Camino de Casa 2
Una vez en el coche, las cosas se suceden de manera irremediable
Una joven universitaria tiene un pequeño accidente con mi vehículo y una de las ruedas queda bastante maltrecha. Como es imposible que pueda usarla, me ofrezco a llevársela a un taller pero, dada la hora de la mañana que es, la invito a desayunar... pero por el camino, ella se procura su propia ración de leche.
Con mi polla en su mano, comenzó a realizar una aproximación de su boca hacia mi miembro mientras jugaba con sus ojos buscando los mios con la boca levemente entreabierta y su lengua juguetona a lo largo de su labio inferior.
- Aún no sé el nombre de la chica que está a punto de hacerme una mamada – dije yo
- ¿Acaso importa? – respondió con una voz absolutamente embaucadora que daba muestras más que sobradas de lo acostumbrada que estaba a dominar estas situaciones y por tanto, a los hombres.
Su cabeza estaba ya debajo de mi brazo, y su mano acariciaba lentamente mi muslo derecho, justo el pie que pisaba el acelerador… algo peligroso a todas luces, porque estaba deseando que quien lo pisara fuera ella y se metiera de una vez mi polla en esa deliciosa boca.
- Vamos, no te demores más y trágatela ya, Zorra – dije sorprendiéndome a mí mismo de oírme hablarle así de groseramente.
- Veo que por fin has dado con mi nombre – dijo sonriendo al tiempo que daba el primer lengüetazo a mi glande.
La imagen no podía ser más sensual y más surrealista al mismo tiempo. Sensual, porque la chica tenía su suave y lisa melena morena apartada a un lado de su cabeza, y reposaba sobre mis muslos. Sus perfectos labios pintados de un suave tono rosa la hacía aún mas sensual y ver esa boca que jugueteaba ahora descaradamente con mi glande, haciendo pequeños movimientos de su lengua alrededor del mismo, me estaba volviendo loco.
Surrealista, porque jamás pensé cuando esa mañana salía de casa, que pudiera encontrarme en una situación como esa, de manera inesperada, fortuita y sobre todo, impensable en mi monótona y calculada existencia.
Aún no había reaccionado. Me limitaba a dejarme hacer… me limitaba a vivir esa experiencia que me estaba brindando una chica desconocida de unos 19 o 20 años… Quizás menos. Puede que alguno más. A ciencia cierta, no podía ni estaba en situación de hacer otra cosa que disfrutar de ese momento, y simplemente me dije que no podía dejar pasar la ocasión.
Deslicé una de las manos del volante y sujeté su cabeza, empujándola hacia abajo haciendo que mi polla entrara en su boca mucho más de lo que había hecho hasta ahora, que se había limitado a succionar levemente la cabeza y a lamerla pasando la lengua alrededor de ella.
- Vamos, trágatela de una vez – dije empujándola hacia abajo la cabeza.
- Ummmm…. Síiiiiiiiiiiii - acerté a interpretar que decías mientras se notaba que tenías la boca totalmente llena de mi.
- Parece que te gusta ser usada, que disfrutas más cuando te digo lo que quiero que hagas – pregunté intentando tantear si era una suposición mía o estaba ante una autentica jovencita deseosa de entregarse a un hombre maduro como yo
Ella se limitó a sacarla de la boca, dejando caer una buena cantidad de saliva sobre la punta de mi polla y mientras me pajeaba con movimientos lentos y largos, haciendo que su mano se deslizara desde la punta de mi miembro hasta la misma base, para ascender de nuevo con una suavidad y una presión deliciosa, se acercó a mi boca y me besó sin quitar su mirada en ningún momento de mis ojos. Fue un beso largo y profundo, como parecía que esta chica hacía todo. Nada era superficial; ni vago; todo estaba perfectamente prederminado. Esa decisión, esa seguridad que da la juventud, justo por vivir de manera despreocupada sin pensar en consecuencias. En solo dejarse llevar por un deseo que sentía en ese momento.
Su boca jugaba con la mía. Sus labios y los mios no paraban de buscarse, separándose y volviéndose a juntar. No era un beso de película. Era un beso deseoso. Era un beso en el que compartíamos saliva, y no poca, porque su ansiedad por sentirse dentro de la mia, la hacía abrir mucho la boca para que pudiera entrar en ella. La besaba como si no hubiera nada más que hacer, pero lo había. De hecho, mi ansia al besarla venía motivada por la paja tan monumental que me estaba haciendo. Ni mis propias pajas mañaneras que algunos días me regalaba, tenían la habilidad de en cada movimiento, pasar por tantos puntos diferentes. Y sentir la juventud de esa mano, también ayudaba a que mi excitación fuera en aumento, haciendo que mi polla se pusiese aún más dura de lo que ya lo estaba a esas alturas.
- Dame más saliva – susurró a mi oído cuando se separó de mi boca sin pedir permiso para hacerlo.
- ¿Cómo? – dije yo sin entender exactamente qué quería
- Que me de regales más saliva, que quiero llenarme la boca de ti.
Sin entender muy bien qué estaba pasando, recogí de mi boca toda la saliva que encontré y la concentré en la parte delantera , pegada a los labios cerrados que fui entreabriendo poco a poco al sentir que ella juntaba su boca a la mía y con su lengua, muy hábil , tenía que reconocerlo, fue robándola y llevándosela a su propia boca para luego, tras un suave beso, volver a bajar hacia mi polla.
Apenas llegó a ella, dejó caer toda la saliva que había acumulado, notando como su propia boca volvía a recuperarla, haciendo que mi polla se notara empapada de saliva calida y fluida que la envolvía, unida al calor de su propia boca. Era increíble las sensaciones que esa chica estaba dándome en apenas unos minutos.
Aún no parecía entender que tenía a una joven dispuesta para mí en mi propio coche; una chica que minutos antes, iba montada en una bicicleta en dirección a sus clases de Universidad. Cuando me percaté de la situación que estaba viviendo, no pude por menos que mirarla de arriba abajo, pasando mis ojos por todas las curvas de su cuerpo. Sus piernas, ahora podía percibirlas mejor, tenían unos muslos firmes y redondeados que serían la delicia de cualquier hombre de mi edad… Bueno, de cualquier hombre, independientemente de la edad que tuviera.
Mi mano se escapó hacia ellos, buscando sentir la suavidad de su tacto. Ella, recibió mi caricia sobre sus muslos, entreabriendo sus piernas suavemente, en lo que era toda una invitación a usarla.
Mis mano buscaba el borde de su falda, para pode avanzar bajo él buscando su ropa interior. Cuando la alcancé, el tacto suave del algodón me recordó la poca edad de la chica, y lo diferente que era su ropa interior a la que mi mujer usaba. Mis dedos apartaron la braguita para hundir un dedo en su coño.
- Ummmmmmmmmmm – fue la reacción a mi penetración. Al tiempo, acrecentó la violencia de las acometidas y las chupadas que su boca le estaba dando a mi polla.
Lentamente, notaba como sus piernas se estaban abriendo aprobando mis avances, ante lo que me iba creciendo, haciendo más atrevidas mis incursiones. Saqué ese primer dedo y lo deslicé a lo largo de sus labios vaginales. Tenía un perfecto y depilado coño que me estaba volviendo literalmente loco. Junté dos dedos y avancé decidido hacia una segunda penetración
- Ummmmmmmmmmmmmmmmmmm….
Evidentemente, algo estaba claro, y era que aún tenía mucho que disfrutar si le gustaba ser penetrada.