Camino de perversión

De como una inocente recién casada descubre perversiones morbosas gracias a gente que parecen ser lo que no son, pero que la harán sentir y vivir lo que ella no esperaba...

Conozco lo golosa que soy, lo poco que me contengo y lo mucho que me gusta lo prohibido, pese a ello un día decidí casarme y dejar a un lado mi época de guarrilla de discoteca o folladora incansable, decidí dar el paso de encoñarme con un solo hombre, Antonio un ligue de una noche con el que cometí la imprudencia de hacer un viaje y unirme definitivamente a él; Antonio era un ejecutivo, que estaba deseoso de tener a una fiera en la cama todas las noches cuando llegará de su despacho y vio en mi a una chica sin estudios que estaba abocada a ser mantenida por su marido; antes de decirle que sí al matrimonio pensé en lo fácil que sería la vida pasando el día sin ahogos económicos y disfrutando de las noches con él.

Pero cuando la rutina comenzó pronto me di cuenta que su polla no lograba contentarme para todo el día y que el rato que pasaba con él no lograba calmar todo mi ardor; y como me conozco, poco a poco fui valorando perversiones que una no debe y acabé, a modo de pequeños devaneos, tomándome pequeños descansos en mis compromisos de esposa que se olvidaban en mi cabeza a las horas de haberlos realizado.

El primer error fue con el chico de los recados del supermercado que me traía pedidos online a mi casa, sus primeras miradas obscenas sacaron mi mejor o peor lado y así las visitas eran correspondidas con vestuarios en lencería que le quitaban el habla, con la finalidad de ver su paquete sobredimensionarse ante mí; esos juegos acabaron en una mañana, cuando tras pedirme ir al baño a mear de forma inocente, sigilosamente me arrodille ante él para que mi boca hiciera el resto, fue mi primera infidelidad.

No era gran cosa el chaval, pero el juego de lo prohibido me daba placer, un placer que necesitaba y que cultive unos meses con mamadas semanales el día que tocaba entrega; el chaval nada más dejar la caja con el pedido se bajaba los pantalones y se tiraba en el sofá, yo aparecía con un whisky con hielo y me arrodillaba ante su polla, lamía bien sus huevos y lograba que su miembro lograse todo su volumen para luego jugar con mi lengua de forma insinuante para empezar a mamar con fuerza y olvidar el tiempo, tan solo cuando su mano me apartaba del miembro y me decía que tenía que marcharse y yo habría bien la boca para que su leche fuera depositada en ella, aunque siempre disfrutaba derramándola por el resto de mi cara para que mientras se marchaba yo me quedara con los ojos cerrados intentado recogerla. Sabía que me veía como una desesperaba que nunca se hartaba de mamar, que por mi nunca acabaría y los quince minutos que podía permitirse allí para que no hubiera problemas en su trabajo eran para mi más que escasos.

Luego le cambiaron y con el nuevo no hubo posibilidades, no tuve opción y me tuve que conformar con verlo con un repartidor más.

Mi cabeza era un hervidero de pensamientos obscenos con todo hombre que veía en la calle, deseaba ser poseída de muchas formas y probar todas las formas posibles, pero no era posible, lo único a lo que podía aspirar es a infidelidades comedidas.

Probé mamar pollas en múltiples sitios, desde parques donde furtivamente alivie a algunos salidos que antes me habían reclamado con su mirada; hasta taxistas a los que previamente había mostrado por el espejo retrovisor de manera pícara alguna de mis partes ocultas, poco a poco comencé a perder el miedo. No había mes que no caía una infidelidad.

Mi marido era imposible que notara lo más mínimo, siempre cumplía con él y nunca tropecé con el error de insinuarle nada que no debiera.

Me apunté a un gimnasio para mantener en forma mi cuerpo y evitar estar todo el día pensando en el sexo, pero fue un error tremendo porque allí encontré más motivos para pensar en sexo y caer en las peores tentaciones. Por las mañanas éramos pocas la alumnas de aerobic y luego un grupo mínimo las que nos quedábamos a hacer bicicleta o practicar ejercicios en otros aparatos, de tal forma que los usuarios del gimnasio nos tenían a la vista para recrearse o ser deseado por nosotras.

Supe contenerme pero un venezolano morenito que acudía todas las mañanas se me metió entre ceja y ceja y las miradas que nos dábamos eran electrizantes; pronto noto que cuando se metía al vestuario tras acabar su sesión yo también lo hacía, que siempre hacía cosas cerca de donde él estuviera y un día que estábamos casi solos mientras estaba con los brazos abiertos en una maquina su mano por detrás se poso sobre un pecho mío y comenzó a jugar con mi pezón, fueron quince segundos pero mi malla comenzó a mojarse de la humedad de mi coñito y él se marchó al vestuario.

Cuando salí ese día, el estaba en su coche con la puerta entreabierta esperando que entrara en él y como imaginareis me faltó tiempo, no cruzamos palabra hasta que llegó a un parquin de un centro comercial que estaba semi-desierto y me dijo que le bajara los pantalones e hiciera lo que quisiera; fui más que decidida y cuando retiré su slip mis ojos se pusieron como platos al ver tremenda polla, de esas que ves en las películas x y que siempre piensas que no existen, me asustó ver su miembro y él lo notó, por eso, cogió y me agarró el pelo y me dijo : no hemos venido par a nada verdad; fue decirme eso y empezar a tragara como una zorra en celo… tuvo la delicadeza de apartarme cuando se iba a correr, más que nada para que no me atragantase, y hacerlo sobre mi cara, como le gustaba hacer a mi ex amante, pero en este caso, sí que me cogió sus dedos para limpiar la corrida y metérmelo en la boquita para luego meterme los dedos y que hiciera todo lo posible porque los dejara bien limpitos.

No me había tocado pero tenía la sensación de haber sido poseída completamente, fue tal el calentón que no recordaba más que sensaciones, y cuando terminé de limpiar sus dedos, y pensaba que iba a arrancar para irnos cogió del asiento de detrás dos cervezas y nos pusimos a charlar para conocernos, en poco tiempo me había contado lo vividor que había sido como para justificar lo que habíamos hecho y me dijo su nombre Christian, yo fui prudente y no dije ni que estaba casada solo lo fogosa que era, aunque mi alianza no le debió de dejar duda alguna.

El gimnasio no fue para mí lo mismo, ni su coche cada vez que salía y abría la puerta para ir cada día a un sitio donde poder mamar con ganas; pronto comenzó a tocar mi coñito mientras mamaba pero no deje que siguiera, no quería ir a más, y preocuparme por la infidelidad completa, así al acabar le dije: mi boquita todo lo que quieras pero nada más; no le gustó mi respuesta pero la acató y no le vi cara de rencor; pensé que dejando las cosas claras había logrado dejar las cosas bien fijadas para que no hubiera sobresaltos , pero al día siguiente cuando subí al coche y arrancó vi que detrás iba otro chico del gimnasio, me quedé blanca y pensé que pintaría allí, me quedé callada pensando que quizás le llevaría a su casa antes de irse conmigo y que no debía levantar sospechas de lo que nosotros hacíamos, así que esperé para comprobar que al descampado íbamos hoy los tres y que no iba a ser como otros días.

Nada más detenerse y justo en el momento en que debería haber empezado con mi mamada le dije que me explicara que pasaba hoy; entonces cogió y me dijo: te tengo que explicar lo que supone decir a un tío que la boquita de una está para lo que desee, quedé inmóvil y no pude reaccionar de otra manera que iniciando la mamada como todos los días, pero cuando estaba a medias me levantó y me dijo: sal del coche y ves al asiento de detrás y hazlo con él.

Cuando me posicioné detrás para seguir vi bien a otro ocupante, era un culturista del gimnasio que casi no entraba por la puerta del coche pero cuyo miembro no era gran cosa, entre eso y que se corrió a los dos minutos en mi boca no fue tan traumática la situación; cuando me aparte de esa pollita ya tenía detrás a mi lado el pollón con el que debía terminar la faena y con el que estuve quince minutos; nada más terminar vi la cara del otro chaval flipando por cómo me había tenido que esforzar por hacerme con esa polla. Al día siguiente, ya solos, me explicó que se había apostado con ese chaval quien aguantaba más con mi boca, era una apuesta y gracias a mi había ganado; entonces pensé que hablaba con los chicos del gimnasio de mi como una comepollas y cuando se lo comenté me dijo que era lo que pasa cuando se es algo.

Eso me irritó y a los pocos días decidí no meterme en su coche, había que castigarle y decidí tomarme un café con tres compañeras de aerobic que se iban juntas al salir y que algún día me habían invitado y una chica nueva Ana que acababa de inscribirse; también ellas intentaron sonsacarme que hacía con el venezolano pero mantuve intacto mi prestigio diciendo que mi marido es el único que dispone de mi coñito, total no tuve que mentir.

Estuve tres semanas tomando café con ellas, vamos con las tres porque la nueva no se quedaba al final, hasta que averiguamos porque: el venezolano también la enseñó como subir a su coche. Si digo que no estaba celosa miento pero más fue la sensación de perder la posibilidad de mamar esa verga.

Entonces decidí ponerlo celoso con el chaval con el que tuve que mamársela junto a él; hicimos todo igual, fuimos al mismo descampado antes que ellos por indicación mía sin decirle cual era mi finalidad, y mientras mamaba oi el coche de ellos, y empecé con fuerza a hacerle vivir un momento de placer, pero justo cuando estaba en ello se abrió la puerta del coche y Ana le dijo que bajara del coche, me quedé atónita viendo como tal hombretón salió sin pantalones del coche y se arrodilló ante ella. No entendía nada.

Ella entró al coche y se sentó a mi lado, cerró la puerta y me dijo: es una putada que hayamos coincidido en pollas, pero así es la vida, lo que dejas libre lo cojo yo y tú no has elegido bien porque este chico que me presentó Christian como a ti a resultado ser un sumiso perfecto; no me gusta hacernos daño entre nosotras por eso olvídate de mi sumiso vente al otro coche y disfrutemos de Christian juntas ; no dude un instante para salir del lío en cambiar de coche, y comenzar cada una a un lado del asiento de detrás a mamar a ratos su pollón mientras el otro coche se marchaba; en gesto generoso me dejo acabar la mamada y tragar todo yo.

Nos dejo a la puerta de una cafetería al volver y me ofreció Ana tomar algo y conocernos, seguía desubicada pero sus palabras me daban cada vez más confianza y cuando me decía lo morbosa que era, como le gustaba someter a los tíos como sumisos o disfrutar del sexo más guarro vi en ella a mi maestra, a una chica sin tabúes y abierta, quizás con la valentía que yo no sabía tener.

Me explicó que el musculitos era un mierda de tío que disfrutaba sirviendo a un ama ya que su pollita no daba para mucho más y que ella lo estaba domando, no entendía mucho de eso pero me resultaba sorprendente y respecto a Christian el venezolano ya se estaba cansando de él pese a lo bien que lo había pasado esos días con su miembro viril.

No sé cómo fue pero quedamos en una sola cita como amigas, y cada día al acabar el gimnasio nos íbamos juntas de compras y a charlar, me hizo fuerte para no dejarme llevar por Christian.

Solo me dejaba cuando se iba con su sumiso a domarle, terreno donde poco a poco iba cogiendo idea de cómo funcionaba; cuando una mañana me invitó a su casa presenciar como disfrutaba de su sumiso descubrí otra forma de sexo novedosa para mí, contemple a un tío de 1.85 cuadrado atado y lamiendo sus muslos mientras ella con una fusta le decía como debía hacerlo, la vi obligarle a prepáranos la comida y comer en el suelo mientras nosotras lo hacíamos en una mesa, la vi como le obligaba ir a cuatro patas o darle un bofetón si algo no le gustaba y el otro sentirse excitado en esa situación.

Mi amistad con ella aumentaba día a día, hasta el punto de invitarla a mi casa por las mañanas para contarla mis necesidades sexuales y buscar en ella consejo y apoyo; juntas fuimos a sex-shop para comprar juguetes para mis relaciones sexuales con mi marido, a comprar lencería insinuante e incentivar mi lado más perverso, cosa que mi marido agradeció.

Poco a poco Ana empezó a sacar algo que yo llevaba en mí y que nunca me había dado cuenta, empezaba a sentirme más libre y más necesitada de sexo; todo era más placentero, a la vez, que ella comenzaba a dirigirme más que a sugerirme, conocía mis puntos débiles y los explotaba; no me importaba que ella decidiese por mí.

Era salir del gimnasio e ir detrás de ella deseosa de nuevas sensaciones, dejándome llevar; hasta que un día me dijo mientras caminábamos por la calle: me he dado cuenta que estas dispuesta a más y que ya no te echa para atrás, hasta el día de hoy te he tratado como una amiga pero cada vez veo más necesario buscarte un lugar mejor…; nos quedamos calladas un rato y solo habló ella para decirme: hoy te voy a poner a prueba, espero que todo vaya bien.

Ana me llevó a una tienda de artículos eróticos que ya habíamos visitado otras veces, la diferencia fue que en vez de ir a los mostradores de productos pasamos a una sala que ella ya conocía, allí había unos cristales desde donde se veía otra habitación y sillas donde había un grupo de hombres y dos parejas sentados; no les saludamos ni dijimos nada, pasamos a una sala contigua donde Ana me dijo, déjate llevar y obedece, yo velaré siempre por ti pero tú no puedes echarte para atrás, no la dije nada pero ella dio por hecho que yo había interiorizado sus palabras y las asumía.

Al mirar a los lados vi elementos de dominación como los que había en su casa y que había utilizado con el culturista del gimnasio; cuando estaba mirando y analizando todo me dio una orden y me dijo que me quitara toda la ropa al momento.

Cuando quedé desnuda allí me introdujo en la boca una bola con una cuerda que a modo de mordaza me impedía hablar, para luego taparme los ojos y desplazarme a otro lugar; cuando me descubrió los ojos vi la habitación que se veía por los cristales y que la gente miraba, en cambio yo no les podía ver desde allí.

Ella estaba conmigo pero vestida con un traje negro de cuero, me hizo arrodillarme y me dijo que la besara los pies, era la primera vez que entre nosotras iba a haber algo sexual, yo para evitar problemas accedía rápidamente.

Cuando levanté desde el suelo la cabeza pude contemplar a Christian y otro chaval, ambos con unos slips blancos y botas; busque con la mirada un gesto cómplice de Christian pero él estaba metido en un papel, no era el mismo y justo cuando Ana dijo podéis empezar descubrí ese papel .

Empecé a pensar que Ana no debió aparecer de manera tan casual en el gimnasio y que Christian no se juntó con ella y nos juntó de manera tan casual