Caminos (3)

Llegó a su casa a la hora habitual...

Llegó a su casa a la hora habitual, entró en el salón y Oscar estaba ya en pijama mirando la tele, lo atravesó saludándolo.

MARINA: Hola Oscar, ¿has preparado algo para cenar?

OSCAR: Sí cielo, hoy pizza.

Hacía tiempo que no se besaban ni cuando se encontraban ni cuando se despedían, pero aquel “cielo” de Oscar, que era una expresión muy típica de él a la que normalmente ella no le hacía ni caso esa vez se le clavó en el cerebro. Marina entró en su habitación buscando el cuarto de baño, se bajó los tejanos y las braguitas sentándose en el wáter, se apoyó con el codo en una rodilla aguantándose la cabeza. Le hizo daño lo de “cielo”, por primera vez en la vida, con los cientos o miles de veces que Oscar se lo había dicho y aquella noche le hizo daño, sintió que lo estaba traicionando, él no sabía nada ni daba muestras de preocuparse y ella viéndose con otro hombre, se estaba complicando la vida y lo sabía. Se cambió, salió y Oscar estaba preparando la mesa, cenaron mientras él le hablaba de las cosas que le habían pasado en su trabajo, cuando acabaron él se quedó un rato mirando la tele y ella se fue a dormir con la escusa que no se encontraba muy bien, se acostó dándole la espalda al centro de la cama como siempre.

A Marina el cerebro le decía que no se estaba portando bien, lo cierto es que desde que se lio con Tony su vida había experimentado un cambio y para bien, se notaba más activa, con más ganas de hacer cosas, de comprarse ropa, de ponerse guapa y porque negarlo, él le gustaba, lo encontraba muy guapo y atractivo, además le había demostrado ser un buen amante, aquella comida de coño en un vulgar descampado lleno de coches no se la había hecho nunca nadie en otros sitios mucho más cómodos, tampoco es que tuviera mucha experiencia con los hombres pero algún novio antes de Oscar sí que tuvo, y nadie había conseguido que se corriera de aquella manera en tan poco tiempo.

Al día siguiente se cruzó en un pasillo con Tony.

TONY: Vas muy guapa hoy.

MARINA: Muchas gracias, tú también.

Se sonrieron al cruzarse, Marina llevaba un archivador del que tenía que consultar algunas cosas, lo dejó encima de su mesa y entró al baño, se miró al espejo, la camisa en combinación con una faldita que le llegaba a medio muslo, zapatos de buen tacón para rematar, bajó la cabeza para verse, volvió a mirar su reflejo en el espejo y se vio sexi y guapa, en aquel momento decidió que aquella tarde volvería a verse con Tony.

Cuando salió del ascensor delante de la puerta de su apartamento y lo vio le volvía a sonreír, esta vez ella le devolvió la sonrisa, al cerrar la puerta Marina le entregó el bolso y dejó que la ayudara a quitarle el abrigo, se miraron a los ojos y se dieron dos besos, uno cerca de la boca y el segundo rozándose la comisura de los labios. Tony se dio cuenta que Marina no era la misma de la primera visita, se le notaba más segura y con otra actitud, entraron en el salón.

TONY: ¿Qué quieres tomar?

MARINA: Hoy un cubata, pero quiero ver como lo haces, no te pases con el whisky que si bebo no controlo.

Tony caminaba para la cocina y ella le seguía.

TONY: Que manía tenéis algunas personas de quererlo tener todo siempre controlado.

MARINA: Y otras de vivir sin nada de control y a lo que salga.

Mientras sacaba del congelador una bolsa de hielo para poner en los vasos.

TONY: ¿Necesitas tenerlo todo bajo control siempre, nunca te has dejado ir sin pensar las consecuencias?

Marina pensó en el día de la cena de navidad de la empresa, cuando se dejó comer el coño desde luego no lo pensó demasiado.

MARINA: Alguna vez, pero no es lo normal.

Él le sonreía mientras ponía el trozo de limón, sabía en que estaba pensando ella y Marina se dio cuenta.

MARINA: Todavía estoy arrepentida.

Había puesto el whisky en un vaso y la miró dejando caer el líquido en el otro esperando que ella le dijera la cantidad que quería, levantó la mano y paró poniéndole un par de dedos, sacó la cola de la nevera rellenando los vasos.

TONY: ¿No entiendo de qué tienes que arrepentirte?

Le pasó su vaso a Marina saliendo de la cocina para sentarse.

MARINA: Joder tío, que estoy casada, ¿no lo entiendes?

TONY: Coño y que tiene que ver, ¿tú querías hacerlo o no?

MARINA: No.

Tony le miró los ojos, se hizo un pequeño silencio, Marina bajó la mirada.

MARINA: Bueno sí.

TONY: Pues ya está, querías hacerlo y lo hiciste, lo disfrutaste y no pasa nada.

MARINA: Que no pasa nada lo dirás tú, yo tengo la cabeza hecha un lio desde entonces.

TONY: Vamos a ver, ¿es qué tú marido te compró como esclava en un mercadillo y le perteneces?

MARINA: ¿Pero qué dices?

TONY: Que casada, soltera o como quieras estar tienes la libertad de hacer lo que quieras.

MARINA: ¡Hostia!, pero no está bien engañar a tú pareja.

TONY: ¿No se lo has dicho?

MARINA: ¿Pero tú estás tonto o que te pasa tío?, como voy a llegar aquella noche y decirle, hola como te ha ido, yo me lo he pasado muy bien y para acabar la noche he dejado que un tío me coma el coño corriéndome como hace años que no lo hago contigo.

TONY: Marina, tú tienes dos problemas, no eres sincera con tú pareja ni feliz con ella, ¿Cómo que no te corres con él, es que no folláis?

Marina apartó la vista, se le había soltado la lengua con la discusión hablando más de la cuenta. Tony le giró la cara cogiéndole suavemente con dos dedos la barbilla, se miraron a los ojos y le besó los labios, Marina se separó seria volviéndole a mirar los ojos, levantó una mano lentamente apoyándosela en el hombro, lo besó abriendo la boca sacando la lengua, Tony se dejó caer hacía atrás y Marina acabó encima de él abrazados sin dejar de comerse la boca. A ella ese contacto húmedo en sus labios le estaba gustando, su mano le recorría el cuerpo acariciándoselo, excitándola, poniéndola caliente, ella solo se atrevía a pasarle la mano por la espalda. Tony movía la mano lentamente, sabía que ella tenía sus líos mentales y no quería asustarla, la subía por la pierna colándose por debajo de la falda, estaba notando la tela de las bragas cuando Marina le paró la mano.

MARINA: Follar no por favor.

TONY (susurrando): ¿Y caricias?

MARINA: Las que quieras.

La besó con delicadeza desplazando la mano suavemente por el medio de sus muslos, ella cerró los ojos abriendo las piernas lo suficiente para que llegara a tocarle con suavidad el coño por encima de las braguitas. Tony le besaba el cuello frotándole suavemente el clítoris, Marina gemía flojito agarrándose con fuerza a su espalda, con dos dedos le estiró de la goma de las bragas metiendo la mano dentro, un dedo fue subiendo desde abajo pasando por el agujerito cogiendo flujo que lo fue distribuyendo por el resto del chichi, ella gimió más fuerte al notar cómo le apretaba el clítoris moviendo aquel maldito dedo que la estaba volviendo loca. Le fue colocando la mano encima, siguiendo con los movimientos y la presión bajando dos dedos acariciándole la entrada de la vagina que estaba muy mojada, Marina había abierto las piernas todo lo que podía, un dedo se fue introduciendo lentamente, abrió los ojos dejando ir un pequeño grito, Tony le susurró al oído…

TONY: ¿Te gusta, quieres que te lo haga de otra manera?

MARINA: Sigue, sigue por favor, no pares.

El dedo de Tony entraba y salía lubricado a la vez que le seguía frotando el clítoris, juntó el segundo dedo y la penetró con los dos volviendo a hacerle gritar de gusto. Se levantó estirando de ella para colocarle la espalda bien apoyada en el asiento del sofá, le agarró las bragas y se las quitó, le separó las piernas y a la vez que le metía dos dedos levantando las yemas para presionarle adelante atrás el punto G a la vez le chupaba el clítoris, Marina pegó un grito agarrándolo de la cabeza, cerró los ojos sintiendo el placer, aquel cabrón sabía lo que hacía y la estaba matando de gusto, se fueron acelerando los movimientos de los dedos dentro de ella, el de la boca succionándole el clítoris que la volvía loca, las caderas se le movían solas, los ojos se le cerraban lentamente y los labios se separaban esperando que el orgasmo le acabara de llegar gritando al correrse, al cuerpo le daban espasmos, el placer parecía no querer desaparecer alargándole la corrida, una corrida muy intensa.

Tony se pasó la mano por la boca limpiándose el flujo, la besó con dulzura y se puso a su lado abrazándola esperando que ella se recuperara.

TONY: ¿Cómo estás, te lo has pasado bien?

Marina le miraba a los ojos asintiendo con la cabeza, le pasó una mano por el pecho acariciándolo y la fue bajando hasta agarrarle el paquete apretándole la polla, la notó dura debajo de la ropa, se fue levantando y él estirándose. Sin prisas le desabrochó el cinturón, el botón y le bajó la cremallera, Tony levantó el culo y le pudo quitar el pantalón, los ojos se le fueron a la polla de lado dentro de los boxes, se los agarró y estirando se los quitó también, se fijó en que estaba depilado de piernas y parte intima, se inclinó y directamente se la metió en la boca, una mano de él se apoyó en su cabeza. Marina le chupaba el glande mientras lo masturbaba, le presionó la cabeza haciendo que la polla se metiera más profundamente en su boca, ella se impresionó un poco porque nunca se la había metido tan adentro, succionó con fuerza y Tony dejó ir un grito de gusto, lo repitió varias veces y por la respuesta de él estaba claro que le gustaba, se la fue mojando que notaba como la saliva se le escurría entre los dedos, apartó la boca pajeándolo más rápido, él le apretó un poco la cabeza y ella supo lo que quería, volviendo a metérsela chupando y succionado con fuerza un rato volviendo a pajearlo, a la tercera vez se empezó a mover su culo arriba y abajo follándole la boca, Marina le seguía el ritmo sin dejar de succionar, un ruido salía de su boca por la succión y lo mojada que tenía la polla, Tony gemía cada vez más fuerte, notó un liquido espeso y caliente que le inundaba la boca, se estaba corriendo, no dejó de chupar siguiendo arriba y abajo el ritmo que él le marcaba apretándole la cabeza, la boca se le llenaba de semen dejándolo caer alrededor del tronco de aquella polla que tan bien agarrada tenía con su mano escuchando los gritos de gusto de Tony.

Marina se levantó tapándose la boca con la mano, Tony la acompañó al baño, mientras ella se lavaba la boca escupiendo el semen en el lavabo, él se limpiaba en el bidé.

TONY: Me voy a poner un pantalón, si quieres lavarte en ese armario encontraras toallas.

Marina lo miró y abrió el armario sacando una, se lavó el chichi, lo tenía mojado de flujos y la saliva de Tony, una lavadita le vendría bien. Salió al salón, recogió las bragas y se las puso arreglándose la ropa, en ese momento él le daba un beso en el cuello por detrás. Se sentaron tomándose la copa mirándose a los ojos.

TONY: Marina, tendrías que hablar con tú marido, todos tenemos la libertad para hacer lo que sea pero nadie se merece que lo engañen y traicionen.

MARINA: Puede que sea un poco tarde ¿no?, lo podía haber hecho antes de que pasara nada hostia.

TONY: Todavía estás a tiempo, acabas de empezar, yo de ti no lo retrasaría mucho, cuanto antes mejor.

MARINA: Eso significa separarme, no podré seguir con él si le explico lo que he hecho.

TONY: Marina guapa, ¿y si no se lo cuentas podrás seguir haciendo lo que te apetezca sin remordimientos?, ¿te comportaras con él como si no pasara nada?

MARINA: Buff, que marrón tío, ya lo iré madurando.

TONY: Cuanto antes lo hagas será mejor para los dos, hablarlo y tomar una decisión juntos.

MARINA: ¿Juntos?, me va a enviar a la mierda y con razón.

TONY: Puede que a él no le importe.

MARINA: ¡Noo!, seguro que estará encantado de ser un cornudo, que cosas dices.

TONY: Pues aunque no te lo creas hay genta que le gusta, igual le pone verte follar con otro.

MARINA: Vamos a dejar esta conversación que me estás poniendo peor de lo que estoy tío.

Se acabaron las copas y Marina se fue, no quería llegar a su casa demasiado tarde. En el coche iba pensando que Tony no iba desencaminado, tenía que hablar con Oscar y cuanto antes mejor.

Oscar estaba preparando la cena cuando llegó Marina, se limpiaba las manos con un trapo.

OSCAR: ¿Mucho trabajo cielo?

MARINA: Oscar, tenemos que hablar.

Se miraron a los ojos y a Oscar se le cayó de las manos el trapo de cocina.

Aquella mirada de Marina, aquellos ojos tristes le estaban hablando sin mover la boca, ojos de pena por lo que poco después le diría, sin decirle nada a Oscar le temblaban las manos y la voz. Salieron al comedor y se sentaron en el primer sitio que encontraron para hacerlo, en la mesa, uno delante del otro, Marina estaba con la cabeza baja, pensando cómo exponerle a Oscar lo que estaba pensando sin que fuera muy brusco y suavizarle el dolor que pudiera causar.

OSCAR: ¿Pasa algo Marina?

Marina levantó la cabeza triste.

MARINA: Oscar, quiero hablar de algo, sé que es delicado pero no puedo seguir así.

OSCAR: ¿De qué?

MARINA: Tú sabes como yo que hace tiempo que lo nuestro no va bien, no funciona, estoy convencida que cuanto más lo alarguemos más daño nos haremos, he pensado en irme de casa, creo que la distancia nos dará otra perspectiva de nuestra relación, para bien o para mal.

A Oscar solo se le quedó grabado a fuego en su mente, “He pensado en irme de casa”, le estaba diciendo su mujer, su pareja, la persona con la que compartía su vida tantos años que de hoy para mañana lo iba a dejar, se negaba a entenderlo, le temblaba todo.

OSCAR: Perdona, no te he entendido bien.

La tristeza de su voz, la expresión de estar perdido en su cara le indicaba a Marina que lo había entendido perfectamente y no sabía cómo reaccionar, cerró los ojos sabiendo que le estaba haciendo daño, había empezado y tenía que acabar con aquello.

MARINA: Pienso que será lo mejor para los dos, mañana o pasado recogeré mis cosas.

Se levantó.

MARINA: Esta noche no voy a cenar, prefiero ir a la cama pronto.

Oscar se quedó sentado mientras ella se metía en la habitación y cerraba la puerta, no sabía qué hacer, perdió la vista en una pared como si allí pudiera encontrar respuestas. Todo lo que era su vida hasta ese momento se le estaba desmoronando, ¿a quién le haría la cena, a quién esperaría cada día?, se quitó esos pensamientos de la cabeza. Que tonterías estás pensando tío, ¿qué le debe de haber pasado?, apoyó la cabeza en una mano y siguió pensando, ponerse tan guapa, comprarse ropa nueva, ¿habrá conocido a alguien?, probablemente, no quería ni pensarlo, imaginársela besando a otro hombre o siendo acariciada por otras manos era más de lo que podía soportar. Recogió como un autómata la cocina y se estiró en el sofá, no tenía fuerza ni para entrar a la misma habitación que estaba ella.

Marina cerró la puerta del dormitorio y apoyó la espalda en ella, con una mano se tapó los ojos aguantándose las lágrimas, se lo había intentado decir de la manera más suave posible pero el daño estaba hecho, su mirada perdida, la voz temblorosa, lo sorprendió y conociéndolo debía estar muy tocado, su relación hacía mucho tiempo que no funcionaba pero Oscar siempre fue muy respetuoso con ella, nunca le negó nada de lo que quiso hacer. Había llegado un momento de buscar un cambio en su vida y eso suponía dejar víctimas colaterales. Se metió en la cama vestida.

Por la mañana coincidieron en el comedor, él se estaba tomando un café con leche con la misma ropa que llevaba la noche anterior, ella salía de la habitación duchada y vestida para ir a trabajar.

OSCAR: ¿Quieres que te prepare un café?

MARINA: No gracias, lo tomaré fuera.

Se miraron que con las caras se lo decían todo, Marina se giró para irse.

OSCAR: Marina, cuando vengas a buscar tus cosas llámame antes por favor, no quiero estar aquí mientras lo haces.

Ella se lo confirmó con la cabeza, no tenía ganas ni de hablar. Llego pronto y antes de entrar en la oficina se metió en un bar a pedir un café con leche, sacó de la máquina de tabaco un paquete y cerillas sentándose en la terraza, hacía años que habían dejado de fumar los dos, en aquellos momentos sentarse a hacer un café con un cigarrito era como romper con la monotonía y empezar algo nuevo.

Pasó por delante Tony, la vio sola y triste con una taza delante sentada en la terraza con la vista perdida, algo le pasó o seguramente había hablado con su marido pensó sentándose a su lado.

TONY: No sabía que fumabas.

MARINA: Hacía como seis años que no lo hacía y esta mañana he vuelto a empezar.

TONY: ¿Has hablado con él?

Marina le respondió moviendo la cabeza tardando en contestarle.

MARINA: Ha sido muy triste, lo he pasado fatal, el pobre no se lo esperaba.

TONY: ¿Y qué piensas hacer ahora?

MARINA: No lo sé, le dije que me iría, tendré que buscar algún apartamento o algo.

TONY: Yo conozco la inmobiliaria que me alquiló el mío, si quieres les puedo llamar.

MARINA: Sí por favor, tengo tan pocas ganas de hacer nada.

TONY: Es normal, es un mal trago para los dos, intentaré ayudarte en todo lo que pueda, les llamaré y si quieres esta tarde podemos ir a visitar algunos.

MARINA: Tendría que ir a recoger mis cosas, no quiero pasar días viviendo con él, no sería sano para ninguno de los dos.

TONY: Si quieres las pasamos a recoger y te vienes conmigo hasta que encuentres algo.

MARINA: Prefiero ir yo sola, me ha dicho que no estaría pero si por casualidad aparece no quiero que te vea y piense más de la cuenta, ya le he hecho suficiente daño.

Tony movió la cabeza dándole la razón, cuando acabó entraron a trabajar, toda la mañana estuvo atento a Marina, le preguntó unas cuantas veces como estaba y ella le respondía que bien aunque la procesión iba por dentro. Tony llamó a la inmobiliaria, le dijeron que le buscarían algunos apartamentos cerca de donde vivía él, cuando quisiera visitarlos los llamara para quedar, se lo dijo a Marina. Ella le había enviado un mensaje a Oscar para decirle que aquella tarde pasaría por el piso, él le respondió que llegaría tarde.