Caminos (19)
Raquel y Oscar empezaban a tener muy claro...
Raquel y Oscar empezaban a tener muy claro que sexualmente eran una gran pareja, con la excusa de ayudarlo para que pudiera estar con una mujer sin hacer el ridículo se conocían como la palma de su mano, sabían donde tocar para hacer vibrar al otro y eso les gustaba mucho por una parte y los acojonaba por otra, se negaban a aceptar el amor. ¿Qué era eso de estar enamorados?, ya me acuerdo, era una cosa que te partía el corazón y te dejaba hecho una mierda, para que volver a hacerlo pudiendo evitarlo, para que pasarse la vida recogiendo los trozos rotos y volver a empezar. Así que entre ellos se tocaban mucho, se acariciaban, follaban, pero nada de decirse cosas bonitas, como mucho guapo o guapa, si alguno de los dos se le hubiera escapado alguna de las palabras prohibidas como, cariño, amor, cielo o cualquier otra que sin tener una lista concreta pudiera significar sentir por el otro algo más que amistad se jugaban que le tiraran algo por la cabeza.
Ellos seguían de vacaciones un día más disfrutando de la playa, paseos, visitas a la isla, puestas de sol románticas y de sus cuerpos cuando les apetecía, también se hacían sus pajas mentales con su relación por no querer aceptar la realidad. Una tarde cuando llegaron de la playa, Raquel le propuso de salir a cenar aquella noche por la ciudad y visitar alguna de las famosas discotecas de las que todos hablaban cuando volvían de las vacaciones.
OSCAR: Ostras Raquel, ¿tú sabes cuándo fue la última vez que pisé una discoteca?
RAQUEL: Pues seguramente cuando los homínidos vivían en Atapuerca, yo qué sé hombre.
OSCAR: Que carácter coño, mira que eres borde cuando quieres, pues cuando era joven.
RAQUEL: ¿Tú joven?, a mí me parece que tú siempre has sido mayor, te quejas como un viejo.
OSCAR: Ya empezamos, hacía días que estábamos tranquilitos, pero ya has tenido que empezar a meterte conmigo.
RAQUEL: ¿Qué culpa tengo yo que tú seas así, si eres un viejo joven que quieres que te diga?
OSCAR: Pues a ver si te tienes que buscar alguno más joven para salir esta noche.
RAQUEL: ¡Eh!, no te pongas tonto, ¿te crees que no lo haría?, puedo encontrar a cualquiera sin ir muy lejos.
OSCAR: Puedes hacer lo que quieras a mi no me importa.
RAQUEL: Pues ya me puedes dejar la habitación libre, porque vendré con algún tío que me ligue a follar aquí.
OSCAR: Y una mierda, a follar te vas a su apartamento, o mejor en medio de la playa, a ver si se te llena el coño de arena y no te la puede ni meter.
RAQUEL: Tranquilo que ya me espabilaré para que me la meta bien metida.
OSCAR: Anda a la mierda.
RAQUEL: Te vas tú cerdo.
Oscar salió del apartamento a dar una vuelta, ella se sentó en el sofá, bajó hasta la playa y se tomó una cerveza en el chiringuito. Los dos estaban tristes, nunca se llegaron a discutir hasta ese extremo y sabían porque lo habían hecho, estaban demasiado nerviosos porque veían que se estaban acercando a una línea en su relación que no querían traspasar, había que buscar una excusa para distanciarse y lo hicieron, una discusión tonta es tan buena escusa como cualquier otra. Cuando Oscar regresó al apartamento Raquel seguía sentada en el sofá.
RAQUEL: ¿Te lo has pasado bien?
Oscar dejaba la cartera encima de la mesa sin mirarla.
OSCAR: No, me he tomado una cerveza en el chiringuito y he vuelto.
RAQUEL: ¿Me traes una a mí de la nevera por favor?
Fue a buscar dos y se sentó a su lado en el sofá.
RAQUEL: ¿Iremos a cenar y a la discoteca por favor?, me hace ilusión, si no quieres me dejas el coche y me iré yo sola.
OSCAR: Yo prefiero ir contigo que quedarme aquí solo.
RAQUEL: ¿No será para controlarme?
Oscar la miró serio.
RAQUEL: Vale, perdona no lo tenía que haber dicho.
OSCAR: Somos libres de hacer lo que queramos, ¿O no?
RAQUEL: Sí claro, por supuesto, somos adultos.
OSCAR: Pues eso.
Cuando llegó la hora se arreglaron y salieron en el coche, ninguno de los dos decía nada, sabían que había tensión y preferían estar callados que decir alguna cosa y volver a discutir, estaba claro que no era buen día para hacerlo. Dieron una vuelta por las callejuelas del centro, Oscar le hizo una foto a Raquel, ella se puso coqueta para hacérsela y él mientras la enfocaba con el móvil la miraba a través de la pantalla, la veía guapísima aquella noche, morenita por el sol, con una mini faldita que se había puesto que le hacía un culito y un tipillo para comérsela, luego cogió ella el móvil para hacerle una a él, Oscar se metió las manos en los bolsillos y la miró con una sonrisa, Raquel lo tenía enfocado, iba con unos pantalones de lino crudos y una camisa blanca, le resaltaban los ojos claros en contraste con el moreno de la piel, ella lo miraba a través del móvil pensando cómo se podía sentir tan atraída por ese hombre, le hizo la foto y se puso seria, no podía ser, esos pensamientos no le ayudaban nada a mantener una distancia de seguridad. Siguieron caminando uno al lado del otro sin tocarse, manteniendo por narices esa barrera que no les dejaba estar juntos.
Cenaron con una conversación sobre Susy y Gaby, al no hablar de ellos les era más fácil no entrar en terrenos pantanosos que podían llegar a reventar la noche. Después fueron a tomar una copa para hacer tiempo antes de ir a la disco, estaban sentados en una mesa intentando hacer bromas para reírse un poco y rebajar la tensión, él no se daba cuenta, pero a Raquel que no se le escapaba una, vio como algunos tíos se la repasaban con la vista, le gustó sentirse mirada y pensar que si quisiera todavía podría cazar a alguno, lo que no le gustó tanto fue ver a varias chicas que miraban a Oscar cuchicheando entre ellas.
Salieron de aquel local y fueron caminando para ver cómo era la discoteca tan famosa. Una vez dentro se pidieron una copa y estuvieron mirando por allí como la gente se movía, las luces y en general como era aquello, llevaban un buen rato y por la cara que ponía Oscar se notaba que no estaba muy a gusto allí, Raquel se disculpó para ir al baño, al salir se encontró con una pareja muy alegre besándose, la miraron, ella los miró al ver sus ojos clavados en ella, se sorprendió, la chica se acercó a ella y le agarró una mano.
CHICA: Ven guapa que te presento a mi novio.
Él le dio dos besos, Raquel estaba sorprendida.
CHICA: Hoy es su cumpleaños y quería hacerle un regalo especial, un trío, tú le has gustado y no me extraña porque eres muy guapa, la pregunta es, ¿te gustaría pasar un buen rato con nosotros?, sin ningún compromiso y sin hacer nada que tú no quieras.
A Raquel le sorprendió tanto la proposición que al principio pensó que era una barbaridad, antes de decirles nada otra idea le vino a la cabeza, si quería demostrarse que Oscar solo era un amigo tenía que hacer algo así y disfrutarlo, si era capaz de hacerlo y pasárselo bien con otro tío estaría clarísimo que podría estar tranquila porque no caería en enamorarse de Oscar.
RAQUEL: Si me esperáis aquí voy a hablar con una persona que me espera ahora y me voy con vosotros.
Le dijeron que de acuerdo y ella se fue a buscar a Oscar, lo vio distraído mirando las luces del techo, está en su mundo como siempre pensó, se preparó bien lo que quería decirle y se lo soltó.
RAQUEL: Oscar, ha pasado una cosa, me han ofrecido hacer un trío y lo voy a aceptar, ¿quieres quedarte y esperarme?, o te vas y yo pillaré un taxi que me lleve al apartamento.
Oscar la miraba sin dar crédito a lo que le acababa de decir, miró al suelo para poder pensar, si se habían repetido tantas veces que solo eran amigos no le tenía que importar que ella hiciera lo que quisiera, era una persona libre, además, así estaría claro que su relación era como era y punto.
OSCAR: Aquí hace mucho ruido pero te esperaré en algún otro sitio cercano tomando una copa, cuando acabes me envías un mensaje y nos encontramos, o si pasas toda la noche con ellos me avisas que me iré al apartamento a dormir y te voy a buscar mañana donde quieras.
RAQUEL: Gracias Oscar, eres un gran tipo.
OSCAR: Los buenos amigos se ayudan.
Ella le apretó el brazo y se fue a encontrarse con aquella pareja, salieron fuera y el chico les dijo que conocía una parte de una playa no muy lejos donde podrían estar tranquilos, salieron caminando los tres. Oscar salió de allí, aquel ruido infernal lo estaba volviendo loco, miró para un lado, miró para el otro y pudo ver a Raquel caminando al lado de una pareja, no le extrañaba que quisiera estar con ellos, vaya par, se parecían a aquellos modelos que veía cada día en la playa, esperó a no verlos para acercarse a una terraza cercana y pedir un cubata, se sentó pensando porque no pudo apartar la vista de Raquel mientras se alejaba y porque se sentía tan triste, ella era libre, él nunca le propondría una relación seria, con lo guapa que era tarde o temprano encontraría a alguien de quien enamorarse y seguro que se apartaría de él, era lógico.
Raquel fue siguiendo a la pareja, llegaron a una playa y se pusieron en un rincón un poco escondidos, allí podrían hacer lo que fuera sin ser vistos, ellos dos se empezaron a comer los labios, él le hizo un gesto para que se acercara, ella le pasó el brazo por la espalda juntándola con ellos, él la miró acercando sus labios a los suyos a la vez que le subía la mano por una pierna, le empezó a tocar el inicio del culo y Raquel se giró saliendo de allí corriendo, la chica le gritó preguntándole donde iba, ni la escuchó, ya estaba volviendo a toda prisa llamando a Oscar.
OSCAR: Hola, ¿pasa algo?
RAQUEL: ¿Dónde estás?
OSCAR: Si es para encontrarnos puedo estar delante de la discoteca, estoy al lado tomando algo.
RAQUEL: Vámonos al apartamento por favor.
La vio llegar y caminó hacía ella, Raquel al verlo aceleró el paso, se le abrazó enganchándose como una lapa intentando no llorar.
OSCAR: ¿Ha pasado algo Raquel, estás bien?
Le miró los ojos besándolo.
RAQUEL: No he podido hacerlo, eso es todo, vámonos.
Fueron cogidos por la cintura a buscar el coche sin hablar, en el camino tampoco dijo nada, se le veía pensativa. Llegaron al apartamento.
RAQUEL: ¿Nos vamos a dormir?, me gustaría tenerte a mi lado esta noche.
OSCAR: Cada noche me tienes a tú lado.
RAQUEL: Ya lo sé, pero esta lo necesito especialmente.
Entraron en la habitación, se desnudaron y se metieron en la cama, se pusieron de lado mirándose.
RAQUEL: ¿Te importa si te abrazó?
Oscar no entendía que coño le debió de pasar para comportarse así, pidiéndole permiso para todo cuando siempre lo hacía cuando quería, le pasó un brazo por debajo del cuello y ella se acercó poniendo su carita en su hombro pasándole el brazo por encima abrazándose y acurrucándose con él.
RAQUEL: Así se está bien.
Le besó el hombro y se quedó quieta, solo se movía un poco para juntarse más a él, pasó un rato, ninguno de los dos podía dormir. Raquel le miró a los ojos moviendo un poco la cabeza.
RAQUEL: ¿No puedes dormir?
OSCAR: ¿Cómo voy a dormir sin saber que te ha pasado?
Se hizo un silencio.
RAQUEL: Que he decidido estar contigo disfrutando de cada momento lo que nos queda de vacaciones, no más inventos, cuando ha intentado besarme y tocarme el culo he salido corriendo, no he podido hacerlo, estaré solo para ti hasta que volvamos, tú puedes hacer lo que quieras, no me enfadaré.
OSCAR: Raquel, yo vine de vacaciones para esta contigo, no voy a buscar nada.
Raquel lo besó y él le agarró el culo.
RAQUEL: Tú puedes tocármelo todo lo que quieras.
OSCAR: Tienes un culo precioso, que lo sepas.
Se miraron, risillas y se quedaron dormidos.
Los dos supieron esa noche que algo estaba cambiando en sus vidas, probablemente hacía tiempo que ocurrió, cuando Raquel le abrió la puerta de casa de Susy, su primera discusión, sus primeras miradas a los ojos, su primera noche juntos. Ese día de vacaciones los dos habían apostado a una ridícula esperanza, que Raquel fuera capaz de estar con otra persona sin remordimientos, ¿y para qué?, para no salirse de su guión cobarde, ellos no se daban cuenta, se pensaban que tenían un muro delante que los protegía de la vida, una pared ancha y fuerte bien construida cuando en realidad estaba hecha con desechos, los desechos emocionales de sus vidas pasadas, sus desilusiones, sus errores, sus fracasos, allí lo tenían todo junto pegado con un cemento que era una mezcla de inconsciencia, cobardía y dolor, se escondían detrás por miedo, creían que necesitaban una protección cuando la verdad era que no querían vivir la realidad, la realidad de la vida, unas veces fracasas y otras triunfas, tiempos felices y tiempos tristes. Ellos querían vivir una estabilidad sin altibajos, convencerse que detrás de la pared nada les podía ocurrir, que podrían vivir en una nube viendo la vida pasar sin que les afectase.
Pero es que la vida es otra cosa, te obliga a vivirla, a disfrutarla o lamentarla, no puedes escapar de ella por mucho que quieras esconderte, puedes intentar mirar para otro lado como si no fuera contigo, engañarte, hacerte el despistado, pero sigues estando dentro de un tren del que no te puedes tirar en marcha, eso es lo que querrías, poder saltar y quedarte atrás, fuera de ella, un imposible. Tarde o temprano tendrás que hacerle frente, coger las riendas, quitarte la venda de los ojos y dar un paso adelante para atravesar ese muro, un muro de mierda que en realidad es un trozo de papel sin ninguna consistencia y enfrontarte a ella, tomar decisiones y aceptarlas. Tú te puedes engañar, pero tus sentimientos no lo hacen, a veces hay que pararse a escucharlos y caminar a su lado, obrar en consecuencia y ser valiente.
Pensaron que un error más, tener relaciones sexuales con otra persona podría evadirlos de lo que sentían entre ellos, volvemos al inicio, la tendencia a meterse en el charco de mierda y no tener la fuerza de salir. Esta vez se quedaron al borde, justo donde huele mal pero sin mancharse los zapatos.
El resto de días que estuvieron allí se comportaron como una pareja, tomaban el sol agarrados de la mano, lo hacían todo juntos sin dejar de besarse, acariciarse, cualquier escusa era buena para abrazarse, sentirse, disfrutar del contacto de sus cuerpos, darse el uno al otro el mejor sexo, sabían cómo hacerlo, se conocían y tenían la confianza para entregarse físicamente sin reservas, y digo físicamente porque emocionalmente no querían dar el paso adelante, seguían engañándose.
Cuando volvieron y desembarcaron subidos en el coche estaban tristes, se les había acabado la tregua que se dieron, ya no tenían una escusa para seguir igual, como si las vacaciones fueran un paréntesis dentro de sus vidas, se habían puesto un límite de tiempo donde todo valía y se había acabado, buscaron una excusa para entregarse sin atreverse a verbalizar los sentimientos, no se atrevieron a decirse lo que sentían, ni un “cariño”, un “amor” y mucho menos un “te quiero”, por miedo a pronunciarlas y aceptar que la pared de mierda que pensaban que les protegía se había derrumbado para siempre.
Llegaron a la puerta del bloque de apartamentos donde vivía Raquel, Oscar le ayudó a llevar las maletas hasta la puerta.
OSCAR: ¿Quieres que suba?
RAQUEL: ¿Subir, para qué?
OSCAR: No sé mujer, para hacerte compañía un rato por si estás triste de que se hayan acabado las vacaciones.
RAQUEL: ¿Estás tonto o que te pasa?, te crees que me tienes que proteger de chorradas como esa, las vacaciones se han acabado y todo sigue, volveremos a trabajar la semana que viene y ya está.
OSCAR: Supongo que nos veremos antes.
RAQUEL: No lo sé, no has tenido bastante de verme cada día esta dos semanas, porque yo he acabado de ti un poquito harta la verdad.
OSCAR: ¿Pero qué dices?, si alguien ha acabado harto soy yo de tus tonterías, que tienes unas cuantas nena.
RAQUEL: Mira, será mejor que te largues antes de que te diga cuatro verdades a la cara y me tenga que arrepentir después, gilipollas.
OSCAR: Insoportable, eso es lo que eres, una amargada.
RAQUEL: Vete a tomar por culo.
OSCAR: Estaré mejor ahí que viéndote la cara de amargada.
Se subió en el coche y se fue. Raquel entró en el portal, dejó las maletas en el suelo y llamó el ascensor, mientras esperaba que bajara se puso la mano en la frente y lloró. Fue tan feliz aquellos días conviviendo con él que estaba acojonada, tuvo que volver a buscar una discusión para no afrontar la verdad, para no abrazarlo y decirle lo feliz que había sido aquellas dos semanas, algo en su interior le decía que se moría de ganas de pasar el resto de su vida en su compañía, pero no podía ser, le había costado mucho llegar a vivir “tranquila” para tirarlo todo por la borda. Oscar se alejaba conduciendo, se convencía que Raquel tenía razón, ya eran dos personas maduras que no necesitaban que cuidaran de ellos como si fueran dos niños, las cosas ya estaban bien así, para que tocar lo que está funcionando “bien”.
Qué fácil es engañarse cuando se le pone voluntad y cuanto sufrimiento escondido por no querer aceptar la verdad, si se tiene que sufrir no será mejor hacerlo a cara descubierta, siendo sinceros y diciéndose lo que piensan y sienten. No, mejor hacerlo por detrás, escondiéndose, se sufre con hipocresía y pensando que pronto se les pasará, como un resfriado que con paracetamol y tiempo se cura y a otra cosa.
Marina también estaba pasando los últimos días en la casa de Javier, una noche cenando…
MARINA: Se me acaban los días libres del trabajo, pronto tendré que irme.
JAVIER: Si lo haces es porque tú quieres, puedes quedarte el tiempo que quieras.
MARINA: ¿Me estás diciendo que podría quedarme aquí?, quiero decir, ¿qué podría vivir aquí?
Javier dejó los cubierto encima del plato y le miró los ojos serio.
JAVIER: Marina, tú eres una mujer preciosa que te mereces lo mejor, yo reconozco que hasta ahora he sido un bala perdida pero contigo me ha pasado algo, siento la necesidad de estar contigo, me he enamorado Marina, me he enamorado de ti y quiero tenerte cerca.
Ella le miraba a los ojos y una sonrisa le recorría la cara de punta a punta, se levantó y se sentó en su regazo, le pasó los brazos por el cuello y le besó.
MARINA: Cómo no enamorarse de alguien como tú, haré lo que tú quieras, si quieres que me traslade aquí lo haré, estar contigo es lo mejor que me ha pasado.
Se besaron, Javier se levantó con ella en brazos y la llevó a la cama, mientras la desnudaba Marina se sentía en una nube, que un hombre como aquel se le declarara le cambiaba sus planes, ya no tendría que buscar más sexo por ahí, con él tenía todo el que quería, que le propusiera para vivir juntos era porque sentía algo por ella, ¿y por qué no volverse a enamorar?, de un tío como Javier era fácil hacerlo, guapo, cariñoso, atento y con un montón de pasta para darle una vida que nunca había soñado.
La tenía estirada en la cama en bragas y se las estaba bajando lentamente mientras le besaba el pubis, las tiró al suelo y suavemente le metió la lengua en el coño comiéndoselo lentamente, ella sentía el gustito que le recorría el cuerpo mirando la habitación y el gran ventanal con vistas a la ciudad, no se podía creer que aquella pudiera ser su habitación a partir de ahora. Javier se fue colocando en medio de sus piernas, se las levantó apoyándole los talones en sus hombros y la penetró, Marina gritó de placer y alegría, él fue acelerando las caderas follándola duro, como a él le gustaba, ella gritaba mirándole a los ojos, se corrió sujetándose fuerte a la cama, Javier se la sacó y le acercó la polla a la boca, ella la abrió y se le corrió por toda la cara. Se ducharon juntos y tomaron una copa.
JAVIER: ¿Cuándo vas a traer tus cosas?, en el vestidor hay sitio de sobras.
MARINA: No sé, cuando tú quieras.
JAVIER: Cuanto antes mejor.
Se miraban sonriendo, los dos estaban contentos.