Caminos (8)

Una noche llamó a la puerta de la casa de sus amigos...

Una noche llamó a la puerta de la casa de sus amigos, habían quedado para cenar como cada viernes, cuando la abrieron se quedó parado.

OSCAR: ¿Raquel, qué haces aquí?

RAQUEL: Me han invitado a cenar, ¿y tú?

OSCAR: ¿Yo?

RAQUEL: Sí, tú.

OSCAR: Yo quedo con ellos cada viernes, la sorpresa ha sido verte a ti.

Le aguantó la puerta mientras él entraba, Susy lo miró con una sonrisilla dándole dos besos.

SUSY: Hemos invitado a Raquel, como en el trabajo no le dices ni pio haber si aquí te emborrachamos y te sueltas un poco.

RAQUEL: Me parece que ni borracho se va a fijar en mí este.

OSCAR: Eh, que te saludo cada día cuando llego, ¿o no?

SUSY: Sí, los buenos días y se acabó.

OSCAR: Coño estamos trabajando no para estar de cháchara todo el día.

RAQUEL: Lo ves, ya te digo yo que ni caso.

Salió Gaby de la cocina.

GABY: ¿Qué hacéis de pie qué no os habéis sentado todavía?

SUSY: Como siempre discutir con Oscar.

Susy cogió a Raquel de la mano dando esta una vuelta sobre ella misma para enseñarle a Oscar el modelito de vestido que llevaba.

SUSY: ¿No me dirás que no te has fijado en lo guapa que está?

Y tanto que Oscar se había fijado, solo abrirle la puerta la vio guapísima con un vestidito que le sentaba de maravilla.

OSCAR: Pues claro que está guapa, como siempre…

Se quedó cortado subiéndole los colores a la cara.

OSCAR: ¿Nos sentamos o no?

GABY: ¿Qué quieres tomar?, nosotros ya habíamos empezado sin ti.

OSCAR: Ya me busco yo una cerveza.

Mientras los tres se iban a sentar en los sillones de la sala de estar Oscar entraba en la cocina, apoyó la espalda en la pared al lado de la nevera tapándose la cara con las manos, Raquel le encantaba como mujer pero en su cabeza algo le paraba, no sabía si era la desilusión de Marina o que no tenía cojones de intentar tirarle la caña. Cogió la cerveza y salió con los demás, se habían sentado de manera que le dejaban un sitio al lado de Raquel, se sentó y los tres lo miraban, estiró la mano para coger de un aperitivo que habían preparado y los tres le seguían con la vista.

OSCAR: ¿Qué pasa?, me estáis poniendo nervioso coño.

SUSY: Que no has saludado a Raquel mal educado.

OSCAR: Le he dicho hola cuando he llegado.

RAQUEL: Eso es mentira perdona, has entrado como un cochino mudo sin decir nada.

OSCAR: Vale discúlpame, igual tienes razón, es que no me esperaba verte aquí.

RAQUEL: ¿Pero me vas a saludar o no?

OSCAR: Sí claro.

Estaba con la cerveza en la mano sin saber qué hacer.

RAQUEL: Desde luego si eres tan parado con todo lo tienes claro.

Le dio dos besos sujetándolo por el hombro.

SUSY: No creas, para según qué cosas no es tan parado.

Oscar la fundió con los ojos y ella se reía.

OSCAR: Me vais a explicar por qué la habéis invitado o no hay ningún motivo.

RAQUEL: ¿Qué pasa, qué tienes tú la exclusividad en esta casa o qué?

OSCAR: No, pero no sé qué pintas tú esta noche aquí.

RAQUEL: Pues lo mismo que tú gilip…

GABY: Vamos chicos tranquilos, nos conocemos de hace muchos años, pensamos con Susy que estaría bien encontrarnos los cuatro, que sería más divertido.

OSCAR: Ah, vale.

RAQUEL: Oye, que tú no me tienes que dar el visto bueno para estar aquí, que tío más tonto, no pensaba que fueras así la verdad.

Se levantó y se dirigía a la puerta de salida, Gaby hizo el gesto de levantarse y Susy lo agarró de la mano parándolo, miró a Oscar y le hizo un gesto con los ojos para que fuera él a disculparse y parar a Raquel, él dudó un momento y se levantó, cuando la atrapó se había puesto la chaqueta y estaba a punto de abrir la puerta para irse, la cogió de una mano.

OSCAR: Lo siento Raquel, quédate por favor.

Ella le miró a los ojos enojada, unos ojos que hacía tiempo le habían llamado la atención, su mirada inocente, de buena persona, nunca pudo mantener una conversación con él si no era de trabajo y le hubiera gustado conocerlo mejor. Sin darse cuenta al notar su mano cogiendo la suya ella también se la había agarrado, sentía su contacto, él se la apretaba con firmeza pero a la vez con cariño. Oscar le devolvía la mirada sin apartar los ojos, uno ojos que le parecieron preciosos desde que los vio, como toda ella, siempre le faltó arrojo para hablarle y ahora estaban allí, uno delante del otro mirándose a los ojos como dos tontos con la mano agarrada. A Oscar le salió una voz como un susurro.

OSCAR: Te pido por favor que me perdones, quédate a cenar conmigo.

RAQUEL: ¿Contigo?

OSCAR: Sí, conmigo, ya sé que vamos a tener a esos dos de vela pero me encantaría que te quedaras a cenar.

Raquel le sonrió, como no se iba a quedar pidiéndoselo de aquella manera tan adorable.

OSCAR: Comencemos de nuevo y borremos lo que ha pasado hasta ahora.

Le dio dos sonoros besos en las mejillas y le ayudó a quitarse la chaqueta volviéndola a colgar en el perchero. Se juntaron con sus amigos sentándose de nuevo, Oscar cogió la cerveza dándole un trago.

OSCAR: Hala, ya la tenéis aquí, ¿estáis contentos?

SUSY: Sí, si no lo llegas a conseguir no te hablo en toda la noche.

OSCAR: Ves Raquel porque tenía que convencerte.

RAQUEL: ¿Me lo has pedido para que Susy no se enfadara contigo?

OSCAR: Pues claro, tú no sabes la mala leche que gasta cuando está “cabreá”.

RAQUEL: Que cerdo eres.

Le pegó un golpe en el hombro con la mano plana.

GABY: Venga, vamos a cenar que se nos acabará haciendo muy tarde.

Ayudaron a sacar la cena en la mesa y se quedaron los cuatro de pie.

SUSY: Cariño tú ponte aquí a mi lado, deja a esos dos juntos por si quieren hacer manitas o alguna otra cosa por debajo de la mesa.

RAQUEL: ¿Yo a este?, ni los buenos días le voy a dar a partir de ahora.

OSCAR: ¿Ya empezamos otra vez?, que carácter tienes eh.

RAQUEL: ¿Yooo?, ¿qué carácter tengo?, pues anda que tú guapo.

SUSY: Mira cariño ya parecen una pareja de verdad estos dos.

RAQUEL: Si hombre, menuda perla está hecha vuestro amigo.

OSCAR: Pues me has dicho guapo que lo sepas.

RAQUEL: Por no decirte lo que pienso realmente.

GABY: Vale, vale chicos, que os animáis y después acabáis como acabáis.

Oscar iba a decir algo y Susy le miró fijamente a los ojos callándose.

RAQUEL: Ostia Susy, que bien amaestrado lo tienes.

Oscar giró los ojos mirando serio a Raquel y explotaron los cuatro en una carcajada. Acabaron de cenar con una conversación divertida y después de recoger la mesa se sentaron a tomar unas copas, pusieron música tranquila y Susy sacó a bailar a su marido para que ellos hicieran lo mismo y se acercaran el uno al otro. Ellos seguían sentados.

OSCAR: Me da miedo pedirte para bailar, igual me tiras algo por la cabeza.

RAQUEL: Te la tendrás que jugar si quieres bailar conmigo.

OSCAR: Me encantaría bailar contigo, por favor me harías…

Raquel se levantó riendo y le estiró de la mano para levantarlo, le puso las manos en la cintura pasándoselas por detrás acariciándole la espalda, ella le pasó los brazos por detrás del cuello, notó la caricias de sus manos en la parte baja de la espalda y pensó que no era tan parado como parecía.

RAQUEL: Cuando te da la gana sabes hablar muy bien para conseguir lo que quieres.

OSCAR: No te ha costado mucho levantarte, tenías tú más ganas que yo.

RAQUEL: Anda que no te has puesto fino para pedírmelo.

OSCAR: Claro, eres la única mujer que hay, si hubieran habido más chicas te crees que te lo hubiera pedido a ti.

RAQUEL: Que repugnante eres, suéltame coño.

Se intentaba separar de él y Oscar la apretaba más fuerte contra su cuerpo notando la presión de las tetas en su pecho.

OSCAR: Es broma, es broma, tranquila que no te haré ninguna más.

Raquel volvió a pasarle los brazos por el cuello sin separarse, estaban enganchadísimos pudiendo notar el contacto de sus cuerpos.

OSCAR: ¿Estás bien?

RAQUEL: Hace tanto tiempo que no me abrazo a un hombre, tengo que aprovechar la oportunidad, aunque sea contigo, que le vamos a hacer.

OSCAR: Lo ves como tú también provocas.

Raquel rió y apoyó su cabeza en su hombro siguiendo bailando los dos en silencio. Gaby y Susy los miraban sonriendo.

SUSY: ¿Tú crees que estos dos…?

GABY: No sé, de momento lo llevan bien.

SUSY: A ver si hay suerte, porque le hace falta pegar un buen polvo como el comer.

GABY: Déjalo tranquilo, ya lo hará cuando él quiera.

SUSY: Que no, que es muy “parao” el tío, o le damos un empujón o el solo no folla en la vida, que te lo digo yo.

Pasaron varias canciones antes de que se sentaran para seguir tomándose la copa, Gaby con su mujer seguían bailando para dejarles intimidad.

OSCAR: Supongo que ya sabes que me he separado no hace mucho, te lo digo por si ves alguna cosa en mí que no te imagines cosas raras.

RAQUEL: No sé qué cosas raras me podría imaginar.

OSCAR: Las cosas que pueda decirte, todavía no me funciona al cien por cien la cabeza.

RAQUEL: ¿Quieres decir que en algún momento te funciona bien?, porque yo siempre te he visto un poco “apollardao” la verdad.

OSCAR: Ya empezamos otra vez, me tienes que estar atacando para estar tranquila.

RAQUEL: Yo no te ataco tío, te digo las verdades.

OSCAR: Pues otra verdad es que tú eres un poco gilipollas y no te lo voy diciendo.

Susy y su pareja se iban alejando sin oír su conversación, la idea era dejarlos solos.

GABY: Nosotros nos vamos a dormir, vosotros hacer lo que queráis.

Desaparecieron subiendo las escaleras, Raquel y Oscar se miraron.

OSCAR: ¿Y tú que vas a hacer?

RAQUEL: Esperar a que tú te largues, no soy tan mal educada.

OSCAR: Pues puedes ir esperando, porque yo me quedo a dormir aquí como todos los viernes.

RAQUEL: Si hombre, la que se queda soy yo que me lo ha pedido Susy.

OSCAR: No entiendo como puede ser que Susy sea tan buena persona y te considere su amiga.

RAQUEL: Pues anda que tú, con lo raro que eres, yo te hubiera dado una patada en el culo hacía tiempo, mira, que te den por culo, yo también me voy a dormir.

Se levantó y Oscar la siguió subiendo las escaleras.

OSCAR: Espero que no te haya dado mi habitación.

RAQUEL: Que tonto eres tío, hablas como si la casa fuera tuya, si es así te jodes.

Llegaron al pasillo y Raquel se metió en la primera habitación cerrando la puerta detrás de ella sin despedirse, Oscar miró la puerta cerrada y siguió caminando hasta la siguiente habitación que era donde dormía normalmente, hasta tenía algo de ropa para dormir y asearse.

Se cambió, se lavó la cara, se cepilló los dientes y se metió en la cama, estuvo pensando en la conversación con Raquel, bueno, más que conversación fue una constante discusión, la cabrona no paró de meterse con él, lo que le gustó fue el rato del bailecito, abrazarse a su cuerpo calentito le sentó bien. Pasó un rato y el sueño no le venía, se levantó y se envolvió en una manta para salir a la terraza, por las noches refrescaba bastante y no era plan de salir en camiseta y bóxer. Al salir a la terraza coincidió que en ese momento también salía Raquel con una camisón cortito que le tapaba justo por debajo de las braguitas, en una mano llevaba un cigarro y el mechero.

OSCAR: ¿Tú tampoco puedes dormir?

RAQUEL: Quería hacer un cigarrito a ver si me ayuda.

OSCAR: Yo lo dejé hace años.

Se dio cuenta que Raquel cruzaba los brazos por delante de frio, se acercó abriendo la manta.

OSCAR: ¿Quieres que la compartamos?, veo que tienes frio.

Ella no le dijo nada mirándole a los ojos, se acercó a él para que pudiera pasarle por encima la manta, Raquel la agarró por la otra punta poniéndosela por encima, quedaron los dos uno delante del otro muy juntos con la manta rodeándolos, ella tenía en la mano el cigarro con el mechero, al sujetar cada uno la manta por una punta les quedaba una mano sin ocupar, Oscar le agarró el cigarro y se lo puso en la boca a Raquel, después el mechero y le dio fuego, ella dio una calada, se quitó el cigarro de la boca y se lo ofreció a Oscar acercándolo a sus labios, le dio una calada tocando con sus labios los dedos de Raquel tirando el humo.

RAQUEL: No me decías que no fumabas.

OSCAR: Solo en bodas, comuniones y cuando estoy con según quién.

Los cuerpos se juntaron más, tocándose, apretándose, ella le volvió a ofrecer el cigarro y Oscar se lo quitó de los dedos tirándolo a la calle, se miraron a los ojos, fueron acercando sus labios lentamente y se los rozaron, los abrieron para sentir el labio del otro en medio de los suyos, la mano de ella le acariciaba la cintura y la de él la parte baja de la espalda, Raquel sacó despacio la lengua ofreciéndosela a Oscar, la aceptó sacando la suya jugando un poco los dos con ellas, él bajó la mano agarrándole el culo sintiendo la fina tela de sus braguitas, ella le acabó de rodear la espalda besándose con más pasión. La fue acercando a la puerta de su habitación, entraron y cerró la puerta quitándose la manta dejándose caer encima de la cama, se acariciaban y besaban como dos seres que llevaban tiempo sin estar en esa situación, con ganas y con nervios, Oscar paró un momento mirando a los ojos a Raquel susurrándole.

OSCAR: Hasta aquí he llegado muy bien, a partir de ahora no sé cómo va a salir.

Ella le acariciaba la cara besándolo.

RAQUEL: Me da igual como salga, solo te pido que seas cariñoso por favor.

Se volvieron a besar, la mano de Oscar fue bajando por la cintura hasta llegar al muslo, buscó la parte interna, Raquel separó las piernas para dejarle espacio y muy lentamente le fue colocando la mano encima de las bragas buscándole el coño, ella suspiró abriendo la boca, él se lo agarró con toda la mano bajando la cabeza besándole el cuello, le apartó con los labios el camisón buscándole el pezón pasándole la lengua, ella gemía y Oscar se iba animando, le bajó las bragas de color carne y le besó en medio de los muslos tirándose a comerle el chichi, ella dio un gritito de la impresión, se lo comía como podía sin demasiado orden ni tranquilidad. Raquel le agarraba la cabeza.

RAQUEL: Más arriba, más arriba, aquí, aquí, sigue, sigue, un poco más, ahí…

El se dejaba dirigir intentando mantener la tranquilidad.

RAQUEL: Más fuerte, presiona más, así, asííí…

Ella gemía y Oscar se calentaba, le estiró del pelo para apartarle la cabeza y se dio la vuelta dejándolo a él debajo, le quitó los boxes y se metió en medio de sus piernas, le agarró la polla dándose cuenta que más tiesa no la podía tener, se la metió en la boca y él gimió, se metió la mitad succionando y Oscar pegó un grito levantando el culo de la cama, Raquel se dio cuenta que si seguía se le corría allí mismo. Se sentó encima y se fue orientando la polla a la entrada de su coño dejando caer el culo despacio metiéndosela hasta el fondo, Oscar abrió los ojos gimiendo de nuevo muy excitado mirándola a los ojos, le acarició la cara besándolo.

RAQUEL: Tranquilo, relájate, disfruta, no tienes que hacer nada.

Se fue moviendo despacio, le gusto notar su miembro dentro de ella, la tenía de un tamaño medio, normal, pero lo que más le gusta era la dureza, pensó que tenía que estar muy caliente para tenerla así, le entraba la risilla de pensarlo sin dejar de acariciarlo.

RAQUEL: ¿Está bien así, te gusta?

Oscar movía la cabeza para contestarle, estaba concentrado en no correrse, tanto tiempo sin hacerlo, sin prestarle atención, se había intentado olvidar de esas cosas conviviendo con Marina, sabía que con ella no iba a follar y lo aparcó en algún rincón de su cabeza, volver a sentirse debajo de una mujer que se lo follaba con pasión y ganas lo tenía aterrorizado, se estaba sintiendo un inútil total sin saber qué hacer porque como se moviera un poco era capaz de correrse acabándose la fiesta en aquel momento. Por suerte Raquel parecía que era capaz de mantener la calma pasándoselo bien ella y haciendo que disfrutara él, fue aumentando el ritmo de sus caderas gimiendo más fuerte, Oscar cerraba los ojos intentando pensar que estaba en el trabajo explicándole a un tío cómo funcionaba una puta hormigonera para no correrse, ella pasó a gritar tensándose dándole unos culazos tremendos metiéndose la polla con fuerza, él abrió los ojos agarrándose a su culo.

OSCAR: Sí Raquel sí, que voy, que voy…

Pensó que hasta ahí había llegado y se iba a correr haciendo el ridículo cuando Raquel ahogó un gemido y empezó a correrse a gritos, se relajó con una sonrisa en la cara dejándose ir saliéndole toda la leche de golpe. Raquel se había excitado tanto en los últimos momentos que solo prestaba atención a su ritmo y como le iba subiendo un orgasmo tremendo, una buena corrida con un hombre hacía mucho tiempo que no la tenía y estaba deseando que le llegara esa noche, al oír la voz de Oscar avisándola de que se corría le vino un latigazo de gusto que la dejo sin habla soltando después un grito detrás de otro, mientras disfrutaba de su orgasmo notó como le inundaba el coño de leche, tanta que le salía por los lados mientras seguía moviéndose. Quedaron los dos con los ojos cerrados recuperándose, ella se fue saliendo de encima y le cayó todo el semen encima de él.

RAQUEL: Joder, ¿tú eres humano o un caballo?, cuanta leche tío, no te muevas que voy a buscar una toalla.

Oscar la miraba a ella y al charco de semen que se le había puesto en el pubis poniéndose colorado, Raquel cogió una toalla de encima de una estantería pasándosela por el coño para secárselo y la dobló limpiándolo a él, se miraban de reojo y sonreían.

OSCAR: ¿A que no te esperabas hoy tener que limpiar a un inútil?

RAQUEL: No te digas eso, por favor.

Dejó la toalla a un lado de la cama y se estiró, se pusieron de lado, él le acariciaba el pelo.

OSCAR: Lo siento, tal vez hubiera sido mejor no empezar, me he dejado llevar, no sabes el tiempo que hace que no…

RAQUEL: Eh, que ha estado muy bien, me he corrido y me lo he pasado bien, yo también hacía mucho que no…

Los dos sabían que no había sido precisamente el polvo del siglo, justito habían conseguido correrse y por poco no lo hace él antes de tiempo estropeándolo todo.

OSCAR: Soy un desastre, he estado tanto tiempo sin preocuparme del sexo que me he olvidado por completo como tratar a una mujer en estos momentos. Reconozco que nunca he sido un semental, pero algo mejor que hoy sí que lo hacía.

RAQUEL: Que no pasa nada hombre, ¿siempre te comes tanto la cabeza?, déjalo ya, no todo es el sexo en una pareja, hay otras cosas.

Oscar le miró los ojos levantando las cejas.

RAQUEL: Pero es muy importante, de acuerdo.

Se rieron abrazándose, ella notó que la polla se le empezaba a mover.

RAQUEL: ¿Se te estás poniendo dura otra vez?

OSCAR. Dame dos minutos y me vuelvo a correr sin que me toques.

Ella se moría de risa tirándose encima para besarlo, durante la noche acabaron pegando dos polvetes más, al estar más cansado aguantó más antes de correrse y pudieron hacer un par de posturas, se durmieron tarde.

Bajaron al salón que Susy y Gaby ya habían desayunado, estaban sentados en los sofás escuchando música.

SUSY: Que casualidad que os habéis despertado y bajado al mismo tiempo. ¿No habréis dormido juntos golfillos?

OSCAR: ¿Nosotros?, no, nos hemos encontrado en el pasillo.

GABY: Sí claro, estos se piensan que somos tontos cariño.

RAQUEL: Lo ves, ya te he dicho que no iba a colar, que se notaba mucho idiota.

OSCAR: ¿Pero es que no puedes decir una frase sin insultarme?

RAQUEL: No, no puedo porque me pones de los nervios tío con tus tonterías.

OSCAR: ¿Qué dices, qué tonterías tengo yo?

RAQUEL: Un montón, tienes la cabeza hecha polvo dándole vueltas a todo.

SUSY: Otra vez discutiendo, a ver, ¿pero vais a salir algún día o no?

RAQUEL: Yo con este zoquete no puedo salir.

Oscar estaba nervioso sin saber que contestarle, lo alteraba que Raquel se agarrara a cualquier escusa para discutir.

OSCAR: Ni yo voy a salir con una tía que lleva bragas de color carne.

Se dirigió a la puerta enfadado.

RAQUEL: Serás cabrón y mal educado, cerdo, eso es lo que tú eres, un cerdo inexperto.

SUSY: Oscar no te vayas por favor.

Pegó un portazo cerrando la puerta detrás de él largándose. Susy miró a su marido.

SUSY: ¿Y tú no le podías haber dicho algo, en vez de quedarte ahí sentado con todos tus huevazos?

Gaby se descojonaba de risa.

GABY: Déjalo, pero no has visto como son estos dos, claro que van a salir más de una vez, ya te lo digo yo.

RAQUEL: Y una mierda, ¿tú has oído lo que me ha dicho?

Se hizo un silencio.

SUSY: Nena, ¿en serio llevas las bragas de color carne?

Se morían los tres de risa mientras Oscar conducía en dirección a su casa, tenía ganas de llegar y darse una ducha. Pensaba que aquella noche había estado bien, Raquel le gustaba, esas discusiones le daban un puntito de gata salvaje que le atraía, poder discutir con una mujer como no había podido hacer con su ex mujer durante tanto tiempo le sorprendía y gustaba.