Caminos (17)

Marina se fue el domingo de la casa de Javier...

Marina se fue el domingo de la casa de Javier muy satisfecha y contenta, él se le había declarado y le pidió para verse algunos días más entre semana, mejor no se podía sentir, el cambio de vida que había experimentado era total, de estar soportando un matrimonio sin futuro con un fracasado a poder iniciar una relación con un ganador adinerado que le podía permitir vivir como habría soñado cualquier mujer. Solo una cosa le preocupaba, que si decidía vivir con él pudiera volver con el tiempo a convertirse en la relación que acabó con su matrimonio, pensó que esta vez tenía experiencia y no dejaría que pasara. Cuando conoció a Oscar casi por casualidad acababa de salir de una relación tormentosa con un tío que era todo lo contrario que él, muy inquieto, muy lanzado y muy buen follador, pero también era muy vividor, muy sinvergüenza y se follaba todo lo que le pasaba por delante, con Oscar encontró una tranquilidad y una confianza que no había tenido antes, al principio iban bien, bien para lo que había sido su relación anterior pero estaba claro que Oscar no tenía experiencia con las chicas, él era consciente y ella se aprovechó para hacer que se sintiera inferior, ella se lo follaba como quería y él la seguía cómo podía, nunca se preocupó de explicarle lo que le gustaba o lo que no, ahora visto desde la distancia reconocía que en eso se había equivocado, no podía tenerlo cohibido con el sexo y a la vez pedirle que follara más, Oscar era un tipo bonachón, sincero y fiel, eso siempre lo agradeció y no quiso ponerle los cuernos antes aunque tuvo oportunidades, poco a poco con el tiempo se fueron amuermando, los dos, no podía echarle solo la culpa a él, ella podía haber intentado cambiar las cosas con más fuerza, haber hablado con él, se dio cuenta que Oscar fue un parche de emergencia en su momento y ya le estuvo bien dejar que se fuera degradando la relación, una vez se pasan ciertos límites se pierden las ganas de todo, solo un revulsivo como conocer a Tony y traicionar a Oscar aunque no quiso follar hasta haberlo dejado la pudo sacar del pozo. Pero bueno, lo pasado, pasado estaba y prefería mirar el futuro con ilusión.

Se les echaron las vacaciones encima, después de unas cuantas discusiones con las que se habían amenazado hasta aburrirse de no ir uno con el otro llegó el día, una quincena en Ibiza en un apartamento, pagar una semana cada uno fue el pacto al que llegaron para no tener problemas.

Hicieron la compra conjuntamente, se divirtieron mucho en el supermercado haciéndola, el buen humor por irse les facilitó las cosas. Él la pasó a buscar en el coche, cargaron su maleta y con unas risillas y toda la documentación preparada se dirigieron al puerto para viajar en el barco, salían por la tarde noche y llegaban al siguiente día temprano a la isla, para que no les saliera más caro el viaje cogieron butacas para pasar la noche con lo cual no durmieron mucho, lo que si hicieron fue pasear por la cubierta, ella llevaba una falda larga muy ibicenca con una blusa, salió de su casa ambientada por el lugar de destino, él, tejanos y una camisa.

Estaba a punto de ponerse el sol por el horizonte, ese momento justo que lo puedes ver entero, redondo, perdiendo el brillo por alguna neblina, está a punto de empezar a esconderse y parece que nos atrapa haciendo que la cabeza se ponga a pensar, te coge la melancolía y te vienen pensamientos bonitos a la vez que te pones serio, es un momento de trance al estar viviendo algo especial. Raquel estaba apoyada con sus dos manos en barandilla mirándolo, el viento le arrastraba el pelo y la ropa hacía un lado, Oscar la miraba separado un par de metros detrás de ella, era como estar viendo un bonito cuadro, su figura a contraluz con el fondo de la puesta de sol, la veía guapa y sexi, el viento le apretaba la ropa dejando intuir su bonita figura, se acercó por detrás rodeándola con sus brazos apoyando los codos encima de la barandilla, su cuerpo tocaba el suyo, ella se dejaba abrazar poniendo sus brazos encima de los de él entrelazando las manos, se apretaban para protegerla a ella del viento, Oscar le dio un tierno beso en el cuello, Raquel giró los ojitos buscando los suyos, era un gran momento y no necesitaban decirse nada, cada uno estaba con sus pensamientos, juntaron las cabezas rozándose las caras y miraron juntos como el sol poco a poco se iba escondiendo con timidez, lentamente, con suspense, hasta desaparecer totalmente.

Raquel se giró, él siguió con las manos apoyadas en la barandilla y ella quedó en medio de sus brazos, le pasó las manos por la espalda y Oscar se acercó más a ella apretándose los dos abrazados, la cabeza de ella apoyada en su pecho pensativa y él mirando absorto el horizonte, sentían la calidez de sus cuerpos debajo de la ropa dándoles una gran paz, un momento de tranquilidad y sosiego, un momento de sentir al otro como si no hubiera en el mundo ninguna otra persona, sin decirse nada ninguno de los dos no querían dar por acabado aquel momento.

Raquel levantó la cabeza para mirarle los ojos, se encontraron las miradas y estuvieron un momento observándose los ojos, a Oscar desde siempre le habían gustado pero en aquel momento parecían tener un brillo especial, como si buscaran una brizna de esperanza en la vida, como si él fuera alguien realmente especial para ella. Raquel se perdía en los ojos claros de Oscar, ya no se le notaba la tristeza de tiempo atrás y ella se sentía orgullosa de haber sido una de las razones de que eso pasara, tenía una mirada más segura, más serena, muy expresiva, con sentimientos. Los labios se fueron acercando, se rozaron, las miradas seguían fijas en los ojos del otro, las bocas se abrían para encajarse, las lenguas se frotaban, los corazones se aceleraban y pudieron ver en la mirada del otro una llama que rompió el momento, se separaron un poco mirando cada uno para un lado.

RAQUEL: Que bonita puesta de sol.

OSCAR: Preciosa, nunca la había visto desde un barco.

RAQUEL: Tú que vas a ver, te juro que no sé donde te debes de haber metido toda tú vida, no conoces nada tío.

OSCAR: Donde quieres que estuviera metido, en mi casa, y algunas cosas sí que las he visto eh.

RAQUEL: Que va, eres un pardillo tío.

OSCAR: Pardilla tú que no veas que ojitos se te han puesto hace un rato.

RAQUEL: Eso tú, que parecía que estabas tonto.

Caminaban por cubierta y él le agarró de la mano.

RAQUEL: ¿Qué haces, quieres jugar a la parejita feliz o qué?

OSCAR: A buenos amigos que somos y en agradecimiento de que me pidieras que viniera contigo, solo por la puesta de sol ha valido la pena venir.

RAQUEL: ¿La puesta de sol?, y mi compañía no vale la pena, huy que vamos a acabar mal tú y yo esta noche.

OSCAR: Tranquila fiera, si no quieres te suelto la mano pero no digas tonterías, si la puesta de sol ha sido especial es porque estaba contigo.

Él intentó soltarse entendiendo que a ella le molestaba, Raquel se la agarró con fuerza para que no lo hiciera, Oscar la miró como preguntando qué demonios le pasaba.

RAQUEL: Lo has arreglado, no hace falta que te sueltes.

Se sonrieron y se sentaron a descansar un rato en las butacas que tenían asignadas. Amaneciendo llegaron a puerto, pararon a desayunar y siguieron camino en busca del apartamento. Era una zona cercana a la playa, antigua pero limpia, una construcción muy típica de la isla de paredes blancas, apartamentos con su buena terraza con vistas a una piscina con jardín que había en medio con los edificios alrededor. Se ducharon y prepararon todo, la ropa en su sitio, la comida en el frigorífico y dentro de los armarios, ellos estaban reventados del viaje y se estiraron un rato a descansar, abrieron la ventana para que entrara el poco fresco que hacía aquella hora durmiendo un rato.

Decidieron ir a la playa y comer algo allí en un chiringuito, alquilaron dos hamacas colocando las toallas encima, se quitaron la ropa, Oscar pensó que cuerpo más bonito tenía Raquel en bikini, Raquel que Oscar en bañador no estaba nada mal, él se estiró mirándola.

OSCAR: Joder, esto sí que es vida, si vamos a estar así dos semanas me puedo llegar a acost…

Se quedó cortado al ver a Raquel como se quitaba el sujetador del bikini, quedándose solo con la braguita que le dejaba medio culo al aire. Ella se dio cuenta.

RAQUEL: ¿Qué pasa, no has visto nunca unas tetas?, pues aquí vas a ver muchas no te asustes.

OSCAR: No, no, no me asusto, solo que no me lo esperaba.

RAQUEL: Ya te dije que tú no has visto nada de la vida.

OSCAR: Más vale tarde que nunca.

RAQUEL: Cállate y déjame tomar el sol.

OSCAR: Pero que tiene que ver que te hable para tomar el sol, te va a dar igualmente hable o no hable.

RAQUEL: Que te calles coño, mira la playa que te distraerás.

Oscar movía la cabeza dejándola por imposible, observó la gente que había a su alrededor, madre mía que cuerpazos pensó, se miró la barriguita, no es que tuviera mucha pero comparada con los abdominales que veía por allí parecía ridícula, y que mujeres por Dios, parecía gente salida de algún anuncio de la tele, cuerpos perfectos para anunciar bronceadores o colonias, entonces se dio cuenta que ninguna chica llevaba la parte de arriba del bikini, que espectáculo, tetas de todos los tamaños y formas.

RAQUEL: ¿Qué?, estás distraído ¿eh?

Se descojonaba de risa mientras él la miraba intentando disimular. Pasó un rato y el calor del sol empezó a notarse.

OSCAR: Voy a buscar un par de cervecitas y algo para picar que hace calor.

RAQUEL: Buena idea, yo me voy a refrescar un poco con mi primer bañito.

Oscar volvió con un par de cervezas y unas patatas para comer, dejándolo encima de una mesita de plástico que tenían entre las dos hamacas, miró para el agua a ver si la localizaba, de pronto Raquel se levantó en medio de varias personas, le caía el agua por el cuerpo resbalándole por las tetas, ella movía el pelo de lado a lado caminando con el agua que le llegaba por debajo de las rodillas, él parecía que lo veía todo a cámara lenta como en las películas, se quedó boquiabierto mirándola con la bolsa de patatas en la mano. Raquel llegó donde estaba él parándose delante, apartaba la cabeza escurriéndose el pelo con las dos manos dejando caer el agua a la arena, miró a Oscar.

RAQUEL: ¿Qué te pasa, ya te has “quedao apollardao”?, abre la bolsa anda.

Oscar miró la bolsa de patatas que la aguantaba con las dos manos, disimuló abriéndola, Raquel sonreía, se había dado cuenta de su reacción, de cómo la miraba saliendo del mar, le gustaba que la mirara de aquella manera, como si no hubiera otra mujer en toda la playa.

Esperaron hasta ver la puesta de sol sentados en la orilla, con el mar acariciándole los pies y las manos enlazadas, se les creaba un momento muy especial. Se ducharon, se pusieron cómodos y prepararon la cena entre los dos, en la terraza la mesa tenía una vela en medio creando un rincón romántico, se sentaron a cenar con una botella de vino rosado fresco, se miraban con una sonrisa.

OSCAR: Es muy bonito esto.

RAQUEL: ¿Te lo has pasado bien en la playa?

OSCAR: Mucho.

RAQUEL: Ya te he visto mirar a las chicas.

OSCAR: Te he mirado más a ti.

Raquel bajó la cabeza en silencio disimulando, metiéndose en la boca comida con el tenedor, Oscar no le quitaba la vista de encima porque sabía que por una vez le había hecho apartar la mirada, ella le miró pensando.

RAQUEL: Si no quieres no me contestes, ¿qué pasó con tú matrimonio?

Ahora era Oscar el que bajaba la cabeza, esa pregunta no se la esperaba, estuvo un momento ordenando sus pensamientos.

OSCAR: En el instituto, ya sabes, las tonterías que hacemos de adolescentes, siempre con el grupito de amigos corrían las voces, a esta le gusta tal, a la otra aquel otro, en fin, los comentarios típicos de la edad hasta que me tocó a mí, un día alguien dijo que una de las chicas había dicho que le gustaba, con lo tímido que era no pensaba hablar con ella ni en broma, y mira que ella era más tímida que yo todavía, tuvo que ser en una fiesta después de beber los dos que nos acercamos, bailamos un rato y hablamos, si se le puede decir hablar lo que hicimos porque no ligábamos dos frases seguidas de lo nerviosos que estábamos. Empezamos a salir, en el sexo ni te cuento, tuvimos que ir a otra fiesta juntos al cabo del tiempo, mucho tiempo, y ponernos a tono para desvirgarnos, que desastre madre mía, seguimos saliendo durante años.

Raquel lo miraba con una sonrisilla, ya se lo estaba imaginando siendo un imberbe.

OSCAR: Yo empecé a trabajar y ella siguió estudiando, creo que eran dos mundos diferentes que con el tiempo nos pasó factura, poco a poco nos fuimos distanciando, yo no estaba muy bien en el trabajo y no estaba de muy buen humor, decidimos dejarlo y me di cuenta que me hacía más daño de lo que pensaba. Gaby que ya lo conocía de hacía tiempo como siempre me ayudó, él trabajaba en la tienda con su padre y me ofreció un trabajo, pude dejar el que tenía que cada día estaba peor y empezar con él, eso me alegró. Me convenció para salir con su pandilla de amigos, la verdad es que yo me había quedado muy colgado al cortar con mi novia, ella tenía a la gente que conocía en la universidad pero yo solo la tenía a ella en mi entorno, al poco tiempo de salir con ellos en una discoteca conocí a Marina.

Raquel lo miró fijamente, esa era la parte que más le interesaba.

OSCAR: Hablamos un rato y ya me gustó, era todo lo contrario que mi primera novia, nerviosa, lanzada, ella llevaba toda la conversación, ese mismo día me dijo de ir a follar, le tuve que pedir un condón a Gaby porque yo no me esperaba mojar tan pronto.

Soltó una carcajada mirando a Raquel.

OSCAR: Aquella primera vez con ella se pareció tanto a la primera vez contigo, estaba igual de nervioso, Marina tuvo que hacerlo todo y yo intentar no correrme antes de tiempo, que desastre he sido toda la puta vida. Estuvimos muy poco tiempo de novios y nos casamos, todavía no entiendo como lo pudimos hacer, éramos tan diferentes, creo que nos encontramos en un momento que a los dos nos convino, si hubiéramos sido un poco más maduros, no lo teníamos de haber hecho nunca.

RAQUEL: Las cosas vienen como vienen, míranos, quien nos iba a decir meses atrás que hoy estaríamos los dos aquí cenando juntos.

Él le sonreía dándole la razón.

OSCAR: Cuanto más tiempo pasaba más se notaba lo diferentes que éramos, a todo esto Gaby había conocido a Susy y se casaron. Empezamos a salir juntos, rara era la semana que no nos veíamos, igual que ahora. Marina me pidió que tuviéramos un hijo, estuvimos un tiempo intentándolo, resulta que yo tengo los bichitos vagos y no la dejaba preñada, si quería hacer un tratamiento de inseminación tenía que pincharse bastante y Marina no soporta las agujas, y lo de adoptar ya no llegamos ni a sospesarlo. No quiero llegar a pensar que hubiera pasado si se hubiera quedado embarazada, seguramente se hubiera volcado en el niño y habríamos pasado más años juntos, que mal, nos dábamos cuenta que íbamos degenerando, cada día nos hablábamos menos, dejamos de tocarnos, de amarnos si es que lo hicimos alguna vez, de querer estar uno con el otro, no es que lo hiciéramos mucho pero acabamos no haciendo nada, no sé porque aguantábamos juntos. ¿Sabes?, creo que confundí amor con monotonía, verla cada día un rato me hacía sentirme acompañado en casa, esa tontería se convirtió en mi objetivo en la vida, no tenía ganas de nada, me encerraba en el apartamento después de trabajar y solo pensaba en que haría de cena aquel día, como si aquello fuera lo mejor que pudiera pasarme, en realidad tenía una depresión de mil pares de cojones y solo con la bebida conseguía encontrarme algo mejor. Ya hace un tiempo que me conoces más íntimamente y sabes cómo soy, o mejor dicho cómo era, sin fuerza de voluntad para nada, pues ella sí que la tuvo, se empezó a cuidar, a comprarse ropa, ponerse guapa. Sería para reír si no fuera tan dramático, estaba tan hecho polvo que no me di cuenta o no me quise dar cuenta, no lo sé, estaba tan claro que había conocido a alguien y me ponía los cuernos, en realidad no me lo ha confirmado nadie pero estoy seguro, a que se debió ese cambio sino, esa debía ser la motivación...

Oscar se entristeció, Raquel le cogió una mano.

RAQUEL: Ya está Oscar, perdona por haberte preguntado.

OSCAR: No te tengo que perdonar nada, es mi vida hasta ahora, es lo que hay y no puedo borrarla.

Acabaron de cenar, Raquel le cogió una mano y le hizo entrar en el apartamento.

OSCAR: ¿Lo vamos a dejar todo fuera sin recoger?

RAQUEL: Hoy sí.

Lo llevó hasta la habitación, se pararon uno delante del otro mirándose a los ojos, ella le puso las manos en la cintura, él le cogió la carita con las dos manos y le besó los labios.

OSCAR: Entiendes ahora porque os estoy tan agradecido, gracias a vosotros he podido dejar toda la mierda atrás y volver a sentirme vivo, sobre todo a ti.

RAQUEL (susurrando): ¿A mí?

OSCAR: Sí, tú me has abierto los ojos y me has enseñado a ser de otra manera.

RAQUEL: No creo, yo…

Oscar le cerró la boca con la suya besándola, ella lo abrazó pasándole los brazos por la espalda, las bocas se comían, los cuerpos se calentaban, las manos se movían acariciándose. Se dejaron caer en la cama, ella le agarró la polla por encima del pantalón de deporte y él le subió la mano por un muslo mientras ella abría las piernas, se la puso entera encima del coño frotándolo de lado, los dos dejaron ir un gemido, las lenguas se entrelazaban, las manos se pajeaban y se acariciaban, él se fue colocando en medio de las piernas quitándole la camiseta, ella estiró de la suya tirándolas a un lado, Oscar se paró un momento para mirarla, que guapa estaba estirada con las piernas abiertas con unas braguitas blancas, aquel cuerpazo que vio salir del agua como en una película de James Bond lo tenía allí delante de él, con unos ojazos que lo miraban deseándolo. Raquel le miraba los ojos, definitivamente Oscar parecía otra persona de la que había conocido meses atrás, esa mirada en la que podía ver que se sentía atraído por ella, esa mirada que le decía las ganas que tenía de comérsela entera la ponía cachonda. Oscar acercó su cabeza a la suya y susurrando.

OSCAR: He tenido que venir hasta aquí para darme cuenta de lo guapa y el cuerpazo que tienes, me vuelves loco cuando te veo en braguitas.

Raquel le agarró la cabeza besándolo con pasión, se estaba mojando las bragas solo de verlo, de cómo la miraba, como la deseaba. Oscar bajó al coño metiéndole la cara en medio, notó las braguitas mojadas y su olor, se encendió, le arrancó las bragas y se tiró a comérselo loco perdido, Raquel gritó, él se lio con el clítoris hasta dejarla a punto de correrse y el coño empapado de su saliva y sus flujos, se incorporó avanzando el cuerpo para colocarse encima de ella, Raquel le estiró de los pantalones quitándoselos, le agarró de la nuca con una mano, la otra la apoyaba en su espalda justo encima del culo, Oscar se aguantaba apoyando sus manos en la cama, se miraron a los ojos haciendo una pausa, como en el barco después de la puesta de sol, volvieron a ver el brillo de deseo, se besaron con pasión, él acercó la polla y sin cogérsela acertó con la punta en el agujerito de la vagina metiéndosela despacio hasta el fondo, ella gimió en su boca, él se empezó a mover, la lujuria los tenía atrapados, se deseaban, los cuerpos se movían dándose placer, los pulmones soltaban aire gimiendo y los ojos se atravesaban con unas miradas ardientes. Se aceleraron, se devoraban uno al otro y se corrieron a gritos, un largo orgasmo los dejó sin aliento.

Oscar se dejó caer a un lado, le dio un tierno beso en la cara y cerró los ojos apoyando su cabeza en el pecho de ella, Raquel también los cerró.

OSCAR: Ha sido maravilloso.

Raquel le dio un beso en la cabeza, Oscar sonrió y se fue quedando dormido cansado del viaje y el día de playa.