Caminos (2)

Marina llevaba demasiado tiempo con una vida aburrida...

Marina llevaba demasiado tiempo con una vida aburrida, por las tardes regalaba horas de trabajo en la oficina para no volver a su casa y encontrarse con su marido, no es que tuvieran mala relación, se trataban con respeto y se hacían compañía, hasta de vez en cuando se hacían algún mimo y abrazaban, pero algo no funcionaba cuando prefería estar trabajando que con él, ya sin hablar del tiempo que hacía que no pegaban un buen polvo.

Eso no era lo que ella había pensado que sería su matrimonio cuando le dio el sí a Oscar, recordaba cuando eran novios, las escapadas de fin de semana para desearse y follar, él nunca fue un tío muy fogoso pero lo suficiente para que ella se encontrara a gusto con él, ¡hostia!, ahora se acordaba, a los pocos años llegó a pedirle quedarse embarazada para follar con más asiduidad, y lo hicieron hasta que se tuvieron que hacer unas pruebas porque no se quedaba y ella decidió ir al ginecólogo, quería asegurarse que no tenía ningún problema, el resultado fue que él tenía los espermatozoides vagos, tal vez si seguían probando en algún momento se podía quedar, o la otra solución era un tratamiento de fertilidad al que nunca llegaron. Se acabaron acomodando y olvidando del tema, él por lo menos, a ella le seguía haciendo ilusión ser madre pero veía tan poca actitud por parte de su pareja que fueron dejando pasar el tiempo.

Se fue acostumbrando al ritmo de vida perdiendo la ilusión, ella se lo notaba, en su casa era una persona triste y aburrida, en cuanto pisaba la calle, trabajaba o estaba con sus amigas era otra, reía hablaba y se lo pasaba bien. Pero al final del día tenía que volver a su casa, era entrar en la calle antes de llegar al portal y ya le estaba cambiando la cara.

En el mes de julio empezó a trabajar un chico nuevo en la oficina, era atractivo y aunque ella no se fijaba en esas cosas sí que lo escuchaba de sus compañeras, hasta alguna lanzada le había hecho alguna bromita metiéndose con él de lo guapo que era, todas reían y el chico lo esquivaba con educación, parecía muy serio en su trabajo y simpático en el trato cuando había hablado con el grupo de chicas con las que se juntaba, nunca hablaron directamente pero debía ser el mes de octubre que se empezaron a cruzar algunas miradas, ella las esquivaba avergonzada, estaba casada y no quería entrar en jueguecitos con los hombres como alguna de sus amigas.

Entonces llegó la cena de navidad de la empresa, cada año la esperaban con ilusión todos en la oficina, se llevaban bien y era un día especial que se juntaban en un reservado de un restaurante, allí cenaban, bebían y después tomaban copas con música convirtiendo la sala en una discoteca improvisada. Oscar conocía perfectamente la tradición y nunca le puso un pero para que asistiera, al revés, parecía contento de quedarse solo en casa para ponerse ciego a cubatas antes de que ella volviera.

Cenó rodeada de sus amigas riendo y bebiendo más vino de lo que lo hacía normalmente, no era muy amante del alcohol. Sus amigas con la lengua suelta por el vino no tardaron en empezar a hablar de Tony, el chico nuevo de hacía unos meses que a todas les gustaba y era el blanco de bromas picantes. Les gustaba pero opinaban que era demasiado serio, para ser perfecto tendría que ser un poco más canalla expresaban algunas con las risas de las demás, Marina reía con cierta vergüenza por los comentarios salidos de tono de alguna de sus compañeras casadas como ella.

Apartaron algunas mesas, se puso música y se encendían y apagaban algunas luces de colores ambientando la sala, se abrió la barra para pedir copas y al poco rato estaban todos contentillos. Entonces salió el Tony que nadie conocía, el tío se movía bien bailando, se quitó la americana y la corbata convirtiéndose en el alma de la fiesta, animaba a todos a bailar, encabezaba las congas haciendo reír a la gente, ese año era más divertido que ningún otro. Se habían cruzado unas cuantas miradas fugaces durante la noche, hasta que coincidieron los dos descansando después de una buena serie de canciones bailando a buen ritmo.

MARINA: Que marcha llevas, estás sudando y todo.

TONY: Supongo que esta faceta no me la conocía nadie en la oficina.

MARINA: Desde luego, todos pensaban que eras muy serio.

TONY: ¡Eh!, que serio lo soy, pero en el trabajo, fuera es otra cosa.

Se quedaron mirando a los ojos sin decir nada un instante.

MARINA: Creo que se está haciendo tarde, será mejor que vuelva a casa antes de que beba más de la cuenta.

TONY: Mira, de eso no me preocupo porque ya hace rato que lo hice, beber más de la cuenta quiero decir.

Rieron mirándose a los ojos otra vez, Marina bajó la cabeza y se disponía a irse cuando Tony le agarró una mano.

TONY: Déjame que te acompañe.

MARINA: He venido con mi coche, no hace falta.

TONY: Pues te acompaño al coche.

Marina sabía que no era buena idea, lo mejor sería decirle que no, que se quedara en la fiesta y ella largarse de allí sola como había llegado.

MARINA: De acuerdo, pero hasta el coche y nada más.

TONY: Por supuesto, nada más.

E

Él recogió la corbata y la americana ayudando muy amablemente a Marina a ponerse el abrigo, salieron juntos del restaurante y fueron a buscar el coche que estaba aparcado en un descampado donde los dejaban todos, el suyo al ser de las últimas en llegar estaba al final de todo.

Marina se paró al lado de la puerta mirando a los ojos a Tony.

MARINA: Muy amable por acompañarme.

Tony no dijo nada agarrándole una mano, los ojos se clavaron unos en el del otro, Marina sabía lo que iba a pasar, su cuerpo lo deseaba y a la vez su cabeza lo rechazaba, él se acercaba lentamente, su vista la tenía clavada en sus labios que se abrían un poco, sin reaccionar los juntaron en un cálido beso, Marina no se movía, se quedó clavada en el sitio, solo saboreaba los labios de aquel hombre, separaron las bocas mirándose a los ojos enganchándose en otro beso, ella le pasó los brazos por la espalda, él le acariciaba por debajo del abrigo abierto las caderas subiendo la mano lentamente hasta amasarle una teta por encima de la ropa, Marina jadeó de la impresión, demasiado tiempo sin sentirse tocada con pasión, sin notar la excitación de su cuerpo al ser acariciado. De los labios pasó a besarle el cuello mientras una mano subía por uno de sus muslos levantándole la falda, una parte dentro de su mente le decía a Marina que aquello no estaba bien y otra que le dejara hacer, que lo disfrutara. Notó el contacto de su mano como le agarraba el coño por encima del panti y las bragas, como se lo presionaba con un dedo moviendo de lado a lado, levantó la cabeza gimiendo abrazándolo con más fuerza, él seguía besándole el cuello, una mano se colaba por dentro de su ropa metiéndose en el interior del sujetador agarrándole la teta presionándole el pezón entre dos dedos. Sabía que estaba mal lo que hacía pero no podía pararlo, que gusto tener a alguien perdiendo la cabeza por su cuerpo y que placer le estaba dando, la mano dejó su teta, el cuerpo que abrazaba se deslizó entre sus brazos, Tony se había arrodillado delante de ella, le estaba agarrando los pantis y se los estaba bajando junto con las bragas, le puso una mano en la cabeza pensando en apartarlo y largarse de allí pero un beso en la rajita del coño la dejó sin fuerza, solo pudo cogerle el pelo acariciándoselo a la vez que le dejaba en los talones las medias y las braguitas, una mano se coló entre sus piernas haciéndole una paja, volvió a gemir de gusto, se estaba mojando y un dedo de Tony muy hábilmente se le fue metiendo en el coño, un pequeño grito salió de su boca y él se tiró a comérselo con voracidad. Dios como movía la lengua aquel hombre, la tenía caliente como ya no se acordaba que podía ponerse, sin darse cuenta le apretaba la cabeza para que se lo hiciera presionando más con la lengua, gemía sin parar, el orgasmo se acercaba, las piernas le flaqueaban, los ojos se le ponían en blanco y soltó un grito corriéndose, Tony no paraba de mover aquella maldita lengua justo donde tenía que hacerlo y Marina se corría saliéndole del alma los gritos. Se relajó mientras él se apartaba con la boca llena de flujos, Marina reaccionó, se agachó subiéndose la ropa, abrió el coche y salió de allí a toda prisa.

Como podía haber caído de esa manera, porque se dejó hacer todo aquello, se acababa de dejar comer el coño por un casi desconocido y lo peor es que lo había disfrutado, hostia si lo disfrutó, se corrió dejándose ir apretándole la cabeza para sentir más gusto, un placer tremendo que le atravesó todo el cuerpo.

En el ascensor subiendo a su casa se levantó la falda para ponerse bien las bragas y los pantis, al subírselo con prisas le quedó todo doblado y mal colocado, se notaba las bragas mojadas y el coño le palpitaba al pensar en lo que había pasado. Entró en el apartamento y vio a Oscar durmiendo en el sofá con una botella de whisky medio vacía, la de cola al lado y un vaso con dos dedos de cubata que seguramente no pudo llegar a acabarse. Se metió en la ducha, mientras le caía el agua no podía apartar de su cabeza las imágenes de aquella noche, en un descampado solitario medio oscuro apoyada en la puerta de su coche, un hombre arrodillado delante de ella le comió el coño hasta hacer que se corriera, se estremecía solo de pensarlo y de haber engañado por primera vez a su marido. Se acostó y se durmió relajada como hacía tiempo que no hacía.

Tony se quedó sin habla viendo como Marina salía como alma que lleva el diablo dejándolo tirado allí en medio, se escondió detrás de un coche que estaba aparcado en una zona oscura, se sacó la polla y se hizo una paja, se había calentado lamiéndole el coño a Marina, recordaba su olor, su sabor, sus gemidos, se escupió en una mano acelerando la paja corriéndose, unos disparos de semen salieron lanzados cayendo en la puerta del coche de delante, se fue de allí dejando un regalito en el coche de alguien.

Por la mañana se levantó Marina, Oscar estaba en su lado de la cama dormido roncando con la misma ropa que llevaba la noche anterior, le puso la manta bien por encima arropándolo y fue a preparar el desayuno. Había dormido bien como hacía tiempo que no hacía, estaba relajada por el orgasmo de la noche anterior, ahora despierta y despejada tenía un sentimiento extraño en el cuerpo, una mezcla de ilusión por lo pasado y tristeza por haber engañado a Oscar, pensó que no se podía volver a repetir, fue divertido pero estaba casada y no podía volver a sentirse como se sentía esa mañana, contenta y culpable.

Durante los dos días siguientes en el trabajo Marina se estuvo escondiendo de Tony, por no provocar situaciones y por vergüenza, fue la primera vez que alguien la tocó desde que se casó y no lo llevaba muy bien. Pero pasó lo que tarde o temprano pasaría y es que se encontraron de cara en la cafetería.

TONY: ¿Estás bien?, tengo la sensación de que me estás esquivando.

Marina le miró los ojos seria intentando dar una imagen de seguridad en ella misma.

MARINA: Mira, no tenía que haber pasado, sigamos como antes por favor, cada uno a lo suyo.

TONY: Por supuesto, tranquila, solo te quería decir que si quieres podemos vernos en mi apartamento por las tardes.

MARINA (enfadada): ¿Tú no escuchas tío?, que te olvides joder.

TONY: Vale, vale, era una idea.

Marina salió caminando rápido, ¿cómo podía tener tan poca vergüenza aquel tío?, él sabía que estaba casada y no le importaba liarse con ella, vamos que se lo estaba soltando en la cara descaradamente, ¿sino para que quería verse con ella en su apartamento?, para follar joder, para follar, para que va ha ser idiota, pensaba.

En unos cuantos días solo se vieron de lejos un par de veces intercambiando miradas a los ojos que Marina desviaba. Llegaron las vacaciones de navidad y Marina escogió el turno diferente al de Tony, ella trabajaba en recursos humanos y sabía las fechas que habían escogido los empleados para sus vacaciones en dos turnos, de esa manera no lo vería y viviría más tranquila.

Pasaron las navidades y Marina tenía la percepción de que su vida se había estabilizado, en aquellos días todo volvió a ser como siempre, cena en casa de los suegros, comida con su familia, intento de pasar el fin de año en un hotel de montaña con Oscar, que se negó igual que lo hacía los últimos años pasándolo con unos amigos, todo igual de aburrido que siempre.

A mitad de enero la oficina contaba con todos sus efectivos trabajando y Marina se volvió a ver con Tony, miradas, giros de cara de ella, búsqueda de la posibilidad de hablar con ella de él y encuentro fortuito, o eso pensó ella cuando en realidad lo había preparado Tony.

TONY: ¿Cómo han ido las vacaciones?, veo que me sigues esquivando, ¿Por qué lo haces?

MARINA: Ya lo sabes, no quiero que se vuelva a repetir.

TONY: No tiene porque repetirse, podemos hablar, tomar algo y estar tranquilos en mi casa.

MARINA: Claro, nos vamos a ver en tu apartamento los dos solos para tomar algo.

TONY: ¿Por qué no?

MARINA: Déjame tranquila por favor, no insistas.

TONY: Trabajas en recursos humanos, puedes saber donde vivo fácilmente, cuando quieras venir vienes, yo estoy cada día en casa, tú decides.

Marina se giró dejándolo plantado, seguía pensando que tenía la cara muy dura de proponerle algo así además de tener los cojones de decirle que solo hablarían y tomarían algo, se debía de creer que ella era tonta. Pero no pudo evitar al llegar a su mesa consultar en el ordenador la ficha de Tony, miró fijamente la dirección y cerró los ojos, todo aquello empezaba a atormentarla.

Su cabeza le decía que no volvería a estar con Tony, pero ella cada día tardaba más en escoger la ropa que ponerse, se pintaba con más dedicación y se peinaba mejor. Todo esto a Oscar no le pasó por alto, lo veía y se extrañaba, cada día estaba más guapa y se notaba. Al principio se lo comentó como elogio, ella le devolvió un sonrisilla, cuando vio que se compraba ropa nueva todavía lo vio más raro. El recordaba que casi no se compraba nada, alguna pieza suelta de vez en cuando y bragas para deshacerse de las más viejas, pero tanta ropa a la vez y conjuntada no lo recordaba. Así que una mañana antes de salir de casa para trabajar se lo comentó.

OSCAR: Últimamente te estás comprando mucha ropa ¿no?

MARINA: Sí, miré el armario y creo que toca renovarlo, tú tendrías que hacer lo mismo.

OSCAR: No entiendo porque lo haces ahora si nunca lo has hecho.

MARINA: ¡Ay Oscar!, porque quiero verme guapa, intento no dejarme, en la oficina todos van muy arreglados y yo a veces parezco que me tengan que dar limosna.

Oscar le hizo un gesto con la mano para darle a entender que era muy  exagerada y se fue a trabajar sin decir nada más. Ella pensaba como podía ser que le viera tantos cambios y no mal pensara, ¿tan segura la tenía?, o, ¿es que le importaba una mierda lo que ella hiciese?

La reacción de Marina en cuidarse y verse más guapa no fue solo por ella evidentemente, cada vez que llevaba algo nuevo al trabajo Tony encontraba algún momento para acercarse a ella y decirle lo guapa que estaba. Ella le hacía mala cara desaprobándolo pero en su interior una sonrisilla la iba conquistando, le gustaba, su interés en estar mejor, en comprarse ropa e incluso braguitas y sujetadores más bonitos, en sentirse mejor con ella misma, sabía que no lo hacía solo por ella, Tony tenía mucho que ver. No quería tener nada con él, pero que le dijera algunos piropos, mantener la tensión haciéndose la ofendida y ver su sonrisa de hombre seguro de sí mismo le gustaba.

Entre ellos hablaban cada día más, cuando él de vez en cuando le iba recordando que por la tarde estaría solo en casa ella le giraba la cara para demostrarle que no quería saber nada de eso, Tony le volvía a decir que solo sería para hablar y tomar algo. El primer pensamiento de Marina era, este tío está loco si se piensa que iré, pero no tardaba mucho en sentir curiosidad y algo que no quería reconocerse, cada día pensaba más en su primer encuentro, en los besos, en las caricias, en el fuerte orgasmo que disfrutó comiéndole el coño, algo que por cierto Oscar no dominaba nada, alguna vez se lo hizo pero se cansaba muy pronto.

Las dudas se le acumulaban y una tarde pensándolo a última hora sin premeditarlo, fichó la salida del trabajo a su hora, dos o tres antes de lo que lo hacía normalmente sin cobrarlas extras, su hora de acabar eran las tres, pero por no llegar pronto por la tarde a su casa prefería quedarse dos o tres horas más, así cruzaban cuatro palabras con Oscar, cenaban y se iban a dormir.

Aquel día se encontró en la calle dentro del coche respirando profundamente, había buscado la dirección de Tony y sabía donde era, puso primera y salió, aparcó el coche mirando el edificio, parecía bastante nuevo y bonito. Pensó que un tío soltero como él viviendo solo debía ser un peligro para las tías, seguro que tenía montado un buen picadero. Miró la hora volviendo a respirar profundamente, se repitió mentalmente que solo tomar algo y hablar un rato para distraerse. Bajó del coche y llamó al interfono del portal.

Tony le abrió y la esperó en la puerta de su apartamento con una sonrisa al salir del ascensor, Marina se la devolvió por educación y entraron, cuando cerró la puerta a ella le cogió un escalofrío, antes de que reaccionara él le había agarrado el abrigo y el bolso colgándolos ofreciéndole que pasara, Marina lo miraba todo, le pareció que estaba todo muy limpio y lo tenía decorado moderno y funcional, solo los muebles necesarios, sin cuadros en las paredes pintadas de color blanco menos una, donde estaba el mueble con la tele y el equipo de música era de color anaranjada dándole a la habitación un toque de color y contraste. Muy educadamente él le ofreció que se sentara en el sofá.

TONY: Muy bien que te hayas decidido a venir a verme.

MARINA: No sé porque lo he hecho, recuerda lo que me dijiste por favor.

TONY: Que sí tranquila, solo hablamos, dime, ¿qué quieres tomar?, tengo cerveza, cubata, cola o agua. Vivo solo y no necesito muchas cosas.

MARINA: Cola estará bien.

Tony se dirigió a la cocina con una sonrisilla de verla tan nerviosa, poco después salió con dos vasos de refresco dejándolos en una mesita delante de Marina sentándose a su lado, ella se apartó un poco, no quería estar tan cerca de él como se había puesto. Tony reía.

TONY: ¿Te alejas?, no te voy a comer.

MARINA: Eso ya lo sé, pero prefiero que mantengamos las distancias sino te importa.

TONY: ¿Cómo me va a importar?, ya te dije que no tenías que preocuparte de nada.

Empezaron con una conversación del trabajo que fue degenerando en la vida de Tony, le explicó que él hacía mucho tiempo que no tenía pareja y que tampoco la buscaba.

MARINA: Claro, te debes de ligar a las tías que quieres.

TONY: ¿Por qué piensas eso de mí?

Marina se sonrojó porque le había dejado entender que un tío guapo como él no debía de tener problemas para ligar. Se puso nerviosa al contestarle.

MARINA: Bueno, un hombre soltero, que se puede permitir vivir en un apartamento como este seguro que triunfa con las chicas.

TONY: ¿Quieres decir que te he impresionado con el apartamento?

MARINA: No, no, nada de eso, a mí me impresionan muy pocas cosas ya.

TONY: ¿A sí, qué es lo que te impresiona?

Marina no sabía que contestarle y Tony estaba cada vez más cerca de ella, no se había dado cuenta de que él se moviera pero sus caderas estaban a punto de tocarse.

MARINA: No lo sé hombre, me estás poniendo nerviosa.

Cogió el vaso para beber y él se apartó para dejarle espacio.

TONY: Tranquila Marina, no quiero agobiarte el primer día que me vienes a visitar.

Se quedaron un momento en silencio, Tony cambió la conversación a anécdotas de la oficina haciéndola reír, pasaron el rato divertidos, Marina miró el reloj diciéndole que se le había hecho tarde y se tenía que ir. La acompañó a la puerta, le agradeció la visita y la invitó a volver a hacerlo cuando quisiera, ella movió la cabeza porque no sabía que decirle, Tony le puso una mano en la cintura apretándosela dándole dos besos tranquilos, contactando perfectamente con sus labios en la mejilla de Marina, el segundo ella se lo devolvió rozándole la piel, se miraron a los ojos y se fue ruborizada.

Se sentó en el coche, el solo hecho de estar a solas en su casa la había puesto nerviosa, no pasó nada de lo que arrepentirse pero algo le decía que no estaba bien, que le estaba dando esperanzas de llegar a algo más y ella no quería pasar esa línea. Miró el reloj, todavía era demasiado pronto para llegar a casa y más nerviosa como estaba, condujo hasta un lugar apartado con buenas vistas de la ciudad, se relajó y pensó. Que idiota que soy, como no le voy a dar esperanzas si me presento en su casa, le estoy diciendo a gritos que tengo ganas de liarme con él, lo que pasa es que soy tan corta y reprimida que quiero pero no quiero; se ha acabado, no puedo repetirlo o la voy a liar, cualquier día caeré y después me arrepentiré como pasó la primera vez.