Cambio de vida (22)

Dejó de llorar, se separó de mí lanzándome una mirada fugaz a los ojos inexpresiva...

Dejó de llorar, se separó de mí lanzándome una mirada fugaz a los ojos inexpresiva y se fue despacio a su habitación cerrando la puerta. Más tarde estaba mirando la tele cuando volvió a salir para hacer la cena, me levanté y fui con ella a la cocina para ayudarla.

YO: ¿Estás bien Sandra?

Me miró apartando la vista rápido sin contestarme.

YO: ¿Me darás el tiempo que te he pedido antes?

Volvió a mirarme fugazmente sin decir nada, le ayudé en lo que pude y preparé la mesa para que cuando llegara Sandrita cenar, Sandra sacó una ensalada poniéndola encima de la mesa, estábamos uno junto al otro y llegó mi hija mirándonos a los dos.

SANDRITA: ¿Ahora ya ni os habláis?

YO: Hemos hablado esta tarde, todo va bien.

Sandra nos miró levantando una ceja como diciendo, “Serás tú que vas bien”.

YO: Tú madre a llorado sobre mi pecho y eso ya es un paso.

SANDRA (levantando la voz): ¿Es que piensas explicarle nuestras intimidades siempre?

YO: No, siempre no.

SANDRA: Oooorg, es que no puedo contigo de verdad.

Su hija de descojonaba de risa.

SANDRA: ¿Y a ti que te hace reír tanto?

SANDRITA: Que me encanta veros así.

Aproveché el momento para ver si conseguía ablandar un poco a Sandra.

YO: Hija, ¿te haría feliz que estuviéramos los tres juntos?

A Sandrita se le iluminó la cara de ilusión.

SANDRITA: ¿Lo habéis hablado, lo vais a hacer?

SANDRA: Eres un guarro David, no hemos hablado nada y estás intentando meterme presión con mi propia hija, la has vuelto a cagar, lo poquito que podías haber avanzado esta tarde lo acabas de enviar a la mierda por gilipollas.

YO: Lo siento Sandra, te juro que no era mi intención, solo quería saber la opinión de ella.

SANDRA: Sí, ahora intenta arreglarlo.

SANDRITA: No seas tan dura con él mamá por favor, no le pasas ni una.

SANDRA: Si es verdad que quiere demostrar algo no puede fallar en nada.

SANDRITA: Coño mamá que esto no es un examen del colegio.

YO: No os fallaré, no os voy a fallar.

Mi hija me miró a los ojos con una sonrisa y Sandra se metió en la cocina para que no le viera la cara.

Pasé el fin de semana intentando acercarme a Sandra y ella esquivándome como podía, cuando estaba nuestra hija delante hablábamos los tres y nos lo pasábamos bien riendo de algunas anécdotas, pero si estábamos solos no me daba puta bola para nada.

El lunes por la mañana hicimos el viaje hasta mi casa, con Sandra en el asiento del acompañante y las tres chicas detrás haciendo planes para sus vacaciones, les enseñé la casa para que se acomodaran, Sandra y yo nos fuimos a comer al chiringuito, nos sentamos en una mesa en silencio recordando cuando nos conocimos, nos vino a atender una camarera joven cogiéndonos nota de lo que queríamos, al caminar hacía la barra para pedir nuestra comida pasó por al lado de una mesa, le tocó la cara a un chico que estaba tomándose una cerveza mirándose los dos enamorados, nosotros nos miramos con una sonrisa.

YO: La historia seguro que se repite cada año, si no hubiera sido tan pardillo como era cuando te conocí no te hubiera dejado escapar Sandra, pero no puedo volver al pasado.

Le cogí una mano mirándole a la cara porque ella no quería mirarme los ojos.

YO: Por favor Sandra, por el recuerdo que tenemos de aquellos tiempos, déjame acercarme a ti y quererte.

Apartó suavemente su mano de la mía.

SANDRA: No puedo David.

YO: Pero ¿por qué?, dame una explicación lógica y te dejaré en paz si es lo que quieres.

En ese momento llegó la camarera dejándonos los platos delante y nos callamos.

Busqué de nuevo con mi vista sus ojos no encontrándolos porque ella los tenía fijos en el plato, hice un silencio esperando su respuesta que no llegaba y yo no quise forzar más la situación, seguimos comiendo en silencio hasta que vimos a las chicas que dejaban las toallas en la arena y se metían en el agua.

YO: Van a estar muy bien aquí, y si les pasa alguna cosas en dos horas podemos venir a buscarlas.

Sandra movió la cabeza confirmándolo, cuando pagué la comida avisamos a las chicas para despedirnos, aparté un poco a Sandrita dándole bastante dinero para que pasaran bien aquellos días.

YO: Toma coge esto por favor, quedaros a comer aquí que se está muy bien y gastarlos en lo que queráis.

SANDRITA: Pero es mucho dinero David, ya nos dejas tú casa.

YO: No le digas nada a tú madre o me va a dar el viaje de vuelta vale.

SANDRITA (riendo): Sí desde luego, está más rara desde que te vio, ten paciencia con ella y aprovecha la semana que estaréis solos, y muchas gracias por todo.

Le di dos besos y la abracé manteniéndola en mis brazos un rato con su madre mirándonos, me despedí de sus amigas y caminamos a buscar el coche para volver a su casa.

SANDRA: ¿Qué le has dado a la niña?

Hombre por fin te oigo la voz, pensaba que la habías perdido y no podías hablar.

SANDRA: No te hagas el loco que ya nos conocemos, ¿qué le has dado a la niña David?

YO: Un poco de dinero para que no les falte mientras estén aquí, ya está.

SANDRA: ¿Quieres comprar el amor de tú hija?, qué triste tío.

YO: No vayas por ahí Sandra, tú sabes que no es verdad, estoy convencido de que su amor ya lo tengo, el que me falta es el tuyo.

Volvió a callarse y no dijo nada, dos horas de viaje sin decir ni palabra, yo diciéndole algo del paisaje para intentar romper el hielo y ella contestándome con un ruidito con la boca, “um”, “buf” y cosas así.

Entramos en su casa y ella se disponía a meterse en su habitación, a mí se me estaban inflando un poco los cojones de que me tratara así.

YO: ¿Qué quieres de mí Sandra, qué tengo que hacer para que me hagas un poquito de caso?, solo un poquito.

SANDRA: Tú viniste hasta aquí, tú sabrás que haces y que no haces, por si no te has dado cuenta a mi me da igual.

YO: No seas cruel conmigo por favor.

Me miró seria y dio media vuelta metiéndose en la habitación.

Cociné algo para cenar y fui a llamar a su puerta.

YO: Sandra, la cena está hecha sal por favor.

SANDRA: No tengo hambre cena tú, gracias por hacerla.

Esas “gracias” es lo más amable que conseguí, me fui a mi habitación y al rato sentí ruido, abrí la puerta con cuidado y la vi cenando en la cocina tardísimo. Cada vez que yo entraba donde estaba ella se iba y desaparecía, aquello era una real mierda, si ella no ponía nada de su parte era tonto intentar acercarme, así que por las mañanas me iba a pasear por la montaña o por el pueblo para dejarla tranquila y que hiciera lo que quisiera sin molestarla, con mi hija hablaba cada noche poniéndola al día de lo mal que iban las cosas, yo sé que ella cuando lo hacía con su madre la intentaba convencer de que hablara conmigo pero Sandra no le hacía puñetero caso e iba totalmente a su rollo.

Una mañana paseando por el pueblo vi una inmobiliaria, me acerqué al aparador y vi un apartamento muy cerca de donde vivían, lo fui a visitar y se veía desde el salón la casita donde vivían, lo alquilé por un año. Aquella tarde estaba solo en el salón y me levanté entrando en su habitación sin llamar ni nada, Sandra estaba estirada en la cama en bragas por el calor que hacía supongo, que guapa estaba por Dios, se tapó rápidamente insultándome pero yo ya me había quedado con aquella imagen.

SANDRA: ¿Pero qué haces imbécil?

Me acerqué a ella que se había tapado con la sabana y cogiéndole la cabeza la besé en los labios, me dio un golpe con el brazo apartándome.

SANDRA: ¿Quieres violarme, cómo no puedes conseguirlo, me vas a forzar?

YO: Vengo a despedirme, me voy a un apartamento para dejarte tranquila y feliz.

SANDRA: ¿Ya está?, ¿ya te has cansado de intentarlo?, ¿le dirás a tú hija la verdad o le mentiras?

YO: Eres insoportable y cruel, no me das ni la más mínima puta bola, ¿no quieres nada conmigo?, pues dímelo de una puta vez y desapareceré para siempre de tú vida, por suerte siempre me quedará mi hija, adiós Sandra.

Cogí las maletas y las metí en el coche para recorrer unos cuarenta o cincuenta metros y meterlas en mi apartamento, desde la vidriera del balcón pude ver a Sandra mirando por la ventana a la calle buscando mi coche, al ratito salió y se sentó en el porche muy sería. Cogió el teléfono tecleando algo y me llegó un mensaje.

SANDRA: “¿Vendrás a cenar?”

YO: “¿Hoy estás interesada en que cene contigo?”

SANDRA: “Es para saber la cantidad que tengo que hacer.”

YO: “Si cenas conmigo vendré.”

SANDRA: “Entonces no hace falta que vengas.”

Pero que hija de puta estaba conmigo, nunca había entendido mucho a las mujeres pero aquellos días con ella parecía que éramos de planetas diferentes, ni le contesté el último mensaje, ¿para qué?

Al día siguiente cuando me desperté la vi cuidando algunas flores delante de su casa sin quitar la vista de la calle, ¿qué esperaba, que volviera?, no entendía nada, la vi muy preocupada y le envié un mensaje.

YO: “¿Estás bien Sandra?”

SANDRA: “Sin ti en la gloria.”

Joder, joder, joder, me empecé a plantear si no sería mejor largarme de una puta vez, me dejé caer en un sillón totalmente derrotado, sin la más mínima idea de qué hacer, pensé en esperar que mi hija volviera de sus vacaciones y hablar con ella para despedirme, que viniera por mi casa siempre que quisiera y explicarle que con su madre no había nada que hacer.

Me fui a duchar y unas dos horas después del último mensaje de Sandra.

SANDRA: “¿Vendrás a comer?”

YO: “Para comer solo lo puedo hacer en cualquier sitio y sin sentirme humillado”

SANDRA: “Come conmigo por favor”

Ostia puta, aquella mujer no había quien coño la entendiera, ¿me estaba pidiendo que fuera a comer con ella?

YO: “De acuerdo, ¿a qué hora?”

SANDRA: “A la que quieras.”

Creo que era jueves, me vestí, compré un ramo de flores y me presenté en su casa, me abrió con un vestido muy bonito puesto, se había puesto guapa para recibirme, aquello parecía un buen comienzo, le entregué el ramo y me miró a los ojos agradeciéndomelo sin decir una palabra, me quedé en la puerta sin entrar.

YO: Si no vas a hablar conmigo me voy, no tiene sentido quedarme para nada.

SANDRA: Muchas gracias por las flores, si quieres que te hable, te hablaré, pero no creas que con eso has conseguido algo.

Mientras acababa de hacer la comida hablamos de Sandrita y lo bien que parecía que se lo estaba pasando con sus amigas, cuando nos sentamos en la mesa ataqué de nuevo.

YO: ¿Qué quieres hacer Sandra?

SANDRA: Comer.

YO: No me jodas, sabes de lo que te estoy hablando.

Se puso sería dejando los cubiertos en el plato mirando para abajo.

SANDRA: No lo sé.

YO: ¿Cómo coño no lo vas a saber, quieres que me vaya de una vez?

SANDRA: No lo sé.

YO: ¿Quieres que me quede con vosotras?

SANDRA: No lo sé.

YO: ¿Me alejo de ti y ya me llamaras si cambias de opinión?

SANDRA: No.

YO: Sandra cariño me estás volviendo más tonto de lo que soy.

SANDRA: Eso es difícil, porque más tonto no puedes ser.

Se le escapó una sonrisa que me hizo reír, levantó la cabeza y nos miramos a los ojos.

YO: Dime qué quieres que haga y lo haré.

Volvió a ponerse sería.

SANDRA: Sandrita tiene razón, he estado toda la vida esperando verte entrar por esa puerta queriendo quedarte con nosotras, pero cuando se ha hecho realidad el sueño no ha sido como me esperaba.

YO: ¿Por qué?, ¿estoy viejo y feo?, ¿he hecho o dicho algo que te molestara?

Volvió a reír.

SANDRA: No, no es eso, te veo fuerte por el gimnasio supongo y gua…, bueno que estas bien, el problema es mío David, no lo veo claro, no tengo confianza ni en ti ni en mi, tengo miedo.

YO: ¿Miedo, de qué?

SANDRA: No lo sé.

YO: Está bien, me quedaré en el pueblo en un apartamento sin agobiarte, siempre que quieras me avisas y vendré a verte a hablar o lo que quieras.

SANDRA: A verme y hablar, lo que quiera no creo.

La miré serio a los ojos.

SANDRA: Lo siento, se me escapa la lengua.

Acabamos de comer, la ayudé a retirarlo todo poniendo en marcha el lavavajillas.

YO: Bueno, supongo que se ha acabado la visita, será mejor que me vaya.

SANDRA: Quédate conmigo un rato por favor.

YO: Desde luego que me quedo, ¿sabes que hasta ahora estaba en esta casa para estar contigo a todas horas y no me hacías ni caso?

SANDRA: Lo sé David, lo sé.

YO: Está bien, que quieres que haga.

SANDRA: Sentarte a mi lado un rato por favor.

Nos pasamos media tarde sentados uno junto al otro, hablando de algunas cosillas y mirando la tele que no le hacíamos ningún caso, me fui para mi apartamento un poco más contento, al menos no me había dicho que desapareciera de su vida.

Al día siguiente volvimos a hacer lo mismo, me olvidé de pedirle nada y simplemente hice lo que ella quería, si quería verme estaba allí, si no me decía nada callaba, si me hablaba de algún tema le seguía la conversación, todo para que ella se sintiera cómoda.

El viernes a última hora de la noche le envié un mensaje.

YO: “¿Mañana, te va bien que paseemos por el bosque por la mañana?”

SANDRA: “Me va bien”

YO: “Gracias, ¿a qué hora va bien?”

SANDRA: “A las nueve desayuno en casa”

YO: “Vale, hasta mañana”

SANDRA: “Podemos seguir hablando un poquito más por favor”

Estuvimos casi una hora enviándonos mensajitos hablando de diferentes cosas, cuando definitivamente nos despedimos me quité el pantalón del pijama y me hice una paja colosal, viniéndome a la cabeza todos los momentos vividos con Sandra aquel verano que nos conocimos, fue el inicio de mi nueva vida y que estaba loco por acabar y comenzar otra nueva con ella y mi hija, formando una familia que hasta ese momento jamás me había planteado.

Por la mañana pasé por una panadería y compré varias pastas para desayunar, cuando llegué me miró tímidamente a los ojos con una sonrisa, me dio la esperanza de que íbamos por buen camino, tal vez no avanzaba todo lo rápido que a mí me hubiera gustado pero después de los últimos días ya estaba bien, caminamos por el bosque hasta una fuente que ella conocía, nos sentamos uno junto al otro sin atreverme a cogerle una mano o pasarle el brazo por la espalda, aunque me estuviera muriendo de ganas, estábamos allí sentados y me llamó Sandrita, descolgué y puse el altavoz del teléfono.

YO: Hola cariño, estoy con tú madre con el teléfono en manos libres, ¿estáis bien?

SANDRITA (contenta): Sí David todo bien, hola mamá.

SANDRA: Hola hija, ¿os lo estáis pasando bien?

SANDRITA: Nosotras muy bien, y vosotros, ¿habéis pasado la noche juntos?

SANDRA: No, hemos salido esta mañana a pasear.

YO: No te preocupes las cosas van bien entre nosotros, tú preocúpate de pasarlo bien y si necesitas cualquier cosa nos lo dices.

SANDRITA: Es que habíamos pensado en alargar algunos días más las vacaciones si a ti David no te importa y no necesitas la casa.

YO: Estaros todo el tiempo que queráis, a lo mejor algún día podríamos venir a comer con vosotras tú madre y yo.

SANDRITA: Eso sería fantástico, muchas gracias David por todo.

Se despidió de su madre y de mí, Sandra me miró un momento a los ojos.

SANDRA: ¿Las cosas van bien entre nosotros?

YO: Tengo la esperanza de que sí Sandra.

SANDRA: Te agradezco la paciencia que tienes conmigo.

YO: Te quiero muchísimo y tendré toda la que haga falta.

Intenté ponerle una mano en el hombro y se levantó nerviosa, quise tranquilizarla cambiando la conversación.

YO: Crees que Sandrita algún día me llegará a llamar “papá”, me haría tanta ilusión.

SANDRA: Tendrás que hablarlo con ella o ganártelo, ¿no lo sé?

YO: Estoy tan orgulloso de ella, de que sea tan inteligente y madura, la has educado tan bien que quiero felicitarte como madre.

SANDRA: He hecho lo que haría cualquier madre por sus hijos no me tienes que felicitar.

Seguimos hablando y volvimos paseando hasta la casa, hablábamos de cualquier tema menos del que más me interesaba a mí que era de nosotros, no había manera de sacarle el asunto sin que se pusiera nerviosa e incómoda, llegamos a la puerta de su casa.

YO: Muchas gracias por el paseo, ha sido muy bonito estar contigo un rato, ¿te puedo dar un beso en la cara de despedida?

SANDRA: Mejor que no, ha sido agradable, gracias a ti.

YO: Esta bien, me voy a duchar, cuando quieras verme dímelo por favor.

Asintió con la cabeza y atravesé el pequeño jardín de la parte delantera de la casa.

SANDRA (levantando la voz): David.

YO: Dime Sandra.

SANDRA: ¿Vendrás a comer conmigo hoy también?

YO: ¿Me ducho y vuelvo?

SANDRA: Estaría bien.

Pasamos los siguientes días viéndonos durante casi todo el día separándonos para cenar y dormir, seguía sin entender la actitud de Sandra, me había tenido en su casa para poder hacer todo eso y me echó porque parecía que le faltaba espacio, y ahora quería estar conmigo a todas horas.