Caminos (40)
Se vieron en la playa, Oscar le había reservado una sombrilla...
Se vieron en la playa, Oscar le había reservado una sombrilla y una hamaca, en ese tiempo sobraban pero le guardó un sitio al lado del chiringuito, se saludaron con dos besos cuando llegó y la acompañó a la hamaca, Susy se quitó el vestido de playa, Oscar tuvo que disimular, estaba tan guapa como siempre y el bikini le sentaba de infarto, Susy reía mientras él volvía al trabajo, no tenía mucho, así que estuvo toda la mañana mirándola estirada. La iba a ver con cualquier escusa, “¿Quieres tomar algo?”, “Toma te he traído un poco de fruta”, hablaban un ratito y se iba, al medio día le llevó un aperitivo y una cerveza, después fue la hora punta del chiringuito, no es que tuvieran muchas mesas para servir pero estaba solo y no tuvo tiempo de atenderla a ella. Por la tarde cuando le tocaba comer a él preparó una mesa para dos y la fue a buscar para comer juntos.
SUSY: Esto es muy bonito, como te envidio el trabajo, aquí en la playa todo el día, estás morenito, saludable, se nota que estás contento.
OSCAR: En pleno verano no dirías lo mismo, íbamos de culo, al medio día teníamos a tres chicas que nos ayudaban y por la noche llegaron a ser hasta cinco de la gente que venía.
SUSY: Claro y como tonto cogías a solo chicas para trabajar.
OSCAR: Yo no, las contrataba el cenutrio de socio que tengo, eran amigas suyas y no eran solo chicas, algún chico también que parecía salido de una foto publicitaria, Oliver decía que se tenía que hacer algo para que viniera la gente, había momentos que no cabíamos todos aquí, y no me extraña que la gente viniera, iban todos enseñando medio culo.
Susy reía mirándole a los ojos.
SUSY: ¿Y qué es lo que hacíais por la noche para que viniera tanta gente sinvergüenza?
OSCAR: Te voy a dar un consejo, cuando acabemos de comer te vas al apartamento, descansas un rato, te duchas y te vistes de blanco, nos vemos aquí antes de la puesta de sol.
Susy le confirmaba con la cabeza mientras comía que le haría caso. Se presentó un rato antes de la puesta de sol, el chiringuito tenía música puesta, estaba lleno de gente vestida de blanco y Oscar con su socio Oliver no paraban de poner copas, se esperó a que se despejara un poco la barra para acercarse, Oscar la vio, llevaba un vestido ibicenco que se le transparentaban unas braguitas blancas, a Oscar se le salían los ojos, fue a recibirla cogiéndola de la mano.
OSCAR: Estás guapísima.
SUSY: Muchas gracias.
Se acercaron a la barra, Oliver miró a Susy de arriba abajo.
OLIVER: Que cabrón, y la tiene viviendo en su apartamento, anda que no tienes suerte ni “na”.
OSCAR: Cállate la boca zoquete y pon dos gin tonics, a partir de ahora te quedas solo en la barra.
OLIVER: No me jodas tío.
OSCAR: Dile a alguna de tus amigas que tienes por aquí que te ayude, a mi no me toques los cojones en lo que queda de noche.
Oliver ponía mala cara y Susy se reía, les sirvió las copas y les entregó dos globos blancos, fueron a la playa y se sentaron en la arena junto a un centenar de personas más, todas con su globo en la mano.
SUSY: ¿Qué es esto del globo, y como habéis conseguido que la gente se vista de blanco?
OSCAR: Te prometo que lo hicieron ellos solos, lo del globo fue idea una noche de Oliver y se ha convertido en una tradición.
SUSY: ¿Pero qué pasa con el globo?
OSCAR: Tú relájate y disfruta.
Brindaron y bebieron, se concentraron mirando en el horizonte como el sol bajaba, Susy miraba a los lados viendo a todo el mundo mirando el mar.
SUSY: Que miedo tío, parecemos una secta.
OSCAR: Tendrías que haber visto esto en pleno julio o agosto, cientos o miles de personas, que sé yo, habían aquí concentradas, al principio nos vino a ver la policía y todo, pensaban que pasaba algo raro.
El sol se fue poniendo, la música se apagó para poder ver aquel momento mágico en silencio, cuando desapareció empezó a sonar una música lenta y la gente soltó el globo, Oscar le hizo un gesto a Susy que con una sonrisa soltó su globo elevándose junto a un centenar más, apoyó la cabeza en el hombro de Oscar mirando el espectáculo de los globitos adentrándose en el mar.
SUSY: Que bonito es esto y como te envidio, esto sí que es vida.
La música cambió de pronto siguiendo con una marcha infernal, todo el mundo se puso de pie y empezó a bailar y gritar, Susy lo miraba todo sorprendida.
SUSY: La música está un poco alta ¿no?
OSCAR: Es lo que le va a esta gente, ¿quieres que demos un paseo y nos alejemos un poco?
Susy se lo confirmó con la cabeza ofreciéndole la mano para que se la cogiera, cuando pasaron por delante de la barra Oliver estaba acompañado de dos chicas que le estaban ayudando a poner más copas, les guiñó un ojo a Oscar y Susy sonriendo. Ellos se alejaron caminando tranquilamente agarrados de la mano.
Llegaron a una punta desde donde se veía el chiringuito con toda la gente delante pasándoselo bien.
SUSY: ¿Y cuando cierres que harás?
OSCAR: Las cosas han salido como esperábamos, en realidad mucho mejor, Oliver es un buen cocinero, hacemos cuatro cosas pero bien hechas, una paella para chuparse los dedos, te invitaré a una un día de estos, por precio y calidad nos hemos ganado cierta fama, a parte de la locura esta de las noches que no nos esperábamos. La temporada ha sido buena y me podré permitir el lujo que quería, pasar seis meses tocándome el ombligo. La idea era trabajar seis meses y vivir los otros seis de lo ganado, parece que lo podremos hacer.
SUSY: Eso está bien, ¿pero no te aburrirás?
OSCAR: Seguro que no, iré a ver a la familia unos días, y aquí me buscaré cosas que me gusten para hacer. Y si me aburro tengo el teléfono de una buena amiga que seguro que me ayudará como siempre lo ha hecho.
Susy le miraba a los ojos.
SUSY: Sabes que conmigo puedes contar siempre.
OSCAR: ¿Nos vamos a casa a cenar y tomar una copita?
Susy le pasó los brazos por la cintura y Oscar le rodeó la espalda con el suyo.
SUSY: Que contenta estoy de volver a hablar contigo y verte.
OSCAR: Yo también, echaba de menos las conversaciones contigo.
Llegaron al apartamento, Oscar se duchó, se puso un pantalón, una camiseta y salió al salón descalzo como se había acostumbrado a estar por su casa, Susy todavía estaba en la habitación, él se distraía mirando el móvil sentado en el sofá esperándola, sintió unos pasos, entró Susy en camisón que se le transparentaban los pezones y las braguitas, se apoyó en una pared con las manos detrás mirándolo con los ojos brillantes mordiéndose un labio, Oscar sin apartar la vista de sus ojos fue dejando el móvil lentamente encima de la mesa, ninguno de los dos decía nada, se miraban fijamente a los ojos.
Oscar se levantó y caminó hacía ella quitándose la camiseta, Susy se quitó el camisón, él dejó caer los pantalones y la polla se le disparó apuntando para delante, ella se quitó las bragas dejándolas en el suelo, se encontraron los labios besándose con pasión, Susy le rodeó con sus brazos abrazándose fuerte, Oscar le cogió el culo con las dos manos levantándola, ella le agarró la polla orientándola a su vagina y la penetró de un golpe seco empotrándola contra la pared, Susy gritó, él gruñó haciendo fuerza con sus caderas para follarla. Por fin se encontraron como personas libres sin lastres que les remordiera la conciencia, se entregaban con pasión desatada dejando las riendas sueltas, se comían uno al otro conscientes de todo lo que había tenido que pasar para que llegara ese momento. Oscar le daba golpes secos con la polla haciéndola gritar, Susy se agarraba a él rodeándolo con sus piernas y sus brazos apretándole la cara contra su cuello, gritaba, gemía de placer y lloraba de emoción de poder estar con él. Se corrieron sobreexcitados, Oscar le miró la carita y vio que había llorado, sin sacársela y con ella enganchada a su cuerpo le pasó la mano por la cara quitándole las lágrimas.
OSCAR: Has llorado, ¿tan mal lo he hecho?
SUSY (riendo): No hombre, has estado maravilloso, es por lo feliz que estoy de volver a verte.
Oscar caminó llevándola a la cama, se estiró con ella debajo, se empezó a mover lentamente dentro de ella y la polla le volvió a reaccionar poniéndose dura.
SUSY: ¿Otra vez?
Oscar la penetró profundamente levantándole una pierna, a Susy le salió un gemidito.
OSCAR: Lo siento, ya ves como me has encontrado, falto de un poquito de cariño.
SUSY: A ti lo que te hacía falta es “meneo” cabronazo, ¿qué pasa, que en el paraíso no has encontrado nada para satisfacerte?
Volvía a gemir por los movimientos de Oscar.
OSCAR: Nada que me interesara.
Susy sonrió pensando que ella si le interesaba, se miraron a los ojos y le quedó claro que así era. Oscar paró de moverse al ver que volvía a llorar pasándole la mano por la carita quitándole las lágrimas.
SUSY: No pares por favor, no sabes las ganas que tenía de estar así contigo.
La besó con mucha dulzura, moviendo las caderas lentamente penetrándola, a Oscar le volvían sensaciones olvidadas, sentir el roce de la piel, el latido del corazón y el aliento de una mujer querida, las caricias por su cabeza, nuca y espalda de alguien que se preocupaba por él. Susy no podía parar de mover sus manos por su cuerpo acariciándolo, sintiéndolo, recogiendo su cabeza apoyándola en su cuello, mientras él se lo besaba y se movía penetrando en su interior más íntimo dándole un suave y tierno placer, lloraba de alegría por el reencuentro con la persona de quien estaba enamorada desde hacía tiempo, primero en silencio y más tarde confesándolo porque no podía guardárselo, por poder disfrutar de su cuerpo sin la mala conciencia de la primera vez y por confirmar lo que ella creía, que Oscar era un hombre adorable, tierno y cariñoso en la cama.
Los gemidos subieron de tono, las caricias se intensificaron y los orgasmos volvieron a aflorar. De lado en la cama se miraban a los ojos sin decir nada, Susy le acarició la cara, Oscar le besó los labios.
SUSY: Dos seguidos, te mantienes en forma.
OSCAR: O tú que me provocas estas reacciones.
Susy rió mientras Oscar fue a buscar el móvil poniéndoselo en la oreja mientras se volvía a estirar.
OSCAR: Oliver…, pero donde coño estás metido tío que hay un ruido que no te oigo…, ya, con tus amigas de fiesta, pues mira, aprovecha para pedirle alguna que mañana te ayude en el chiringuito que yo me tomo el día de libre, tengo cosas importantes que hacer…, calla gilipollas y no digas animaladas, no te vayas a dormir muy tarde.
Susy le miraba sonriendo.
SUSY: ¿Tienes cosas importantes que hacer?
OSCAR: No salir de esta cama por ejemplo.
Susy le abrazó besándolo, separó los labios acariciándole la cara y la cabeza.
SUSY: Te voy a confesar algo.
OSCAR: ¡Hostia no!, las últimas confesiones que me hicieron me pusieron los pelos de punta.
SUSY: Déjame hablar por favor, hace tiempo un hombre me impresionó, entró en mi despacho y me dijo que se iba, dejaba un trabajo seguro de muchos años, una vida organizada que no le faltaba nada material, lo dejaba todo y se iba lejos a empezar de nuevo por amor, el amor para él era más importante que todo. Y lo fuerte es que lo hacía por una mujer que no sabía si sería correspondido, se fue a la aventura sin tener asegurado el éxito, sin saber si lo seguían queriendo, lo hizo porque era lo que le mandaba su corazón, porque creía firmemente que era lo que tenía que hacer. ¿Te lo imaginas?, en estos tiempos, alguien con esos valores tiene que valer la pena, ha de ser alguien especial.
Oscar la miraba atentamente acariciándole la cintura.
SUSY: Hace poco decidí que yo también quería ser valiente, dejarme llevar por mi corazón, lo vendí todo y he llegado a un lugar nuevo sin saber si seré correspondida, porque quiero intentar caminar al lado de un hombre al que quiero mucho, tengo que saber si me dejará acompañarlo y encontrar nuestro caminito.
Oscar la abrazó, ella se agarró con fuerza a su espalda escondiendo la carita en su cuello besándoselo.
OSCAR: ¿Lo vendiste todo por mí?
SUSY: No, lo vendí para no tener nada que me atara y ser libre para hacer lo que tenía que hacer.
OSCAR: Así no tienes prisa por volver.
SUSY: Ninguna, solo he cogido billete de ida.
OSCAR: ¿Funcionará?
SUSY: ¿Me aguantarás mañana el ritmo todo el día en la cama?
OSCAR: No lo sé.
SUSY: Yo tampoco sé si funcionará. Pero sí estoy segura de una cosa, si no lo probamos no lo sabremos.
Oscar le sonreía dándole la razón.
OSCAR: Vamos a tener seis meses por delante para vivirlos intensamente sin otra cosa que hacer, será una buena prueba.
Ahora sonreía Susy besándolo.
OSCAR: ¿Una duchita antes de cenar?
Cenaron y tomaron una copa en la terraza, no paraban de mirarse, tocarse y acariciarse, tenían que recuperar mucho tiempo perdido, volver a sentir que se les ponía la piel de gallina por una caricia, miradas profundas y limpias con los ojos brillantes, dejar que los sentimientos florecieran para entregárselos al otro, abrir sus corazones de par en par y sentir como el amor les iba creciendo.
Por la mañana se levantó Oscar a preparar el desayuno dejándola a ella durmiendo, el olor a café recién hecho la despertó, se puso una camiseta y unas braguitas, Oscar estaba en la cocina cuando Susy lo abrazó por detrás apoyando la cabeza en su espalda. Oscar se giró pasándole los brazos por la cintura levantándola y sentándola en la encimera, se puso en medio de sus piernas acariciándole la cara y la besó con dulzura, ella le pasó los brazos alrededor del cuello mirándole los ojos.
SUSY: Sé que puedo llegar a quererte mucho Oscar, hace tanto tiempo que me estoy guardando las ganas de besarte y acariciarte, si me pongo un poco tonta a veces y lloro no me hagas caso, es de la alegría de poder dar rienda suelta a mis sentimientos, estoy muy enamorada de ti. Sé que tú necesitarás un tiempo para asimilarlo pero pondré de mi parte todo lo que pueda para que lo nuestro funcione, si tú quieres claro.
OSCAR: Como no voy a querer, ¿tan tonto me ves?, eres preciosa, eres mi mejor amiga desde siempre... Cuando pasó entre tú y yo lo que en ese momento no tenía que haber pasado, durante el resto de semana recapacité porque había pasado, ¿porque pude pasar la línea estando enamorado de Raquel, te imaginas la respuesta?
SUSY: ¿Por qué eres un cerdo como la mayoría de los tíos y no pudiste desaprovechar la ocasión?
Susy reía sin dejar de mirarle enamorada.
OSCAR: Por qué te deseaba, tú también lo sabes y por eso has venido bruja.
Susy apretó los brazos alrededor de su cuello atrayéndolo besándole los labios.
SUSY: Claro que lo sabía, los abrazos que nos dábamos, las miradas, tapaba mis sentimientos por la situación particular de cada uno, fuimos correctos hasta que dejamos de serlo, aquel día fue doloroso y me di cuenta que lo nuestro podría ser, pero, mientras tú quisieras a Raquel no tenía derecho a hablarte de mis sentimientos.
OSCAR: ¿Y ahora, podrás hablarme de tus sentimientos?
SUSY: Ahora, hoy, después de desayunar y que cojas fuerzas te voy a meter en la cama, te voy a hablar y demostrar con mi cuerpo lo que siento por ti, y cuando no puedas más, seguiré demostrándote lo que te quiero y lo que vas a llegar a disfrutar del sexo conmigo.
Oscar bajaba sus manos acariciándole la espalda hasta agarrarle el culo por encima de las bragas.
OSCAR: Vamos ya a la cama que me tienes cachondo perdido, te voy a comer entera.
SUSY: Tranquilo tigre, primero desayuna bien que te hará falta.
Se volvieron a besar durante mucho tiempo y se sentaron a desayunar.
OSCAR: Esta noche he soñado con nosotros.
SUSY: Espero que fuese un sueño bonito.
OSCAR: Te lo contaré el día que se haga realidad.
SUSY: ¿Y si no se cumple?
OSCAR: Entonces no te lo explicaré nunca.
Oscar se levantó y cogió a Susy llevándosela para la cama, ella reía.
SUSY: ¿Ya no quieres comer más?
OSCAR: A ti te voy a comer por todos sitios, por todos.
Seis meses más tarde estaban abriendo el negocio para la nueva temporada, Susy había invertido mejorándolo y dejándolo más bonito, hamacas y sombrillas nuevas, mesas, sillas, le dieron una imagen más moderna y de calidad. Con Oliver empezaron a trabajar con fuerzas renovadas y con ganas de hacer otra gran temporada.
Marina salió del trabajo, hacía de administrativa en una empresa, condujo hasta una zona céntrica, caminaba sola por la calle y entró en un bar de moda, se tomó una copa sola en la barra hasta que se le acercó un hombre, solo le hizo una pregunta. “¿Cuánto?”, ella le sonrió diciéndole algo al oído y salieron juntos. Unas horas más tarde llegaba a su apartamento, se duchó y salió en batín al salón, un apartamento lujoso decorado con todos los detalles, se acercó al ventanal mirando la ciudad, pensó en Oscar y unas lágrimas recorrieron su cara. A veces todo el oro del mundo no es suficiente para hacerte feliz.
Raquel sentada en el sofá miraba feliz como su hija daba los primeros pasos acercándose a ella caminando insegura, la cogió levantándola sentándosela en el regazo, le dio un beso y se miró en el dedo el anillo. Sonrió, gracias a él pudo saber lo que era estar totalmente enamorada y entregarse a un hombre sin limitaciones, por culpa de sus demonios no duró todo lo que podía haber durado. Si hubiera sido sincera con él desde el principio seguro que todavía lo tendría a su lado, lucharían juntos para superar sus inseguridades, le hubiera amado profundamente al tenerlo entre sus brazos, pero, ¿viviría tan tranquila como lo hacía sin él?, no, su temor a perderlo la mantenía en un estado de intranquilidad constante, solo se sentía segura cuando lo abrazaba en su cama y así ella no podía vivir. Sonó el teléfono y habló con Elisa para verse en el parque y que los niños jugasen.
Gaby vivía solo, salía con alguna mujer, pero nunca se le ocurrió volver a meter a nadie en su casa hasta no estar seguro que era la mujer que lo merecía.
Tony y Rosa se separaron, no duraron mucho porque Rosa se dio cuenta que de quien estaba enamorado era de Marina, él volvió a su vida anterior conociendo follamigas para el momento.
Diez meses más tarde de haberse reencontrado, Oscar y Susy estaban en plena temporada en el chiringuito. Él sirvió un bocadillo con una cerveza y miró a Susy que estaba sentada en la caja despidiéndose de unos clientes, se acercó a ella, Susy le sonrió abrazándolo y besándolo, Oscar le puso la mano en la barriguita embarazada de cuatro meses y le volvió a besar los labios mirándose a los ojos.
OSCAR: Este fue mi sueño y se ha cumplido…
...................... FIN ........................