Cami, el amigo adolescente de mi hija - Parte II
Sus labios eran tan suaves, sus gemidos aunque silenciosos me erizaban la piel, al acariciar sus muslos pude sentir el delicado cuerpo de Cami estremecerse entre mis brazos.
Los labios de Cami eran suaves, sus gemidos aunque silenciosos me erizaban la piel, mis manos aplastando sus muslos suben hasta acariciar sus caderas para poder apretar ese culito perfectamente trabajado.
Aprieto fuerte la colita de Cami con mis dos manos siempre atrayendolo a mi. Las manos de Cami no pierden el tiempo mientras lograr recorrer mis 20cm de verga sobre mi boxer negro, el nene sonríe mientras busca mis labios.
- Es grande - lo escucho susurrar mientras sube buscando mis labios y en lugar de detenerlo tomo su rostro y correspondo al beso.
Un ruido en la oscuridad, afuera del despacho me deja helado, una voz aparece en la oscuridad.
- ¿Cami? ¿Dónde estás? - La voz de mi hija aparece buscando a su mejor amigo - Mi... Mi papá se va a molestar si te ve... ¡Cami...?
La puerta del despacho estaba semiabierta. Mi corazón late fuerte, mi respiración se acelera y voy corriendo hacia al puerta abotonando mi camisa como puedo, llego a tiempo para colocar mi mano en la puerta para evitar que mi hija la abra.
Melissa hace un poco de fuerza para abrirla. No puedo hablar por los nervios, solo atino a limpiar mi garganta para llamar la atención de mi hija. No sé cómo pero logro emitir solo una palabra.
Prin-ce-sa... - digo entrecortado
¿Papi? - Melissa intenta ingresar pero coloco mi brazo para impedirlo
Mi amor - sonrio torpemente -, qué... ¿Qué haces despierta? Es muy tarde...
La nena sonrie enorme y se tambalea un poco, en la oscuridad logro ver sus ojos azules, un top blanco que apenas cubre su ombligo y unos shorts rosas holgados que usaba cuando tenía 10 que se han desgastado estirando el elástico de las caderas con el tiempo y ahora los usa para dormir.
- Estoy buscando a Cami - frunce el ceño y continúa -. Tú... Tú me dijiste que se podía quedar - Intenta regañarme pero logro percibir un ligero aroma de wisky que proviene de ella -. Él es mi amig... - Se cubre la boca mirándome asustada, se gira rápido cayendo pesadamente de rodillas y vomita un poco.
Aprovecho el momento para asegurar mis pantalones con el cinturón, salgo del despacho y cierro la puerta detrás de mi.
Tomo su cabello negro colocándolo delicadamente tras su espalda. El olor a wisky que emana de mi hija se vuelve más fuerte.
Acaricio su espalda mientras la dejo liberarse de aquel demonio, sonrio mientras ella se limpia la boca con el dorso de la mano.
- Lo siento - dice mientras respira entre cortado, las arcadas se apaciguan y veo su vientre contraerse y descansar -. Yo... Limpiaré... - Intenta ponerse de pie y cae sobre mi pecho, me mira de forma tierna -. ¿Dónde está el trapeador?
Con una de mis mangas termino de limpiar sus labios y solo sonrio admirando su bello rostro.
¿Estuviste bebiendo, princesa?
No - dice mientras asiente con la cabeza -. Sí, solo un poco, es la primera vez... - sonrie tiernamente -, la primera vez que bebo y no lo volveré a hacerlo nunca más - cierra los ojos fuerte. Intuyo que es por su cabeza y el esfuerzo que hizo al vomitar -. Lo prometo.
Te creo, hermosa - sonrio y la cargo en brazos de la forma más ligera que puedo. Pronto cumplirá 15 y aún así es como si cargara una almohada de plumas -. Ahora, vamos a tu habitación, debes descanzar.
La pequeña se aferra a mi pecho, siento sus manos fuertes aferrarse a mi espalda como aquella tarde cumplió cinco y la sorprendí con un pastel de cumpleaños.
- Despacio, papi - El trayecto a su habitación se le hace eterno -, me duele aquí - dice apuntando la cabeza con su uñas rosadas.
Al llegar a su habitación noto cajas de pizzas, mi wisky favorito abierto y casi terminado, cierro la puerta y la llevo a mi habitación donde la recuesto y la cubro.
Voy a mi baño personal, abro la llave con agua tibia y rasgo la manga de mi camisa para formar una compresa, bien exprimida para colocarla en su frente.
Esto te ayudará, princesa - beso su frente y coloco la compresa.
Me duele... - dice susurrando -, todo... todo gira - sonrie enorme.
Ya va a pasar, solo... solo trata de dormir. ¿Okey?
¿Cami? ¿Dónde está, Cami? - Sus ojos se cristalizan y aprieta mi mano contra sus pechos pequeños -. No fue su culpa, papi - dice suplicando -, fui yo... yo queria probar tu wisky... es mi culpa...
Shhh... Hermosa - beso su mejilla -, está bien. No te preocupes, no estoy molesto - peino su cabello mientras se queda dormida -. Solo descanza, mañana conversaremos sobre tu castigo - sonrio bromeando.
Melissa cierra los ojos y yo me levanto pero ella me toma de la mano.
- Quédate... - entrelaza sus dedos con los mios y como si fuera una orden, me acuesto a su lado hasta que se queda dormida.
Pasan unos 20 o 30 minutos hasta que mi hija se queda profundamente dormida. Beso su mejilla y admiro su belleza por unos segundos antes de recordar a Cami.
Cierro la puerta de mi habitación despacio, bajo al primer piso, paso por el vomito de Melissa y abro la puerta del despacho.
Lo primero que veo es Cami con mi laptop abierta, aparecen sus ojos brillantes y una sonrisa maliciosa.
¿Sabe Melissa lo que ven en su laptop, señor? - dice sonriendo de forma traviesa - ¿Quién es Pamela?
No tiene por qué saberlo - cierro la puerta del despacho y el cierra la laptop casi al mismo tiempo, camina al frente del escritorio moviendo sus caderas con una sonrisa de oreja a oreja.
Todas las chicas que aparecen en esa página... - se recarga sobre el escritorio y coloca sus manos atras y su colita sobre el filo -, ¿no son muy jovenes para usted?
Me acerco a Cami despacio, aún es tiempo para detener todo esto y pedirle que vaya a dormir; alguien debe ser el adulto aquí.
Cami, ellas... - Cuando estoy lo suficientemente cerca, él toma mi pantalón y desabrocha mi cinturon lentamente sin dejar de mirarme a los ojos -. Sabes... Ellas no podrían publicar esos anuncios si son menores de edad.
Nunca dije menores, solo... dije "muy jovenes" - siento sus labios en mi cuello, sus dedos abriendo mi pantalón y descender por mi bajo vientre, sus dedos están frios -. ¿Dónde nos quedamos? - Susurra en mi oreja, besándola.
Cami acaricia mi brazo descubierto mientras toca con las yemas de sus dedos la parte descubierta de mi pecho, abre botón por botón mientras besa mis pectorales.
- Cami, estás seguro de esto... - Tomo su carita y lo miro a los ojos -, porque... yo no puedo pensar muy bien ahora - Trato de explicarme con la poca sangre que llega a mi cerebro.
El pequeño solo sonríe mientras me besa tiernamente, despacio y siento como mi camisa cae lentamente al piso, sus dedos frios recorren mi pecho y vientre, ingresando en mi boxer y tomando mi verga que poco a poco se endurece en sus manos.
- Estoy muy seguro - dice mirándome a los ojos -. Muy... Muy... - muerde suavemente mi labio inferior -. Muy seguro.
Me besa con pasión, lento, el pequeño aprende rápido. Mis manos suben a su rosto y correspondo el beso. Sus manos se calientan en mi verga y él recorre todo lo largo hasta el glande apretándolo ligeramente.
Lo atraigo a mi, mis manos aplastan fuerte su culito, amasandolo busco su cuello para besarlo. El aroma de Melissa se desprende de la polera desgastada, bajo poco a poco el shortcito que trae puesto y este cae al suelo.
Puedo tocar la piel del culito de Cami apretando tan fuerte que temo que exploten en mis manos, Cami ahoga un gemido en mis labios.
- Señor... - gime mientras se retira un poco y tira de su tanga roja para que pueda verla -. ¿Le gusta?
Muero por preguntar de dónde sacó esa tanga y él se muere por contarme, pero solo sonreímos en complicidad.
- Sí, me encanta - suspiro en sus labios mientras bajo la tanga hasta sus muslos, él abre un poco las piernas para que la tanga no caiga y quede apretnado sus muslos, giro a Cami para que me de la espalda, él pone las manos sobre el escritorio para no caer y se quiebra dejándome el culito a disposición.
Cami intenta quitarse la polera desgastada de Melissa, pero tomo sus brazos para deterlo.
- No - susurro en tu oído -, déjatela puesta... - beso su mejilla y bajo besando su cuello, le toma un momento comprender a Cami, pero acepta con una sonrisa traviesa.
Siento sus manos queriendo bajar mi boxer para liberar mi verga, pero me arodillo, abro sus nalgas perfectas y redondas dejando ver un pequeño oyito rosa que procedo a besar de forma lenta.
Cami gime fuerte sacando su culito, beso sus nalgas perfectas mientras subo besando su espalda por encima de la polera de Melissa, el olor de mi hija aparece en mi rostro y beso el cuello del nene mientras dejo en libertad a mi verga que rebota sobre sus nalgas redondas dejando rastros de precum.
Aprieto un dedo en su culito y noto algo que venía rondando mi cabeza: Cami no es virgen. Él solo sonrie, noto cierta tristeza en aquella sonrisa, pero sonrío tierno mientras giro su cabeza y lo beso con ternura.
- Por favor - suplica en mi boca- , métamela... No aguanto más...
Tomo mi verga por su base y aprieto suavemente, el oyito de Cami acepta mi verga mientras aprieto y logro meter la cabeza con esfuerzo.
No era virgen pero apretaba como nadie, empiezo a meterla lentamente aunque con dificultad. Saco mi verga un poco, escupo en ella y en el oyito de Cami para apretar lentamente y sentir como abro su culito poco a poco.
Logro meter la mitad, Cami gime fuerte y decide buscar mi mano para cubrir su boca, beso su cuello respirando el aroma de mi hija, mientras de un pequeño golpe meto el resto de mi verga.
Veinte centimetros de verga dentro del culito casi virginal del pequeño amigo de mi hija, siento sus dientes morder fuerte la palma de mi mano mientras acaricio su colita, estamos pegados, unidos, mi verga late y su culito resentido empieza a aceptar mi barra ardiente.
Sé cuando debo de quitar mi mano para buscar su boca para besarlo lentamente, primero Cami se resiente pero después corresponde a mi beso.
Me duele - susurra en mis labios. Jadeo en su boca sonriendo malicioso.
"Pero..." - respondo en un susurro, mientras siento como su culito aprieta mi verga
Pero me gusta... - Cami pasa su lengua por mis labios y toma mi rostro para besarnos, me pierdo en el tiempo al sentir la lengua del pequeño jugando con la mia.
Aprieto su culito y su cintura hacia mi, lo tomo de las caderas y empiezo a bombear. Las manos del mejor amigo de mi hija dejan pequeñas marcas sobre el escritorio de roble de mi despacho.
Cami se quiebra para no dejar de besarnos, el bombeo es lento pero el pequeño coopera relajándose y empiezo a bombear, mi pelvis y su culito redondo empiezan con el juego.
Por la fuerza con la que bombeo el culito de Cami, el escritorio empieza a rechinar y moverse unos centimetros.
Nunca había tenido la verga tan dura como la tenía ahora. Mi verga arde dentro de Cami, tiro del cuello de la polera de mi hija rasgandola un poco, bajo para besar el cuello, la nuca del pequeño, su sudor tiene un aroma dulce, no puedo parar de besarlo.
Los bombeos se hacen más fuertes y Cami deja escapar un gemio fuerte, mi mano cubre su boca para evitar otro gemido como ese.
Ya no soy el padre de Melissa y Cami no es el mejor amigo de mi hija adolescenete, solo somos dos cuerpos cogiendo tan fuerte como podamos y disfrutando del placer.
Mi verga arde dentro del culito del pequeño y su culito abraza mi verga presintiendo por instinto lo que se avecina.
Cami se suelta de mi mano se quiebra buscando mis labios, nos mezclamos en un beso profundo mientras aplasto su cadera pegandolo a mi y es cuando disparo cuatro grandes chorros de leche ardiendo dentro del pequeño culo del amigo de mi hija.
Quedamos pegados por un largo momento mientras nos perdemos en un beso sin pensar en el tiempo, ni en quien pudo escucharnos o vernos. Respiramos despacio de forma pesada, y abrimos los ojos al mismo tiempo.
Nunca olvidaré esa sonrisita de Cami cuando nos miramos a los ojos después de haber cogido.
Aún estamos unidos cuando empiezo a sacar mi verga de él, tengo sudor en mi pecho y mi vientre, cubro mi verga con mis boxers y mi pantalón. Cami coloca su tanga roja en su lugar y sube el short holgado que tenia puesto.
No decimos una sola palabra sobre esto, pero el pequeño tiene esa sonrisa impregnada en su rostro.
Mientras abotono mi camisa decido hablar con Cami sin mirarlo a los ojos.
- Melissa, no debe saber nada de esto. ¿Okey?
Cami no responde, solo se sienta en mi escritorio y cruza las piernas mirandome de forma picara.
Cami... - decido hablarle de forma más directa, mirándolo a los ojos.
Sí, sí... entiendo, no se preocupe - Extiende su mano y decido tomarla para estrecharla realizando un trato. Es él quien termina de abotonar mi camisa que ahora solo tiene una manga y acomoda el cuello de esta también.
Me besa el cuello y susurra en oído: Será nuestro secretito, "Papi"
Toma mi rostro y me besa lentamente, yo correspondo tomando su cinturita. Decido ser parte del juego que Cami propone y sonrio mientras peino su cabello con mis dedos.
¿Lo hice muy fuerte? - pregunto mirando sus ojos
Nop - sonrie -. Bueno... Sí, un poco pero después fue rico, muy rico, "papi"
No me digas así, por favor.
¿Así como? ¿"Papi"? Pero pensé que a los maduritos como usted le gusta...
Suspiro y sonrio, tomando a Cami de su rotro para besarlo y callar su argumento de qué les gusta o no les gusta a los maduros.
Ve a descanzar, Cami, mañana tienes escuela - con un último beso, me despido del pequeño.
Sí, claro - mantiene sus ojos mirándome pensando un momento -, y... ¿No quiere venir a dormir conmigo?
Debo... - miro mi laptop y después veo a Cami - Terminar de enviar unos correos.
Cami suspira encelandose un poco mirando la laptop.
- Solo prometa no ver esas páginas de putas escort - va camino a la puerta del despacho -, porque aquí ya tiene a su putita - sonrie de forma traviesa mostrandome su culito -. ¿Entendido? - me manda un beso volado -. Buenas noches... Papi.
Quedando en mi despacho, escucho como Cami sube las escaleras, la luz de la lámpara encendida ilumina el cuarto, observo la marca de los dientes del pequeño en la palma de mi mano y empiezo a recapitular lo que ha pasado en esa hora: Llegué a casa después de media noche, mi hija se acaba de emborrachar por primera vez, vomitó fuera de mi despacho y acabo de cogerme a su mejor amigo.
- Mierda.
Quiero agradecer todos los comentarios, mensajes y valoraciones que ha tenido el primer relato; es la única forma de saber que les gusta mi trabajo. Y también quiero informarles que esto no queda aquí, aún hay muchas aventuras por leer de Cami, Melissa y sus amigos.
Hasta el siguiente relato.