Caminata por el monte

Nunca calientes a tu novia, o lo disfrutarán terceros.

Hola, soy Carlos y mi novia se llama Ana, tenemos 24 años y somos del Norte de España. Ambos somos muy deportistas (competimos a nivel regional en nuestros respectivos deportes) y nos gusta mucho cuidarnos. Yo soy moreno, de 1.85 y mi novia es morena también, de ojos claros, tiene una cara de no haber roto un plato nunca. 1.65, culo respingón y muy trabajado de años de gimnasio, lo que viene a ser un culazo de infarto, es su punto fuerte, y  con unas tetas medianas pero muy buen puestas y bonitas, de esas que nos encantan a los hombres.

Un domingo de mayo de 2020, uno de los primeros días de calor, mi novia y yo decidimos ir al monte a andar un rato, pasar la mañana y hacer hambre para la comida. Ibamos vestido con ropa de deporte, yo con una camiseta fina y una pantaloneta, y ella con un camiseta de tirantes blanca, y un short negro cortito típico de Decathlon. Había decidido ponerse un sujetador pushup y se le marcaban bastante las tetas, así que entre eso y el short con medio culo fuera yo iba babeando.

Nuestro plan era aparcar el coche, andar unos 12 km y a la vuelta parar en un merendero a comernos los bocadillos que llevábamos en la mochila, cerca de dónde habíamos aparcado el coche, pero cuando llegamos de vuelta de andar estaba lleno de familias y de gente disfrutando del domingo. Eran alrededor de las 12 de la mañana. El merendero estaba en la orilla del río.

-Podemos ir río arriba, a ver si hay alguna zona más tranquila. -Dije yo.

-Vale, pero que esté cerca que empiezo a estar cansada, me dijo Ana.

Estuvimos andando alrededor de 15 minutos cuando vimos una zona sombría en la orilla, que hacía como una especie de playa, y no había nadie. Había que bajar una zona algo complicada andando de unos 30 metros, así que ahí estaríamos tranquilos. La orilla era pequeña, no tendría mas de seis metros de ancho.

-Este sitio es perfecto, aquí podemos comer y descansar un rato. Igual hasta me baño. - La verdad que el calor empezaba a apretar y el río era una buena solución a ese calor.

-Joe, no hemos cogido bañadores, lo único que tenemos es el agua, los bocadillos y una toalla.

-Tenemos calzoncillos y sujetador, con eso nos vale - reí.

-Eso tú bonito, yo llevo tanga y paso de quedarme sólo con eso, en mi vida me he puesto un bikini que no sea de braga.

-Anda, no seas tonta, aquí no hay nadie y es complicado entrar hasta esta zona, no te preocupes - dije deseoso de verla en ropa interior.

Aproveché y me quité la camiseta y pantaloneta quedándome en el calzoncillo, tipo Slip, que me marcaba bastante el paquete.

-Mira yo, seguro que si pasa alguna se lleva una alegría con estas vistas- señalándome al calzoncillo.

-En fin, me voy a quitar yo la ropa que te voy a enseñar lo que son vistas, me dijo picándose un poco.

Y así estuvimos un rato, los dos tumbados en la toalla, yo en calzoncillos y ella en sujetador y tanga de hilo blancos, que no dejaban mucho a la imaginación. Intenté convencerla para que se quitáse el sujetador y se quedáse en topless, pero no hubo manera, dijo que cualquiera podría vernos y que además estaban muy blancas después de todo el invierno, que se le iban a quemar y no teníamos crema. Decidímos comer, y al rato nos quedamos dormidos los dos disfrutando del día que hacía.

Después de un rato, un ruido me despertó y me fijé que un hombre estaba bajando hacía nuestro lugar. Sería un hombre de unos 50-55 años, con bastante barriga, y venía con una sillita plegable y un libro. Le dí un codazo a mi novia y le avisé.

-Joder, y yo casi desnuda, que vergüenza.

-No seas exagerada, en cualquier playa hay chicas enseñando más carne que tú. Además, tiene ya una edad, no creo que se escandalize por verte, aunque seguro que hace mucho que no ve una mujer así.

-A ti todo te viene bien para que no me tape - rió.

El hombre saludó educadamente y abrió una silla plegable 3 metros a nuestra derecha. Estaba cerca, pero es que no había hueco para más, el lugar era bastante pequeño. Se quitó la camiseta y se quedó en bañador, para después de un par de miradas furtivas a mi novia y su culo, ya que estaba bocabajo, sacar un libro y ponerse a leer tranquilamente. Aunque al principió nos incomodó un poco su presencia, sobretodo al haber poco espacio entre nosotros y él, poco a poco fuimos olvidando que estaba ahí, ya que no molestaba para nada.

Eran las 5 de la tarde y hacía bastante calor, así que le dijé a mi novia de darnos un baño en el río. Ella fue delante los tres pasos que nos separaban de la orilla, y yo me fijé como el hombre levantó la mirada del libro y se quedó embobado mirando su culo moverse hacia el agua. La verdad es que no sé si Ana lo hizo adrede, pero al estar el agua fría le costó bastante rato meterse hasta dentro, con el agua a la altura de sus rodillas, agachándose para mojarse poco a poco los brazo y el torso, dándole una buenas vistas a nuestro vecino durante unos minutos.

El río era bastante pequeño, no más de cinco o seis metros de anchura, y cubría en la parte más profunda hasta casi el pecho. Hacía bastantes curvas, así que fuimos río arriba un poco para estar solos, y obviamente, meternos mano. Ana estaba subida encima mía, y yo la agarraba con las dos manos del culo, mientras nos besámos. La verdad que estaba bastante receptiva.

-Anda que menudo espectáculo se ha llevado el hombre cuando has ido hacia el agua. -dijé mientras pasaba mis dedos por encima del fina tela de su tanga.

-¿Tú crees? Me ha dado un poco de corte, pero no me quedaba otra... - dijo Ana con cara de guarra, siguiéndome el juego.

-Seguro que sí, estará cachondo pensando en lo que acaba de ver. -   - quizá tienes que enseñarle algo más -añadí tocando las tetas y dejándoselas por fuera del sujetador.

-Mmmm, ¿seguro cari? ¿No te pondrás celoso?, -y acto seguido se lo desabrochó y lo dejó caer, dejando sus jóvenes tetas al aire libre.

Me abalancé sobre ellas y no dejé centímetro sin lamer de ese par de preciosidades. Son de tamaño medio, pero con el pezón bastante pequeño, y con una forma redonda y dura. Es una parte de su cuerpo que llama bastante la atención, sobretodo desnuda. Le aparte el hilo el tanga y empecé a masturbarla, y de mientras ella hacia lo mismo conmigo. Estábamos muy cachondos, por lo que me la subí encima y empecé a restregar mi polla por su entrada, pero no conseguía meterla, el agua dificultaba mucho el tema. Era un querer y no poder, queríamos rematar la mañana follando en el río, pero no se podía.

-Cari, luego seguimos en casa o sino en el coche, pero es que sin lubricante y con el agua, no me entra. - dijo Ana con carita de pena.

-Ufff vale vale, mejor lo intentamos luego, esta claro que no somos peces jajaja. - por dentro me moría de ganas, pero es verdad que no entraba.

Nos besamos otro rato más, y decidimos ir de nuevo a la zona en la que habíamos comido y teníamos las cosas. Me coloqué el calzoncillo y Ana el tanga y el sujetador. Obviamente seguiamos los dos  cachondos, así que le dije:

-¿No habías dicho que le ibas a enseñar algo más a nuestro compañero de tarde?

-Ja Ja Ja, -rió irónicamente- eso te gustaría a ti, que eres un cerdo.

-Hombre, esas tetas que tienes son para enseñarlas, para que sino.

-Mucho te haces el chulito, pero si lo hiciese seguro que te pondrías celoso cariño.

-¿Yo? Para nada, pero para eso habría que comprobarlo, gallina - dije intentado picarla.

-¿Así que esto quieres? - se volvió a quitar el sujetador, y se tocó los pezones para ponerlos duros - Vamos para la orilla que te vas a enterar tú de quien es cobarde jajaja- decía riéndose.

La verdad que no sabía si se iba a atrever, pero cada vez estabamos más cerca del lugar y no se ponía el sujetador. Ibamos un poco agachados donde más cubría, asi que no se le veía nada. Cuando ya vimos al hombre, que seguía en el mismo sitio, y nuestras cosas, Ana me miró, me lanzó un beso y fue poco a poco hacia afuera con las tetas al aire, cubríendole sólo un fino tanga. La verdad que tanto mis vistas de su parte trasera como las del hombre delantera, eran espectaculares. El agua chorreando por su piel, brillante y la cabrona recreándose poco a poco para tensar la situación. Yo sabía que una parte lo hacía por exhibicionismo, y otra por callarme la boca, pero me encantaba. Fue a dónde la toalla y se secó poco a poco, para después tumbarse boca abajo. Desde luego el hombre no leyó una misera palabra de su libro en todo ese rato, y yo tuve que esperar a que se me bajase el tema para poder salir.

-Bfff, eres una diosa, ese pobre hombre se ha metido al agua a que se le bajase la hinchazón seguro. -reí por lo bajo.

-Jajaja no te ha molestado cari?

-Que va - y señale el bulto de mi pantalón- me encanta jugar contigo.

-A mí también. - y me dió un beso.

La verdad que después del calentón, me volvió a entrar algo de sueño, y estaba a punto de quedarme dormido cuándo mi novia me dio un codazo, y por lo bajo, me dijo que no encontraba el móvil. Yo no le dí mucha importancia, y me puse a buscar el mío para llamarle, pero tampoco lo encontraba. Nos dimos cuenta los dos a la vez que la única persona que podía haber sido era el hombre de la silla, así que yo sin pensármelo mucho, pero de manera educada me dirigí a él.

-Perdona, estamos buscando nuestros móviles en la mochila y no los encontramos, ¿no habrás visto a alguien por aquí que los haya cogido?

El hombre me miró y sacó de su mochila nuestros dos smartphones, diciendo:

-¿Te refieres a estos?

Yo me puse agresivo, pero rápidamente el tomo las riendas de la situación, amenazando con el gesto de lanzarlos al agua, por tanto, de nada me servía la violencia si para cuándo los fuese a recuperar estaban ya en el río.

-Dámelos, o sino tendrás problemas. -Le dije.

-Un paso más, y los tiró al río, tu verás.

-Okey okey, ¿cúanto quieres por ellos?

-¿Cómo que cuánto quiero? ¿Crees que necesito dinero? Lo que quiero es ver más de cerca a tu novia.

Se me heló la sangre, el cabron tenía el poder de la situación y yo no sabía como arrebatárselo.

-Qué quieres, insistí.

El viejo movió la silla hacia nosotros y se volvió a sentar. Era la típica silla plegable que el asiento queda muy bajito, a un palmo del suelo.

-Acércate, le dijo a Ana.

Ana me miró con cara entre asustada y de sobrepasada por la situación, se levantó y vino a dónde mí, estando los dos de pie frente al hombre que estaba sentado.

-Quiero que te des la vuelta y me muestres tu culo, para después acercarte más y verte esas tetas de cerca.

-Ni de coña, eres un cerdo - le recriminó mi novia.

-Venga Ana, hazlo y que nos de los móviles, no es nada que no haya visto hasta ahora.

Ana me miró, y se giró, dejando su culo a la altura de la mirada del viejo, que seguía sentado. Aguantó unos segundos para girarse y mostrarle sus pechos al desconocido. El hombre se recolocó el paquete y dijo:

-Antes te movías más, sobretodo al salir del agua, ¿ahora te de vergüenza o que?

-Bueno ya vale, danos los móviles ya, le recriminé.

-Tss, tranquilo, tenemos toda la tarde, no tengas prisa. Ahora quiero tocarte ese culazo que me has estado meneando delante todo el rato.

-Ja Ja Ja, y que más? Tu flipas. -dijo mi novia. Yo no sabía ni que decir, en una mezcla de genio y excitación.

-O eso, o te sientas encima mía y te restriegas un rato, tu eliges.

Mi novia, esperando mi reacción que no llegaba, mirándome con cara de enfado:

-Si quieres traigo la toalla aquí, y me restriego encima de mi novio. - me sorprendió la rapidez de Ana en esta situación.

EL hombre dió un gesto de aprobación, y Ana se fue a por la toalla, la trajó, me tumbé, y se puso encima mía. El hombre se levantó, y puso la silla justo pegada a la toalla, para tener una visión perfecta de la situación. Ana poco a poco se empezó a mover encima mía, rozando con su coño mi polla tapada por el calzoncillo, y yo me empecé a empalmar. Ella también se estaba excitando, ya que notaba la húmedad a traves del calzoncillo, y el hombre empezó a masajearse la polla por encima del bañador, mientras no perdía detalle. Ana estaba empezando a gemir por lo bajo, cuándo decidió que ya era suficiente.

-Bueno, ya vale. Ya hemos hecho lo que nos has pedido. Danos los móviles y nos iremos. - Dijo mi novia, roja por la excitación y el calor.

-Os daré los móviles, pero sólo una cosa más. Quiero tocarte ese culito. Es lo último que os pido. -mientras se agarraba el rabo por el bañador.

Yo era incapaz de articular palabra, me estaba excitando muchísimo la situación, pero a la vez quería salir huyendo de ahí con nuestros móviles. Mi novia me miró buscando respuesta, pero simplemente pude devolverle la mirada.

-Visto que a mi novio no le importa, y que estoy harta de ti y de tus peticiones, hazlo rápido y nos vamos. ¿Cómo lo hacemos?

-Ponte a cuatro patas, con el culo mirando hacía mí.

Mi novia se puso como le dijo, dejando un espectacular culo depilado, solo cubierto por el hilo del tanga, intuyéndose perfectamente los agujeros. Él se acercó, sentándose en el borde de la silla y poniendo una pierna a cada lado de mi novia, estando su culo a siquiera un palmo de él. Extendió la mano izquierda y empezo a jugar con sus nalgas, al principio con más suavidad y luego incluso con algún azote, mientras que con su mano derecha no paraba de tocarse por encima del bañador. Pasado unos momentos, el hombre decidió sacarse el pene del pantalón, dejando a la vista una pollón gordo gordo y de longitud normal, pero que destacaba por su grosor, con mucho pelo a su alrededor. Comenzó lentamente a hacerse una paja manoseando el culo de Ana. Yo me senté y empecé a tocarme por encima de la pantaloneta, y mi novia, que hasta entonces no se había girado, vió cómo el viejo se estaba haciendo una paja tocándole el culo. Me miró mordiéndose el labio, y movió el culo un poco hacia el hombre, para ver si así acababa antes. Entendíamos que el viejo cuándo se corriese, nos daría los móviles y se iría. Así que me senté delante de Ana, y me baje la pantaloneta, para ver si con un poco de suerte yo también tenía premio. Ana rápidamente alcanzó mi polla con su mano y empezó a masturbarme. Desde mi posición, veía a Ana haciéndome una paja a cuatro patas, y al viejo sobándole el culo, pero no veía nada mas. Ana comenzó a hacerme una mamada, sólo como ella sabe, yo estaba ido del gusto. Al viejo sólo se le oía resoplar.

-Me lleva un rato tocando por encima del tanga, me lo voy a apartar para que me meta los dedos. - me susurró Ana sacándose mi rabo de la boca.

Rápidamente, se llevo la mano por la espalda hasta el tanga, apartándoselo a un lado, dejando todo su sexo a la vista y tacto del hombre, que no le quedo otra que aumentar el ritmo de su paja.

-Pfff, me esta matando del gusto.

-Qué cerda eres, disfrútalo.- acerté a decir, mientras le cogía la cabeza para que siguiese chupando.

Yo no veía que hacía exactamente el viejo con el culo de mi novia, pero si que veía como se llevaba los dedos a la boca, saboreaba, y los volvía a llevar a su raja. Estaba saboreando lo más profundo de Ana, que ya no se cortaba en gemir y disfrutar de los dedos del viejo.

-Estaté quieta, voy a follarte. -dijo el hombre, poniéndose de rodillas en la toalla y apuntando con su pene a la entrada de Ana.

-Eso si que no, antes pierdo el móvil, dijo Ana rápidamente y echándose hacia delante.

-Vamos, déjate, lo estás deseando cerda. -dijo de manera bastante agresiva.

-Tranquilízate, si quieres te hago una paja y te corres, creo que es suficiente todo lo que he hecho ya.

Yo estaba flipando, ver a mi novia diciendo eso me encendió más si cabe.

Mi novia cambio de postura, ahora dándome la espalda a mí, y agarró el grueso pene del hombre con la mano, que volvió a sentarse en su silla. Comenzó a meneársela rápidamente sin ni siquiera mirarle a la cara, buscando que se corriese rápido. Yo hundí mi cara entre las nalgas de mi novia, aquello estaba empapado, mezcla de sus flujos y de la saliva del viejo. Lejos de darme asco, me excitaba aún más. Subí mi lengua hasta el culo, dándome cuenta de que el muy cabron le había metido más de un dedo por ahí, estaba bien abierto. Pocas veces me dejaba hacerlo a mí, así que debía estar muy cachonda. Decidí que iba a follarla, así que me puse de rodillas y fui a intentarlo, hasta que me cortó.

-Quieto, no me folles, siéntate aquí y mira cómo se corre este cerdo en la mano de tu novia.

Estaba completamente deshinibida, así que obedecí y me senté al lado suya viendo la pedazo de paja que le estaba haciendo. Me masturbaba mirando cómo la mano de Ana no abarcaba la circunferencia de su pene, y como tenía unos huevos especialmente grandes. Ana había bajado el ritmo de la paja, e incluso le escupía en el capullo buscando algo más de lubricación. El hombre mientras tanto, no perdía detalle, estaba disfrutando como nunca. Pasados unos minutos, el hombre no se corría, que aguante tenía pensé, yo no podía ni siquiera tocarme, una sacudida más y me vendría. Mi novia estaba disfrutando con  la paja, sobretodo porque ella no dejaba de masturbarse a sí misma a la vez. El espectáculo era importante, mi novia a cuatro patas en tanga masturbándose, mientras le hacía una paja a un viejo con una polla que no le entraba en la mano.

-¿Te gusta cómo esta polla no me entra en la mano? - me dijo colorada. Yo simplemente podía asentir mientras me tocaba.

-Creo que te va a gustar más esto. -Añadió.

Y acto seguido, acerco su boca a los testículos del hombre y empezó a pasar la lengua de arriba hacia abajo, el hombre ni se movía, no se lo podía creer. Mientras se los chupaba, con la mano derecha no dejaba de pasarle el pulgar por el frenillo, buscando el orgasmo, a mí eso me volvía loco Yo no pude más y me corrí, soltando la mayor cantidad de semen que había visto nunca. Mi novia me miro y sonriéndome, empezó a deslizar su lengua por el tronco del pene del hombre. Subía y bajaba, recreándose en el grosor de esa herramienta. Cuándo le pareció bien, subió hasta el capullo, le dio unos lametazos y se introdujo la polla del viejo en la boca, comenzado una mamada de las que le encanta hacer. Era increíble como algo de ese grosor desaparecía en la boca de mi novia, produciédole arcadas y una explosión de saliva, saliendo la polla del hombre empapada de su boca. Cogió la mano del hombre y la llevó a una de sus tetas, para más tarde restregárse su pene por ellas, no dejándo un centímetro sin tocar.

-Quiero que te corras en mi boca, para que mi novio vea de lo que soy capaz .- y me miró sonriendo mientras seguía con la mamada.

Unos segundos después, el hombre le agarró de la cabeza y comenzó a correrse en la boca de Ana. Durante el orgasmo, ella chupó como nunca había visto, no quería derramar ni una gota, aunque no era capaz de tragar tanto semen, que se le escurría por las comisuras de los labios pringando todo la polla del hombre. Tragó todo lo que pudo, para después dejársela bien limpia sin ningún resto de corrida.

El hombre volvió en sí después de semejante orgasmo, y con la polla aún goteando, nos dió los móviles y se fue rápidamente.

-¿Te ha gustado? - le preguntél

-Lo siento cari, se nos ha ido de las manos, pero en el fondo me ha encantado.

-No te preocupes Ana, son experiencias, mientras estémos de acuerdo no pasa nada.

Me dió un beso, y nos vestimos. No sabía precisamente bien su boca, lo cuál hizo palpitar mi polla