Caminos (7)
Cuando el lunes por la tarde entró en su apartamento...
Cuando el lunes por la tarde entró en su apartamento lo primero que vio fueron las llaves de Marina encima de una mesita, cuando entró la otra vez con Gaby no estaba para fijarse en detalles, le pareció lógico que las dejara allí. Se sintió bien de volver a su casa, mucho mejor de lo que pensaba, aquellos días en casa de sus amigos y los cambios en su persona le habían sentado muy bien, dejó la bolsa en su habitación y se arremangó abriendo las ventanas para limpiarlo todo que estaba lleno de polvo de tantos días vacio.
Sus amigos fueron un poco brutos pero lo animaron y le hicieron reaccionar en tiempo record.
Marina más rápidamente de lo que pensaba empezaba a disfrutar de su vida en solitario, se veía con Tony sobre todo en el trabajo donde en los descansos y cuando podían hablaban, él estaba interesado en que fuera a su casa o ir él a la de ella, pero Marina no quería sentirse demasiado atada al menos tan pronto, follaban un par de veces a la semana como mucho, una de ellas después de salir a cenar juntos un día a la semana que dejaron como fijo para verse.
En el trabajo iba conociendo chicas diferentes con las que se animaba a salir a tomar alguna copa y conocer más gente, una de ellas, Rosa, que era más joven que ella y con la que fue forjando una buena amistad le ofreció para salir de fin de semana, a una casa que tenía en un pueblo de montaña cerca de unas pistas de esquí donde con sus padres desde pequeña había ido, ahora ellos ya no tenían tantas ganas de hacer kilómetros con el coche para pasar solo dos días y aprovechaba ella para ir los fines de semana cuando le apetecía.
Quedaron y un viernes cuando salieron del trabajo se fueron con el coche de rosa, estaban entrando en la primavera pero en las montañas todavía quedaba nieve y hacía fresquito. El lugar era muy bonito, un pueblecito típico de montaña con casas de piedra y humo saliendo de las chimeneas, aquella misma noche Rosa había quedado con un grupo de amigos para cenar, algunos como ellas que iban de la ciudad para pasar el fin de semana y otros que vivían allí todo el año, cuando los vio Marina pensó que igual ella era un poco mayor para estar con aquel grupo pero entre todos la animaron, era gente muy abierta y con ganas de pasárselo bien.
Durante la cena se fijó en uno de los chicos que le presentó, uno alto y fornido que sus padres tenían una granja y él trabajaba en ella desde joven, Miguel era el típico tío de montaña con pinta de bruto que hablaba con una acento típico del lugar que a ella le hacía mucha gracia, se le veía muy noble, no paraba de reír y hacer reír a los demás. Después de cenar fueron a tomar unas copas y se le acercó, hablaron de lo que hacía cada uno y poco a poco se fueron apartando, acercando y cogiendo confianza.
Quedaba poca gente en el local cuando la fue a ver Rosa, le dijo que se iba con un amigo a su casa guiñándole un ojo, le dejó las llaves del coche y las de su casa para que hiciera lo que quisiera, Rosa desapareció y ellos se miraron, Marina le enseñó las llaves a Miguel y se entendieron a la primera, salieron de allí y se fueron a la casa de Rosa para ellos solos.
Cerraron la puerta detrás de ellos y se engancharon en un beso con lengua, el tipo tenía una fuerza descomunal, la agarró por la espalda, justo por encima del culo y la subió, ella lo rodeó con sus piernas y se estuvieron besando como locos, se sentaron en un sofá y se fueron desnudando, se quitaron las botas con los calcetines y los pantalones, por último ella le bajó los calzoncillos agarrándole la polla, se besaban con su mano pajeándolo y con la de él buscándole el coño por encima de las bragas.
No tenía la habilidad en los dedos que tenía Tony, pero el chaval desprendía una fogosidad y una fuerza que a ella le gustaba, cuando tenía la polla tiesa a reventar le bajó las bragas, la agarró del culo levantándola de nuevo, le preguntó si quería que se pusiera un condón y ella le dijo que no hacía falta, la apoyó contra una pared se agarró la polla y se la metió en el coño, Marina pegó un grito entrelazando sus pies por su espalda, él la levantó un poco dejándola caer empalándola de nuevo, otro grito agarrándose con fuerza a su cuello, lo repitió varias veces, cuando se podía oír el ruido de las penetradas por lo mojada que estaba, la levantó con más altura dejándola caer encima de su polla empotrándola con fuerza, Marina levantó la cabeza abriendo los ojos del gusto que le recorrió todo el cuerpo, el tío lo volvió a repetir una vez detrás de otra volviéndola loca de placer hasta correrse a grito pelado, se paró para dejar que se recuperara besándola en la misma posición.
MIGUEL: ¿Donde tienes la habitación?
Marina le fue indicando mientras él caminaba con ella encima, tal como la llevaba rodeándole la cintura con sus piernas se estiró en la cama con ella debajo volviéndosela a meter, ella gimió de nuevo agarrándole por el pelo, Miguel se la volvía a follar lentamente, eso lo hacía bien el cabronazo, tenía una flexibilidad en la cintura que podía levantar el culo hasta casi sacársela para volver a metérsela hasta el fondo, él se incorporó apoyando las manos en la cama y mirándole a los ojos sacó la polla hasta la tener solo la puntita dentro, de golpe le pegó un pollazo hasta el fondo chocando contra su coño haciéndole dar un grito terrible que le estremeció todo el cuerpo de gusto, le dio unos cuantos seguidos, después se quedó dentro de ella moviéndose en círculos, Marina bajó las manos por su espalda agarrándole con fuerza el culo, aquel hombre fuerte criado en la montaña se la estaba follando de la manera más dura que nunca lo había hecho nadie. Volvió a penetrarla con dureza aumentando el ritmo, a Marina le fue subiendo otro orgasmo, estaba a punto de correrse y le hubiera gustado que él ralentizase un poco el ritmo pero no estaba por la labor aumentándolo más y con más fuerza, le llegó un latigazo de placer que le hizo convulsionar todo el cuerpo, se corrió pegando unos gritos terribles con aquella bestia encima que la empalaba una vez detrás de otra sin darle tregua haciéndole perder la cabeza, se quedó sin fuerza respirando que le faltaba el aire, él la miraba sonriendo de ver lo destrozada que la tenía, Marina le besó los labios.
MARINA: Me tienes hecha polvo y tú estás tan fresco.
MIGUEL: Es que aquí en la montaña comemos bien y respiramos aire muy limpio que nos mantiene en forma.
Marina reía mientras él la giraba poniéndola a cuatro patas, apoyó la cabeza en la cama levantando el culo, dejándole el coño en posición perfecta para que él la agarrara por las caderas y se la metiera de un golpe moviendo toda la cama, Marina cerró los ojos dejando ir entre sus labios medio abiertos un grito de placer inmenso, no empezó muy rápido pero cada penetrada era con fuerza chocando sus cuerpos con el grito de ella y un rugido de él, fue aumentando el ritmo, cada vez más rápido y fuerte, Marina pensaba que la partía por la mitad, los gritos se juntaban unos con otros, se agarraba a la cama con las manos apretando los puños para aguantar las embestidas y el gusto que le volvía a subir junto con un calor que le ponía las mejillas coloradas, el gemía y gruñía dando señales que esta vez se iba a correr, a ella se le quedó el cerebro en blanco corriéndose por tercera vez cuando notó un primer lechazo de Miguel en el coño, el tío no paraba de darle pollazos, un líquido le bajaba por la parte trasera de los muslos, pensó que debía ser una mezcla de sus flujos y semen, finalmente él fue bajando el ritmo dejando de gemir o gruñir, Marina no sabía lo que era, lo que si sabía es que estaba destrozada del polvazo que le acababa de pegar aquel tío, se besaron, hicieron la cucharita y se quedaron dormidos.
Se despertó la mañana siguiente, Miguel dormía pasándole un brazo por encima, ella se deslizó por la cama para salirse, se metió en la ducha, olía a sexo, al sexo duro que tuvo que la noche anterior, sonreía sola mientras le caía el agua pensando en lo bien que se lo había hecho pasar aquel rudo mocetón montañero, se abrió la mampara y entró él medio dormido, se juntó a ella para que le cayera el agua encima y le miró los ojos.
MIGUEL: Buenos días, ¿estás bien?
MARINA: Buenos días, estoy perfecta.
MIGUEL: Me alegro porque tengo hambre.
MARINA: Ahora podemos desayunar, ¿qué te apetece?
MIGUEL: Lo que me apetece lo tengo delante.
Se arrodilló levantándole una pierna, poniéndole un brazo por detrás de la rodilla abriéndosela, metió la cabeza en medio de sus piernas y le pegó un lametazo en el coño que Marina perdió el equilibrio teniéndose que sujetar en la pared y la mampara, le volvían a comer el chichi de pie, esta vez no tan finamente como la primera vez con Tony pero se lo hacían con fuerza chupando y succionando, más que comérselo se lo estaban devorando, cerró los ojos disfrutando de todas las sensaciones, él no se cansaba, que aguante tenía aquel hombre en todo lo que hacía pensaba, por insistencia más que por habilidad se acabó corriendo, que buen despertar había tenido ese día.
Le agarró la polla y se arrodilló ella, la miró mientras la pajeaba y le pasó la lengua por la punta, le tocó los huevazos y se la introdujo más profundamente succionando, Miguel gimió y ella se animó a hacerlo más fuerte y profundo, chupaba, succionaba y se la follaba con la boca a la vez que le amasaba los huevos y lo pajeaba, los gemidos y gruñidos fueron aumentando y sin esperárselo se encontró con un lechazo dentro de su boca, era la primera vez que se le corrían dentro, le sorprendió el gusto del semen y lo rápido que se le llenaba la boca dejándolo caer sin dejar de mover la cabeza para sacarle hasta la última gota, cuando pensó que había acabado se sacó la polla de la boca sin parar de pajearla poco a poco, la cara se quedó delante, Miguel le puso la mano encima de la suya haciéndose una paja más rápida, volvió a sacar un último tiro de leche que le dio en plena cara.
Mientras se seguían duchando Marina pensó que acababa de descubrir otra cosa nueva, el sabor a semen no le desagradó y la cara de satisfacción de él le indicaba que no se lo había hecho tan mal.
Se pusieron algo de ropa por encima y fueron a la cocina a desayunar, los dos tenían hambre después de tanto “ejercicio”. Recibió un mensaje de Rosa, se acababa de levantar y tenía la intención de pasar el día en casa del “amigo”, se verían a la hora de la cena.
MARINA: ¿Qué vas a hacer hoy?
MIGUEL: No tengo nada que hacer, estoy disponible para lo que tú quieras.
Marina le miró los ojos y él lo entendió a la primera, se pasaron el día en la cama follando, cuando salieron por la noche para encontrarse con los demás y cenar tenía el coño inflamado de tanto sexo, se abrazaron y besaron con Rosa cuando se vieron.
ROSA: Perdona que te haya dejado sola.
MARINA: Sola no he estado.
ROSA: Ya, ya, ¿cómo ha ido?, yo no he estado nunca con él pero tengo amigas que dicen que vale la pena.
Marina reía.
MARINA: Vale la pena, me parece que voy a estar un mes sin follar, tengo el coño destrozado.
Se abrazaron de nuevo riendo. El domingo volvían a la ciudad con una buena sonrisa las dos.
Si Marina cada día estaba más contenta de cómo estaba dirigiendo su vida Oscar no podía decir lo mismo, no es que se encontrara mal, había aprendido a vivir sin Marina y se cuidaba dando una buena imagen, pero, la cabeza le seguía dando vueltas del por qué, no por qué su mujer lo dejó, eso lo tenía claro, gracias sobre todo a Susy se dio cuenta de la vida austera y aburrida que llevaban viendo normal que ella se acabara cansando, le preocupaba por qué llegaron a aquella situación sin darse cuenta, como se pudieron ir desgastando tanto como pareja.
Susy lo veía bien exteriormente pero se daba cuenta que algo no funcionaba, no se fijaba en las chicas, incluso trabajando cerca de él tenía a una que estaba muy bien físicamente y era muy simpática, ella le había hecho algún comentario al respeto pero para él era como sentir violines. No sabía si es que no estaba preparado para tener relaciones con otra mujer o es que estaba todavía colgado de Marina y no se planteaba ni mirar a otra.