Caminos (21)

Era domingo por la tarde...

Era domingo por la tarde, había intentado hablar con Raquel sin éxito durante todo el día anterior y lo que llevaba de ese, no le contestaba ni llamadas ni mensajes, otra vez estaba en la mierda, bebiendo solo, durmiéndose como un gilipollas mirando publicidad en la tele, la historia se repetía, lo habían dejado otra vez como una mierda en medio de la calle, y esta vez enamorado hasta las trancas, que “retrasao”, con lo claro que lo tenía al principio, nada de enamoramiento, y volvió a dejar que le rompieran el corazón un vez más. Lo había llamado Susy para saber cómo estaba y la había engañado diciéndole que bien, sí, muy bien, los cojones, estaba hecho una mierda. No había aprendido nada en ese tiempo, le habían vuelto a hacer daño por ser incapaz de hacer lo que hizo Marina, enamorarse de una persona que le conviniera y a vivir, una persona normal, no como él que se enamora de la tía más complicada que podía haber encontrado coño. A tomar por culo.

Se dio una ducha, se vistió, fue a sacar de un cajero dinero en efectivo y apareció en el puticlub, muy fino pero puticlub, se vio con Miriam que hacía tiempo que no lo hacía, estaba buenísima como siempre.

MIRIAM: Hombre Oscar, ¿cómo tú por aquí?

OSCAR: Necesito un ratito contigo más que nunca.

Lo cogió del brazo, se tomaron la copa de rigor y lo llevó directamente a la sala de los antifaces.

MIRIAM: Hoy hay algo especial.

Entraron, había mucha gente comparado con los días entre semana que él estaba acostumbrado a ir, se desnudaron, ella le fue pajeando, él miraba lo que pasaba en medio de la habitación, una chica estaba rodeada de tíos, sentada en la cara de uno que le comía el coño, tenía la polla de otros dos una en cada mano haciéndoles una paja y a otro se la chupaba, a su alrededor habían varios tíos más tocándose que parecía que esperaban turno.

OSCAR: ¿Qué es eso Miriam?

MIRIAM: Algo especial, una chica que se presta voluntaria para estar con los tíos que quieran, si cuando acabe contigo quieres más te la puedes follar por donde quieras, tendrás que pedir el turno eso sí.

Apoyó la espalda en la pared, entre el magreo en la polla y la visión de lo que estaba pasando en el centro de la sala la tenía dura como una piedra. Miriam se sentó encima dándole la espalda para poder ver los dos el espectáculo, se lo empezó a follar moviéndose adelante y atrás, Oscar le miraba el culo y a la chica rodeada de tíos, le faltaban ojos. En el centro, la habían estirado boca arriba, otro tío le comía el coño metiéndole dos dedos, ella seguía pajeando y comiendo pollas por todos lados. Miriam aceleraba gimiendo, él le agarraba el culo metiéndole la punta de un dedo dentro. A la chica la pusieron a cuatro patas, uno se la follaba y el otro se la metía en la boca, se iban turnando, en un momento se la follaron y se la chupó a unos cuantos, Miriam no paraba de saltar sobre su polla y él le amasaba el par de tetas que tenía. Se estiró un tío en el suelo, la chica lo cabalgó penetrándose, otro se le puso por detrás y la enculó, un tercero se puso delante para que se la chupara, Miriam gritó y él se corrió en el condón sin quitar la vista de lo que hacían con aquella mujer, Miriam lo miró sonriendo y le dio otro condón.

Miriam: Cuando quieras te pones el condón y le preguntas a cualquier tío de los que la están rodeando cuando te toca a ti, ahora se van a empezar a correr todos.

Oscar se quedó mirando y tal como le dijo Miriam se corrió el que se la metía por el culo, se salió y otro ocupó su lugar, luego el que estaba debajo, se cambió por otro y seguían dale que te pego, él se tocaba y volvía a excitarse, se puso el condón, pensó que nadie lo conocía y con la máscara menos, porque no probar algo diferente, iba a levantarse y el grupo se movió, se cambiaron todos los tíos girándola, la dejaron mirando hacía donde estaba él y siguieron follándola duro por todos lados, le miró los ojos al través de la máscara, esos ojos, ella con tanta gente alrededor y la luz justita que había donde estaba él era imposible que lo viera, pero, esos ojos, al cambiar el tío que se la metía en la boca le tocó la máscara desplazándosela, ¡jooooder!, no podía ser, era, era, Marina, era ella la que estaba allí en medio dejándose follar por todos sitios, gritando y disfrutando de tanto tío. Se puso el pantalón con nervios y prisas, los zapatos y salió de allí corriendo, fuera tiró la máscara, se puso la camisa mientras salía de allí a toda prisa.

¿Qué coño hacía Marina allí dentro?, se le giró el cerebro, todas las ideas que había tenido sobre ella se le fueron a la mierda, él pensaba que se había enamorado y se quería casar de nuevo, por eso le pidió el divorcio, aquello le había afectado, no lo entendía lo mirara por donde lo mirara. Cuando llegó a su apartamento se pegó un lingotazo de whisky a palo seco, aquello ya era demasiado, una lo dejaba por no querer comprometerse y su ex se había convertido en, en, vete a saber qué coño era aquello que estaba haciendo, follar a discreción sin miramientos debía de llamarse.

Entre lo que había bebido el domingo y lo poco que durmió llegó el lunes al trabajo con un careto horrible, Raquel lo vio de lejos y se preocupó, nunca quiso hacerle daño y la cara que hacía Oscar aquella mañana era de estar pasándolo muy mal por su culpa. Desde la oficina Susy y Gaby también los vieron, cada uno por un lado sin encontrarse, se mantenían en su departamento de la tienda para no verse, al medio día Susy se llevó a comer a Raquel y Gaby hizo lo mismo con Oscar a sitios diferentes.

SUSY: ¿Qué os pasa Raquel?

Raquel apartaba la vista con los ojos llorosos.

RAQUEL: He terminado con él.

Susy la vio tan afectada que no quiso decirle nada, la dejó que ella hablara, o no, como quisiera.

RAQUEL: ¿No me vas a decir nada?

SUSY: ¿Qué quieres que te diga Raquel?, tú sabrás porque lo has hecho.

Se limpió las lágrima de la cara.

RAQUEL: No lo sé…

Se quedó en silencio un momento pensando.

RAQUEL: Sí que lo sé, porque soy una cobarde, me acojona pensar en lo enamorada que estoy de él, le quiero Susy, le quiero tanto que me duele, pensar que me podría hacer una putada si me entrego me asusta, me asusta porque sé lo que me pasará, tardaré años en recuperarme, me da miedo, no quiero volver a pasarlo.

SUSY: Entonces, ¿tú le quieres?

RAQUEL: Con locura, a lo tonto a lo tonto ha sabido conquistarme sin darme cuenta, estas vacaciones han sido las más bonitas que recuerdo, al principio dudé, luego pensé que mientras estuviéramos allí juntos me entregaría y que al volver seguiríamos siendo amigos, que tonta soy, como si se pudiera separar una cosa de la otra, estoy hecha un lio.

Susy comía en silencio.

RAQUEL: Dime algo por favor.

SUSY: ¿Qué te puedo decir?, ¿qué haces lo correcto, que estás enamorada de un hombre que te hace feliz y te adora y es normal que tú no quieras estar con él?, o que lo normal es acojonarse y no disfrutar del amor por miedo. Mira, solo te diré una cosa, lo estás pasando mal, estás sufriendo, ¿verdad?

Raquel la miraba hecha polvo moviendo la cabeza diciéndole que sí.

SUSY: Pues tienes que decidir, lo pasas mal porque lo alejas y con el tiempo te puedes arrepentir por idiota o lo aceptas, te tiras al ruedo y te entregas amándolo como puedes hacerlo, si te hace una putada como tú dices pues ya lo pasarás mal cuando toque, poner la venda antes que te hagas la herida me parece una gilipollez.

El silencio fue total lo que duró la comida, ninguna de las dos se atrevió a decir nada más. Gaby le miraba la cara a Oscar.

GABY: ¿Qué has hecho tío para tener esa cara hoy?

OSCAR: Te tengo que explicar algo.

GABY: Ya me lo imagino, porque el plan que teníais esta mañana con Raquel tela.

OSCAR: No es de ella, bueno también, pero lo más fuerte es otra cosa.

GABY: Pues venga, suéltalo.

OSCAR: Tú sabes que estaba visitando a Miriam de vez en cuando, pues ayer lo volví hacer…

GABY: Joder Oscar, a lo mejor no fue precisamente el mejor momento.

OSCAR: Que no va por ahí la cosa, Raquel me había dejado y necesitaba compañía, escúchame, fuimos a la sala de las máscaras, había una chica en medio de la sala con un montón de tíos…

GABY: Ya, eso lo hacen a veces, ese día se llena el local, se llena de capullos que no follan nunca y aprovechan ese día para hacer guarradas.

Oscar se quedó en silencio mirando a Gaby, por la cabeza le estaban pasando las imágenes de lo que había visto.

GABY: ¿Y?

OSCAR: La chica que estaba en medio…

GABY: ¿Qué le pasaba?

OSCAR: Era Marina.

A Gaby se le cayeron los cubiertos de las manos.

GABY: No me jodas, ¿y qué hacía allí?

OSCAR: Hostias Gaby, yo que sé, yo vi lo que vi y salí corriendo.

Después de la sorpresa que se llevó Gaby, hablaron de lo rara que estaba Raquel con sus dudas y lo jodido que estaba él por no tenerlas, conclusión de Oscar, todo era una mierda.

Por la tarde Raquel llegó a su apartamento, tiró las llaves encima de la mesa y se dejó caer pesadamente en el sofá, miró el techo cerrando los ojos, sacó el móvil del bolso y miró todas las llamadas perdidas y los mensajes de Oscar que no había contestado, pensó que el pobre debía estar en su casa hecho polvo por su culpa, por sus malditas dudas.

Oscar en su apartamento puso la televisión, entró en la cocina, sacó la botella de whisky dejándola en la encimera, un vaso que le puso dos cubitos de hielo y una cola, empezó a poner el whisky, miraba fijamente como se llenaba el vaso, dejó de llenar y le pegó una hostia con la botella al vaso estrellándolos contra la pared destrozándolo todo, los cubitos y la lata de cola salieron rebotados cayendo al suelo, al romper el vaso con la botella se cortó en la mano, sangraba, se la enrolló en un trapo de cocina y salió al salón, se sentó y apagó la tele cerrando los ojos intentando relajarse de la mala leche, se había intentado controlar hasta ese momento pero ya no pudo más explotando.

Raquel pensaba en lo que le había dicho Susy, se había despistado pasándose de la raya, ya no podía controlar sus sentimientos, quería a Oscar y por mucho que lo alejara de ella no se iba a olvidar ni a arreglar sus problemas, lo pasaría mal de una manera o de otra.

Oscar miraba como la sangre le caía por debajo del trapo manchándole la camiseta, se levantó para lavarse la herida y llamaron a la puerta. Cuando la abrió se encontró con Raquel, le estaba mirando con los ojos rojos de haber llorado mucho, lo miró sorprendiéndose .

RAQUEL: ¿Oscar, que te ha pasado?, estás lleno de sangre.

OSCAR: Nada, un pequeño accidente.

RAQUEL: Aiiins, déjame ver.

Entraron sentándose en el sofá, Raquel le abrió el trapo mirándole la herida.

RAQUEL: Es un corte, por suerte no parece profundo, ¿tienes un botiquín?

OSCAR: En los cajones del cuarto de baño.

Fue a buscarlo, lo puso encima de la mesita y lo abrió sentada a su lado, parecía preocupada por su herida, cogió un trozo de algodón empapándolo en agua oxigenada, le quitó el trapo y se lo puso encima de la herida, Oscar la miraba a ella, aquella carita preocupada por él tan bonita, le caían lágrimas que no se preocupaba de limpiarse dejándolas resbalar por su cara, Raquel le miró.

RAQUEL: ¿Te duele?

OSCAR: Mucho, pero no es la herida.

Raquel apartó la vista volviendo a mirar la herida, la limpió bien, le puso una tirita elástica para que cerrara un poco el corte y se la vendó, lo remató con un poco de esparadrapo, sin soltarle la mano le volvió a mirar la cara. Los dos lloraban mirándose a los ojos, ella le besó la herida sin apartar la mirada y él no aguantó más dejando caer la cabeza en su hombro.

OSCAR: Te quiero Raquel, te quiero mucho, necesito verte, acariciarte, besarte, me siento vacio cuando no estoy contigo…

No pudo continuar del llanto, Raquel le sujetaba la cabeza llorando también ella como una magdalena, le apartó la cabeza y le besó con dulzura los labios.

RAQUEL: Y yo a ti cariño, te quiero, te quiero, perdóname por ser tan tonta…

Él la volvía a besar acariciándole la cara con la mano buena mientras mantenía en el aire la vendada, eran besos amargos, por el sufrimiento del momento y por el sabor de las lagrimas. Se abrazaron y se dejaron caer en el sofá.

OSCAR: Hemos sido muy tontos, esto hace tiempo que tenía que haber pasado.

RAQUEL: En Ibiza que estuvimos tan bien nos lo tendríamos que haber dicho.

Se quedaron callados un rato abrazados.

RAQUEL: Yo no sé tú, pero yo estoy acojonada.

OSCAR: Todo irá bien Raquel, nos queremos que es lo más importante.

RAQUEL: Ya, pero algún día podemos dejar de hacerlo.

OSCAR: Hostia nena, aun no hemos empezado y tú ya estás pensando en el final, desde luego eres la alegría de la huerta.

Ella reía apretándose con él chafándole la herida, levantó la mano quejándose. Ella se la cogió besándosela.

RAQUEL: Perdona, perdona.

OSCAR: ¿Te quedarás esta noche conmigo?

RAQUEL: Haré lo que tú quieras, me quedaré todas las noches…

OSCAR: Pero no seas “calzonazas”, tienes que tomar tus decisiones.

RAQUEL: Cabrito, me la estás devolviendo, pues me quedaré a vivir contigo.

OSCAR: No, viviremos en tu apartamento, este tengo ganas de perderlo de vista.

RAQUEL: Si vas a decir tú lo que hacemos para qué coño quieres que decida.

OSCAR: Para que vayas conociendo a los hombres.

RAQUEL: Que poca vergüenza tienes y cuanto te quiero.

OSCAR: Vigila que me lo estás diciendo mucho y me suena muy raro de tú boca.

Raquel le besó brillándole los ojos de amor.

RAQUEL: Dímelo tú a mí.

OSCAR: Te quiero mucho mi amor.

Le cogió la mano besándole la herida.

RAQUEL: ¿Te duele?

OSCAR: No, pero ven conmigo a la habitación que te enseñaré otra parte que creo que tendrás que ensalivar un poco para curármela.

RAQUEL: Que cerdo eres.

Los dos se morían de risa.

Raquel tuvo que sucumbir a la evidencia, estaba enamorada y mucho, hacía tanto tiempo que no lo hacía que se confió, nunca pensó que un tío como Oscar pudiera enamorarla y llegar a quererlo tanto, si era el tío más desastre que había conocido en la vida, ¿cómo podía haberse enamorado así?. Cuando lo había hecho las otras veces fue como un flechazo, conocía a alguien que le atraía y con dos cosas bonitas que le dijera la tenía donde quería, después cuando lo conocía bien se arrepentía porque el tío no se parecía en nada a lo que ella esperaba. Con Oscar había sido tan diferente, poco a poco, lentamente la había ido conquistando, sin darse cuenta fue cayendo en sus redes, durante ese tiempo lo había ido conociendo, con discusiones, la mayoría de ellas tan divertidas, se lo pasaba tan bien con él. Fue un enamoramiento lento, bien trabajado, con una buena base, primero lo conoció, descubrió sus defectos y también sus virtudes, evidentemente las virtudes superaron a los defectos, le vio algo especial y esperaba no volver a equivocarse.