Caminos (30)
Raquel pidió en el trabajo una semana para estar con su familia...
Raquel pidió en el trabajo una semana para estar con su familia por una operación que le hacían a su padre de cierto riesgo. Se despidieron con Oscar, Raquel le acarició la cara.
RAQUEL: Pórtate bien mi vida.
OSCAR: No te preocupes cariño, llámame cada día por favor cuando puedas.
Raquel salió un domingo para estar el lunes a primera hora en el hospital con la familia, por la tarde llamaba a Oscar para decirle que todo había ido bien y tocaba esperar un par de días para saber si su padre se recuperaría del todo.
Aquella misma noche llamaron al timbre en el apartamento de Oscar, al abrir se encontró con Susy, hacía mala cara, le hizo entrar y se le abrazó llorando.
SUSY: Perdona que te moleste, creo que tengo un bajón.
OSCAR: Calma Susy calma.
Le decía Oscar apretándola contra su cuerpo, preparó un par de copas y se sentaron en el sofá.
SUSY: Estaba en casa pensando, siempre he intentado ayudar a todos, quiero pensar que los que están a mi alrededor son felices y me gustaba poner mi grano de arena para que así sea. Lo que hice por Marina ha sido lo más bestia que he hecho nunca por nadie, dejé de trabajar horas por estar con ella, me informé de que manera podía ayudarla, me preocupé cada día de que fuera saliendo del pozo donde estaba poco a poco hasta ponerla en funcionamiento. Y como me lo paga la hija de puta, follándose a mi marido, pero que tipo de persona hace una cosa así. Tiene a un chico que está loco por ella y no le hace ni puto caso, es que no hay suficientes hombres en el mundo que tiene que follarse a Gaby la guarra.
OSCAR: Tranquila Susy, supongo que en eso algo tendrá que ver también Gaby, no creo que lo esté forzando.
SUSY: Pues claro que él también es culpable, creo que desde que se enteró lo que hacía follando con tantos tíos le cogió morbo con ella. Lo que más me jode es que no me lo dijera desde el principio, esperó casi un mes el cabrón, tantos años hablando que teníamos que ser sinceros el uno con el otro, que no nos teníamos que esconder nada y la primera vez que pasa algo el tío no lo hace, pero que tiene la gente en la cabeza.
Oscar la abrazó y Susy lloró en su hombro, estuvieron un buen rato hablando hasta que se tranquilizó y se fue.
Al día siguiente volvió a hablar con Raquel a primera hora de la tarde y fue a visitar a Susy para saber cómo se encontraba, Oscar le explicó que por la mañana había hablado con Gaby, que se había disculpado con él por lo de Marina, cosa que no hacía ninguna falta, para él Marina no significaba nada, fue un tiempo oscuro del que no quería ni acordarse. Y que ella tenía razón, la imagen que se le quedó en la cabeza de Marina rodeada de tíos follando lo había marcado, cuando salió la oportunidad perdió la cabeza por ella.
Se sentaron en el sofá, Susy estaba muy triste y él le pasaba el brazo por el hombro para consolarla, se miraron un par de veces a los ojos desviando la mirada seguidamente, a la tercera vez se besaron los labios, se volvieron a mirar y a besar, Susy se subió encima de él besándolo con pasión, Oscar la agarró por el culo llevándola a la habitación, la tiró encima de la cama quitándole de un tirón los pantalones y las bragas, Susy le desabrochaba el suyo, le sacó la polla y se la comió de un ‘bocao’ poniéndolo a mil, la giró colocándola a cuatro patas y se la metió de golpe, follaron como poseídos, fue un polvo que se corrieron rápido, se estiraron uno al lado del otro y lloraron. Los dos sabían que la habían cagado y de qué manera, se habían dejado llevar, tal vez por una tensión sexual que quedó desde el día que le hizo masturbarse delante de ella, no lo sabían pero había pasado.
Oscar no quiso decírselo a Raquel por teléfono, prefirió esperar a que volviera para hacerlo cara a cara. El resto de semana vivió como un autómata, del apartamento al trabajo y del trabajo al apartamento, no sé volvieron a ver con Susy, por la noche se sentaba en la cama sin poder dormir pensando como se lo diría a Raquel.
El viernes por la tarde entraba Raquel al apartamento contenta de volver a ver a Oscar, cuando lo vio sentado en el sofá supo que algo no iba bien, se le borró la sonrisa de la cara, se sentó a su lado, ninguno de los dos hizo el gesto de besarse. Oscar se lo explicó con los ojos llenos de lágrimas, Raquel no dijo nada, lloró en silencio mientras entraba en la habitación recogiendo sus cosas metiéndolas en una maleta, Oscar cerró los ojos tapándoselos con las manos, Raquel se iba a ir de su vida y no tenía argumentos para convencerla de que no lo hiciera, le había fallado, le había hecho el daño que tantas veces le dijo que le haría si le hacía una putada, un solo día estuvo sin ella y se lo hizo, que cabrón de tío era capaz de hacer algo así, como podía mirarle a la cara sin que se le cayera la suya de vergüenza. Solo pudo quedarse quieto llorando amargamente viendo como ella salía con una maleta, recogía de nuevo la bolsa que había traído y salía del apartamento y de su vida.
Se quedó en el sofá toda la noche, no recordaba tanto dolor, las entrañas se le desgarraban y el corazón se partía en mil trozos, lentamente, con una fuerte punzada con cada pedazo que caía.
El sábado por la mañana llamó Susy a la puerta, solo le tuvo que ver la cara para saber lo mal que estaba.
SUSY: Me ha llamado Raquel para decirme que se despedía del trabajo y me lo he imaginado.
Oscar no le contestó sentándose de nuevo en el sofá. Susy se acercó.
SUSY: ¿Quieres que me quede, puedo hacer algo por ti?
OSCAR: No hace falta, gracias, esta vez tengo que superarlo yo solo con mi dolor.
El lunes volvió al trabajo estando muy serio, lo hizo durante todo el día, no quiso hablar con nadie. Gaby y Susy lo dejaron tranquilo viendo su comportamiento, sabían que había madurado y sería capaz de superarlo él solo.
Marina y Gaby estuvieron conviviendo un mes, el tiempo que necesito Gaby para darse cuenta de su error, Marina no era ni se parecía en nada a Susy, no le llegaba ni a la suela del zapato como persona. Solo se lo pasaba bien sexualmente, el resto era para tirarlo, ni un gesto de cariño, ni una conversación con interés de agradar a su pareja, Marina era la mujer más fría que había conocido. Se distanciaron y no tardó Gaby en pedirle que se fuera de su casa. El mismo tiempo que tardó en pedirle perdón a Susy volviendo a entablar conversaciones y salidas a comer y cenar. Susy, que lo conocía de sobras le dio la oportunidad y no tardaron en volver a follar con pasión.
Marina, se vio en otro fracaso amoroso aunque ella no tenía muy claro que fuera amor lo que sentía por Gaby, volvió a su apartamento, ya se lo dijo Gaby, “No lo dejes todavía, que nunca se sabe lo que puede pasar”, algo debió ver, en su interior sabía que Marina tenía sus cosas y a parte del interés sexual por ella no le veía muchas más.
Al segundo día de volver a estar sola, Marina compró una botella de buen vino tinto y fue por la noche a visitar a Tony, sabía que con él podría contar siempre, llamó a la puerta y cuando se la abrió entró directamente al salón con una sonrisa diciéndole que cenaría con él, la sonrisa se le heló en la cara cuando vio a Rosa desnuda subiéndose las bragas con unas bolsas a su lado, estaba claro que se había trasladado para vivir con él. Tony estaba detrás de ella con solo el pantalón puesto, otro error en su vida, se giró y le dio la botella de vino a Tony para que lo celebrara con Rosa, salió sin decir nada más volviendo a su casa.
Unas semanas más tarde, Susy y Gaby estaban sentados en el sofá de su casa, volvían a estar juntos, se besaban y Gaby le pedía perdón a su mujer una vez más, ella le acariciaba la cara sabiendo que empezaba una nueva relación, tendría que averiguar si sería capaz de volver a confiar en él, pensaba que lo de Marina fue un error perdonable, puede que si él no se hubiera adelantado lo hubiera hecho ella con Oscar sabiendo que estaba enamorado de Raquel, como se confirmó el día que lo consumaron, esta vez la cagaron todos. Lo de Gaby con Marina no era más que una aventura que no tenía ningún futuro, que él estuviera dispuesto a volver con ella significaba que la valoraba seguramente más que antes.
Marina y Oscar también estaban sentados, cada uno en su casa conviviendo con la soledad, solos y tristes. Uno evaluando todo lo sucedido, la otra no tenía muy claro por dónde iría su vida, incapaz de pensar en las experiencias vividas y sacar conclusiones.
Raquel paseaba relajadamente con una sonrisa por los caminos que pasaban por el medio de los campos de su pueblo, volvía a vivir con su familia y estaba bien, había aprendido a valorar el tiempo que fue feliz y a superar los problemas dejando a un lado los fantasmas del pasado.
Los caminos, unas veces los escogemos nosotros y otras nos lo hacen escoger las circunstancias, cómo saber cuál es el correcto, no tiene indicadores como en los cruces de carreteras, por aquí te vas a la mierda, por este otro tendrás menos problemas. Por las experiencias vividas vamos escogiendo uno u otro que cada uno sigue a su ritmo.
Unos pensando en que cada paso sea el correcto, avanzando con cuidado para no volverse a equivocar, seguro que llegará otro cruce y tendrá que volver a decidirse, pensando que si lo ha hecho bien hasta ese momento la decisión puede ser la correcta, hay un objetivo donde llegar y todo lo vivido te puede ayudar a conseguirlo.
Otros se lanzan en una carrera sin control, da igual lo que venga, se escoge otro camino y se sigue a toda velocidad, cuanto más rápido menos tiempo hay para pensar, mejor, que la vida pasé rápida, vivirla como si no hubiera un mañana y pasar por encima de lo que te vaya saliendo al paso, recoger lo que crees que te puede beneficiar y dejar lo demás tirado, no te puedes permitir llevar peso de más, hay que ser livianos y no perder la velocidad. ¿Donde se llegará?, no se sabe, algún lugar que si no le gusta seguirá corriendo.
¿Recorrerlos de una manera o de otra asegura algo?, puede que la estima que te tengan los demás o la que tengas sobre ti mismo o misma será diferente, pero el resultado no se puede saber, mientras estés en el camino, andando o corriendo, el final no lo ves, no hay una meta donde llegar y encontrar el nirvana, el camino sigue hasta que la vida se acaba y entonces ya da igual lo que hayas hecho.
Así que lo importante es recorrerlo, hazlo como quieras y sé consciente que te encontrarás con piedras, gente que irá más deprisa dejándote atrás sin mirarte y otros que se quedaran a tú lado para acompañarte y hacértelo más llevadero, esos son los que pueden ayudarte a decidir el próximo giro, querer seguir con ellos o desviarte está en tú mano y no dejes que nadie decida por ti, decide, puedes acertarla o cagarla pero decide tú.
De una manera u otra hay que recorrerlo con intensidad, los amores, desamores, momentos decaídos, otros de euforia, todo nos va a llegar y habrá que estar a la altura, en las duras y en las maduras, todo nos puede servir para seguir con ilusión el camino con la esperanza de que algo mejor nos espera.
Al final, cuando echemos la vista atrás veremos si estamos orgullosos del camino que hemos hecho, o nos parece que hemos ido tan rápidos que nos hemos perdido cosas importantes, es la elección personal de cada uno, el camino recorrido no se puede volver a caminar.
Oscar en la soledad tuvo mucho tiempo para hacer lo que le había funcionado bien hasta ese momento, pensar, evaluar y sacar conclusiones. La más importante fue que había conocido a una persona maravillosa con la que pese a las dificultades supieron hacerse su rincón de amor, pusieron interés en mejorar y lo hicieron, como personas y como pareja, se supieron acoplar y sacar lo mejor de ellos para entregárselo al otro, fueron capaces de quererse, amarse y entregarse sin reservas, abiertos de par en par, a cara descubierta sin esconderse nada.
Pasaron de una vida de miedos y demonios del pasado a otra que todo brillaba, todo relucía y eran muy felices, para algunos podría parecer una utopía conseguirlo pero ellos lo consiguieron, o por lo menos se acercaron mucho.
Y otra conclusión fue que no somos perfectos y cometemos errores, errores que a veces nos pueden destrozar la vida. La pregunta era, ¿valía la pena volver a intentarlo?