Camino a las nuevas vacaciones de Sandra :) (3/6)

Relación de la orgía sostenida entre Walter y Sandra por un lado, con Mei Ling y Rogelio, recientemente emparejados y formalmente invitados a las nuevas vacaciones.

EPISODIO 3: DONDE CABEN TRES, CABEN CUATRO... PARA UNA ORGÍA.- MEI LING Y ROGELIO SE CONOCEN.

KLEIZER

1

Volviendo a la velada del sábado, en tanto el cielo arrebolado anunciaba la llegada inexorable de la noche, los primeros invitados a la reunión aparecen. Tal como Sandra y Walter fueron debidamente emparejados hacía poco más de un año, durante las concupiscentes vacaciones de verano narradas durante la primera miniserie, esta vez fue el turno para la esbelta y exótica amiga de nuestra heroína, Mei Ling, el ser emparejada con el afortunado Rogelio.

Mei Ling lucía espectacular con un vestido de noche azul oscuro, también con su espalda desnuda, proporcionando una visión de su tatuaje en forma de vid espinosa y decorado con tres rosas rojas. Su larga cabellera negra iba recogida en un peinado alto, con adornos dorados, dando un realce a sus rasgos orientales. Mei venía del brazo de Rogelio, a quien había conocido la semana anterior.

Las dos parejas intercambiaron sonrisas cómplices durante los saludos. Sandra besó en la boca a Mei y a Rogelio, y Mei besó en la boca a Walter. Sandra condujo a sus invitados a la sala grande, en la que esperarían al resto de los libertinos. Rogelio y Mei Ling se veían muy alegres y se besuqueaban como noviecitos de colegio, y éste último movía sus rodillas continuamente, nervioso y ansioso ante la experiencia que se avecinaba de manera inexorable.

Es oportuno rememorar los hechos y la manera en que Rogelio y Mei Ling se conocieron, mediante los "buenos oficios" de Walter y Sandra. Como recordarán, fue la noche del viernes antepasado que Mei Ling cayó en las garras de Sandra y Walter, quienes hicieron de todo con ella. La mañana del sábado, mientras las aves canturreaban en las ramas de los árboles recibiendo el nuevo día, Mei lloriqueaba como enloquecida, montando la erección matutina de Walter, mientras la esposa de éste, Sandra, totalmente desnuda a su vez, se masturbaba acostada junto a la pareja, observando todo el espectáculo.

Más tarde, el trío desayunaba en la terraza. Sandra prestó a Mei un camisón, que le quedaba algo corto. "Mei, de verdad quiero que conozcas a Rogelio", le dijo Sandra, posando una mano sobre la de Mei. "¿Verdad que Mei y Rogelio harían bonita pareja, amor?", preguntó Sandra a su esposo. "Además, así eliminaré la amenaza de que me quites a mi marido", añadió Sandra, arqueando una ceja. "Sandrita se estaba poniendo celosa por toda la atención que me dedicaste", dijo Mei sonriendo y acto seguido, besando a Walter. Sandra hizo un mohín muy teatral.

Quedaron en que Mei regresaría como a eso de las siete de la noche para conocer a Rogelio. "Ya estuve en un trío, qué más da estar en una orgía", pensó Mei. Antes de marcharse, embadurnaron el tieso pene de Walter con miel y las dos preciosas mujeres procedieron a lamérsela. Desde la terraza opuesta del apartamento al otro lado de la calle, un vecino algo barrigón y medio calvo contempló el espectáculo y se masturbó mientras duraba la faena. Sandra y Mei se dieron cuenta pero no se cortaron. Finalmente, Walter eyaculó sobre los rostros de sus dos amantes.

Tras ponerse de pie, Sandra hizo un ademán de despedida a su no tan remoto vecino voyeur. Éste correspondió. "Quizás sea buena idea averiguar quién es, aunque no se ve tan en forma", pensó ella, antes de adentrarse a su apartamento.

2

A las siete y quince minutos, Mei Ling regresó al apartamento de sus amigos, donde tanto le había ocurrido en las últimas horas. Se sentía tan abrumada por la intensa sesión sexual de trío como cuando perdió su virginidad, hacía once años. Walter abrió la puerta y la dejó pasar. Iba en bata. Se saludaron con un tórrido beso francés y el hombre volvió a estrujarle las nalgas, Mei gimió ante la súbita y agradable caricia.

-"Vamos a pasarla rico hoy también, chinita", le dijo Walter. "Soy taiwanesa", sonrió Mei, luego atrapando la cabeza de Walter entre sus manos para besarlo un rato más. "Creo que es bueno que me presenten un hombre, porque a este ritmo voy a enamorarme perdidamente del esposo de Sandra", pensó Mei, mientras Walter la conducía por la mano.

Mei lo detuvo en el corredor. "Te quiero agradecer por todas las cosas ricas que me hiciste", le confesó ella, y volvieron a besarse. "Y eso que aún hacen falta muchas otras cosas ricas para hacerte", le dijo Walter. "¿Ya has experimentado la doble penetración?" Mei se ruborizó y respingó ante esa propuesta, y cayó en la cuenta que no había contemplado ese escenario. "A Sandra le fascina que la conviertan en un sandwich, pero reconozco que eso es otro nivel, nadie te obligará a nada que no sea de tu agrado, chinita", le confió Walter, y se dirigieron a la habitación para huéspedes, la misma que días antes tronó con la cogida demoledora que Walter y Rogelio convidaron a Sandra.

En el interior de dicha habitación, Mei vio a Sandra totalmente desnuda, sin adornos ni nada, embadurnándose de lubricante. El plástico ya estaba dispuesto sobre la ancha cama matrimonial. Mei dedujo que debajo de la bata, Walter también andaba como vino al mundo. Sandra sonrió al ver a su amiga, y por entendimiento tácito, ella también empezó a desvestirse. "Si de todos modos, es a pisar que vine", pensó Mei, sonrojándose y sonriendo. "Y el hombre que mis amigos quieren presentarse igual me verá desnuda dentro de un rato, qué más da que sea de entrada". Sandra y Mei Ling procedieron a untarse el lubricante para dejar sus curvas relucientes y apetitosas. Volteaban a ver a Walter y sonreían, se daban efímeros besos y le guiñaban el ojo. Mei se arregló el cabello en un peinado alto, con ayuda de Sandra, para que su espalda fuera más visible, y el provocativo tatuaje también.

En ese momento, sonó el timbre. Walter salió de la habitación. Mei Ling no pudo evitar sentir cierto nerviosismo. "Tranquilízate, Mei, el que se va a poner nervioso va a ser él cuando vea el pedazo de mujer que le tenemos", le dijo Sandra. Pocos instantes después, Walter volvió a entrar al aposento, seguido por su amigo Rogelio, quien se quedó pasmado contemplando la memorable escena que estaba desarrollándose ante sus ojos.

Así, Rogelio y Mei Ling se vieron por primera vez. Rogelio vio desnuda y bañada de lubricante a la maravillosamente hermosa mujer que dentro de pocos meses llevaría al altar. Rogelio no era el Adonis que Mei se había imaginado, pero le resultó muy agradable, con un aura muy tranquila, y se sintió muy dichosa al ver la expresión de admiración en la cara del futuro padre de sus hijos, algo que en esos momentos, ella aún desconocía.

-Bienvenido, Rogelio, te presento a mi amiga, Mei Ling, ¿a que está de miedo? -la introdujo Sandra, tomándola de la mano y haciéndola girar como si estuvieran bailando salsa o merengue, del mismo modo que Rogelio hizo con Sandra la primera vez que tuvo sexo con ella; a Sandra le dio mucho morbo ese gesto, como del comerciante que examina un producto.

-Es un verdadero placer -balbuceó Rogelio, apretando la mano de Mei. Ella notó que él temblaba, y verle su cara, como si él estuviera a punto de acostarse con la mismísima Afrodita, y eso le dio mucha confianza a Mei, quien sonrió. "Un verdadero placer, efectivamente", dijo. Se dieron un fugaz beso de labio, pero fue suficiente para que ambos confirmaran que se gustaban mucho.

Sandra y Mei procedieron a desvestir a Rogelio. Mei Ling soltó una risita nerviosa cuando, tras bajar el bóxer del agasajado, saltó su pene enhiesto, más largo que el de Walter. Mei se ruborizó, pero al instante se apoderó de él y se lo metió a la boca, sin mayor trámite. Rogelio permanecía de pie, con sus pantalones alrededor de los tobillos, mientras su futura esposa le obsequiaba la primera de tantas sabrosas felaciones, en tanto que la cónyuge de su amigo lo besaba apasionadamente a medida que iba despojándolo de su camisa.

Después, Sandra se hincó junto a Mei y entre las dos comenzaron a mamarle la verga a Rogelio, quien se llevó las manos a la cabeza, suspirando y jadeando como adolescente en su primera vez. A todo esto, Walter se paseaba, ya desnudo, con un botecito de lubricante, chorreando a las diosas sexuales. Walter se acercó a la acción y pronto, Sandra y Mei Ling se turnaban para chupar los dos mástiles que tenían a su disposición esa noche. A veces coincidían las boquitas aviesas sobre uno de los cálidos y palpitantes órganos viriles, a veces se besaban para calentar a sus machos. En un momento dado, las chicas juntaron sus lenguas y acercaron las pijas a sus caras para que cada uno de los glandes se frotara con las dos lenguas por cada lado.

Rogelio tomó en sus brazos a Mei Ling, y se dirigieron, sonriendo los dos, a la cama matrimonial. Mei se acostó sobre el plástico y Rogelio hundió su cara en su sexo. Sandra se tendió al lado de Mei para besarla y acariciarle los pechos y hacer más intensa su experiencia. Luego, Walter se ubicó sobre la cara de Mei Ling y ésta abrió su boca para recibir su carne. Mei mugía de placer, chupando el pene de Walter en tanto que Rogelio le devoraba su conejito. Rogelio se tendió sobre su costado izquierdo, pasándose una de las largas piernas de Mei Ling sobre su cuello, y de este modo, Sandra pudo succionarle su miembro, y así el cuarteto estuvo unido mediante el sexo oral. Walter se sujetaba de la cabecera de la cama, Mei Ling se la mamaba; a Mei se la estaba lamiento Rogelio y éste era felado por Sandra. Los mugidos y gemidos resonaban por toda la habitación. "Qué envidia le tengo a Mei, porque esta pinga de Rogelio es para cabalgarla todos los días", pensaba Sandra mientras se tragaba la polla del susodicho.

-"A cuál más buena, están para chuparse los dedos las dos", las piropeó Rogelio mientras se posaba sobre Mei Ling, que se había soltado el cabello y yacía desparramado debajo de su cabeza. Fue mágico para ellos el momento en que sus rostros estuvieron tan cercanos. Se dieron su primer beso, solamente interrumpido ante el ingreso de Rogelio en Mei; ella clavó sus uñas en su espalda, y Rogelio se la iba metiendo despacio, consciente de su longitud, admirando a Mei con su boca abierta, jadeando casi imperceptiblemente. "Esa mierda no termina de entrar", exclamó Mei, al borde del llanto, su cara muy enrojecida. Cuando Rogelio ingresó todo, Mei abrió sus ojos y se vieron. "Ahora sé lo que sienten los pollos asados", dijo ella y rió. "O las víctimas del Drácula histórico", dijo Rogelio. "Así, empalada me siento. Haceme tuya, hoy vine para conocerte y para ser tuya", siguió diciendo Mei Ling, y Rogelio comenzó a bombearla, y la voz cristalina de la asiática resonaba por toda la habitación, quejándose y lloriqueando ante los deliciosos embates del pene más largo que había tenido.

Al lado de ellos, Sandra y Walter también copulaban ruidosamente, muy excitados. Sandra sobre su marido, quien la sujetaba de las redondas y carnosas nalgas, alzándola y bajándola sobre su torre de carne, arrancándole estremecimientos de gozo, costándole ver lo que sucedía con sus amigos, pero por lo que era capaz de escuchar dedujo que estaban cogiendo de maravilla.

Poco después, Mei Ling se preparaba para aplicarle a Rogelio su especialidad. Rogelio estaba acostado y ella lo montó, pero dándole la espalda, consciente que la visión de su redondo trasero y su tatuaje, y la verga ensartándose en ella, pondrían muy caliente a su nuevo amante. "Qué ricura de mujer", exclamó Rogelio cuando Mei Ling empezó a mover sus caderas arriba abajo a lo largo de su pene. Mei jadeaba y sollozaba de puro placer, sin detener sus movimientos cada vez más frenéticos. Sandra, a cuatro patas, besaba a Rogelio mientas que su esposo la penetraba por detrás. Rogelio aferró las nalgas perfectas de Mei Ling cuando eyaculó adentro de ella. Los dos gimieron ruidosamente y se quedaron quietos, saboreando el magno instante.

Mei y Rogelio se acostaron juntos, abrazados y besándose, manoseándose, mientras Sandra montaba rabiosamente a Walter hasta que éste estalló en el interior de su vientre. Luego, fueron a cenar.

3

Los libertinos se dieron una ducha, cada uno con su respectiva pareja. "Eres muy hermosa, Mei Ling, estoy muy feliz de haberte conocido", le dijo Rogelio, besándola debajo del agua de la regadera, abrazándola y apretándola contra él. "Eres muy lindo, y tu verga es la más rica que he tenido, tu pija le ha dado sentido a mi vida", confesó ella, audazmente. Rieron y se besaron. Se demoraron más que Sandra y Walter, pero los gemidos de Mei Ling a través de la puerta, dieron una idea muy precisa de lo que estaba sucediendo.

Sandra se vistió únicamente con una camisa azul claro de Walter, que se adhirió en algunas partes de su sinuoso y espléndido cuerpo que no había secado bien. Ella y Walter prepararon la mesa para recibir a sus huéspedes, que seguramente iban a aparecer muy hambrientos debido a las labores extra. Walter abrazó a Sandra y le acarició el culo. "Estás muy buena, mi amor", le dijo. Sandra sonrió y se ruborizó tenuemente. "Me gusta estar buena para ti, mi peludo", y se besaron.

Los libertinos se ubicaron alrededor de una mesita de madera, de poca altura, estilo japonés, y de esa manera, las parejas pudieron apretujarse sobre los cojines. Walter, Mei Ling y Rogelio vestían batas, en tanto que Sandra usaba la camisa antes mencionada. El esfuerzo físico reciente los hizo presa fácil del vino, y pronto afloraron las bromas atrevidas, relativas al trío de la noche anterior y sobre el órgano viril de Rogelio.

-"Con nuestros otros amigos estamos planeando unas nuevas vacaciones, en la misma línea que las anteriores, y nos daría mucho gusto que se nos unieran", dijo Walter, haciendo la formal invitación. "Estoy seguro que les dará mucho gusto compartir con los demás".

-"¿De cuánta gente estamos hablando?", sondeó Rogelio.

-Hasta el momento, dos parejas más -respondió Sandra-. Erica y Efraín, y Viviana y Gerardo -Mei Ling fue capaz de percibir la media sonrisa efímera que cruzó el rostro de Sandra al mencionar ese último nombre-. Si ustedes aceptan seríamos cuatro parejas, ocho personas. Pero Erica dice que está trabajando a una pareja de amigos de ella.

-¿Los está trabajando? -preguntó Rogelio. "Así como los trabajamos a ustedes, por separado", añadió Sandra, muy sonriente.

-¿Sabes cómo se llaman? -preguntó Walter a su exquisita esposa.

-Son Jessica y Carlos, parece que Erica los conoció en la maestría que imparte en la facultad de ciencias económicas. Así como es de caliente ella, así también es brillante -explicó Sandra a sus huéspedes-. Son un matrimonio joven, me dijo ella. También dijo que iba a confirmar si los "reclutaba".

-Qué términos los que emplean ustedes, "trabajar", "reclutar" -comentó Mei Ling, y todos rieron.

Así transcurrió la cena. Después, mientras la pantalla de plasma transmitía escenas de Investigation Discovery a muy poco volumen, las chicas devoraban su postre, en la forma de los penes de sus amantes. Sandra gateó donde Rogelio y entre las dos le comieron la polla un rato, luego Mei gateó hacia Walter y Sandra permaneció atragantándose golosamente con la adarga de Rogelio. Al rato, Mei cabalgaba a Walter y Sandra hacía otro tanto con Rogelio, gimiendo escandalosamente las dos.

Después, a un lado de la mesita, sobre la alfombra, Sandra y Rogelio lamían y chupaban al apretado ano de Mei Ling, quien lloriqueaba a todo pulmón ante la avalancha de nuevas sensaciones, mientras Walter fue en busca del lubricante. Sandra y Rogelio usaron sus dedos para iniciar la dilatación. Sandra sabía que Mei tenía años sin probar el sexo anal. Walter volvió y Sandra lo ayudó a untarle lubricante en la verga. Walter se arrodilló detrás de Mei Ling y su mujer colaboró con él, y pronto su hinchado glande se apretaba contra el sensitivo asterisco de la abogada oriental. Walter se sujetó de las nalgas de ensueño de Mei y pronto su pene iba desapareciendo en su recto, y cada avance era recibido con un alarido de la cristalina voz.

-"Si Walter está dándole por el culo a mi nueva novia, lo justo es que yo encule a su mujer", dijo Rogelio, y Sandra aplaudió muy contenta y chupó con suma fruición el pene de Rogelio, luego lo untó con lubricante; Sandra se colocó a cuatro patas junto a Mei Ling y le aferró una mano, y pronto las dos bellas mujeres parecían participantes en una competición de lamentos sexuales, a medida que la carne de Rogelio iba siendo engullida por el ano de Sandra. "Qué buen culo tiene tu mujer, Walter", dijo Rogelio cuando iniciaba su mete saca. "Qué rico y apretadito tiene el culo tu novia, Rogelio", dijo Walter, apenas bisbiseado, pues la presión sobre su pija ejercida por las paredes anales de Mei, lo tenía en el séptimo cielo. Sandra y Mei Ling se besaban con lengua, totalmente enajenadas de tanto placer y lujuria.

Cuando estaba a punto de eyacular, Rogelio sacó su pene del culo de Sandra para terminar en la boca y cara de ésta. Sandra recibió la leche caliente de su huésped y no tuvo reparo alguno en chuparle su pene aún trémulo y enrojecido; Sandra había comprendido que eso le daba mucho morbo a Rogelio, ver a su amante mamando su pija recién salida de su trasero; Sandra paladeó su propio sabor y se esmeró en dejar bien nítido el órgano de Rogelio. Era un buen precio a pagar para disfrutar ese pene, pensó ella, mientras le masajeaba los testículos. Walter no pudo aguantar mucho y rellenó el culo de Mei Ling con su semen, el cual chorreó poco después, a lo que Sandra se dedicó a lamer, arrancando violentos estremecimientos a su amiga. Las amigas se obsequiaron un ardiente 69 para acabar ellas, mientras sus sementales se sobaban sus vergas y contemplando el espectáculo.

4

Varias horas después, entrada la madrugada, Mei Ling se retorcía desnuda sobre la cama matrimonial cubierta por el plástico. Seis manos la untaban de lubricante, seis manos que la exploraban hasta su último recoveco, sin perdonar ninguna curva. Sandra, igualmente desnuda y bañada en aceite, resplandeciente y muy provocativa, succionaba la pinga de Rogelio como si de ello dependiera la salvación de la Humanidad. Luego Rogelio se acostó en la cama, y cuando Mei Ling procedía a encaramarse en él, ella le dio la espalda. "Te quiero en mi culo, te necesito en mi culo", se besaron y ella se acostó sobre él, boca arriba. Sandra mamó un par de veces el pene de Rogelio y luego lo condujo al recto de su amiga. Mei lloriqueó, muy ruborizada, sientiendo aquella serpiente introduciéndose en su culo.

"Qué rico, cómo me la apretas", pifió Rogelio. Sandra chupaba frenéticamente la pija de Walter, y luego éste se arrodilló entre las piernas de sus huéspedes para penetrar a Mei Ling en su vagina, acomodando sus largas piernas por sobre sus hombros. Ella puso sus ojos en blanco, abriendo su boca desmesuradamente, experimentando por primera vez lo que era tener dos tiesas y recias pijas adentro. Pronto, los tres amantes empezaron a moverse despacio, como un solo organismo, los tres jadeaban y suspiraban, y en el caso de Mei Ling, su voz quebradiza profería una sinfonía de gemidos y sollozos, así como de obscenidades anteriormente inimaginables saliendo de ella.

Sandra filmaba todo con su smartphone, sin dejar de tocarse su entrepierna ni de morderse los labios, envidiando la situación tan rica de su amiga. Los gritos de Mei se intensificaron a medida que aumentaba la velocidad con que era embestida por sus dos machos, la cabecera de la cama golpeando la pared violentamente. El descompuesto rostro de Mei lucía rojo como tomate, ella se había convertido en una muñeca sexual de carne y hueso, carente de razón y voluntad, tal y como esos dos hombres tuvieron a la misma Sandra días atrás.

Walter se incorporó rugiendo, sus chorros de semen pringando el torso sudoroso de Mei Ling, sus pechos bamboleantes y su cara. Sandra empezó a sobarle el clítoris frenéticamente, mientras se besaban y se lamían. Rogelio pronto le metió algunos dedos a Sandra, quien respingó de gozo. Rogelio liberó su pene del culo de Mei Ling y Sandra se lo metió a la boca sin dudarlo, ganosa por saborear a Mei. Rogelio eyaculó dentro de la garganta de Sandra, mientras Mei temblaba de placer al lado de ellos. Después, Sandra aproximó su cara a la de su amiga, que aún gemía y resoplaba a causa del placer extremo; Mei Ling entendió y abrió su boca para recibir el hilillo blanco, el cum swap que calentó a los dos machos que vieron tal escena. Sandra retuvo un poco del semen para tragárselo, y Mei hizo lo mismo, las dos abrieron sus bocas para mostrar a sus amos que se habían bebido su lechita como niñas obedientes. Sandra continuó besando a Mei y entre las dos se regalaron los orgasmos finales de aquella noche calurosa.

A la mañana siguiente, Sandra aprovechó la erección matutina de Rogelio, y Mei no se quedó atrás con Walter. Al rato, tras el desayuno, Sandra lamía la miel de la tiesa pija de su marido, y Mei paladeaba la mantequilla en el estilete de carne de su nuevo novio. De reojo, Sandra constató la presencia de su vecino barrigón y medio calvo, masturbándose frenéticamente, esta vez con unos binoculares. Sandra le sonrió y le guiñó un ojo, y le pareció que el vecino mirón acabó en ese instante. Sandra y sus amigos estuvieron cogiendo todo el domingo.

Tales fueron los recuerdos e imágenes evocados por estas dos parejas tras su reencuentro el fin de semana siguiente, para la fiesta mayor.