Caminos (14)

Viernes, último día de la semana, se respira otro ambiente...

Viernes, último día de la semana, se respira otro ambiente, la mayoría de la gente está a punto de empezar el fin de semana y se le ve más contenta, con mejor humor, había poco trabajo y unos cuantos estaban hablando cuando vio a Raquel, se separó del grupo para hablar con ella.

OSCAR: Buenos días, ¿has tomado una decisión?

RAQUEL: Buenos días, ¿sobre qué?

OSCAR: Por favor Raquel.

Le miraba a los ojos con una sonrisa, ella no le apartaba la mirada.

RAQUEL: ¿Quieres ver las braguitas para saber de qué color las llevo?

OSCAR: Te quiero ver a ti esta noche.

Se le escapó una sonrisilla de orgullo de que quisiera salir con ella.

RAQUEL: Me ha llamado Susy para que cenáramos con ellos y nos quedáramos a dormir.

OSCAR: ¿Y qué le has contestado?

Se miraban a los ojos intensamente.

RAQUEL: Que esta noche teníamos planes tú y yo. Que si quería podíamos quedar mañana.

OSCAR: ¿Te he dicho alguna vez que eres muy guapa?

A Raquel le sorprendió tanto el cumplido que se puso nerviosa, le miraba a los ojos sin saber que decirle, era la primera vez que le decía algo bonito serio, consciente de hacerlo.

RAQUEL: Que bien sabes quedar cuando te interesa algo.

Se sonrieron y se fue cada uno a su trabajo, cuando se vio con Susy le comentó los planes que habían hecho con Raquel quedando para cenar los cuatro el sábado.

Raquel tenía que ordenar unas cosas en el almacén, hacía años que acabó con su última relación “seria”, se había equivocado siempre, lo suyo no era escoger bien las parejas. De joven salió con varios chicos acabando mal con todos, tenía una habilidad especial para enamorarse de los más cabrones, siempre les gustaron los chicos malotes, recordaba cómo una vez salió con un compañero que era muy buena persona, tal vez demasiado, estaba tan enamorado que era ella la que decidía todo lo que hacían, no duraron nada, se aburrió de él, fue el único de los que recordaba que tenía un buen corazón. Los demás todos la putearon, parecía que los buscaba expresamente, eran guapos pero se les veía de lejos la chulería y lo hijos de puta que llegaban a ser, pero eso a ella le ponía, se equivocó con la primera relación de casi tres años que tuvo, con la siguiente se llegó a casar, duraron cuatro días de lo golfo que era el tío, y con la última llegaron a convivir un tiempo, era muy bueno en la cama, pero en nada más, el día que borracho le levantó la mano sin llegar a pegarle salió de aquella casa para no volver nunca más. Convencida de que enamorarse no valía la pena se pasó mucho tiempo sin estar con nadie, solo algún rollo esporádico cuando se lo ponían muy fácil, nada de volver a repetir con el mismo, no quería ni pensar en la posibilidad de enamorarse.

Ahora con Oscar era algo especial, habían salido varias veces, bastantes veces para lo que estaba acostumbrada, no quería repetir con el mismo, pero era eso, algo especial, no sabía porque a él lo vio diferente, tan perdido al principio, las discusiones por el carácter de los dos que eran capaces de decirse de todo y al rato estar como si no hubiera pasado nada, estaba cómoda sabiendo su plan de vida, pasaba de todo y a su bola. Por supuesto no tenía intención de enamorarse, se lo pasaba bien con buenas conversaciones, tenía sexo y sobre todo era buena persona, muy diferente a los cabrones que había conocido hasta ese momento, pero es que era tan rarito el hombre, no sé cuantas veces tuvieron que salir y acostarse para que le dijera por primera vez que la veía guapa, tenía menos tacto que un calamar, pero después de conocer a hombres que la alagaban desde el primer día y cuando menos se lo esperaba le daban por culo, pues ya le estaba bien salir con él algunos días.

Cuando bajó de su apartamento aquella noche Oscar la esperaba al lado de su coche, se había puesto un vestidito que le realzaban las tetas, no es que tuviera muchas pero con según que vestidos conseguía dar el pego. Él llevaba una americana con una camisa debajo sin corbata y la esperaba con una sonrisa, se saludaron con dos besos muy cerca de los labios.

RAQUEL: Te has puesto muy elegante hoy.

OSCAR: Tú también, es bonito el vestido.

Entraron en el coche y Oscar lo puso en marcha.

RAQUEL: Me estoy preocupando, esta mañana me has dicho que estaba guapa y esta noche que el vestido es bonito, eso no es normal en ti, ¿te encuentras bien?

OSCAR (riendo): Debe ser porque estoy contento.

RAQUEL: ¿Te ha tocado la lotería?

OSCAR: No, me siento mejor, sin tanta mierda en la cabeza y es como si pudiera ver con más claridad lo que tengo delante, y como te tengo a ti pues te digo lo que veo, me parece que antes no veía nada.

RAQUEL: ¿Estás contento con tú vida?

OSCAR: Eso mismo, tú lo has dicho, es como si poco a poco estuviera encontrando mi lugar, ahora mismo me siento contento.

Cuando acabaron de cenar volvieron al coche.

OSCAR: ¿Quieres ir algún sitio a tomar una copa?

RAQUEL: A mi casa.

OSCAR: Si vamos a tú casa lo más probable es que nos quedemos sin copa.

Ella se estiró y le besó los labios pasándole una mano por la nuca.

RAQUEL: Vamos a casa, hoy te mereces algo especial por haber estado tan atento.

OSCAR: Mira que si al final aprendo a tratar a las mujeres.

RAQUEL: Progresas adecuadamente pero no te vengas arriba.

Salieron riendo, la cena fue divertida y los dos estaban en un buen momento.

Entraron en el apartamento, él se quitó la americana dejándola en el recibidor y la siguió hasta el salón, se acercó despacio a ella, le acarició la cara y la besó con ternura, le miró fijamente a los ojos.

OSCAR: Vamos a tú cama por favor.

Raquel como era su actitud habitual cuando estaban en esa situación no le dijo nada, le agarró de la mano y le acompañó a su habitación, mientras lo hacía pensaba que a Oscar lo veía diferente, su sexto sentido le decía que algo había pasado, solo con aquellos pasos que dio para acercarse a ella y besarla con aquella seguridad como lo hizo había cambiado, con más confianza. Al pararse delante de su cama le volvió a mirar a los ojos, su mano se posó de nuevo en su cara acariciándosela, sus besos tranquilos, sin prisas, mordiéndole suavemente los labios, pasándole la lengua rozándola con la suya, las caricias por la espalda y los lados de los pechos sin dudar la estaban poniendo caliente, por primera vez se le estaban mojando las braguitas por la acción directa de Oscar, ella levantaba la cabeza y él aprovechaba para besarle el cuello.

OSCAR: Que bien hueles, me gusta el olor y la suavidad de tú piel.

Raquel no decía nada, pero estaba vez no era para ver qué es lo que hacía él, no le salían las palabras sorprendida por cómo se estaba comportando, parecía otro Oscar. Le estaba bajando la cremallera por la espalda del vestido y no se había dado ni cuenta disfrutando de las caricias de sus labios, mientras sus brazos sin ser ella consciente le rodeaban su cuello. Se separó un poco y le fue bajando lentamente los tirantes del vestido, le dejó las tetas al aire y siguió bajándoselo ayudándola a quitárselo sin engancharlo en sus zapatos, la besó pasándole el reverso de una mano por encima de una teta, le dio un escalofrío, Oscar, aquel desastre de hombre que había conocido íntimamente unas semanas antes, que era incapaz de aguantarse sin correrse a la que ella se le insinuaba un poco, lo tenía allí delante sin decirle nada llevando toda la iniciativa, y lo bien que lo estaba haciendo, la tenía cachonda perdida, ella le desabrochó la camisa, él ayudó a quitársela, le besó el cuello haciendo que ella apartara la cabeza para dejarle sitió, puso la suya al lado de su oído susurrándole.

RAQUEL: Que bien lo haces, esto me lo tienes que exp…

Él le tapó la boca con un dedo mirándole con una sonrisa a los ojos, le besó un hombro y bajó a comerle una teta, se la agarraba por la parte de abajó levantándosela y con la lengua jugaba con el pezón, Raquel se agarraba a su espalda y dejaba ir un pequeño gemido, él con la otra mano le agarraba el culo apretándola contra su cuerpo sin dejar de lamerle los pezones. Se separó llevándola con las manos en la cintura estirándola en la cama, se desnudó del todo, le quitó los zapatos, le agarró el tanga por los lados y se lo bajó deslizándolo por sus piernas sin dejar de mirarla, ni un comentario, hablaba con la mirada, tranquilo, seguro de cada paso que daba, dejó caer el tanga al suelo y se fue colocando encima de ella que lo recibió abriendo las piernas para que él se fuera acomodando, más besos, más caricias de su lengua y sus manos, Raquel cerraba los ojos para agudizar los sentidos y sentir cada roce sobre su piel.

Una mano le fue subiendo por un muslo, un dedo se posó en el perineo subiendo lentamente resbalando entres sus humedades, dejó ir un largo gemido levantando un poco el culo de la cama, al dedo le sustituyó la punta de la polla que le fue buscando la vagina introduciéndose lentamente, otro largo gemido se apoderó de ella, cuando abrió los ojos se encontró con los de Oscar delante mirándole atentamente la cara, ¿la estaba observando?, ¿estaba mirando si disfrutaba?, se empezó a mover dentro de ella y no se preguntó nada más, le rodeó con sus brazos, él se apoyó con las manos en la cama levantando el tronco y movía las caderas lentamente, jugando con el miembro dentro de su sexo, aquel placer tan dulce no lo había conocido ni con su marido ni con ninguno de los patanes que se cruzaron en su vida, algún rollito que tuvo le hizo algo parecido pero lo que estaba sintiendo en esos momentos con Oscar no se lo podía creer, si hacía cuatro días como aquel que dice que no sabía ni donde tenía la polla, ¿cómo se podía estar comportando esa noche de esa manera?

Un grito que salió de su propia garganta la sacó de sus pensamientos, una de sus manos moviéndose por su cuenta le agarró el culo apretándoselo, él seguía moviéndose entre sus piernas bajando y subiendo el culo follándosela a la vez que una mano le acariciaba la cara, ella no paraba de gemir, movía sus caderas para ayudarle en sus penetradas, aquella mano en su cara, aquella dulzura, el cariño que le transmitía, era tanto, un primer latigazo de placer le subió por todo el cuerpo, giró la cara mordiéndole la mano, besándola y lamiéndola mientras otro trallazo de gusto le volvía a hacer gritar, él aceleró golpeando en su coño, empotrándola contra la cama, su cabeza se perdió, se quedó en blanco como sus ojos, todo era placer, todo eran gritos, podía oír los de Oscar y como le estaba mojando a presión su sexo, en cada penetración un gusto enorme le hacía gritar y un chorro de semen se desparramaba por su coño, ella se agarraba con más fuerza a su espalda y a su culo. Poco a poco el orgasmo se fue diluyendo, abrió los ojos y tenía a su amante mirándole la cara de muy cerca, la besó con ternura separándole con dos dedos el pelo de su cara, se puso a su lado pasándole un brazo por encima para tenerla cerca de él.

OSCAR: ¿Te importa si me quedo esta noche contigo?

Ella le pasó un brazo por el cuello, él apoyó la cara en su hombro cerrando los ojos.

RAQUEL: Claro que no, haz lo que quieras.

Se puso de lado abrazándolo ella también y le dio un beso en la frente, él parecía quedarse dormido, ella no podía cerrar los ojos pensando en lo que había pasado desde que pusieron los pies en su apartamento. El cambio que había hecho aquel hombre no era normal, tal vez como se había comportado aquella noche lo tenía dentro en algún rincón olvidado y el que no era él fue aquella persona temerosa del principio, fuera como fuera era otro hombre, capaz de transmitir ternura, cariño, le había hecho sentir por cada poro de su piel, la rodeó con un aura de placer de donde no pudo salir, solo dejarse llevar disfrutándolo. Le volvió a besar la frente y él dormido se abrazó más fuerte a ella.

Marina llegó a la casa de Javier, como la semana anterior se llevó algo de ropa para pasar el fin de semana, él la esperaba en la puerta como era habitual y entraron juntos en el salón. En un sofá había sentado un hombre que al verlos se levantó dirigiéndose a ellos, el tipo era muy guapo y parecía un modelo de lo bien que vestía y el cuerpo que tenía, se paró delante de ella y se presentó, se llamaba Alberto y la saludó con dos besos, Javier le dijo que lo había invitado también a cenar para no estar tan "solos", ella le miró los ojos, sabía perfectamente para "qué" lo había invitado, subió la bolsa a la habitación de Javier y volvió a bajar, pasó por delante de Alberto que se estaba tomando algo sentado en el sofá, fue hasta la cocina donde estaba Javier acabando de preparar la comida de aquella noche, se dieron un piquito.

JAVIER: ¿Qué te parece Alberto?

Marina cogió un trozo de zanahoria de la ensalada comiéndosela.

MARINA: Muy guapo, ¿por qué lo has invitado?

JAVIER: Lo sabes de sobra.

MARINA: No sé si me voy a atrever.

JAVIER: ¿Tú sabes lo que daría cualquier mujer por estar con un tipo como él?, te aseguro que no lo dejan en paz.

MARINA: Con él y contigo.

JAVIER: Se valiente y verás el placer que puedes llegar a sentir.

MARINA: Desde luego los hombres que tengo esta noche para mí valen la pena.

Javier le sonreía.

JAVIER: Esa es mi Marina, ya verás cómo no te arrepentirás.

Oscar se despertó con Raquel al lado mirándolo.

OSCAR: Buenos días, ¿no te has levantado?

RAQUEL: No quería molestarte, te veía dormir tan bien, ¿desayunamos?, tengo hambre.

Se levantaron y se ducharon juntos, prepararon el desayuno entre los dos y se sentaron.

RAQUEL: ¿Te pasaba algo anoche?

OSCAR: No, ¿me viste raro?

RAQUEL: A ver, raro lo eres siempre, pero es que ayer estuviste muy bien.

OSCAR: Tú sí que eres rara que te quejas de todo, cuando no estoy bien porque no lo estoy y cuando estoy bien porque lo estoy, no te aclaras chica.

RAQUEL: Tú sí que no te aclaras, menudo lio te has hecho que no me he enterado de nada.

OSCAR: Olvídate, ¿por qué dices que estuve bien?

RAQUEL: No sé, te vi muy cariñoso, muy dulce…

OSCAR: ¿Estuve cariñoso y dulce contigo?, debí tener un bajón.

RAQUEL: Y te dormiste entre mis brazos buscando refugio.

OSCAR: ¿Refugio?, pero que refugio, ¿qué dices tía?

RAQUEL: Que me abrazaste tanto para dormir que parecías un niño buscando a su mamá.

OSCAR: Cuando me duermo no sé lo que hago.

RAQUEL: Lo ves como eres más raro que un perro verde.

OSCAR: Perdona pero la que está diciendo tonterías sin parar esta mañana eres tú.

RAQUEL: Anda a la mierda niño, contigo no se puede hablar.

OSCAR: Vete tú primero y ya si eso te seguiré más tarde.

Se callaron refunfuñando cada uno por un lado, acabaron de desayunar y después de ayudarle a limpiarlo todo se despidió.

OSCAR: Me voy, que ya hemos discutido bastante por hoy.

RAQUEL: Oye, me pasarás a buscar esta tarde para ir a la casa de Susy, ¿no?

OSCAR: Claro, ya me dirás la hora.

RAQUEL: Tendrías que comprar un par de botellas de vino, siempre lo ponen todo ellos y parecemos dos gorrones.

OSCAR: ¿Y las tengo que comprar yo, donde está escrito eso?

Se quedaron mirando, entendieron que ya habían discutido bastante, a veces parecía que no querían parar de hacerlo.

OSCAR: Te vengo a buscar pronto y las compramos los dos juntos.

Raquel bajó la cabeza confirmándoselo con una sonrisa, el se iba a girar para irse.

RAQUEL: Espera.

Oscar se giró y ella se acercó, le acaricio la cara y le dio un beso en los labios.

RAQUEL: Gracias por la noche tan bonita que me hiciste pasar ayer.

OSCAR: De nada, cuando quieras repetir ya sabes donde tienes este cuerpo serrano.

Rieron mientras él se iba y ella lo miraba aguantando la puerta.

Cuando acabaron de cenar los tres, los chicos se levantaron estirando una mano cada uno ofreciéndosela a Marina, ella las agarró y caminaron buscando la habitación de Javier.

MARINA: Que chicos más guapos y educados.

ALBERTO: Nuestra princesa se lo merece.

Javier sonreía, llegaron a la habitación, los dos se pararon delante de ella, Marina no sabía qué hacer. Los chicos se desnudaron lentamente quedándose totalmente en pelotas, ella los miraba, era la primera vez en su vida que se le estaban ofreciendo dos hombres, y que hombres, se quitó el vestido, los zapatos, el sujetador y para acabar se fue bajando despacio las braguitas tirándolas a un lado. Ellos se acercaron, se besó con Javier mientras Alberto le acariciaba la espalda, separó los labios de uno y besó al otro, les acarició el pecho, bajó la  mano y les agarró la polla, una en cada mano pajeándolas despacio, notaba como crecían y se ponían duras, se agachó y se metió una en la boca mientras pajeaba la otra más fuerte, fue cambiando de polla. Javier la cogió en brazos llevándola a la cama, Alberto le fue abriendo las piernas metiendo la cabeza en medio para comerle el coño, Javier se colocó a su lado dejándole la polla delante de la boca, Marina no dudo y se la empezó a chupar, Alberto se notaba que sabía cómo comérselo, le estaba dando un gustillo que le hacía gemir flojito metiéndose la polla de Javier todo lo que podía succionándola. Cuando la pusieron calentita Javier se estiró boca arriba, ella se subió cabalgándolo y Alberto se puso de pie encima de la cama para que se la comiera, Marina alucinaba, más excitada no podía estar, se estaba follando a uno y le estaba pegando una mamada de la hostia a otro tío que estaba más bueno que el queso, sin darse cuenta se aceleraba gimiendo más fuerte, solo de pensar lo que estaba haciendo la excitaba tanto que se corrió teniéndose que sacar la polla de la boca para gritar. Javier le acarició la cara.

JAVIER: ¿Te lo pasas bien preciosa?

MARINA: Joder, ¿cómo me lo voy a pasar?, esto es increíble.

Le dejó un momento para que se recuperara, se estiró Alberto y Javier le hizo un gesto con la cabeza para que se lo follara, le pasó una pierna al otro lado de su cuerpo, se sentó encima de su polla metiéndosela en el chochete que lo tenía encharcado de la corrida, se fue moviendo, Alberto la abrazó haciéndole bajar el tronco, ella le besaba el cuello y los labios cuando notó los dedos de Javier que le estaban lubricando el agujerito del culo, cerró los ojos pensando en lo que le iban a hacer, podía más el morbo y las ganas de tener nuevas experiencias sexuales que el dolor que pudiera sentir, se relajó lo que pudo y notó la punta de la polla de Javier como se la restregaba por su culo, Alberto se movía con toda metida dentro de su vagina muy lentamente dándole gustillo, se la estaba colocando bien por detrás y despacio se le fue abriendo el culito dejando paso al glande de Javier hasta que se lo metió entero, Marina cerró los ojos aguantando un poco de dolor, ellos la acariciaban y poco a poco notaba como se la iba metiendo más profundamente, resopló un par de veces y el pubis le tocó el culo, se la sacó un poco y le entró la de la vagina, salió de la vagina y volvió a entrar hasta el final la del culo, fueron cogiendo ritmo sacando y metiendo polla coordinados, a ella el dolor inicial se fue convirtiendo en placer, dos tíos que estaba buenísimos estaban haciendo un bocadillo con ella dándole un placer tremendo. Los cuerpos se movían, unas manos le amasaban las tetas y otras el culo, dos pollas se la estaban follando, la excitación la tenía por las nubes, pegó un grito y se volvió a correr, ellos siguieron sin darle tregua, el orgasmo no se quería ir, pegaba un grito detrás de otro, en su vida había sentido semejante placer, el cuerpo se le iba debilitando, los chicos gemían más fuerte y se le corrieron en los dos agujeros a la vez gritando los tres como desesperados, cayó a un lado exhausta saliéndole leche de los dos agujeros, se duchó y volvió a la cama, se puso un hombre a cada lado, la arroparon y se quedaron dormidos los tres.