Caminos (22)
Marina aquel lunes estaba hecha polvo...
Marina aquel lunes estaba hecha polvo, muy cansada, ya le pasó la primera vez que lo hizo, esas sesiones de sexo eran muy excitantes pero acababa muy cansada. Por la mañana se tuvo que maquillar como una puerta para disimular las ojeras y presentarse en el trabajo destrozada, nadie le prestó mucha atención menos Tony que desde que le dijo que se iba a vivir con Javier lo estaba pasando mal cada vez que la veía, nunca la había visto como una tía interesada, su único interés era disfrutar de la libertad, follar con quién quería cuando quería, dejar de hacerlo para estar con un hombre no le cuadraba a Tony, aquellos días que llegaba tan cansada tampoco, ¿qué debía estar haciendo para acabar así?. Tony podía haber pasado de ella pero fue la primera mujer que le despertó el amor después de mucho tiempo y quería su felicidad.
Raquel y Oscar se presentaron en el trabajo agarrados, pasaron por delante de todos y se besaron en los labios, era su manera de poner en conocimiento de todos que estaban juntos y se acabaran las habladurías, miraron el ventanal de las oficinas y saludaron a sus amigos que estaban con una sonrisa mirándolos. Susy y Gaby los invitaron a comer para celebrarlo, les explicaron todo desde el principio para aclararles las cosas, los pobres tenían un lio con ellos que no entendían nada, se preocuparon por la herida de Oscar, llevaba un llamativo vendaje.
OSCAR: Me corté por su culpa.
RAQUEL: Te cortaste porque eres tonto, no hacerle caso, rompió una botella y un vaso, ni eso sabe hacer sin mí.
OSCAR: Casi me desangro, y si lo hice fue por culpa tuya que no querías estar conmigo.
RAQUEL: ¿Cómo te ibas a desangrar por una mierdecilla de corte?, y escúchame tontito, ya es hora que aceptes tus actos, si lo rompiste fue porque te dio la gana, si me dijiste que me querías y que no puedes vivir sin mí nadie te obligó a hacerlo, así que sé responsable de tus decisiones y no me toques los coj…
Oscar le agarró la cabeza besándola para que se callara, los otros se descojonaban de risa.
GABY: Será mejor que os cojáis un día libre para hacer el traslado, ¿por qué viviréis juntos a partir de ahora supongo?
RAQUEL: Este se viene a mi casa, no sabe lo que ha hecho, a partir de ahora no va a dar un paso sin mí, no quiere estar conmigo, pues se va a hartar de mí.
SUSY: Bueno cariño tampoco tienes que exagerar, es bueno que cada uno tenga su espacio.
Gaby y Oscar movían la cabeza dándole la razón a Susy.
RAQUEL: ¿Espacio?, espacio le voy a dar lo justo para que me coma el coño bien comido, nada más.
Oscar se tocaba la cabeza pensando que iba a ser “divertida” la vida con Raquel, los demás se morían de risa.
Tony, preocupado por cómo veía comportarse a Marina empezó un trabajo de investigación, quería saber quién era ese hombre que la había enamorado y todo lo que rodeaba la nueva vida de Marina. El primer paso fue hablar con Rosa por ser la mejor amiga, ella también estaba preocupada porque dejó de salir con las amigas sin darles explicaciones, no era extraño que se preocuparan por ella, había días que no decía nada a nadie, se le notaba una cara muy cansada incluso con alguna señal que no había podido taparse con el maquillaje por el cuello o el cuerpo, parecía que solo vivía para ese hombre y se alejaba de los amigos, lo único que sabía es que estaba enamorada, que hablaba de él como si fuera un príncipe azul y que había cambiado mucho desde que lo conoció, quedaron en intentar buscar información cada uno por su lado.
Quedaban para tomar un café para poner sus investigaciones en común, no era mucha información, hasta que Rosa apareció en una de las citas con otra amiga de Marina que sin querer en una conversación por teléfono, supo que el tipo se llamaba Javier y vivía en uno de los barrios de lujo de la ciudad, la amiga también se incorporó al grupo de investigadores, al poco tiempo eran cuatro y llegaron a ser seis. En vista de la poca información que recopilaban entre ellos tuvieron que dar un paso adelante, aprovechando un descanso de Marina en la cafetería, como el que no quiere la cosa se sentaron con ella tres de las chicas para distraerla, mientras tanto una de las compañeras que trabajaba en el mismo departamento miró en su mesa y los cajones a ver que podía averiguar con Tony vigilando que nadie les pillara, supieron el nombre completo de Javier y su número de móvil, su dirección antes de separarse, el número de Oscar su ex marido, y otra cosa, una tarjeta de un local, digamos que un poco “sospechoso”.
Raquel y Oscar se iban acostumbrando a la compañía del otro durante todo el día, no solo en el apartamento, es que además trabajaban juntos, hacían la compra juntos y cualquier recado que tuviera que hacer alguno de los dos, los miedos de Raquel le hacían ser muy celosa y no dejaba a Oscar ni un centímetro de distancia, se obsesionaba en tenerlo controlado. Oscar intentaba no darle importancia, entendía su actitud, había sufrido mucho con sus otras relaciones y no quería que le hicieran daño, pero su falta de confianza hacía que se sintiera atosigado algunas ocasiones.
Para Oscar todo lo compensaba el cariño y el amor que Raquel era capaz de darle, era tal como a él le gustaba que fuera una mujer en ese momento, siempre estaba atenta a hacerle caricias, le gustaba que se las hiciera él y nunca rechazaba un momento de pasión, podían follar delicadamente demostrándose todo el amor que sentían, con pasión por comerse el uno al otro o con dureza y una lujuria que los volvía locos.
Raquel obsesionada en tenerlo todo controlado se había informado consultando durante horas por el ordenador como llevar bien una relación, durante las comidas o las cenas hablaba continuamente de las cosas importantes que no podían dejar de hacer, así que en una cena después de hablar de algunas cosas que habían pasado en el trabajo al estar atendiendo a la gente, siempre tenían alguna anécdota que pasaba durante el día y esperaban para explicárselas en la cena en una conversación agradable, allí estaban con un plato delante cada uno con sus cubiertos a los lados, una copa con un poco de vino tinto, la servilleta en las piernas y una barra de pan a un lado.
RAQUEL: Hoy he leído sobre lo importante que es que la pareja sea sincera.
OSCAR: A mí me parece una de las cosas más importantes, y sobre todo no dejar de explicar lo que nos pueda pasar, que no se pierda la comunicación, cariño, pase lo que pase nos lo tenemos que explicar todo.
RAQUEL: Claro, si no después pueden haber mal entendidos y mejor evitarlos.
Raquel se quedó en silencio mirando el plato.
OSCAR: ¿Pasa algo?
RAQUEL: No, no, verás, es una tontería, esta tarde pensaba que desde que te conocí no había podido estar con otro hombre, y mira que al principio no le di ninguna importancia a lo nuestro, cosas mías.
Oscar comía sin darle importancia, cosas de Raquel pensaba cuando…
RAQUEL: ¿Y tú, has estado con alguien?
OSCAR: Yo no…
Entonces le vino a la cabeza Miriam, se quedó helado sin moverse con la vista perdida, para él no había tenido ninguna importancia a parte de darle confianza en el sexo, bueno, y pegar unos buenos polvos para que negarlo. Pero la idea de que Raquel se enterara ahora y que además fuera prostituta le ponía nervioso, con lo celosa que era no tenía muy claro por dónde podía salir. Raquel por supuesto se dio cuenta.
RAQUEL: ¿Pasa algo, tienes que explicarme algo que no sepa?
Oscar tragó saliva.
OSCAR: Verás, durante este tiempo que nos hemos ido conociendo y no teníamos nada serio, es decir, que tú y yo todavía no estábamos enamorados, bueno pues yo…
Raquel había dejado los cubiertos, puesto las manos encima de la mesa y lo miraba con los ojos abiertos sin pestañear, a Oscar se le estaban poniendo los cojones por corbata, había empezado y ahora no podía tirarse atrás, tenía que ser sincero o mal comienzo tendría aquella relación que los dos deseaban que fuera para siempre.
OSCAR: No te vayas a cabrear por favor…
Raquel cuando lo escuchó tensó el cuerpo y respiró profundamente, se estaba preparando para oír algo que sabía que no le iba a gustar. Oscar se acojonó más.
OSCAR: Yo sí he estado con alguien más…
La voz seca y cortante de Raquel denotaba el cabreo.
RAQUEL: ¿Con quién?
OSCAR: No la conoces.
RAQUEL: Da igual, ¿quién es?
OSCAR: Puesss, se llama Miriam y, y, y es prostituta.
A Raquel se le empezaban a salir los ojos de las orbitas mirándolo, cerró los puños agarrándose al mantel doblándolo. Intentó calmar la voz pero se le notaba que se estaba poniendo de una mala leche tremenda.
RAQUEL: ¿Y cuándo fue la última vez?
A Oscar le entró una tosecilla nerviosa.
OSCAR: Ejem, ejem, creo qué, si bueno, estoy seguro que fue…
Raquel agarraba el mantel con tanta fuerza que los puños se le ponían blancos.
RAQUEL: Oscar, ¿cuándo?
OSCAR: El, el, el día antes que empezáramos a ser pareja.
Raquel se puso de pie tapándose la cara con las dos manos, Oscar pensó que empezaría a llorar teniéndola que consolar. Se quitó las manos y parecía que estaba poseída de la cara que tenía.
RAQUEL: ¿Cómo puedes ser tan hijo de puta?, me has estado engañando hasta el último momento.
OSCAR: No cariño, no significaba nada…
RAQUEL: Cállate cabrón…
Agarró la barra de pan y se la estrelló en medio de la cabeza partiéndola por la mitad, Oscar no se lo esperaba quedándose con la boca abierta, Raquel pasó por su lado.
RAQUEL: El que me faltaba en la colección, un putero, ¿cómo puedo tener tanta mala suerte con los hombres?
Él se levantó caminando detrás de ella.
OSCAR: Cariño que no es nada, te quiero a ti, te prometo que no…
RAQUEL: Cállate putero mentiroso…
Se metió en la habitación cerrando de un portazo, Oscar abrió la puerta asomándose.
OSCAR: Cariño escúchame…
RAQUEL: Eres un cabrón, no quiero ni verte.
Le tiró una almohada, él cerró la puerta para que no le diera. La volvió a abrir.
OSCAR: Por favor, hablemos…
RAQUEL: Quédate en el sofá a dormir putero.
Le tiró una segunda almohada, volvió a cerrar escuchando el ruido al chocar contra la puerta, pensó, abro y entro rápido para abrazarla y tranquilizarla, total si me da con una almohada no va a pasar nada. Y dicho y hecho, abrió la puerta, entró caminando rápido y cuando había dado tres pasos pudo ver un objeto extraño que se dirigía hacia él, una lamparita de noche se le estrellaba en medio de la frente, cayó de espaldas con los brazos abiertos que parecía un Cristo ‘crucificao’, medio mareado del golpe mirando al techo.
RAQUEL (asustada): Oscar cariño, ¿estás bien?
Se acercó corriendo arrodillándose a su lado, le cogió la cabeza dándole palmaditas en la cara.
RAQUEL: Amor, respóndeme, dime algo…
OSCAR: Que puntería tienes hija puta.
Tenía una pequeña brecha en la frente, Raquel se levantó y fue a buscar el botiquín, él se tocó la frente con la mano viendo que tenía sangre, sacó el aire por la boca mirando el techo. Llegó Raquel volviendo a arrodillarse a su lado, dejó el botiquín en el suelo, lo abrió y cogió una gasa con agua oxigenada poniéndosela en la herida, se le notaba preocupada.
RAQUEL: Perdóname mi vida, me siento fatal.
OSCAR: ¿Ya no estás enfadada?
RAQUEL: Cómo voy a estar enfadada después de esto hombre, si casi te mato, podía haber pasado una desgracia.
OSCAR: Prométeme una cosa.
RAQUEL: ¿Qué mi vida?
OSCAR: Que vamos a montar un quirófano en casa, dentro de poco te va a hacer falta.
RAQUEL (riendo): Que tonto eres.
OSCAR: ¿Tonto?, que llevamos cuatro días como aquel que dice y ya me has tenido que curar dos veces, esto no puede seguir así.
RAQUEL: Bueno, bueno, que tampoco es tan grave.
OSCAR: Claro, como tú no estás aquí tirada con la cabeza abierta de un lamparazo.
RAQUEL: No te quejes que era la pequeñita, si te hubiera tirado la grande estarías peor.
Le limpiaba la sangre que le había caído por la sien con una venda, le puso una tirita en la herida y le dio un beso encima, él la cogió por la nuca besándole los labios.
OSCAR: Esto te va a costa algo más que un besito en la frente cabrona.
Raquel reía mirándole a los ojos, se estaba tranquilizando, se había asustado mucho al ver como impactaba la lámpara en su cabeza y caía de espaldas, se podía enfadar mucho con él pero hacerle daño no, lo quería con locura y estaba contenta de compartir la vida con Oscar. Le miró a los ojos con cariño.
RAQUEL: Cuando acabemos de cenar podrás hacer conmigo lo que quieras.
Se regalaron una sonrisa cómplice y ella le ayudó a levantarse, Raquel recogió la barra de pan que estaba partida por la mitad por el suelo y la puso encima de la mesa, se sentaron y se colocaron bien para seguir con la cena, ella le apuntó con un dedo, Oscar lo miró fijamente.
RAQUEL: Sabes que se te ha acabado ir de putas, ¿no?
OSCAR: Si solo lo he hecho unas pocas veces en los meses que nos conocemos, fue al principio, hacía mucho tiempo que no iba, lo del otro día fue porque me encontraba muy solo y muy mal.
RAQUEL: No, si ahora será culpa mía.
OSCAR: No es culpa tuya amor, pero tengo que decirte algo…
RAQUEL: Ay, Ay, a ver qué me dices que no sales vivo esta noche.
OSCAR: Tranquila mujer, te acuerdas de aquella noche en que te sorprendí follando, la primera de todas, que te preguntabas como podía haber cambiado tanto con lo desastre que había sido hasta ese momento.
RAQUEL: Sí claro, creo que aquella noche me empezaste a enamorar bandido.
OSCAR: Pues fue gracias a ella, me dio una seguridad que me faltaba.
Raquel le sonreía.
RAQUEL: Yo solo te digo que como vuelvas a verla ya puedes desaparecer, porque como me entere…
OSCAR: Vale, vale, entendido, no quiero ni pensarlo.
Acabaron de cenar, lo recogieron todo y Oscar la cogió por la cintura llevándola a la habitación, ella sonreía, le había dicho que podría hacer con ella lo que quisiera y lo iba a cumplir, a Raquel le encantaba dejarle que él llevara la iniciativa, relajarse y solo preocuparse de sentir. Al entrar vieron la lamparita rota en el suelo, él la recogió enseñándosela, ella le hizo carita de pena, dejó la lámpara riendo y la abrazó besándola, Raquel llevaba una camiseta que le llegaba a medio muslo, la giró y le hizo apoyar las manos y una rodilla en la cama, se agachó y le besó un muslo por detrás, Raquel cerró los ojos apoyando la cabeza en la cama levantando el culo, fue subiendo la boca lamiéndole el muslo lentamente a la vez que le subía la camiseta, ella entreabría la boca respirando cada vez más acelerada, su boca, su lengua, la estaba excitando y de qué manera.
Oscar le puso la lengua encima del coño apretándoselo por encima de las bragas, podía sentir su olor y su forma moviendo la lengua, ella gimió, como lo disfrutaba y como le gustaba que le hiciera esas cosas con la tranquilidad con que se lo hacía, abrió más las piernas para dejarle más sitio, Oscar siguió subiendo besándoselo, seguía por el culo metiéndole las braguitas por dentro, Raquel gemía y jadeaba sin parar, recorrió con la boca hasta el inicio del culo y le agarró las bragas bajándoselas un poco, lo justo para verle la mitad de la raja, le metió la lengua dentro lamiendo, fue bajando lentamente a la vez que le bajaba las braguitas, cuando llegó otra vez al coño se lo abrió agarrándole una nalga con cada mano y le metió la lengua dentro hurgando en el agujerito de la vagina, Raquel gritó levantando más el culo sacando el coño, él hacía tanta fuerza para meterle la lengua que ella cayó hacía delante, le quitó las bragas, Raquel apoyó las dos rodilla muy separadas volviendo a colocarse ofreciéndose a Oscar, se volvió loco metiéndole la lengua en el clítoris succionándoselo, Raquel gritaba de gusto a punto de correrse.
Oscar se incorporó, se puso saliva en dos dedos, se los pasó por la punta de la polla lubricándola y se la metió en el coño con una fuerza que Raquel pensaba que la estampaba contra la pared en venganza por el lamparazo, le sacó un grito enorme, le agarró con fuerza las caderas dándole una embestidas tremendas, a Raquel se le iba la cabeza de tanto placer perdiendo el control, no sabía las veces que se había corrido, cuando Oscar vio que no podía más, la giró dejándola abierta de piernas con él en medio sentado sobre sus talones, miraba a su amada con los ojos inyectados en sangre de lujuria. Raquel le miraba sorprendida de causar ese efecto en él y de lo caliente que lo veía.
RAQUEL: Oscar que te conozco esa mirada, ¿qué me vas a hacer?
Él no le contestaba, estaba totalmente inmerso en su calentura, le levantó las rodillas llevándolas atrás para sacarle el culo, se mojó los dedos de saliva otra vez y le lubricó el culito.
RAQUEL: ¡Ay madre mía!
La fue penetrando lentamente, ella cerraba los ojos sintiendo como Oscar le llenaba el culo, de pronto los abrió, el tío le había puesto el dedo gordo de la mano en el clítoris frotándoselo, gimió fuerte mirándole a los ojos sabiendo que lo que vendría la iba a matar de placer, Oscar fue moviendo las caderas follándola por detrás sin parar de mover su dedo por encima del coño llevándola al éxtasis, le penetraba a buen ritmo por el culito, los dedos se aceleraban y Raquel estaba gritando a punto de correrse otra vez, Oscar juntó dos dedos metiéndoselos en la vagina, ella pegó un grito enorme y se corrió moviendo todo el cuerpo sujetándose a la sabana, él dejó que acabara alargándole el orgasmo todo lo que pudo, la penetró tres o cuatro veces enérgicamente y sacó la polla dejando que los lechazos le ducharan el coño por fuera, haciéndose una paja mientras gritaba con los ojos medio cerrados mirándole la carita de satisfecha. Apoyó las manos en la cama sujetando el cuerpo, se estaba recuperando de un fuerte orgasmo, Raquel estiró los brazos para que se dejara caer encima de ella pasándoselos por detrás del cuello abrazándolo con fuerza.
RAQUEL: ¡Ay! mi vida, que cosas me haces y que daño me vas a hacer si me haces una putada.
Oscar le besaba el cuello y la cara.
OSCAR: No voy a hacer nada que te pueda hacer daño mi amor, bueno, solo cuando te la meta por el culito ese que tienes tan prieto que me vuelve loco.
RAQUEL: Eres un cabrón que me tienes loca.
OSCAR: Y tú una asesina que me quiere matar a lamparazos.
Rieron, se ducharon y durmieron muy juntos. Era su momento de cada noche, abrazados, solo existían ellos, los brazos rodeaban sus calientes cuerpos, se sentían latir los corazones y como les había dicho Susy la felicidad era completa.
Otra cosa fue el cachondeo de Gaby y Susy, cuando lo vieron llegar con una tirita en medio de la frente el día siguiente en el trabajo y les explicaron lo que había pasado.