Caminos (4)

A primera hora de la tarde...

A primera hora de la tarde Marina entraba en lo que había sido su hogar hasta ese momento, todo estaba en silencio, lo recorrió lentamente, sacó dos maletas y fue descolgando ropa de los armarios metiéndola dentro, vació los cajones y descolgó del tendedero algunas piezas que se estaban secando, recogió del cuarto de baño todo lo suyo y algunas fotografías de su familia que tenía en unos marcos por la casa, alguna cosas más como unas figuritas que Oscar le regaló y le hizo mucha ilusión, sin acabar de repasar bien lo dio como bueno, cuanto más tiempo estaba recogiendo cosas peor se sentía. Dejó las llaves en la entrada y cerró la puerta de golpe, cerró la puerta del apartamento y de su vida hasta ese momento. Se subió al coche y se alejó con los ojos llorosos.

Mientras conducía llamó a Tony, quedaron en la puerta del edificio donde vivía, le ayudó a subir sus cosas a su casa y llamó para visitar algunos pisos que no estaban lejos de allí. A tres manzanas vieron uno que Marina se enamoró, no era muy espacioso, pero tenía una terraza muy grande donde había una mesa para poder comer fuera y daba espacio para unas hamacas donde podría tomar el sol cuando llegara el buen tiempo, el precio era un poco alto para pagarlo sola pero no tenía ningún gasto más y quiso darse el gustazo de vivir allí, quedó con el chico de la inmobiliaria para llevarle la documentación el día siguiente para confirmar el alquiler.

Tony la llevó a cenar casi obligándola a comer algo, sabía que en el almuerzo no había probado bocado, luego en su casa se tomaron una copa, a eso si que accedió Marina, pensó que pegarse un pelotazo le ayudaría a evadirse un poco de sus pensamientos. Habían dejado las maletas en un rincón en el salón.

TONY: Solo tengo una habitación, espero que no te importe dormir conmigo en la misma cama.

MARINA: Me da igual, no creo que pueda dormir mucho, podría hacerlo aquí mismo en el sofá.

TONY: ¿Ya has pensado que vas a hacer a partir de ahora?

Marina se encogió de hombros.

MARINA: No lo sé, vivir supongo.

TONY: Se te abren muchas posibilidades, a partir de ahora serás dueña de tú vida, podrás hacer y deshacer lo que quieras.

MARINA: No creo que tenga muchas ganas de hacer y deshacer cosas, estaré un tiempo disfrutando de mi nuevo apartamento y ya veremos.

TONY: No voy a permitir que te encierres y no hagas nada que lo sepas. Una mujer como tú tiene que disfrutar de la vida.

Marina lo miraba pensando que no había salido de una relación para hacerle caso a él, haría lo que le saliera del coño y lo que le diera la gana. El seguía hablando y ella ocupada con sus pensamientos no le hacía ni caso, de tanto en tanto reía de alguna gracia que él le hacía y seguía a lo suyo.

TONY: ¿Te estás enterando de algo de lo que te digo?

MARINA: No, es que eres muy plasta tío, no paras de hablar.

TONY: Joder, como se nota que a tú marido ni le escuchabas cuando te hablaba.

Marina se enfadó poniéndose de pie señalándolo con el dedo.

MARINA: ¡Eh!, ni te atrevas a decir nada de Oscar, si hablo de él seré yo, tú no me hables ni intentes reírte de él porque te envío a tomar por culo, ¿lo has entendido?

Tony se levantó acercándose a ella, le pasó los brazos por la cintura mirándole a los ojos, Marina le puso sus manos en los hombros.

TONY: Lo siento, perdóname, no quería molestarte.

Ella le acariciaba el pelo, lo besó suavemente una vez y le entregó la lengua abrazándose.

MARINA (susurrando): Llévame a la cama por favor.

Entraron a la habitación cogidos de la mano, se desnudaron y se dejaron caer encima de la cama, se besaron y acariciaron. Marina con el cubata se había desinhibido y podía sentir sus caricias por toda su piel, volvía a vibrar con el contacto con un hombre, lo besaba y la besaban con pasión, sentía su mano acariciándole el sexo haciéndola gemir, se extrañaba que pudiera mojarse tanto, notaba el coño encharcado con los dedos de Tony moviéndose dándole gusto, se metió en medio de su piernas y mirándole los ojos la fue penetrando, abrió la boca de la impresión dejando ir un gemido al notarle la polla dentro de ella hasta el fondo. Se empezó a mover y le pareció el paraíso, que bien se movía entre sus piernas dándole placer, se agarraba a su espalda y a su culo mientras él seguía con un ritmo tranquilo haciéndole sentir cada centímetro que movía la polla dentro de ella, el placer aumentaba, sus manos se agarraban con más fuerza a su culo levantando las rodillas para sentirlo más profundamente, el calor subía, los gemidos aumentaban y notaba la corrida que le estaba viniendo, cerró los ojos y dejó que el orgasmo la abrazara gritando, Tony no dejó de moverse, Marina no paraba de gritar sintiendo el placer por todos los poros de su cuerpo. El se dejó caer encima sin sacársela mirándole a los ojos.

TONY: ¿Te ha gustado?

Marina le abrazaba.

MARINA: Ha sido genial.

TONY: Pues vamos a seguir que esto no se ha acabado.

Se salió de en medio de sus piernas y la giró poniéndola a cuatro patas, Marina apoyó la cara en la cama y esperó que la penetrara, la empotró desde atrás con un pollazo que le hizo pegar un grito, un grito de placer y de liberación por haber empezado una nueva vida. Tony se la estaba follando duro y ella cerró los ojos para seguir sintiendo el placer, oía los golpes que su cuerpo hacía al chocar contra su culo dejando ir un grito en cada penetrada. Dios, estaba sintiendo mucho más que en el primer polvo, en cada pollazo era como si la partiera por la mitad de gusto, un placer inmenso le subía haciéndole temblar las piernas, lo ojos se le ponían en blanco y de pronto notó un lechazo dentro de su coño, gritó, otro, volvió a gritar y se corrió con él juntando los gritos y los gemidos. Cayeron a la cama exhaustos, respiraban fuerte y se miraban.

TONY: Eres maravillosa.

MARINA: ¿Yo, de qué?

TONY: Lo eres y ya está, no me hagas darte explicaciones que luego ni me escuchas.

Los dos se pusieron a reír. Marina lo abrazaba apretándolo contra su cuerpo, pensó que en una tarde había vivido más cosas que en los últimos años. Se quedaron dormidos.

Al día siguiente fueron al trabajo juntos, por la tarde cargaron el coche de Marina con sus cosas y fueron a la inmobiliaria a cerrar el trato por su apartamento. Tony le ayudó a instalarse y hacer la lista de la compra de las cosas que le harían falta para empezar a hacer vida. Salieron a cenar y Marina quiso pasar sola la primera noche en su apartamento, la primera noche en solitario de su nueva vida.

Cuando Marina se fue aquella mañana del apartamento lo hizo como cada mañana, sin un beso de despedida, normalmente era un "hasta luego", aquella mañana fue un "adiós" con sabor amargo a despedida definitiva, Oscar se acabó el café con leche y también se fue a trabajar. Mientras conducía pensaba que no podía ser, que seguro que se lo pensaría y no se iría, no le cabía en la cabeza que a partir de ese momento se quedaba solo. Entró en la tienda de material para la construcción de su amigo Gaby donde trabajaba, llevaba toda su vida laboral trabajando con él y su mujer Susy, estaba de cara al público vendiendo y aconsejando a los que lo necesitaban. Aquella mañana llegó como cada día, saludó a los jefes y se puso en su lugar de trabajo, estuvo distraído con varios clientes olvidándose momentáneamente de sus problemas, en parte porque estaba seguro que Marina se lo pensaría bien y volvería a casa, él estaba dispuesto a hacerle alguna concesión en cualquier cosa que le pidiera para volver a estar “bien”, o convivir, o lo que hicieran.

Fue el mensaje de Marina de aquella mañana que le hizo cambiar la cara, que le confirmara que aquella misma tarde iba a pasar a recoger sus cosas lo puso enfermo, hasta se le acercó Gaby para preguntarle por la cara que le veía. Entraron en la oficina donde estaba Susy para hablar con tranquilidad.

GABY: ¿Te ocurre algo Oscar?, por qué haces cara de estar jodido.

SUSY: ¿Estás bien, quieres tomar algo?

Oscar se sentó y los miró con los ojos llorosos, ellos eran los mejores amigos que tenía, las pocas veces que salían o cenaban con alguien era con ellos, el fin de año lo pasaban siempre juntos, conocían a Marina como si fuera de la familia. Le temblaba la voz.

OSCAR: Marina, Marina se va a ir de casa.

Gaby y Susy se miraron, sacaron una botella de escocés y se sentaron a su lado con un dedo de whisky en un vaso cada uno.

GABY: ¿Ha pasado algo?, parecía que estabais bien.

OSCAR: Tú lo has dicho, parecía, solo lo parecía, en realidad hace mucho tiempo que no íbamos bien, vivíamos juntos y casi nada más, como dos compañeros de piso con derecho a alguna cosa más, no mucho, algún piquito de vez en cuando y tocarnos el culo. Me parece que ella se ha hartado de esa vida y quiere cambiarla.

SUSY: No lo entiendo, ¿así, de golpe?, lo habréis hablado supongo, te habrá dado alguna explicación o algo.

OSCAR: Susy, hace mucho tiempo, años, que no estábamos bien. Lo que pasa es que yo me conformaba, soy un conformista ya me conocéis, con verla por la casa ya podía seguir con mi vida. Venía aquí a trabajar, llegaba a casa y comía alguna tontería para esperarla a ella, hacía la cena para los dos, hablábamos un poco y nos íbamos a dormir, compartíamos la misma cama pero cada uno mirando para un lado y sin tocarnos para nada.

GABY: ¿Y si estabais tan mal, como habéis aguantado tanto tiempo?

OSCAR: Porque yo soy así, y supongo que ella hasta ahora también lo era.

SUSY: Algo tiene que haber pasado para que ella cambiara de idea.

A Oscar le cayeron algunas lágrimas que se secó con la manga de la camisa, le dio un trago al whisky que se lo acabó, Gaby le volvió a poner un dedo más.

OSCAR: De un tiempo a esta parte se empezó a arreglar más para ir al trabajo, se compró ropa nueva y se cuidaba más de pintarse y peinarse, la verdad es que estaba muy guapa.

Susy intercambió la mirada con su marido, los dos captaron que aquellos cambios tenían que ser por un motivo, y el motivo no podía ser otro que había conocido a alguien. Disimularon y no se lo dijeron a Oscar pero él no era tonto y ya se lo imaginaba.

OSCAR: Seguramente debió conocer algún hombre, cuando me dijo que se iba no me lo confesó pero estoy casi seguro, sino porque todos esos cambios, alguna motivación tendría. Lo que pasa es que me duele tanto pensarlo que prefiero hacerme el tonto y pensar que ha sido decisión suya, por nuestra mala relación y no porque otro hombre la esté…

Los tres hicieron un largo silencio, se bebieron las copas y Gaby le pasó un brazo por los hombros para animarlo.

GABY: Será mejor que no estés de cara al público hoy, haz lo que quieras, si te quieres coger el día libre hazlo sin problemas.

OSCAR: Prefiero quedarme, que voy  a hacer por ahí, machacarme más la cabeza, aquí por lo menos me distraigo, ordenaré el almacén si te parece bien. Además hoy no puedo llegar a casa temprano, esta tarde irá Marina a recoger sus cosas.

SUSY: Pues te vienes con nosotros a cenar y si quieres te quedas a dormir también.

OSCAR: Gracias Susy, pero no quiero molestaros con mis problemas.

GABY: ¿Cómo nos vas a molestar hombre?, Susy tiene razón, te vienes, cenamos y nos tomamos unos pelotazos, después ya veremos.

Estuvo en el almacén todo el día intentando distraerse haciendo cosas pero su cabeza no estaba allí, pensaba en las palabras de Marina, era muy probable que tuviera razón y fuera lo mejor para los dos, pero en ese momento solo sentía dolor de pensar lo que sería su vida en adelante. Se quedó hasta la hora de cerrar para ir con sus amigos a su casa.

Vivian en una bonita casa apareada haciendo esquina, entraron el coche en el garaje y él lo aparcó en la puerta. Les ayudó a hacer la cena y ellos intentaron distraerlo con conversaciones para que no pensara en Marina. Después prepararon unas copas y estuvieron hasta las tantas bebiendo y hablando, sus amigos intentando animarlo y él pensando más en su mujer que en lo que le explicaban.

No le dejaron irse a su casa con la excusa de que era demasiado pronto para encontrarse solo, le enseñaron su habitación para dormir aquella noche, donde estaba el baño y la habitación de ellos por si necesitaba alguna cosa. Gaby le dejó un pijama que le venía un poco grande pero para lo que tenía que servir valía, se metió en la cama y solo hacía que dar vueltas sin poder dormir, se levantó mirando la calle por una terraza que había en su habitación, tenía que ir al baño a mear el whisky de aquella noche, caminaba por el pasillo y escuchó gemidos, se metió en el baño, se alivió con una buena meada y al salir los gemidos eran más fuertes, se acercó de puntillas a la habitación de sus amigos para escuchar desde la puerta, estaba medio abierta para su sorpresa, al mirar dentro vio por el reflejo de un espejo a Susy totalmente desnuda estirada en la cama boca abajo con los pies en el suelo, lo primero que pensó es que aquella cama era muy alta, no le dio tiempo a pensar más, detrás de Susy estaba Gaby también en bolas agarrándola del pelo y follándosela muy duro, el gemía y gruñía, ella gritaba de gusto cada vez que su marido le metía un pollazo empotrándola contra la cama, Susy se corrió a gritos, Gaby le dio un buen azote en el culo que resonó en toda la habitación, le sacó la polla del coño y separándole una nalga con una mano se la introdujo en el culo hasta el fondo, Susy gritó y su marido volvió a coger un ritmo infernal hasta que se corrió temblándole las piernas.

Oscar se volvió a su habitación y se metió en la cama pensando que era un cabrón por haberse quedado mirando, se tocó la polla y la tenía tiesa, se había excitado y no le extrañaba, era la primera vez que veía follar en vivo y en directo, y menuda follada le pegó su amigo a su mujer. Le vino a la cabeza los polvos con Marina cuando todavía follaban, por supuesto no tenían nada que ver. ¿Podía haber sido ese uno de los motivos de su separación?, igual no supieron buscar situaciones para follar de aquella manera tan bestia. Escuchó risas de Susy, ella sí que se la veía contenta en su matrimonio, seguro que aquellos polvazos tenían mucho que ver.

Al día siguiente desayunando Gaby habló con Oscar.

GABY: Hemos pensado con Susy que no te puedes ir a vivir a tu apartamento, allí lo único que harás será amargarte solo. Esta mañana cuando abramos la tienda te acompaño, coges lo que te haga falta y te vienes a pasar unos días con nosotros, no queremos que estés solo.

Oscar lo pensó un momento.

OSCAR: No, es demasiado, además me tengo que acostumbrar, tarde o temprano tendré que…

SUSY: Que ya está decidido Oscar, no te vas a tragar todo el marrón tú solo, somos amigos ¿no?, pues los amigos están para momentos como este, haz caso a Gaby que tiene razón.

No tenía fuerzas para discutir ni para negarse, aceptó y esa misma mañana abría la puerta de su apartamento acompañado de Gaby, entraron directamente en la habitación y cogió ropa del armario y sus cosas de higiene, antes de irse abrió el armario donde guardaba la ropa Marina, estaba vacío, le entró una tristeza tremenda y suerte que Gaby le agarró del hombro llevándoselo, entendió que la idea de pasar unos días fuera de allí no era mala, intentaría volver más calmado porque si no se iba a morir viendo los armarios vacios y la casa sin Marina.