Cambios Afortunados 3a parte
La vida de nuestra protagonista sigue cambiando y cada día se torna más rosa
Hola, es momento de continuar con la tercera parte de mi relato. Luego de lo de Carlos, Amalia y yo comenzamos a ser más amigas, algunas veces, contactaba para ella a otras chicas tv o trans en la web y así mi amiga las ayudaba a transformarse en delicadas nenas como nosotras, mientras tanto yo había comenzado a ir a la psicóloga que apenas a la segunda sesión autorizó que iniciara el tratamiento hormonal, que con ayuda de Joaquín estaba logrando, él me había contactado con un endocrinólogo que apenas tuvo mis resultados me recetó antiandrógenos y progestágenos. Todo iba muy bien, mi vida era casi perfecta, en el trabajo todo iba de maravilla y aunque me había vuelto un poco más descarada respecto de mi condición a nadie parecía extrañarle y mejor aún, tampoco parecía molestarles.
Además debido a mi pequeña aventura con Carlos había adoptado el nombre de Brenda Alexia, Brenda en honor a mi mamá y Alexia por Alexia Acosta, la famosa transexual a quien admiro profundamente.
Una noche durante mis habituales reuniones de fin de semana con mis amigas, recibí un mensaje al móvil por parte de Joaquín, me dijo que necesitaba hablar conmigo, yo pensé que era alguna cuestión médica, por lo que le marqué casi al instante, pero me dijo que no me preocupara que pasaría por la mañana a verme, no le di más importancia al asunto y una vez que mis amigas se fueron, cerca de las 10 de la noche y cómo no tenía que hacer me dispuse a dormir, pero nuevamente recibí una llamada de Joaquín, me preguntó si estaba sola, le dije que sí y me preguntó si me podía ir a ver, la verdad me imaginé que buscaba algo conmigo y cómo a Amalia no le interesaba más que cómo amigo, no tuve problema en decirle que sí. Me dirigí a mi closet y cambié la pijama de franela que llevaba puesta por un minúsculo baby doll azul claro con transparencias, que tenía una bata larga a juego transparente y remataba con un delicado cachetero de encaje, me maquillé bien, me puse perfume y cómo aún mi cabello no había crecido lo suficiente me puse una peluca con peinado alto y recogido. Esperé pacientemente que llegara, tardó un poco, pero finalmente llegó, cuando llegó se veía algo perturbado, ni siquiera notó mi atuendo.
-dime ¿qué se siente?-
-¿qué se siente de qué?-
-de ser… de ser como tú-
-pues bien, no te entiendo bien- o más bien no quería entender
-¿qué sientes cuando te besa un hombre? ¿cuándo te vistes así?-
-creo que quieres averiguarlo en carne propia-
-no, yo no, para nada, ¿cómo se te ocurre?-
-porque no creo que te hubieras tomado tantas molestias en venir a con tanta urgencia sólo para preguntarme eso-
-pero bueno es que yo no tengo un cuerpo como el tuyo-
-entonces sí quieres averiguarlo en carne propia-
-bueno, quiero probar-
-¿alguien más lo sabe?-
-no, nadie-
-bueno, pero yo no podrá ayudarte sola, necesito ayuda de una amiga-
-está bien, avísame cuando puedas-
-espera un momento, creo que podemos hacer algo hoy, después de todo no es tan tarde-
Corrí a la recámara lo más rápido que mis tacones me lo permitieron, así que le llamé a Amalia, noté que no la había despertado.
-¿amiga? aquí está Joaquín-
-¿cómo? ¿pero qué hace contigo?-
-pues creo que ya no seré la única en el grupo-
-¿en serio?-
-me lo acaba de decir-
-no dejes que se vaya, vamos para allá-
Fui nuevamente a la sala e imaginando lo que vendría le pedí que me acompañara al baño.
-ok, vamos a ayudarte, pero entiende que es porque tú lo pediste, no quiero que te arrepientas o te molestes después conmigo ¿si?-
-está bien, te lo prometo-
-bueno, quiero que tomes un largo baño, el agua está caliente, espera 5 minutos dentro de la tina y aféitate todo el vello del cuerpo, toma-
Puse en su mano un paquete de rastrillos pensando que sería algo velludo, pero la verdad no lo era tanto, apenas unos cuantos vellos en el pecho y las piernas y claro, en las axilas.
Después de casi una hora me llamó y dijo que había terminado, yo entré y le pasé una bata rosada mía, le quedaba un poco justa, pero noté que le agradaba usar aquella prenda, intentando hacer más tiempo le pedí que se secara muy bien el cabello y se aplicara una crema humectante en todo el cuerpo. Afortunadamente casi al instante de que volvió a entrar en el baño llegaron mis amigas. Todas estaban allí, Amalia, Samantha, Belinda y Karina estaban allí, todas sonreían y se cuchicheaban, les señalé donde estaba Joaquín y Amalia nos llamó con señas a la sala, en voz baja nos explicó que siempre tuvo algunas sospechas de Joaquín, pero que hasta ahora las confirmaba, luego notó cómo estaba vestida y yo solamente les dije que así dormía algunas veces, aunque no las convencí mucho, me dejaron en paz.
Cuando Joaquín salió del baño usando nuevamente mi bata, su cara se tornó completamente roja, pero fue Amalia quien se le acercó primero y le dijo.
-tranquila amiga, desde hoy serás una de nosotras-
Así comenzó una noche de confesiones para Joaquín a quien comenzamos a llamar Joanne, nos esmeramos en enseñarle a caminar con tacones altos y maquillarse, por momentos le dominaba completamente su esencia femenina y comprendí que ella y yo éramos completamente iguales, un par de mariposas atrapadas en un cuerpo de oruga, que poco a poco cambiaba y se transformaba. Sobra decir que no pasó mucho tiempo para que Joanne saliera con nosotras al café y de fiesta por las noches.
Mi vida iba tornándose cada vez mejor, pero sin embargo aún me hacía falta encontrar el amor y no tardaría mucho en llegar.
Ya estábamos cerca de las fiestas de fin de año, así que el director general organizó un pequeño brindis para el personal administrativo, fue en un restaurante de la ciudad, en un pequeño salón privado en la parte trasera del local, la verdad sentí mucha envidia de mis amigas que pudieron ir elegantemente ataviadas, luciendo en todo su esplendor su feminidad y delicadeza, mientras que yo tuve que ir usando el tortuoso traje gris con corbata, creo que tal vez fue lo que me hizo beber un poco más de la cuenta, eso también me desinhibió un poco, bueno, bastante en realidad, al punto que mis amigas más de una vez me hicieron notar que estaba haciendo notar mucho mi problema de género, pero aunque se pudiera pensar lo contrario creo que los hombres en el lugar disfrutaban de cierto modo ver cómo me confundía de género al hablar. Mentiría si no dijera que me estaba divirtiendo bastante, primero se retiró el contador, después el jefe de recursos materiales, después la jefa de personal y finalmente mis amigas, no me fui con ellas porque le había enviado un mensaje al móvil de Joanne, pidiéndole que cuando le avisara pasara por mí para llevarme a casa e irnos juntas a algún lugar de ambiente para ligar con algún chico, ya quería irme, pero Mateo, el dueño de la empresa pidió un whisky para él y un durazno daiquiri para mí, comenzó por platicarme algunos aspectos de su vida, había seguido con el negocio familiar, se había divorciado ya un par de veces y tenía un par de hijos a los que no veía desde hacía años. No se había vuelto a casar, lo que me pareció extraño, pues la verdad un hombre de 46 años, cómo él era todo un sueño, era alto y se veía atlético y musculoso, además de que era bastante apuesto y poseía una sonrisa seductora. Él seguía contándome acerca de su vida, mientras continuaba pidiendo más bebidas, yo comencé a perderme en su charla y sonreía de vez en cuando ante una que otra anécdota curiosa que me contaba, me olvidé por completo de Joanne, mientras Mateo me hacía reír con sus bromas y comentarios ingeniosos, pero mi risa se ahogó de golpe cuando sin mayor preámbulo me preguntó.
-¿cómo te gustan los hombres?-
Yo no acerté más que a decir un “cómo” mientras tragaba saliva, pero Mateo insistió.
-sí, ¿cómo te gustan los hombres?, no me digas que no es así, te he visto con tus amigas en el trabajo y también te vi más de una vez mientras salían de aquel pequeño café, aunque debo confesar que me costó algo de trabajo reconocerte-
-¿me ha visto cómo… mujer?-
-sí y creo que te vez muy guapa, cuéntame de ti, anda y por favor dime Mateo-
No sé que fue pero comencé a contarle todo acerca de Alexia, de mis amigas, incluso le conté también de cuando me hice llamar Brenda, le conté todo lo que había pasado desde que comencé a trabajar en su empresa. Él me escuchaba con mucha atención, solamente me interrumpió para cuestionarme cual nombre me gustaba más, si Alexia ó Brenda, entonces le expliqué que siempre quise llamarme Brenda, cómo mi mamá, ya que ella una vez me dijo que si hubiese nacido mujer así me hubieran llamado, mientras que Alexia, era por Alexia Acosta, una famosa transexual que encarnaba todo lo que yo quería ser, entonces él sugirió que me llamara Brenda Alexia, a mí me encantó cómo sonaba en su voz y decidí adoptar el nombre compuesto que me había dado. Mateo había comenzado a tratarme completamente cómo mujer y aunque me encantaba que lo hiciera me incomodaba un poco mi aspecto en ese momento, lo cual notó y abruptamente cortó la charla, era ya de madrugada, creí que algo le había molestado, sin embargo no me atreví a preguntarle. Salimos del restaurante y cómo él iba algo bebido un auto de alquiler se encargó de llevarme a casa.
Todo siguió normal, se acercaban las vacaciones y con ello también el obligado viaje a casa de mis padres para pasar las fiestas, lo que me tenía un tanto estresada, no sabía cómo enfrentarlos, si decirles al fin la verdad ó seguir callándome lo que en realidad sentía, me aliviaba por una parte la idea de no haber iniciado un tratamiento hormonal pero a la vez me atormentaba demasiado. Luego del trabajo llegué a casa, con mucho hastío estaba preparando las maletas para el viaje, entonces llamaron a mi puerta, no esperaba a nadie, así que primero pregunté quien era, una voz preguntó por la señorita Brenda Alexia, por un instante quise creer que era Mateo, pero al abrir me di cuenta de que no era él. Se trataba de un muchacho, volvió a cuestionarme por Brenda Alexia, cómo estaba con mi ropa del trabajo solamente le dije que allí vivía, entonces me entregó un paquete envuelto en varias capas de papel, firmé de recibido e inmediatamente que el muchacho se fue, comencé a quitar el papel que cubría el paquete y que escondía un estuche negro, al abrirlo vi una tarjeta de Mateo que decía “Para la mujer más bella y valiente que conozco” estoy segura de haberme sonrojado para luego palidecer ante el resto del contenido del estuche, un par de pendientes con la gargantilla y pulsera a juego en oro blanco y que remataban en una delicada esmeralda, inmediatamente intenté llamar a Mateo pero me dijeron que ya había salido de la oficina, corrí a probarme el regalo que había recibido, me encantaba cómo se me veían, pero me entristeció la idea de tener que guardarlo en primer lugar y luego quizá hasta devolverlo. Continué haciendo mis maletas y cuando casi había terminado nuevamente llamaron a la puerta, pero estaba tan absorta en mis pensamientos que ni siquiera atiné a preguntar quien era, solamente abrí la puerta, era Mateo, la sorpresa me levantó mucho el ánimo, le invité a pasar, él notó inmediatamente las maletas en el pasillo.
-veo que estás a punto de salir-
-sí, voy a casa de mis papás para pasar las fiestas-
-pero bueno, será Martín quien vaya ¿y Brenda Alexia que planes tiene?-
Yo sonreí con algo de picardía en el rostro.
-no lo sé, pero no tienes que llamarla siempre por ambos nombres-
-¿tú crees? Jajaja, ¿cuál nombre prefiere ella?-
-bueno, si esperas un poco a que venga se lo puedes preguntar, además creo que tiene algo que decirte de un paquete que le enviaste-
-sí, ¿le gustó?-
-no lo sé, pregúntaselo a ella, no tarda, aunque bueno yo me tengo que ir, pero te quedas en tu casa-
Mateo sonrió y con un fingido apretón de manos nos despedimos cómo dos buenos amigos.
Salí corriendo a mi habitación, estaba algo nerviosa, aunque no quería admitirlo esa noche en el restaurante con Mateo me hizo sentirme muy atraída por él. Cómo una adolescente en su primera cita no sabía que ponerme, miraba la ropa pero nada me gustaba, cómo hacía frío opté por algo muy clásico y casual, una chamarrita corta chocolate, con unos leggins beige y unas botas café por encima de la rodilla de 12 cms de tacón con plataforma oculta, cómo seguía usando el cabello corto, pues opté por una peluca lacia color caoba que me llegaba por debajo de los hombros. Me vi tentada a usar el regalo de Mateo pero preferí no hacerlo, de alguna manera me apenaba haberlo recibido y sentía esa cosquillita de devolvérselo, pero bueno, me terminé de maquillar y culminé con un par de aros dorados en mis orejas.
Respiré profundo y con el estuche en la mano fui a la sala, Mateo miraba por la ventana, al escuchar mis pasos volteó y me sonrió.
-vaya pensaba que no llegabas ¿Brenda ó Alexia? ¿cómo prefieres que te llame?-
-bueno, pues la verdad creo que Brenda-
-¿te gustó mi regalo Brenda?-
-me fascinó, pero no puedo aceptarlo, debe valer una pequeña fortuna-
-no fue tan costoso en realidad, además es un obsequio de Navidad, no puedes despreciarlo ¿dónde quedarían tus modales?-
Su sonrisa me convenció y terminé por dejar que me pusiera la gargantilla, después de que yo me puse los pendientes y la pulsera, cuando giré para mostrarle cómo se veían, Mateo me dio un beso tierno en los labios, yo me quedé quieta y él volvió a besarme, con la misma dulzura pero con más pasión, nuestros labios se rozaban y su lengua recorría el interior de mi boca jugando con mi lengua, cada toque me perdía más en un mundo donde lo único que deseaba era estar con él, mientras que Mateo sin perder la ternura me besaba el cuello y sus manos rodeaban mi cintura mientras que mis brazos rodeaban su cuello, su mano descendió lentamente hasta tocar mi colita, que inmediatamente respondió elevando mis pompitas para que él las disfrutara a sus anchas, ambas manos estaban ya acariciando con maestría mi parte trasera, mientras con un leve gemidito mi mano comenzó a buscar tocar su pene por encima del pantalón, noté cómo empezaba a erectarse para mi beneplácito, lentamente comencé a retroceder en la sala, con la plena intención de llevarlo a mi recámara, sentía cómo mi colita palpitaba con cada caricia suplicando por ser penetrada por Mateo. Él comprendía perfectamente mis intenciones y me llevaba cuidadosamente a la recámara, hasta que posando sus manos en mis muslos me levantó del suelo y me depositó lentamente sobre la cama, luego sus manos se deslizaron por debajo de mi blusa y mi bra, entonces fueron directo a mis pechitos, acariciándolos y presionando ligeramente mis pezoncitos, haciendo que se me escaparan pequeños gemidos de placer, suavemente y casi sin que yo lo notara bajó mis leggins hasta mis rodillas, chocando con mis botas, las que de no sé que forma logré quitarme, para que él terminara de despojarme de los leggins dejando mi tanguita rosada con encajitos negros, entonces se detuvo por un instante, se quitó el saco y la camisa mientras yo me quitaba la chamarra y la blusa, me miró por un breve momento mientras yo hacia lo propio contemplando su torso desnudo, se desabrochó el pantalón ansiosamente y dejó su boxer al aire del que saltaba a la vista su pene. Mateo volvió a acercarse a mí, con una mano me acariciaba todo el cuerpo, mientras que al mismo tiempo introducía su dedo índice en mi boca, lo metía y sacaba despacio, cuando lo retiró inmediatamente lo llevó a mi colita y lo introdujo despacio, mientras mi cuerpo se estremecía de placer, se posó sobre mí y volvía a besar mi cuello, mis labios y de vez en cuando corría de lado mi bra para mordisquear y besar suavemente mis pezones, luego hizo con la otra mano quiso ponerse un condón, pero no lo dejé, le pedí que me penetrara así, quería sentir el rose directo de su delicioso pene dentro de mí, él inmediatamente me miró a los ojos y comprendió lo que deseaba, colocó mis rodillas sobre sus hombros y yo levanté mi agujerito para él, inmediatamente sentía cómo su herramienta hirviendo comenzaba a abrirse paso dentro de mí, despacio, al tiempo que arqueaba su espalda para chupar y besar mis pezones mientras su pene seguía avanzando dentro de mí, aumentó el ritmo, yo estaba inmóvil, gimiendo y disfrutando cómo me dominaba y marcaba el ritmo para provocarme orgasmos que hacían que mi cuerpo entero se retorciera en éxtasis sexual, entrelazó sus manos con las mías, aumento la velocidad de sus embestidas mientras mis gemidos se volvían gritos desbordantes de placer, pero inmovilizada solamente podía moverme arqueando mi espalda lo que hacía que aumentara el grado de la penetración, él seguía con sus arremetidas, hasta que soltó una exhalación varonil que se perdió entre mis gritos de fémina en celo dio paso a la culminación del momento, su semen entraba en mí, llenándome de placer y una sensación de feminidad increíble, se quedó un momento sobre mí, jadeando y empapado en sudor, mientras su pene terminaba de vaciarse dentro de mí, cuando terminó se recostó a mi lado y me abrazó por la espalda, yo aún temblaba y cuando sentía su aliento en mi cuello o espalda, volvía a estremecerme, yo seguía atrapada en un orgasmo maravilloso.
Cuando pude recuperarme giré para estar cara a cara con él, me dio un tierno beso y nos quedamos dormidos, abrazados, no sabía que vendría, pero yo estaba segura de algo, me había enamorado perdidamente de Mateo.
Cuando desperté, seguía entre sus brazos, volvió a besarme y estuvimos acariciándonos y besándonos el resto de la tarde. Por la noche, le pregunté si quería comer algo, cómo me dijo que sí, me fui a la cocina y en pocos minutos preparé hot cakes, los llevé a la cama, pusimos la televisión y vimos una película, jugueteábamos y nos reíamos, entonces en un movimiento rápido para evitar un pellizco de mi parte en su costado hizo las cobijas de lado quedando desnudo frente a mí, yo me acerqué a su pene y lo tomé con la mano izquierda mientras con la derecha suavemente acariciaba sus bolas, casi al instante su pene volvió a ponerse rígido, comencé a felarlo cómo si quisiera que su pene entrara desde mi boca hasta el interior de mi pecho, seguí así por varios minutos, nuevamente escuché esa exhalación y supe lo que venía, comencé a saborear su semen entre mis labios, debajo de mi lengua, llenando mi boca, no supe que me motivo pero cómo pude alcancé mi plato con un trozo de hot cake y lo coloqué por debajo de su pene, su semen caía en mi plato ante la mirada perversa de Mateo, que logró inundarlo por completo, después vi cómo él me observaba morbosamente mientras comía el hot cake bañado en su semen y con el tenedor raspaba los residuos de su lechita para devorármelos, cuando terminé inmediatamente fui a lavarme la boca al baño, no es correcto que una señorita tenga por comer mal aliento. Al regresar a la habitación él estaba sentado en la cama, me propuso salir por una copa a donde yo quisiera, le dije que necesitaba una ducha y arreglarme, él me dijo que lo hiciera rápido, pues ya era algo tarde, cuando entré en la ducha, él entró después de mí, con el pretexto de bañarnos, nos acariciábamos todo el cuerpo, entonces el puso su mano sobre mi pubis, empujando hacia abajo mientras yo cerré las piernas instintivamente ocultando mi diminuto pene, entonces él me dijo al oído -te ves hermosa así- sus palabras me estremecieron de placer al imaginarme hecha toda una mujer, bañándome con mi marido, pero él con un beso me sacó de mi fantasía.
Salimos de la ducha y él se vistió, mientras yo me arreglé con el maquillaje un poco más cargado para la noche, me puse un abrigo corto rojo, con unos jeans blancos y zapatillas de tacón de 13 cms y plataforma oculta, de charol rojo, salimos a un pequeño bar que siempre quise conocer pero nunca me animé a entrar, pero ahora al ir con Matero todo era diferente, ocupamos una mesita cerca de la barra, el lugar estaba casi repleto, bebimos cómo aquella vez él su whisky y yo medias de seda, charlamos, reímos, éramos cómo cualquier pareja de enamorados que se encontraba en el lugar, ya muy entrada la madrugada me llevó a casa, charlamos unos minutos y con un último beso por esa noche se despidió de mí, dejándome completamente prendada a él.
gracias por sus comentarios, besos.