Caminos (15)

Después de pasar a comprar un par de botellas de vino...

Después de pasar a comprar un par de botellas de vino y algo para el postre, Raquel y Oscar se presentaron en la casa de sus jefes, se saludaron, ella se quedó con Susy y Oscar fue a llevar lo que habían traído a Gaby que estaba en la cocina. Susy le puso un vermut a Raquel sentándose las dos en el sofá.

RAQUEL: No veas como estuvo anoche Oscar, parecía otro.

SUSY: Por lo que parece te gustó.

RAQUEL: Que si me gustó nena, una dulzura, unas caricias, desprendía una seguridad en él mismo…

SUSY: Huy, huy, si no te conociera pensaría que te estás…

RAQUEL: ¿Qué dices loca?, estoy yo para aguantar hombres, como mucho utilizarlos.

Susy le miraba los ojos con una sonrisa y Raquel se los esquivaba nerviosa. Gaby guardaba en la nevera el postre que habían traído y Oscar abría una de las botellas de vino.

GABY: ¿Cómo te va con Raquel?

OSCAR: Bien, normal, como amigos supongo, bien.

GABY: A Susy y a mí nos gustáis como pareja.

OSCAR. ¡Eh!, para el carro amigo, salimos, nos lo pasamos bien, discutimos bien también, es divertido estar con ella, pero nada más, los dos lo tenemos clarísimo y por eso me encuentro a gusto con ella.

Gaby no insistió más, salieron al salón con los platos, Oscar volvió a por el vino, las chicas se levantaron y Susy con Gaby se miraron a los ojos, se entendieron a la primera, aquel par de descarriados iban por buen camino. Lo habían hablado, sabían que los dos tenían muchas heridas que cerrar, que era posible que nunca pudieran hacerlo y no llegaran a ser pareja, pero si se mantenían juntos, tal vez, solo tal vez, algún día serían capaces de mirarse a los ojos y sentir algo el uno por el otro. Habían pensado también en la posibilidad que se reconciliara con Marina, pero al dejarlo ella por otro era difícil, podía ser que a Oscar le interesara, no lo tenían claro, de momento lo que él expresaba era que no quería saber nada del amor ni de parejas.

Cenaron con risas, tomaron unas copas después y se fueron a dormir, Raquel entró con Oscar detrás a su habitación, se paró y se giró mirándole los ojos, se acercó a él poniéndole las manos en los hombros.

RAQUEL: ¿Tienes ganas esta noche?

OSCAR: ¿Ganas de qué?

Se sonrieron sin dejar de mirarse a los ojos, él le rodeó la cintura con sus brazos.

OSCAR: ¿Qué quieres hacer?

RAQUEL: Me gustaría que repitieras lo de ayer, me gustó mucho.

Oscar le besó los labios dulcemente y Raquel cerró los ojos sintiéndolo, se fueron desnudando uno al otro, se dejaron caer en la cama y follaron con tranquilidad, sin prisas, dándose cariño.

Tenían sus líos mentales, la experiencia hasta ese momento había sido negativa y ninguno de los dos se veía volviendo a amar, a querer a otra persona lo suficiente para interesarles pasar la vida con ella. Se sentían débiles, cuando se te rompe el corazón lo único que puedes hacer es recoger los trocitos, con el tiempo, otra vez el tiempo, el que es fuerte puede ir recolocando los trozos como un puzle, si consigue recomponerlo puede volver a sentir aprecio por otros, puede volver a abrirlo para que alguien lo vuelva a ocupar y dejar que otra persona le ayude a curarlo, a cerrar las últimas cicatrices y enamorarse de nuevo, volver a vivir, a vibrar, a sacarle todo el jugo a la vida y bebérselo trago a trago. Pero a otras personas les falta fortaleza y paciencia, recogen los trozos y los amontonan sin orden, que quede como quiera, no se preocupan de intentar ordenar un poco las piezas del puzle, ni tienen paciencia para hacerlo ni ganas, lo dejan herido, con cicatrices muy grandes que por sí solas no cierran, les da miedo dejar que alguien les ayude, si se encariñan les entra el pánico, creen que no podrán volver nunca más a dejar que se rompa, enamorarse es un riesgo de que eso pase, mejor tener a la gente lejos, no dejar que los sentimientos salgan, esconderlos, cerrarlos en una caja con un candado puesto y que salga el sol por donde quiera, no darán ninguna oportunidad a que nadie les vea ni toque ese corazón roto, roto está y roto se queda.

Marina pasó un fin de semana de sexo sin tregua, con uno, con otro, con los dos, en todas las posturas habidas y por haber, el domingo por la tarde volvía a su casa con una sonrisa y escocida, había sido un gran fin de semana, se sentía viva, con energía, deseada, satisfecha y haber satisfecho, el sexo era el refugio donde esconder sus fracasos.

Pasaban los días y las semanas, Oscar un par de miércoles al mes se dejaba ver por el local donde “trabajaba” Miriam, a esas alturas ya lo conocían y podía entrar en la zona privada o deambular por allí por donde quería, ella que ya sabía los días que iba lo esperaba, estuvieron tomando una copa con los sobeos pertinentes, cosa en la que Oscar también se había soltado, antes de entrar a la habitación ya le había tocado lo que podía y más. Aquella noche ocurrió algo, entraron a la sala oscura de siempre, Oscar se dirigía a la habitación y Miriam lo paró.

MIRIAM: Hoy te voy a enseñar un sitio “diferente”.

OSCAR: ¿Cómo de diferente?

MIRIAM: Confía en mí que te va a gustar.

OSCAR: Eso me da miedo, que me guste demasiado.

Miriam se acercó a un armario de color negro como todo en aquella sala y sacó dos mascaras venecianas que les cubrían toda la cara.

OSCAR: Ya me estás acojonando, hoy ni se me levanta ya verás.

Ella reía cogiéndole de la mano, se pusieron delante de una puerta y la abrió entrando en una zona que estaban rodeados de cortinas también negras y con bastante oscuridad, se sentían gemidos, abrió la cortina por un lado y entraron en una sala bastante grande sin ningún mueble, solo un suelo rojo muy acolchado y una tenue luz que lo iluminaba todo, la sala era circular, la fueron recorriendo cerca de las paredes, en el centro habían varias personas desnudas haciendo una orgía, más alejados del centro algunos tríos y al lado de las paredes parejas, Miriam se paró, le dijo que se desnudara y se estiraron los dos, Oscar no sabía dónde mirar, no había mucha gente pero sí podía ver claramente el grupo de tres chicos con dos chicas liándola en el centro, un par de tríos un poco más separados y cuatro parejas contándose ellos montándoselo cerca de las paredes.

OSCAR: ¿Esto qué es Miriam?

MIRIAM: Esto es lo que tiene más éxito aquí, hoy está tranquilo pero los fines de semana no se cave, a veces hay que poner a alguien en la puerta para controlar la entrada. Te explico cómo funciona, hay gente que viene a hacer una orgía, cuantos más son más en el centro se han de poner, otros hacen tríos, estos tienen que alejarse de la parte central, y también vienen parejas como nosotros que solo podemos esta cerca de las paredes.

OSCAR: Joder, me está costando entender esto.

MIRIAM: Es gente que le gusta que la miren, a veces vienen parejas, a lo mejor se les ofrece un chico o una chica para hacer un trío, pueden aceptarlo o no, si lo aceptan se colocan un poco más dentro de la sala y hacen lo que quieren.

Ella le pajeaba la polla, Oscar le daba vueltas a la cabeza pensando.

OSCAR: ¿Viene aquí Gaby?

MIRIAM: No tendría que decírtelo, pero sí, vienen a veces con su mujer, se colocan a un lado, creo que les gusta que les vean y ponerse cachondos viendo a los demás, siempre en pareja, conozco a chicos y chicas que se les han ofrecido para un trío y siempre los han rechazado, creo que es un matrimonio feliz que busca emociones controladas.

OSCAR: ¿Y puede entrar una persona sola?

MIRIAM: Sí, pero si no encuentra donde acoplarse lo echaran, puede estar un rato pero no se puede quedar haciéndose una paja mirando a los otros por ejemplo, o interactúa o se va.

Ese día el polvo fue tremendamente morboso al sentirse observado sin saber por quién, volviendo para su casa pensó en sus amigos, ahora entendía lo que querían decir cuando buscaban situaciones morbosas, aquella lo era mucho y te desinhibía, follar viendo como otros te miraban o pasabas de todo y te concentrabas en lo tuyo o no se te levantaba la polla ni con una grúa.

Tony se había acercado al grupito de amigas de Marina, poco a poco fue cogiendo confianza con ellas, su intención era sacarles información y lo consiguió, tomando un café con Rosa que era una de las chicas con las que Marina tenía más confianza se lo dijo, Marina se había enamorado o estaba muy cerca de hacerlo de un tipo que por lo visto era muy atractivo y tenía una casa de la hostia. A Tony le estaban dando de su propia medicina, lo que había hecho él casi toda su vida, conocer a una chica que le gustaba, flirtear con ella, hacerse ver, crear un vínculo de confianza, entrar a controlar sus emociones y follar. Eso podía pasar en un par de días o en semanas, con solteras sin compromisos todo era más rápido,  con chicas que tenían novio o estaban casadas se lo había de trabajar más. Con Marina todo había sido tan diferente, le llamaron la atención sus ojos y carita triste, cuando le empezó a devolver las miradas a los ojos fue él quien sintió algo dentro, se estaba enamorando de alguien que casi no conocía, sabía que estaba casada pero la tristeza que se le veía tenía que ser porque no estaba contenta con su vida, intentó acercarse a ella de varias formas pero nunca pudo entablar una conversación, la primera vez que lo hizo en la fiesta de navidad y con algún cubata de más se sorprendió de cómo acabó aquella noche, no podía imaginarse que pudiera comerle el coño la primera vez, después todo fue más fácil, realmente su matrimonio estaba roto y no hacía cuatro días, llevaba años así.

Ahora era él quien estaba en el otro lado, enamorado, deseando que fuera su pareja y ella poniéndole los cuernos, sin tener ninguna relación pero era como él se sentía. Pensaba que tal como se había separado de su marido caería en sus brazos, su reacción le sorprendió, desde el primer momento tenía la sensación que lo utilizó, fue la excusa perfecta para dejar a su marido y hacer lo que le dio la gana con su vida, ¿cómo podía ser que alguien a quien le costó tanto acercarse, que hacía la pinta de ser muy mojigata en el sexo, el primer día se dejara comer el coño?, empezaba a tener dudas si él fue el cazador o el cazado.

Marina seguía con su vida, ella no tenía la sensación de estar enamorada de Javier, los sentimientos se le murieron hacía tiempo pero él era capaz de darle algo diferente, puede que fuera por la calidad de vida que tenía aquel hombre o por lo que le estaba enseñando en el sexo que ella se sentía atraída, salía algunas veces entre semana con las amigas pero no tenía el deseo de follar con nadie, lo guardaba todo para el fin de semana con Javier. Solo con Tony tenía a veces algo pero era más por agradecimiento que por otra cosa, poco a poco se estaba distanciando de él pero no le importaba demasiado.

Oscar se encontraba en un buen momento, sus padres y la familia estaban bien, no se metían en sus “cosas” y a él le parecía perfecto. Sus amigos le apoyaban y eran una columna a la que sujetarse en los momentos más flojos, con Raquel se lo pasaba bien saliendo un par de veces a la semana como mucho discutiendo, hablando, riendo y follando, y Miriam era su diosa del sexo, la que le abría nuevas puertas para descubrir. Lo único que lo desestabilizaba era que le hablaran de sentimientos, de enamorarse de nuevo, de querer a alguien, del futuro en pareja, buff, se le ponían los pelos como escarpias solo de pensarlo.

Raquel hablaba mucho con Susy, más que nada porque ella la buscaba, un día le dijo para ir a comer algo juntas a media mañana y se sentaron en una cafetería.

SUSY: ¿Cómo va con Oscar?, hace días que no tengo noticias ni por tú parte ni por la suya.

RAQUEL: Como siempre, ya lo sabes, vamos saliendo y no nos lo pasamos mal, pero nada más.

SUSY: Bueno, eso de nada más, sé que estas contenta con él en la cama, que ha cambiado mucho.

Raquel miró por el ventanal pensando antes de volver a mirarle a los ojos.

RAQUEL: Sinceramente, cuando cenamos en vuestra casa la primera vez, pensé que me iba a durar dos días, que desastre de hombre en casi todo, las discusiones que teníamos, madre mía, sinceramente no daba un duro por él.

SUSY: ¿Y qué pasó?

RAQUEL: Pues que lo veía tan buena persona, tan triste, que pensé en ayudarle. ¿Sabes que me pidió ayuda para tratar a las mujeres?, para follar nena, que yo le enseñara a follar cuando estaba más tiempo que él a dos velas.

SUSY: Pues tan mal no te fue.

RAQUEL: Fue él que cambió casi de un día para otro, te prometo que me pilló por sorpresa, un día va y me dice que estaba guapa cuando hasta ese momento no me había dicho ni por ahí te pudras, le dejé la iniciativa como hacía siempre en la cama y me pegó un polvazo increíble. Así que tranquila que sexualmente estamos más que bien.

SUSY: ¿Te gusta?

RAQUEL: Lo considero un buen amigo, discutimos mucho pero puedo tener confianza con él.

SUSY: ¿Podréis llegar a enamoraros?

Raquel volvió a pensar apartando la mirada.

RAQUEL: Creo que los dos estamos demasiado jodidos para darnos más de lo que nos damos.

SUSY: No podéis renunciar al amor, a querer a alguien como para desear compartir tú vida con él, alguien a quien darle cariño, sentir que te lo dan, cuidar uno del otro. Estar enamorada para mí es vida, si no lo estuviera me faltaría algo.

RAQUEL: Yo lo veo justo al revés de cómo lo ves tú, para mí enamorarme sería perder confianza, sentirme mal, tener miedo al fracaso, estar esperando cada día a ver cuando me vuelven a hacer daño, volver a recogerme en trocitos y pasarlo mal mucho tiempo, una mierda vamos.

SUSY: Yo tengo la sensación que os falta algo para ser felices, puede que no sea entre vosotros, puede que la persona adecuada todavía no la conozcáis, pero estoy segura que hasta que no consigáis darle la vuelta a lo que pensáis sobre los sentimientos no seréis totalmente felices.

RAQUEL: A todo te acostumbras Susy, tú piensas en amar y ser amada, yo en que no me hagan daño.

Susy y Gaby habían querido ayudarlos, conocían sus historias y pensaron que si los presentaban y eran capaces de salir unas cuantas veces les podría ir bien, en lo que no pensaron era en lo dañados que estaban, los sentimientos, las ideas, lo que piensa cada uno en su interior no se puede saber. Cuando creyeron que habían hecho lo más difícil, que era conseguir que se conocieran mejor y que salieran juntos, se dieron cuenta que aquello era la punta del iceberg, interiormente estaban muy destrozados y ellos no podían hacer nada más. Solo el tiempo diría si serían capaces de evolucionar, reconstruirse y volver a ser felices.

Durante aquella semana un día quedaron para comer juntos cuando se vieron por la mañana, Raquel le quería comentar algo.

RAQUEL: Estamos cerca del verano, ¿ya sabes que vas a hacer en las vacaciones?

OSCAR: Supongo que lo de siempre, quedarme en casa, aburrirme y esperar que se acaben.

RAQUEL: ¿Pero es que tú no disfrutas con nada?

OSCAR: Con muy pocas cosas.

RAQUEL: Dime una.

Oscar pensaba, ella delante le miraba, él levantaba la cabeza como buscando una respuesta dentro de su cabeza, Raquel cerraba los ojos levantando las cejas con paciencia.

RAQUEL: Mira es igual…

OSCAR: Salir contigo.

RAQUEL (sorprendida): ¿Qué?

OSCAR: Algo que me hace ilusión, salir contigo, ir a cenar, hablar, pelearnos, hacer las paces…

RAQUEL: Sobre todo hacer las paces.

OSCAR: Sí, eso me gusta mucho.

RAQUEL: Eres un cerdo.

OSCAR: Ya empezamos.

Estuvieron un rato en silencio comiendo, ella pensaba y dudaba si decírselo.

RAQUEL: Quiero reservar un hotel o un apartamento en Ibiza para pasar las vacaciones, hace años que no salgo y tengo ganas de hacer unas buenas vacaciones, me han dicho que es una isla muy bonita y me apetece conocerla.

OSCAR: También dicen que se folla mucho.

RAQUEL: ¿Por qué no, si se pone a tiro?

Oscar se encogía de hombros, Raquel le miraba a los ojos.

RAQUEL: Ven conmigo.

Él dejó de comer mirándola en silencio, ella esperaba una respuesta.

OSCAR: No puedo.

RAQUEL: ¿Cómo que no puedes?, podrías darme una escusa mejor idiota, ¿qué coño es eso de que no puedes?

OSCAR: Que tengo muchos gastos, Susy se empeñó en que me cambiara el coche y calculo que me llegará en septiembre.

RAQUEL: ¿Y qué pasa, lo tienes que pagar de golpe?

OSCAR: No, lo he financiado para no gastar el dinero que tengo ahorrado.

RAQUEL: Entonces no tienes problemas capullo, lo que pasa es que no quieres pasar unas vacaciones conmigo, lo entiendo eh, no creas que te quiero obligar, pero esto te pasa por mentirme.

OSCAR: Ya te estás pasando de lista, ¿se puede saber en qué te he mentido?

RAQUEL: Coño, en decirme que te hacía ilusión salir conmigo, se coge antes a un mentiroso que a un cojo.

Se quedó serio y en silencio, ella tenía ganas de seguir con la discusión.

OSCAR: Te prometo que en eso no te he mentido, si no saliera contigo mi vida sería bastante más mierda de lo que ya lo es, reservar un restaurante, ducharme, elegir la ropa, ir a buscarte, me hace ilusión Raquel, toda la parafernalia antes de verte me hace ilusión, hablar, reír, discutir, mirarte, abrazarte, besarte, acariciarte, todo eso me hace ilusión, me hace sentir que mi vida no está tan mal, que tengo alguna cosa bonita que hacer para no irme a la mierda del todo.

Raquel lo miraba con la boca medio abierta sorprendida, en ningún momento llegó a pensar que pudiera ser tan importante para él. Le miró a los ojos susurrándole.

RAQUEL: A mí me hace ilusión que vengas de vacaciones conmigo.

OSCAR: Vendré.

RAQUEL: ¿Cómo dices?

OSCAR: Que iré de vacaciones contigo a Ibiza o donde quieras.

Se quedaron en silencio de nuevo ocupándose cada uno de su plato, pasó un ratito.

RAQUEL: No me ha costado mucho convencerte, eres un flojeras.

OSCAR: Porque me has dado pena, si estabas a punto de llorar porque no quería ir contigo.

RAQUEL: Serás imbécil, ¿yo llorar?, si el que estaba hecho polvo eras tú que casi te declaras.

OSCAR: Lo ves como eres una desagradecida, te digo lo que pienso y tú te ríes en vez de agradecerme que sea sincero contigo.

RAQUEL: Huy sí, cuanto sentimiento y cuanta sinceridad, si soy yo que te hago un favor dejándote venir conmigo.

OSCAR: Cabrona, me has dicho que te hacía ilusión que fuera contigo.

RAQUEL: Ya te lo he dicho, para hacerte un favor.

OSCAR: Pues a mí no hace falta que me hagas favores, no los necesito para nada.

RAQUEL: Deja de hacer el inútil, ¿vas a venir conmigo de vacaciones o no?

OSCAR: Sí.

RAQUEL: Pues vale.

Se volvieron a callar escapándosele una risilla a cada uno.