Caminos (10)

Oscar se duchó y buscó un perfume...

Oscar se duchó y buscó un perfume que Marina le había regalado hacía mucho tiempo para ponérselo, se vistió y se preocupó de verse bien para salir a buscar a Raquel. Llegó a la puerta de su casa diez minutos antes, con la intención de ser puntual llegó demasiado pronto.

Ella estuvo pensando un buen rato ya duchada y en albornoz mirando el cajón abierto de la ropa interior si hacerle una broma y ponerse otras bragas de color carne, se puso guapa y un vestidito que le sentaba bien, calculó el tiempo y bajó de su apartamento diez minutos tarde. Oscar la esperaba de pie al lado del coche mirando la hora, cuando la vio le pareció que estaba muy guapa, se acercó a ella.

OSCAR: ¿Te puedo dar dos besos?

RAQUEL: Eso no se pregunta hombre, se hace.

Le dio un beso en una mejilla y al cambiar de lado el otro se lo dio en los labios.

RAQUEL: Eh, me has dicho dos besos cara dura.

OSCAR: ¿No te he dado dos besos?

RAQUEL: Pero se supone que tenían que ser en las mejillas.

OSCAR: ¿No me acabas de decir que no pida permiso ostia?, me vas a volver loco.

Raquel reía y él le abría la puerta del coche para que entrara. Se sentó en su lado y puso el coche en marcha.

RAQUEL: ¿Dónde me vas a llevar?

OSCAR: A cenar.

RAQUEL: Eso ya lo sé, ¿pero dónde?

OSCAR: Pues a un restaurante, ¿donde quieres que te lleve?

Ella movía la cabeza de lado a lado soplando.

OSCAR: ¿Qué?, ya estás perdiendo la paciencia conmigo.

RAQUEL: Tío es que eres la ostia. Y esa colonia o perfume que te has puesto tíralo.

OSCAR: ¿No te gusta?

RAQUEL: Si te digo que lo tires, ¿a ti que te parece?

OSCAR: Cómprame tú uno que te guste.

RAQUEL: Si hombre, ¿tú te crees que soy tú niñera o qué?

OSCAR: Ya empezamos.

RAQUEL: Claro tío, es que dices unas cosas.

Oscar reía, ya empezaba a conocerla.

OSCAR: Y porque me cambias la hora para quedar a las nueve si luego llegas tarde.

RAQUEL: Para que sepas como somos las mujeres.

OSCAR: Contigo voy a hacer un máster en dos días.

Rieron y cenaron con una divertida conversación picándose el uno al otro, cuando acabaron Oscar la llevó a su casa, paró el coche y se miraron a los ojos.

RAQUEL: ¿Quieres subir?

OSCAR: ¿Tú quieres que suba?

RAQUEL: No te he dicho que tomes decisiones, esta es muy fácil, sí o no.

OSCAR: ¿Para qué quieres que tome decisiones si después tú haces lo que te sale del coño?

Ella resoplaba torciendo los ojos.

RAQUEL: Haz lo que te salga de los cojones.

Abrió la puerta del coche.

OSCAR: Subo, subo.

Entraron en su apartamento, Raquel cerró la puerta y apoyó la espalda en ella mirando a Oscar, él le devolvía la mirada sin saber qué hacer.

RAQUEL: Ven aquí anda.

Oscar se acercó y ella le acarició la cara besándole los labios, los separó y le miró las manos que las tenía estiradas al costado del cuerpo, se las cogió y se las puso ella misma en la espalda.

RAQUEL: Agárrame coño o es que lo voy a tener que hacer todo yo.

Se volvieron a besar, esta vez con ella acariciándole la cara con una mano y con la otra pasándosela por detrás de la nuca, él le apretaba la espalda, el beso se alargaba y fue bajando las manos hasta agarrarle el culo apretándoselo.

RAQUEL: Desde luego, tú o no llegas o te pasas, no tienes punto medio tío.

OSCAR: ¿Qué he hecho de malo ahora?

RAQUEL: ¿Qué piensas hacer?

OSCAR: ¿Con qué?

RAQUEL: Conmigo idiota, ¿con que va a ser, con el fregadero?

Se separó nervioso mirándola.

OSCAR: Pues a esto me refería cuando te pedía ayuda, ¿qué hago, si no sé ni por dónde empezar?

RAQUEL: Pues el otro día no tardaste nada en meterme en tú cama.

OSCAR: Es que aquí no sé donde está.

Le dio un ataque de risa por la respuesta, el bajaba la mirada pensando que estaba haciendo el ridículo. Ella estiró un brazo ofreciéndole la mano.

RAQUEL: Ven aquí.

Él le agarró la mano y ella estiró para que se acercara besándole los labios.

RAQUEL: Arrodíllate.

OSCAR: ¿Qué?

RAQUEL: Ya lo has oído, que te arrodilles.

OSCAR: ¿Para qué?

RAQUEL: Para adorarme que soy tú Diosa, arrodíllate joder de una vez.

Oscar no entendía nada y ella pensaba que no podía dejar de cachondearse de él, es que se lo ponía a huevo el tío. Se arrodilló mirando para arriba esperando a ver qué le decía.

RAQUEL: ¿No se te ocurre nada que hacer?

OSCAR: Como no quieras que me ponga a rezar.

Miró para arriba levantando las cejas, como podía ser tan inocente aquel hombre.

RAQUEL: Que te metas debajo de la falda me quites las bragas y me comas el coño hasta gastármelo a lengüetazos ostia, que poca iniciativa por Dios.

Oscar le miró el vestido y se lo levantó metiendo la cabeza dentro, le agarró las braguitas por los lados, ella sonreía y se escuchó…

OSCAR: Ostias, si llevas las braguitas de color blanco, que bonitas.

Raquel giró los ojos, no se podía creer que él llegara a ser así, le dio un golpe con la palma de la mano en la cabeza.

RAQUEL: Espabila hombre que nos van a dar las uvas aquí.

Él le iba bajando las bragas y le crecía la polla, tenía la nariz a dos dedos de los pelitos del coño bajándoselas muy lentamente, le vino el olor a chocho poniéndosela tiesa de golpe, se las bajó hasta los tobillos y ella levantó un pie para que se las quitara, después el otro, Oscar las cogió y las levantó en una mano dándosela, Raquel miró la mano con las bragas pensando, ¿pero qué coño hace este hombre?, se las cogió y las tiró al suelo.

Oscar las vio caer a su lado.

OSCAR: ¿Para eso te las he dado, para que las tires?

Raquel le agarró la cabeza con las dos manos y le metió la boca en medio del coño.

RAQUEL: ¿Quieres empezar de una vez que me tienes cachonda joder?

Le empezó a pasar la lengua, ella separó una pierna para dejarle más sitio y él se fue animando comiéndoselo, sentía el gusto de su propia saliva y de sus flujos, le metía la lengua lo que podía en la vagina notándola calentita, subía y se entretenía en el clítoris.

RAQUEL: Aquí, aquí, sigue ahí, sigue ahí…

Empezó a gemir y Oscar se animaba chupando, lamiendo y succionando, cuanto más gemía Raquel más fuerte se lo hacía él, de pronto apartó el culo hacía atrás dando un grito, él se amorró al coño siguiendo con lo que estaba haciendo y ella se empezó a correr agarrándole fuerte la cabeza doblando el cuerpo del gusto que le daba, Oscar no paraba y a Raquel le temblaban las piernas tapándose con una mano la boca para amortiguar los gritos que estaba pegando.

RAQUEL: Para, para, ya está bien.

Sacó la cabeza de debajo del vestido mirándola extrañado.

OSCAR: ¿Qué pasa?

RAQUEL: Que me vas a matar animal.

La vio colorada de la cara respirando profundamente.

OSCAR: ¿Estás bien?

RAQUEL: ¿De verdad no te has dado cuenta que me he corrido?

OSCAR: ¿Te has corrido?

RAQUEL: Ostia puta que cruz de tío. Levántate.

Lo puso a él contra la puerta y se arrodilló ella, le desabrochó el pantalón y se lo bajó a los tobillos con la ropa interior, la polla le quedó mirando al techo dura como una piedra, se la agarró y él miró para arriba resoplando. Le fue haciendo una paja lentamente, Oscar bajó la mirada para ver lo que le hacía, Raquel le bajó la piel dejando el glande al descubierto y le pasó la lengua recogiendo el líquido pre seminal de la punta, se la metió hasta la mitad sacándola suavemente, repitió y la tercera vez se la metió entera sacándola toda llena de saliva, él jadeaba sin perderse detalle, volvió a hacerlo y cuando estaba por la mitad la succionó un poco sacándole un gemido, lo repitió varias veces y se dio cuenta que se estaba acelerando demasiado, se apartó dejando de tocarla.

OSCAR: ¿Ya está?

RAQUEL: No hombre, es para que te tranquilices un poco, no puede ser que te corras tan rápido.

OSCAR: Con las cosas que me haces me lo pones difícil tía.

RAQUEL: Tienes que conseguir controlarte. Y lo vas a conseguir por mis cojones.

OSCAR: De eso es verdad que tienes y muchos.

Se había calmado y Raquel se la volvió a meter en la boca empezando despacio acelerando poco a poco, lo volvió a ver gimiendo a punto y lo paró de nuevo.

OSCAR: Ay, Ay, que cerca que he estado esta vez, pensaba que me iba…

RAQUEL: De eso se trata que llegues, pero cuando tú quieras no que esto vaya a su bola.

OSCAR: Pues te aseguro que no tengo ningún control sobre ella.

Le agarró la polla por la base con fuerza, se metió el resto dentro y le pegó unas cuantas succiones que le hicieron gritar de gusto, apartó la boca cuando notó que la polla empezaba a temblarle y le salió un lechazo que le fue a parar directo en la frente, ella fue moviendo la mano masturbándolo dejando que los tiros de semen le fueran cayendo por encima, Oscar ahogaba los gritos corriéndose totalmente desatado viendo como le estaba poniendo el vestido y como le caía por la cara el primer lechazo.

RAQUEL: ¿Qué, estás contento de cómo me has dejado?

OSCAR: Perdona Raquel, yo no quería…

RAQUEL: Que tonto eres, ¿te lo has pasado bien o no?

OSCAR: Joder, claro que me lo he pasado bien, me sabe mal haberte manchado el vestido.

Raquel se levantó riendo, él no podía quitar la vista de la leche que le corría por la cara, ella se acercó y le besó los labios con sabor a su polla manchándole la cara con su semen.

RAQUEL: Súbete los pantalones y nos vemos mañana en el trabajo.

Oscar salió del apartamento contento de la experiencia, cuando llegó a su casa se duchó y se metió en la cama durmiendo como un niño. Raquel se desnudó metiéndose en la ducha, pensó que Oscar era muy desastre pero le gustaba, que fuera tan inocente le atraía, ya había tenido experiencias con tíos demasiado espabilados que le habían hecho daño, no pensaba en mantener una relación seria, pero si con alguien tenía que tener sexo Oscar era un buen candidato, si conseguía que se controlara y aprendiera a follar bien, o al menos como a ella le gustaba.

Al día siguiente cuando Oscar llegó al trabajo vio a Raquel hablando en la oficina con Susy, cuando salió se acercó a ella para saludarla, hizo el gesto de darle un beso y Raquel le hizo la cobra.

RAQUEL: Aquí prefiero que disimulemos, no quiero ser la comidilla de los compañeros, lo que hagamos no le importa a nadie.

OSCAR: Cómo ayer te enfadaste porque no te saludé al llegar he pensado que…

RAQUEL: Con que me des los buenos días con una sonrisa tengo suficiente.

OSCAR: Vale.

RAQUEL: ¿Comemos juntos hoy también?

OSCAR: Sí, claro.

Se volvía a su puesto de trabajo y lo llamó Susy al despacho, se sentó en una silla delante de ella.

SUSY: Me ha dicho Raquel que estáis saliendo.

OSCAR: ¿Eso te ha dicho?

SUSY: Más o menos, ayer fuisteis a cenar ¿no?

OSCAR: Como amigos.

SUSY: ¡Ja!, como amigos que os coméis algunas cosas el uno al otro, buenos amigos sí.

OSCAR: ¿Eso te ha explicado?

SUSY: Con Raquel tenemos mucha confianza, no te preocupes.

En ese momento entró Gaby.

GABY: Hombre Oscar, ¿cómo te va?, no nos dices nada.

SUSY: Está saliendo con Raquel…

OSCAR: Que no salimos, bueno sí salimos pero como amigos.

SUSY: Amigos que se comen el mondongo.

OSCAR. Susy por favor.

GABY: Muy bien, pues podríamos quedar el viernes para cenar otra vez juntos.

SUSY: Sí, sí, que me quiero reír un rato.

OSCAR: ¿Pero tú de qué te vas a reír niña?

SUSY: De nada, de nada, díselo a tu amada que no sabe nada de la cena.

OSCAR: Que no es mi amada coño, somos amigos y ya.

GABY: Tú díselo que os esperamos en casa, y os quedáis a dormir claro.

Marina estaba a media mañana tomando algo en la cafetería de la empresa cuando se le acercó Tony para confirmar su cena semanal, quedaron para ese mismo día. Estaban comiendo algo a medio día quedando en la hora cuando recibió un mensaje.

JAVIER: “Hola preciosa, estaba pensando si esta noche cenarías conmigo y si quieres te quedas a dormir en mí casa como el otro día.”

MARINA: “Me encantaría, ¿dónde quedamos?”

JAVIER: “¿Serías capaz de llegar a mí casa sola?”

MARINA: “Por supuesto”

JAVIER: “Pues ven cuando quieras.”

Marina levantó la vista del teléfono con una sonrisa.

TONY: ¿Todo bien?

MARINA: No vamos a poder quedar esta noche Tony.

TONY: ¿Ni un solo día vas a poder cenar conmigo?

MARINA: Otro día lo hacemos, es que hoy no puedo.

TONY: ¿Es por el mensaje?

MARINA: Sí.

Tony no dijo nada, pero por la cara de ilusión que hacía ella se dio cuenta que tenía algo que estaba por delante de él. Cuando salió del trabajo se fue a su apartamento a descansar un poco y prepararse con tiempo, si el sexo iba a ser como la última vez quería estar descansada. Se puso una camisa bonita medio transparente, una minifalda y unos botines con tacón que se había comprado la semana anterior, cuando llegó a la propiedad se le abrió la puerta para poder meter el coche dentro, ella ya estaba alucinando viendo la casa iluminada por fuera. Cuando dejó el coche se abrió la puerta y salió Javier, le agarró de las manos y le dio un beso en los labios saludándola, la acompañó dentro de la casa con una mano apoyada en su espalda ayudándola a quitarse el abrigo.

JAVIER: ¿Quieres tomar algo?

MARINA: Lo mismo que tú.

Se sentaron en el sofá tomándose un vermut.

JAVIER: ¿Te gusta el pescado?, está en el horno y le queda diez minutos.

MARINA: ¿Y además cocinas?, eres un partidazo.

Él le sonreía.

JAVIER: Y tú una mujer preciosa, tengo mucha suerte de cenar contigo.

A Marina se le ponía cara de tonta cuando le decía esas cosas, le acarició la cara y se besaron, un beso largo y húmedo pasándole la mano por la espalda acercándosela, ella se sentó encima de él con una pierna por cada lado, se le subió la faldita enseñándole el tanga y apoyó el chichi encima de su paquete rodeándole el cuello con sus brazos, lo besaba con pasión, ella hubiera pasado de la cena desnudándolo allí mismo.

JAVIER: Si sigues así no vamos a tener tiempo ni de cenar.

MARINA: Como tú quieras, yo te comía ahora mismo.

JAVIER: Vamos a cenar y después te comeré entera yo a ti.

A ella le encantaba ese control que tenía Javier, cada cosa a su tiempo y todo bien hecho. Cenaron con una copa de vino blanco, cuando acabaron con el pescado recogieron los platos y los llevaron a la cocina, mientras él los dejaba en la encimera ella lo abrazó por la espalda, bajó la mano y le agarró el paquete.

MARTINA: ¿Me darás esto de postre?

Él vio que había llegado el momento, se giró agarrándola por la cintura y la subió sentándola en la encimera, metió las manos por dentro de la falda acariciándole los muslos por la parte externa y le agarró el tanga pegando un tirón arrancándoselo, ella gritó al notar cómo le destrozaba la ropa interior, le abrió las piernas levantándole las rodillas y se amorró en su coño comiéndoselo, Marina cerró los ojos gimiendo poniéndole la mano en el pelo, le daba tanto gusto que se aguantó con una mano levantando el culo, la lengua de Javier la estaba volviendo loca, en cuanto le empezó a succionar el clítoris la corrida fue bestial gritando desgañitándose. La besó con dulzura y la levantó en brazos llevándola a la cama, la dejó encima desnudándola sin prisas, después se desnudó él acercándose a ella acariciándole la carita.

JAVIER: ¿Estás preparada para follar duro?

Marina lo miraba confirmándoselo con la cabeza cachonda perdida, la giró poniéndola a cuatro patas, Javier se puso detrás de ella con los pies en el suelo, le apuntó la polla en un coño al que ya le caía el flujo de lo caliente que estaba, se la metió despacio hasta el fondo, ella gimió, la saco hasta la punta y se la metió de un pollazo enorme que le hizo abrir los ojos, pegando un grito moviendo todo el cuerpo del golpe que le dio en el culo Javier con su cuerpo, se la sacó lentamente volviendo a meterla con otro golpe terrible, Marina cada vez que se la metía de aquella manera convulsionaba todo el cuerpo soltando un alarido de placer, cada vez dejaba menos tiempo entre embestida y embestida, a ella le estaba entrando un calor tremendo acabando con otra corrida a grito pelado temblándole todo, el cuerpo no le aguantó y se dejó caer a la cama recuperándose.

Él no le dejó mucho tiempo de descanso, la puso de lado, se colocó en medio de sus piernas doblándole una rodilla, se la levantó y acercó la polla a su chocho empalándola de nuevo de un duro golpe de caderas, ella volvió a gritar abriendo mucho los ojos, él se mojó un dedo con saliva y mientras la follaba por delante le fue metiendo poco a poco un dedo en el culito, Marina se agarró con fuerza a la cama cerrando los ojos, le estaban destrozando el coño a pollazos y notaba como a la vez le follaba el culo con el dedo, le hizo volver a entrar en un estado que no sabía si era un orgasmo muy largo o le iban viniendo uno detrás de otro, se corría sin parar destrozándose, cuando ya no podía más Javier se acercó poniéndole la polla en la boca, ella la abrió y él se la estuvo follando hasta correrse, Marina se medio ahogaba con el semen que se tragaba y otra parte que lo dejaba resbalar por sus labios.

Se tumbó a su lado, ella le puso la cabeza en el hombro y él le dio un beso en la frente, Marina le sonrió y se acurrucó con él.