Caminos (31)

Pasaron dos meses de los últimos acontecimientos...

Pasaron dos meses de los últimos acontecimientos cuando llamaron a la puerta de la familia de Raquel en el pueblo.

OSCAR: Buenas tardes, supongo que usted debe ser la madre de Raquel, me gustaría hablar con ella si puede ser.

SEÑORA: Y usted debe ser Oscar.

OSCAR: Si señora, soy yo.

SEÑORA: Me alegro de conocerle, si quiere ver a Raquel camine hasta el final de la calle y verá un camino de tierra, sígalo y a estas horas se la encontrará de cara en cualquier momento.

Oscar le agradeció la información y fue a buscar ese camino, paseaba mirando el entorno, que bonito y relajante, unos campos se extendían a su izquierda, a su derecha unos árboles separados por cierta distancia juntaban sus copas lo suficiente para darle sombra, hizo un giro el camino y vio una figura a lo lejos que venía en su dirección, llevaba una ropa suelta que se le movía con el poco viento que hacía, una falda larga conjuntada con una camisa o blusa ancha, cuando se fue acercando se dio cuenta que también llevaba un sombrero de paja para protegerse del sol, era ella un poco más rellenita, estaba guapísima y aquel sombrero le hacía una carita simpática, ya veremos lo simpática que está, pensó Oscar al acercarse sabiendo que ella lo había reconocido.

Se quedaron uno delante del otro, él la miraba con una sonrisilla esperando su reacción, Raquel lo hacía con una buena sonrisa, como si ya supiera que ese momento llegaría.

RAQUEL: Vamos a sentarnos.

Lo hicieron en uno de los bancos que habían repartidos por aquel paseo natural debajo de una encina.

OSCAR: Me ha sorprendido tú reacción.

RAQUEL: Es que no he encontrado ninguna lámpara para tirarte a la cabeza.

Se moría de risa mirando la cara del sorprendido de Oscar, él esperaba un reencuentro algo más “movido”, de momento todo iba como la seda.

RAQUEL: Cuando me fui pasé unos días muy mal, pero me di cuenta que durante este tiempo había evolucionado más de lo que me pensaba. Cuando lo maduré serenamente me di cuenta que había tenido suerte de poder vivir y disfrutar durante todo ese tiempo contigo el amor en mayúsculas, fui capaz de dejar a un lado mis fantasmas del pasado y ver las cosas de manera mucho más sanas, quererte ha sido de lo mejor que me ha pasado en mi vida, se ha acabado, pues mala suerte, que me quiten lo ‘bailao’. Además me he quedado con algo tuyo que es maravilloso.

Oscar la miraba sin entender nada, ¿cómo podía haber cambiado tanto Raquel?, estaba adorable, serena, con una voz pausada, segura de cada palabra que salía de su bonita boca. Ella se daba cuenta que lo tenía despistado, le agarró una mano y se la puso en la barriga apretándosela.

OSCAR: No me jodas, ¿estás embarazada?

Ella reía.

RAQUEL: Yo pensaba que tus bichitos no funcionaban, hacía un tiempo que dejé de tomar precauciones y me encontré con una sorpresita.

OSCAR: Mujer de funcionar funcionan, lo que pasa es que lo hacen muy despacito. El médico ya me dijo en su momento que sería difícil, pero podría ser que alguno se espabilara y llegara donde tenía que llegar, por lo visto al menos uno se espabiló.

RAQUEL: Estaba convencida que vendrías a verme, se lo he dicho a mis padres muchas veces y me miraban compadeciéndose de mí, pero yo estaba segura. Si no te hubiera llamado, no podía esconderte algo así. No llego ni a los tres meses, todavía no sé que es.

OSCAR: Ahora entiendo que tú madre acertara quien era. ¿Estás contenta?, yo lo estoy mucho, no había pensado en que pasara pero ahora que lo sé me hace mucha ilusión, espero que cuentes conmigo para todo.

Raquel le miraba sonriendo.

RAQUEL: No lo sé, ¿podré contar contigo?

OSCAR: Podrás contar para todo lo que quieras y espero que sea mucho, además…, vivo muy cerca de aquí.

RAQUEL: ¿Eh?

OSCAR: Me despedí de la tienda, hace una semana que estoy viviendo en un pueblo de aquí al lado. No me he atrevido hasta hoy a venir a verte, estaba acojonado la verdad.

RAQUEL: ¿Y porqué escogiste venir aquí con lo grande que es el país?

Ella lo sabía, pero quería que él se mojara y se lo dijera. Oscar la miró con los ojos llorosos.

OSCAR: Sé que te fallé, cometí el error más grande de mi vida, no quiero a nadie en este mundo como te quiero a ti. Si estoy aquí es para que me des otra oportunidad, o por lo menos que aceptes que nos veamos. Ahora que sé que vamos a tener un hijo no pienso apartarme de él, puede que tú no quieras saber nada de mí pero esto lo cambia todo, algún contacto tendremos que tener.

RAQUEL: Tú tan directo y sincero como siempre.

Raquel le acariciaba la cara mirándole a los ojos.

RAQUEL: ¿Crees que serás capaz de volver a cortejarme, a enamorarme?

OSCAR: Haré todo lo necesario, quiero dejarlo todo atrás y empezar de nuevo.

RAQUEL: Ay como eres, ¿cómo te vas a enamorar de una tía que de aquí cuatro días parecerá un barco velero del barrigón que se le va a poner?, sin contar con lo mal que me sentarán las braguitas sexis que tanto te gustan.

Oscar le tocaba la barriguita sonriéndole.

OSCAR: Porque yo vengo enamorado de serie. Serás una mujer preciosa que tendrá un barrigón que lleva un hijo mío, que hay más bonito que eso.

RAQUEL: Hijo o hija.

OSCAR: Qué más da.

RAQUEL: Vámonos que se hace tarde.

Se levantaron, caminaban uno al lado del otro y Raquel le cogió la mano.

RAQUEL: ¿Te quedarás a cenar?

OSCAR: ¿Con tú familia?

RAQUEL: Claro, ¿somos amigos no?

OSCAR: Yo espero ser algo más.

RAQUEL: Eso te lo tendrás que ganar campeón.

OSCAR: Espero que no seas muy dura conmigo.

RAQUEL: Te las voy hacer pasar putas chaval.

Se morían de risa pero Oscar sabía que no sería tan fácil, Raquel era mucha Raquel. Entraron en su casa, una pareja estaba sentada mirando la tele.

RAQUEL: Mamá, papá, este es Oscar el padre de mi hijo.

OSCAR: Bueno, hijo mío también lo es.

RAQUEL: Eso ya lo veremos.

Se levantaron y lo saludaron, Raquel desapareció y lo dejó con sus padres que le hicieron un interrogatorio rápido, cuando volvió lo rescató con cara de agobiado. Cenaron hablando de la familia de ella y Raquel salió con él para despedirlo.

OSCAR: ¿Te podré ver mañana?, me gustaría dar el paseo contigo.

RAQUEL: ¿No tienes nada mejor que hacer?

OSCAR: Estoy buscando trabajo, pero ahora lo más importante eres tú.

RAQUEL: Búscalo por la mañana que es cuando yo trabajo, a las cinco te espero para pasear, sé puntual. ¿Tienes el mismo teléfono?

OSCAR: Sí, y seré puntual.

Al día siguiente a la hora estaba llamando a la puerta, le abrió Raquel, él le ofreció una mano y ella se la agarró con una sonrisa iniciando el paseo.

RAQUEL: ¿Has encontrado trabajo?

OSCAR: No, en eso estoy, he enviado algunos curriculums por la zona.

RAQUEL: Mañana me traes uno impreso, ¿por qué supongo que mañana me vendrás a ver no?

OSCAR: Claro, mañana, pasado, el otro, el de más allá, el de más allá de más a…

RAQUEL: Vale, vale, entendido.

OSCAR: ¿Cuando me aceptarás una cenita en un restaurante bonito?

RAQUEL: Huy cuanto quieres correr, de momento confórmate con unos paseítos y gracias.

Ella reía y él sabía que había empezado su particular “romería” para que lo volviera a aceptar.

RAQUEL: Mí hermano Álvaro te podrá ayudar, tiene un buen amigo en una cadena de centros de bricolaje muy conocida que hay en un pueblo cercano.

OSCAR: ¿Cómo es tú familia?, si voy a conocerlos querría tener información antes.

RAQUEL: Tú como siempre tan cerebral, tienes que tenerlo todo controlado. A mis padres ya los conoces, son un encanto, te ayudaran en todo lo que puedan, están contentos que estés aquí, creo que estaban preocupados de tener una hija sola y embarazada, cosas de los pueblos, cuando has llamado a la puerta mi madre me ha dicho, “Nena, abre que debe ser tú novio”, las ganas que tienen de que no esté sola.

OSCAR: ¿Tú novio?

RAQUEL: Para ellos, para mi te lo tienes que ganar ya lo sabes.

OSCAR: Lo sé, y que me costara lágrimas de sangre, también.

Ella reía mirándole a los ojos apretándole la mano.

RAQUEL: Álvaro, mi hermano se casó con Elisa, mi mejor amiga, tuvieron dos criaturas y se separaron, ahora se está viendo con una tía de un pueblo cercano. Con Elisa nos vemos mucho, hemos vuelto a recuperar la amistad al cien por cien, me da consejos sobre el embarazo y esas cosas. ¿Y tú, que te explicas del tiempo que has estado sin mí?

OSCAR: Nada bueno, muchas horas encerrado en casa pensando, visitaba a mi familia de vez en cuando para saber cómo estaban y poca cosa más.

RAQUEL: Ya, y si lo hubiera me lo ibas a explicar.

OSCAR: Te lo diría, solo pajas, y pensando en ti que lo sepas.

RAQUEL: ¡Ay!, calla marrano.

Oscar se puso serio.

OSCAR: ¿No quieres hablar de lo que nos pasó?

RAQUEL: Ya sé que nos pasó, te follaste a Susy. En el fondo no fue tanta sorpresa, me lo estaba esperando, ella tenía ganas de hacerlo y cuando a una mujer se le mete algo en la cabeza, en fin, además estaba avisada y tú lo sabías, por eso me dio rabia, tú sabías que me lo había dicho y aun así lo hiciste, supongo que también tenías ganas de follártela, que te enseñara el coño hace tiempo fue una puerta abierta que solo faltaba traspasarla.

Oscar bajó la cabeza y le agarró la mano, siguieron caminando en un relajado paseo hasta llegar a una fuente, se sentaron. Oscar le hablaba de la soledad que había sentido, que su corazón seguía abierto solo para ella, buscaba en su interior las palabras más bonitas para decírselas como nunca las había buscado. Raquel lo miraba sonriendo y encantada, verlo con aquellas ganas de gustarle, de volver a enamorarla, una tontería porque nunca dejó de estarlo y quererlo, fue alguien demasiado importante como para poder olvidarlo. Ella estaba segura que él tampoco la olvidaría, por eso insistía con su familia que volvería a aparecer y no se equivocó. Pero tenía que hacer que se esforzara en conquistarla, de paso se lo pasaba de puta madre tomándole un poco el pelo.

RAQUEL: Muy bonito todo lo que me dices, vas por buen camino.

OSCAR: Déjame besarte.

RAQUEL: No.

OSCAR: Por favor.

RAQUEL: No seas crio tío, gánatelo.

OSCAR: Coño, ¿pero cómo lo hago?

RAQUEL: ¡Ah!, tú sabrás, eres tú el interesado.

OSCAR: Es decir, ¿qué tú no estás interesada?

RAQUEL: ¡Eh!, ¡eh!, no me cambies la conversación, trabájatelo y a mí no me líes.

Rieron y caminaron de vuelta.

RAQUEL: ¿Te quedarás a cenar?

OSCAR: ¿Otra vez con tus padres?

RAQUEL: Mi madre ya te ha guardado un sitio en la mesa, si fuera por ella no te dejaba salir de casa y te metía en mi cama.

OSCAR: Coño, que bien me cae tú madre.

RAQUEL: Otra cosa es que me quedara yo, me iría dormir a otro sitio.

OSCAR: Que mala eres conmigo.

Se paró, lo giró y le acarició la cara mirándole a los ojos.

RAQUEL: ¿Crees que soy mala contigo?

OSCAR: No, yo lo fui contigo. Lo sé y estoy muy arrepentido, acataré lo que haga falta para que me perdones y me quieras a tú lado.

Aprovechó que tenía su mano cerca de la boca para besársela, ella le sonrió, se llevó la mano a los labios y besó donde había besado él.

RAQUEL: Eso espero.

Siguieron los paseos diarios y las cenas con sus padres, su hermano le consiguió la entrevista y él el trabajo. Una nueva vida se les abría, o puede que no fuera tan nueva.

Oscar seguía pacientemente acompañando a Raquel en sus paseos, a comprar o las visitas con el ginecólogo, esperaba una señal de Raquel para besarla y abrazarla, se moría de ganas pero no quería precipitarse. Raquel se moría de risa por dentro, no le daba pie a Oscar para nada y esperaba a ver cuánto podría aguantar sin besarla, quería saber si su cabeza estaría por encima de la pasión o si había perdido el interés sexual por ella al estar embarazada.

Una tarde le dijo que quería enseñarle algo, lo llevó por varias calles del pueblo y se pararon delante de una casita que tenía un cartel en la fachada que se alquilaba.

RAQUEL: Este es mi sueño, poder alquilarla para mí y mi familia.

OSCAR: Parece bonita.

RAQUEL: Mucho, detrás tiene un patio grande precioso.

OSCAR: ¿Si la pagamos a medias podríamos alquilarla?

Ella hacía que pensaba haciéndose la remolona.

OSCAR: ¿Sí o no?

RAQUEL: Creo que sí.

OSCAR: ¿Cuánto piden?

Raquel sacó rápidamente el móvil y llamó. Le miró con una sonrisilla.

RAQUEL: Han bajado el precio de la última vez que hablé con ellos, ochocientos.

OSCAR: Pues podríamos, si tú quieres.

RAQUEL: No sé, ¿tendríamos que vivir juntos?

OSCAR: Dos alquileres no puedo pagar, tú misma, supongo que tendrá más de una habitación.

RAQUEL: Tiene tres, dos bastante grandes.

OSCAR: Por mí lo hacemos.

RAQUEL: La habitación con cuarto de baño para mí.

OSCAR: Hecho.

A Raquel le salió una risa de felicidad y llamó para reservarla, quedó con ellos para verla al día siguiente con Oscar y si le gustaba hacer el papeleo para alquilarla. Siguieron con su paseo por el solitario camino, iban cogidos de la mano y Oscar aprovechó que pasaban por el lado de un árbol grande con un tronco ancho para estirar de Raquel y apoyarle la espalda en el tronco poniéndose él delante, ella le miró los ojos, él le tocó la barriga suavemente.

OSCAR: Estoy muy contento de estar cerca de ti y poder verte cada día.

RAQUEL: Yo también.

OSCAR: Lo siento pero necesito abrazarte…

Le pasó los brazos por la cintura y se juntó a ella abrazándola colocándole la cabeza en el cuello, se quedó en silencio. Raquel le puso las manos en la espalda, sentía su cuerpo, como le latía el corazón, su respiración en el cuello, cerró los ojos agudizando los otros sentidos y apretó las manos en su espalda. Oscar le dio un beso en el cuello, ella se mordió los labios, le dio otro, le besó la cara, Raquel abrió la boca para coger más aire, jugaba con sus labios en la oreja mientras una mano le acariciaba la cadera y bajaba a punto de agarrarle el culo, ella dejó ir el aire de sus pulmones y lo separó, la estaba poniendo caliente, le iba a decir algo y Oscar le puso un dedo en el labio, Raquel le miraba brillándole los ojos.

OSCAR: No digas nada, ya lo sé.

La volvió a coger de la mano y se sentaron en un banco debajo de la sombra de aquel árbol tan grande. Ella respiró profundo para recuperarse, volver a estar abrazada, su mano acariciándola, le había traído recuerdos tan bonitos.

OSCAR: ¿Estás bien?

RAQUEL: El viernes cenaremos con Elisa, tengo ganas que os conozcáis, le he hablado tanto de ti que es como si te conociera de siempre.

OSCAR: ¿Le has hablado de mí?

RAQUEL: Claro, ya te dije que estaba segura que vendrías.

OSCAR: ¿Y de qué más estás segura?

RAQUEL: ¡Ja!, eso te lo diré cuando sea el momento.

OSCAR: ¿Cuándo me besarás?

RAQUEL: Cállate.

Se levantó nerviosa y se puso a caminar, Oscar la cogió por detrás haciéndole cosquillas, rieron y siguieron caminando, él sabía que lo estaba castigando y ella que no podría aguantar mucho más sin abrazarlo y besarlo.

Al día siguiente vieron la casita, a Oscar le gustó, sobre todo por lo ilusionada que la veía a ella, casi no se enteró de nada de la casa, solo le interesaba mirarla a ella con aquella sonrisa de felicidad enseñándosela. Hicieron los trámites y ya tenían las llaves al día siguiente, ese mismo día fueron a cenar con Elisa.

Sus hijos estaban con su padre ese fin de semana, les abrió la puerta, saludó con un abrazo y un beso a Raquel, le presentó a Oscar y le dio la mano seria mirándole a los ojos, la tía era guapa a rabiar con un cuerpazo tremendo. Había preparado un aperitivo en la mesita, se sentaron en el sofá, Raquel se disculpó para ir al baño haciendo broma sobre el embarazo y las ganas de mear. Elisa miraba a Oscar seria, él intentaba mirar a otro lado, lo estaba poniendo nervioso.

ELISA: Espero que no hayas venido a hacerle daño.

Giró la cabeza mirándola.

OSCAR: He venido porque la quiero con toda mi alma.

ELISA: La voy a proteger, no te pienses que harás con ella lo que quieras.

OSCAR: No te parece que te estás metiendo donde no te llaman.

ELISA: Como le hagas algo malo te cortaré el cuello y tiraré tú cadáver a los cerdos.

Oscar se quedó sin habla, la miraba como si fuera el demonio con los ojos abiertos como platos, Elisa le devolvía la mirada agresiva haciéndole la señal de cortarle el cuello con un dedo, salió Raquel viendo la escena.

RAQUEL: ¿Qué le has dicho ya Elisa?

OSCAR: Esta tía es más bruta que tú, me está acojonando.

Las dos se reían, a él no le hacía tanta gracia la broma. Cenaron explicándole a Elisa su historia y pasaron una noche agradable, al despedirse Elisa le dio dos besos, se fueron agarrados de la mano y escucharon la voz de Elisa, “Oscar, acuérdate de nuestra conversación”, sin girarse le levantó el dedo haciéndole una peineta, Elisa rió cerrando la puerta. Dejó a Raquel en su casa, se miraron a los ojos, ella se besó un dedo y se lo puso en los labios a Oscar que lo besó también.

RAQUEL: ¿Nos vemos mañana en la casita?

OSCAR: Empezaré a traer algunas cosas de mi apartamento, así no lo dejo todo para el último día.

Cuando llegó Oscar ella ya hacía rato que estaba, cuando entró dejó una bolsa en el suelo y ella le cogió la mano llevándolo a la cocina, estaba nerviosa explicándole las ideas que había tenido, aquí podríamos poner una mesita, lo sacó al salón, en ese rincón una butaca de lectura quedaría muy bien. Oscar la giró dejándola delante de él pasándole la mano por detrás, le acarició la cara y se acercó para besarla, Raquel le hizo la cobra.

RAQUEL: Oscar compórtate…

Le apoyó la espalda contra la pared poniéndose el delante sujetándola por la cadera con una mano, con la otra le cogía la cara volviendo a acercar los labios a los suyos.

RAQUEL: Oscar, Oscar, todavía no, Oscar…

La besó, ella intentaba girar la cabeza y él se la sujetaba con la mano, intentaba hablar y le tapaba la boca con la suya, levantaba los brazos, él cada vez la apretujaba más contra la pared, separó los labios mirándose a los ojos, Raquel fue a decir algo y él le puso el dedo en la boca, lo metió en medio de los labios separándolos, volvió a besarla mordiéndole el labio inferior, al separarlos ella le siguió con la cabeza para que no lo hiciera, Raquel le pasó una mano por el cuello acercándole la boca a la suya, se devoraron lo labios, ella se agarraba a su espalda, él le acariciaba la cintura, las caderas y le agarraba el culo.

RAQUEL: Ay Oscar.

OSCAR: Te voy a follar.

RAQUEL: No.

OSCAR: ¿Por qué no?

RAQUEL: Por, por, por qué tengo la regla.

OSCAR: Cállate mentirosa.

Él se arrodilló levantándole la falda, se metió debajo, le estiró de las bragas sacándoselas por un pie y se tiró a comerle el coño, Raquel gritó sujetándole la cabeza, sonreía pensando en la primera vez que se lo hizo, lo novato que era, pegó otro grito, el tío no se había olvidado donde le gustaba que le pasara la lengua, la estaba poniendo a mil lamiéndole el clítoris. Se levantó estirándola en el sofá boca arriba, le subió la falda y se bajó los pantalones junto con los boxes, ella lo miraba con una sonrisa, se estiró encima y se la metió despacito.

RAQUEL: Así, así, sin prisas.

OSCAR: Sin ninguna prisa, tenemos toda la vida por delante.

Ella le miraba a los ojos.

RAQUEL: ¿Toda la vida?

OSCAR: Toda la vida mi amor.

Se besaron y volvieron a follar lentamente, como tanto les gustaba, sintiendo cada movimiento, cada caricia, cada beso. Ella le acariciaba el culo, él la carita sin dejar de besarla, se fueron acelerando, les fueron subiendo los calores y la excitación corriéndose.

Se quedaron en silencio estirados un rato sin moverse, Raquel le acariciaba el pelo y él apoyaba su cabeza en su pecho.

RAQUEL: Hubiera preferido que esperáramos un poco más.

OSCAR: Vamos Raquel, los dos sabíamos que no tardaría en pasar, ya no somos unos niños.

No le contestó, siguió acariciándole la cabeza pensativa. Al rato se levantaron, se asearon y estuvieron mirando la casa apuntando detalles que tendrían que comprar para dejarla a su gusto. Llamaron a la puerta, era Elisa, se besaron y le enseñó la casa mientras Oscar miraba por la cocina apuntando lo que les haría falta para empezar a vivir, las chicas pasaron por el salón, Elisa lo miró amenazante, Oscar pensó que coño le debía de pasar a aquella mujer con él, ellas salieron al jardín cogidas de la mano, se sentaron en un banco que había debajo de un árbol y hablaban. Oscar las miraba desde la ventana de la cocina, Elisa parecía preocupada, ¿sería por algún problema con Álvaro?, pensó Oscar, Raquel estaba contenta, lo que fuera que le pasara a Elisa no le afectaba a Raquel.

Se sentó en el sofá esperando que ellas acabaran sus conversaciones, no quería sentir la mirada asesina de Elisa. Pensaba en los cambios que da la vida, los diferentes caminos que a veces te hace recorrer, como te piensas que todo está tranquilo y que nada te va alterar la vida, y de pronto se gira todo como un calcetín, ahora estaba allí, en un sitio nuevo y con ganas de iniciar otra vez la vida junto con la mujer que más quería, con ganas de demostrarle que lo que ocurrió con Susy fue un accidente que no se volvería a repetir, le seria fiel para siempre, vivir en aquel pueblo lejos de todo facilitaría las cosas. Un pueblo con gente que tenía una mentalidad tradicional, muy tranquilo, un buen sitio donde poder criar a un niño o una niña, sin contaminación, con todo cerca que se podía llegar caminando y mucha naturaleza. Y otra cosa importante para Oscar era haber dejado lejos los problemas, lejos estaba Susy y Gaby con sus cosas, lejos estaba Marina y sus delirios de grandeza, en fin, una nueva vida en todos los sentidos con la persona que le importaba, las personas, rectificó pensando en el bebé.

Las chicas pasaron por delante sin hacerle caso, Raquel acompañó a Elisa a la puerta y se sentó a su lado.

OSCAR: ¿Elisa piensa tener esa actitud conmigo siempre?, parece que tenga algo contra mí.

RAQUEL: Por eso te he dicho antes que me hubiera gustado esperar un poco más, quería hablar contigo antes de hacer nada.

OSCAR: ¿Hablar de qué Raquel?

Ella levantó la cabeza mirando el techo, pensando como se lo iba a decir, no encontró la forma de hacerlo suavemente, le miró los ojos.

RAQUEL: Me estoy acostando con Elisa.