Cambio de vida 3

Con la inesperada visita de Olga y una pareja de alumnos, descubro el vértigo producido por el sado.

TERCERA PARTE –Los secretos de Olga.

Mi sorpresa fue mayúscula cuando en el lugar destinado para el equipaje del vehículo, había una voluptuosa muchacha, de no más de 21 o 22 años, pelirroja, con su cara salpicada por unas graciosas pecas, vestida únicamente con un corsé que le cubría desde la cadera hasta los pechos cubriéndolos solo en la parte inferior dejando sus pezones a la vista,  realzándolos, casi ofreciéndolos a quien la mirase, unos zapatos con tacón de aguja y un collar de cuero en su cuello, del que colgaba una chapa de plata con su nombre grabado:  Lucia.   Cuando salió del vehículo y tomó la aprendida posición de sumisa, pude apreciar la perfección y voluptuosidad de su maravilloso y bien formado cuerpo, de una armonía y equilibrio en sus proporciones dignas de una diosa del Olimpo.

A su lado, un muchacho de edad similar, que a simple vista me pareció un auténtico adonis: pelo corto y de color oscuro, con un cuerpo esculpido en el gimnasio y totalmente depilado de la nariz hacia abajo.  Como única indumentaria llevaba lo que me pareció un cinturón de castidad que ocultaba sus genitales y un collar de cuero, con su correspondiente chapita de plata con su nombre: Dingo.  Adoptó la misma postura sumisa al lado de la chica.

-         Ahora empiezo a entender tu interés en enseñarme tu pareja de perritos. – Dije a Olga, al tiempo que entramos en casa, para sentarnos a desayunar junto a la piscina.

-         Lo celebro Tony.  Pero en realidad, no son mis perritos.  Los tengo bajo mi tutela para amaestrarlos durante unos meses.

-         ¿Para amaestrarlos?

-         Sí, deja que te explique.  Digamos que soy Ama-Monitora de sumisos.  Hay muchos amos, que no saben educar a sus pupilos por falta de experiencia, de paciencia o sencillamente por comodidad, y es cuando los ponen bajo mi tutela para su adiestramiento.  Obviamente, esto no lo hago por amor la arte, lo hago a cambio de una muy buena compensación económica.

-         ¿Cobras por educarlos?

-         Como todo buen profesor, si.  Dependiendo  del tipo de disciplina que desee un amo aplicar a sus pupilos, hay un precio u otro.  Por poner un ejemplo, por ésta pareja que estoy educando, he recibido 15.000 € cuando los acogí y recibiré otro tanto cuando se los devuelva a su propietario perfectamente amaestrados a su gusto. Es decir, 30.000 € por dos o tres meses de educación exclusiva para sus perritos.

-         Ahora entiendo muchas cosas que no tenía claras sobre tus... caprichos.

-         Jajaja , imagino a cuales te refieres.

En ese momento apareció Luna con una bandeja portando el ágape matutino, que fue colocando de forma primorosa sobre la mesa. Los ojos de Olga se iluminaron al ver a mi empleada y su rostro reflejó por unos instantes la lujuria que le despertaba. En ese instante, la pareja de sumisos tutelados por Olga, lanzaron unas miradas sumamente amenazadoras sobre Luna y acercándose a ella, comenzaron a y acariciar todo su cuerpo.  Luna, con expresión de terror reflejada en su rostro, abrazó instintivamente su propio cuerpo, retrocediendo hasta dar con su espalda contra una columna, sin parar de dar leves gemidos de pánico cada vez que acariciaban alguna parte de su anatomía.

Olga se levantó del sillón donde se encontraba dirigiéndose hacia sus pupilos  propinándoles dos sonoras y duras bofetadas a cada uno de ellos, al tiempo que les increpaba por la incorrecta acción efectuada hacia Luna.  Hasta nuevo aviso, les ordenó que se pusieran de rodillas, apoyando la frente en el suelo y las manos a la espalda.

-         Es una reacción instintiva y espontánea cuando ven a otro sumiso,  es su forma de presentarse, pero ella no tiene experiencia y se ha asustado. – Me explicó Olga.

Hablamos durante unos minutos y me documentó con su habitual desparpajo sobre los diversos aspectos de la dominación/sumisión, quedándome embobado con sus doctas (a mi entender), explicaciones, y al mismo tiempo, dando buena cuenta a las viandas que nos había servido Luna.

En un momento dado de nuestra conversación, me pregunto

-         Tony, esa hendidura que se ve en la roca, ¿es en realidad una cueva?

-         Bueno, mas que una cueva es una gruta.  La entrada es relativamente pequeña como puedes apreciar, pero dentro hay una bóveda bastante grande, donde nace un pequeño manantial.  ¿quieres verla?, es muy bonita y le puse iluminación artificial para poder apreciarla en su totalidad.

-         Sí, vamos a verla, por favor.  Si es como me imagino, puede ser el sueño de cualquier amo o ama.  El lugar puede ser ideal para poder construir una maravillosa mazmorra donde jugar o castigar a los esclavos.

Entramos en la gruta seguidos en todo momento por Luna.  La pareja de perros de Olga quedaron en el exterior, continuando con el severo castigo ordenado por su “profesora” y eventual ama.  Manipulé los interruptores para iluminar de forma indirecta y cálidamente la bóveda, de unos once metros de altura.  La temperatura en el interior, se mantenía constante durante todo el año a unos 18º centígrados, hecho éste que produjo la inmediata reacción de frío en los pezones de las mujeres, que se les pusieron duros como canicas   La superficie total de la cueva, ronda los 200 metros cuadrados. En la pared de roca mas alejada de la entrada, se apreciaba como de sus grietas aparecía el agua de forma casi mágica, bajando por las superficies lisas como una fina y brillante película y como hilos de plata cuando encontraba las rugosidades de la roca a su paso.  Ya en el suelo, formaba un pequeño estanque natural, de donde partía sigilosamente un pequeño riachuelo que era nuevamente tragado por la roca hasta expulsar el agua definitivamente al exterior en una fuente varios metros más abajo, al pié del cúmulo rocoso en el que nos encontrábamos.

Como única decoración, en el centro de la gruta había una grandiosa mesa rectangular de madera con 18 sillas (9 de ellas a cada lado)  y dos sillones del mismo material (uno en cada extremo).  Una enorme lámpara de hierro forjado, sujeta con tres gruesas cadenas colgaba sobre la mesa y proporcionaba la luz necesaria para realizar alguna que otra fiesta, aunque hasta ese día nunca había sido utilizada.

Olga quedó admirada por la singular belleza del lugar, animándome a montar allí una mazmorra, donde poder realizar alguna fiesta de Amos con sus respectivos acólitos, idea esta que me arrancó una sonora carcajada.

-         Por cierto Tony...  ¿ya te has beneficiado a tu sumisa?.

-         No, aunque ya hemos tenido unos acercamientos bastante placenteros para ambos. – contesté.

En ese momento, de forma muy calmada, Olga se dirigió hacia Luna y tomándola por la barbilla, levantó su rostro hasta casi rozarse la punta de la nariz de ambas mujeres.

-         ¿Aún no ha usado el Amo tu coño?... ¿ni ha sodomizado tu precioso culito? – Preguntó a Luna mascullando todas y cada una de sus palabras.

-         No Señora, aún no he tenido ese placer. – Contestó Luna con fino hilo de voz.

-         ¿Placer?,  tú eres una perra que no tiene derecho al placer.  El placer solo está reservado para tu Amo y Señor.  Tú y tus agujeros solo estáis a su disposición para su disfrute personal, para que los use como y cuando quiera. Tu único placer será ver a tu Amo complacido en todo lo que quiera y  en cuanto desee hacer en cada momento, ¿Has entendido mis palabras, puta perra hija de mil padres?

-         Si mi Señora, he entendido sus palabras perfectamente.  Gracias por sus sabios  consejos, mi Señora.

-         Vaya, veo que eres capaz de aprender rápido.  Si tu Amo te quiere follar ¿qué harás?

-         Poner todo mi cuerpo a su entera disposición, mi Señora.

-         Bien, creo que captas la idea.  Tu amo está excitado y he visto que tiene su polla dura desde hace rato ¿no lo ha visto, perra?, ¿No vas a hacer nada para remediarlo?

Luna me lanzó una furtiva mirada de interrogación, como pidiendo mi ayuda para salir del atolladero en el que se encontraba inmersa.  Continué impertérrito a la espera de ver como se resolvía el enfrentamiento entre Ama y Sumisa,  que además, me estaba calentado de buena manera.

-         ¡Contesta perra asquerosa! – Gritó Olga al tiempo que propinaba a Luna un fuerte azote en el culo, amortiguado débilmente por la escueta ropa que llevaba.

-         Haré cuanto mi Amo y Señor desee en todo momento, mi señora.

-         ¡Pues empieza por desnudarte, maldita perra!

Otra mirada furtiva interrogativa de Luna hacia mí, y mi afirmación, con un leve movimiento de cabeza animó a Luna a desvestirse rápidamente quedando totalmente desnuda con las manos unidas a la espalda, la mirada baja y sus piernas abiertas en compás.

La mano derecha de Olga hurgó levemente la vulva de Luna, sin mover ésta un solo músculo de su cuerpo.

-         Perra sarnosa, tienes el coño totalmente empapado...  se nota que tienes madera de ser toda una putita...  ¿eso te lo han enseñado las monjitas, perra?

-         No mi Señora, es mi cuerpo...  aún no lo puedo controlar y no sé reprimir mis instintos.

El contemplar a las dos bellas mujeres, desempeñando cada una su papel de Ama y Sumisa, unido al calentón que llevaba arrastrando desde la llegada de Luna a mi casa, me estaba excitando de forma alarmante.  Más aún intuyendo hacia donde quería dirigir Olga la situación.

-         Perra, ve a buscar a mis acólitos y les dices que traigan las cuerdas y la bolsa negra que hay en el maletero de mi coche.

-         Sí mi Señora.

Luna salió a la velocidad del rayo a cumplir las órdenes de Olga.

-         Creo que la puedes explotar como quieras.  Es una sumisa innata, aprende muy rápido y tiene asumido totalmente su papel. – Comentó Olga

-         ¿Pretendes que me la folle aquí, delante de ti?

-         Jajajaja   lo estás deseando cielo, y ella también.  Y me lo demuestra tu polla, que no te cabe en el pantalón, jajajajaja

-         Olga, vienes vestida así de sugestiva y erótica con ese traje que te marca los pezones y los labios vaginales casi como si fueses desnuda, traes a tu pupila prácticamente desnuda y poco menos que pidiendo a gritos que la follen, me pones desnuda a Luna...  joder, uno no es de piedra.

-         Pues ahora te la follarás...  y a mi perrita también...  y como me ponga a tono, a mí también me follaras.

-         Sí mujer, y qué más...  justo aguanto un par de asaltos con descanso incluido  y tú, ¿pretendes que me lo monte con tres mujeres?

-         Tranquilo, la mayoría de los hombres pueden con varios asaltos seguidos, como tu dices, cuando cambian de hembra, ya lo verás...  de todas formas si es necesario te ayudaré con mi poción mágica.

Apareció Luna seguida por Lucía y Dingo, quien llevaba en su mano una bolsa de deporte bastante voluminosa y un rollo de cuerda, con un centímetro de grosor y de un tacto muy fino y delicado, que tendió inmediatamente a Olga.

-         ¡Ven aquí perra! – ordenó Olga a Luna, quien obedeció inmediatamente aproximándose a la bella Domina. – Tu Amo va a usarte a su antojo y como mejor le plazca.

-         Si mi Señora,  soy una puta perra sumisa que siempre está a disposición de mi Amo y Señor.

-         No quiero que salga de tu boca ni un solo gemido de placer, ni quejidos o gritos de dolor, ni una sola palabra a no ser que se te pregunte,  ¿entendido?

-         ¡Si, mi señora!

-         Ponte sobre la mesa boca abajo, con los pies apoyados en el suelo.

Luna adoptó inmediatamente la posición indicada por Olga y está, con ayuda de sus dos esclavos, procedió a atar las piernas de Luna a las gruesas patas de madera de mesa, quedando sus piernas tan abiertas que la punta de los pies apenas tocaban el suelo, quedando tanto su sexo como su ano, totalmente expuestos y a una altura bastante óptima para las intenciones de Olga.  Procedió de forma inmediata a sujetar las muñecas de Luna a las otras patas de la mesa, de tal forma que la dejó en una posición muy forzada, con sus agujeros visiblemente expuestos, y totalmente inmovilizada.

Conseguido su objetivo le propinó dos fuertes golpes, uno en cada cachete del inmaculado culo de Luna, escuchándose tan solo la jadeante respiración de la esclava y el gorgoteo del agua cayendo por la pared de la cueva.

-         Tony, aquí tienes a tu putita particular enteramente a tu disposición, pero antes tómate estas dos cápsulas.

-         ¿Qué es esto?, sabes que no me gusta tomar drogas ni nada por el estilo – repliqué.

-         Tranquilízate hombre, no es ningún tipo de droga ni nada que pueda hacerte daño, son solamente unos extractos de plantas que ayudan bastante en las relaciones sexuales, aunque no creo que te hagan mucha falta.

Tragué las dos cápsulas y me quedé mirando la fabulosa panorámica que me ofrecía Luna. Sus labios vaginales estaban abiertos y muy brillantes por los flujos que destilaba de su interior. Pasó por mi cabeza que Olga me informara de algunos utensilios y mobiliario que me ayudaran a transformar aquella cueva en una mazmorra. Pero eso tendría que ser después, cuando terminásemos la sesión que se estaba iniciando.

Me aproxime a Luna y acaricié su espalda con suavidad, desde el cuello hasta su culo. Un primitivo instinto se apoderó de mí en esos momentos y descargué unas cuantas zurras en tan precioso culo, consiguiendo hacer crecer mi excitación aún más, si eso era posible.  Un hormigueo en el estómago y un sordo dolor testicular  me indicaban por un lado los nervios de follar en público por primera vez en mi vida, y por otro la excitación sexual acumulada y reprimida durante tantas horas de poseer a mi esclava.

Introduje el dedo índice en el virginal ano de Luna, aceptándolo ésta de buen grado.  No es que sea muy docto en reventar culos, pero me dio la sensación que Luna estaba tan excitada como yo, tanto que incluso su ano parecía estar perfectamente lubricado con sus propios flujos, dada la suave sensación que me producía en mi apéndice.

Me quité la camiseta y el pantalón quedando totalmente desnudo.  Miré a Olga y sentí cierto rubor en mi rostro.  Ella, al percatarse de mi atisbo de vergüenza al mostrarme desnudo ante sus ojos y con una perversa sonrisa en sus labios, comenzó a bajar  la cremallera de su “catsuit” dejando sus exuberantes pechos ante mis ojos.  ¡Dios Santo!, Olga es de las pocas mujeres que conozco que están mejor desnudas que vestidas por la perfección y proporción de su excitante y maravilloso cuerpo.  Tanto es así, que en el instante que se despojaba de forma sensual de la única y erótica prenda que la cubría, decidí que sería ella y no a Luna a quien follaría ese día.

-         Olga, quiero pedirte algo, si no te importa – Le pregunté con el deseo reflejado en mi rostro.

-         Sabes que puedes pedirme lo que quieras.

-         Entonces...  acomoda tu “conejito” para que Luna te lo pueda devorar.

La sonora carcajada de Olga retumbó en la gruta, al tiempo que se situaba sobre la mesa y ante la inmóvil Luna para que ésta le proporcionase placer.

-         Tony, veo que además de morboso, tienes conatos de crueldad.  Luna está excitadísima y de momento, no la vas a usar ¿cierto?

-         Cierto.   Mientras quiero disfrutar con tu perrita,  que me demuestre cuales han sido tus enseñanzas en las artes orales.

-         ¡Perra Lucía, ya has oído los deseos del señor!

Lucía, se postró de rodillas ante mí, uniendo las manos en su espalda y mirándome con una expresión mezcla de agradecimiento y de lujuria, inició una serie de caricias con la lengua y con sus labios en mi verga, que me elevaron al séptimo cielo.

Pronto, el eco de la estancia nos devolvía los suspiros y gemidos de placer que dábamos tanto Olga como yo como consecuencia del buen trabajo oral que nuestras intercambiadas esclavas nos estaban proporcionando.

-         ¡Que bien lo hace esta puta monjita!...  aaaaaaaahh...  me corro, me coooooohh – gritaba Olga con sus primeros estertores de placer.

-         Sigue lamiendo perra, sigue – le gritaba yo a Lucía, al tiempo que tomé su cabeza con las manos y comencé a follarle la boca violentamente, con mis primeros espasmos previos a la tremenda corrida que a continuación descargué en su boca.

Tanto Olga como yo quedamos exhaustos con nuestro primer orgasmo, dejándonos caer jadeantes, ella sobre la mesa donde se encontraba y yo en el sillón más próximo que tenía a mi alcance.

-         Perra, trae una botella de cava del frigorífico y un par de copas. – Le ordené a Lucía.  Tras la orden dada, me di cuenta que le estaba cogiendo el gustillo a esto de los principios básicos y fundamentales en el papel de Amo. Está todo en la cocina, en la primera planta.

Lucía salió de la gruta y a los pocos minutos volvió con la botella requerida dentro de un cubo de hielo, pero sin las copas.  Obviamente no sabía donde estaban guardadas y no supo localizarlas.

Me apresuré a descorchar la botella y acercándome a Olga, le abrí las piernas y comencé a introducirle el gollete de la botella en su encharcado coño vertiendo en su interior el burbujeante y espumoso líquido, arrancándole una sonora y gutural exclamación de placer.  Por mi parte me amorré en sus labios vaginales, degustando plácidamente la inusual mezcla del cava con los fluidos íntimos de una mujer de bandera como Olga, hasta que mi sed quedó aplacada.

-         Dios, que gustazo me acabas de dar Tony...  ha sido cortita tu comida de coño, pero increíblemente intensa y placentera.  Me has hecho tener un orgasmo increíble – Dijo Olga con voz entrecortada. -  Espera, ahora me toca a mí – y quitándome la botella de cava de la mano, se la llevó a su boca tomando un generoso trago para aplacar su sed, al tiempo que se aproximaba a mí.

-         ¿Qué pretendes? – pregunté con una sonrisa, sin obtener respuesta por su parte.

Se colocó ante mí, me abrazó, unió sus labios a los míos y al tiempo que me besaba, me pasó el cálido y burbujeante licor a mi boca, iniciando una batalla con nuestras lenguas, chapoteando en el cava.

-         Y ahora, más – sonó la voz de Olga con un tono de auténtica zorra, que casi hacía temer por mi propia integridad física.

Tomó un nuevo sorbo de cava y colocándose en cuclillas se apoderó con su boca de mi enhiesto pene.  La sensación que me produjo es sumamente difícil de explicar...  por un lado, las calidas caricias de su lengua, por otro el frío licor envolviéndome completamente el miembro y por otro lado, las burbujas y la espuma que se formaban en la boca de Olga, hacían que me estremeciese de auténtico placer.  El anhídrido carbónico, impedía que Olga aguantase mucho rato con la boca llena, obligándola a tragar cada sorbo de cava, sustituyéndolo automáticamente por otro.

Realmente Olga sabía como utilizar todas las partes móviles de su boca y ayudada por los continuos sorbos de cava, consiguió algo que ni en mis mejores fantasías imaginaba: tener una nueva y abundante eyaculación en menos de media hora.  Seguro que las cápsulas que me facilitó la propia Olga, tenían algo que ver.

Quedamos los dos exhaustos sentados en el suelo, mientras su pareja de perros nos miraban con excitación.  La pobre Luna, nada pudo ver de nuestras actividades desde su posición.

Me percaté que Luna respiraba con bastante dificultar, debido a su postura tan sumamente forzada.  Por la parte interna de sus piernas podía apreciarse los brillantes regueros de sus propios flujos producto de la excitación que se había apoderado de ella a lo largo de la sesión.  Procedí a liberarla de las ligaduras que la inmovilizaban sobre la mesa, y tuve que sujetarla para que no cayese al suelo, porque sus piernas estaban totalmente adormecidas y sin fuerza.  Tomándola en mis brazos la deposité boca arriba sobre la misma mesa a la que fue amarrada.

-         Gracias mi señor – musitó Luna con un débil hilo de voz

-         ¿Te encuentras bien? – le pregunté, casi con pena.

-         Sí mi señor, solo tengo los brazos y las piernas entumecidas, pero enseguida me recuperaré.  Gracias por su comprensión mi señor.

-         ¿Se encuentra bien? – me preguntó Olga

-         Sí, tiene los miembros insensibles, pero en unos minutos podremos unirla a la fiesta.  Oye, esas cápsulas que me has dado, realmente funcionan de maravilla.  He tenido dos orgasmos, mira como estoy.

La sonora carcajada de Olga, retumbó en la estancia, al tiempo que me abrazaba con fuerza y se encajaba mi mástil entre sus piernas, haciendo que nuestros sexos se frotaran de forma deliciosa.

-         Lo sé. Con esas dos cápsulas tienes una erección continuada durante un par de horas, poco más o menos.  Luego es conveniente descansar una hora como mínimo y pasado ese tiempo, puedes tomarte otra cápsula.  Tampoco es conveniente abusar mucho, ya que tanto rato en erección continuada puede producirte un fuerte dolor en los...  contrapesos.

-         ¿Dónde las consigues?

-         Me las proporciona un cliente, que es propietario de un pequeño laboratorio de farmacia.  ¿quieres que te consiga un bote de 100 cápsulas?, en una semana  puedes tenerlo en tu poder.

-         Me harías un gran favor.  Creo que las necesitaré. – Contesté con ironía.

-         Puedes contar con ellas.  Pero te tengo que decir una cosa,  hoy he venido aquí para ver como le rompes los virgos a tu esclava, y no pienso marcharme hasta que no te vea la polla teñida de su sangre virginal.

-         Y yo desde que te he visto llegar, solo pienso en follarte, y no dejaré que te vayas sin haberlo conseguido.

-         Y...  ¿a qué esperas?...  estoy deseando sentirte dentro de mis entrañas.  Pero antes, tengo que verificar una cosita de mis perritos.

Se dirigió en primer lugar a Lucía,  quien de forma inmediata se colocó sumisamente ante su ama.

-         Bien perrita, veo que estás excitadísima.  ¿te has corrido?

-         No Ama.

-         ¡Perfecto!.  Hoy, de forma excepcional, te permitiré tener un orgasmo... o dos, si tu comportamiento sigue siendo el correcto.

-         ¡Un millón de gracias Ama! – Contestó ilusionada besando los pies de Olga.

-         Quiero que tengas una sesión lésbica con Luna, pero ¡no deberás penetrarla por ninguno de sus agujeros! ¿entendido?

-         Sí mi Señora, así lo hará esta su perra inmunda.

-         ¡Dingo, perro sarnoso, a mis pies! – El sobresaltado muchacho, se lanzó a los pies de Olga casi como un suicida.  ¿te has corrido?

-         Si, Mi Señora, no lo he podido evitar  – contestó con el pánico reflejado en su rostro, temeroso de la segura represalia que le infringiría su Ama Olga.

-         ¡Maldito animal miserable!, ¿no eres capaz de aprender a controlarte? -  Gritó Olga, al tiempo que con una pequeña llave que sacó de una de sus botas, le abría el cinturón de castidad, que contenía y mostraba el resultado de una abundante eyaculación del muchacho.  Un alubión de sonoras bofetadas propinadas con auténtica furia por Olga, retumbaron en la gruta.

-         Ahora, perro inepto, vas a meterte en tu sucio culo toda la lefa que has expulsado.  Y para que no se te salga ni una sola gota te mantendrás de rodillas y con la frente apoyada en el suelo, mirando hacia la pared.  Como se te ocurra mirar lo que estemos haciendo los demás, te arrancaré la piel a tiras con la fusta.

-         Sí Mi Ama.  Tenga piedad con este puerco imbécil que tiene por esclavo.

-         Procede a meterte la leche en el culo, miserable perro.  Cuando hayas acabado, limpia con tu propia lengua el cinturón hasta dejarlo reluciente.

-          Sí Mi Ama.

Dingo se afanó en cumplir escrupulosamente las órdenes dadas por su Ama.  Olga, se dirigió entonces hacia Luna, quien aún se encontraba tumbada sobre la mesa.

-         ¿Ya recuperaste tu sensibilidad, perrita?

-         Sí, mi Señora. – Contestó, al tiempo que intentaba incorporarse.

-         No, no te levantes, quédate como estás de momento.  ¿sabes?, me diste mucho placer con tu boca y obtuve un fabuloso orgasmo.  ¿tú tuviste el tuyo?

-         No Señora, estuve a punto, pero lo pude controlar.

-         Lo celebro, veo que tú si eres capaz de controlarte. Tony, ¿le permites a tu perra tener un orgasmo?

-         Sí, creo que se lo merece.

-         Bien, podrás correrte y la perra Lucía se encargará de ayudarte a que lo consigas.  Haréis las dos un lésbico que deberá excitarnos a tu Amo y a mí.  Ella no te podrá penetrar por ninguno de tus agujeros, pero tú, podrás hacer lo que quieras en los suyos. ¿entendido?

-         Sí Señora, así lo haré.  Espero ser merecedora de su confianza.

Lucía, de forma decidida, se subió en la mesa y ambas jovencitas, comenzaron a acariciarse mutuamente de forma sensual, arrancando a los pocos instantes los primeros suspiros y jadeos de placer.  Pronto ambas sumisas se entregaron a un erótico y tremendo sesenta y nueve, devorándose mutuamente sus deliciosos coñitos.  Me senté en una silla a contemplar el singular espectáculo lésbico que nos ofrecían las dos preciosas muchachas.  Olga se aproximó a mí y con un ronroneo, me dijo

-         ¿No habías dicho que me querías follar?, pues ha llegado la hora.  No te muevas y quédate como estás.

...  CONTINUARÁ