Camino al paraíso

Se hace camino al andar, y yendo a una orgía con tu amante hay jalones de lujuria.

CAMINO AL PARAISO.

A primera hora de la mañana Paul, mi jefe, mi amante, había venido a buscarnos a mi marido y a mí con su coche.

Mi esposo estaba feliz, la noche anterior habíamos hecho el amor. Una no es una de esas mujeres que solo disfruta con su amante, también lo intenta con su esposo, aunque el pobre sea un poco aburrido. La verdad es que me gusta verle desnudo, es alto, musculoso, con un lomo bárbaro, de deportista. Estaba desnuda, con el pijama en la mano, cuando me besó. Supe que quería, así que como siempre, me tumbé en la cama, después de los cuatro besos de rigor y me abrí de piernas. Él me la metió con cuidado. Yo no estaba muy empapada, él no tiene una gran polla y así empezó su mete y saca. Se esforzó en darme gusto, clavándome su pija hasta el fondo y sin dejar que su peso cayera sobre mí, el ritmo lento al principio, rápido cuando se iba poniéndose más y más loco. Con él a veces llego, otras no, pero siempre es agradable. Di pequeños gemidos ( no era cosa de despertar a nuestros hijos) para animarle y animarme y él se vino como un torrente, llevábamos casi una semana sin coger, y yo debo confesar que también me vine, porque estaba caliente pensando que al día siguiente mi jefe me iba a llevar a una orgía.

El haberme cogido y satisfecho en la noche, hacía que estuviera tan contento en el coche, camino del centro de la zona donde era el encargado de varios supermercados.

Mi amante, nuestro jefe, le preguntó muy serio:

  • Antonio, ¿no te habrá molestado que tu mujer tenga que ir a ese curso de logística?. Mañana está de vuelta en casa, pero es importante para ella y para el negocio que conozca a los que se ocupan de ese tema y vea cuales son las técnicas que se van a imponer ya. El futuro ha llegado y hay que ponerse al día.

  • Paul no te preocupes, Helena es inteligente y buena trabajadora y sabe que hay cosas que hay que hacer.

Yo con voz de señora casada y modosa añadí:

  • He dejado a los niños con mis padres, así mi marido puede aprovechar para controlar la seguridad de las tiendas en la noche, algo que de debe hacer de vez en cuando. Don Paul, no se preocupe, yo me esforzaré en aprender.

  • Estoy seguro que aprenderá. Tiene muchas capacidades.- dijo con voz de hombre serio mi jefe, mientras me devoraba con la mirada de un lobo a una cordera.

  • Helena, mi esposa, es una mujer muy dispuesta y seguro que se esfuerza en dejar bien la reputación de la empresa.-

Apenas pude evitar reírme cuando le oí decir aquello tan serio. Porque lo de reputación me sonaba a reputa, que era como me sentía.

Al llegar al destino de mi marido, paramos ,tomamos un café en la confitería de al lado, él me dio un besito de despedida y fue para su trabajo. Miré a Paul y fui para los servicios. Me saqué la blusa, me quité el sujetador , lo guardé en la cartera, me volví a poner la camisa con tres botones abiertos. Me miré en el espejo, tetas turgentes, apetitosas, jean ceñido, sandalias de taco alto. Iba como quería ir. Pareciendo una puta camino de su primera orgía. Y salí a montar en el auto de mi amante

El cinturón de seguridad me marcaba las tetas, la camisa semi abierta dejaba al aire parte de los senos. Íbamos para la residencia donde se desarrollaría la fiesta, y el pensar en lo que podría disfrutar me ponía cachonda.

Apenas salimos a la carretera, le dije a mi amante con una mezcla de diversión y lujuria:

  • Sabes que me pone muy caliente lo que vas a hacerme... y lo que vas a mandarme que otras personas me hagan o les haga.

  • Helenita...Eres una casada que ha descubierto que le gusta ser puta.

-Y a ti , te encanta que sea así...tu putita ...obediente...¿ Quieres que me haga una pajita antes de llegar para animar el camino.

  • Si...gatita

Los deseos de Paul son ordenes para mí , porque además sabe lo que me gusta.

Me llevé una mano a los senos. Empecé a pellizcar los pezones. Se iban poniendo mas duros y mas sensibles. Me abrí aun más la camisa para poder tocar la piel.

  • Me encanta que me los chupes. Son de talla 90 y todavía no se caen. Tengo los pezones como dedos. ¡Uuuuhhhhmmmm! Te los voy a restregar por la polla en el hotel.

-¡ Cómo te gusta ser una hembra viciosa!

  • Ahora me voy a tocar la concha, un poco difícil con el jean elastizado , pero quiero que oigas como me vengo...mi macho.

Me bajé la cremallera, metí el índice y el pulgar buscando el camino de mi clítoris y llegué a mi botón del placer bajo la braguita. Comencé a tocarlo.

  • Me voy a bajar los pantalones para tocarme mejor. Quiero hacerme una buena paja.

Me solté el botón del pantalón , el cinto, levanté el culito, y tiré del vaquero hasta que quedó en las rodillas. Tenía el camino libre para masturbarme. Una mano en las tetas, otra jugando con mi concha y mi clítoris, empecé a gemir, me salían de dentro y encima calentaban a mi amante.

  • Me siento muy golfa...me apetece mucho el sexo salvaje.... ¡ Qué gusto tocarme el botoncito! ...Está duro ...¡ uhmmmm! ...Voy a bajar el vidrio para que entre más aire y si adelantas a alguien que me vea las tetas y lo que hago.

El auto tenía las ventanas tintadas, no se veía nada dentro, al abrir quedaba expuesta y me apetecía poder calentar al que me viera. Me metí tres dedos en la vagina mientras usaba el pulgar apara acariciarme el clítoris. Estaba avanzando hacia el orgasmo y tuve una idea.

  • Voy a llegar cuando pasamos el peaje. Quiero ver la cara del que cobra cuando vea que me estoy corriendo.

  • Estás desmadrada...

  • Sí, mucho....y más imaginando lo que …

Vas hacer porque te da placer y yo te lo voy a mandar.

  • Sí...mi macho.

Me fui masturbando sin llegar, quedando en ese momento en que estás a punto de entrar en la catarata y aguantando para no caerte por ella hasta llegar al peaje y ahí saqué los dedos de mi vagina y rápido me acaricié el clítoris hasta reventar como una bomba, justo cuando mi amante estaba parado ante la cabina de pago.

  • ¡ AAAAAHHHHH! - casi chillé de placer .

Era una mujer la que atendía, me vio, sonrió y con sorna nos dijo:

  • Que sigan disfrutando del día.

  • Creo que voy a tener que hacer algo con vos.- le insinué cuando, antes de salir de la zona de arranque, le toqué la polla que estaba dura. - Por qué no paramos en una desviación y te la chupo .

Desvió el coche en una zona de descanso, paró, subió las ventanillas y se soltó el cinturón de seguridad, me incliné sobre él, después de sacarle la pija erecta y agarrando el tronco me la metí en la boca. Sabía que él estaba muy caliente y creí que no iba a aguantar mucho, así que moví un poco la mano, rodeé bien el badajo con los labios, lamí bien el prepucio y empecé a jugar con los labios apretando su dura poronga. Siempre me ha gustado como sabe controlar el deseo y su lujuria, por eso cuando me tiró del pelo haciendo que dejara de mamársela no me sorprendió, es más me excitó aun más de lo que estaba.

  • Hay que guardar las balas para la cacería, así que deja de chupar que para todo habrá tiempo.

Le miré a los ojos, me di cuenta que iba a ser un juguete en sus manos y que además me gustaba y me excitaba al comprender que aquel día iba a marcar un camino en mi vida.

-Sabes a lo que vamos y lo quieres...¿verdad...zorrita?

  • Sí...mi jefe...quiero que me enseñes a ser más tu puta.

Y llegamos al lugar. Era un palacete cerca de la playa. Nos recibió una pareja. Rubios, altos, de cuerpos cuidados. Ella podría estar en los primeros treinta y él quizás mas joven. Nos dieron la llave de una habitación y nos dijeron que teníamos alrededor de una hora para descansar. Que nos avisarían cuando se podía salir porque estaban preparando el lugar y habíamos llegado de los primeros. Me había sentido mirada, estudiada y valorada como una yegua que va a una carrera. Y me había vuelto a poner caliente pese a haberme masturbado apenas un rato antes.

Entramos en en la habitación , daba a un jardín con pileta , luego una pared para impedir que desde el paseo cercano se pudiera ver lo que pasaba en la propiedad y tras la vereda la arena y el mar azul. Le besé, me pegué a él, para que sintiera mi cuerpo con ganas de sexo al tiempo que con mi mano buscaba su verga que ya se estaba dura. No sabía lo que iba a pasar en la orgía, pero sí tenía claro que aquella fiesta iba a ser un motivo para unirnos más, para que se diera cuenta que yo era suya, pero él también era mío.

  • Gatita , ¿ ya quieres empezar?

  • Sí , mi gato malo...¡dame un anticipo! No me vuelvas a decir que debes guardar las balas...tienes una cartuchera llena- le rogué mimosa.

  • ¡ Que puta eres!

  • ¡ Y cómo te gusta!

– Desnúdate – me ordenó.

Lo hice rápido , blusa, jeans, braguita y sandalias. Sabía lo que debía hacer. Me puse en cuatro sobre la cama de modo que ambos folláramos mirando al mar.

Estaba ta mojada que su polla gorda, dura, grande, me penetró hasta el fondo de un golpe como un sable en su funda.

Me volvía loca el sentir su verga gorda y grande deslizándose en mi vagina, notar sus manos en mis caderas haciendo que llevara el ritmo de la follada. Yo le empujaba para que me la clavara siempre hasta el fondo, pero él a veces si quedaba con su cabezón justo en la zona más sensible de mi vagina: el punto G . Y ahí se movía rápido para excitarme todavía más de lo que estaba, buscando que no sólo llegara al salvaje orgasmo conque siempre lograba que acabara, sino también con un squirt que nos empapara en mi corrida compañera de su leche. Él sabía que estaba a punto de que eso pasara y me comenzó a dar unas ligeras nalgadas para que yo me moviera más rápido, buscando ese lujurioso final mientras él se queda quieto, empotrándome . Como una yegua en en carrera aceleré el mete y saca, siendo yo la que buscaba la meta y lo conseguí cuando nos confundimos en grito de placer que nos salió de lo más profundo de nuestra lascivia satisfecha.

Me moví hasta que salió , seguía dura , me la llevé a la boca para limpiarla, me encanta el sabor de mis flujos y su semen- Nos quedamos tumbados , desnudos, abrazados, mirando al mar en la cama de aquel resort donde iba a participar en mi primera orgía.

Estábamos mimosos acariciándonos en la enorme cama cuando sonó el teléfono , se puso mi jefe , oyó el recado y me dijo con una sonrisa:

  • Nos traen la ropa para nuestra estancia y en media hora nos esperan en el comedor.

  • ¿ Quieres que me tape para cuando vengan a traer la ropa o empezamos a jugar?

  • ¡Te has convertido en una golfa!

Y es verdad pensé. Paul , mi jefe, mi amante había hecho que una madre de familia, esposa aburrida se convirtiera en una mujer que le iba el gozo y el sexo. Nunca se me hubiera ocurrido participar en una orgía, y ahí estaba bien cogida, con el coño que rezumaba de mis flujos y de su semen , caliente como una yegua en celo, deseando saber lo que iba a hacer.

  • Vete a ducharte que hay que bajar enseguida y no quiero llegar de los últimos … y te conozco ...y sé que vas a tardar.

Fui al baño, me puse el gorro de baño, no quería que el pelo perdiera el alisado, me duché rápido, quitarme el sudor, solo me entretuve en acariciarme el coñito al limpiar los restos de la cogida. Estaba ansiosa, quería ver cómo era la ropa que había que usar. Salí a medio secar, envuelta en el toallón . Estaba encima de la cama.

Paul se le veía sonriente, disfrutando de imaginarme con ella puesta. Él llevaba un paquete en su mano derecha.

  • Helena, vístete mientras yo me ducho y bajaremos al salón donde están los demás. Nuestro color es el rojo. Somos la pareja roja.

Él se fue a la ducha, yo extendí el vestido. Era de seda liviana, me fijé si transparentaba. Lo hacía solo en parte, a contra luz y si lo mojabas . Me lo puse. Y me miré en el espejo. Era una bomba.

Unas finas tiras hacían de cinturón y collar, unas láminas rojas debía servir para cubrir el torso, el sexo y las nalgas. Había unas sandalias de taco medio alto. Paul debía haber dicho mi número porque me venían bien.

Esperé que saliera del baño, lo hizo con su ropa. Era un albornoz también de seda roja con capucha, que se podía cerrar con un cinto si bien amante lo llevaba abierto para que yo viera su pistolón.

  • Pareces un sátiro.

  • Y tú estás cojonuda.

Y lo estaba, el top me cubría las tetas pero se marcaban mis pezones duros, con la espalda desnuda. Las faldas dejaban al aire mis piernas enteras, estreché la parte posterior para que se vieran mis nalgas, están duras y respingonas . Siempre he estado orgullosa de mi cola y me apetecía lucirla. Ni una pizca de maquillaje, ni una joya, solo el anillo de casada, que como Paul llevaba el suyo dábamos la imagen de matrimonio con ganas de nuevas experiencias, en lugar de una pareja de amantes.

Salimos del cuarto, bajamos las pocas escaleras y llegamos al salón que daba al jardín. Había varias parejas, cada una de un color, casi todos los hombre iban vestidos como mi jefe. Las mujeres como yo. Algunas se habían cerrado un poco el top de modo que quedaran las tetas a la vista. Las había más jóvenes que yo, pero me di cuenta con satisfacción que estaba un poco por encima de la media. Se notaba que lo mío era todo natural sin pasar por el quirófano. Una pareja destacaba entre las demás: la pareja azul. Era ella la que llevaba el albornoz y él, un joven moreno con un cuerpazo de cine , el que apenas la falda tapaba su enorme verga.

Entraron los anfitriones vestían unas túnicas blancas transparentes que destacaban aun más sus cuerpos esculturales.

  • Durante veinticuatro horas este será su Paraíso. En él pueden hacer todo lo que deseen y con todas y todos siempre que estén de acuerdo.

Me apoyé en Paul, le tomé de la mano, le miré con ojos de hembra entregada y le dije muy quedo.

  • Sabes que haré todo lo que me pidas.

Esta historia es continuación parte de una saga escrita por esta autora y charlines.

Los títulos son : Elena en la oficina ( autor charlines) Mi jefe me llena bien llenada y La putita de mi jefe ( autora gatacolorada)

En espera la continuación de este relato.