Cami, el amigo adolescente de mi hija - parte i

La introducción es larga pero siento que vale la pena conocerme primero antes de conocer a Camilo o Cami, como le gusta ser llamado.

Si tienes la edad suficiente sabrás que la vida puede ser una mierda.

Mis padres, a los cuales no conocí, decidieron dejarme abandonado en el portón de un iglesia.

Unas monjas me encontraron y me llevaron al orfanato más cercano del pueblo.

Pase la mayor parte de mi vida conviviendo con niños, niñas y adolescentes de diferentes edades, tonos de piel y diferentes lugares de procedencia.

Aprendí lo que es la vida entre versiculos, curas, monjas, amigos y amigas que me abandonaban para irse a vivir una vida diferente con su nueva familia.

Dejaré en claro que a mi nunca me adoptaron. Una vez escuché decir a una pareja que yo tenía una "vibra diferente" comparado con el resto de los niños y niñas de aquel orfanato.

Cumplí 18 años, recibí la bendición de la monja que me encontró en la iglesia, un par de dólares y me dejaron en libertad.

¡Vamos al mundo real, carajo! A sobrevivir como se pueda.

No fue hasta que cumplí 30 años cuando conocí a María, una hermosa e inteligente joven que me hizo poner los pies en la tierra.

Nos enamoramos, concebimos a Melissa, mi hija, igual de hermosa e inteligente que su madre.

Cuando por fin sentía que todo en mi vida estaba bien, la vida encontró la forma de quitarme a la primera mujer que había amado.

Un accidente de transito me quitó a María y me quedé solo con Melissa. A mis 32 años me convertí en padre y madre de una hermosa pequeña bebé.

Mi vida fue un infierno, deudas, sin un trabajo estable, mudandome de departamento cada que podía para evitar pagar la renta pues no tenía dinero para hacerlo.

Hasta que una noche no pude más, coloqué un cuchillo sobre las venas de mi muñeca pero no tuve el valor para deslizarlo. Quisiera mentirles, decirles que por mi hija no lo hice, pero al final solo me faltaron huevos.

¿Esperaban una historia feliz? No, no es ese tipo de historias.

Sobrevivimos un día a la vez, así se hacen las cosas.

La oscuridad que tenía sobre mis hombros se disperso el día que mi hija cumplió cinco años.

Ese mismo día conseguí un trabajo estable, le compré el pastel de cumpleaños más grande que encontré, ella me abrazo tan fuerte que aun siento sus pequeños brazos rodeando mi cuello.

Cuando mi hija cumplió 10 años, me hicieron gerente de la empresa donde trabajo, compré una casa en la zona más adinerada de la ciudad, con todos esos ricos hijos de puta que cada vez que me sonrien falsamente me hielan la sangre.

Parece que cada vez que mi hija cumple un lustro, mi vida mejora en gran medida. Esperemos que cuando cumpla quince, en menos de un mes, no sea la excepción.

He estado solo desde que Maria murió, después de todo quién querría salir con un tipo con más de 30 años en quiebra y con una bebé.

Empece a salir con mujeres cuando mi vida se estabilizó. Tenía más de 40 años, pero mi hija empezó a compartarse diferente cuando me veía con una mujer.

Melissa podía ser una nena tierna e inocente, pero cuando me veía con una mujer se convertía en una nena cruel.

Muchas veces me he preguntado que sucede en esa cabecita. Es como si mi hija, no sé... quizás solo tenga una "vibra diferente".

No me malinterpreten, Melissa es un amor de persona, heredo la belleza e inteligencia de su madre; pero algo sucede en esa cabecita cuando me ve cerca a una mujer.

Llevé a Verónica, mi secretaria, a casa una noche y solo les diré que tuve que quitarle a Melissa un cuchillo de las manos, pero... Esa es otra historia.

Lo que nos reune esta noche aquí es, Camilo, el mejor amigo adolescente de mi hija.

Melissa cumplirá 18 años en menos de 30 días pero Camilo o Cami, como le gusta que le llamen, cumplió 18 hace una semana.

Cami, es un nene bastante lindo, afeminado, aunque finje no serlo cuando sus padres estan cerca; es vecino nuestro y vive a dos casas de nosotros.

Melissa y él se hicieron muy amigos, complices, casi hermanos desde el primer día que nos mudamos aquí.

Siempre me pareció un nene lindo aunque nunca lo vi con otros ojos, hasta esa noche cuando todo cambió.

Al pasar los años pude notar como Cami iba adelgazando, ensanchando sus caderas y lo que más resaltaba de él era su cintura pequeña y su trasero, que para ser sinceros, cualquier nena mataría por tener un culito como el de Cami.

Cami tiene la piel blanca y sensible, el cabello castaño, ojos almendrados, un culito en pompa y tiende a decir lo que piensa sin dejar de ser tierno; tiene esta mirada traviesa y un don de convencimiento que ya desarían tener los políticos.

Yo, por mi parte tengo más de 46 años, el color de mi piel es blanca, soy alto, hombros anchos, un tatuaje en el pectoral izquierdo de mi pecho y tengo los ojos azules, al igual que mi hija.

No veía bien la amistad entre Cami y Melissa, pues... Me preocupaba lo que el don de convencimiento de Cami y esa identidad cruel de mi hija podrían hacer.

Además, cuando Cami empezó a desarrollarse noté las miradas que tenía hacia mi persona, buscando rosarme o hablando en doble sentido, yo solo respondia bromeando y dejando a los pequeños a solas.

La noche en que todo cambió inicia cuando tuve que quedarme hasta tarde en la oficina, así que decidí llamar a casa para avisarle a Melissa que nuestra cita semanal se debía de posponer.

  • Melissa, princesa - suspiro -. Lo lamento, te dije que iríamos al cine esta noche pero...

  • ¿Tienes trabajo? - dice terminando mi oración - ¿Ese trabajo no tendrá falda y se llamará Verónica, no?

  • No, princesa, ella ya no trabaja aquí. ¿Lo olvidas? Por lo ocurrido con el cuchillo y...

  • ¡Ah, sí! Lo siento, papi - ríe tapando el micrófono para no escucharla -; ya que no estarás aquí llamaré a Cami para que me acompañe y tu pagarás las pizzas. ¿Está...? ¿Está bien, no?

  • Sí, claro - digo después de pensarlo unos segundos -, solo... No olviden dormir temprano, princesa, mañana tienen escuela.

  • Sí, papi, te amo, bye. - Melissa, deja encendido el celular unos segundos antes de cortar -. Ya ves, Cami, te dije que no se iba a molestar.

La reunión termina tarde y llego a casa a media noche, con suerte dormiré un par de horas para regresar a la oficina a las ocho de la mañana.

Las luces apagadas de la casa me indican que los niños están durmiendo. Voy por una cerveza a la nevera, tomo una Corona y sonrio triste al recordar lo ocurrido con la pandemia hace algunos años.

Veo las escaleras y me pregunto si debo subirlas pues no quiero despertar a los pequeños ya que mañana tienen escuela.

Decido ir al despacho para descanzar un par de horas. Dejo la puerta semi abierta, abro la laptop para revisar correos y por qué no, ver alguna página de escorts, jovenes entre 20 y 30, pequeñas, altas, maduras, de 100 o de 500 dólares, depende de los gustos del cliente.

Acaricio mi barba de tres días revisando las fotos de Penelope, una escort divina con la cual no me he atiendo hace más de dos meses. Mis pensamientos son interrumpidos por un ruido fuera del despacho.

  • ¿Melissa? ¿Princesa, eres tú?

  • Nop, intente de nuevo - se escuchaba la voz timida de Cami desde la oscuridad de la sala.

Cami abre la puerta lentamente, está descalzo con un shorcito que apenas cubre sus muslos y una playera desgastada de Melissa.

  • Camilo, buenas... - miro mi reloj, pronto será la una de la mañana - ¿noches? - digo sonriendo y cerrando la laptop para que no vea la página de escorts.

  • ¡Cami! - me recrimina de inmediato -, ya le dije que me llame Cami, por lo menos cuando estamos solos.

  • ...o cuando no esten tus padres - digo con una sonrisa sarcástica.

Cami se acerca a mi despacio como sintiendo cada paso, un poco molesto por lo que dije pero sonrie al final recostando su trasero sobre mi escritorio.

  • No diga esas cosas, mis padres tambien me llaman Cami, por lo menos lo hace mi mami - tiene una mirada soñadora -. Lo extrañé, sabe... en mi cumpleaños... Usted no fue - me mira haciendo un puchero.

Me separo un poco de mi escritorio sentado en mi silla para alejarme unos centimetors de Cami que se encontraba muy cerca a mi.

  • Pensé que la invitación solo era para Melissa, además qué podía hacer yo en una fiesta de adolescentes - trato de esbozar una sonrisa.

  • Allí decía que era una invitación para dos, en la tarjeta que les envié... - levanta su mano formando un puño, levantando sus dedos indice y del medio, formando una "V"

  • Uno y dos - noto un ligero aroma a wisky que proviene de Cami

Miro al pequeño a los ojos, un tanto molesto, él solo sonrie y coloca sus dedos sobre mi nariz. Tomo su muñeca y aprieto suavemente, lo suficiente para apartarlo y hacerle notar que esto va en serio.

  • ¿Camilo, estuviste bebiendo? - digo de forma seria mirándolo a los ojos

Cami, solo niega con la cabeza y se acerca a mi sentadose sobre mis piernas, colocando sus manos atras de mi cabeza

  • "Estuvimos" - dice con una sonrisa haciendo referencia que él y mi hija estuvieron bebiendo, se acerca a mi y susurra -; queria verlo en mi cumpleaños, usted no me dio ningun regalo.

Siento la cola de Cami en mis muslos rosando mi verga, mis manos se dirigin a su vientre, acariciandolo por instinto, notando lo pequeña de su cintura.

Con Cami cerca puedo sentir diferentes aromas, el aroma propio de Cami (Canela), el aroma de Melissa (Fresas) y el aroma a wisky.

Una de mis manos intentan quitar las suyas de mi nuca de la manera más suave posible.

  • Camilo... - Me corrijo - Cami, basta - noto lo cerca que estamos, nuestros rostros casi pegados, nuestras respiraciones muy cerca

Noto las facciones delicadas y rasgos femeninos del rostro de Cami. Mis ojos inspeccionan los suyos, siento como se acerca debo detenerlo pero no me atrevo.

  • No - susurra mientras se acerca -, quería que usted fuera el primero, pero no fue así - Tiene los ojos cristalinos -. No fue a mi fiesta y usted no fue el primero - sonrie algo exagerado, mientras cae un par de lágrimas.

  • Cami, yo...

  • No me niegue esto, por favor... - susurra, siento sus labios chocar timidamente con los mios

Tomo su rostro con mis dos manos, no sé si sea por la cerveza, por que olía a Melissa o solo por complacer el capricho de Cami, pero...

Correspondí al beso de forma timida hasta que escucho a Cami gemir en mi boca, una de mis manos baja para atraer su cuerpo al mio, apretando su cintura pequeña a mi vientre y mis manos por instinto bajan buscando su culito.

Apretando suavemente lo escucho gemir y abrir la boca de forma inexperta, salvaje queriendo introducir su lengua.

Atino a sonreir y me alejo unos centimetros de él. Limpiando sus labios con mi pulgar, susurro: "Hey, despacio... Solo... Solo sigueme ¿Ok?".

Abro su boquita con mi pulgar y empiezo a besarlo lentamente y el corresponde. Siento sus dedos ingresando en mi cabello, mis manos bajan e ingresan bajo la playera de mi hija, acariciando su vientre plano, notando lo delgado y pequeño de su cintura.

Siento la lengua de Cami abrirse paso por mi boca, mi lengua empieza a masajearla, mi verga crece bajo su culito y parece que él la siente porque sonrie mientras una de sus manos baja y acaricia mi vientre buscando mi pantalon.

Tomo a Cami por sus piernas, apretando sus muslos para subirlo sobre mi escritorio.

Me detengo, trato de pensar con la cabeza fria, atino a peinar su cabello con mis dedos, veo sus ojos brillantes y acaricio su mejilla.

  • ¿Qué estoy haciendo? - Suspiro mientras mis manos abren sus piernas para ingresar en ellas y él acaricia mi cabello.

  • Esta bien, señor... Yo quiero esto.

  • Estas ebrio, Cami - miro sus ojos.

  • No lo suficiente para no saber lo que quiero - me besa timidamente -, y lo quiero a usted

  • Cami... - susurro en sus labios y en un momento de cordura, coloco mi mano para separarnos.

  • ¿No le gusto? ¿Es eso? ¿Soy feo? - Dice Cami mientras me besa el cuello, es muy tarde cuando noto como abre mi camisa dejando ver mi tatuaje.

El pequeño sonrie y empieza a besar el tatuaje, bajando todo lo que puede hasta que sus manos llegan a mi pantalón, tomando con fuerza mi cinturon tratando de abrirla torpemente.

No había marcha atrás. Tomo sus manos, levanto su carita y lo beso de forma dulce mientras lo ayudo a abrir mi pantalon. Mi verga enorme y gruesa se marca en mis boxers negros.

Respiro fuerte, sintiendo sus timidas manos bajando por lo largo de mis 20cm de verga.

  • Es grande - lo escucho susurrar. Cami levanta la mirada sonriendo para besarme, cuando escuchamos un ruido afuera.

  • ¿Cami? ¿Dónde estás? - Melissa buscaba a su mejor amigo desde la oscuridad - Mi papá se va a molestar si te ve...

Continuará...