Caminos (20)
Era el segundo día que estaba en su casa después de volver de vacaciones...
Era el segundo día que estaba en su casa después de volver de vacaciones, Oscar estaba desayunando, había pasado dos noches sin Raquel y la echaba mucho de menos, en quince días se había acostumbrado a su compañía, sus caricias, a dormir con su carita en el hombro pasándose los brazos por encima uno al otro, aquellas dos noches se había sentido muy solo. Raquel se despertó, miró la cama a su lado y pensó en Oscar, en la cama había un vacio, faltaba él para poderle dar los buenos días acariciándole la cara como hacía cuando se despertaban juntos.
Oscar miraba la pared blanca de su comedor mientras comía algo con un café, no tenía nada mejor que hacer, pensaba que cuando acabara saldría de su casa a dar una vuelta para distraerse, lo mismo que había hecho el día anterior, ir a cualquier sitio para no pensar en Raquel, un ruido del móvil le sacó de su letargo, mensaje de Marina.
MARINA: “Hola, ¿cómo estás?”
OSCAR: “Bien, desayunando antes de salir de casa. ¿Y tú?”
Otro ruido le anunció que había recibido otro mensaje, era de Raquel.
RAQUEL: “¿Qué tal?”
OSCAR: “Bien, ¿y tú?
MARINA: “Muy bien, verás, no sé si será buen momento para ti pero tengo que explicarte una cosa.”
RAQUEL: “Pues aquí, sola en casa”
OSCAR: “Yo también, estaba pensado en salir a dar una vuelta”
MARINA: “¿Oscar?”
OSCAR: “Sí, sí, es buen momento dime.”
RAQUEL: “Si quieres te acompaño.”
OSCAR: “Vale, te paso a buscar.”
MARINA: “He conocido a un hombre, bueno ya llevo un tiempo saliendo con él, el caso es que tal como hablamos en su momento me gustaría que firmáramos el divorcio.“
RAQUEL: “¿Vas a tardar mucho?”
OSCAR: “Claro que te firmo el divorcio, ningún problema.”
RAQUEL: “Pero que dices gilipollas.”
A Oscar se le cayó el móvil de las manos encima de la mesa, pegó un grito: “Hostia la que estás liando tío”, lo cogió rápido nervioso.
OSCAR: “Perdona, luego te cuento”
MARINA: “¿Qué me quieres contar?, me lo das o vamos a juicio no hay más.”
OSCAR: “Qué sí te lo doy, es que me lio, prepáralo todo y te lo firmo sin problemas. Adiós.”
OSCAR: “Marina perdona, en diez minutos salgo de casa”
RAQUEL: “¿Marina?, todavía estás pensando en tu ex mujer desgraciao.”
OSCAR: “No, no, ahora te cuento.”
RAQUEL: “Vete a la mierda.”
Raquel tiró cabreada el móvil encima de la cama, se levantó y se metió en la ducha a ver si se le pasaba la mala leche.
Marina miraba la última respuesta de Oscar pensando, “Este hombre está tan mal como siempre”.
Oscar perdía el culo duchándose para vestirse y salir corriendo a buscar a Raquel, no quería ni imaginarse cómo debía estar. Llegó a su casa y llamó varias veces al interfono sin respuesta. Raquel salió de la ducha, se secó con tranquilidad, se lio la toalla al cuerpo y se secó el pelo con otra más pequeña antes de pasarse el secador, cuando lo paró escuchó que estaban llamando al timbre con insistencia. Oscar estaba desesperado con el dedo enganchado.
RAQUEL: ¿Quién es?
OSCAR: Soy yo.
RAQUEL: ¿Y tú quién eres, “Pimpinela”?
OSCAR: Hostia Raquel que ya lo sabes, ábreme.
RAQUEL: ¿Qué coño quieres?, “Olvídame y pega la vuelta”.
OSCAR: Raquel, menos cachondeo por favor, ábreme que quiero verte y decirte que ha pasado esta mañana.
RAQUEL: ¿Quieres verme o hablar conmigo?
OSCAR: Raquel por favor, las dos cosas.
Se hizo un silencio que lo rompió el ruido de la puerta para que pudiera abrirla, subió, Raquel lo esperaba con la puerta del piso un poco abierta mirando por la rendija, cuando lo vio salir del ascensor abrió la puerta dejándolo pasar.
RAQUEL: Pasa.
Cerró la puerta, Oscar la estaba mirando de arriba abajo.
OSCAR: ¿Qué haces tapándote solo con una toalla?
RAQUEL: Porque me acabo de duchar imbécil, ¿qué quieres, que te abra la puerta en pelotas?, ¿qué haces aquí?
OSCAR: Espera, espera.
Sacó el móvil y le enseñó las conversaciones con las dos.
OSCAR: Me he “liao” Raquel, solo ha sido eso.
Ella le sonreía tranquilizándose, le encantaba que fuera tan desastre y cómo reaccionaba cuando quería disculparse, había aprendido muchas cosas pero seguía tan inocente como siempre. Se acercó y lo abrazó, él le pasó los brazos por la espalda, se apretaron, cerraron los ojos sintiendo el cuerpo del otro, se quedaron en silencio un rato sin moverse, Raquel se separó un poco, le acarició la cara y se besaron.
RAQUEL: ¿Dónde vamos?
OSCAR: No sé, a dar una vuelta, mirar tiendas, pasear, lo que surja.
RAQUEL: Me encanta, me visto y nos vamos.
Entró en la habitación con Oscar detrás, él se sentó en la cama y la miraba.
RAQUEL: ¿Qué haces?
OSCAR: Me gusta ver cómo te vistes.
Aquella mirada de interés por ella, los ojos que se le ponían brillantes al verla, Raquel no sabía cómo respondía su cara al verlo a él, sabía lo que le pasaba por su interior, que no se le caían las bragas porque no llevaba, que cambiaba la voz sin darse cuenta poniéndola más melosa, y lo que también sabía era como reaccionaba él, lo había visto cada día durante quince días.
RAQUEL: No me mires así por favor.
OSCAR (susurrando): Ven, acércate.
A Raquel se le movían los pies en contra de su voluntad, se estaba acercando a él pensando, “No, no te acerques, hará contigo lo que quiera y no podrás negarte”
RAQUEL: Oscar por favor.
OSCAR: Ven, no pasa nada, tranquila.
Le alargaba la mano para que ella se la agarrara, a Raquel una fuerza interior le estaba haciendo dar pasitos, las manos se cogieron y el estiró de ella colocándola delante suyo. Raquel de pie lo miraba desde arriba sentado en la cama, él le quitó la toalla dejándola caer, ella cerró los ojos al verse desnuda delante de él.
RAQUEL: No por favor.
Oscar no decía nada, se abrazó a su cintura apoyando la cabeza en su barriga. Ella le pasó los brazos alrededor de la cabeza acariciándole el pelo suspirando.
OSCAR: Te he echado mucho de menos estos días.
RAQUEL: Nooo me digas eso.
A Raquel se le había ablandado la voz y el corazón, le hubiera gustado ser capaz de decirle alguna animalada y discutir para salir de aquella situación, pero no podía, no quería reconocerlo pero le gustaba tener su cabeza apretada contra su abdomen, sus brazos rodeándole el cuerpo para que no pudiera escaparse y ella acariciándole la cabeza. Raquel también había sentido su vacio, desde que se despertaba sola en la cama y durante todo el día, aunque intentara negárselo a ella misma.
Le levantó la cabeza, se miraron a los ojos, Raquel se sentó encima de él y se besaron, ella rodeándole el cuello con sus brazos y él acariciándole la espalda, un reencuentro después de dos miserables días sin verse, un contacto con las manos, un sentido abrazo y un apasionado beso los tenía calientes a los dos, ella sentía bajo su culo la polla erecta, no solo se habían echado de menos verse, también las caricias, los besos, ardían en deseos de amarse y hacerse el amor, pero eso estaba prohibido decirlo, lo que no podían controlar era que afloraran sus sentimientos.
Raquel le quitó la camiseta y lo estiró en la cama con ella encima dejando ir otro suspiro, suspiraba por no decirle que lo quería con locura, que lo había extrañado tanto aquellos dos días que se había masturbado, se había hecho pajas con cualquier escusa para aplacar el calor que invadía su cuerpo pensando en él, sus dedos acariciando su coño, sus flujos lubricándolo en tiempo record, gemidos, penetración con dos dedos pensando que era él quien se la follaba, quien le ponía la piel de gallina de deseo con los ojos cerrados rememorando los polvazos lentos y sentidos, los apasionados y los salvajes de aquellas dos últimas semanas. Le había desabrochado el pantalón bajándoselo con la ropa interior y se había penetrado moviéndose encima de él con los ojos cerrados gimiendo, como le gustaba sentirse poseída por Oscar y que idiota era de no querer aceptarlo.
Oscar en silencio se dejaba follar, le acariciaba la espalda y el culo sintiendo su piel en sus manos, dos días sin saber nada de ella le habían servido para ordenar sus pensamientos, para hacer aquello que tanto le habían recriminado cuando se separó de Marina, pensar, darle vueltas a la cabeza, recapacitar, asumir y llegar a la conclusión que la relación con Raquel había traspasado la línea prohibida, entre paja y paja lo vio claro durante aquellos dos tristes días y lo aceptó, necesitaba a Raquel, sus besos, sus caricias, tenerla entre sus brazos, cuidarla, amarla, sí, por fin pudo pensarlo de forma clara e inequívoca, amarla, la quería con locura. Ahora quedaba el paso más difícil, conseguir que ella también lo aceptase.
Raquel sentada con el tronco estirado encima de él lo abrazaba, movía las caderas y la cintura para penetrarse lentamente, necesitaba sentir su cuerpo en contacto con el suyo, piel con piel, sus caricias por la espalda y el culo, se movía suavemente, sin prisas, manteniendo en el tiempo aquel momento tan intimo y bonito para que no se acabara nunca, él la giró poniéndose encima, seguían follando, se miraban a los ojos y se besaban con dulzura. Sus voces susurraban.
RAQUEL: Despacio por favor, no quiero que se acabe.
OSCAR: No tenemos ninguna prisa, si tú quieres lo alargaremos toda la vida.
RAQUEL: Cállate.
Le miró a los ojos y le puso la cabeza en su cuello, él se lo besaba, ella cerraba los ojos volviendo a suspirar pensando en las palabras de Oscar, “Toda la vida”, no, no estaba preparada, su cuerpo lo deseaba, su cabeza se lo prohibía. Se agarró con fuerza al culo de Oscar, como le gustaba sentirlo ahí, sus cuerpos juntos, apretando su pubis penetrándola, follándosela, haciéndola gemir de placer, mojándole su interior. Así, dentro de ella no podía estar en otro lugar, no podía traicionarla, en aquel momento era suyo, era parte de ella, lo tenía en su interior haciendo que dos cuerpos, dos corazones y dos almas se convirtieran en una sola.
Alargaron hasta la eternidad las caricias, los besos, los sexos unidos y encajados, compartieron gemidos hasta que se corrieron, hasta que le dejó dentro de ella una parte de él, la inundó con su fluido más intimo caliente y espeso. Desnudos uno al lado del otro se miraban a los ojos, ella le pasaba la mano por la cara y el cabello.
RAQUEL: Se ha hecho muy tarde.
OSCAR: No tengo nada mejor que hacer, tengo todo el tiempo del mundo.
RAQUEL: Yo tampoco tengo planes.
Raquel enterró su cara en su cuello y se lo besó, qué más daba la hora que fuera, habría parado el tiempo en ese momento si hubiera podido. Sonó el móvil de Oscar, estiró un brazo sacándolo del bolsillo del pantalón.
OSCAR: Es Susy.
RAQUEL: Pues contéstale hombre.
Lo puso en manos libres.
OSCAR: Hola Susy.
SUSY: Hola guapo, ¿ya habéis vuelto?
OSCAR: Sí, estamos por aquí y vosotros.
SUSY: Volvemos mañana, es para que nos podamos ver un día de estos, quedar en casa para cenar si queréis, o salir fuera da igual, el caso es vernos y ponernos al día, pregúntale a Raquel cuando la veas.
OSCAR: Pregúntale tú misma, está a mi lado.
SUSY: ¿Estáis juntos?
RAQUEL: En este momento coincide que sí.
SUSY: Ya, coincide.
RAQUEL: Pues sí, me ha pasado a visitar y estábamos…
SUSY: No hace falta que me expliques intimidades cariño.
OSCAR: ¿Cuándo queréis que nos veamos?
SUSY: Mañana por la noche os vuelvo a llamar y concretamos, como seguro que por coincidencia volveréis a estar juntos hablaremos los tres.
RAQUEL: Susy no seas mala.
Susy se descojonaba de risa.
SUSY: Hasta mañana chicos, pasarlo bien.
Colgó y Oscar dejó el móvil en la mesita de noche.
RAQUEL: Que bruja que es la tía.
OSCAR: Desde luego, es que piensa unas cosas esta mujer.
Raquel le notó el tonito sarcástico pero disimuló para no entrar en una conversación que le tenía pánico.
RAQUEL: Bueno, ¿Qué hacemos hoy?
OSCAR: Lo que tú quieras, salimos, damos una vuelta y podemos comer algo fuera.
RAQUEL: Vale, me ducho y salimos.
OSCAR: Yo también tendría que ducharme.
RAQUEL: Te esperas que me duche yo, ya te he aguantado un rato y tengo que descansar de ti.
OSCAR: Perdona, quien te ha aguantado he sido yo, has estado encima un buen rato.
RAQUEL: Y tú encima de mí idiota, calla ya.
Lo que Raquel necesitaba era un rato a solas en la intimidad de la ducha para ordenarse los pensamientos, le estaba dando la sensación que Oscar había traspasado la línea, en cualquier momento se le podía poner serio pidiéndole vivir juntos y no quería ni pensarlo.
Oscar estirado en la cama también pensaba, no estaba seguro de que él estuviera preparado para emparejarse, de lo que estaba seguro era de lo que sentía por ella. Y de otra cosa se había dado cuenta esa mañana, ella estaba enamorada de él pero los, “No por favor”, que le había dicho cuando quería abrazarse a ella le dejaba claro que no quería avanzar en la relación, por eso quiso ducharse sola, necesitaba su espacio y él se lo daría.
Salieron a pasear, él le pasó la mano por la espalda y ella apoyó la cabeza en su hombro rodeando su cintura con el brazo, hablaban del tiempo y de las cosas que iban viendo, sabían que no podían entrar en conversaciones intimas. Comieron y de vuelta al pasar por al lado del coche de Oscar Raquel se paró. Él la miró a ella y miró el coche.
OSCAR: Me estás diciendo que ya me puedo ir, ¿no me vas a invitar a tomar un café?
RAQUEL: ¿Un café?, ya sé yo el café que te quieres tomar tú.
Oscar la miraba desilusionado, esperaba pasar con ella la tarde e incluso había pensado en pedirle estar juntos hasta el día siguiente para ir a la cena con los amigos. Raquel se dio cuenta y le acarició la cara.
RAQUEL: No me mires así por favor, ya sé que estoy rara, necesito estar sola para pensar y aclararme, si estás conmigo no puedo pensar con claridad, hablamos mañana para ir a cenar vale.
OSCAR: Sabes que puedes contar conmigo para lo que quieras, si pasa cualquier cosa llámame por favor.
Se dieron un beso en los labios y Raquel esperó a que desapareciera el coche para subir a su apartamento, se sentó en el sofá y se tapó la cara con las manos, ¿qué hacía?, sus convicciones durante años se le estaban resquebrajando, cerró los ojos, tenía la cabeza totalmente desordenada.
Oscar al llegar a su casa se hizo un café, se lo había dicho a Raquel y le habían cogido ganas de hacerse uno, se sentó para tomárselo. No le gustaba dejar sola a Raquel, cuando estaba con él le demostraba cariño, lo que sentía, pero sola, sola daba miedo por las decisiones precipitadas que podía tomar y él se preocupaba. La tarde se le hizo muy larga sin noticias de ella, cuando se metió en la cama no aguantó más y le envió un mensaje.
OSCAR: “¿Todo bien?”
Raquel miró el móvil, había estado a punto de enviarle ella uno varias veces durante la tarde y se había aguantado las ganas.
RAQUEL: “A punto de dormir “
Oscar estaba escribiendo, le había parecido demasiado seca la respuesta cuando le sonó el teléfono, Raquel le estaba llamando.
OSCAR: Holaaa.
RAQUEL: Oscar tenemos que hablar.
Él ya se estaba levantando de la cama.
OSCAR: Ahora mismo me presento en tú casa.
RAQUEL: No, no, por teléfono.
OSCAR: ¿Quieres que hablemos por el móvil, no prefieres hacerlo personalmente?, a mí no me importa venir a verte.
RAQUEL: Siéntate y escúchame.
Oscar se estiró en la cama de nuevo.
OSCAR: Vale, dime.
RAQUEL: No sé qué idea tienes sobre nosotros, yo detecto algunas cosas, me está dando la impresión que tú querrías estrechar nuestra relación, que fuera más seria. Yo, yo, yo estoy bien así Oscar, no quiero avanzar, me da miedo, me lio y no pienso con claridad…
OSCAR: Tranquila, tranquila, no te preocupes lo más mínimo, si tú ya estás bien así me parece perfecto, ¿estamos bien no?, para que cambiar las cosas.
Raquel lloraba en silencio, le quería, tenía ganas de pedirle que fuera a dormir con ella, abrazarlo, acariciarle, pero era incapaz de pedírselo porque sabía que se ablandaría, cuando lo tenía delante perdía la voluntad. Que se preocupara por ella aceptando sus condiciones, sus estúpidas condiciones, cuando los dos estaban locos por estar juntos ya la ablandaba.
RAQUEL: Gracias Oscar, mañana volvemos a hablar.
OSCAR: Vale, ya sabes, si te pasa cualquier cosa a cualquier hora llámame por favor.
RAQUEL: Sí, sí.
Ella colgó, se puso la mano en la frente y volvió a llorar sin preocuparse de que él la pudiera oír, ¿por qué no podía ser Oscar otro cabrón como los que había conocido?, que fuera tan buena persona, la cuidara tanto y ella no poder estar a la altura le rompía el corazón.
Al día siguiente, viernes, Oscar estuvo esperando la llamada de Raquel, la llamó él bien entrada la tarde harto de esperar.
RAQUEL: Hola.
OSCAR: Hola Raquel, he hablado esta mañana con Susy, me ha dicho que podíamos presentarnos en su casa cuando queramos que ellos no saldrían hoy.
RAQUEL: ¿Cuándo quieres ir?
OSCAR: Te paso a buscar en media hora, vamos a comprar vino o algo y nos presentamos en su casa, ¿te parece bien?
RAQUEL: De acuerdo.
Colgó ella sin decir nada más, Oscar la notó fría, no le gustó nada. Cuando llegó, por primera vez en la historia ella le estaba esperando en la acera, lo saludó con un frio beso y entraron en el coche.
OSCAR: ¿Quieres hablar?
RAQUEL: No.
Fueron a comprar un par de botellas de vino para la cena y llegaron a casa de sus amigos, Oscar entró en la cocina con Gaby para dejar las botellas.
GABY: ¿Pasa algo?, traes una carita.
OSCAR: Algo le pasa a Raquel y no me lo quiere contar.
GABY: No te preocupes, haber si esta noche con el vino se suelta y nos lo dice.
Raquel se sentó con Susy.
SUSY: Nena que cara traes, ¿os habéis discutido?
RAQUEL: No, estamos bien.
SUSY: Pues cualquiera lo diría.
Salieron los chicos y se sentaron juntos.
SUSY: ¿Se puede saber que os pasa?, traéis unas caras que no son normales, ayer estabais muy bien y ¿hoy?
OSCAR: No pasa nada Susy, estamos bien.
SUSY: Ya, eso mismo me ha dicho ella pero no me lo creo.
RAQUEL: Susy déjalo ya.
GABY: Si es algo entre vosotros es mejor hablarlo, no dejéis que se enquiste.
Raquel se suavizó un poco, le cogió la mano a Oscar y le dio un beso en los labios.
SUSY: Eso está mejor, ¿cómo os han ido las vacaciones?
OSCAR: Muy bien, el sitio precioso y nosotros hemos estado muy bien, creo que nos hemos unido un poquito más.
Raquel le miró jodida por el comentario.
SUSY: Lo que tendríais que hacer es dejaros de tonterías y vivir juntos como habéis hecho estas semanas.
OSCAR: A mí no me importaría.
Raquel le soltó la mano y se puso de pie histérica.
RAQUEL: Eso es lo que has estado buscando desde el principio, vivir conmigo, ¿no sabes hacer tú vida solo, necesitas a una mujer a tu lado…?
Se quedó callada de golpe, los tres la estaban mirando sorprendidos por su reacción, Raquel cogió aire intentando calmarse.
RAQUEL: ¿Llévame a casa por favor?
Oscar no dijo nada, se levantó y caminó delante de ella, Raquel miró las caras sorprendidas de Susy y su marido saliendo detrás de Oscar sin decirles nada, cerraron la puerta, Gaby miró a Susy, no entendían nada. No hablaron en todo el camino, paró el coche delante de su casa y Raquel bajó, se giró y le miró a los ojos.
RAQUEL: No me llames, no te quiero ver más, hemos acabado con lo que tengamos tú y yo.