Camino a la preversion

Clara,casada con un empresario de cuna,desde su puesto de secretaria y sin que nada le falte...bueno, eso pensaba ella; se ve envuelta, después de una noche de fiesta con su amiga Lucía, su hijastro y un empleado de su marido en una serie de hechos que cambiarán su vida para siempre...

Lo que voy a contar llevo mucho tiempo queriéndolo hacer pero hasta ahora no he encontrado ni las ganas ni el momento ni quizás la persona adecuada…Aunque parezca una paradoja que lo cuente en un sitio así donde sé que lo va a leer mucha más  gente de la que quizás debería saberlo. Es como una expiación de lo que me ha pasado y del cambio que ha dado mi vida desde lo sucedido aquella noche en que me dejé llevar, después de tanto tiempo de ser una mujer decente y dedicada a mi marido y a mi hija, de ser y comportarme como una buena madre y una buena esposa tan sólo pendiente de su casa y de su familia hasta que mi mejor amiga, Lucía, insistió en que saliéramos una noche nosotras solas, sin nuestros  maridos y sin nuestros hijos a pasarlo bien, como cuando estábamos solteras…como si eso fuera tan fácil!.

Perdón, me voy a presentar: Me llamo Clara B., tengo 40 años recién cumplidos y actualmente me dedico a cuidar mi casa (es un decir, ya que tengo una chica que hace la limpieza y se encarga de mi hija desde que nació y que es como una más de la familia, de mi marido y sobre todo, de mí). Voy al gimnasio  dos o tres veces a la semana, salgo a correr de vez en cuando y a veces a nadar en la piscina cubierta del club donde suelo ir a hacer todas estas actividades ( club privado por supuesto)… es decir, que estoy bastante atareada normalmente, sin contar por supuesto cuando salgo de compras o a tomar café con Lucía, que la verdad sea dicha suele ser muy a menudo.

Mido 1´72 , y soy lo que se dice una mujer que estoy muy muy buena! O eso dice mi marido y lo corrobora el que cada vez que estoy cerca de algún hombre casi casi le tengo que dar un klinnex del peligro que corro de que me moje con sus babas…tengo el pelo rubio(natural ) más bien un castaño muy clarito , ojos verdes, unos labios  a los que no le hace falta ponerles relleno porque la naturaleza me los dio así , una talla 100 de sujetador y un culo muy bien hecho que apenas ha notado ni el parir a mi hija ni el paso de los años.

Suelo vestir muy bien cuando salgo  de casa y me preocupo de estar siempre elegante y no desentonar con el ambiente que me rodea sobre todo desde que me casé con Julio, mi marido. Llevamos juntos 15 años, un año después de quedar viudo de su primera mujer  (debo decir que mi marido es 20 años mayor que yo  y que en ese momento yo era su secretaria). Sí! Lo típico en estos casos, aunque no estábamos liados mientras él estuvo casado, en esos momentos yo tenía otro pretendiente, su hermano Carlos, que desde el momento en que entré a trabajar en la empresa de la cual ambos eran los mayores accionistas ( herencia familiar) puso sus ojos en mí ( además de otras cosas) y de eso hacía 3 años antes de enviudar mi marido.

Carlos era y es la típica oveja negra de la familia, mientras su hermano Julio, el mayor, era responsable y de hecho el que manejaba la empresa con ayuda de su equipo directivo, Carlos se dedicaba a la buena vida y a aparecer bastante poco por la sede de la empresa, la cual decía deprimirle mucho.

Empezó a rondarme en cuanto puso sus ojos en mí a los pocos días de entrar en la empresa. Entre los  veintiún años míos, su pinta de seductor, su decisión para todo y de haber vivido lo suficiente, creó una  nebulosa a mi alrededor en la cual caí como una tonta esperando lo que él no estaba dispuesto a darme (ni a mí ni a nadie), no tenía tiempo ni cabeza para eso aunque tardé bastante en darme cuenta, casi dos años. Un día desapareció de repente, dejándome destrozada aunque apenas nadie conocía nuestras salidas ni nuestros encuentros. Era una desconocida en su vida social, si alguna vez nos pillaban cenando o en algún viaje, la explicación que daba era que estábamos de trabajo en alguna feria o en algún congreso. Mi enfado se disipaba en cuanto me decía con esa labia tan espectacular que tenía para convencerme,  que a nadie le importaba lo que hacíamos… Yo le creía como una tonta. Me enseñó un mundo al que costaba muy poco trabajo cogerle el gusto. Ropa cara, restaurantes caros, hoteles de 5 estrellas…todo lo que una chica como yo y con mi sueldo no podría permitirse en su vida. Hasta que desapareció!

No sé que llegó a hacer en la contabilidad de la empresa pero su nombre dejó de pronunciarse, sus fotos retiradas, no fue a la cárcel porque era mayor el escándalo que el beneficio de darse el gusto de encerrarle…en fin! Un desastre para todos, sobre todo para mí que estaba ciega con él y que me dejó vacía y con una depresión que rayaba el hundimiento tanto físico como moral.

Hasta que apareció Carlos había tenido dos novios, uno de ellos me duró cinco años hasta que lo dejé por él y el otro apenas me duró el tiempo de desvirgarme una noche que había bebido un poco y con mis 18 años creía que ya era el momento de saber cómo se sentía cuando entregabas a un hombre lo que tanto habías guardado (mis amigas contaban cosas espectaculares). Pura decepción para mí!

Carlos hizo que me diera cuenta de todo mi potencial como hembra. El sexo con él era sencillamente espectacular. Sabía dónde estaban mis puntos más sensibles sin decírselo y tenía una polla que todavía hoy (15 años después) no he podido olvidar y aún pienso en ella, sobre todo cada vez que no puedo más y decido tocarme. He de decir que mi marido también es todo lo contrario a Carlos en cuestiones de sexo. Es tranquilo, sensible, cuidadoso y sobre todo distancia mucho sus encuentros conmigo debido a su dedicación al trabajo y a sus innumerables viajes. Yo necesito más! Pero en este tiempo he aprendido a ser eso, una mujer espectacular que acompaña a su marido a cualquier fiesta importante que se da en Madrid y al que todo el mundo envidia porque tener a una mujer como yo no está al alcance de cualquiera, o eso creía yo! Y que ha aprendido a manejarse sola con la ayuda de su imaginación y con la excitación que produce una visa oro en su bolso de 3.000 euros.

Mi marido, Julio, no tardó mucho en ocupar el lugar de su hermano. Tres meses después de fallecer su mujer, me invitó a cenar y ahí empecé a  intuir que quería ocupar el vacío que su hermano había dejado en mí. La verdad es que no le fue muy difícil conseguirlo!

Tengo que decir que todo este tiempo he permanecido fiel a mi marido aunque me gusta sentirme observada, me encanta ver la cara de lujuria de los hombres cuando estoy cerca de ellos y piensan por un momento que voy a ser capaz de sacrificar mi estatus por un momento de sexo con ellos. Me gusta jugar, provocar pero siempre con clase, esa clase que me ha dado estos años de ver como los hombres tienen que respetarme ya que mi marido es una persona muy influyente y que podría complicar la vida a muchos de mis aduladores.

Como bien he dicho antes, Lucía, ha sido y es mi mejor amiga desde que empecé a trabajar en la empresa de mi marido. Ella era la única que conocía mi relación con Carlos ya que su marido es uno de los accionistas más importante de la empresa. También heredada de su familia. He de decir que Lucía es una mujer espectacular, algo más baja que yo, morena, un pelín pasada de peso como ella misma dice, pero que atrae a los hombres porque es una persona muy alegre y abierta. Muy provocativa y una vez entrada en la fiesta no hay quien la pare. Suelo taparle muchos devaneos y no tiene reparo en tirarse lo que le viene en gana aunque al día siguiente venga a contármelo con cara de pena y diciendo que no va a volver a suceder…aunque después estallamos en una carcajada ya que ambas sabemos lo que quiere decir. Alguna vez he estado a punto de caer en la tentación, todo hay que decirlo, aunque he mantenido la cordura. Tengo un problema con la bebida… jajaja! Me pone muy cachonda, no lo puedo remediar. Por eso intento controlarme cada vez que salgo con mi amiga y mido mucho lo que tomo.

Dicho todo esto, paso a contarles lo que pasó este verano durante las vacaciones. Mi marido tiene una finca en un pueblo de Castellón al lado de la playa de Benicarló (también era de sus padres) donde tenemos una casa muy grande y unas caballerizas. En este tiempo a su lado he aprendido a montar a caballo, a gustarme estar en el campo. Tengo una yegua (Gina) que me regaló mi marido hace 4 años y que me encanta montar y pasear por la finca. Doy largos paseos y me encanta perderme entre los árboles y subir y bajar la sierra. Sentirme libre en contacto con la naturaleza.

Todos los veranos en julio más o menos nos desplazamos allí ya que la playa está muy cerca y podemos ir cuando nos apetece más que nada por la niña. Suelo llegar primero con la niña y María, la chica que cuida de Laura, mi hija. Mi marido suele ir los fines de semana y el lunes se vuelve a Madrid a continuar con lo suyo, la empresa!

La finca tiene, a parte de unos establos bastante grandes donde hay como una docena de caballos, un par de sementales de raza y el resto suelen ser yeguas dispuestas a criar unos potros de los cuales mi marido se siente muy orgulloso ya que tienen muy buena fama y prácticamente es un lujo que sus clientes consigan un potro de esta yeguada aunque a veces sea a precio de oro, una casa bastante grande  que da a un patio posterior bastante amplio por donde se entra a tres casas más pequeñas cuyas puertas dan al patio y nunca permanecen cerradas ya que son donde vive el personal encargado de cuidar la finca y la casa.

Llegamos una mañana de julio muy calurosa a eso de las 12 del mediodía. Al aparcar mi coche bajo un techado que hay frente a la casa, vi como salía Ángela, la mujer encargada de mantener la casa en condiciones todo el año por si en algún momento decidíamos pasar algún fin de semana o algún puente festivo en el campo. Mi hija salió corriendo a su encuentro y se encaramó a ella abrazándola y besándola como si fuera un familiar más. Mi hija Laura tiene 5 años y me costó otros cinco años de matrimonio el poder quedarme embarazada.

-          Buenos días Señora. Han tenido buen viaje?

-          Buff!! Hola Ángela, así así, hace mucho calor.

-          Hola María! Saludó la mujer.

-          Hola Ángela! ¿Me ayudas con el equipaje?

-          Ahora mismo!

Cogí a Laura de la mano y puse rumbo al interior de la casa mientras las dos mujeres descargaban el coche y comenzaban a bajar las maletas.

Al entrar dentro de la casa se notaba el frescor que tiene las casas de campo con sus muros hechos de piedra y que dan al interior esa sensación de estar en otro mundo donde no se necesita el aire acondicionado. Llevaba puesto un vestido color crema con algunos adornos floreados, muy fino y fresco,  abotonado por delante y que llegaba hasta medio muslo. Lo notaba pegado a mi piel debido al calor que había pasado en el coche a pesar del aire acondicionado, sobre todo por detrás la parte que había estado en contacto con el asiento. Notaba como de mi escote sobresalían unas gotas de sudor que al entrar en la casa y enfriarse hicieron  que se me erizara el vello y mis pezones se endurecieran rozándome el sujetador blanco que llevaba, sintiendo como empujaban, notándoseme a simple vista, solté un botón más del que llevaba suelto para aliviar un poco el calor que tenía.

-          María! Voy a ver a Gina!

-          Ángela! ¿Quién se encarga de los caballos?

-          Pablo señora! Y un chico nuevo que contrató el señor hace unos meses, Rafa!

-          Mejor, así saludo a Pablo de paso, hace bastante tiempo que no lo veo. Vigilad a Laura!

-          No se preocupe señora! Contestaron las dos mujeres a la vez. La verdad es que mi hija no estaría más segura ni conmigo misma.

No he contado quién es Pablo. Pablo es hijo del primer matrimonio de mi marido y estudia en una universidad de Irlanda, o sea, mi hijastro. La verdad es que estudiar lo que se dice estudiar no estudia mucho, es por eso que mi marido para meterlo en el buen camino y para que se gane lo que va gastarse este verano le ha hecho trabajar  en el establo todas las vacaciones bajo amenaza de volverlo a Irlanda antes de que acaben las vacaciones. Pablo tiene 22 años y está estudiando ADE, o eso hace creer, para que el día de mañana ocupe el lugar de su padre.

He de decir que nos llevamos bastante bien, le bailan los ojitos cuando me ve, sobre todo si mi escote es generoso o estoy sentada frente a él y mi falda o vestido no cubre todo lo que debería. No separa sus ojos de mí. La verdad es que me gusta provocarle, desde la mesura eso sí. Su cara de lujuria, de deseo me pone a cien la verdad. Ya sé que es el hijo de mi marido y que tengo edad para ser su madre pero no lo puedo remediar. Me encanta pensar que cuando se encierra en su habitación soy la musa de sus pajas!

Al principio de casarme con su padre lo pasamos francamente mal los tres. Pablo no dejaba ningún atisbo de poder mantener una relación cordial con él. Sobre todo al ser tan rápida mi relación con su padre. La verdad es que era muy pequeño y vine a ocupar el lugar que había dejado su madre. Muy duro para un niño.

Recorrí el trayecto entre la casa y los establos con mis gafas de sol puestas empezando a oler el olor característico de las caballerizas y oír algún que  otro relincho de los animales.

Asomé despacio por la puerta principal y enseguida vi a mi yegua asomar su cabeza por encima de la puerta abierta por la mitad. La yegua se percató de que su dueña estaba allí y estirando las orejas dio un relincho que hizo acudir a uno de los cuidadores. Estaba claro que no era mi hijastro. En su lugar apareció un chico joven, embutido en un mono con peto azul que llevaba puesto sin camiseta por lo que se apreciaba su pecho bastante fuerte y unos brazos donde se distinguía con claridad sus bíceps con un tatuaje en cada brazo y sin corte alguno del sol. Estaba claro que solía ir así todo el tiempo que estaba trabajando. Seguí mi observación hacia su rostro, que no estaba mal a pesar de su barba de 3-4 días y su pendiente en la oreja izquierda. Su cabeza casi rapada le daba un aire bastante macarra a pesar de la suavidad que daba a su cara sus ojos azules y su elevada estatura (seguro que pasa del 1´85, pensé en ese momento).

El chico se quedó mirándome desde el medio de la cuadra y así permanecimos unos segundos hasta que caí en la cuenta que desde donde estaba (en la misma puerta), la luz del sol daba a mi vestido una transparencia que me hacía ver como si estuviera desnuda delante del chico.

-          Menudo alegrón le estoy dando…pensé.

Gina llamó mi atención una vez más con otro relincho que fue acompañado por otro del caballo que sujetaba el muchacho poniéndose nervioso e intentando sujetarlo con las dos manos.

-          Buenos días… atiné a decir, entrando en la cuadra y dejando al chico sin la inmejorable vista que le había proporcionado.

El encargado del establo cuando pudo sujetar al semental saludó a su vez:

-          Buenos días señora…es que está en celo la yegua y el macho se pone muy nervioso.

-          Ya veo…contesté mientras me acerqué a Gina y acariciando su cabeza le di una ¨chuche¨, relajando sus orejas que había mantenido tiesas desde que me vió asomar por la puerta del establo.

-          Y Pablo? pregunté sin dejar de acariciar a mi yegua. Estaba muy contenta de verla!

-           Ha bajado a por unos sacos de pienso que no nos han subido señora… contestó sin dejar de mirarme sobre todo a mi escote, con una mirada bastante descarada para ser su jefa. La verdad es que estaba acostumbrada a esas miradas.

-          ¿Necesita algo de mí, señora?...me preguntó sin dejar de mirarme con el mismo descaro de antes.

-          No, ahora mismo nada…gracias! Mientras seguía acariciando el hocico de mi yegua.

El chico se dio la vuelta sujetando el caballo que seguía bufando y queriendo acercarse a la yegua y se alejó hacia el fondo del establo. Pude admirarle desde detrás, la verdad es que no estaba nada mal, pensé para mis adentros viendo lo necesitada que estaba de una buena ración de sexo….Dios! pero que estaba pensando?

Acaricié una vez más a Gina, me dispuse a salir y cuando estuve de nuevo en el umbral de la puerta, se me ocurrió volver a provocar al chico del establo.

-          Chico! Llamé en voz alta. Viendo como asomaba desde el fondo del establo acercándose hacia donde estaba.

-          Rafa, señora…me llamo Rafa! Mientras no dejaba de mirar hacia mis piernas que previamente había entreabierto para que el sol desde atrás hiciera el resto. El chico empezaba a ponerse nervioso aunque no quitaba la vista de mi figura. Imagino que el trasluz dejaba ver, como si no llevara vestido, mis bragas negras. Una mueca de descaro apareció en la boca del mozo mientras aguardaba mi orden.

-          Prepárame a Gina sobre las siete, saldré a dar una vuelta!

-          Muy bien señora…como usted mande!

Me di la vuelta y muy despacio inicié el regreso a la casa. El calzado que llevaba unido a lo inestable del piso hacía que notara como mi culo se movía al andar…no miré atrás, estaba segura de que el chico no quitaba ojo de mi trasero…notaba como mi sexo se humedecía…Entré en la casa y de nuevo esa sensación de frescor que unido a la excitación que empezaba a notar en mi entrepierna y lo duros que notaba mis pezones hicieron que cuando sonó mi móvil diera un grito de sobresalto… ufff! Seré idiota!

-          Dime cariño! Era mi marido que preguntaba cómo había llegado y si necesitaba algo…una sonrisa apareció en mis labios (claro que necesitaba pero tendría que aguantarme hasta que viniera).

-          Nada! ¿Cuando vienes entonces? Seguimos hablando mientras oía a mi hija gritar en la piscina jugando con María quién no le perdía de vista ni un momento. Colgué después de despedirme de Julio y fui hasta la cocina en busca de Ángela…tendría que ver lo que íbamos a comer.

-          ¿Quién es el chico que se encarga de los caballos Ángela? Pregunté sin aparentar demasiado interés a la mujer del capataz de la finca que ocupaban una de las tres casas que habían en el patio de la casa principal.

-          Lo contrató su marido hace unos 8-9 meses. Aunque ha tenido algún problema, ya sabe, alguna pelea, algún hurto sin importancia siendo más joven, tiene muy buena mano con los caballos y se encarga de todo lo concerniente a ellos. El cuidado, los potros, el apareamiento, ya sabe  usted señora, todo eso… A pesar del aspecto descuidado, es muy bueno en su trabajo. Ha tenido una adolescencia difícil. Sus padres se separaron siendo muy joven y se ha criado con su padre y eso ha hecho algo más difícil su educación. A pesar de la pinta que lleva apenas tiene 25-26 años.

-          ¿Qué comemos hoy Ángela?...pregunté cambiando la conversación para que no sospechara de mi repentino interés por el chico. Iniciando una larga conversación sobre cómo iba la finca la casa y todas esas cosas. Así fue cómo me enteré que una de las casas del patio era la vivienda del encargado de los caballos.

Después de comer, acostamos a Laura, que con todo el trajín del viaje y del baño estaba cansadísima y no tardó en dormirse. Yo me metí en mi habitación, desnudándome y metiéndome en la ducha. Qué gusto!! Mientras me enjabonaba vino a mi mente el chico del establo y su forma de mirarme, mi mano se deslizó hasta mi pubis buscando mi sexo, muy despacio me abrí paso buscando mi clítoris que saltó como un resorte al sentirse acariciado, cerré los ojos mientras el agua acariciaba mis pechos y no tardé ni diez segundos en sentir cómo temblaba todo mi cuerpo ante la llegada del orgasmo. Buff! Estaba muy excitada y no tardé en correrme. Hacía mucho tiempo que no me sentía tan caliente!

A eso de las 6 bajé al salón de la casa. Todo en ella era enorme: el salón, las paredes, los techos…enseguida apareció Ángela preguntando si necesitaba alguna cosa.

-          ¿Y Pablo, vino a comer? Pregunté por mi hijastro

-          No señora! Creo que se quedaba a comer en el pueblo…la verdad es que para muy poco por la casa. Viene a comer de vez en cuando y a dormir. El resto del día se lo pasa o bien en el establo (se ha hecho muy amigo de Rafa) o en el pueblo. Creo que hay una chica que le hace tilín, más o menos! Jajaj…eso se dice ahora ¿no señora?

-          Si tú lo dices Ángela! Contesté dando por acabada la conversación.

Eché un vistazo a mi hija, que seguía con María en la piscina y tranquilamente me preparé para dar un paseo en mi yegua. Subí a mi habitación y me puse mi ropa de montar. Arriba una camisa blanca abierta hasta el comienzo de mis senos…¿me estaba vistiendo para el chico del establo? No sé, me gustaba vestirme así, aunque esa tarde quería creer que siempre lo hacía así…yo sabía que era mentira.

Me dirigí al establo sintiendo el calor de la tarde acariciando mi piel. Al entrar al establo, Gina me vió y repitiendo lo mismo de la mañana empezó a relinchar alegrándose de verme de nuevo e intuyendo que saldríamos a dar un paseo (mi marido había prohibido terminantemente que nadie montara mi yegua). Con tanto escándalo, el semental empezó a relinchar al rebufo de la yegua y rápidamente apareció Rafa que intuía que algo raro pasaba.

-          Lo siento señora! Dijo a las siete y sólo son las 6´30 enseguida preparo a su yegua!

-          Tranquilo Rafa…¿eres Rafa, no? Me adelanté un poco.

Di  una ¨ chuche ¨ a Gina y eso pareció tranquilizarla un poco a pesar del escándalo del caballo que al oler a la hembra cada vez estaba más nervioso y parecía querer romper el establo donde estaba metido.

-          Tranquilo Sultán…tranquilo! El chico entró en el establo del caballo y poco a poco y hablándole muy bajo consiguió tranquilizar al semental que con cada palabra del chico y tras no parar de bufar empezó a tranquilizarse.

Sultán es el caballo de mi marido y el semental más valioso de todos sus caballos. Un pura sangre retirado de lo hipódromos dedicado a eso, a procrear otros pura sangre. Muy valioso! O eso decía mi marido. La verdad es que los amantes de los caballos pagaban un dineral por sus potros.

Rafa pasó de un establo a otro y comenzó a ensillar a Gina ante mi atenta mirada que observaba cada gesto y cada movimiento del hombre que parecía haber nacido para eso, para domar caballos y yeguas también! Visto lo visto con Gina. Su espalda al aire y su torso también.

Una vez ensilló a la yegua la sacó del compartimento y dirigiéndose a mi me entregó el ramal. Mientras sujetaba y acariciaba a Gina vi que se introducía en el establo del caballo y abriendo la puerta lo sacaba fuera. El caballo al ver a la yegua empezó a relinchar y a bufar cada vez con más fuerza mientras Rafa, con paciencia y tranquilidad le hablaba muy cerca y lo tranquilizaba en un tono apenas audible para mí que estaba tan cerca. Gina se removía con nerviosismo. Estaba claro que había feeling  entre los dos caballos.

-          Perdone señora! Es que si no lo saco para que la vea, después no hay quién lo aguante! Es una hembra casi inaccesible para él! Jaja… las demás ya sabe a que saben, ésta todavía no y eso hace más difícil controlarlo!

Estaba alucinada con la situación! Los caballos son como todos los tíos, cuando una mujer les da calabazas o no se pone a tiro lo hacen cuestión de honor y más empeño ponen.

Ese era mi pensamiento cuando me fijé en el caballo que a pesar de tranquilizarse con las palabras del chico, vi con asombro como su verga comenzaba a salir de su envoltura. Era una escena muy cachonda la verdad. Un caballo moría por montar a una yegua que hasta ese momento se le hacía irresistible. Su verga crecía y crecía hasta mostrar toda su plenitud. El chico miraba la situación y no dejaba de parecerle graciosa. Mi cara delataba cual era mi pensamiento.

-          Es una lástima que se pierda la ocasión señora! Me dijo sin dejar de mirarme.

-          ¿A qué te refieres? Pregunté.

-          El semen del caballo, señora! Con su permiso voy a recogerlo! Aunque no quisiera que se sintiera violenta señora, mejor sale usted del establo mientras lo hago. No creo que su marido aprobara esto si se enterara.

No sabía a qué se refería, bueno sí, pero ¿sería capaz de hacer lo que estaba pensando?

-          No creo que me asuste de lo que vayas a hacer y tampoco creo que deba enterarse mi marido de todo lo que haga. Soy lo suficientemente mayor e independiente para decidir lo que debo o no debo de ver o hacer.

-          Usted misma señora! Dijo el chico con una sonrisa irónica.

Sin dejar de sujetar y acariciar a mi yegua para tranquilizarla, vi como el chico cogía lo que parecía un preservativo gigante y lo encapuchaba en la verga del semental. Sin dejar de mirarme empezó a mover rítmicamente la verga del caballo que poco a poco se dejaba hacer estirando las orejas y soltando espuma por la boca mientras el chico masturbaba al semental esperando a que se corriera y recolectar todo el semen en la capucha. Poco a poco el caballo daba muestras de llegar al orgasmo conforme el vaivén de la mano del chico iba aumentando hasta que empezó a escupir semen dentro de la funda, un semen espeso y copioso que acabó por tranquilizar al caballo al mismo tiempo que hacía que la yegua empezara a relinchar cómo dando a entender que se estaba perdiendo una parte esencial de su vida. Yo estaba alucinada y muy cachonda con lo que estaba viendo esa tarde en las cuadras. Sentía mis bragas empapadas mientras Rafa recogía la capucha con el semen del caballo y lo guardaba en  un envase y lo metía en un frigorífico que había en el establo. Rápidamente monté en Gina y salí de las cuadras sintiendo cómo mi coño mojaba mis bragas y solidarizándome con mi yegua. Un día de estos tendría que solucionarlo, no sólo estaba para dejarme que la montase, también ella tenía derecho a ser montada!

Regresé de mi paseo un par de horas después, ya más relajada. Al entrar en el establo vi acercarse a Pablo. Bajé de Gina y me acerqué a él.

-          Hola Pablo! Le dije dándole dos besos.

-           Hola Clara! Me respondió. Se le notaba que se alegraba de verme. Notaba su mirada en mi escote, no podía remediarlo.

-          ¿Qué tal estás cariño? Le pregunté. ¿Has visto a Laura?

-          Sí! Jajaj… quería que me quedara con ella en la piscina!.

-          Pues haberte quedado! Le contesté.

-          Mañana quizás. Hoy teníamos que cambiar el suelo de los establos. Estamos a viernes y mejor hoy que no en el fin de semana.

-          ¿Y el otro chico?

-          Hace rato que se fue. Sale a las 7, él suele entrar más temprano que yo.

-          ¿Nos vemos en la cena entonces? Le dije.

-          Si! Ya te cuento. Esto lo dijo mientras cogía a Gina y empezaba a quitarle la silla de montar y a introducirla en su establo.

Empecé a andar hacia la casa mientras me despedía de Pablo. Me sentía decepcionada aunque no quería reconocerlo. Había esperado que Rafa estuviera en el establo. Empecé a cabecear y a pensar que estaba llevando mi abstinencia demasiado lejos. Es un empleado de mi marido! En que estás pensando Clara? Me oí decir.

Cuando estaba entrando en la casa oí el sonido de mi móvil que había dejado sobre la mesa del salón. Lo cogí y vi que era Lucía, mi amiga.

-          Hola Lucía! ¿Qué tal?

-          Hola chocho! Jajaja… ¿te aburres?

-          Nooo! Todavía no, acabo de llegar mujer!

-          He pensado hacerte una visita este fin de semana… ¿qué te parece nena?

-          Muy bien! ¿Y tu marido?

-          Se queda en Madrid este finde, dice que quiere descansar y relajarse.

-          ¿Qué te parece si le digo que hable con tu marido para que lo invite a quedarse también en Madrid y así nos vamos las dos de fiesta el sábado?

-          No te atreverás! Le dije sin pensarlo.

-          ¿Que no? En un rato te llamo nena!

Decididamente estaba loca esta Lucía. Me encantaba su locura y su desparpajo. Daba alegría a la monotonía en que se había convertido mi vida desde hacía unos años. Sobre todo desde que nació Laura y no podíamos ir y venir como antes de tenerla.

Lucía había desistido de tener hijos. Su marido y ella querían vivir a tope y no tener ningún cargo que pudiera obstaculizarles su vida. Solían viajar mucho y apenas paraban en Madrid cada vez que su marido podía desentenderse de su trabajo en la empresa de mi marido. Eso sí, cada vez que estaban en Madrid no dejaba de llamarme y quedar conmigo. Con una excusa u otra siempre estábamos, bien de compras, bien de comidas e incluso de vez en cuando salíamos a cenar y a bailar un rato después. Me lo pasaba muy bien con ella y ella muy bien conmigo, yo era su salvoconducto, su amiga del alma a la que todo podía contar y con la que sabía que podía confiar ya que algunas de las cosas que sabía de ella podía desencadenar en una catástrofe de proporciones increíbles para ella y su acomodada vida.

Subí a mi habitación, me desnudé y volví a darme otra ducha. Al salir del baño volvió a sonar el teléfono de nuevo. Era Lucía otra vez.

-          Ya está Clara! He convencido a Manu (Manu es su marido).

-          Se ha alegrado mucho y al momento estaba llamando a Julio y quedando con él. Me ha hecho hablar incluso con él para que le confirmara que había hablado ya contigo y que estabas de acuerdo. Jajaj… a mediodía me tienes allí mañana… ¿Vale?

-          ¿Estás loca Lucía? le dije haciéndome la enfadada. Sabes que Julio sólo viene los fines de semana y hasta el próximo no podrá venir!

-          Venga porfa! Que me hace mucha ilusión, un fin de semana de chicas! No te enfades anda!

-          Decididamente estás loca! Mañana nos vemos entonces!

-          ¿Qué has hecho hoy nena en esos campos? preguntó mi amiga.

-          He montado un rato a Gina y he dado un paseo por el campo. La verdad es que me ha relajado mucho.

-          Jajaja…y he presenciado un hecho muy particular!

-          Cuenta cuenta que por tu tono parece que va ser emocionante!

-          He visto como se recoge la simiente para crear nuevos potros! Jajaja…reí ante la cursilería que acababa de decir.

-          ¿Y eso? Explícate mejor.

-          Pues eso, hay un empleado nuevo en la cuadra. Un chico joven, bastante descarado por cierto, que ha contratado Julio hace unos meses. He ido a pasear con Gina y cuando la ha sacado de su establo ha empezado a relinchar, como si estuviera loco, el caballo de mi marido…jajaja…no veas el calibre que gasta el animal!

-          Jajaja…¿de polla? Me preguntó Lucía..pues como todos los caballos mujer!

-          Siiii!  Ha sido una visión…muy excitante! Jajaja.

-          ¿Y qué ha pasado? Siguió expectante ante mi relato.

-          Pues nada, el chico éste, después de decirme que mejor me saliera y que era una lástima desperdiciar el esperma del caballo y ante mi negativa a salir del establo ha empezado a…..

-          ¿A qué? Pero cuéntalo todo mujer!

-          Pues a  eso…dije empezando a sentir otra vez un cosquilleo en mi vientre.

-          Jajajj…¿a meneársela? Te refieres a eso?

-          Siiii!

-          Qué fuerte! ¿Delante de ti nena?

-          Ya lo creo…además mirándome mientras lo hacía!

-          Ufff! ¿Está bueno el tío? Siguió sonsacándome.

-          Mujer! Es un mozo de cuadra. Además tiene pinta de macarra y de ser bastante cutre. Lo digo por como me miraba. Me desnudaba con la mirada. Si lo hubieras visto cómo me miraba mientras estaba en plena faena con el caballo.

-          Jajaj… sólo te he preguntado que si estaba bueno, aunque por las explicaciones parece que sí… ¿verdad?

-          Bueno! En otras condiciones no estaría mal el chico…jajajaj.

-          ¿Lo ves? Sólo falta que hayas mojado las bragas con la situación.

-          Jajjaaj… la verdad es que un poquito!

-          Lo sabía! Jajaj… eso es lo que te hace falta nena, un salvaje así que te folle hasta hartarte!

-          Nooo! Ni loca! Anda que voy a darle una vuelta a Laura para que vea un poco la finca… hasta mañana!

-          Hasta mañana Clara! Mañana noche vamos a quemar la playa… jajajaj!

-          Adiós loca!

Me puse una falda corta a medio muslo y una camiseta ceñida que marcaba el contorno de mis pechos y dejaba ver el sujetador naranja que resaltaba debajo del blanco de la camiseta. Bajé hasta la planta baja de la casa buscando a mi hija pero no había rastro ni de ella ni de ninguna de las dos mujeres. Salí al patio donde estaba la casa donde vivía Ángela con su marido y hacia ella me dirigí.

Para llegar a su casa tenía que cruzar el patio y pasar por delante de la puerta de la casa de Rafa, el chico del establo, que en ese momento aparecía por la puerta con un pantalón de deporte y una camiseta de tirantes con el propósito de salir a hacer algún tipo de deporte.

-          Hola señora! Se dirigió hacia mí con esa mirada de perro al acecho que ponía las veces que había coincidido con él.

-          ¿Se ha portado bien la yegua señora? Iba muy nerviosa cuando la montó…dijo con una sonrisa que a mí me pareció cargada de ironía.

-          Sí, muy bien, gracias!... le dije notando mi azoramiento y notando como mis pezones amenazaban con salirse del sujetador… ( seré tonta! parezco una adolescente), pensé para mí, como si no estuviera acostumbrada a este tipo de situaciones. Aunque había algo en este chico que no podía controlar y que me hacía ponerme muy nerviosa (¿nerviosa o excitada?)… las dos cosas pensé siguiendo hasta la casa de Ángela.

Cuando había pasado  su puerta de repente me volví y lo que había imaginado estaba sucediendo, el chico estaba mirando el movimiento de mi culo y en su pantalón de deporte se notaba un bulto bastante importante que hizo que antes de decir lo que quería, mi mirada se dirigiera a esa parte de su anatomía haciendo que me pusiera muy nerviosa y que mi cara se pusiera roja como un tomate ante la sonrisa del empleado.

-          Mañana me ensillas la yegua temprano… a eso de las 9!... le dije girándome y siguiendo mi camino.

-          A sus órdenes señora! Le oí decir notando lo que se estaba divirtiendo sobre todo dándole un repaso a mi cuerpo desde detrás.

Noté mis bragas cómo empezaban a mojarse ante el palpitar de mi vientre y el cabreo que empezaba a experimentar al no poder controlar mis sentimientos. Rápidamente me introduje en la casa de Ángela y al ver a mi hija jugando con el gato de la casa empecé a reaccionar y hablando con ellas dos conseguí tranquilizarme y volver a mi situación de señora de la casa a la que nada perturba, sobre todo por eso, por ser la dueña.

Esa noche me acosté bastante temprano para lo que tenía costumbre. Hacía buena noche y  el calor de la tarde había dado paso a un fresquito muy agradable que hizo que mi pensamiento volviera hacia el chico del establo y que poco a poco y ante el esbozo de una sonrisa que iba apareciendo en mis labios me fuera entrando un ligero sopor que ante el cansancio del viaje y del ajetreo del día hizo  mis párpados se fueran cerrando y mi mente empezara a divagar imaginando la falta que me hacía un buen repaso como había dicho mi amiga Lucía y que hizo que mi sexo empezara a preparar el camino para facilitar lo que debería venir después de esta acción y que estaba haciendo alterarse el ritmo de mi corazón, acelerándose y notando cómo mi vientre empezaba palpitar y poco a poco notar como empezaba a subir hacia mi pecho hasta que…. Me desperté de golpe, empapada en sudor con todo mi pijama de verano empapado y mis pezones duros como piedras, asustada, hasta que reaccioné y oí el llanto de mi hija y de cómo María trataba de tranquilizarla ante la pesadilla que la niña acababa de tener.

Me levanté asustada, más por cómo me encontraba, que por los gritos de Laura los cuales ya era una cosa habitual. Me asomé a la habitación de la niña y María me tranquilizó diciéndome que había vuelto a dormirse. Me introduje de nuevo en mi habitación, me dirigí al cuarto de baño y me refresqué la cara y el cuello viendo mi reflejo en el espejo, mi cara de excitación y las aletas de mi nariz moverse cómo si tuvieran vida propia. Me senté en la taza y al bajarme las bragas noté que estaban húmedas. Me las quité junto con el pantalón corto del pijama manteniendo la parte de arriba ya sin mi sujetador y así salí hacia mi cama. Al pasar frente al espejo me paré y vi mi sexo hinchado, el vello muy cortito muy bien recortado. Levanté la vista hacia el espejo y ví mi pelo revuelto, mis pezones sobresalir de la camisa del pijama y mi cara de excitación que todavía no había podido controlar. Para mi edad estaba muy bien! Mis pechos se mantenían en su sitio y mis caderas apretadas que me hacían un culo redondo y muy bien definido. Notaba una transformación en mi interior. Cómo el preludio de un cambio importante en mi vida. No sabía hasta que punto iba a ser importante!.

A la mañana siguiente me levanté a eso de las 7, muy temprano para lo que tenía acostumbrado. Había dormido algo inquieta y eso empecé a notarlo en cuanto me miré al espejo del cuarto de baño. Mis ojos demostraban el trasiego de la noche y mi pelo decía la agitación que aún durmiendo había sufrido mi cuerpo. Me duché y empecé a vestirme para salir a montar un rato como había pensado la tarde anterior.

Me asomé un rato a la habitación de mi hija y tanto ella como María dormían a pierna suelta cada una en su cama. Una ola de cariño subió hasta mi pecho al ver la escena. Bajé hasta la cocina donde Ángela ya estaba trabajando en la cocina.

-          Buenos días Ángela, saludé a la mujer.

-          Buenos días señora! ¿Le preparo el desayuno?

-          Gracias Ángela. Voy a salir a montar un rato con Gina.

Desayuné y salí de la casa dirigiéndome hacia los establos. Me arreglé la camisa blanca que llevaba y dejé sin abotonar los dos botones que llevaba sueltos. Tomé aire y conforme llegaba a los establos notaba como se aceleraba mi corazón por momentos (seré tonta!).

Entré en las cuadras y automáticamente Gina empezó a relinchar y a moverse en el interior de su establo indicándome que la sacara de allí. Cada vez le tenía más cariño a este animal, no pedía mucho para demostrarme su alegría. Tan solo que la sacara a pasear, como si fuera un niño. En este caso, una niña.

Me extrañó no oír a Sultán con el escándalo de mi yegua y enseguida supe el porqué. Pablo apareció desde el fondo de las caballerizas y se dirigió hacia dónde estaba dándome un beso y saludándome mientras con poco disimulo echaba una mirada a mi escote. La verdad es que entre los dos chicos éstos no podía reprimir mi calentura. Me agaché un poco con la excusa de meter mejor el pantalón en mi bota y así le di una vista espectacular de mis pechos que al estar colgando casi dejaban ver mis pezones que empezaban a ponerse duros. Me levanté y Pablo rápidamente levantó la vista y se dirigió a por Gina y comenzó a ensillarla.

-          ¿ Y Sultán? pregunté a mi hijastro.

-          Lo ha sacado Rafa a darle un paseo. Ha llamado mi padre y le ha dicho que como no va a venir este fin de semana que lo sacara a darle cuerda un rato.

-          Ya me extrañaba que no hubiera alborotado cuando Gina ha empezado a relinchar.

-          Jajaja… es que está muy salido con ella, Clara! Como no ha podido tirársela todavía!

-          Ya! Comenté en voz alta.

Subí en mi yegua y salí hacia la finca. El fresco de la mañana me daba en la cara y hacía muy agradable el paseo. Estuve un buen rato montando a Gina y cuando el sol empezaba apretar, regresé al establo y bajé de Gina entrando con ella del ramal. Al mismo oler el semental a la yegua empezó de nuevo a relinchar acompañado por Gina que respondía a la llamada del macho. Ante tanto estruendo apareció Rafa y dirigiéndose hacia mi saludó.

-          Buenos días señora! Dijo sin dejar de mirarme intensamente, primero a la cara y después a mi escote que mostraba bien a las claras mis atributos.

-          Buenos días Rafa! Saludé al chico mirando su pecho casi descubierto apenas cubierto por el peto del pantalón vaquero.

Rápidamente me di la vuelta y salí de las cuadras, mientras oía a Pablo decir al chico que le dejara a Gina que él le quitaba la silla.

Al salir observé una de las ventanas de las cuadras cerrada pero no del todo. Curioseando me acerqué hacia ella para ver que hablaban los dos chicos.

-          No veas cómo está tu madre chico! Menudo repaso le iba a dar! Seguro que hace mucho que no le comen bien ese coño que se le adivina con ese pantalón tan ajustadito! Mira cómo me pone cada vez que la tengo delante enseñándome las tetas! Echándose mano a su bragueta y apretándosela mientras se adivina la silueta de un bulto bastante importante.

-          No es mi madre joder! Y lleva cuidado no te oiga nadie y se lo diga a mi padre. Ya sabes dónde irías a parar.

-          Jajaja… me daría igual Pablito! Con tal de metérsela me arriesgaría a que me echara!

-          Ya! Pero igual no encuentras trabajo en los alrededores, así que cuida un poco tu lenguaje.

-          ¿Seguro que te gustaría follártela a ti también verdad? ¿Cuántas pajas te has hecho pensando en ella?

-          Bastantes la verdad sea dicha! Venga vamos a acabar pronto que podamos irnos a la playa.

-          Ok! Vamos.

Mientras oía esta conversación notaba cómo mi sexo se mojaba y cómo mis pechos se ponían duros como piedras. Tenía a dos jóvenes, que podían ser mis hijos o casi babeando por follarme a pesar de ser mi hijastro y mi empleado. Una situación muy morbosa. No sé cómo iba a aguantar hasta la semana que viene hasta que viniera mi marido. Pero ¿era eso lo que necesitaba? o ¿estaba pensando en otra cosa?.

Subí a mi habitación, me quité la ropa y me introduje en la ducha. Dejé caer el agua sobre mi cabeza y me estuve quieta un buen rato para ver si mi acaloramiento cesaba con el agua pero al ver que no, comencé a bajar mi mano hacia mi vientre acariciándolo muy despacio y recreándome con la esponja. Subí despacio hacia mi pecho abarcando primero el derecho hasta llegar a mi pezón que ya estaba muy duro. Lo apreté un poco entre mis dedos escapándoseme un quejido de gusto. Seguí hacia el izquierdo amasándolo y haciendo lo mismo que con él otro. Poco a poco solté la esponja y descendí  hasta mi monte de Venus, muy despacio, acariciándolo y llegando hasta mis labios que ante el roce de mi dedo empezaron a temblar ante la inminencia de su asedio.

Metí mi dedo entre mis labios sin abrirlos del todo. Subí y baje muy despacio por mi raja hasta que la abrí y abordé mi clítoris que ante el roce tan directo se inflamó sobresaliendo y dándome un calambrazo de gusto que ante la presión que ejercía ahora masajeándolo con dos dedos empezó a temblar ante la llegada del orgasmo, brusco, intenso, largo y deseado, muy deseado haciendo que mis piernas flojearan y tuviera que apoyarme en la pared de la ducha para no caerme hasta que recuperé la respiración y mi corazón volvió a un ritmo más adecuado con el sitio donde estaba.

Salí de la ducha bastante más relajada aunque no satisfecha del todo. Me puse un vestido muy fresco, esta vez hasta un poco más debajo de la rodilla. Tomé aire y me dispuse a bajar para ver donde andaba mi hija.

Según bajaba por la escalera oí el sonido de un claxon que me era muy familiar. Lucía acababa de llegar y eso me hizo sonreir ante la evidencia de que mi hastío empezaría a desaparecer rápidamente.

Salí a recibirla mientras Ángela salía también a la vez para recoger su equipaje.

En cuanto me vió al mismo bajar de su coche (un todoterreno de alta gama) se le iluminó la cara con una sonrisa. La verdad es que nos llevábamos muy bien, como si fuéramos hermanas.

-          Hola Clara! qué gusto verte! me dijo dándome un par de besos, posó  sus brazos en mis hombros y mirándome desde abajo me dio su dictamen.

-          Nena! parece que llevas aquí un mes de lo mustia que estás! aunque veo un brillo en tus ojos que aún no sé definir! Jajaaj…. ¿Estás preparada para una noche loca?

-          Jajaj… anda pasa y calla loca! le dije agarrándome a su brazo.

La observé mientras no paraba de hablar y vi que iba vestida con una falda bastante corta y una camiseta de marca que le hacía un cuerpo muy exuberante, como ella misma se definía.

Nos dirigimos a la piscina y rápidamente Laura salió a su encuentro dando gritos de alegría. Lucía era su madrina y entre ellas había un vínculo muy especial que unido al hecho de que no había tenido hijos hacía que su instinto maternal, si alguna vez lo había tenido, aflorara cada vez que estaban juntas.

La cogió de la mano y se dirigieron hacia el interior de la casa. Seguro que para darle algún regalo. Lucía siempre se acordaba de Laura. Nunca se olvidaba de ella. Me senté en la hamaca a esperar que volvieran. Mi vestido al sentarme sobre la hamaca se subió hasta más arriba de medio muslo enseñando casi el principio de mis bragas.

Regresaron rápidamente y Laura venía muy contenta con una especie de flotador de minnie mouse que Lucía había encontrado en una tienda y que rápidamente había comprado para su ahijada. Se fue hacia María y la chica enseguida vió la forma de inflárselo.

Lucía se sentó en otra hamaca a mi lado y aunque estábamos a la sombra se notaba el calor pegajoso que hacía. Al sentarse y  llevar una falda bastante más corta que la mía dejaba muy poco a la imaginación.

Nos pusimos a hablar y hacer planes para la noche. Mi marido y yo teníamos un apartamento en Benicarló bastante amplio que utilizábamos cada vez que decidíamos bajar a la playa y que previamente yo había mandado a una agencia de limpieza  para que lo preparara para el fin de semana. Allí dormiríamos y así evitaríamos coger el coche para volver aunque Benicarló estba de la finca a escasa media hora. Pero no nos apetecía.

Mientras hablábamos vimos como se acercaba hacia nosotros Pablo, mi hijastro, al que Lucía por una causa o por otra llevaba casi 3 años sin ver.

-          Joder nena! ¿quién es ese yogurín? Preguntó Lucía escondida detrás de sus gafas de sol.

-          Pablo! En voz baja ante el acercamiento del joven.

-          Pues se ha puesto como un tren! cómo me iba a poner! Siguió hablándome en voz baja.

Nos levantamos a la vez dándole a mi hijastro una buena ración de lo que escondíamos debajo de la ropa que el joven no dejó de apreciar con una rápida mirada hacia nuestras piernas.

-          Hola Lucía! cuanto tiempo sin vernos! Dijo Pablo acercándose a ella y dándole dos besos.

-          Hola Pablito! bueno ya eres Pablo en su totalidad por lo que veo!. Y reímos los tres ante el comentario de mi amiga que no dejaba de mirarlo escondida detrás de sus gafas de sol, echada de nuevo en su hamaca mientras el chico no dejaba de , sobre todo sus muslos y su falda que apenas tapaba su entrepierna a pesar de tener sus manos encima.

-          Bueno, os dejo que voy a ducharme y me largo a la playa con Rafa. Comeremos allí. Voy a decírselo a Ángela.

-          Muy bien! le dije, nosotras vamos esta noche por allí también.

-          Qué bien! igual hasta nos vemos! dijo Pablo.

-          No creo! nosotras no tenemos edad para ir donde va la juventud! dije sonriendo. A lo que rápidamente Lucía dijo:

-          Qué te crees tú eso nena! jajaja… ¿a que sitios váis? preguntó muy interesada.

-          Baco´s! a partir de la una más o menos se pone muy animado y es un sitio de ambiente de todas las edades. Es dónde terminamos la noche normalmente.

-          Pues ya nos veremos por allí Pablito! se despidió dándole otro par de besos y abrazándole haciéndole notar lo bien dotada que estaba, sobre todo de cintura para arriba.

-          Desde luego ya te vale, pedófila! Jajaj… es muy joven para ti!.

-          Uf! Se ha puesto buenísimo! además está muy duro! y lo digo por sus brazos! dijo riéndonos del comentario. La verdad es que me lo pasaba genial con ella. Me quitaba las penas y las dudas.

-           Por cierto, quién ese Rafa? preguntó Lucía.

-          El chico del establo. Contesté.

-          ¿ El de la paja? Volvió a preguntar.

-          Siiii!! Jajaja y reímos un buen rato las dos echadas en las hamacas.

Comimos sobre las tres y nos echamos un buen rato la siesta hasta eso de las seis de la tarde. Nos levantamos y bajamos un buen rato a la piscina para darnos un baño. Disfrutamos como si fuéramos más jóvenes. Laura estaba contentísima de ver a dos mayores comportarse como niños. A eso de las 8 nos subimos a nuestras habitaciones mientras María se encargaba de duchar a la niña y darle la cena.

A eso de las 9 comenzamos a arreglarnos y en 15 minutos ya estábamos preparadas para irnos a cenar.

Lucía estaba espectacular con un vestido ceñido, de una pieza, de color negro y que unido a que ella ya era voluptuosa de por si, le hacía marcarse todas las partes de su cuerpo. El vestido le llegaba un poco por encima de las rodillas y eso unido a que era elástico le iba a hacer estar toda la noche tirando del vestido hacia abajo para que no se le subiera demasiado. Sus labios de un rojo intenso y unos zapatos con un tacón casi imposible que ella llevaba con toda la elegancia del mundo. Debajo del vestido un tanga hilo dental que apenas se notaba por detrás y un sujetador blandito que realzaba sus pechos.

Yo por mi parte me puse una falda más bien corta de color verde clarito color casi pistacho con un poco de vuelo a mitad de mis muslos y una camisa clara abierta por delante con botones de los que había dejado dos sin abotonar. Debajo un sujetador blanco con puntillitas y unas braguitas a medio cachete de color verde manzana claritas (nunca me han gustado los tangas, prefiero unas bragas más bien pequeñas antes). Un poco de maquillaje en la cara y mis labios con un toque como de brillo. Me veía muy bien, la verdad sea dicha.

Nos despedimos de las dos mujeres y les encargué que Laura no trasnochara mucho y les dije que seguramente hasta mediodía no llegaríamos.

Subimos al todoterreno de Lucía y nos dirigimos a Benicarló muy animadas y dispuestas a pasárnoslo todo lo bien que pudiéramos. En el camino llamé a mi marido que estaba con Manu y después de estar un buen rato hablando con los dos por el manos libres del coche nos dijeron que nos lo pasáramos bien y que tuviéramos cuidado con la bebida. Eso era lo que más cuidado deberíamos de llevar. En fin vamos a ver. Nuestra idea era pasarlo todo lo bien que pudiéramos.

Aparcamos en un parking de pago y entramos a uno de los mejores restaurantes de Benicarló con terraza que daba al paseo marítimo. La verdad es que dos mujeres de nuestras características no pasaban desapercibidas. Éramos el centro de atención del restaurante aunque tampoco dábamos lugar a que ningún moscón se acercara aunque recibimos la oferta de algunos de los hombres allí presentes y que pensaban que íbamos en plan de buscar rollo. Nada más lejos de la realidad o eso pensamos en el momento de sentarnos a cenar.

Pedimos una botella de vino blanco junto con una ensalada y pescado a la brasa que tenía una pinta muy buena. Cenamos tranquilamente mientras acabábamos con la botella de vino. Tomamos un café y nos levantamos saliendo del local y dando un paseo para aligerar la cena por el paseo marítimo. Hacía una noche bastante fresquita aunque también según en qué partes se notaba el bochorno tan típico del verano que emana del calor del asfalto.

Pasamos por la calle donde más tiendas de ropa había viendo escaparates ya que a esa hora estaba ya todo cerrado. Hasta que nos cansamos y ya pasada la medianoche cogimos un taxi y le pedimos al conductor que nos llevara a la zona de marcha.

Llegamos a eso de la una de la madrugada y paseamos un rato por la zona de ambiente hasta que como por arte de magia nos encontramos frente a la sala que nos había comentado Pablo por la mañana: Baco´s.

Nos miramos a la vez y nos echamos a reír. Nos encogimos de hombros, nos arreglamos la ropa un poco por si había algo que no estaba en orden y tras pasar entre los dos porteros nos introducimos en el local. Había mucha gente y como nos había comentado Pablo se veía casi todas las edades. En especial la que nos interesaba a nosotros para no desentonar y para que en caso de ser vistas por alguien conocido no pensara que estábamos allí en otro plan. Aunque en realidad solo llevábamos un plan, pasárnoslo bien y disfrutar de la noche.

Nos acercamos a la barra y pedimos de beber dos gin-tonics. Hasta en eso coincidíamos ya ves.

Oteamos el ambiente y poco a poco nos acercamos a una de las pistas al reclamo de la música dejándonos llevar por la música. Comenzamos a bailar las dos juntas y la bebida ya iba haciendo su efecto. Cada vez empezábamos a estar más deshinibídas bailando como posesas, juntando y rozando nuestros cuerpos. Enseguida teníamos a los típicos moscones que aprovechando el tumulto intentaban ligar con nosotras y a ser posible rozarse y tocar algo que no debían.

Nosotras cada vez estábamos más contentas y sudando con tanto baile y tantos roces. Nos dirigimos a la barra ya que nuestros vasos ya estaban casi agotados. Nos acercamos a una esquina de la barra donde había un hueco y nos dirigimos al camarero solicitándole otros dos gin-tonics cada vez más alegres.

-          La verdad es que no veo nada que me llene el ojito Clara! me dijo Lucía.

-          Ah! ¿Pero estamos buscando eso Lucía?

-          No sé nena, pero algo tenemos que hacer para que se nos alegre la noche… ¿no?

-          Tú has venido aquí para ver a quién yo me sé! Jajaj… ¿qué te crees que me chupo el dedo? Notando ya los efectos de las bebidas.

-          Ya me gustaría a mi chica! dijo Lucía mientras dos chicos de mediana edad algo más jóvenes que nosotros intentaban ligar con nosotros.

Viendo que no había nada que hacer decidieron dejarnos por imposibles. La verdad es que no nos gustaba su rollo para nada. Olían a rodriguez que tiraban para atrás.

En esto que mientras nos reíamos de lo rápido que se habían aburrido vimos que se acercaba hacia nosotros Pablo. Fue verlo y a Lucía se le alegro la cara por momentos. Se estiraba el vestido y se ahuecaba el pelo sin dejar de mirar de reojo hacia donde se dirigía mi hijastro que sin lugar a dudas se abría paso hacia donde estábamos, aunque debido a la cantidad de gente que había en el local  le costaba llegar hasta nosotras.

Una vez junto a nosotros nos volvimos a saludar e inmediatamente Lucía se hizo dueña de la situación arrimándose todo lo que daba el estrecho margen de maniobra que dejaba la acumulación de gente en la barra. Pablo para mi sorpresa no retrocedía y aprovechaba el roce de la gente que hacía que Lucía estuviera pegada a él sin poder despegarse.

-          ¿ De dónde sales Pablo? pregunté una vez junto a nosotras.

-          Venimos de un local  nuevo que hay un poco más allá en una de las calles que da al puerto deportivo.

-          ¿Venimos? pregunté de nuevo.

-          Sí. Rafa y yo! Se ha quedado hablando con unas amigas fuera. Vendrá enseguida.

Este comentario hizo que un calor subiera de mi vientre hacia mi pecho e hiciera que me ruborizara al escuchar el nombre del chico.

Seguimos hablando en el mismo sitio en la esquina de la barra viendo que allí era donde más a salvo estábamos de los empujones y roces típicos de estos locales. Lucía y Pablo estaban tonteando claramente sin cortarse un pelo. Lucía no paraba de rozar sus pechos con el cuerpo de Pablo como el que no quiere la cosa cada vez que le hablaba, acercándose con el ruido de la música. Empezaba a notársele los pezones como se marcaban ligeramente en su vestido con tanto roce.

Estaba entretenida viendo a la gente como se movía por el local y como bailaban en la pista cuando noté un ligero empujón y un roce ya más directo. Cuando me giré vi a Rafa al lado mío mirándome con su sonrisa irónica y chocando su copa con la mía.

-          Buenas noches señora! Me saludó muy cerca de mí, demasiado cerca.

-          Hola Rafa! ¿ qué tal? Ya me había dicho Pablo que estabas por aquí.

-          Sí, acabamos de llegar! Me he quedado un rato con unas amigas fuera.

-          ¿Intentando ligar? ¿o ya lo tenías hablado de antes? Le dije sin pensar siquiera en lo que decía (qué me importaba a mi).

-          No suelo venir con nada preparado, me gusta más improvisar patrona!

-          AH sí! ¿y te suele salir bien la jugada? Seguí preguntando.

-          Si se queda lo suficiente podrá comprobarlo!

-          Bueno, tampoco es que me interese mucho, pero observaré para ver tu táctica cual es. ¿Sueles salirte siempre con la tuya? Seguí con el juego, mientras sentía como los dos gin-tonics y el vino de la cena estaban haciendo su efecto haciendo que bajara mi guardia y relajándome ante aquel joven que estaba intentando ligar conmigo, mientras observaba por donde atacarme. Se me escapó una sonrisa con mi pensamiento. Lo dejaría a ver hasta dónde llegaba su asedio.

Cada vez estaba más cerca de ella y no dejaba de mirarla a la cara y sobre todo el escote. Hacía mucho calor y llevaba la blusa abierta. Demasiado abierta quizás para lo que sería prudente. Cuando me acordé de Lucía ya no estaba a la vista. Se había perdido junto a Pablo. Dios! Ahora sí que empezaba a estar en peligro.

De repente un grupo de chicos empezaron  a discutir a nuestro lado. Parecía que estaban a punto de pelearse cuando noté a Rafa cogerme de la cintura y acercarme hasta él e interponerse entre ellos y yo que quedé más arrinconada contra la pared notando como me cogía de la cintura y notaba su entrepierna apoyarse contra mi muslo. No podíamos salir de allí y empezaba a agobiarme, mientras Rafa intentaba mantener a los chicos alejados de nosotros con su cuerpo. Poco a poco fuimos escurriéndonos entre la pared y la gente que se agolpaba contra la barra, sintiendo como me cogía de la cintura y me apretaba contra él notando como de su entrepierna empezaba a despertarse algo que empezaba a endurecerse y rozarse con mi culo intentado traspasar mi falda que con tanto empujón no sabía a qué altura de mi culo iba ya.

-          Tranquila señora! Ya casi estamos fuera me decía al oído que de tanto acercarse para hacerse oír me estaba haciendo cosquillas en el cuello y empezaba erizarme el vello.

Yo no soltaba mi copa mientras Rafa me sacaba de allí pegado a mi espalda y sintiendo la dureza de su miembro en mi culo. No se disculpaba ni hacía ningún comentario. Cuando ya habíamos salido del rincón de la barra cogí su mano y la solté de mi cintura.

-          Ya no hay peligro, le dije mirándole con sorna! Gracias por defenderme aunque esto no entraba en tu sueldo.

-          Nada de lo que pase esta noche entra en mi sueldo señora!

-          Ah sí? ¿ y que esperas que pase esta noche? Pregunté con toda mi coquetería queriendo  ver hasta dónde podía provocarlo para después pararlo.

-          Ya veremos señora! Hasta donde usted quiera que llegue, para eso es la jefa…no?

-          Pues sí, para eso soy tu jefa…le dije

En ese momento aparecieron Pablo y Lucía cogidos de la mano.

-          ¿ Aquí ya empieza a haber demasiada gente no? Dijo Lucía casi gritando.

-          ¿Por qué no nos vamos fuera que nos dé el aire? estoy que casi me desmayo aquí dentro continuó Lucía.

-          Venga vamos algún sitio más tranquilo! dijo Pablo.

Cogidos de la mano salieron del local seguidos por nosotros que íbamos detrás dejándonos llevar a no sabía que sitio. Mi cabeza ya empezaba a notar el efecto de la bebida y mis defensas cada vez estaban más bajas y yo cada vez más vulnerable. Sentía como Rafa miraba mi escote y mis piernas cada vez con más descaro. Y a mi cada vez me estaba poniendo más cachonda el juego. Aunque seguía creyendo que como otras veces podría pararlo cuando quisiera o viera que lo que estaba pasando no me gustara.

Montamos los cuatro en el coche de Pablo. Un mini de dos puertas. Rafa y yo montamos detrás pasando yo primero mientras miraba como me la arreglaba para meterme en un coche tan pequeño y como arreglaba mi falda para no enseñar más de lo recomendable.

Lucía y Pablo montaron delante mientras Lucía no paraba de reír y de poner su mano encima de la pierna de mi hijastro el cual cada vez que cambiaba de marcha dejaba caer su mano encima del muslo de mi amiga cuya falda había dejado al descubierto para deleite del chico.. Esta noche acabaría donde yo estaba pensando en ese momento.

Salimos de Benicarló hacia una especie de mirador desde donde se veía todo el pueblo y el reflejo de las luces dejaba un poco de visión de donde estábamos parados.

La verdad es que me lo estaba pasando muy bien. Rafa no dejaba de decirme tonterías a las cuales yo contestaba haciéndome la digna y recordándole quién era yo, cosa que parecía frenar un poco al joven.

Salimos del coche y la fresca brisa dio un poco de resuello a nuestros cuerpos. Se estaba muy a gusto allí al fresco. Además había una vista preciosa de la ciudad.

En un momento dado, me fijé que Pablo ante las risas de Lucía se estaba liando un porro. Después de liarlo y pasarle la lengua para terminar de pegar el papel, arrancó la punta de papel que sobraba y lo encendió pasándoselo a Lucía que sin parar de reír le dio una calada y empezó a toser como una loca. Tosiendo y riendo contagiándonos al resto la risa.

-          Lucía, cariño, ten cuidado! le dije al oído mientras los chicos daban cuenta del porro y comentaban lo bueno que estaba el costo o algo así.

-          Tranquila nena! vamos a pasarlo bien esta noche y mañana volveremos a ser las señoras formales de todos los días…vale?

Pablo se acercó a nosotras y se llevó a Lucía de la mano hasta una piedra grande que había a unos 30 metros del coche y desde donde casi no podíamos verles debido al reflejo de las luces del pueblo que nos daban de frente.

Rafa se acercó a mí con el porro y me lo ofreció. Hice un gesto negativo con la cabeza apoyada en el coche. El chico se acercó más a mí insistiendo y sonriéndome.

-          Toma señora, solo un par de caladas! ya verás como no pasa nada! acercándome el porro con sus dedos a mis labios.

-          No fumo! igual me arrepiento si lo hago y no quiero arrepentirme después. Más vale parar ahora.

Rafa me dejó el porro en los labios sujetándomelo y yo ante su insistencia le di una calada. El humo entro irritando mi garganta y saliendo por mis narices haciéndome toser sin parar. Le di otra calada y Rafa acabo con él tirándolo al suelo y pisándolo.

Mi cabeza empezó a notar el efecto del porro, que unido a la bebida, me  dió una sensación de bienestar que Rafa acercándose a mí cada vez más intentó aprovechar. Un destello de cordura hizo que buscase a Lucía con la mirada viéndola sentada en una piedra y haciéndole una mamada a mi hijastro. Verla así sentada en la piedra con la falda hasta casi su cintura y sus piernas abiertas hizo que bajara la guardia y que empezara a excitarme. La verdad es que la acción de ver a mi amiga chupándosela a Pablo era de lo más erótica.

Al momento sentí como Rafa empezaba su acercamiento tocando mi pelo muy despacio mientras yo me dejaba hacer mirándole a los ojos. Poco a poco llevó su mano hacia mi cuello el cual fue acariciando con dos dedos haciendo que se me erizara la piel. Estaba como en una nube aunque todavía tuve un destello de cordura y le dije que parara.

-          Vamos a dejarlo así Rafa! mañana podríamos arrepentirnos de lo de esta noche!

-          Solo haremos lo que tú quieras hacer señora!

-          Entonces dejémoslo así, vale? Le dije sujetando su mano que ya empezaba a descender por mi hombro.

Volví a mirar hacia donde estaba Lucía y mi amiga seguía inmersa en hacerle al chico la mejor mamada de su vida mientras mi hijastro le sujetaba la cabeza follándole la boca cada vez más rápido.

Rafa lo intentó de nuevo bajando su mano hasta mi cadera y acariciando la parte superior de mi muslo por encima de la falda. Yo seguía apoyada en el capó del coche y con mi mano sujetaba la suya suplicándole con la mirada que se detuviese. Mi sexo empezaba a estar cada vez más lubricado y empezaba a notar que la bebida estaba haciendo efecto y empezaba a mojar mis bragas.

Rafa se acercó a mi boca sin dejar de acariciar mi muslo a pesar de la sujeción de mi mano. Yo le quitaba mi cara impidiéndole que consiguiera su objetivo. Cada vez estaba más cerca de mí. Presionaba con su cuerpo el mío. Notaba su polla muy dura y por el tamaño bastante grande apretar mi entrepierna como queriendo taladrar mi falda. Hasta que en un movimiento equivocado por mi parte consiguió besarme. Yo me resistía y él intentaba meter su lengua dentro de mi boca hasta que por fin abrí un poco y su lengua buscó la mía y ya me entregué besándole y lamiendo su boca como si fuera mi primer beso. Solté su mano y rápidamente  se introdujo dentro de mi falda acariciándo mi coño por encima de mis bragas.

-          ¿Estás cachonda verdad señora? Dijo apartando mis bragas a un lado y metiendo uno de sus dedos dentro de mi chocho que ante esa maniobra hizo que mi vulva se contrayera y apretara su dedo cerrando las piernas y aprisionando su mano con mis muslos.

Seguimos besándonos cada vez con más furia y con más deseo. Metió sus manos por debajo de la falda y agarró mi culo empujándome contra su polla que luchaba por salir de su pantalón.

Yo jadeaba cada vez más alto deseando que me follara de una vez sin pensar en las consecuencias que eso traería consigo. Sólo quería sentir aquella polla dentro de mí. Metió la mano dentro de mis bragas y tiró de ellas hacia abajo ayudándole en la maniobra sacándola de un tobillo y dejándola enroscadas en el otro.

Se agachó y metió su cabeza debajo de mi falda y sentí su lengua como lamía los jugos que salían de mi coño apretando su cara rozando el interior de mis muslos con su incipiente barba y como comía de mi coño como nunca me lo habían hecho. Yo apretaba su cabeza contra mí no dejándolo salir hasta que no cumpliera su objetivo que poco a poco notaba como iba llegando hasta mi vientre en forma de oleadas mientras su lengua no dejaba de lamer y de chupar mis labios, el clítoris hasta que sentí como  flojeaban mis piernas y unas ganas de gritar muy fuerte del gusto que sentía y empecé a gemir y a gemir, cada vez más alto, hasta que me corrí en su boca sintiendo como bebía de mí, de mi orgasmo.

Me quedé apoyada en el coche medio mareada mientras él salía de entre mis piernas y echándose un poco hacia atrás, muy despacio, empezó a desabrochar el pantalón y  bajarlo  despacio( demasiado lento para mí) dejándose puesto solo el bóxer, en el cual sobresalía la silueta, que yo ya intuía, de una polla bastante grande, quizás la más grande que yo había visto hasta ahora.

Tiró de sus calzoncillos y dejo al aire su polla, enorme, gorda, con un capullo redondo del cual y a pesar del aturdimiento de mi cabeza, me fijé que colgaba un hilillo  de líquido preseminal.

Me quedé hipnotizada mirando aquel monstruo mientras Rafa se pajeaba sin dejar de mirar mi cara de asombro.

-          Te gusta mi polla señora! ahora vas a a saber lo que es que te follen con una buena polla! nunca olvidarás esta noche, a partir de hoy habrá un antes y un después en tu vida (empezaba a comprender a pesar del aturdimiento de mi cabeza que estaba diciéndome la verdad y que nunca podría olvidar esta noche). Todo esto lo decía sin dejar de meneársela y  acercándose cada vez más a mí.

Me cogió por los costados y me subió encima del capó del coche subiendo mi falda hasta enrollarla en mi cintura deleitándose mirando mi coño abierto, esperándole.

-          Así me gusta que seas una buena hembra y esperes a tu macho! esto me lo decía mientras abría mis piernas y soltaba despacio mi camisa, abriéndola hasta dejar mis tetas solo con mi sujetador puesto. Metió sus manos por debajo de él y las sacó fuera dejándolas colgando con los pezones muy duros, parecía que me iban a reventar.

Yo estaba como hipnotizada mientras acercaba su polla a mi coño y empezaba a pasarla de arriba  y abajo abriendo mis labios. Tuve un momento de cordura e intenté pararlo diciéndole que se pusiera un condón.

-          Jajaj… ni lo sueñes , esta noche te voy a follar así, a pelo y te voy a llenar de leche ese coñito de niña rica que tienes.

Conforme me decía esto notaba como mi coño estaba cada vez más y más mojado hasta que haciendo presión metió su glande dentro de mi raja, moviéndolo en círculos sin acabar de entrar dentro del todo. Yo sujetaba mi falda en mi cintura mientras miraba como se introducía dentro de mí empujando mi culo hacia delante buscándola intentando que se metiera.

-          ¿Quieres que te la meta señora? Me decía mientras jugaba con su polla rozando mi clítoris.

-          Sii! venga! hazlo ya! le suplicaba cada vez más excitada.

-          ¿Qué quieres que haga zorra? Sus palabras en vez de enfadarme hacía que me excitara cada vez más. Jamás me había tratado así.

-          ¿ Que me folles joder! Le grité.

-          Eso es! Introduciéndose dentro de mí de un empujón mientras yo tomaba aire en mis pulmones al sentir el ariete chocar contra el cuello de mi útero y rebotar allí mientras Rafa empezaba a follarme cada vez con más fuerza mientras mis piernas se sujetaban a su cintura abrazándolo. Estaba alucinada al ver semejante trozo de carne entrar sin apenas oposición llenándome como nunca antes había sentido. Mientras me follaba, mis caderas acompañaban sus embestidas y mi coño apretaba su polla hasta que sentí que me partía en dos ante la inminencia de un nuevo orgasmo, esta vez más potente, más duradero acompañado del roce de su polla contra las paredes de mi vagina que la apretaban no dejándola salir mientras notaba como llegaba mi orgasmo, dulce, potente, un temblor que ascendía desde mi coño hasta mi pecho y mi boca gimiendo cada vez más fuerte y con más ganas hasta que volví a desfallecer y en ese momento sentí como se vaciaba dentro de mí con una, dos , tres andanadas de leche hasta que perdí la cuenta y quedamos abrazados besándonos como dos adolescentes. De repente  se salió de mí y me dejó allí, encima del coche, desmadejada. Acurrucada resbalé apoyándome en el suelo y en el coche mientras restablecía mi estabilidad.

Mientras volvía a la realidad oía a Pablo reírse y quejarse a su vez. Miré entonces como pude y ví a Lucía apoyada en un árbol vomitando.

-          Joder tío, estaba a punto de correrme cuando se ha puesto a vomitar como una loca! le decía a Rafa sin dejar de reírse.

-          ¿Qué hago ahora? Le oí preguntarse en voz alta., mientras yo intentaba apoyarme en el coche y tomar aire para restablecer mi equilibrio.

Cuando ya casi lo había conseguido sentí unas manos que suavemente me echaban sobre el capó sacando mi culo hacia atrás y arremangando mi falda, esta vez sobre mi espalda,  mientras un dedo volvía a entrar en mi coño entrando y saliendo varias veces.

¿Se habrá quedado con ganas de follarme otra vez? Pensé mientras oía el ruido de una cremallera al bajarse y los pantalones bajarse a la vez metiendo su polla de nuevo en mi coño que una vez más empezó a ponerse en situación y a contraerse para apretar de nuevo la polla que nuevamente tenía dentro. Sentí como el dueño de ese miembro agarró mis caderas y comenzó a bombear de nuevo sintiendo como mis tetas, que continuaban fuera de mi sujetador, resbalaban sobre el capó haciendo que mis pezones volvieran a endurecerse. Siguió follándome con una cadencia más rápida que la primera vez y mi coño empezó a fabricarse un tercer orgasmo que empezó a desencadenarse de repente y sin avisar mientras sentía cómo volvía a escupir una gran cantidad de leche que volvió a llenar mi coño haciéndolo rebosar y derramándose por el interior de mis muslos mientras mi amante seguía empujando y resoplando mientras se corría, saliendo nuevamente de mí y dejándome allí sobre el capó con mi falda enrollada sobre mi cintura y mi culo al aire mientras se subía los pantalones y oía el ruido de la cremallera al cerrarse de nuevo.

-          ¿Te ha gustado eh cabrón? ¿quién te iba a decir a ti que te ibas a follar esta noche a la mujer de tu padre?

Entonces volví a la realidad. Me había follado Pablo! Empecé a sollozar en silencio mientras me agachaba y cogía mis bragas subiéndomelas y dejándola que se empaparan esta vez con la corrida de los dos jóvenes. Fui a buscar a mi amiga que estaba sentada en la misma piedra en que la había visto antes, la cogí de un brazo y la llevé hasta el coche.

Me volví y con cara de pocos amigos les pedí que nos llevaran hasta el apartamento, metiéndonos las dos en el coche.

Eché mi cabeza hacia atrás en el asiento y empecé a pensar en que me había convertido esa noche mientras sentía los borbotones de leche mojar mis bragas cada vez más y mi vestido también….noté mis lágrimas asomar y mi cabeza dar vueltas..Pablo arrancó el coche y pusiomos rumbo al apartamento. Lucía dormía a mi lado sin enterarse de nada.

CONTINUARA…

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