, y su rostro se notaba enrojecido.
- Esas cosas no están bien, Zoe, solo estás confundida.
- LA AMO, mamá, entiéndelo. Si ustedes no están de acuerdo, lo respeto, pero respeten mi decisión.
- No sabes qué es el amor, Zoe. – La madre enjugaba algunas lágrimas.
- En este techo no queremos aberraciones. – El padre habló, sorpresivamente, en un tono de voz bastante bajo.
- Julio, cállate, deja que yo hable… Zoe, por favor, recapacita, tienes toda la vida por delante, estas cosas solo traen perdición a la vida de las personas.
- ¿Cómo es que afirmas algo así? ¿Qué sabes tú de lo que trae o no algo así a la vida de una persona? ¿Acaso lo has hecho antes?
El hombre se levantó hecho una fiera, esta vez, su mujer no pudo detenerlo. Empuñó su brazo en dirección al rostro de Zoe, y Eva, quien estaba a su derecha, reaccionó rápido y apartó a Zoe. Lamentablemente, no le dio tiempo suficiente como para bloquear o evadir el golpe y la impactó en el pecho. Por la fuerza con la cual fue descargado el puñetazo, Eva quedó privada. Cayó inmóvil en brazos de Zoe, sus ojos estaban abiertos pero no respondía a estímulos. Zoe comenzó a gritar desesperada, más cuando vio lágrimas recorriendo la sien de Eva.
- ¡JULIO!, ¿Qué hiciste? – La madre de Zoe se petrificó al ver a Eva en el suelo.
El hombre se quedó mirando a su hija, cómo se abrazaba a Eva, cómo lloraba y pedía ayuda. La madre de Zoe reaccionó y se acercó con una revista a darle aire a Eva, pero no reaccionaba. Zoe no sabía qué hacer, tomó el teléfono de Eva y buscó entre sus contactos a quién llamar. Entre sus números recientes, estaba el de Myriam, lo marcó de inmediato.
- Eva Eva, cuéntame.
- Necesito ayuda, Eva está mal.
- ¿Zoe? ¿Qué pasó?
- Ven a mi casa, ayúdame. – El llanto de Zoe ahogaba sus palabras
- Dame la dirección.
Zoe explicó a Myriam como llegar y finalizó la llamada. Los minutos corrían, Eva no respondía.
- Mamá, se está poniendo fría, ¿qué hago? – Zoe lloraba desconsoladamente.
La mujer no respondía, solo permanecía de rodillas junto a Zoe. Su padre tampoco reaccionaba, pero, no parecía consternado.
Varios minutos después, Zoe sintió pasos fuertes en el pasillo, y escuchó que tocaban la puerta con desesperación. La madre de Zoe abrió la puerta. Al entrar, Myriam observó con rapidez la escena, y sin mediar palabras, tomó en brazos a Eva y salió de ahí, Zoe quiso ir tras ella y su madre lo impidió.
- Tú no te mueves de aquí.
- ¡SUÉLTAME! SI LE PASA ALGO A EVA, JURO QUE LOS HARÉ PAGAR, ¡LOS ODIO! – Zoe la hizo a un lado y salió corriendo.
Myriam ya estaba en el ascensor cuando Zoe lo detuvo y entró con ella.
- Me vas a decir qué pasó, y me lo vas a decir ahora.
- Mi padre trató de golpearme, ella trató de hacerme a un lado pero le dio de lleno. Es mi culpa. – Zoe estaba devastada.
- ¿Le diste primeros auxilios?
- No sabía qué hacer, solo pensé en llamarte.
Myriam salió corriendo del ascensor apenas tocó planta, sabía que era una situación de vida o muerte. Zoe trataba de seguirle el paso.
Ofelia iba con ella, apenas la vio, abrió la puerta trasera del carro de Myriam.
- Cielo, maneja lo más rápido que puedas.
- Va bene. – Ofelia se pasó al asiento del conductor, Zoe se sentó adelante con ella y Myriam se quedó atrás con Eva, tratando de reanimarla.
- Vamos, Eva, quédate conmigo. – Myriam aplicaba RCP. Eva no estaba respirando desde hace bastante.
Zoe miraba hacia atrás, veía todo el esfuerzo que hacía Myriam, y temía lo peor.
- Zoe, ¿qué pasó?
- Mi papá… – Zoe no pudo hablar, lloró aún más.
- Zoe, te necesitamos serena. Llama a los padres de Eva, dile que la llevamos al hospital. – Ofelia trató de mantener a Zoe en coherencia, pues su mirada se había tornado algo “perdida”.
- Él quiso golpear a Zoe y Eva trató de evitarlo pero la alcanzó a ella. – Decía Myriam, con la voz quebrada.
Ofelia sabía lo que significaba ese tono de voz en Myriam, pero, hizo el mayor de los esfuerzos por mantener el temple.
Llegaron al hospital. Las tres bajaron rápidamente, Ofelia se quitó los tacones y corrió buscando desesperadamente a Giacomo, Myriam iba a toda prisa y Zoe estaba algo rezagada.
- ¿Dónde está mi primo? Dígale que estoy aquí, que traiga su trasero lo más pronto posible, es una emergencia. – Ofelia empezó a temblar cuando vio a Myriam llorando con Eva en los brazos.
Zoe se acercó, Eva estaba pálida, sus ojos seguían abiertos, pero, sin brillo alguno.
Giacomo se acercó, vio a las mujeres, y preguntó qué pasaba.
- Giacomo, riportala indietro, vi prego.
El galeno la tomó en brazos, Myriam le dio luces acerca de lo ocurrido.
- Recibió un fuerte golpe en el pecho. Hice RCP sin obtener respuesta. – Myriam se esforzaba por no quebrarse.
La expresión del rostro de Giacomo cambió súbitamente, corrió con Eva en brazos y gritaba pidiendo apoyo médico, un grupo de enfermeras y otro médico fueron tras de él, y la conmoción se volvió de repente un momento de espera silente.
Ambas mujeres vieron a Zoe de rodillas en el suelo. Myriam la levantó y se sentaron en el área de espera. Sostenía el teléfono de Eva en las manos, estaba ida.
- Iré a traerle una manzanilla. – Ofelia se levantó y fue a la cafetería.
- Zoe, escúchame, Zoe… – Myriam le hablaba y la agitaba suavemente.
- Es mi culpa. – Zoe tenía la mirada perdida.
- No, no lo es. Mantén la calma, así no serás útil a Eva. ¿Llamaste a sus padres?
- Van a odiarme.
- Zoe, necesito que mantengas la compostura. Eva te protegió, no puedes pensar así.
- Pero…
- Nada, te calmas y esperas. Cuando ellos lleguen, hablarás lo más tranquila posible. Suena feo, pero, ellos no son como tus padres. Siempre han sido muy receptivos con Eva, me extraña que no los conocieras aún.
- Lo he evitado. – Zoe hablaba con cierto dejo de lamento en su voz.
- ¿Debido a?
- No sé… miedo…
Myriam la abrazó, ya Zoe no tenía fuerzas en su voz. Apenas y emitía unos quejidos roncos, de tanto que había gritado.
Ofelia regresó con la manzanilla, además de café para ellas. Dio la manzanilla a Zoe, café a Myriam y se sentó a llamar a los amigos de Eva, para avisarles lo sucedido. La primera persona que llamó, obviamente, fue Soraya. Ella solo al enterarse, salió rauda y veloz al hospital, en compañía de Mía. Ofelia también llamó a Dayana, a Victoria, y avisó además a Lucas. Todos confirmaron su presencia.
Los primeros en llegar fueron los padres de Eva, Zoe se petrificó del miedo, no podía con la culpa.
Myriam llevó casi a la fuerza a Zoe, pero, se dio más con Ofelia, las tres fueron a hablar con sus padres.
- Lamento que tengan que conocerla en estas circunstancias, ella es la pareja de Eva, Zoe. – Ofelia habló por ella.
- Mi niña, Eva nos ha hablado tanto de ti. – La mujer la abrazó llorando. Zoe permanecía inmóvil, solo dejaba rodar las lágrimas por su rostro.
- Mi primo la tiene en sus manos en este momento, no podía dejarla con cualquiera.
- Ofelia, querida, te agradecemos tanto lo que haces por nuestra hija.
- Es mi amiga, no puedo hacer menos.
- ¿Qué fue lo que le pasó a Eva? – Preguntó su padre.
- Zoe, ¿por qué no te sientas con ellos y les cuentas? – Ofelia la animó. – Vamos, estaremos contigo.
Zoe respiró profundo, se sentó con los padres de Eva, y poco a poco, fue relatando lo sucedido. Su madre estalló en llanto, su papá se levantó y fue de inmediato con Ofelia.
- Quiero a ese hombre preso, no me importa lo que tengas qué hacer, ni lo que me cobres por hacerlo, lo quiero ahora.
- Señor Santiago, tenemos eso contemplado, Myriam y yo nos encargaremos de todo, y no necesitamos paga por eso, Eva es nuestra amiga.
- Gracias a ambas. – Algunas lágrimas rodaban por las mejillas del recio hombre.
Myriam y Ofelia comenzaron a hacer llamadas, cada una por su lado.
- Zoe, ¿cómo se llama tu papá? – Preguntó Myriam, visiblemente consternada.
Los padres de Eva la miraron expectantes.
- Julio Galindo, encierren al maldito. – El rostro de Zoe reflejaba ira total.
La madre de Eva la abrazó, Zoe se sentía extraña, esperaba cualquier cosa menos algo así.
Uno a uno fueron llegando los amigos de Eva, todos igual de confundidos, el ambiente que reinaba era de incertidumbre.
- ¿Myriam, qué le pasó a Eva? – Preguntaba Soraya, rodeada en ese momento por todos, querían saber qué había sucedido.
- El padre de Zoe trató de golpearla pero ella se interpuso por proteger a Zoe. Es un tipo como de dos metros, imagina el golpe que recibió. – Myriam enjugaba con rabia sus lágrimas. – Debí darle un tiro.
La espera cesaría una hora después. Giacomo salió, aún ensangrentado, su expresión era triste, miró a Ofelia. Ella se acercó y los padres de Eva fueron tras ella al ver la familiaridad ente ambos. Myriam se quedó con Zoe, la sujetó con fuerza.
- Giacomo, habla, nos tienes en vilo. – Ofelia rogaba porque lo que sentía de Myriam no fuera cierto.
- Lo siento. Ella…
La madre de Eva se desplomó. Su marido la tomó de inmediato en brazos pero se dejó caer también.
- Giacomo, dime que no es cierto. – Ofelia no podía contener las lágrimas.
- Perdóname, prima, el golpe fracturó su tórax, le causó un taponamiento cardíaco. Por más que masajeamos su corazón, no respondió. Hicimos todo lo que pudimos.
- Entúbala, usa tus aparatos, búscale un corazón nuevo, no la dejes así. – Ofelia lo tomaba por el cuello de la camisa, desesperada.
- Ofelia, lo siento.
Ofelia volteó a ver a Myriam, quien ya tenía a Zoe tratando de zafarse de su agarre, se reunió con ellas y abrazó fuertemente a Zoe.
El llanto y los lamentos inundaron la sala. Esto conmovió a Giacomo, quien también lloraba.
Todo se tornó una pesadilla para Zoe, le costaba respirar, terminó desmayándose en brazos de Ofelia.
Las enfermeras atendieron a las mujeres sensibles, la madre de Eva y Zoe, ambas fueron sedadas, y el padre de Eva tuvo que ser controlado, su presión arterial se elevó de manera alarmante. Lo mantenían en un cubículo, sin sedación.
Tras varios minutos de conmoción por la noticia, Myriam y Ofelia tomaron la batuta de la situación, los padres de Eva no estaban en condiciones de hacer cosa alguna. Ofelia era representante legal de la familia, así que tenía potestad de actuar en su nombre.
Soraya cuidaba de Zoe, estaba dormida en sus piernas, Mía la consolaba, sabía lo mucho que Soraya quería a Eva.
Lucas y Victoria se mantuvieron cerca, conmovidos pero tenían una mejor reacción, eso les permitió apoyar al resto, llevaban bebidas calientes, y cualquier cosa que fuera necesaria en el momento.
Ofelia afinó arreglos con Giacomo, Myriam estaba al teléfono, pendiente de lo que ocurriera con el padre de Zoe, temía que se diera a la fuga, pero, no quiso buscarlo, sabía que de verlo, lo mataría, lo cual sería peor.
Las horas en este punto, transcurrían con lentitud desesperante. Era una tragedia que sería muy difícil de borrar.
Hay cosas que no vemos, que marcan la diferencia entre vivir o morir.
Continúa…