Caminos (9)
A Marina parecía que todo le iba rodado...
A Marina parecía que todo le iba rodado, se lo pasaba bien trabajando, saliendo con sus amigas y por si fuera poco estaba descubriendo el sexo de nuevo. Tenía a Tony que estaba muy encima preocupándose de cómo estaba, salían como mínimo un día a la semana a cenar y luego tenían buen sexo, el fin de semana salía con Rosa que era una experta en los mejores locales de la ciudad para ligar, raro era el día que saliendo con ella no acabara con algún tío si tenía ganas.
Tony era un chico que tuvo que hacérselo todo él, su familia no tenía un nivel económico para poder facilitarle las cosas y desde pequeño se fue buscando la vida para salir adelante, siempre fue muy fino y educado, tanto que cuando era adolescente le decían que era gay, los chicos no se le acercaban y las chicas lo trataban como a una de ellas, eso lo que hizo fue que cuando creció entendiera perfectamente a las mujeres, tenía un tacto especial con ellas, se llevaba a la cama a cualquiera que se le pusiera entre ceja y ceja, tenía más amigas que amigos y siempre se encontraba más a gusto hablando con ellas que con ellos.
Presentó el currículum a una empresa grande que no pensaba que lo cogerían, se sorprendió el día que lo citaron para una entrevista. Le hicieron esperar sentado en una silla antes que lo atendiera una persona de recursos humanos, estaba nervioso y mirando a la gente que trabajaba allí vio a una chica, le pareció tan dulce y a la vez tan triste que le llamó la atención. Cuando lo aceptaron y empezó a trabajar se enteró que se llamaba Marina, que estaba casada y que cada día salía tarde sin cobrar las horas que trabajaba.
Aquello le hacía pensar, ¿por qué una chica regalaría horas de trabajo cuando todo el mundo estaba deseando que llegara la hora para largarse de allí?, no se equivocó al pensar que no tenía una buena vida, se estaba escaqueando de llegar pronto a su casa. Poco a poco se fueron cruzando las miradas, aquellos ojos tristes le decían mucho pero él no se acercaría a ella dentro de la empresa.
La fiesta de fin de año le vino al pelo para buscar una aproximación, el haber bebido facilitó las cosas, pudo comprobar que ella estaba en un mal momento, estaba casada pero no le costó mucho convencerla para comerle el coño. A partir de ahí todo se precipitó, ella abrió los ojos mirando la vida de otra manera y en pocos días se había separado de su marido, se fue afianzando y ahora se le veía feliz, sonreía todo el día y no paraba de hacer cosas saliendo con sus amigos. Lo que le hubiera gustado a Tony era que quisiera estar más con él, se veían y tenían sexo, pero aquella manera de comportarse de ella le preocupaba, la veía muy desinhibida, sin medir bien sus actos, teniendo tantas ganas de volver a vivir que parecía no tener freno.
En una de las salidas con Rosa fueron a tomar algo a un local muy concurrido, un conocido les presentó a un grupo de hombres con los que estuvieron hablando y riendo tomando copas, desde el principio Marina se fijó en uno muy atractivo y en cuanto tuvo la oportunidad entabló conversación. Javier le pareció un tío interesante, desprendía seguridad en el mismo y tener las cosas muy claras, no se había casado nunca ni tenía intención, según él era incapaz de serle fiel a una mujer y no quería hacerle daño a nadie, así que tenía amigas con las que mantenía algunas relaciones, su sinceridad le llamó la atención, y que estaba muy buenorro también.
Le ofreció ir a tomar algo a su casa, Marina vio claro que le estaba tirando los tejos para follar, ¿por qué no?, era una mujer libre con ganas de vivir experiencias. Le siguió en el coche y al ver la zona donde vivía, en una casa grande y moderna, supo que aquel tío tenía que estar forrado de pasta o tenía las llaves de la casa del propietario, una de dos. La invitó a entrar en una casa espectacular, le dio la simple explicación de que tenía negocios cuando ella le preguntó a que se dedicaba. Se pararon en un gran salón, muy minimalista pero con todas las comodidades, una gran pantalla de televisión con unos altavoces enormes a los lados, un fuego de diseño acristalado que lo encendía con la voz igual que las luces. Le preguntó si quería tomar algo estando uno delante del otro, Marina le acarició un brazo, eso lo había aprendido últimamente, cuando estaba en esa situación acariciándole un brazo o la cara le daba a su acompañante el pistoletazo de salida para follar, él lo entendió a la primera y le cogió delicadamente la barbilla besándola con dulzura.
Se fueron comiendo los labios, él estiró de la cremallera del vestido y se lo fue quitando despacio y sin prisas, ella le quitó la camisa viendo un cuidado cuerpo depilado, mientras se volvían a besar le fue desabrochando el pantalón, se arrodilló y se lo quitó con los zapatos y los calcetines, se le quedó la cara delante de la polla tapada por la ropa interior, le miró a los ojos y agarrando de los lados se los fue bajando, salió la polla sorprendiéndola de lo “tranquila” que la tenía a aquellas alturas, la agarró despacio pajeándola, como vio que le costaba hacerla crecer se la metió en la boca, le dio un par de chupadas en el glande engullendo la mitad dándole una buena succión, esperaba que hiciera algún gesto como le había pasado con todos sus amantes hasta ese momento, el tío ni se inmutó pero sí consiguió que la polla fuera creciendo dentro de su boca, poco a poco tuvo que ir sacándosela porque “aquello” estaba creciendo más de lo que se esperaba. Él le acarició la cabeza dirigiéndosela a un lado, Marina sacó la lengua y sin dejar de pajearle la polla despacio se la lamió por un lado bajando hasta los huevos, cambió de lado y subió lamiéndosela hasta la punta de nuevo, Javier le metió el capullo en la boca y se la fue follando lentamente acabando de ponérsela tiesa del todo.
Le agarró de los brazos levantándola, la llevó delante del fuego que salía de entre medio de unas piedras blancas y se dejaron caer en la alfombra que había delante, le quitó los zapatos y le desabrochó el sujetador quitándoselo, se besaron y fue bajando los labios pasándole la lengua alrededor de las tetas, Marina cerraba los ojos a la vez que los pezones se le ponían duros, veía que aquella noche pasaría algo especial, Javier sabía lo que hacía y sin prisas, la acariciaba con suma delicadeza y la estaba poniendo caliente que alucinaba.
Siguió bajando la lengua pasándosela por la barriga, le besó las braguitas y se las fue bajando hasta quitárselas ayudándole a pasar los pies, le besó las piernas subiendo despacio por los muslos, fue buscando la parte interna, abrió las piernas sabiendo donde quería acabar. Cuando le metió la lengua en el coño Marina pegó un suspiro agarrándose con las manos a la alfombra, le abría las piernas, le levantaba el culo para lamerle el perineo y fue subiendo dándole vueltas a la entrada de la vagina, ella gimió fuerte al notar la puntita de la lengua que le entraba en el agujerito, siguió subiendo lamiéndole los labios menores, abrió la boca abarcando todo lo que pudo de coño y lo succionó, Marina apretó los puños gimiendo fuerte, subió un poco más y lo repitió suavemente encima del clítoris, ahí ella perdió el control moviendo las piernas de lado a lado del gusto que le estaba subiendo, cuando estaba a punto de correrse él se deslizó encima suyo besándola a la vez que se orientaba la polla y la penetraba lentamente. Notó como se la metía, como la llenaba completamente hasta el final, le hizo pegar un fuerte grito y con unos cuantos golpes de cadera follándola hizo que se corriera poniendo los ojos en blanco, el fuerte placer le tensaba el cuerpo agarrándose con fuerza a su espalda, él se la sacó estirándose a su lado mirando fijamente como ella se recuperaba.
JAVIER: ¿Te ha gustado?
MARINA: Tú sabes lo que haces, tú sabes tratar a una mujer.
JAVIER: Lo más importante es que tú disfrutes.
MARINA: ¿Y tú?, yo también quiero que te lo pases bien.
JAVIER: Yo me lo paso bien no te preocupes.
Se incorporó y la agarró por el culo levantándola, se sentó en un sofá y la dejó encima suyo, ella acomodó las rodillas una a cada lado, se besaron y Marina se fue colocando agarrándole la polla para apuntársela en el agujerito, lo tenía chorreando de la corrida y no le costó nada metérsela hasta el fondo volviendo a gemir los dos a la vez, le miró la cara pensando que era un tío muy atractivo y empezó a mover las caderas como sabía que a ella le iba a dar placer, Javier le agarraba el culo acompañándolo en su movimiento, cuando ella estaba muy excitada gimiendo sin parar le fue acariciando el ojete del culito cada vez que ella se levantaba, poco a poco le fue dilatando el agujero y cuando Marina empezaba a perder la cabeza subiéndole otro orgasmo le metió la punta de un dedo dentro. Ella al notar que le metía un dedo en el culo pegó un grito corriéndose por segunda vez con un orgasmo fuertísimo, se recuperaba respirando fuerte mirándolo con lujuria, con ganas de más, aquel tío había conseguido ponerla tan cachonda que no quería acabar, necesitaba más placer.
JAVIER: ¿Quieres más?
MARINA: Sí, sí, no pares de follarme, sigue por favor.
La giró poniéndola a cuatro patas en la alfombra, ella apoyó la cabeza en el suelo levantando el culo para dejarle el coño a su total disposición, él le abrió las nalgas metiéndole la lengua en el coño dándole un par de pasadas de abajo arriba y de arriba abajo dándole un latigazo el cuerpo de gusto a Marina gritando, le puso la punta de la polla en la entrada y de un golpe la ensartó, pensaba que la iba a destrozar de placer, una punzada de gusto le atravesó el cuerpo sacándole un alarido de la garganta, él la folló duro, con fuerza, chocando en cada embestida con su pubis en su culo. Ella pensaba como había empezado siendo tan dulce y sin prisas y como estaba acabando follando los dos desenfrenados de pasión, no podía parar de gritar, era como si un orgasmo se juntara con otro, o era uno muy largo, no lo sabía, lo que sí sabía es que estaba disfrutando del sexo con él como no lo había hecho en la vida, todo el cuerpo se le movía por el placer y por los golpes que le daba cada vez que le metía aquella polla que la llenaba tanto hasta el fondo. Él empezó a gemir más seguido, ella movía el culo para atrás en cada penetrada para hacerla más dura si cabía, notó un primer lechazo en su coño y se corrió con él sin dejar de mover el culo, el paró de moverse dejando que los culazos de ella lo dejaran seco sacándole todo lo que tenía para darle. Al acabar Marina se dejó caer acompañándola él dejando su cuerpo encima, le besó el cuello con delicadeza.
JAVIER: Eres fantástica y preciosa.
Marina giró el cuello dándole un beso en los labios con una sonrisa. Se metieron en una ducha enorme en su habitación, se enjabonaron, se aclararon, y antes de cerrar el agua Javier la abrazó.
JAVIER: ¿Te quieres quedar a dormir conmigo por favor?
MARINA: Si me lo pides así por mí ningún problema.
A ella le daba pereza vestirse y coger el coche para volver a su casa, además se encontraba a gusto con él y aquella casa era una pasada, porque no aprovechar para pasar una noche en un sitio como aquel. Se metieron en la cama, se taparon y él le pasó un brazo por encima durmiéndose los dos.
El lunes Oscar se encontró con Raquel en el trabajo saludándola con el buenos días habitual, Raquel ya se mosqueó por no decirle algo más, cómo podía aquel tío saludarla tan fríamente después de haber follado ese mismo fin de semana. Durante la mañana él la iba siguiendo con la vista pensando en lo buena que estaba, cuando ella le miraba a los ojos los apartaba vergonzoso, Raquel se dio cuenta que la miraba pero no se atrevía a decirle nada. Aprovechó que estaba colocando Oscar unos productos en una estantería para acercarse.
RAQUEL: ¿No piensas dirigirme la palabra nunca más?
Oscar se puso nervioso.
OSCAR: Sí, sí, claro que quiero hablarte, lo que pasa es qué…
RAQUEL: ¿Qué?
OSCAR: Me da vergüenza pedirte para salir a cenar algún día.
RAQUEL: Que huevos tienes tío, no te has disculpado por cómo te fuiste el otro día y ¿estás pensando en que vayamos a cenar?
OSCAR: Pues sí, no es tan raro lo que te pido ¿no?
RAQUEL: ¿Raro?, mira.
Se metió dos dedos por dentro del pantalón por la cadera y estiró de las bragas enseñándole la goma de color carne. Lo miró poniendo voz de tonta cachondeándose.
RAQUEL: Huy no, que al tontito no le gustan mis braguitas, lástima, tú te lo pierdes.
Se giró y empezó a caminar.
OSCAR: Espera mujer, no te vayas.
Caminó detrás de ella.
RAQUEL: Es igual, si ya sé que no te gusto, para que perder el tiempo.
Él le agarró un brazo girándola.
OSCAR: Me gustas mucho y por eso tengo miedo de cagarla contigo.
Raquel le miró los ojos sonriendo.
RAQUEL: No te gustan mis bragas.
OSCAR: Y qué más da, me gustas tú joder, me da igual las bragas que uses.
RAQUEL: ¿Te estás declarando?
OSCAR: Te estoy pidiendo una cena, una cita para cenar.
RAQUEL: Vale.
OSCAR: ¿Esta noche?
RAQUEL: ¿Hoy mismo, tienes prisa?
OSCAR: Sí que tengo prisa, no me viste el otro día lo desentrenado que estoy.
RAQUEL: ¡Ajá!, tú lo que quieres es mojar el churro cabrón.
Oscar se estaba poniendo nervioso, ¿por qué tenía que ser tan complicado hablar con Raquel?
OSCAR: Quiero que me enseñes, que me digas que tengo que hacer para saber más de sexo que soy un inútil.
RAQUEL: Si hombre, lo que me faltaba ahora a mí. Yo estoy para que me peguen unos buenos polvazos, no para enseñar a nadie.
Él entendió que era lógico, si no sabía cómo tratar a una mujer en la cama no era culpa de ella ni tenía porque perder el tiempo con él.
OSCAR. Lo siento Raquel, tienes razón, yo soy como soy y no creo que tenga remedio, no te podré dar nunca lo que una mujer como tú necesita.
Se giró serio y desilusionado, Raquel lo miró ablandándose, le gustó que fuera sincero y dejara el orgullo a un lado, lo vio como giraba al final del pasillo volviendo a su lugar de trabajo. Al medio día lo fue a buscar.
RAQUEL: ¿Quieres venir conmigo a comer?
OSCAR: No sé, siempre lo hago con Susy y Gaby.
RAQUEL: Ya he hablado con ella y no tiene ningún problema.
Miró donde estaban las oficinas y vio a Susy que le hacía un gesto con la mano para que se fuera con ella. Fueron a un bar cercano para hacer el menú, pidieron los platos, él sirvió el vino y la gaseosa preguntándole cuanta cantidad quería. A ella le gustaba que fuera amable y educado.
OSCAR: No te preocupes, lo entiendo perfectamente y es normal que yo no esté a tú altura.
RAQUEL: ¿Cómo que no estás a mi altura, que quieres decir?
OSCAR: Ya lo viste, si casi me corro con solo besarte, he estado tanto tiempo sin sexo y me he acomodado tanto que no creo que pueda ser mejor en ese aspecto.
RAQUEL: En todo se puede mejorar, ¿no crees?
OSCAR: Por eso te he pedido que me ayudes, pero lo he hecho sin pensar, además, no tengo ganas de iniciar una relación con nadie, no puedo dar cuando no tengo nada dentro.
RAQUEL: Eh, que yo no me quiero casar con nadie.
OSCAR: Pero querrás una relación, alguien de quien enamorarte, rehacer tú vida o algo así.
Se hizo un silencio, Raquel pensaba y Oscar esperaba que le dijera algo, levantó la cabeza y lo miró fijamente.
RAQUEL: Ya que nos estamos sincerando, ¿puedo hacerlo yo contigo?
OSCAR: Por supuesto.
RAQUEL: Yo estoy como tú Oscar, acabé tan desilusionada de la vida en mi última ruptura que me prometí no volver a enamorarme nunca más.
OSCAR: Pues vamos bien tú y yo.
RAQUEL: Pero eso no quiere decir que no quiera tener a alguien para salir, hablar, reír…, y follar claro.
OSCAR: Lo entiendo, lo que me extraña es que no lo tengas ya, oportunidades no te deben de haber faltado.
RAQUEL: Las oportunidades se han de buscar, si solo voy de mi casa al trabajo y del trabajo a mi casa como mucho parándome para comprar qué coño voy a encontrar.
OSCAR: Solo tendrías que ir a algún bar de esos de moda donde la gente se junta para tomar copas, seguro que no tardarías mucho en encontrar a alguien.
RAQUEL: Nunca me ha gustado hacer eso, sabes que nunca me he enrollado con un tío de buenas a primeras.
OSCAR: Pues conmigo el otro día no lo dudaste mucho.
RAQUEL: Tío a ti te tengo muy visto, somos compañeros de trabajo coño, no eres un extraño.
OSCAR: ¿Por eso no te importó estar conmigo?
Raquel bajó la voz que casi no se le entendía nada.
RAQUEL: Y porque me gustas.
OSCAR: ¿Eh?
RAQUEL: ¿No lo has oído?
OSCAR: No, ¿puedes repetirlo?
RAQUEL: Ni hablar.
OSCAR: Que no sé lo que has dicho mujer.
RAQUEL: Que si quieres que vayamos a cenar lo hacemos.
OSCAR: No hace falta que lo hagas por pena, entiendo perfectamente tus necesidades.
RAQUEL: Tú que vas a entender hombre, si no te enteras de nada tío.
OSCAR: Joder, ya empezamos a discutir otra vez, eso sí que lo hacemos bien.
RAQUEL: Va, ¿a qué hora me pasas a buscar?
OSCAR: A la que tú quieras.
RAQUEL: Pero no seas tan calzonazos, ¿no te he preguntado?, pues dime la hora que tú quieras, decide hombre decide, toma las riendas de tú vida y no dejes que los demás las lleven.
Oscar se quedó con la boca abierta, estaba claro que tenía que cambiar muchas cosas en su vida y en la manera de ser.
OSCAR: A las nueve y media en la puerta de tú casa, dame tú teléfono y te hago una perdida para que tengas el mío y me pasas tú dirección por favor.
RAQUEL: Muy bien, eso es otra cosa, pero mejor a las nueve para que no se haga muy tarde que mañana tenemos que trabajar.
OSCAR: Si al final tienes que poner tú la hora para qué coño quieres que decida yo.
RAQUEL: Así iras aprendiendo como somos las mujeres.
OSCAR: Me parece que eso va a ser imposible.
Se miraron riendo, a los dos le hacía ilusión ir de cena aunque Raquel no se lo quería demostrar demasiado. Los dos tenían heridas que curar y solo el tiempo diría hacía donde dirigirían sus vidas.