Caminos (33)
A Oscar le costó dormir esa noche...
A Oscar le costó dormir esa noche, cuando se despertó estaba solo en la cama, se duchó y fue al salón, vio que en el jardín estaba Raquel hablando con Elisa. Se preparó un café con leche y salió con ellas sentándose en la mesa.
ELISA: ¿Se puede saber qué coño te pasa a ti que tienes preocupada a Raquel?
OSCAR: Perdona Elisa pero tú no pintas nada en esto.
ELISA: ¿Tú eres tonto o que te pasa, nos has mirado bien?, no te das cuenta de la suerte que tienes de poder estar con dos mujeres como nosotras…
OSCAR: Tú no te enteras de nada guapa, yo hablo de sentimientos, algo que parece que tú hace tiempo que no sabes lo que es, eso si alguna vez lo has sabido.
Elisa por primera vez demostró fragilidad en la expresión de su cara, se le humedecieron los ojos.
RAQUEL: No sigas Oscar por favor.
ELISA: Déjalo Raquel, ya ha descubierto una de mis debilidades y ya sabe por dónde me puede hacer daño.
OSCAR: Yo no quiero hacer daño a nadie, menos a ti que sé que Raquel te quiere mucho. Solo quiero entender la situación.
Elisa volvía a endurecer el gesto.
ELISA: ¿Quieres entenderlo?
OSCAR: Sí, quiero entenderlo.
ELISA: Quieres entender que soy una desgraciada, sin familia, sin nadie donde apoyarme, me casé con su hermano y puse toda mi vida en sus manos pensando que me cuidaría y podría confiar en él…
Estalló en un llanto, Raquel le pasaba el brazo por los hombros consolándola.
RAQUEL: Ya está bien Elisa.
ELISA: No, no está bien, a la que me dejó preñada se buscó a una tía para follar, me dejaba sola casi cada día, volvía a la hora que le daba la gana y no me preguntaba una mierda, no le importaba nada lo que yo hiciera o dejara de hacer. Esa es mi vida, tengo dos hijos que es lo que más quiero y no los tengo todo lo que quisiera porque un cabrón de juez nos dio la compartida y pasan quince días con cada uno. Solo tengo a Raquel y tú quieres que se aleje de mí.
Lloraba una barbaridad y Oscar se quedó helado, no sabía qué hacer ni qué decir. Raquel la consolaba y Oscar se sentó a su lado.
OSCAR: Yo no quiero separarte de ella, me parece bien que os apoyéis y seáis buenas amigas, esta casa estará abierta para ti como si fuera tuya, yo solo quiero aclarar la relación que tenemos los tres.
Elisa sollozaba.
ELISA: Joder Raquel, ¿has encontrado al único tío integro que hay en la capa de la tierra?
RAQUEL: Ya te dije que era alguien muy especial.
Miraba a Oscar enamorada y a él se le cayó la baba de verla, la quería tanto que cuando lo miraba con aquella carita lo desarmaba.
OSCAR: Será mejor que os dejé a solas y habléis de vuestras cosas.
ELISA: No por favor, quédate, yo tampoco quiero separarte de ella, sé que está enamorada de ti y te quiere como no ha querido nunca a nadie, solo quiero que no me apartéis a mí.
Raquel miraba a Oscar confirmándole con la cabeza y una sonrisilla lo que Elisa le había dicho.
OSCAR: ¡Joooder!, yo que llegué pensando que esto sería un lugar tranquilo y no tendría ningún problema.
ELISA: Pues ya ves, has ido a dar con la tía más loca del mundo.
RAQUEL: No te preocupes, ya está acostumbrado a tratar con locas y conmigo, que tampoco se lo puse muy fácil al pobre.
Rieron los tres y a Elisa se le fue pasando el berrinche.
Oscar se ofreció para hacerles un café y se lo tomaron juntos, pensó que ya hablaría con Raquel más profundamente del asunto. Pasaron un rato hablando de cosas del pueblo hasta que se cambió la conversación.
ELISA: ¿Y la semana que viene iréis a cenar con Álvaro?
RAQUEL: Es mi hermano, ya sé como es, pero es mi hermano.
ELISA: Así conoceréis a la zorra esa.
RAQUEL: Me da igual la tía que esté con él…
ELISA: Pues yo quiero saber cómo es…
OSCAR: Elisa guapa, no tienes que compararte con ella para nada, ni se te ocurra, tú no eres menos que nadie y tienes que valorarte por ti misma, no por lo que lo hagan o digan los demás.
Elisa lo miraba sorprendida.
ELISA: Raquel, ¿tú novio es psicólogo?
RAQUEL: Mucho mejor, entiende las cabezas, los demonios y las fragilidades que tenemos, y lo sabe por experiencia, suya y por lo que hemos pasado juntos. En alguna cena te explicaremos nuestra historia y te reirás un buen rato.
OSCAR: Sí, tú sabes que Raquel podría haber sido lanzadora olímpica de lamparitas de noche.
ELISA: ¿Qué?
Ellos se descojonaban de risa y Elisa sonreía sin entenderlo, Oscar le acercó la cabeza señalándole una pequeña cicatriz en medio de la frente.
OSCAR: Ves esta cicatriz, pues un lamparazo de tú amiga aquí tan dulce como la ves, no le hagas enfadar por si acaso.
Rieron los tres que no podían parar. Pasaron la mañana y Elisa se despidió.
OSCAR: Elisa, si te quieres quedar a comer quédate.
RAQUEL: Ya lo sabes, tú misma.
ELISA: Gracias, los dos sois muy buenos conmigo pero no quiero abusar, pasarlo bien, ya te llamaré Raquel.
Comieron y se estiraron en el sofá a mirar alguna película por la tarde.
RAQUEL: ¿Quieres que hablemos amor?
OSCAR: No, todo está bien.
RAQUEL: ¿La ayudaremos?
OSCAR: Tiene una pared que superar y encontrar su camino, como todos.
RAQUEL: Está muy sola Oscar.
OSCAR: ¿Está, o se siente?, tiene a sus hijos y seguro que alguna amiga más a parte de ti debe tener, no me creo que no conozca a nadie, seguramente sus miedos no la dejan reaccionar, tú crees que con lo guapa que es no podría salir y conocer gente si quisiera.
RAQUEL: No la podemos obligar a salir.
OSCAR: Pero sí podemos salir con ella.
Se fue colocando detrás de Raquel pasándole un brazo por encima, Raquel le agarró la mano y se la besó, miraban una película de sábado por la tarde, se fueron apretando el paquete con el culo, ella se movía suavemente restregándoselo y él le besaba el cuello notando como le iba creciendo la polla dentro del pantalón, Raquel llevó una mano hacía atrás y se la agarró pajeándolo. Oscar perdió la calma, le levantó la falda del vestido, le bajó un poco las bragas y se sacó la polla buscándole el chochete, se lo fue rozando con la punta, Raquel sacó un poco más el culo, cuando Oscar notó que se había mojado lo suficiente se la fue metiendo despacio, ella cerró los ojos del placer y él le separó una nalga para penetrarla más profundamente, se movía lentamente besándole el cuello, le pasó una mano por delante apartándole el vestido amasándole las tetas, Raquel gemía con los dedos de él pellizcándole los pezones. Follaban a un ritmo lento, sintiendo cada momento intensamente, ella se fue excitando moviendo las caderas hasta correrse, él se la sacó mojándole el agujerito del culo para metérsela después, la penetró unas cuantas veces y se corrió llenándole el culo de leche. Raquel se subió las bragas y se giró abrazándolo, le besó los labios con cariño.
RAQUEL: Perdóname, ya sé que no te has encontrado lo que esperabas pero a mí me gustaría pasar el resto de mi vida contigo y nuestro hijo, o hijos, nunca se sabe.
OSCAR: Siempre me tendrás a tú lado para cualquier cosa cariño.
RAQUEL: Pero que sea queriéndome mucho, enamorado de mí, sino no vale.
OSCAR: Eso tendremos que trabajarlo cada día Raquel, ya sé lo que es acomodarse y esperar que todo salga bien por sí solo y te aseguro que no funciona.
Raquel se abrazó muy fuerte, lo tenía con ella, lo que siempre había querido y lejos de los malos rollos del pasado, sabía que poniendo un poco de voluntad por parte de los dos todo les saldría bien.
El siguiente viernes se encontraron con su hermano y su novia en su casa, Álvaro no la había visto. Les presentó a Elena, una chica de un pueblo no muy lejano que conoció en un bar desayunando, tal como les había dicho Elisa la chica hacía una pinta un poco “rara”, digamos que le gustaba vestir con prendas de colores un poco llamativos y no muy conjuntados, más o menos como la pintura que llevaba en la cara. La primera pregunta de Raquel a Oscar cuando pudo ser discreta…
RAQUEL: Oscar, ¿si te la encuentras así por una carretera que pensarías?
OSCAR: Raquel por favor, discreción.
RAQUEL: A ver si Elisa tenía razón.
Se les escapaba la risilla. Después de los besos y apretones de mano en las presentaciones les enseñaron la casa y tomaron un aperitivo en el jardín trasero.
ELENA: Llevo tiempo diciéndole a tú hermano que tendríamos que mudarnos a una casita así, y si puede ser un poco más grande, el apartamento donde estamos es muy pequeño.
ÁLVARO: Y yo creo que ya estamos bien, pero estamos mirando a ver si encontramos algo que este bien y no sea muy caro.
OSCAR: Si los dos trabajáis repartiendo el gasto no creo que os cueste mucho conseguirlo.
ELENA: Es que yo dejé de hacerlo hace tiempo, me cuido de él y de la casa.
Raquel miró a su hermano extrañada, él le hizo un gesto con los hombros como diciendo, “Es lo que hay”.
Se tomaron el aperitivo hablando de la casa y entraron al comedor para cenar, les dijeron que se sentaran y ellos se metieron en la cocina para sacar la cena.
RAQUEL: ¿No me dirás que no tiene su punto de rara esta chica?
OSCAR: Si tu hermano está bien con ella no somos nadie para criticarlo.
RAQUEL: No sé, no me gusta, deja de trabajar para vivir de él y encima le está exigiendo cambiar de casa porque le parece poco donde está.
Cenaron y volvieron a salir al jardín a tomarse una copa, con el vino de la cena y la copa a Elena se le notaba un poco tocadita.
ELENA: Me ha dicho Álvaro que habéis estado viviendo en la ciudad, yo tenía una hermana desaparecida, menuda hija de puta, se fue de joven casi sin despedirse y no hemos sabido de ella hasta hace un par de semanas que nos llamó. Se ve que ya se ha hartado de la ciudad y quiere volver con la familia, por lo visto estuvo casada y todo sin decirnos nada la cabrona, que coño le debe de haber pasado para querer volver al pueblo con lo que lo odiaba.
RAQUEL: Que fuerte, yo no podría estar un tiempo sin saber nada de mi familia.
ELENA: Es que la nena siempre ha sido muy ambiciosa, para conseguir lo que quería no me extrañaría que hubiera hecho hasta de puta.
A Oscar le vino un flash a la cabeza.
OSCAR: Perdona, ¿cómo se llama tu hermana?
Elena hablaba con Álvaro de algo y se giró sin darle importancia.
ELENA: Marina.
Raquel se miró con Oscar.
OSCAR: Marina que más.
Cuando Elena dijo el apellido a Raquel se le cayó el coño al suelo y Oscar se puso la mano en la cabeza.
ÁLVARO: ¿Os pasa algo chicos?
Raquel no podía ni hablar.
OSCAR: Elena, tú hermana estuvo casada conmigo.
ELENA: No me jodas, ¿fuimos cuñados tú y yo?
A Elena se le veía muy contenta pero Álvaro se dio cuenta que alguna cosa no iba bien, la reacción de su hermana y su cuñado cuando supieron el nombre lo decía todo.
Después de aquella noticia se acabaron las copas y se fueron, Raquel y Oscar se sentaron en el sofá mirándose.
RAQUEL: No puede ser, nos venimos aquí huyendo de la mierda y nos persigue.
OSCAR: Esperemos que nos mantengamos distanciados, no tenemos por qué tener ninguna relación.
RAQUEL: Joder, de momento es la cuñada de mi hermano, en algún momento coincidiremos, y Elena no tardará en decirle que su ex marido está cerca.
OSCAR: Buff, no me gusta, esta chica todo lo que toca acaba mal.
Durante las dos semanas que Elisa estuvo con sus hijos tuvieron más intimidad, ella se desvivía por ellos y el problema lo tenía cuando volvían con su padre, dos semanas sin verlos le parecía una eternidad y necesitaba buscar buena compañía.
Raquel había cambiado mucho, Oscar no veía nada de aquella mujer celosa que conoció, eso lo desconcertaba, él llevaba una idea de la Raquel que se encontraría, esperaba un “lamparazo”, reproches de lo que hizo y tener que trabajarse el poder volver con ella. Todo fue tan diferente que le costaba entenderlo, no sabía si el embarazo le podía provocar aquella actitud.
Lo que había pasado era que Raquel aprendió de su relación con Oscar, se dio cuenta que por muy celosa que fuera no llevaba a ninguna parte, si tenían que pasar las cosas pasarían, no servía ni ponerse una coraza ni obsesionarse porque algo no ocurra. La distancia le dio otra perspectiva, tuvo tiempo de recapacitar profundamente, ver que el tiempo pasado que fue bonito de vivir no lo debía de olvidar, con Oscar fue feliz como nunca lo había sido y se sentía orgullosa de haberlo conseguido, gracias al esfuerzo de los dos por mejorar como personas consiguieron una bonita relación, sobraron algunos celos en algunos momentos pero ya no se podía hacer nada para arreglarlo. Lo que sí se podía hacer era no volver a caer en el mismo error.
Desde el primer momento que llegó al pueblo con su familia, que empezó con sus paseos, tuvo una falta y le confirmaron el embarazo, desde ese momento tenía un pálpito, Oscar volvería para estar con ella, sabía que él la seguía queriendo, si no se hubiera marchado seguro que seguirían juntos pero no era manera de seguir, como trabajar y convivir con la mujer que la traicionó, la amiga que en unos momentos la ayudó tanto para que lo conociera y que vete a saber por qué decidió follárselo. Tenía que poner tierra por el medio y dejar que los caminos se volvieran a cruzar con otras circunstancias, porque estaba segura que lo volverían a hacer, la intensidad con la que se habían amado no podía olvidarse así como así.
El reencuentro con Elisa después de tantos años fue otra sorpresa, ella estaba en un momento de debilidad, lo había pasado muy mal por la separación con su hermano y ella tampoco estaba muy fuerte por la suya. Se fueron confesando sus problemas y estrecharon la amistad, la amistad y algunas cosas más. Aquella tarde en su casa tomando café no tenía muy claro como pasaron a besarse, a desnudarse y hacerse correr una a la otra, fue algo limpio, sin prisas, buscando una nueva experiencia por parte de las dos, tenían claro que aquello no era amor, seguramente era encontrar alguien en quien confiar y conseguir sexo sin tener que ir a buscar a otra persona.
Cuando paseando una tarde vio a lo lejos una figura que se parecía a Oscar no dudó que era él, una sonrisa se le dibujó en la cara y se le abrió el corazón, estaba segura que volvería con ella y esta vez iba a ser diferente, no dejaría que los celos lo estropearan. Soñaba con criar a su bebé con él, compartir la vida y buscar la felicidad. Aquellos primeros abrazos y besos los disfrutó tanto, seguía enamorada hasta las trancas de aquel hombre bueno que cometió un error, tantos había cometido ella por sus celos, como no le iba a perdonar estando lejos de todo, con la posibilidad de empezar de nuevo algo mejor de lo que tuvieron. Solo esperaba que él entendiera que si en su momento tuvo que ayudar a Marina, esta vez era ella que tenía que hacerlo con Elisa, no la podía dejar de lado, se habían apoyado hasta ese momento y no podía dejar de hacerlo, ella necesitaba cariño y se extrañó cuando les hizo besarse, pudo ver como lo hacían, no le importó compartir a Oscar, tal vez por el hecho de acostarse con Elisa no tenía la conciencia tranquila. Él le hizo la pregunta adecuada, ¿le estaría poniendo los cuernos o no?, si decidía estar con ella a solas. No lo sabía, el tiempo lo diría.
Pasaron las dos semanas y Elisa volvió a quedarse sola cuando le devolvió los niños a Álvaro, esa primera noche cenó con Raquel y Oscar, el primer día era el peor, ver como se alejaban de ella le partía el alma y caía en depresión. Por las tardes siguieron paseando con Elisa, a los dos días Raquel conseguía que reaccionase y volviera a ser la amiga de siempre, las dos eran conscientes del cambio y ni hablaban del sexo, si Oscar estaba en la vida de Raquel y le había demostrado ser buena persona Elisa no se atrevía a pedirle nada a su amiga. Elisa se masturbaba en su casa, en la ducha, en el salón, en la cama, donde fuera, era sexualmente muy activa precisamente después de que Álvaro la dejara acusándola de no querer follar, no sabía si eso tuvo la culpa pero sentía un calor interno que tenía que apagar de alguna manera. Pensar en Raquel con Oscar le ayudaba, a ella se le veía una carita de estar tan bien servida con el sexo que la ponía cachonda, por aquella paja que le hizo Oscar sabía que tenía que ser un buen amante, se los imaginaba follando, a ella gritando de gusto, a él gruñendo penetrándola con fuerza, en varias posturas, se le mojaba el coño y se hacía unas pajas de puta madre pensando en ellos.