Camila en el cine
Pedro invita a Camila al cine, pero no tienen ninguna intención de ver alguna película.
Cuando Camila y Pedro entraron en el cine, la película estaba ya empezada y la sala estaba prácticamente vacía, con dos hombres dispersos por la misma. Tras mirar dónde ubicarse, finalmente se sentaron en medio de la sala.
Apenas se acomodaron, un hombre algo mayor que estaba sentado unas butacas más adelante se percató de la presencia de la pareja. Pedro pasó el brazo sobre el hombro de Camila, y ésta posó su cabeza junto a la de él mientras dejaba su mano en la rodilla de Pedro. El hombre de delante volvío a mirarlos, pero ellos no quitaron ojo de la pantalla, así que el viejo se levantó y se sentó al lado de Camila, que apeanas lo miró.
Pedro rozó la mano de Camila, y subiendo sus caricias por el brazo, su mano llegó al pecho de ella. El viejo, pércantándose del movimiento, no pudo evitar mirarlos. Pedro tenía a Camila y al desconocido pendientes de su mano, que apenas dentro del abrigo intentaba liberar los botones que lo mantenían cerrado, aunque a todas luces las yemas de sus dedos acariciaban el pecho de Camila, que apenas podía contener un suspiro. Finalmente el último botón cedió, y Pedro, en un movimiento suave y decidido, deslizó su mano por el pecho de Camila, bajando por el cuerpo hacia la rodilla. Camila miraba cómo Pedro sobaba su pierna sin disimulo y cómo Pedro terminó de abrir el abrigo, también podía sentir la mirada del viejo fija en su cuerpo, mientras su excitación iba en aumento.
Con la mano de Pedro subiendo y bajando por sus piernas, la falda de Camila acabó subiendo mostrando sus muslos y, para regocijo del viejo, ninguno de los dos hizo nada por bajarla. Pedro pasó la mano por la parte del muslo más cercana al anciano, luego por ambas piernas, y finalmente volvió al primero, y llevando la mano a casi el inicio de las caderas, acabó mostrando liguero que sujetaba las medias. Camila se dejaba hacer, manteniendo su mano inmóvil sobre la pierna de Pedro, sabiendo que en algún momento entraría en acción.
Pedro quedó embelesado con las piernas de Camila, pero no quiso exhibirla tan pronto y quiso bajarle la falda con tan poco tino que mientras lo hacía el dorso de su mano acarició las braguitas de Camila, así que no pudo reprimir meter su mano entre sus piernas, esta vez bajo su falda, acariciando a manos llenas esa piel suave hasta llegar al sexo de Camila, que lo esperaba ya humedecido y un tanto abierto. Camila cerró los ojos dejándose ir, pero intuyó sin equivocarse la mirada lasciva del viejo, y lo miró con reproche. El viejo desvió la mirada, embelesándose con la mano de Pedro que ahora volvía a mostrar el muslo de Camila en toda su extensión.
Esta danza de caricias por parte de Pedro se mantuvo un tiempo, pasando su mano lentamente por los muslos de Camila, yendo de de la rodilla a las caderas, de las caderas al entremuslo, exhibiendo el cuerpo de Camila, que se dejaba acariciar como si no hubiese nadie al lado de ella.
Pedro cambió el juego. Subió lo que pudo la falda y metió la mano en el escote de Camila. El viejo movió sus manos, y Camila lo fulminó con la mirada, pero la intenció de éste era llevarse las manos a su bragueta, pues intentaba esconder la erección que tenía. Pedro dejó pronto el pecho de Camila y volvió a acariciar la entrepierna, entreteníendose un poco más que antes. Camila sintió el índice de Pedro a través de sus braguitas, que cubría en su caricia desde su clítorix hasta la entrada de su rajita. A pesar del juego que estaban realizando, se sintió momentáneamente vulnerable y se bajó la falda de forma instintiva, aunque sabiéndose inmersa ya en el impero del goce, pues respiraba profundamente sin poder cerrar la boca, sabiendo lo que sus labios abiertos terminarían por provocar. Contangiado por la excitación de Camila, Pedro colocó la pierna izquierda de camila sobre la suya, dejando a la vista del viejo los muslos perfectos de Camila, que dejaba su mano caer sobre su pierna derecha, cerca de su sexo.
A esas alturas el viejo sobaba su pene de forma más o menos disimulada a través de sus pantalones. Ya no quitaba ojo a esa pareja que había tenido la suerte de encontrar. Pedro decidió que quería tener una visión más completa de su pareja, así así que empezó a recogerle la falda aún más. Camila, en cuanto vió lo que quería hacer, subió un poco el culo para poder dejar la falda a casi la altura de las caderas. Pedro y el viejo podían ver las braguitas blancas de Camila, pues la pierna que mantenía sobre Pedro la mantenía expuesta para regocijo de ambos y la excitación de Camila. Así que Pedro empezó a acariciar el sexo de Camila, dejando que la tela de las braguitas como último umbral. Pero eso duró poco, pues desabrochó el cinturón del vestido, dejando a la vista el sujetador, acariciándo livianamente sus pechos y volviendo a las caricias del sexo.
El viejo se tocaba el pene con regocijo, y Pedro volvió a los pechos de Camila, acariciando el pecho izquierdo. Camila miraba su pezón mientras la mano de Pedro lo acariciaba, preguntándose cuándo acabaría en la boca de Pedro, y pudo observar cómo el viejo puso su mano derecha junto a su pierna casi rozándola. Pedro metió su mano dentro del sujetador, acariciando completamente el pecho de Camila que cerró los ojos dando un suave gemido, momento que el viejo aprovechó para poner su mano sobre las piernas de Camila, moviéndola ligeramente, como si gozase acariciando el nylon de las medias. Mientras Pedro seguía acariciando el pecho de Camila, ésta retiró tranquilamente la mano del viejo, sin violencia, como diciéndole que podía mirar, pero no tocar. Pedro volvió al sexo de Camila y ella, con la misma mano que acaba de retirar la del viejo, la deslizó por su muslo hasta llegar a la mano de Pedro, acompañándolo en el tocamiento de su sexo.
El viejo volvió a poner una mano sobre el muslo de Camila, mientras la otra permanecía sobre su bragueta acariciando su miembro ya duro. Así que la mano de Camila que estaba dándose placer, volvió a quitar la del anciano con suavidad. Pedro requirió los labios de Camila, y lo que empezó con un beso, pasó rápidamente a una felación de Camila a la lengua de Pedro, que manenía su mano acariciando el clítorix de Camila. El viejo volvío a poner su mano sobre la pierna de Camila, y ésta se la volvió a retirar, pero esta vez fue distinto, pues le cogió la mano por el dorso, en toda su extensión, con lentitud, dejando al viejo con el tacto de esa mano femenina que acababa de acariciar su propio sexo. Camila retiró su mano sobándose su pierna, acariciando las medias, el entremuslo hasta llegar a su sexo, mostrando al anciano lo que no permitiría que tocase. Este aceptó el mensaje sin dejar de masturbarse a través del pantalón, y Pedro subió su mano otra vez al pecho de Camila, pero esta vez sacándolo del sujetador, pudiendo dislumbrar el anciano el pezón antes de que Pedro manosease a placer el seno de Camila.
Habiendo comprobado el acierto de Camila al elegir su ropa interior, Pedro liberó tambíen el pecho derecho, acariciándolo con ganas, llevándoselo a la boca, mordiendo el pezón. El viejo volvió a acariciar el muslo de sus sueños y Camila volvió a ponerle la mano encima, acabando por retirar la mano del anciano y soltándola con una cierta caricia, todo eso mientras lo miraba con curiosidad, estremecida porque Pedro estaba chupando fuertemente su pecho mientras acariciaba el otro. Pedro y Camila volvieron a besarse, recreando la lengua Pedro lo que hacían sus dedos más abajo. El viejo volvió a por el muslo de Camila, rozando la mano de ésta que estaba posada en su entremuslo. Como no hubo reacción, el viejo empezó a sobar lentamente la piel de Camila, que seguía chupando la lengua de Pedro, hasta que Camila retiró la mano del anciano.
Camila estaba muy excitada y Pedro tenía buen ritmo acariciando su pipa. Notó que el viejo esta vez optó por mantener su mano algo apartada, pero lo suficientemente cerca como para tocar con su meñique la pierna. La mano de Camila estaba lo suficientemente cerca como para acabar con ese roce, pero se mantuvo quieta mientras su sexo y su lengua estaban a merced de Pedro. Finalmente Pedro volvío a acariciar sus pechos, y el viejo volvió a poner su mano sobre la pierna de Camila, rozando la de esta, pero Camila, en vez de retirar esa mano ajena, deslizó la suya hacia su propio sexo, que había quedado vacante.
Sabiendo Pedro que el viejo acariciaba gozoso la piel de su amante, sobaba los pechos de ella mostrándolos en su plenitud, tocándolos con avaricia, chupándolos con pasión, bajo la mirada del anciano, que cada vez llegaba más cerca al sexo de Camila en sus caricias y cada vez ésta gemía con menos disimulo. Pedro empezó a pasar la lengua por los pezones de Camila con rapidez, estremeciendo a Camila y haciendo que el viejo se aventurase a subir la mano por la barriga de Camila hasta su pecho izquierdo, moviendo circularmente sus dedos sobre el pezón al mismo ritmo con que se estaba tocando. Camila estaba gozosa, masturbándose con su mano y la de Pedro, besando y sorbiendo la lengua de éste, mientras el anciano acariciaba sus pechos y sus muslos.
Camila, intentando relajar el espectáculo que estaban dando a los espectadores de atrás, se dejó hacer un tiempo por la mano de Pedro mientras sus pechos y muslos eran acariciados por el desconocido. Entonces Pedro retiró su mano para desabrocharse la bragueta y Camila abrió sus piernas un poco más, pasó un dedo por debajo de sus braguitas, haciéndolas a un lado y descubriendo su sexo, recibiendo entonces el anular del viejo, que sintió toda la humedad de la mujer.
Ahí estaba Camila, en un cine siendo toqueteada por un desconocido que se estaba masturbando, con los pechos al aire a la vista de cualquiera, con la dura polla de Pedro en su mano. Y mientras masturbaba a Pedro, éste le acariciaba el cuello, esperando ella el momento que esa mano dirigiese su boca a ese miembro erecto. Permanecía a la espectativa, con los ojos cerrados, dejándose gozar, la boca hambrienta. De pronto, unas manos la tocaron por detrás. Era otro espectador que se había acercado cegado por el deseo. Le cogió el pelo por la nuca y, mientras llevaba hacia atrás su cabeza, la otra mano acarició sus pechos. Camila, con los ojos cerrados, esperaba que un falo entrase en su boca, pero el nuevo jugador, un hombre maduro, aún un tanto tímido, sólo se atrevió a meter su lengua dentro de ella.
El viejo acariciaba la pipa con más rapidez, pues se percató que su pene acabaría de una forma u otra dentro de Camila, y Pedro se deleitaba mirando la escena mientras la mano de Camila le pajeaba con más energía, y sujetando la cabeza de Camila para que no dejase de besar al desconocido.
Camila apartó al nuevo integrante y se acercó al anciano para besarlo, dejando a éste a unos centímetros de sus pechos y mostrando a Pedro sus nalgas. Pedro le acarició el sexo por atrás y ella dió un respingo. Se giró y, mientras el nuevo le cogía los pezones y el viejo seguía su incansable masaje del clítorix, quiso meterse la polla de Pedro en la boca, pero sentada en la butaca era imposible, así que se abandonó al tocamiento del viejo, al sobamiento y besos del nuevo y a la paja a Pedro, elevando la temperatura un punto más. Pedro se encargaba de apartar a uno y a otro de la boca de su amante, haciendo que Camila se excitase cada vez más, pues sentirse completamente a merced de Pedro, metiéndose esas lenguas desconocidas en la boca, formaba parte de su juego.
Pedro puso a Camila en pie, le dio la vuelta, le subió el vestido y le alzó una pierna poniéndola sobre el respaldo de una butaca, dejando al viejo con la vista de sus ligueros y bragas. Pedro apartó las braguitas y la penetró fácilmente, pues Camila llevaba ya mucho tiempo preparada. Camila estaba de pie, recibiendo las embestidas de Pedro por detrás, y por delante el madurito la sobaba a placer. Este empezó a chuparle los pezones y a Camila casi se le doblaron las piernas, pero mantuvo el tipo, mirando fijamente al nuevo jugador. Este le cogió un pecho con una mano, y con la otra empezó a masajear el clítorix de Camila, ella cerró los ojos, entregada a esa polla que le entraba y salía llenando su coño y a esa mano en su pipa que le iba a hacer venirse otra vez. Con los ojos cerrados imaginó al viejo tocándose mientras veía la enorme polla de Pedro entrando y saliendo rítmicamente.
Finalmente Pedro se recostó como pudo en las butacas y Camila se puso a horcajadas sobre él, con la polla junto a su clítorix. Cogió el miembro con las dos manos, moviéndolas arriba y abajo, mirando al maduro, abriendo la boca y sacando la lengua para humedecer sus labios superiores. El hombre se sacó el miembro y lo introdujo en la boca de Camila, y ésta se metió el de Pedro en dentro su sexo, hasta el fondo, iniciando un movimiento rítmico con la cadera. Intentaba concentrarse en moverse sin descuidar la polla del desconocido, así que siempre con la mano sujetando su pene, a veces conseguía llevárselo a la boca y otras lo usaba como un asidero. De vez en cuando se giraba hacia atrás, sujetándose un pecho por los pezones, para mirar al anciano que seguía su trabajo solitario, abriendo la boca y dejando entrever su lengua, invitando al viejo a recibir una mamada como hizo antes con el maduro.
Pero el viejo no accedió y Camila sintió que Pedro tenía la polla cada vez más gorda, así que lo miró y éste le hizo ver que iba a correrse. Ella se sacó la polla y se puso de rodillas frente a él, sujetando el pene justo cuando empezaba a salir el semen. Camila siguió estimulando el pene con la mano pasando la lengua por el semen, metiendo el glande en su boca y chupando hasta que dejó de salir la densa leche. Terminó metiéndose toda la polla en la boca hasta que sintió cómo bajaba la presión sobre la misma. Pedro se recompuso como pudo y salío a asearse, mientras Camila miraba al maduro con restos de semen en la barbilla. Lo hizo sentarse, pero como él estaba en la fila de atrás, ella se puso de rodillas en la butaca de delante, apollada en los reposabrazos de él, no sin antes quitarse las braguitas. Se puso a comerle la polla a ese desconocido con el culo en pompa. No tardó en sentir las manos del anciano en sus nalgas, las dos a la vez, pasándolas de arriba abajo, cada vez con los pulgares más cerca de su ojete.
Su boca entraba y salía libremente de la polla del desconocido, y justo cuando la tenía muy dentro de ella, sintió la lengua del viejo estimular circularmente su ano, apenas pudo emitir un gemido pues tenía el glande pegado a su garganta. Mientras el viejo estuvo con ese masaje circular, Camila mantuvo la cabeza de la polla dentro de su boca, dejando el resto fuera, y chupando con ritmo, manteniendo al otro inmóvil. Pronto sintió la lengua del viejo intentando abrirse camino por su culo, primero con pequeños golpecitos, luego moviendo la punta con energía. Camila consiguió agarrarse sólo con una mano mientras empezó a estimularse el clítorix con la otra, momento que usó para replicar con sus labios la forma de un ano, haciendo como si la polla que tenía delante se abriese paso lentamente por su agujero. El viejo metió su miembro en el coño de Camila, que de mojado casi goteaba, pero enseguida se abrio paso por el ano de Camila, que sintió un estremecimiento. El viejo sabía lo que hacía y tenía un buen miembro entre las piernas, Camila pensó que éste se había tomado un vigorizante al sentir esa masa entrar y salir. Estaba apunto de venirse otra vez. En esa situación vió cómo Pedro volvía del baño y se sentó un tanto alejado, mirando al trío. Camila escuchó algo en la película que estaban poniendo, ya la había visto y sabía que no quedaba mucho para el final. Decidió acabar con el maduro primero. Dejó de meterse los dedos en la vagina y se los puso al hombre en la boca, haciendo que éste se excitase aún más. Luego empezó a masturbarlo con esa mano mientras mantenía el glande en la boca. Notaba la polla más dura, así que soltó el miembro y empezó a mover la cabeza con rapidez, recorriendo el pene completamente, hasta que sintió la corrida dentro de ella. La polla del viejo cubriendo su culo y la leche del desconocido en su boca hizo que sintiese algo parecido a un orgasmo.
Ahora llegó el turno del viejo. Sacó la polla de su culo y se sentó en la butaca, frente a él, y empezó a chuparle el miembro. El anciano tenía la cara feliz, pero Camila tenía prisa por acabar, así que con el glande en la boca, chupándolo y lamiéndolo, empezó a masturbarlo con las dos manos. Notaba cómo el anciano se estremecía, así que pasó una de sus manos más abajo, hasta llegar a sus testículos. Con una mano en su escroto, otra en la polla y el glande en la boca, aquello parecía que iba a estallar. Así que Camila siguió maniobrando hábilmente con sus manos, pero con la boca boca abierta, dejando al glande apoyado sobre su lengua, y así fue cómo el anciano vió su leche entrar en la boca de Camila. Camila sacudió un poco más el pene y terminó metiéndoselo en la boca, masturbándolo hasta que no quedó una gota.
Al poco acabó la película y Pedro y Camila salieron del cine. Fueron a cenar a ese restaurante que acababan de abrir, caminando por la calle como dos viejos amigos que acaban de encontrarse.