Camino al Santa Lucía (3)

El día después de la primera noche entre Carlos y Alicia está cargado de sorpresas.

Me desperté con un sonido que se repetía una y otra vez, parecía el tono de un móvil. Miré la hora en el reloj digital, eran las 8 y cuarto. Me giré y a mi lado seguía Alicia, dormida aún, con sus braguitas color malva y cubierta solamente por una sábana. No había sido un sueño, todo sucedió de verdad. Me levanté con cuidado de la cama y al salir de la habitación al pasillo, reconocí el sonido. Era el tono que había sonado la noche anterior en el baño. Al llegar al salón pude confirmar mi hipótesis, el ruido venía de su móvil, que había dejado fuera del bolso. Miré la pantalla y pude leer “Mamá”. Pocos segundos después paró por fin de sonar.

Lo cogí y recorrí el camino de vuelta a la habitación. Me senté en el lado de la cama junto a Alicia. Me acerqué y la besé en la mejilla.

  • Alicia... despierta preciosa

  • Mmmm – se quejó

  • Creo que tu madre está intentando contactar contigo. Te acaba de llamar al móvil.

  • ¿Qué hora es? - dijo sin ni siquiera abrir los ojos

  • Son las 8 y veinte.

  • ¡Mierda! - exclamó comenzando a reaccionar

  • Te he traído el móvil, toma.

Le di el móvil a la vez que besaba sus labios. Ella aceptó el besó con agrado y devolvió la llamada a su madre después de quedarse unos segundos pensando.

  • ¿Dónde andas? Pensé que te había pasado algo, son casi las 8 y media.

  • Es que la fiesta se alargó y bueno, ahora íbamos a desayunar para terminar.

  • Bueno... la próxima vez avisa de que vas a llegar tan tarde, estaba preocupada.

  • Vale mamá, un beso.

  • Un beso.

Alicia dejó el móvil encima de la mesita y se quedó tumbada. Levanté la persiana para que entrara la luz del sol, volví a la cama y me tumbé a su lado, la abracé a la vez que le acariciaba la pierna que colocó sobre mi.

  • Te tienes que ir ¿verdad?

  • Si, no tengo demasiado tiempo... en una hora... tendré que estar en casa.

  • Hay suficiente, si te apetece...

Giró su cabeza para besarme. Nuestras lenguas se juntaron y comenzaron a jugar. Se escapó de mi abrazó y se situó de rodillas, con las piernas abiertas y sobre mí. Subí un poco hacía arriba para apoyarme en el cabecero de la cama. Siguió dándome su lengua con pasión con sus manos apoyadas en mis hombros. A la altura de mi cara tenía sus preciosos pechos. Comencé a acariciarlos para luego besar, lamer y chupar sus pezones mientras ella echaba la cabeza hacia atrás y disfrutaba. Intentando mantener como pudo la posición, se quitó las braguitas no dejando que mi lengua se separara de sus pechos. Alicia estaba muy activa, probablemente por las prisas y porque ya habíamos pasado la noche juntos. Aún sobre sus rodillas, dio un par de pasos atrás y me dijo que me tumbará totalmente. Luego se dio media vuelta y comenzó a gatear hacia atrás hasta que dejo su coñito a la altura de mi cabeza. Le agarré el culo firmemente y acerque su sexo a mi boca. Comencé a meter mi lengua en su vagina, a lamer sus labios y a disfrutar del sabor de aquel lugar. Alicia estaba muy excitada y completamente mojada, me estaba dando un auténtico banquete con sus jugos. Me quitó poco a poco el bóxer y dejo salir mi pene, que estaba ya completamente duro, pidiendo guerra. Se lo metió en la boca de golpe y comenzó a chupar como una posesa, gimiendo y jadeando. Estaba fuera de sí y me estaba provocando el mismo efecto a mí. Cogió mi pene con una mano agarrándolo con fuerza y lo comenzó a mover arriba y abajo enérgicamente a la vez que me lo chupaba metiendo y sacando el capullo de su boca sin darme descanso. Simultáneamente se echaba hacia a atrás presionando su coñito contra mi boca para que mi lengua penetrara más en su vagina y para sentir con más intensidad mi boca en su sexo. Alicia gritaba con mi miembro en su boca. Aquel ritmo me había encendido por completo y decidí tomar el mando.

  • ¿Quieres guerra preciosa? Tendrás guerra. - Dije separando mi boca de su coñito

  • ¿A si? ¿Que me vas a hacer? - Dijo mirando hacia atrás con un rostro que mostraba que estaba ardiendo

La moví hacia adelante y me salí de debajo de ella. Se quedó tumbada boca abajo y yo de rodillas. La cogí de la cintura, la levanté con mis fuertes brazos como si fuera una muñeca y la coloqué a cuatro patas. Ella facilitó el movimiento y ya estaba moviendo su culo a modo de invitación cuando agarré mi pene y lo coloqué a la entrada de su vagina. Sin casi darme tiempo a colocarme Alicia de echo hacia atrás introduciéndose mi miembro de golpe. Bajó su cabeza y sus brazos y los apoyó en el colchón empinando su cu culo.

  • Aaaaaah, vamos Carlos... dale... dale fuerte...

La cogí de las caderas y comencé penetrarla con fuerza y lo más profundo que podía. Movía mi pene adentro y afuera sin sacarlo por completo, con rapidez, ayudado por sus movimientos. Era un ritmo increíble, ya estaba empapado en sudor.

  • Aaaaaah... sigueeeeee... sigue asiiiiiii... más fuerteeeeee...

  • Aaaaaah ¿más preciosaaaaaa?

  • Siiiiii... daleeee...

Agarré sus caderas con fuerza, la moví adelante y atrás sincronizando mis brazos con mi pelvis, entrando y saliendo con una intensidad salvaje. Pensaba que la iba a romper en pedazos pero ella gemía sin parar y me animaba a seguir.

  • No pares... no pares... ya llego... ya llego... yaaaaaaaaa

  • Aaaaah... yo casi estoy... me corroooooo

Alicia gritó con fuerza en el momento en que le vino un orgasmo brutal. Después de escuchar sus gritos, solamente necesité un par de embestidas más y comencé a bombear semen llenando su coñito por segunda vez.

Se tumbó boca arriba y yo a su lado, completamente exhausto.

  • Joder Alicia ¿hoy estabas a tope eh?

  • Jeje, siempre me levanto con ganas y quería aprovechar y que me dieras bien duro ya que podía.

Alicia se llevó dos dedos a su vagina, los metió y luego los chupó con cara de vicio.

  • Hoy no me has dado tu lechita en mi boquita.

  • Mmm... cuando quieras te la doy preciosa

  • Ahora tengo que irme pero...

  • Ya

Fue un polvo rápido pero no recordaba haber follado así en mi vida. Aquella chica tenía una apariencia angelical pero en el sexo, era completamente diferente a lo que uno podía imaginarse.

Después de un par de minutos de relajación Alicia se dirigió al baño para darse una ducha rápida. Luego se secó y vistió con prontitud. Yo me había limpiado un poco con una toalla, me puse mis bóxer y una camiseta, y fui a esperarla sentado en el sofá.

Me levanté cuando llegó al salón y nos besamos en la boca. Le entregué mi lengua y la recibió con la suya. Le agarre el culo y la acerqué a mi para que pudiese notar cómo mi pene empezaba a reaccionar de nuevo. Suspiro y apartó lentamente mis manos para separarse un poco de mi.

  • No puedo Carlos... tengo que irme...

  • Lo sé preciosa... pero... se nos olvida algo

  • ¿Qué? - dijo algo confundida

  • No hemos intercambiado aún nuestros número de móvil

  • Jaja, es cierto

  • ¿Tienes algún plan para hoy?

  • Pues nada concreto creo. Anoche como me fui rápido de la fiesta no quedamos en nada fijo.

  • Podríamos quedar...

  • Vale... pero lo hablamos luego...

Me dio un beso rápido en la boca y salió de mi casa para irse a la suya. Me quedé unos minutos sentado, aún excitado. Nunca había vivido algo tan intenso, ni siquiera siendo más joven. Me calmé, fui a la cocina y desayuné lo que todos los Domingos. Luego me dirigí a mi habitación, me puse unos pantalones cortos, una camiseta técnica y mis zapatillas de running para salir a entrenar.

Llegué de nuevo a casa sobre las 11 y media. El esfuerzo físico me había sacado por fin la calentura del cuerpo. Me afeité y me duché pensando en un buen plan para el resto del día. Alrededor de la 1 llamé a Alicia.

  • Hola Carlos

  • Hola preciosa

  • Dime...

  • He estado pensando... ¿qué te parece si salimos a comer fuera y luego nos vamos a la playa? Por ser la primera vez se me había ocurrido alejarnos un poco de la ciudad e irnos a un lugar con menos gente.

  • Es que... aunque no había concretado nada con ella, hace un rato me llamó Ana porque habíamos hablado de ir juntas esta tarde a la playa. Se estaba enfadando un poco cuando me intentaba escaquear y no he tenido más remedio que quedar con ella.

  • Ya... no podríamos irnos demasiado lejos si tienes que volver con ella...

  • Claro... aunque podría...

  • ¿Qué?

  • Podría venir con nosotros

  • Eh... por mi no hay problema – alcancé a decir entre dudas

  • Jeje, a ella seguro que gusta conocerte después de lo que le conté hace unos minutos

  • ¿Eh? Pensé que no querías... que se enteraran de...

  • Me da igual, la verdad... pero bueno, Ana es de confianza y quería saber que había pasado, porque intuía que algo había sucedido por cómo me comporté ayer.

  • Ah, vale... entiendo

  • ¿Entonces quedamos?

  • Si. Si os viene bien os recojo con el coche en la entrada principal del Santa Lucía a las 2, dentro de una hora más o menos.

  • Ok Carlos, voy a llamar a Ana pero no creo que haya problema. Si lo hubiera, te llamo.

  • Vale, un beso preciosa

  • Un beso... guapo

Me puse unos pantalones cortos de marca Billabong encima de un bañador, camiseta, sandalias y unas gafas de sol Rayban. De este modo unido a que estaba recién afeitado, quizá podían echarme unos años menos de los que tenía. La verdad es que me importa lo que piensen los demás, siempre que sean personas que me importan, si se trata de desconocidos, me da un poco igual.

Preparé la mochila y, a las dos menos diez, cogí el ascensor para bajar al garaje a recoger mi coche, un BMW M5, y me dirigí hacía el Santa Lucía. A lo lejos pude ver que ya estaban allí esperando. Cuando me acerqué y pude verlas de cerca no puede evitar sentir un hormigueo en mis partes. Paré el coche frente al portón principal del colegio.

Ambas iban con un look bastante similar. Alicia llevaba unos shorts vaqueros muy cortos que prácticamente dejaban ver el principio de las nalgas, una camiseta rosa entallada, unas chanclas y gafas de sol. Además, se había hecho una larga trenza con su pelo rubio. Ana media poco más que Alicia, tenía media melena de color negro azabache y la piel morena. En su cara, destacaban sus grandes ojos color avellana. Era guapa, aunque no comparable a Alicia y carecía además, de su angelical apariencia. Vestía también unos shorts ajustados y exageradamente cortos que dejaban ver la parte baja de sus nalgas. Tenía un culo grande y una cintura bastante estrecha que proporcionaban una visión pecaminosa. Llevaba un top de tirantes blanco que dejaba ver por completo su abdomen y dejaba en evidencia unos tremendos pechos. Aquella chica tenía unas curvas de infarto y las mostraba sin ningún tipo de pudor. Completaba su vestimenta con unas sandalias que dejaban ver sus uñas, perfectamente pintadas en color rojo.

Salí del coche, me acerqué con seguridad a Alicia y la besé en los labios.

  • Hola preciosa

  • Hola guapo... esta es Ana

Ana me miro de arriba a abajo, sin ningún tipo de vergüenza, nos sonreímos y nos dimos un par de besos para presentarnos. Cuando nos separamos se confirmó que aquella chica no era precisamente tímida.

  • ¿Así que este es el semental que te follaste anoche? - Soltó sin cortarse

  • Jaja, pues sí... y esta mañana también

  • Mmm ¡vaya!... es bueno saberlo... jajaja

Me reí y como no se me ocurrió que decir ante aquello, cogí sus mochilas y las guardé en el maletero junto a la mía. Entramos en el coche y nos pusimos en marcha. Les expliqué el plan, que era salirnos de la ciudad hasta un pueblo que estaba a poco más de media hora. Junto a la carretera principal teníamos un sitio donde se comía bastante bien y luego podíamos ir a alguna de las playas que había por la zona. En el coche estuvimos hablando sobre sus planes de futuro la mayor parte del tiempo. Ana iba a estudiar Enfermería, a diferencia de Alicia, que como me había dicho, quería trabajar. En esta ocasión añadió además que le gustaría formar una familia y tener varios hijos. Ana como cabía esperar, sacó el tema de la noche anterior riendo con ganas cuando recordaba el momento en que el ex novio de Alicia notó algo raro en su boca. Intentó además sonsacar más detalles de nuestra noche juntos.

Llegamos al restaurante poco antes de las tres y no hubo problema en conseguir mesa. No era una región que estuviese muy masificada. Durante la comida charlamos de todo un poco y entre otras cosas les conté como fue todo el asunto de mi separación y posterior divorcio. Alicia no comprendía como actuó mi ex mujer, algo comprensible cuando tenían dos visiones tan diferentes acerca de como afrontar la vida.

Alrededor de las cuatro y media estábamos de nuevo en el coche para acercarnos a la zona de las playas cosa que nos llevó poco más de un cuarto de hora. Dejamos el coche en un lugar que había destinado a ello. En la zona había tres playas a las que se accedía por un camino que salía del aparcamiento. Desde un pequeño mirador se podía ver que, a la izquierda, estaba la que se podría considerar como la playa principal, la única de las tres con servicio de salvamento y hacia a la derecha, se veía una algo menor. La tercera playa de la zona, mucho más pequeña que las otras, estaba a menos de diez minutos a pie. Las dos playas más cercanas al aparcamiento tenían algo de gente, aunque no demasiada. A mi siempre me ha gustado ir a playas lo menos concurridas posibles así que decidimos caminar un poco e irnos hasta la última.

La playa no tenía más de 100 metros de largo. La bajada a la misma era estrecha y con bastante pendiente aunque eso no impidió que tuviésemos compañía. Sobre la mitad de la playa, teníamos a un par de jóvenes parejas que jugaban a las cartas sobre sus toallas. Tendrían unos pocos años más que Alicia y Ana. Decidimos irnos al final de la playa, más allá del joven grupo.

Nada más llegar al lugar elegido estiré mi toalla en la arena, Alicia hizo lo mismo con la suya y la situó junto a la mía mientras Ana lo hizo junto a la de su amiga. Me quité los pantalones y la camiseta para quedarme con un bañador de color rojo que me llegaba un palmo por encima de la rodilla mientras las dos me observaban. Alicia se quitó su camiseta rosa y luego decidió provocarme quitando sus ajustados shorts lentamente y apuntando su culo hacia mi. Se quedó con un pequeño bikini en tonos verdes y azules que mostraba exactamente lo que tenia que mostrar, sin caer en la vulgaridad. Estaba realmente espléndida, me quedé embobado mirando para ella mientras daba una vuelta sobre si misma para que la viese bien.

  • ¿Te gusta?

  • Estás espectacular

  • Jaja, te está follando con los ojos – Añadió jocosamente Ana

Llegó el turno de su amiga, que se había limitado a observar lo que hacíamos y aún estaba con sus shorts y su camiseta blanca de tirantes. Mientras la mirábamos, se los quitó, quedándose con un diminuto bikini rojo. La parte de abajo no lograba aferrarse a sus cuantiosas nalgas y se le metía por la hendidura del culo a modo de tanga. La parte de arriba luchaba por contener sus enormes pechos dejando ver gran parte de estos. Por si fuera poco, Ana se llevó las manos atrás, se desabrochó el bikini y se lo sacó por la cabeza quedándose con los pechos al aire. Estaban totalmente bronceados, sin la más mínima marca. Alicia se giró, me vio mirando el espectáculo de su amiga y sonrió, lejos de sentirse ofendida.

  • ¿Te gusta lo que ves eh?

  • Joder... es que... - Logré decir tragando saliva.

  • Jajaja

A unos metros de nosotros una de las chicas iniciaba una discusión con su supuesto novio por quedarse mirando fijamente a Ana, mientras ésta permanecía de pie mostrando sin miramientos sus enormes tetas.

Alicia cogió el protector solar de su mochila, y se lo echó por la parte de delante mientras la observaba. Luego me lo entregó y se tumbó boca abajo sobre su toalla.

  • Venga, dame crema por detrás guapo

Mientras Ana nos observaba, me coloqué de rodillas sobre la toalla de Alicia y me acomodé sentado sobre sus piernas, dejando mi pene apoyado voluntariamente en su culo. Eché un poco de protector solar en su espalda y comencé a esparcirlo con un suave masaje. Un par de veces aproveche para introducir mis manos por los laterales dentro de su bikini tocando sus pechos. Luego me fui hacia a atrás, no sin antes ejercer presión con mi pene, ya erecto, sobre su culo. Puse algo de crema en su culo y sus piernas y comencé a diseminar con esmero. Aproveché y me pasé unos segundos masajeando sus nalgas y la parte interna de sus muslos dejando caer alguna caricia sobre su sexo, por encima de la braguita del bikini.

A unos metros de allí, una de las chicas se alejaba discutiendo acaloradamente con su chico, que la seguía unos pasos por detrás cargado con las mochilas de ambos. La otra pareja les seguía, cuchicheando entre ellos. A nuestro lado Ana, aún de pie, dejó de contemplar cómo le daba crema a su amiga para observar unos segundos al grupo de jóvenes que ya enfocaba el camino de salida de la playa.

Terminé de dar crema a Alicia y me senté sobre mi toalla dispuesto a ponérmela yo mismo. No llegué a coger mi protector solar de la mochila cuando Ana reclamó nuestra atención.

  • A ver chicos... ¿quién me pone a mi la cremita?

Me quedé callado esperando que Alicia, que había quedado tumbada boca abajo tomando el sol, se levantara a ayudar a su amiga. Sin embargo, sólo movió su cabeza para mirarme desde la toalla.

  • Ponle tu guapo... que lo haces muy bien y yo estoy muy a gusto aquí.

  • ¿Estás... segura?

  • Si hombre si... disfruta... jajaja

Ana se tumbó boca abajo y yo fui hacia su toalla. Tenía unas ganas enormes de comenzar a tocar aquel cuerpo pero desconocía por completo hasta que punto podía llegar. Por un lado, acababa de conocerla y Alicia estaba allí mismo mirando. Por otro era evidente que eran muy amigas, estaban bastante salidas y ellas mismas habían provocado la situación.

Me arrodillé con las piernas abiertas sobre Ana. Tuve cuidado de no acercarme demasiado a su culo para que mi miembro no llegara a tocar la zona con el movimiento. La visión que me ofrecía esa posición era impúdica. Tenía justo delante de mi aquel voluptuoso trasero mostrando sus poderosas nalgas por completo, con la braguita del bikini completamente hundida en él. Más adelante el cuerpo de Ana se estrechaba en su cintura para volver a ensancharse más arriba, donde se podían ver sus grandes pechos asomando por los lados.

Eché algo de crema en diferentes partes de su espalda. Alicia y Ana se estaban mirando y se sonreían. Me eché un poco hacia adelante y comencé a esparcir la crema por los hombros. Mi pene estaba completamente duro, marcando un tremendo bulto en el bañador, a sólo unos centímetros de aquel tremendo culo. Ana, al ver que no había contacto, se movió bajo mis piernas, deslizándose hacía atrás sobre su toalla hasta que pudo notar mi dureza rozando sus nalgas. Presioné para que mi pene, aprisionado bajo el bañador, se acoplara entre ellas y seguí esparciendo la crema por su espalda. Cuando estaba a la altura de los pechos aproveché para tocarlos por los lados mientras Ana se dejaba hacer. Aunque no tenía muchas ganas de sacar mi pene de aquel culo, me moví hacia atrás, eché un poco de crema en cada una de sus posaderas y otro poco en sus muslos. Empecé a extender la crema dando un masaje a su trasero sin ningún pudor. A pesar de su tamaño estaba bien duro. Seguidamente bajé a los muslos y, como había hecho con Alicia, aproveché para rozar la vagina de Ana, por encima de la braguita del bikini en un par de ocasiones, sin que ella se incomodara lo más mínimo. Finalmente terminé de diseminar el protector solar por el resto de las piernas observando aquel lustroso y apetitoso culo. Ana se dio la vuelta y se apoyó en sus antebrazos y Alicia seguía tumbada, de lado, mirando. Me senté a los pies de la toalla de Ana, muy excitado, con ganas de seguir jugando... y así lo hice.

  • Venga... ahora por delante ¿no?

  • Pues sí... ahora por delante... - Replicó Ana con decisión

Miré a Alicia esperando que me dijera algo pero solamente me hizo un gesto con la cabeza animándome a seguir. Antes de volver con Ana, me acerqué a ella y la besé metiendo mi lengua en su boca.

  • Menudas putas estáis hechas – dije en toco de broma antes de levantarme

  • No lo sabes tú bien

Ana se tumbó y yo me situé a horcajadas a la altura de su cadera. Le puse un círculo de crema en cada pecho y comencé a esparcirla con ambas manos... pero hice más que eso. Agarré sus tetas, las presioné y pellizqué suavemente sus pezones, que ya estaban duros. Luego me deslicé hacia atrás y eché un chorro de protector en su abdomen y dos más, uno sobre cada muslo. Disemine bien la crema pero no me detuve. Puse las palmas de mis manos sobre su vientre y fui bajando lentamente dejando que mis pulgares de deslizaran sobre su sexo por encima de la tela del bikini. Ana me miraba con ojos lujuriosos invitándome a seguir. Volví a repetir mis movimientos, pero esta vez mis pulgares se deslizaron hábilmente por debajo de la tela y recorrieron los labios de su vagina. Pude notar su cálida humedad. Ana se mordió el labio y levantó un poco su culo invitándome a seguir.

Cogí la braguita del bikini y tiré de ella hacia abajo. La chica estaba depilada por completo y tenía toda su piel bronceada, incluido su pubis. Me tumbé con mi cuerpo de cintura para arriba sobre la toalla, situando mi cabeza a la altura de su sexo. Ana abrió sus piernas. Desde esa perspectiva tenía una visión privilegiada, con su sexualidad en primer plano y sus abundantes pechos en segundo. Llevé uno de mis dedos a mi boca y luego se lo pasé de arriba a abajo a lo largo de su rajita. Al llegar a su entrada, le introduje poco a poco el dedo en la vagina, sin ninguna dificultad pues Ana estaba muy mojada. Lo saqué y me lo llevé a la boca para probar su sabor. Era delicioso. Abrí sus labios con ambas manos, lamí varias veces por dentro, introduje todo lo que pude mi lengua en su vagina y volví a lamer disfrutando de su néctar. Ana gemía, con una mano en su boca intentando acallar sus gemidos. Se movía acompasando sus movimientos a los míos, intentando sentir aún más mi lengua jugando en su interior. Su flujo era tan copioso que estaba comenzando a mojar la toalla. Recogí todo lo que pude con mi lengua y sorbí con gula para intentar no desperdiciar nada de aquel preciado manjar. Empecé a chupar su botoncito y metí dos dedos en su vagina iniciando un movimiento adentro y afuera. Estuve así poco más de un minuto y Ana se tensó por completo llevando sus dos manos a la boca para intentar silenciar sus gritos de placer. Mi boca le había provocado un orgasmo bestial.

Sobre la toalla de al lado, Alicia seguía observando, pero ahora lo hacía masturbándose. Su mano se movía dentro de la braguita del bikini y su rostro estaba encarnado de excitación.

  • Joooooder... que bien que lo come tu nuevo novio - Dijo Ana recuperando el aliento

  • Y que lo digas... estoy mojada sólo de verlo – Replicó Alicia

  • ¿Puedo devolverle el favor?

  • ¡Qué zorra estás hecha! Haz lo que quieras que yo también lo voy a disfrutar

Ana se disponía a levantarse y yo a tumbarme para intercambiar posiciones cuando noté que estaba completamente rebozado de arena. Intenté quitármela sacudiendo con las manos pero estaba demasiado pegada por el sudor.

  • Voy un momento al agua limpiarme y seguimos donde lo dejamos – dije con una sonrisa pícara

Entré en el agua hasta que me cubría casi por la cintura y comencé a sacarme todas las arenas de las piernas. Me quité el bañador un momento para limpiarlo bien porque también le habían entrado. Una vez libre de arena me disponía a salir con el bañador de la mano dispuesto a recibir las atenciones de Ana cuando, al alzar la vista, pude ver acababa de llegar a la playa un matrimonio de mediana edad con un niño y una niña que rondarían los diez años. Me puse rápido el bañador y miré a mis acompañantes, que ya se habían percatado de la nueva compañía. Ana ya se había puesto de nuevo la braguita del bikini y Alicia le estaba ayudando a atarse la parte de arriba.

Con cara de circunstancias, salí del agua y me dirigí hacía mi toalla mientras la nueva compañía se situaba a unos veinte metros de nosotros. Por si fuera poco, una joven pareja se disponía a comenzar el camino de descenso a la playa.

  • Parece que se ha acabado la diversión – dije con resignación

  • Sólo de momento - dijo Ana mientras su amiga asentía con la cabeza sonriendo

Le dí un beso en la boca a Alicia y me tumbé a su lado para tomar el sol. Eran poco más de las cinco y media. Aún quedaba mucho para que terminara el Domingo aunque, de momento, volvía a ser un día normal de playa.