Cambios Radicales Gracias A Una Noche Loca
¿Que tan rapido puede cambiar una vida? Skarlet, sus hermanas Sonia y Luisa, y la madre de ellas tres, Rebeca, estan a punto de averiguarlo. (Amor Filial/orgias/sexo con madur@s/Dominacion)
¡¡HEY!!
Este relato es FICTICIO, cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia
Cambios Radicales Gracias A Una Noche Loca
Capitulo 1: El juego de la botella
Era viernes por la noche. Una noche que esperábamos con ansias tanto mis hermanas, Sonia y Luisa, como yo, y luego descubrí que mi madre también…
Por el lado de las tres hermanas, teníamos planeado ir a una mega fiesta que harían en casa de uno de los amigos de mi hermana mayor, Luisa. El chico era un hombre bastante adinerado, y cumpliría años al día siguiente, pero la fiesta comenzaría esa noche de viernes, y duraría hasta el domingo, o al menos ese era el plan.
Las tres somos solteras y sin compromiso alguno. Iríamos a cazar hombres o al menos echarnos un acoston con varios. Si, las tres somos mujeres muy, muy calientes, con una libido muy alta. No es que tiremos con medio mundo ni nada, pero si hemos tenido bastantes aventuras en la cama con muchos hombres distintos…
Como nuestro objetivo era pasarla bien y terminar encamadas con uno o algunos hombres, pues decidimos vestirnos de manera bastante provocativas. Sonia, mi hermana menor, de 23 años, se puso unos jeans bastante pegaditos y a la cadera, los cuales dibujaban deliciosamente las curvas de sus bellas piernas, y dejaba el vientre al descubierto, así como parte de su rasurado pubis. Por detrás, dibujaba a la perfección el culito redondito que muchos acostones le habían conseguido, dejando a la vista el comienzo de la rayita de este. Las ligas del tanga salían por los lados, dando una imagen bastante provocadora. Arriba, llevaba una camisetita blanca que únicamente llegaba a cubrir medio abdomen, dejando su ombligo al descubierto, y que aprisionaba sus preciosas y generosas tetas al punto de que el escote fuera algo realmente difícil de no ver. Iba con un maquillaje bastante sencillo, y con su largo cabello castaño claro y liso peinado de una manera sencilla, con unos mechones cayendo por sus senos y el resto hacia su espalda. Para finalizar vestía un par de sandalias negras altas, de salón.
Luisa, de 31 años, por su parte iba con un estilo más desenfadado. Unos jeans tipo shorts bastante cortos y pegados a su piel, dibujando el culo carnoso deseado (y obtenido) por muchos hombres y dejando al desnudo sus lindas piernas blancas. Además de esto, arriba vestía una camiseta igual a la de Sonia, pero negra, que también resaltaba los enormes pechos de mi hermana mayor, los cuales son operados. Iba con un maquillaje mas demarcado que el de mi hermana menor, aunque no dejaba de ser bastante sencillo, y un peinado bastante simple.
Yo, por mi parte, me llamo Skarlet, y tengo 25 años de edad. A diferencia de mis hermanas iba un poco más “lanzada” con mi ropa, ya que solo llevaba puesto un top verde oscuro con una falda de jean del mismo color. El top hacia milagros cubriendo mis enormes tetas naturales (las tengo más grande que mis dos hermanas, 105 cm, además de ser bastante firmes y paradas, una bendición de la naturaleza que me ha ayudado a conseguir bastantes hombres) y dejaba todo mi abdomen al descubierto. La falda quedaba bastante pegada a mi culo redondo y carnoso, demarcando ala perfección las curvas de este, y llegaba a medio muslo lo justo para tapar las ligas d mis medias que también eran a medio muslo, negras. Copiando el estilo de mi hermana Sonia, las ligas de mi tanga sobresalían de mi falda abrazando mis caderas, dándome un look bastante sexy y provocativo. Por último un par de sandalias de salón de color verde oscuro para que hicieran juego con el resto del conjunto. Mi cabello negro y liso lo llevaba en una larga coleta, aunque tenía intención de soltarlo al llegar a la fiesta. Mi maquillaje estaba tan marcado como el de Luisa, sin perder la sencillez.
Sonia y yo bajamos las escaleras a la sala principal de nuestra casa, mientras Silvia terminaba de retocarse el maquillaje en su habitación. Al bajar vimos a nuestra madre, Rebeca, en la puerta de la casa dándole la bienvenida a un grupo de hombres que en ese momento llegaban a casa. Pude reconocer a varios de ellos, ya que trabajaban para mi padre, quien es dueño de una constructora, negocio el cual nos permitía darnos la gran vida.
Mi madre estaba vestida de una manera bastante sexy también, con un bonito vestido azul celeste que le llegaba a la mitad de los muslos, dejando mostrar gran parte de sus muy bien conservadas piernas. Arriba, ocultaba sus enormes senos (de ahí los heredamos Sonia y yo) hasta poco más arriba de la mitad de estos. En sus pies tenia enfundados un par de tacones blancos. Su maquillaje era bastante sexy también, llegando a ser un poco “incitador”. Los hombres a medida que iban entrando, se le quedaban viendo de arriba abajo con ojos lascivos. Y vaya sorpresa que se llevaron al vernos a Sonia y a mí, sin duda alguna esa era una casa llena de colirio para sus ojos, al notar las miradas que nos lanzaban. Ni que decir cuando Luisa bajo de su habitación. Las cuatro éramos bombardeadas por miradas de deseo, y a nosotras pues, nos gustaba sentirnos deseadas. Incluso mi madre.
En esta primera tanda llegaron cuatro hombres. A los pocos minutos llegaron dos más. Mi madre nos presento a los pocos que no conocíamos, y luego se fue a servir unas copas.
-Vaya, sin duda ustedes son hijas de Rebeca, sacaron toda su belleza y su voluptuosidad –nos dijo uno de los hombres, que se veía de la edad de mi madre (50 años) y cuyo nombre era Rodrigo. Las tres nos echamos a reír, y nos pusimos a conversar con ellos mientras esperábamos que nos fueran a buscar para ir a la fiesta. Al poco rato tocaron el timbre y fui a abrir, eran cuatro hombres más, empleados de mi padre. Mientras los hacía pasar, oí un extraño ruido en la cocina, donde mi madre se hallaba, así que fui a ver de qué se trataba. Al asomarme la vi besuqueándose apasionadamente con uno de sus invitados, uno bastante joven, mas o menos de la edad de Luisa, cuyo nombre es Martin, quien le metía mano por el culo con muchas ansias, ni que hablar de su lengua, que se notaba como peleaba con la de mi madre entre sus bocas unidas, mientras le sobaba el culo con fuerza.
Para mí, ni para mis hermanas, no es nada nuevo ver a nuestra madre montándole cachos a mi padre. Sabíamos que lo ha llegado a hacer varias veces. El único que no lo sabe es mi padre. Al parecer después de cumplir los 40 mi madre se desato en el terreno sexual, así que tanto mis hermanas como yo ya la habíamos sorprendido más de una vez, aunque sin que ella se diera cuenta, claro está. Si mi padre se enterara, pues, el lio sería enorme, así que las tres hemos mantenido muy calladas las aventuras de mi madre con otros hombres. Eso sí, el amor entre ellos sigue, y mucho, así que mi madre solo busca acostones ocasionales. Y esa noche tenía hombres para elegir.
Me dirigí a la sala a seguir charlando con los demás invitados de mi madre. Hablábamos de menudencias, además de los piropos que nos lanzaban los hombres. Mi madre sirvió los tragos y los llevo en bandeja a la cocina, para que todos pudiéramos tomar. En ese momento a Luisa le sonó el celular, yéndose a atender la llamada al patio trasero de la casa, mientras el resto del grupo continuábamos conversando. A los pocos minutos Luisa entro de nuevo a la sala principal.
-Bueno hermanas, creo que nos dejaron embarcadas…la fiesta se suspendió por un viaje de emergencia del cumpleañero . –dijo, con voz algo apagada, ella de verdad deseaba ir a esa fiesta.
-Relájate niña –le dijo el señor Rodrigo – Aquí estamos en una buena fiesta, ¿o no? Y la cosa se pondrá mejor… -continuo diciendo, viendo a mi madre, quien puso un rostro de cierta sorpresa, y a la vez temor.
Todos continuamos charlando. Mis hermanas y yo no nos molestamos en cambiarnos la ropa, ya que al fin y al cabo como dijo Rodrigo, había otra fiestita en la casa, y además, estábamos siendo bastante aduladas. Los bultos marcados en los pantalones de todos los hombres pues, dejaban bien en claro que les gustaba lo que veían en nosotras. Y al poco rato, ya con mucha más confianza entre todos, pues comenzaron a meter mano, aunque de manera disimulada. Más que nada nos agarraban el culo, o nos sobaban los muslos a las cuatro. Eso por supuesto no paso desapercibido, al menos no para mi cuerpo, que ya comenzaba a reaccionar a las caricias de los hombres. En pocas palabras, me excite. Y sé muy bien que tanto mis hermanas como mi madre, también, al verles los pezones marcaditos en las piezas superiores de sus vestimentas. Y si algo es seguro es que por frio no era.
La fiesta siguió avanzando. Mi padre al parecer no volvería hasta el día siguiente por la noche, ya que tuvo que irse de viaje por el trabajo.las cosas en la empresa no andaban muy bien, surgió una competencia bastante fuerte, por lo que los trabajos que fueran en el interior del país no podía desaprovecharlos. A pesar de lo difíciles que estaban las cosas, la calidad de vida de nosotras se mantenía intacta.
Los temas de conversación fueron cambiando poco a poco por unos más picantes. Inclusive en la forma de hablar, se noto el cambio, ya que las conversaciones fueron dándose con frases de doble sentido. Esto junto con los continuos toqueteos a los que nos sometían los hombres, cada vez más descarados, nos tenían a las cuatro con nuestras cuquitas hechas agua. Poco a poco nos iban llevando a un terreno en el que nos deseaban tener. Hasta que al fin, Rodrigo propuso un juego para comenzar lo que realmente sería una buena y MORBOSA fiesta.
-Bueno, bueno, basta de cháchara. Vamos a animar un poco más esta reunión. Propongo un juego, ¿Quién conoce el de la botellita? –dijo con voz alta, para todos.
-Yo la conozco –dijo Sonia – Yo también –Dije yo, y así sucesivamente, todos los presentes íbamos afirmando.
Para aquellos que no conocen el juego, pues les explicare en qué consiste. Los jugadores se sientan formando un círculo, y en el centro colocan una botella, a la cual se le hace girar. Aquella persona que la botella quede señalando con su pico, deberá “pagar una penitencia” haciendo lo que el resto quiere. El juego varia un poco en algunos lugares, pero la esencia es más o menos la misma. Rodrigo iba a hacernos conocer una variante nueva.
- Claro que todos lo conoces, es muy extraño que haya alguien que no. Pero, les aseguro que la manera en que vamos a jugar hoy nunc antes la han jugado… -todos lo vimos extrañados. – No me vean con esas caras, es bastante simple y no se imaginan cuan divertido es. Las que se sentaran alrededor de la botella, serán Rebeca y sus tres hijas. Aquella que quede señalada por la botella, deberá elegir a uno de nosotros para que le imponga una penitencia. Si quiere cumplirla, bien, pero si lo hace mal, o si no desea hacerlo, será penalizada con 10 nalgadas de parte de su “verdugo”
A todos los hombres les pareció una muy buena idea. Y a nosotras, con lo salidas que estábamos, también. Mi madre si puso cierto rostro de “reparo” pero aun así acepto muy animada. Rápidamente nos sentamos nosotras en círculo sobre la alfombra del centro de la sala, y en los muebles de alrededor, se sentaron todos los hombres, quedando algunos de pie. En el centro de mis hermanas, mi madre y yo, colocamos una botella y, sin más, la hicimos girar, quedando esta al detenerse, apuntando hacia Sonia. Ella observo a los diez hombres detenidamente, y eligió a Marco, un chico bastante agradable de 22 años de edad.
-A ver…que podría ordenarte…quítate las sandalias… -dijo el chico, con rostro indeciso. Sonia accedió a la penitencia, y se quito las sandalias, divertida, arrojándolas a un lado. De nuevo pusimos a girar la botella, y al detenerse quedo apuntando hacia mí. Muy excitada, elegí al primero así sin más, sin pararme a pensar, como Sonia. Elegí a Simón, un hombre muy buen mozo, de 26 años.
-Quítate las bragas –me ordeno decidido. Yo por supuesto accedí, con la excitación a millón, metí mis manos entre mis piernas por debajo de la falda, y hale la tirilla de la prenda que INTENTABA tapar mi vulva. La deslice por mis piernas hasta sacármelas. Pude notar que, como era de esperarse, estaban humedecidas de mis jugos. Tomándola con los dedos índice y pulgar de mi mano derecha, le di un par de vueltas en el aire, mientras el extendía la mano. Se la lance, y él la atajo, tocando suavemente la parte húmeda y viéndome con ojos lascivos. La llevo a su nariz, y aspiro el olor impregnado en ellas, haciendo gesto de gusto, y luego metiéndola en el bolsillo de su pantalón.
Volvimos a girar la botella, y cayo apuntando a Sonia de nuevo. Ella volvió a observar a todos pensativa, y eligió a Luis, un hombre de 35 años, con un cuerpo de gimnasio. –Quítate los jeans niña –le dijo, también sin pensarlo dos veces. Sonia se puso de pie, y con una sonrisa en su rostro, comenzó a contonear ligeramente sus caderas, mientras se desabrochaba el jean, y lo bajaba muy sensualmente hasta el piso, dejando al desnudo sus preciosas piernas, ni que decir su culo, que el tanga no lograba tapar como era debido, metiéndosele entre las nalgas. Una vez con el jean en el piso, ella dio un par de pasos para salirse de este, y con un movimiento de su pie, lo lanzo hacia su “verdugo”, que estaba sentado detrás de mi madre, a quien el muy cariñosamente acariciaba en los hombros mientras disfrutaban del espectáculo ofrecido por mi hermana menor. Por un error de cálculos de Sonia, el jean fue a parar a la cara de mi madre. Todos reímos divertidos por lo sucedido, inclusive mi madre, quien tomo el jean y se lo dio en sus manos a Simón.
Sonia se sentó de nuevo en su lugar, vistiendo ahora solo la camiseta y el tanga en el cual se notaba una mancha de humedad bastante disimulada. Se notaba que estaba excitada. Volvimos a girar la botella, y esta apunto a mi madre, quien, luego de pensarlo un poco, eligió a Juan, un hombre de 32 años de edad, flaco, aunque bello de rostro. Este se quedo unos momentos pensativo. –Quítate el vestido –le ordeno. Mi madre lo vio con rostro de picardía, y de la misma manera le dijo – dame las nalgadas .
Todos vieron a los dos con rostro de sorpresa. Miguel, uno de los dos hombres invitados que era de piel negra, y bastante musculoso, de 28 años de edad, le hizo un gesto con el codo, aprovechando que estaba sentado a su lado. –¡Loco, que suerte tienes! –le dijo. Mi madre se coloco de pie y se dirigió hacia Juan, quien también estaba sentado en uno de los muebles. Se quedo de pie ante él un par de segundos, y con una sonrisa que lo único que denotaba era picardía, rápidamente se arrojo sobre sus piernas, apoyándose con las manos en el piso, dejándole el culo sobre los muslos, con el vestido puesto. Juan, bastante sorprendido, vio al señor Rodrigo, quien le dijo –dale las nalgadas así mismo, con el vestido de por medio. Las nalgadas se dan con lo que este cubriendo la zona de por medio. Si no hay nada pues, a flor de piel jejejeje
Juan dio la primera nalgada, bastante suave. –Dale más fuerte, que aprenda a que es mejor obedecer jajaja –le dijo Marco. Juan así lo hizo, la segunda nalgada se la dio más fuerte aun, provocando que mi madre soltara un gemidito de dolor y que su cuerpo pegara un saltito bastante gracioso. Juan siguió nalgueando a mi madre, y yo por alguna extraña razón encontré eso como algo fuertemente erótico. Tanto que ya las ganas de tocarme la cuquita eran casi incontrolables. Y pude ver que no era la única así, Luisa se sobaba ligeramente sobre su pantaloncito, mientras veía como nuestra madre era castigada.
Una vez terminado el castigo, mi madre volvió a su sitio, con una sonrisa de picardía en su carita cuya expresión era de puta. Aunque estaba algo sonrojada, pero se notaba que estaba excitada. Sus pezones la delataban debajo del vestido. Así como al resto de nosotras.
De nuevo pusimos a girar la botella. Y quedo apuntando a Luisa. Ella también quedo pensativa, con respecto a quien elegiría para que le pusiera su penitencia. Eligio a Gabriel, el otro hombre de color, de 27 años, un poco más delgado que Miguel, pero bien conservado y bastante lindo de rostro. Este no lo pensó dos veces: -quítate la camiseta. –le ordeno. Luisa vio a todos los hombres, con cierta expresión de sorpresa. Se puso de pie, e imito a Sonia, haciendo un bailecito erótico mientras tomaba la camiseta por debajo y se la quitaba poco a poco. Como era de esperarse, no tenia sostenes (de hecho, ninguna de nosotras tenia sostenes) así que sus grandes tetas quedaron al aire. No se hizo esperar cierto alboroto por parte de los invitados, e incluso de nosotras mismas, con silbidos y alguna que otra palabra obscena. Mi hermana arrojo la camiseta a un lado, y se sentó de nuevo, vistiendo solo los shortcitos de jean y sus botas.
Volvimos a girar la botella, y apunto de nuevo a Luisa, quien eligió, ya sin pensarlo mucho, a Martin, el hombre que era de su edad, que estaba besando a mi madre en la cocina hacia un rato. Este, sin pensarlo mucho, le ordeno: -Quítate los shorts zorrita…
Todos vieron a Luisa, a ver cómo reaccionaba ante la palabra dicha. Vi como mi madre se llevo una mano hacia sus muslos, sobándoselos. Sin duda el que le dijeran así a Luisa le había gustado, así como a mí. Y a Luisa también, porque no puso reparo alguno, de hecho, fue bastante zorra al ponerse de pie y dirigirse hacia él, bailando muy sexy y quitándose la prenda de manera muy sensual, contoneando su cuerpo ante él. Sus tetas rozaron a Martin varias veces, ya que le bailaba bien pegadita a su cuerpo. Una vez con los shorts fuera, se lo entrego en la mano, y le dio un fugaz beso en la boca, para luego retirarse a su sitio, vestida únicamente con sus botas ya que la muy zorra no llevaba braga alguna. Si, se le podía ver su sexo depiladito, y su culito. Esto sin duda ya se estaba saliendo de control, poniéndose más candente.
Todos la veían con lujuria. Se veía realmente divina vistiendo únicamente las botas. Su cuquita brillaba de excitación. Todos los hombres tenían sus bultos bien demarcados en sus pantalones. Luego giramos la botella de nuevo, la cual quedo apuntando a mi madre, quien eligió de nuevo a Juan. Este la vio los ojos unos segundos. – A ver si aprendiste la lección…quítate el vestido –le ordeno. Mi madre se puso de pie, y bailando como una autentica stripper, para sorpresa de todos, se quito el vestido, dejando su cuerpo prácticamente desnudo, ya que el hilo que llevaba apenas y lograba cubrir su cuca, y para colmo, era de color negro semitransparente, por lo que se le veía prácticamente todo. Por detrás, el hilo se metía entre sus nalgas, como si no llevara nada puesto, ni que decir de sus labios vaginales que se tragaban parte de la prenda. Al no llevar sostén, sus enormes tetas quedaron al descubierto. Esas tetas que yo herede en mi cuerpo. A pesar de la edad se mostraban bastante paradas y firmes, con algo de caída, pero aun así se veían muy apetecibles.
Aunado a esto, se puso a cuatro patas, y coloco el vestido en su boca, llevándolo a gatas hasta su verdugo, y colocándoselo en los zapatos. Luego dio media vuelta y le paro el culo, ofreciéndole una maravillosa vista. –Creo que aprendí la lección señor, pero sería bueno que la reafirmara, solo por si acaso… -le dijo, tratándolo con respeto y con vocecita de nena sumisa. Todos armaron un gran alboroto de nuevo, Sonia se tocaba encima d su braga, Luisa se sobaba suavemente la vulva con una mano y con la otra las tetas, ya de manera más descarada, y yo temblaba de excitación, sobándome las tetas por encima del top. Juan le propino las diez nalgadas de rigor, de manera más fuerte que la vez anterior. Las nalgas de mi madre quedaron rojas. Luego volvió a su sitio, sentándose de nuevo, con el intento de prenda intima cubriendo su sexo, y sus tacones como única ropa.
Los hombres ya se toqueteaban suavemente las vergas por encima del pantalón. La tensión sexual estaba realmente insostenible. Giramos la botella, y apunto a mí. Elegí al señor Rodrigo para que me impusiera sus deseos. -¿tienes disfraces eróticos nena? –me pregunto . –si tengo tres disfraces, uno de… -dije, antes de ser interrumpida de nuevo por el señor Rodrigo. –Shhhhh niña, no quiero detalles. Ve a ponerte uno, el que más te apetezca…nosotros seguiremos el juego con las otras tres caninas mientras te preparas –me ordeno. Una ola de ganas de ser usada sexualmente me invadió al referirse a nosotras como “caninas”, una buena manera de decirnos perras. Y eso era lo que éramos. Rompíamos todas las normas en ese momento, dejándonos insultar, desnudándonos así como así ante diez hombres. Y no solo eso, sino que nos excitaba un montón ser tratadas como putas, mis hermanas y yo delante de nuestra madre, y mi madre delante de sus hijas. Quién sabría dónde íbamos a parar…
Subí corriendo a mi habitación, para colocarme uno de mis disfraces mientras mis hermanas y mi madre cerraban el círculo para no dejar mi lugar vacio. Como dije, tenía tres disfraces, uno de enfermera porno, bastante sexy aunque era el que mas cubría, uno de policía erótica bastante pornográfico también, y que cubría mucho menos que el de enfermera, y uno de sirvienta francesa porno, el que menos carne tapaba. Por supuesto que con tanto morbo y excitación, elegí el ultimo.
Me quite rápidamente la falda las sandalias y el top y procedí a colocarme las medias a medio muslo de encaje color negras semitransparentes. Los encajes tenían lindos bordados blancos y negros. Luego me coloque el hilo color negro que traía, el cual tenía únicamente un diminuto triangulito que tapaba apenas y la zona de mi clítoris y una pequeña parte de mi vulva, el resto se metía entre mis labios vaginales y se perdía entre mis nalgas hasta llegar a la liga que rodeaba mis caderas. Sobre el hilo, me coloque un diminuto delantal color blanco atado a la parte baja de mi espalda, que apenas cubría la zona de adelante, y no por completo, si acaso llegaba a tapar el nacimiento de mis muslos.
Arriba me coloque el top del disfraz, que era mucho más delgado y apretado que el que tenia puesto hacia un rato. Los bordes tanto superior como inferior eran de encaje con bordados blancos y negros como los de las medias, y el ancho del top apenas lograba tapar mis pezones. Las tetas se me salían escandalosamente tanto por arriba como por debajo, se notaban que me las aprisionaban bastante. Para terminar, la típica cofia de sirvienta, de color blanco, junto con unos guantes negros que cubrían más arriba de mis codos, y unas sandalias negras de plataforma, parecidas a las que usan las actrices porno.
Luego de “vestirme” me fui a mi baño para retocar mi maquillaje, y volverlo más escandaloso, más extravagante. Me eche más sombra y rímel en los ojos, y me quite la pintura de labios para aplicar una de rojo intenso, rojo furia. Me vi en el espejo de cuerpo completo de mi habitación al terminar, sin duda, me veía escandalosamente erótica. Que digo erótica, pornográfica, vulgar. No me tomo más de 25 minutos ponerme todo, y bajar de nuevo a la sala.
Al bajar, me lleve una grandísima sorpresa al ver a Luisa, mi hermana mayor, con el tacón de una de las sandalias de Sonia metido en su culo, sentada sobre él. Ella estaba con las piernas hacia adelante de ella, abiertas y flexionadas, con su torso echado para atrás, apoyándose en su mano izquierda mientras que con la derecha se acariciaba el clítoris muy suavemente. Detrás de ella estaba Carlos, uno de los diez invitados, de 48 años de edad, de rodillas, acariciándole las tetas, mientras ambos veían ante ellos como mi madre y mi hermana menor, Sonia, estaban de rodillas dándose un muy delicioso beso en la boca, un beso húmedo, con lengua y todo, mientras ambas se acariciaban las tetas la una a la otra. Sonia al parecer había perdido la camiseta ya que no la llevaba puesta. Ambas seguían con sus bragas puestas.
Al verme llegar, el alboroto no se hizo esperar. – Vaya perra deliciosa –decían algunos. – Mierda, esta putita esta divina –decían otros, entre la gran cantidad de frases dichas por todos, y silbidos. Mis hermanas y mi madre se me quedaron viendo con una amplia sonrisa y mirada lujuriosa. Nicolás, el ultimo que me faltaba por nombrar de los diez invitados, un hombre de 42 años de edad, bien conservado de gimnasio, se coloco a un lado de ambas, y les dio una fuerte nalgada al mismo tiempo. –no se entretengan, deben continuar besándose. –les dijo, y estas hicieron caso al instante.
El señor Rodrigo se dirigió hacia mí, y me tomo de mi brazo derecho, con algo de brusquedad. –ven aquí pequeña zorra, ven aquí… -se sentó en uno de los muebles, y me coloco sobre sus muslos, en la posición que se coloco mi madre para recibir las nalgadas de Juan. –tu primera penitencia fue que t quitaras las bragas…y eso era de manera permanente durante el resto de la noche. Te daré 10 nalgadas por cumplir mal la penitencia. –me dijo, mientras me quitaba el hilo, ya empapado por mis jugos vaginales, y me comenzó a nalguear fuertemente. A cada palmada yo pegaba un gritito y un gracioso saltito, mientras todos se reían.
Al terminar, hice ademan de levantarme, para incorporarme al juego. Pero el señor Rodrigo me detuvo de nuevo. -¿adónde vas? Aun falta Marco, por incumplir la penitencia dada por él. Tu falta fue doble. Cumpliste mal mi penitencia y la de él la desobedeciste. El también debe darte tu merecido ¿no crees? –Yo, excitadísima hasta más no poder, dije –siiii merezco el castigo. – Marco se acerco, y comenzó a sobar mis nalgas por un breve lapso de tiempo, para después comenzar a azotarlas con sus manos. Me dio también diez fuertes azotes, y yo casi tengo un fuerte orgasmo.
Me puse de pie. Mi madre y mi hermana menor seguían de rodillas dándose los besos, mientras mi hermana mayor continuaba masturbándose suavemente viéndolas. Me ubique en mi posición original en el circulo, pero el señor Rodrigo con una seña me dijo que me pusiera de nuevo de pie. – ve a la cocina, y tráenos el más caro whisky de tu padre, y las copas más caras. Elegiste un disfraz de sirvienta, y de ahora en adelante, eso serás. Ya no seguirás en el juego, así que procura obedecernos a todos con diligencia, devoción y respeto, que para eso eres la sirvienta. De lo contrario… -me dijo. – sí señor, como desee –le respondí sumisamente, con el debido respeto. Con sus palabras me acerque al orgasmo. Siempre tuve esa fantasía de ser sirvienta, y que mi patrón hiciera conmigo lo que quisiera. Y al parecer, esa fantasía se me cumpliría esa noche.
Fui corriendo a la cocina, y tal como me fue ordenado, tome la botella de whisky más cara que mi padre guardaba, junto con las copas más lujosas de toda la colección. Coloque las diez copas en una bandeja junto con la botella de licor en el centro de esta, y me dispuse a regresar con el grupo nuevamente, cuando oí que Carlos me gritaba desde la sala –¡¡Cachifa!! ¡¡Aprovecha y tráeme un encendedor y uno de los habanos cubanos de tu padre!! – por lo que retrocedí rápidamente y me dirigí a una de las gavetas de la cocina donde mi padre guardaba sus habanos. Con la bandeja en mi mano izquierda tome el encendedor y el habano con la derecha y me dirigí a la sala nuevamente.
Una vez allí, vi a mi madre y a Sonia bailando eróticamente juntas, y quitándose las bragas la una a la otra, para diversión de los presentes. Me dirigí al señor Carlos y le hice entrega del habano, el cual saco de su envoltorio, luego le hice entrega del cortapuros, y corto la punta con maestría, y se lo introdujo en la boca. Prendí el encendedor, y se lo acerque para encenderle el puro, y una vez listo, lo retire y le hice entrega del mismo para luego comenzar yo a servir las copas. Pase por cada uno de los hombres que se notaban muy excitados y divertidos viendo a mis dos hermanas, a mi madre y a mí en plan guarro, dóciles como perritas amaestradas, sirviéndoles de diversión y entretenimiento.
A medida que pasaba por cada uno de los hombres y les servía, no desperdiciaban la oportunidad para magrearme un poco. Yo me inclinaba ante todos sin flexionar las piernas, lo que dejaba una maravillosa vista de mis genitales al público. De vez en cuando, mientras estaba inclinada sirviendo el whisky a algún hombre, otro de ellos pasaba por detrás de mí y me daba alguna nalgada.
En ese momento Luisa comenzó a gemir con fuerza, lo que indicaba que estaba a punto de alcanzar el orgasmo. –¿quieres acabar putita? –le pregunto Carlos, mientras exhalaba humo del habano.
–Siiiih se…señor Caaahhrlos…est…me co…mmmhhh… -atino a decir mi hermana presa de su clímax, aguantando el orgasmo.
-¿y por qué no acabas putita? –le pregunto Miguel, mientras yo le servía una copa de whisky.
-Por…ooohh…mmm…porque el…seeehh…ñor Carlos nooohh me ha dado…el permisoooohh según la pe…peniten….ciaaaaahh –dijo mi hermana. El saber que ellos pudieran ordenarnos ese tipo de cosas hizo que mi vena sumisa brotara más de la cuenta. Sin duda era algo muy excitante el nivel de control, el nivel de poder que estos hombres tenían sobre nosotras.
-Jajajaja que perrita tan obediente… -dijo el señor Carlos, divertido. –yo creo que ya lo que las zorritas quieren es obedecer, deberíamos dejar la botella de lado y llevar el juego de las penitencias a un nivel más alto…Propongo que estas nenas hagan lo que queramos CUANDO queramos, sin tener que pasar por la botella…¿qué dicen muchachos? –continuo diciendo. Todos, con distintas frases, aprobaron la propuesta. Me excite mucho con la idea. Y sé que mis hermanas y mi madre, también.
-Bien…pero no lo llevaremos más allá si las nenas no lo desean…¿qué dicen zorrillas? –nos pregunto el señor Ramiro, quien parecía ser el líder de todos.
-Viendo las caritas de mis queridas hijas, más las reacciones de sus cuerpos, y del mío mismo, sé que puedo hablar por todas y decir que aceptamos ser sus esclavas… -dijo mi madre. Todas asentimos con sonrisas picaras en nuestros rostros. Esta sin duda seria una noche loca y muy candente, donde de seguro sucederían muchas cosas…
CONTINUARA…
Una vez mas y como es costumbre en mis relatos, quiero darles las gracias por tomarse un tiempito para leerme. Espero hayan disfrutado de este relato, e informar que ya tengo todo escrito y que publicare ( o al menos espero publicar) las otras dos partes (si, son 3) con una diferencia de una semana entre cada una (eso si no me muero primero o se me quema la compu jijiji)
Aquellos que quieran dejarme un comentario, o un insulto, etc, puede hacerlo a través de los comentarios de la página o por medio de e-mail. POR FAVOR, EVITEN AGReGARME PARA CHATEAR, RECHAZO TODAS LAS SOLICITUDES ESTA CUENTA LA TENGO SOLO PARA LEER CORREOS ELECTRONICOS DE LOS LECTORES. Además, NO PASO FOTOS NI COLOCO WEB CAM NI ESTOY INTERESADA EN CONOCER A NADIE DE ESTE MEDIO EN PERSONA…Siento si decepcionan mis condiciones, pero así soy…Ah!!, la dirección es skarletpricet@yahoo.es .
Besitos…