Caminos (25)
Se acabó el mes que Marina había trabajado al cien por cien...
Se acabó el mes que Marina había trabajado al cien por cien, los clientes no habían sido tan agradables como las dos primeras semanas, tuvo que aguantar a más de uno que le dio verdadero asco, no era tan bonito como se lo pintaron ni como ella lo esperaba, solo la motivación de llegar a fin de mes y cobrar para poder vivir al ritmo que lo hacía en la casa de Javier la motivaba a seguir. Había hecho cuentas y se esperaba un buen sobre, si el mes pasado por dos fines de semana le había pagado tan bien, este haciendo una regla de tres se esperaba un pastón. Se le acercó Javier una mañana y le dio un sobre, al abrirlo vio que había un poco más de dinero del que ganaba en la empresa.
MARINA: Javier, esto está mal, debe haber un error.
JAVIER: No, está bien, es lo que te corresponde por tú trabajo después de quitar mi parte y los gastos.
Marina lo miraba con la boca abierta, no se lo podía creer.
MARINA: Perdona cariño, pero esto no es lo que hablamos.
JAVIER: Escúchame putita, esto es lo que hay, y vete buscando un apartamento que no quiero que sigas viviendo aquí. Trabaja bien este mes y puede que cobres algo más.
MARINA: ¿Qué?, todo esto lo he hecho por ti, porque te quiero, ¿Qué me estás diciendo?
JAVIER: Vamos Marina, que ya no eres una niña, sabías perfectamente lo que ibas a hacer, eres una puta y nada más.
Marina empezó a llorar.
MARINA: Pero tú me quieres, me lo has dicho muchas veces.
JAVIER: Deja de llorar y dar el espectáculo, como voy a querer a una puta. Aprovecha el tiempo para buscarte algo donde vivir, no te quiero ver por aquí.
Se fue y la dejó llorando sin una caricia, ni una buena palabra, la utilizaron aprovechándose de ella, de sus debilidades, le pusieron el caramelo y cuando estaba a punto de saborearlo se lo quitaron, toda la gran vida que esperaba, el dinero que creía que ganaría, los sueños, todo se había ido a la mierda.
Cayó en depresión, a los dos días abandonaba sola la casa de Javier y se instalaba en un pequeño apartamento, se sentó en la cama y lloró, por haber sido engañada, por no ser realista y por haber sido tan idiota. Tenía un buen trabajo, buenos amigos, gente en la que confiar y alguien como Tony que sabía que la había querido, fue tan ambiciosa que se dejó convencer por las promesas de un tío que no conocía, se apartó de la gente que se preocupaba por ella para dárselo todo a un desconocido.
Se sentía sola, abandonada y avergonzada, no podía volver a hablar con sus ex amigos, seguramente se habían olvidado de ella por la manera que los apartó, sin despedirse, menos preciándolos por que se ganaban la vida con un trabajo normal cuando ella pensaba que iba a tener una vida de millonaria. Pensó que se merecía todo lo que le pasaba, toda su vida había sido una mierda, primero conociendo a chicos que no la trataron bien, después casándose con un buen hombre y fue ella quien nunca lo valoró, ni a él ni a sus esfuerzos para que ella estuviera bien, le hacía la cena cada día, siempre la esperó en casa, la trataba bien y si ella hubiera puesto un poco de su parte seguramente hubieran sido felices siempre, pero no le interesaba, ni él ni aquella vida. ¿Qué esperaba?, que imbécil, el destino le dejó probar la vida que ella había soñado siempre, también le enseñó que nunca viviría así, fue un sueño del que la despertaron de mala manera, ahora se había convertido en una pesadilla, no podía caer más bajo. Se duchó, se vistió para “trabajar” y salió triste de su apartamento.
Oscar estaba tranquilo, había ayudado en todo lo que pudo al amigo de Marina y ahora era cosa suya, el tenía una vida nueva con Raquel y toda su preocupación era que ella fuera feliz, y lo estaba consiguiendo. Raquel estaba totalmente enamorada, por fin había encontrado a una persona en la que confiar con quien compartir la vida.
Susy y Gaby desde su última visita al local donde buscaban el morbo no lo volvieron a visitar más, lo que se llegaron a reír cuando Susy le explicó a Gaby que Raquel le había metido dos dedos en el coño por la rabia de ver cómo le hacían una paja a Oscar. Gaby cada vez que se ponían “tiernos” con su mujer le tenía que meter los dedos, luego le preguntaba, “¿así te los metió?”, se morían de risa y más de una vez le acabó haciendo una paja para acabar diciéndole, “ya que no te la acabó ella te la acabo yo”.
Por supuesto el cachondeíto salía en cada cena que hacían juntos, Gaby ponía roja de vergüenza a Raquel diciéndole que a ver cuando acababa el trabajo que había empezado, ella lo enviaba a tomar por culo y todos reían. Una noche después de la cena, estaban en la habitación, Raquel acariciándole la polla a Oscar mientras se besaban con cariño.
OSCAR: Dime una cosa, ¿te gustó meterle los dedos en el coño, que sentiste?
RAQUEL: Que vicioso eres, sentí lo mismo que sientes tú cuando me los metes a mí, solo que me gusta más cuando tú me lo haces.
Fue bajando y se metió la polla en la boca, Oscar dio un suspiro de placer, mientras se la ensalivaba se mojó un dedo con saliva apuntándoselo en el culo a Oscar.
RAQUEL: Ahora vas a saber qué es lo que sintió ella también.
Oscar se asustó.
OSCAR: Raquel por favor que no es el mismo agujero.
RAQUEL: Si no tienes otro no es mi culpa.
Apretó el dedo y le metió la mitad de golpe.
OSCAR: Joooder, que bruta eres por Dios, con cuidado coño.
RAQUEL: No, no es lo mismo que meterlos en un coño, pero tú ahora sí que sabes lo que siento yo cuando me metes algo más gordito que mi dedo cabroncete, ¿te gusta?
OSCAR: No mucho la verdad.
Raquel juntó un segundo dedo y le metió la punta.
RAQUEL: ¿Y ahora?
OSCAR: Ahora peor cabrona, ¿qué coño haces?
RAQUEL: Hacerte una mamada que vas a alucinar.
Le comió la polla moviendo los dedos dentro de su culo, acabo corriéndose como un animal con la boca de Raquel follándole la polla y dos dedos el culo.
RAQUEL: ¿Bien no?
OSCAR: ¿Bien?, te vas a enterar.
La cogió estirándola en la cama boca abajo, le metió la mano en el coño pajeándola y el dedo gordo le acariciaba el agujerito del culo. Le hizo un a paja que la volvía loca acabando metiéndole el dedo en el culo y dos en la vagina, fue moviendo la mano con rapidez, ella gritaba cada vez más fuerte y se corrió dejándole la mano llena de flujos.
OSCAR: Listo, uno a uno.
Raquel lo miraba con cariño besándolo y acariciándolo.
RAQUEL: ¿Por qué me gusta tanto todo lo que me haces?
OSCAR: ¿Por qué me quieres?
Ella le miraba enamorada, lo abrazó enganchándose a él.
RAQUEL: No me hagas ninguna putada por favor.
Oscar le acariciaba el pelo mirándole a los ojos, le prometía una vez detrás de otra que siempre la cuidaría, Raquel no podía evitar decírselo de vez en cuando, siempre que estaba en un momento romántico con él, cuando más feliz era por miedo a volver a sufrir, sabía que si pasaba algo esta vez sería la peor de todas, con ningún hombre se había entregado tanto como con Oscar.
Marina llegó al local de Javier, aquel día la había citado allí, él estaba en la barra tomándose un whisky con varios amigos, la miró con cierto desprecio, la cogió del brazo y la metió en una habitación privada cerca de la sala de las máscaras.
JAVIER: Quédate en ropa interior, te voy a llevar a la sala de máscaras, primero te van a follar mis amigos y después abriremos la sala para que cualquier tío que pague te pueda follar, con suerte te juntarás con una buena cantidad de hombres follándote por todas partes como a ti te gusta puta, y ya sabes, no te niegues a nada, harán contigo lo que quieran.
MARINA: Javier por favor, no quiero hacer esto, no me puedes hacer servir como si fuera un objeto, tengo mis sentimientos, por favor.
Javier le agarró con fuerza de un brazo.
JAVIER: Escucha imbécil, hazlo y no me obligues a convencerte de otra manera, si quieres te chutas con lo que quieras, yo te lo daré, pero no me jodas.
Marina se asustó, había conocido al verdadero Javier, un cabrón sin escrúpulos capaz de darle drogas para que hiciera lo que fuera, pensar en tenerse que pinchar para drogarse le daba pánico.
MARINA: Esta bien, voy al cuarto de baño.
JAVIER: No tardes, te espero aquí.
Marina cerró la puerta con Javier detrás, buscó su móvil particular en el bolso que casi no lo usaba, estaba desesperada y tenía que hacer algo, no podía hablar porque él se daría cuenta y sería capaz de tirar la puerta abajo y pegarle.
Tony estaba a punto de cenar, desde que Oscar le envió la pagina web había estado intentando cada día reservar una cita con Marina para verla, poder hablar con ella y saber si estaba bien, siempre se encontraba con que las reservas estaban ocupadas, no sabía si es que trabajaba mucho o desde allí no se podía hacer. Fue sentarse en la mesa y recibir un mensaje.
MARINA: “Tony por favor ayúdame, estoy en El T…, en la calle tal, me quieren obligar a hacer algo que no quiero hacer con amenazas, por favor”.
Marina guardó el móvil en el bolso rezando para que le llegara el mensaje y lo leyera rápido. Oscar estaba en el sofá con Raquel sentada encima besándose con la mesa puesta esperando a que se acabara de hacer la cena, sonó el móvil y seguían devorándose los labios.
RAQUEL: ¿No miras qué es?
OSCAR: Nada más importante que besarte a ti.
RAQUEL: Anda míralo, yo también quiero verlo.
OSCAR: Que cotilla eres…
Miró el móvil y se puso de pie apartando a Raquel a un lado.
TONY: “Marina tiene problemas en El T…, me ha pedido ayuda, voy para allá”
OSCAR: Me tengo que ir, es Tony, Marina le ha pedido ayuda, debe estar en algún lio. Cena tú si quieres, después te explico.
RAQUEL: Oscar…
Salió rápido y no le dio tiempo a decirle nada. A Raquel no le gustó que saliera con tantas prisas sin pararse a escucharla, ¿por qué había perdido el culo queriendo ayudar a su ex mujer?, pensaba, le quería decir que si ya iba Tony no hacía falta que fuera él, era un problema de ellos, él ya había hecho suficiente y ella también, tuvo que aguantar ver como lo sobaba una puta por ellos.
Marina esperó dentro del cuarto de baño todo lo que pudo, quería darle tiempo a Tony para llegar, Javier se impacientaba gritándole, ella cruzaba los brazos por delante del pecho intentando protegerse de lo asustada que estaba, Javier golpeaba la puerta, tarde o temprano cedería y la sacaría de allí a la fuerza.
Cuando entró Oscar en el local miró a la zona de las habitaciones y vio a Tony discutiendo con un tío que tenía a Marina cogida del brazo con uno de seguridad al lado, se fue acercando y el de seguridad empezaba a coger del cuello a Tony, se plantó delante de ellos y levantó la cabeza para dar una imagen de confianza en él mismo.
OSCAR: Dejarlos en paz.
JAVIER: ¿Y tú quien coño eres?
OSCAR: Su marido, como no los dejes ir ahora mismo te monto un pollo aquí dentro que viene la policía en cinco minutos.
Marina lo miraba con los ojos como platos, aquel tío que se había plantado allí delante hablándole así a Javier no podía ser Oscar, casi no lo conocía del cambio que había hecho, la ropa, bien cuidado y sobre todo los cojones que estaba poniendo encima de la mesa.
MARINA: ¿O, Ooscar?
OSCAR: Sí soy yo, ven aquí.
Alargó el brazo mirando con mala leche a Javier, se miraban serios con tensión, Javier le apartó la vista sonriendo.
JAVIER: Está bien, llevárosla, putillas como ella puedo encontrar a patadas.
Le hizo un gesto al de seguridad para que soltara a Tony y se fueron. Dejaron a Marina en medio de los dos pasándole los brazos por el hombro para taparla todo lo posible, iba en bragas y sujetador, los acompañó hasta el coche de Tony, Marina no sabía que decir, lo miraba sin creerse que pudiera ser Oscar, la ayudó a entrar al coche y antes de cerrar la puerta.
OSCAR: Llévatela Tony, y tú Marina deja de hacer tonterías y hazle caso, si no llega a ser por él no hubiéramos podido ayudarte.
Tony puso el coche en marcha y Oscar volvió a su casa.
MARINA: ¿Es Oscar?
TONY: Tú sabrás, era tú marido, sino lo conoces tú.
Se quedaron en silencio. Oscar entró en el apartamento y salió Raquel a buscarlo, se besaron y le explicó lo que había ocurrido, lo había esperado para cenar, cenando tuvo que darle explicaciones de por qué se había ido sin pensárselo, Marina había sido su mujer y aunque acabara mal no podía dejar de ayudarla en algo tan grave, que tuviera los disgustos “normales” de la vida le daba igual, pero que le hicieran daño o se lo hiciera ella misma por tonta si podía ayudarla lo haría. Raquel entendió que ser tan buena persona acarreaba ciertas consecuencias.
Marina y Tony no se dijeron nada durante todo el camino, llegaron al apartamento, le hizo que se duchara y le dejó ropa suya para que se pusiera, le preguntó si quería cenar, Marina no tenía hambre, la arropó en la cama y la dejó descansar, ya tendrían tiempo al día siguiente de hablar de todo, él durmió en el sofá.
Al día siguiente Tony habló con Rosa para explicarle todo lo sucedido la noche anterior y con la empresa para cogerse el día libre. Marina se había pasado la noche en vela, se sentía ultrajada, engañada, traicionada, no se le acababan los adjetivos, no tenía fuerzas para nada, estaba totalmente rota, la habían ayudado a salir de un problema muy gordo la gente que ella había menos preciado, insultado y lo peor de todo aprovechado de ellos solo pensando en su beneficio, Tony, un buen chaval que le declaró su amor y del que solo le interesó el sexo y hacerlo servir como excusa para separarse de Oscar, dejándolo abandonado en un rincón sin ningún miramiento, sin importarle una mierda, y un ex marido al que había tratado de calzonazos sin carácter y fracasado, al que había dominado mientras estuvo casada con él por su conveniencia, después de ver el cambio radical que había hecho tenía claro que ella era la tóxica, todo lo que tocaba lo estropeaba, lo rompía. Su ambición sin límites después de separarse la había llevado a ese extremo, solo pensó en ella, los demás eran meros instrumentos para llegar a un fin, tener una vida regalada, material, sin sentimientos a cualquier precio y casi lo paga muy caro, se sentía destrozada pero si no llega a ser por ellos le hubieron destrozado el resto de su vida.
Tony viendo que no se levantaba entró en la habitación, Marina estaba tapada con la sabana boca arriba con los ojos abiertos mirando el techo, estaba como ida, al mirarlos le vio unos ojos inexpresivos, vacios, sin vida, solo las lágrimas que le resbalaban por la cara cayendo en la sabana parecían dar una señal humana. Se acercó sentándose en el borde de la cama, Marina no le podía mirar a la cara, ¿cómo le iba a mirar?, estaba avergonzada, con lo mal que se había portado con él, le envió un mensaje desesperada, fue el primero que le vino a la cabeza en un momento tan crítico como vivió dentro de aquel cuarto de baño, pensando que se le iba la vida a la mierda, y le respondió, no solo eso, además avisó a Oscar que fue quien le puso cojones y le solucionó la papeleta, ella los tenía olvidados en su nueva vida de lujo, fantasía y falsedad, y ellos se seguían preocupando por su bienestar, como pudo ser tan cabrona y tan hija de puta con ellos, ¿cómo les iba a mirar a la cara?
TONY: Tienes que levantarte y ducharte, te dejaré otra ropa, esta la guardas para dormir. Me puedo imaginar cómo te sientes, a mí todavía me dura el susto, pero tienes que reaccionar, superarlo poco a poco, yo estaré a tú lado si quieres para ayudarte.
Marina giró la cabeza mirando a la pared, sentía que no se merecía que la tratara tan bien, que se preocupara por ella, que estuviera dispuesto a ayudarla sin nada a cambio. Tony le cogió de la barbilla suavemente girándole la cara para que le mirara.
TONY: Marina, muévete ya, no puedes quedarte todo el día en la cama lamentándote.
Se levantó lentamente de la cama se quitó la ropa sin importarle que él estuviera delante y caminó al cuarto de baño a ducharse, Tony pudo observar algunos pequeños moratones en su cuerpo, estaba claro que últimamente no lo había pasado nada bien.
Debajo del agua se pudo tranquilizar un poco, con cada enjabonada en su cuerpo se sentía un poco más limpia de las asquerosas manos que le llegaron a tocar en el último mes, gente que se la follaba sin miramientos, apretándole demasiado con las manos dejándole marcas o azotándole el culo como si fuera una yegua, la habían maltratado y ella se dejaba solo pensando en el dinero, que bajo había caído y que asquerosa se sentía.
Cuando salió a la habitación Tony le había dejado otro pantalón y camiseta para que se vistiera, la esperaba en el salón al lado de la mesa preparada con café y alimentos para desayunar, le apartaba la silla con unas sonrisa para que se sentara, como podía ser tan bueno con ella después de todo, se acercó, le miró a los ojos y lo abrazó, él la acogió en sus brazos con suavidad, Marina no podía hablar, lo abrazaba por tantas cosas que tenía que agradecerle que no sabía ni por dónde empezar.
TONY: Me tenías muy preocupado.
Marina volvió a llorar, “preocupado”, se preocupaba por ella cuando se había comportado con él como una cabrona de mierda. Tony le acariciaba la espalda para tranquilizarla, la ayudó a sentarse y le sirvió el café acercándole a su lado todos los paquetes para que ella escogiera que quería comer, él la miraba tomándose su café, Marina por fin le dijo algo sin salirle casi la voz.
MARINA: Nunca te podré llegar a agradecer lo que has hecho por mí, me has salvado la vida…
Se le empezaron a humedecer los ojos y tuvo que dejar de hablar.
TONY: Esta tarde vendrá a verte Rosa, ella también estaba muy preocupada, hicimos un grupo para saber algo de ti, no era normal como desapareciste sin decir nada.
MARINA: No quiero ver a nadie.
TONY: Y tanto que la vas a ver, si estás aquí también es por ella, además me tienes que dar tus tallas de ropa, antes de venir te comprará algunas cosas para que tengas algo que ponerte.
Marina volvió a llorar amargamente, toda la gente a la que había despreciado la ayudaban y los que había encumbrado y alagado se aprovecharon de ella destruyéndole la vida.