Camino a la perversion 2: el descenso.
Blanca despierta en su apartamento junto a su amiga y ante su desesperación empieza a recordar lo ocurrido en el mirador hacía apenas unas horas...INFIDELIDAD...SEXO CON MADURAS..DOMINACION
Desperté de repente al notar los rayos del sol incidir sobre mis pupilas que acababan de exponerse después de abrir los párpados.
Intenté situarme durante unos segundos que me parecieron eternos al no poder coordinar donde me encontraba. Miré hacia el otro lado de la cama y entonces vi la silueta de Lucía a mi izquierda, durmiendo con tan solo sus bragas puestas y sin nada más en la parte de arriba. Fijé entonces la mirada sobre mi misma viendo, que yo también, a excepción de que llevaba puesto mi sujetador, también estaba desnuda y destapada debido al calor que hacía en mi apartamento. Por fin me di cuenta de donde estábamos.
Poco a poco comencé a despejarme. Sentí como mis bragas estaban como acartonadas y el interior de mis muslos denotaba una suciedad que no atinaba a asimilar a que era debido hasta que poco a poco mi cabeza comenzó a atar cabos de lo que había sucedido tan solo unas horas antes.
Mi cabeza, que amenazaba con estallar del dolor que sentía, comenzó a procesar todo lo sucedido unas horas antes. Mientras notaba una comezón en mi sexo que sufría las consecuencias de lo acontecido esa noche. Mis labios hinchados y muy sensibles, enredados en una sustancia pegajosa que llegaba hasta mi vello púbico que a pesar de estar muy cortito aparecía pegajoso y acartonado, hacía notar que lo acontecido había sido más intenso de lo que podía recordar en ese momento.
Me levanté muy despacio y me senté un rato en la cama, mientras intentaba poner en orden mi cabeza. Notaba un vahído que hacía que hasta mi estómago llegara un atisbo de náuseas que amenazaba con hacerme vomitar de un momento a otro.
En ese mismo momento sentí como Lucía empezaba a desperezarse en la cama mientras abría y cerraba la boca debido a la sequedad que al igual que me sucedía a mí, hacía que empezáramos la mañana con muy mal pie.
Una vez abierto los ojos y entre la maraña de su pelo y sus ojos entrecerrados apareció una sonrisa que yo ya conocía.
Hola chocho! Jajaja…Que mal cuerpo tengo!
Ya lo veo! Contesté sin poder dejar de admirarla. Todo se lo tomaba bien, no la conocía de bajón casi nunca. Admiraba esa cualidad de mi amiga. Siempre veía la vida desde un punto de vista positivo.
Nos levantamos cada una por su lado de la cama e intentamos despejarnos dentro de la resaca que amenazaba con destrozar nuestro cuerpo.
Seguíamos las dos casi desnudas, ella con sus bragas puestas y yo en bragas y sujetador. Nos dirigimos a la cocina y comencé a preparar café para ver si podíamos despejarnos.
No hablábamos, tan solo nos dejábamos llevar por la inercia mientras nuestros ojos y nuestra mente se adaptaban a la luz del día. Hice café y mientras tomábamos cada una el nuestro y sin dejar de mirarnos comenzamos a hablar.
¿Recuerdas algo de lo que pasó anoche Lucía? Pregunté como la que la deja caer para ver hasta donde había sido consciente mi amiga de lo sucedido esa noche en el mirador.
¿Debería? jajajaj…Sólo recuerdo que bebimos más de la cuenta a saber cómo me encuentro esta mañana.
¿Por cierto? ¿Qué pasó con los chicos? Eso sí que no lo recuerdo y es lo que me jode!
¿En serio no recuerdas nada de nada? Pregunté ante mi asombro.
Jajaja…La verdad es que sólo recuerdo hasta la primera calada que le dimos al porro!
Increíble! ¿No recuerdas nada de lo sucedido con Pablo?
No! ¿Qué pasó nena? Preguntó mi amiga sin mucho interés mientras seguía absorta en su café.
Pues que al final yo pagué el calentón que le diste a mi hijastro! Le dije de sopetón para ver si reaccionaba y recordaba algo de lo que había pasado esa noche.
¿A qué te refieres cariño? Contestó mi amiga recelándose lo peor.
Pues que me follaron los dos Lucía!... joder! Contesté presa de la desesperación.
¿De verdad? Dijo mi amiga con los ojos de par en par y sin saber que decirme.
Siii!! ¿Te das cuenta de lo que te estoy diciendo o todavía sigues con el colocón? Le dije ya presa de los nervios y a punto de saltárseme las lágrimas.
Sí cariño! Me dijo abrazándose a mí y dándose cuenta en ese momento de lo que había sucedido hacía unas horas. A su mente volvía lo que había sucedido un rato antes. Cómo había vomitado en el momento más inoportuno y cómo a partir de ese momento no recordaba nada de lo sucedido hasta que había despertado esa mañana junto a su amiga en la cama.
Lo siento! No te preocupes nena que todo tiene solución! Me dijo mi amiga más por consolarme que por otra cosa.
Joder Lucía! Que es el hijo de mi marido y el otro es su empleado. ¿Qué cara pongo cuando los vea? ¿Dime?
La de siempre! Tú eres la Señora, tú eres la que manda! ¿Qué crees que diría tu marido si lo supiera?
No quiero ni imaginarlo! Dije entre sollozos.
Pues ellos igual cariño! Pablo no se atreverá por si se queda fuera del reparto y el macarra este de su empleado no sabe cómo se las gasta tu marido cuando se le provoca. Sin contar que puedes decir que todo es mentira y seguro que Julio (que está loco por ti y lo sé de buena tinta) te creerá a ti antes que a estos dos imbéciles!
Nosotras no podemos bajar nunca la guardia! Yo diré, en caso que sea necesario lo que haya que decir. Nosotras somos dos señoras, ellos dos niñatos. Además nena, que solo ha sido un polvo y ellos aún no se lo creen! Nosotras somos las adultas, recuérdalo bien anda!
Joder! Que dolor de cabeza! ¿Tienes algo por ahí cielo?
Como una autómata busqué un analgésico en el botiquín y cogí otro para mí. Se lo di a Lucía y yo tomé el otro ingiriéndolo también. Mientras notaba como las palabras de mi amiga empezaban a hacer su efecto y empecé a tranquilizarme un poco y a pensar cómo reaccionaría cuando tuviera delante a los dos jóvenes.
Al recordar lo sucedido sentí una punzada de gusto en mi vientre. Nunca me había corrido tres veces seguidas y nunca había quedado tan hecha polvo como hacía unas horas.
De repente sonó mi móvil. Era mi marido. Preguntaba como estábamos y dónde habíamos pasado la noche. Le conté lo sucedido, obviando claro está lo que había pasado en el mirador. Le dije que habíamos coincidido con Pablo y que habíamos estado un rato con él.
Lucía entró en ese momento de la terraza y pidió el teléfono para hablar con mi marido. Lo saludó y le dijo si estaba con Manu, su marido y le dijo que le pasara con él.
Lucía sabía cómo manejar a su marido y entre arrumacos y buenas palabras le dijo que se iba a quedar unos días conmigo en la finca y si le parecía bien. Su sonrisa de satisfacción me hizo ver que le parecía bien. Bajando el tono de voz le prometió portarse muy bien cuando fuera a por ella el próximo fin de semana. Una sonrisa tonta se le escapó casi sin darse cuenta. Que puta es! Pensé en ese momento sonriéndole. Cerró la conversación y con una sonrisa en la boca se volvió hacia mí.
Ni loca te dejo yo aquí sola nena! Además quiero acabar lo que empecé con Pablo! No está bien dejar las cosas a medias!
Jajaja…Estás loca de verdad! ¿Piensas seguir con lo de mi hijastro después de lo que le hiciste?
Pues claro mujer! No acostumbro a vomitar en esos momentos.
¿Te gustó? Dejó caer cómo la que no quiere la cosa.
¿Qué si me gustó? Ese es el problema. No he hecho otra cosa más que pensar en eso desde que me he despertado. Nadie me había hecho sentir lo que sentí en ese momento desde que tengo uso de razón. El problema es cómo lo voy a poder controlar. He dado un paso que no debería de haber dado y no sé qué consecuencias me puede traer Lucía!
Tranquila chocho! Haz como yo, déjate llevar! Si una cosa te gusta, cógela y procura que nadie sepa que la has cogido. Sobre todo si no puedes pagarla o no puedes explicarlo! Hazme caso, disfruta de los buenos momentos y no te comas tanto el coco. Y menos después de una resaca como ésta.
Jajjaaj…Nos echamos a reír y comenzamos a vestirnos para salir a dar una vuelta y tomar algo sustancioso que nos hiciera olvidar la resaca.
Nos pusimos ropa cómoda acorde con el calor que hacía. Lucía, una falda corta que acababa en algo de vuelo y que apenas cubría la mitad de sus muslos y una camiseta de tirantes que dejaba lucir su escote con un sujetador rosa que hacía fijarse un poco más en su pecho, que ella lucía muy orgullosa. Yo me puse un vestido corto de color blanco sin mangas y abierto por el pecho y que tampoco dejaba nada a la imaginación. Decidí no ponerme sujetador y la verdad es que apenas se me notaba. Presumía de tenerlas todavía en su sitio a pesar de mi edad y de haber criado a mi hija. Unas gafas de sol hicieron que nuestros ojos fueran capaces de salir a la calle después de una noche tan larga.
Nos sentamos en una terraza del paseo marítimo a la sombra y pedimos dos cervezas bien frías. Dicen que es el mejor remedio para la resaca y a nosotras, la verdad sea dicha, nos parecía que era cierto el dicho popular.
Estuvimos un rato sin hablar observando el ir y venir de la gente que o bien se recogía de su baño o al contrario y al igual que nosotras, accedían a la playa después de haber pasado una noche quizás demasiado larga y excitante al igual que nosotras. Como todos los veranos pensé yo.
No te preocupes tanto cariño! Intentaba animarme Lucía escondida detrás de sus gafas y con sus piernas cruzadas, dejando que su falda resbalase sobre sus muslos llegando ya casi a enseñar su ropa interior.
Es que no sé cómo hemos dado lugar a que pasara esto! Si al menos hubiera sido con alguien que no conociéramos, pero por Dios! Es el hijo de mi marido!
Bueno, ya está hecho! Ahora hay que relajarse y esperar a ver por dónde salen estos dos. Aunque si yo conozco a los tíos (y estos no las han visto más gordas, que te lo digo yo) estarán igual de pensativos que tú.
Imagínate a Pablo! Eres su madrastra y lo que menos querrá es que se entere su padre de lo que ha pasado.
Luego está el otro ¿Cómo se llama?.
Rafa! Contesté
Pues eso, Rafa, no se creerá aún que se ha follado a la mujer de su jefe. Todavía debe de estar pellizcándose. Así que, acábate la cerveza nena y relájate por Dios!
Mientras levantaba una mano llamando la atención del camarero para que nos pusiera otra cerveza fría. Pedimos un par de tapas de paso y comenzamos a animarnos un poco más.
Lo que más miedo me da es que la situación, tan sórdida a la que dimos lugar, en el fondo cada vez que lo pienso me produce una sensación de excitación, de angustia…de miedo. No sé si podré controlarla si vuelve a suceder.
Cada vez que me acuerdo es cómo si se me escapara el corazón por la boca…¿No sé si me entiendes?
Jajaja…Pues claro que sí Cielo! Por eso es por lo que quiero que te relajes y no pienses más en ello. Te hacía falta salir de la rutina y nada ni nadie tiene por que saberlo. Ocurrió y ya está, no le des más vueltas y come algo anda!
Acabamos con la segunda cerveza y Lucía volvió a levantar la mano de nuevo. Pidió otra ronda a pesar de mis protestas. No quería volver a perder el control de nuevo le recriminé.
Ahora estamos solas Blanca! De aquí nos vamos a echar una buena siesta y después, como nuevas, ya lo verás!
Jajaja..Eso espero! Contesté bebiendo un sorbo de mi tercera cerveza y empezando a notar el bienestar que produce la cerveza después de una noche tan tormentosa. Seguía analizándome cuando me hizo volver a la realidad mi amiga Lucía intentando llamar la atención de alguien que se encontraba detrás de mí y que en ese momento no atinaba a ver. Notaba por su sonrisa y entusiasmo que era alguien conocido y al que le daba mucho gusto haber visto.
Picada por la curiosidad me giré un poco y entonces los vi acercarse hacia nosotros. Eran Pablo y Rafa que sin dejar de sonreír se dirigían hacia nuestra mesa.
Quise morirme en ese momento. Lucía me miraba sin dejar de sonreír viendo lo apurada que me había puesto al verlos.
Tranquila nena! Nosotras mandamos, recuérdalo!
Hola! ¿Qué tal? Dijo Pablo un poco cortado al llegar a nuestra mesa.
Hola Pablo! Saludó mi amiga sin dejar de mirarme.
Sentaos! Le dijo a los dos poniéndose seria de repente. Rafa hasta ese momento no había dicho ni mu!
Llamó de nuevo la atención del camarero que ya estaba muy pendiente de ella, entre las veces que lo había llamado y la visión de sus piernas y de su escote cada vez que se acercaba.
Pedid lo que queráis! Les dijo a los dos jóvenes. Yo apuraba mi cerveza. Sin darme cuenta de que ya iba por la tercera.
Pedimos cuatro cervezas y un par de tapas para acompañarlas. Cuando se alejó el camarero, mi amiga se dirigió a los dos y comenzó a hablar.
Vamos a ver chicos! Ayer noche perdimos un poco la vertical! No queremos culparos porque la mayor parte de la culpa es nuestra por haber dejado que las cosas llegaran tan lejos. Comenzó diciendo mientras nosotros tres escuchábamos escondidos detrás de nuestras gafas de sol.
Por el bien de los cuatro, lo mejor es que todo lo que pasó ayer noche quedara entre nosotros. Si nuestros maridos se enteraran de lo que pasó, no dudo que nos veríamos en un buen apuro aunque vosotros seguro que saldríais peor parados que nosotras.
Tú, Pablo, ya sabes cómo se las gasta tu padre. No lo pongas en la tesitura de decidir a quién cree, si a Blanca o a ti! Sería un gran problema para ella. Pero para ti, sería todavía peo ¿No crees? Asintió Pablo con la cabeza.
A ti no te conozco! Dijo dirigiéndose a Rafa. Pero serías el peor parado de todos: Créeme si te digo que sería una humillación tan grande para tu jefe, que igual no sería capaz de asimilar y por muy malote que te creas, no sabes ni por asomo lo que puede hacer su marido con sólo levantar el teléfono. La gente que mataría por él…Sí, chico! He dicho bien…Mataría! Así que vamos a tomarnos unas cervezas en buena armonía y no nos compliquemos la vida. ¿De acuerdo? Dijo dando un buen trago a su cerveza.
No salía de mi asombro con el desparpajo de Lucía que me sonreía sin dejar de mirarme detrás de sus gafas.
Poco a poco y conforme pasaba el tiempo y las cervezas menguando comenzamos a hablar algo más tranquilos después de haber dejado claro que lo sucedido la otra noche estaba olvidado.
Lucía tenía encelado a Pablo con su charla y sus toqueteos. No dejaba de mirarle las piernas y el escote a mi amiga que se encontraba ya desde hacía un rato en su tarea de acabar lo que había empezado la noche anterior y que a causa de la mezcla de alcohol y el porro, no había podido terminar con mi hijastro.
Rafa me observaba sin decirme nada, notaba su mirada lujuriosa a pesar de sus gafas y como no dejaba de mira mi escote que presa de mi nerviosismo y por qué no decirlo, de mi excitación (ya he dicho que el alcohol hace que me excite sin poder remediarlo) comenzaba a hacer que mis pezones se endurecieran y empujaran mi vestido hacia afuera dejándose que se notaran. En mi nerviosismo no dejaba de cruzar y descruzar mis piernas haciendo que mi vestido veraniego resbalara hacia mi cintura dejando mis muslos al descubierto.
Notaba mis bragas cómo empezaban a mojarse y mi corazón a acelerarse. Joder! Parecía una adolescente.
Te veo nerviosa jefa! Me habló por fin Rafa.
No! Es que estoy muy cansada. No he descansado muy bien y además no estoy acostumbrada a beber!
Tranquila! No te preocupes que nadie se va a enterar de lo que pasó ayer noche… Agradecí sus palabras a pesar de no fiarme mucho.
No dejaba de mirarlo por el rabillo del ojo. Está bueno el cabrón! Pensé para mis adentros mientras pensaba que había vuelto a beber demasiado de nuevo. Pensé que lo mejor sería marcharnos al apartamento y descansar un poco y así de paso me alejaba del peligro.
Lucía seguía con su tonteo y sus cuchicheos con mi hijastro. Sus risas eran contagiosas. Cómo disfrutaba de la vida! Pensé en ese momento.
Lucía! Nos vamos cariño, estoy reventada! Le dije para empezar a levantarnos.
Sí, será lo mejor! Dijo ante mi asombro. No pensé que sería tan fácil.
¿Por qué no os venís un rato y tomamos una cerveza en el apartamento? Dijo ante mi asombro (ya me parecía a mi demasiado fácil, pensé) y mi mirada de sorpresa, intentando hacerle señas, ante su ensimismamiento con Pablo.
Por nosotros de acuerdo! Dijo Pablo al instante.
Pues hala, andando, que ya empieza a hacer calor en este sitio! Dijo Lucía levantándose y haciendo que la inercia nos levantara a todos.
Echamos a andar hacia el apartamento ante mi cabreo por la imprudencia de mi amiga. Notaba la cabeza embotada de la cerveza, aunque el malestar por la resaca había desaparecido dejando paso a una sensación de euforia contenida que luchaba con la sensación de volver a ponerme en peligro igual que la noche anterior, aunque esta vez no habíamos fumado y controlaba algo más la situación.
Si vas a estar incómoda me voy a casa! No me importa! Dijo Rafa de repente ante mi asombro.
No pasa nada, tranquilo! Tomamos una cerveza y os váis! Necesitamos descansar un rato! Dije para no mostrarme cortante dentro de lo seria que estaba.
Mientras, delante de nosotros, Lucía y Pablo no dejaban de tontear ya con descaro. Me estaba entrando pánico de nuevo. Mientras una punzada recorría mi vientre, ascendiendo hacia mi pecho, haciendo que mi corazón se disparara de nuevo ante la cercanía del apartamento.
Entramos en el piso y al momento una sensación de frescor nos invadió e hizo que disipara un poco el embotamiento de mi cabeza.
Lucía fue hacia el frigorífico y volvió con una cerveza para cada. Nos sentamos Cada uno en un sillón mientras Pablo y Lucía lo hacían en el sofá.
Rafa no dejaba de mirarme, sobre todo las piernas, que al estar sentada y subirse el vestido, apenas podía evitar enseñar más de lo que quería en ese momento.
Pablo y Rafa no dejaban de gastar bromas sin parar de hablar y de contar anécdotas que los dos había vivido. Se notaba que al ser jóvenes y estar los dos bastante bien, no había noche que no acabaran con alguna chica(o alguna ¨tía¨ como ellos decían). Conforme iban animándose, Lucía más descuidaba su falda no dejando prácticamente nada a la imaginación.
Pablo cómo sin querer apoyaba su mano en el muslo de Lucía que no paraba de reír y de pasárselo bien, viendo los avances de mi hijastro.
Yo empezaba a ponerme nerviosa intuyendo lo que podía volver a pasar aunque notaba como mis bragas empezaban a humedecerse. Me levanté de repente dejando a Rafa sin la vista de mis piernas y me dirigí a la cocina.
¿Queréis algo para picar? Dije en voz alta sin que nadie me contestase.
Entré en la cocina dejando a los demás en el salón. Me apoyé en la encimera y comencé a buscar algo para picar. Lo puse en dos platos y cuando fui a volverme me encontré a Rafa sin esperármelo dándome un buen susto.
Joder! Que susto me has dado. Dije esquivándolo y dirigiéndome al salón dónde ante mi sorpresa vi a Lucía a horcajadas sobre Pablo besándolo como si le fuera la vida en ello y restregándose contra su entrepierna ya presa de la excitación.
Me quedé en medio del pasillo con un plato en cada mano observando las manos de mi hijastro como avanzaban por dentro de la camiseta de mi amiga buscando el cierre de su sujetador mientras ella intentaba soltar el botón del pantalón corto de Pablo. Se notaba la excitación de ambos mientras sus bocas no dejaban de devorarse y el cabello de mi amiga se veía todo alborotado dando al momento un punto muy sexy y erótico que hizo que me ruborizara y bajando un poco la cabeza dirigirme de nuevo hacia la cocina sin soltar los platos ni un momento mientras notaba como el calor se agolpaba en mis mejillas y mis pezones pugnaban por romper el vestido y salir al exterior (¿Por qué no me habría puesto el sujetador? Pensé en ese momento).
Entré de nuevo en la cocina dónde seguía Rafa, apoyado en la encimera, mirándome sin mover ni un músculo y con esa mirada lujuriosa que hacía que empezara a lamentar el haber dado lugar a que subieran al apartamento.
Mejor los dejamos tranquilos un rato ¿No? Dijo Rafa avanzando hacia mí.
Retrocedí hacia atrás con los platos en la mano. No acababa de asimilar por qué había dado lugar a esta situación de nuevo. Empezaba a no controlar una vez más en un corto espacio de tiempo. Maldije mi imprudencia.
Rafa, cogió los dos platos y los dejó sobre la encimera mientras yo no dejaba de mirarlo. Avanzó despacio hacia mí hasta casi rozarme.
No es buena idea! Dije, intentando darme la vuelta y salir rápidamente de la cocina.
Al girarme sentí como me agarró del brazo y me atrajo hacia él abrazándome y apretándose contra mí haciéndome notar la dureza de su miembro.
Suéltame por favor! Le dije sin dejar de empujarle.
No me hizo caso y sin dejar de atraerme hacia él intentaba besarme aunque yo esquivaba sus besos girando la cabeza e intentado zafarme sin conseguirlo. Notaba como mi sexo comenzaba a ceder mojando mis bragas, mientras mi cabeza me decía que tenía que escapar de allí.
Joder, me vuelves loco! Decía sin dejar de lamerme el cuello y la oreja mientras seguí el forcejeo por intentar escapar de su abrazo.
Sujetó mis manos detrás de mi espalda y ante mi agitación y mi nerviosismo consiguió meter su mano libre debajo de mi vestido y llegar hasta mis bragas metiendo la mano entre ellas y mi coño que ya empezaba a estar muy mojado.
Agarró mis bragas y de un tirón las rompió, tirándolas al suelo de la cocina, mientras su mano ya palpaba mi sexo totalmente desnudo y expuesto a sus dedos que poco a poco fue introduciendo dentro de mí, mientras mi excitación subía hasta mi cerebro y ambos se ponían de acuerdo en lo que deseaba en ese momento.
Estaba como loco. Me soltó las manos y cogiéndome de las caderas me sentó en la encimera abriendo mis piernas y subiendo mi vestido hasta mi cintura, me dejó así con mi coño expuesto hacia él. Por un momento me quedé allí quieta, sentada en la encimera, con las piernas abiertas y mi coño también abierto enseñando mis labios menores ya hinchados y rojos del trajín que habían sufrido apenas unos segundos antes.
Cuando menos me lo esperaba, tiró del escote de mi vestido hacia abajo, rajándolo y haciendo que mis pechos salieran al aire quedando colgados, desafiantes, con los pezones duros como piedras esperando el siguiente paso.
Me apoyé en la encimera con mis manos mientras Rafa me miraba soltándose el pantalón corto que llevaba y dejándolo caer hasta el suelo. Lo sacó con un pie y lo tiró en medio de la cocina junto con mis bragas rotas. Se sacó la camiseta y se quedó delante de mí sólo con el bóxer y la silueta de su polla marcándose y asomando por el borde.
Se abalanzó sobre mis tetas lamiéndolas, chupándolas y mordiéndome los pezones llegando casi hasta hacerme daño. A partir de ese momento empezó a darme igual todo. Apreté su cabeza contra mi pecho mientras mis pezones parecían estallar. Sentía su barba rozar mis pechos y una sensación de quemazón y gusto llegaba hasta mi vientre.
Mi chocho empezaba a desbordarse, mientras Rafa seguía lamiendo mis tetas como si mamara de ellas y mordiéndolas.
Dios! Qué gustoo! Pensaba en ese momento mientras de mi boca no salía ni una palabra, sólo me oía gemir muy bajo y jadear, un jadeo cada vez más intenso mientras notaba de nuevo sus dedos hurgar en mi raja acariciando mis labios menores llegando hasta mi clítoris que inflamado esperaba su turno. Noté como lo apretaba y como resbalaba de sus dedos dándome latigazos de gusto que poco a poco iban aumentando, sintiendo la llegada del orgasmo. Bufff! Con qué facilidad me daba gusto el cabrón! Pensaba, mientras mis ojos empezaban a nublarse y mis caderas a acompañar el movimiento de los dedos del joven hurgando en mi coño. De repente el fogonazo acompañado de un grito que no pude controlar y de mis manos apretando su cabeza contra mí. Hasta que poco a poco pasó dejando mi cuerpo tranquilo mientras mordiéndome el labio inferior metió su lengua dentro de mi boca uniéndonos en un beso ansioso, húmedo mientras abrazaba con mis piernas su cintura atrayéndolo hacia mí, cómo si alguien pudiera quitármelo en ese momento.
Sin dejar de tocarme por todos lados fue descendiendo, lamiendo todo mi cuerpo, entre mis pechos, mi vientre, hasta llegar a mi sexo donde de nuevo sentí como arañaba toda la parte interna de mis muslos sin importarme el escozor que sentía en esos momentos.
Mi cabeza estaba en su boca y en mi coño. Su lengua entró de golpe dentro de mi chocho, lamiéndolo, bebiéndose todos mis jugos y dejándolo seco de nuevo mientras lamía mi raja una y otra vez. Notaba su lengua bajar por toda mi entrepierna, llegando hasta el culo. Una vez allí sentía como empujaba con su lengua queriendo entrar y de nuevo subía hasta mi coño donde literalmente introducía su lengua follándome con ella. Así una y otra vez mientras me oía gemir en voz alta con desesperación mientras mi cabeza sólo atinaba a pensar en lo bien que me lo hacía. Nadie había conseguido eso de mí. Sentí como además de su lengua lamiendo mi raja aparecía un dedo que se introducía de nuevo en mi coño mojándose e iniciando el camino hacia mi agujero posterior. Noté como intentaba introducirse en mi culo acariciando mi esfínter y empujando poco.
No! Por el culo no! Por favor! Dije jadeando sin moverme mientras Rafa seguía en lo suyo, comiéndome el coño como nadie me lo había comido.
Sentí como poco a poco su dedo, ya muy húmedo, presionaba mi esfínter logrando introducir su yema dentro de él. Mientras seguía lamiéndome sin parar. Yo permanecía sobre la encimera, abriendo todo lo que podía mis piernas y sujetándome el vestido sobre mi cintura con una mano, mientras con la otra me apoyaba en la encimera para mantener el equilibrio.
De repente noté como el dedo pasó la primera falange dentro de mi culo y como se quedaba ahí esperando que se dilatara lo suficiente para pasar dentro. Poco a poco lo fue consiguiendo hasta conseguir introducir todo el dedo y empezar un mete y saca que poco a poco comenzó a provocar que mi coño empezara a reaccionar de nuevo y empujar como si me estuviera follando y yo misma buscaba su dedo para que no dejara de moverse dentro de mis entrañas. Noté de nuevo la venida de un nuevo orgasmo. No me lo podía creer, empecé a sollozar del gusto que sentía mientras una oleada de placer horadaba de nuevo mi coño y ascendía de nuevo hasta mi pecho mientras mis jadeos cada vez eran más fuertes. Mis caderas se movía como si convulsionaran y las lágrimas aparecieron en mis ojos mientras una sensación de mareo apareció en mi cabeza que no se podía creer lo que estaba pasando algo más abajo.
Sentí como si me estuviera meando encima y como Rafa bebía de mí sin parar y sin dejar de lamerme hasta que poco a poco cedió el orgasmo y dejé de convulsionar. Rafa subió poco a poco sin despegar su lengua de mi vientre hasta llegar a mis pechos y pasando por en medio de ellos llegar a mi boca donde nos fundimos en un beso largo donde nuestras lenguas se buscaban y se restregaban la una con la otra buscando cada una el interior de la boca del otro.
Me cogió de los muslos y me levantó un poco de la encimera. Con una de sus manos bajó su bóxer y apareció su polla, dura, enorme toda congestionada del tiempo que había aparecido dentro de su encierro pugnando por salir fuera a defender a su dueño. Bajé la mano que me quedaba libre y la dirigí despacio hacia mi raja. La dejé allí apoyada esperando que ella sola encontrara su camino. De repente me dejó caer sobre ella que se introdujo dentro de mí como si mi coño estuviera hecho de mantequilla y se derritiera a su paso. Llegó hasta el fondo de mi vagina apretando el cuello de mi útero contra mi vientre quedándose ahí mientras mi boca se abría de golpe buscando aire después del esfuerzo que llevaba realizando desde hacía ya rato.
Sentía mi coño apretarse contra la intrusa intentando que no se moviera mientras el joven comenzó a elevarme y dejarme caer sobre su polla entrando y saliendo de mi coño una y otra vez bufando con cada embestida. Mis piernas se abrazaban a su cintura apoyándose en sus piernas con mis pies acompañándolo con cada empujón. Mi chocho empezaba a aceptar su miembro adaptándose a su grosor mientras notaba el roce de mis paredes con ella haciéndome gemir cada vez más alto sintiendo que ahora mismo era posesión del macho que me estaba follando, ignorando los problemas que podía acarrearme lo que estaba haciendo. Solo quería que me follara una y otra vez sin parar mientras sentía como iba creciendo de nuevo el principio de otro orgasmo ( Dios! No podía creérmelo era la tercera vez) no sé cómo iba a poder aguantarlo después.
¿Te gusta verdad? Oí de pronto a Rafa que me preguntaba sin dejar de follarme (era lo primero que hablábamos).
Siii!! Contesté sin parar de jadear.
¿Qué es lo que te gusta? Volvió a preguntarme de nuevo.
Que me folles joder! ¿Es eso lo que querías oír? Le dije con voz entrecortada sin parar de gemir.
Si. Eso es lo que quería oír jefa! Me dijo el cabrón mientras oía como bufaba cada vez con más intensidad preludio de que estaba próximo a correrse dentro de mí.
¿No te corras dentro vale? Me oí decir mientras empezaba a sentir de nuevo la llegada de un nuevo orgasmo.
Me voy a correr donde quiera. Aquí no mandas tú jefa! En mi polla mando yo y a partir de ahora también voy a mandar en tu coño. ¿Me entiendes?
No podía contestar ante el aumento de mis jadeos que cada vez eran más fuertes mientras sentía como me follaba cada vez con más fuerza sintiendo su polla como empezaba a palpitar y mi coño sentía como la apretaba ordeñándola mientras empezaba a escupir su leche, espesa, caliente, abundante…un escupitajo tras otro llenándome entera mientras sentía un cosquilleo que hacía que de nuevo empezara a sentir que no había nada mejor en el mundo mientras mi hombre bufaba como un toro y se vaciaba dentro de mi coño que empezaba a temblar del gusto mientras sentía como la sangre abandonaba mi cerebro y se refugiaba en mi vientre haciéndome casi perder el conocimiento mientras me corría de nuevo.
Sentía como el joven doblaba sus rodillas y se apoyaba en el suelo apretándome contra la parte baja de la encimera siguiendo con su polla dentro de mi coño que se negaba a abandonar mi agujero. Apoyé mi cabeza en su hombro mientras intentábamos recuperarnos del intenso orgasmo que acabábamos de tener los dos a la vez, mientras sentía como su lengua limpiaba el sudor de mi cuello saboreándome. Nunca nadie me había hecho sentir lo que Rafa me estaba haciendo sentir.
Sentí como su polla perdía su contundencia y salía de mi chocho dejándome un gran vacío y sintiendo como su leche salía de él mojando mis ingles y mi vello púbico. Quedé sentada en el suelo hecha un ovillo sin ganas de moverme intentando recuperarme del esfuerzo.
De pronto atiné a levantar la cabeza y vi en la entrada de la cocina a Lucía y Pablo mirándome asombrados sin poder creer lo que acababan de ver.
Asombradita me tienes nena! Me dijo mi amiga sin dejar de reír.
Me levanté del suelo como pude. Tiré de mi vestido para tapar un poco mis tetas que estaban al aire, recogí mis bragas del suelo y sin decir ni una palabra, pasé entre ellos dos y me dirigí al cuarto de baño.
Dentro estaba Rafa intentando mear sin salirse de la taza con tan solo su bóxer puesto. Acabó de mear y la sacudió un poco. Se volvió hacia mí y con la polla a medio empalmar, me arrodillé entre sus piernas y se la limpié como él había hecho con mi coño hasta que no le quedaba ni rastro de lo que había pasado un rato antes (chupándosela claro está). Cuando empezaba a endurecerse de nuevo, la metí en su sitio de nuevo y subí el bóxer.
Sal por favor! Necesito lavarme un poco! Le dije mirándole a los ojos.
Me cogió la cara con su mano y apretándomela me dio un beso metiendo su lengua dentro de mi boca al que respondí sin ofrecer resistencia. Salió del cuarto de baño y me dejó allí sola con mis pensamientos….
¿CONTINUARA?.....DECIDME SI DEBO SEGUIR CONTANDO