Cambio de vida (21)

Al otro lado de la puerta había...

Al otro lado de la puerta había una chica muy joven con una mochila, pelo castaño tirando a rubio, con ojos claros y guapísima, era la mismísima imagen de Sandra pero muy joven, nos miramos a los ojos, yo no sabía que decir ni hacer, las piernas me temblaban.

CHICA: Hola, ¿usted es David?

YO: ¿Qué?, ¿cómo?

CHICA (riendo): ¿Qué si usted se llama David?

Me cagué en mi vida, era la misma risa y forma de la boca que Sandra, le contesté balbuceando sin poder creerme lo que estaba viendo.

YO: Sí, me llamo David, ¿y tú?

ELLA: Me llamo Sandra.

Me empezaron a caer unos lagrimones por la cara que no me daba tiempo a secármelos con las manos, le abrí la puerta de par en par para que entrara sabiendo perfectamente quien era, le ofrecí que se sentara en la terraza.

YO: ¿Quieres tomar algo, un refresco, una cerveza?

SANDRA (con una sonrisa): Una cerveza estará bien gracias.

Nos sentamos y le dimos un buen trago a la cerveza cogiendo fuerzas para seguir hablando los dos.

SANDRA: Me parece que ya sabes quién soy.

YO: Eres igualita que tú madre Sandra, perdona, pero es que tengo tantas preguntas para hacerte que me aturullo y no me sale ninguna.

SANDRA: Mi madre dice lo mismo pero al revés, sobre todo cuando se enfada conmigo.

YO: ¿Eh?

SANDRA: Que soy igualita que mi padre.

Me empezaron a temblar las manos y las piernas.

SANDRA: Diez años me ha costado sacarle quien era mi padre y por fin te tengo delante.

Me puse la mano en la boca al confirmar lo que me temía desde el momento en que la vi volviendo a llorar.

SANDRA: No te preocupes, no vengo a pedirte ni reclamarte nada, solo quería conocerte y saber quién eres y como eres.

YO: Dios mío Sandra, tantos años sin saber que tenía una hija, que cojones tiene tú madre, dime, ¿cómo está ella?

SANDRA: Esta guapísima como siempre.

Yo no podía parar de llorar y sorprenderme mirándola.

SANDRA: Embarazada empezó a estudiar y hace muchos años que es profesora en la escuela del pueblo donde vivimos, nos ha ido bien y no necesitamos nada, solo que yo quería conocer a mi padre, a ella no le hacía mucha gracia y no me lo quería decir, pero siendo mayor de edad la amenacé con irme de casa y no volver hasta encontrarte, me dio todos los datos que sabía y aquí estoy.

YO: Me da tanta rabia haberme perdido tú vida, que otro hombre te haga de padre disfrutando de ver crecer a una hija.

Se quedó seria mirando para abajo sin decir nada.

YO: Sandra, ¿estás bien?, ¿te pasa algo?

SANDRA: No, nada, lo siento, bueno ahora que ya te conozco creo que lo mejor será que me marche para casa.

YO: Espera, espera, ¿cómo que te vuelves a casa?, de eso nada, te quedas aquí que tienes que explicarme muchas cosas de tú madre y de ti después de tantos años, ¿te crees que vas a venir a decirme que eres mi hija y te vas a largar a los cinco minutos como si nada?

Se puso nerviosa.

SANDRA: No, no puedo.

YO: Y tanto que puedes, es más, debes.

SANDRA: Yo, yo…

YO: ¿Tú que hija?

SANDRA: Es que se lo prometí…

YO: ¿Qué le prometiste?

SANDRA: No te lo puedo decir, además contigo no tengo confianza, para mí eres un desconocido.

YO: Entiendo que no me consideres tu padre, pero biológicamente está claro que lo soy, por favor Sandra, por lo felices que fuimos tu madre y yo en su tiempo, necesito saber cosas de ella y necesitaré a partir de ahora tener contacto contigo, quiero saberlo todo de ti y poder ayudarte en lo que haga falta, no sé qué te contaría tú madre de mi pero no soy un monstruo sin sentimientos, si hubiera sabido que existías me habrías tenido a tú lado siempre.

Ahora era ella la que lloraba.

SANDRA: Se lo prometí a mi madre y no puedo hacerlo.

YO: Por favor Sandra, ¿qué le prometiste?, será nuestro secreto, te juro que nunca se lo diré.

Seguía llorando, se pasó la mano por los ojos, le fui a buscar unos pañuelos de papel ofreciéndole uno.

SANDRA: Que no te hablaría de ella.

YO: No lo entiendo, ¿por qué?, ¿ha pasado algo?, yo creía que era feliz.

SANDRA: No lo entiendes, no tienes ni idea ¿verdad?

YO: Joder, esa manera de hablar es igual que tú madre.

Sonrió mirándome a los ojos dudando.

SANDRA: No te ha olvidado nunca, no ha estado con otro hombre desde entonces, a mi no me lo ha dicho, pero estoy convencida que esperaba que algún día fueras a por ella, coño ya te lo he soltado joder, mi madre me va a matar como se entere, por favor no le digas nada.

Estaba como si me hubiera fumado tres porros seguidos, la cabeza perdida pensando cómo podía ser verdad lo que acababa de oír, una belleza como ella que no quisiera rehacer su vida, me dejó hecho polvo volviendo a llorar.

SANDRA: Lo ves, ahora tengo la sensación de haberos hecho daño a los dos.

Me levanté acercándome a ella.

YO: Por favor Sandra, me dejas que te abrace.

Se levantó abrazándome sin dudarlo, olía igual que su madre, estuvimos un rato sin decir nada, volvimos a sentarnos dándole otro buen trago a la cerveza.

YO: ¿Quieres otra cerveza?, porque hoy te quedas en casa te guste o no.

Me sonrió igual que su madre y me dijo que de acuerdo.

Le dimos un trago a las cervezas fresquitas.

YO: Quédate unos días conmigo y te llevo de vuelta al pueblo, tengo que ver y hablar con tú madre.

SANDRA: Si hombre, tú estás loco, ¿quieres que mi madre me mate?, si me presento contigo me mata a mí y posiblemente a ti también.

Soltamos una carcajada.

YO: Llámala para decirle que me has encontrado y estás conmigo, a ver si la convences para que pueda hablar con ella y yo mismo se lo diré.

Se levantó con el móvil mirándome mientras la llamaba.

SANDRA: “Hola mamá”…, “sí, estoy con David ahora, voy a pasar unos días en su casa, estaba pensando si querrías hablar con él”…, “vale de acuerdo, te volveré a llamar, un beso”

Me miró y giró la cabeza a un lado y al otro dándome a entender que su madre no quería saber nada de mí, lo entendía, pero me entristeció.

Estuvo toda la semana, le enseñé la playa y el chiringuito donde nos conocimos dándole todos los detalles, incluso el de la depilación, estaba encantada de saberlos, porque su madre no le explicó nada de nosotros, le enseñé la empresa y todo lo que rodeaba mi vida, hablé con mis socios para decirles que me cogía un tiempo libre, al final de semana cenando con mi hija.

YO: Sandrita, mañana viernes nos vamos a tú pueblo a ver a tú madre, y no me digas que no, yo cargaré con todas las culpas pero tengo que verla te pongas como te pongas.

Me miró sonriendo sin decir nada.

El viernes por la mañana estábamos en el coche en marcha, a dos putas horas de viaje estábamos entrando en su pueblecito de montaña, a dos putas horas vivía Sandra y había estado veinte años sin verla, Sandrita me enseñó el colegio donde trabajaba su madre y llegamos a una casa de piedra dejando el coche en la puerta.

YO: ¿Aquí es donde te has criado?, que bonito es.

SANDRITA: Ya ves, mi madre no está, debe de haber ido a comprar, sino estaría su coche.

Entramos en la casa, era muy acogedora, mi hija me hizo entrar en la cocina para tomar algo después del viaje y oímos abrirse la puerta.

SANDRA (levantando la voz): Sandra, ¿estás en casa, de quién es el coche de la puerta?

Sandrita salió de la cocina abrazándola dándole un beso, me quedé sentado sin saber qué hacer, ¿salía yo también, o esperaba que su hija le dijera algo?, me levanté y despacio me fui acercando a la puerta, estaban las dos abrazadas en silencio, pienso que Sandrita no se atrevía a decírselo y por eso no se separaba de su madre, Sandra levantó la vista y me vio, se puso seria bajando los brazos de la espalda de su hija, Sandrita se dio cuenta y se apartó mirándome también.

SANDRA (muy seria): ¿Qué has hecho Sandra?

SANDRITA: Yo…

YO: Ha sido culpa mía Sandra, yo la he obligado, si te tienes que enfadar con alguien es conmigo.

No me hizo ni caso apartando la vista mirando a su hija.

SANDRITA: Mamá no es verdad que me obligara, lo he hecho porque creo que tenéis muchas cosas de que hablar y ya es hora que lo hagáis.

Sandra le tocó la cara sonriéndole.

SANDRA: Gracias por ser tan sincera pero no tengo nada que hablar con este señor…

YO: Sandra por favor…

SANDRA: Cuando tú invitado se marche me avisas que volveré a casa…

YO: No ve vayas por favor.

Se giró y caminaba para la puerta de entrada.

SANDRITA (levantando la voz): Mamá, ¿quieres dejar de ser una cobarde?

Sandra se paró de golpe mirando a su hija muy enfadada.

SANDRITA: Llevas toda la puta vida esperando este momento joder, ¿y ahora que lo tienes aquí vas a huir, vas a dejar que se vuelva a su casa sin cruzar una palabra con él?

SANDRA: A mí no me hables así que soy tú madre.

SANDRITA: Mamá, sabes perfectamente de que te estoy hablando.

YO: Sandra por favor.

Me miró con odio.

SANDRA: Y tú cállate de una puta vez, ¿a qué coño has venido ahora?, después de tanto tiempo.

YO: He venido hacer lo que hubiera hecho hace diecinueve años si me hubiera enterado de que tengo una hija.

Se quedó en silencio con los ojos clavados en los míos a punto de llorar.

SANDRITA: Bueno, ahora que ya habéis iniciado vuestra conversación yo mejor me voy un rato a ver a mis amigas.

Salió de la casa dejándonos a los dos de pie mirándonos sin saber muy bien que hacer o que decir, di un paso para acercarme y ella retrocedió.

YO: Sandra por favor soy yo, el mismo tonto que conociste en el chiringuito y le enseñaste a vivir.

Me miró sonriendo un poco por primera vez.

SANDRA: Demasiado bien te enseñé.

YO: Vamos a sentarnos y hablamos un poco por favor.

Se puso seria dudando durante un ratito.

SANDRA: Vale, pero no me toques.

Levanté las manos enseñándole las palmas, me metí de espaldas en la cocina y me senté al otro lado de la mesa, ella entró caminando muy despacio.

SANDRA: ¿Quieres un café?

YO: Por favor.

SANDRA: ¿Café descafeinado con leche con poco azúcar?

Se lo confirmé con la cabeza porque estaba a punto de ponerme a llorar,  se giró para ponerse delante de la cafetera con los ojos humedecidos, los dos intentábamos disimular para no ponernos a llorar como dos críos, fueron los cafés con leche más lentos de hacerse de la historia perdiendo el tiempo Sandra mientras nos tranquilizábamos un poco, finalmente se giró con dos tazas en la mano sentándose poniéndome una delante.

YO: Muchas gracias.

Ella movió la cabeza para responderme y le dimos un primer sorbo dando los dos un suspiro, apoyó la taza en la mesa.

SANDRA: ¿Y qué es lo que hubieras hecho hace diecinueve años si te hubieras enterado?

YO: ¿Cómo que qué hubiera hecho?, es mi hija Sandra, quererla, cuidarla, ayudarte a ti en todo lo posible para criarla, no perderme todo lo que me he perdido de su vida por no saber de su existencia, sus cumpleaños…

No aguanté más y me puse a llorar tapándome la cara con las manos.

YO: Perdóname por el espectáculo.

SANDRA: No, soy yo la que tendría de disculparme.

Aparté las manos mirándole a los ojos.

SANDRA: Aquella última semana que nos vimos, yo, yo fui con las ideas muy claras de quedarme embarazada de ti, sabía que no te tendría nunca como me hubiera gustado tenerte, pero un hijo tuyo sí que lo tendría a mi lado para siempre y sería lo más bonito que tendría de su padre para toda la vida…

No me podía creer que lo que me estaba diciendo sin poder parar de llorar, me vino a la cabeza aquella semana que ella no me dejó salir casi de la cama, me follaba a todas horas en cualquier parte, ahora lo entendía.

SANDRA: …nunca pensé que a ti te interesara tener un hijo, o una hija en este caso, fue una decisión totalmente meditada con la intención de no molestarte para nada y criarla yo sola con mi secreto, pero la niña ha salido más cabezona que yo, desde muy pequeña me ha estado preguntando quien era su padre.

YO: ¿No me merecía ni que me preguntaras por lo menos que quería hacer?

SANDRA: Tenía miedo David, ¿y si tú te hubieras empeñado en quitarme la custodia, en apartarla de mi?, se han visto muchos casos y no podía permitirlo, ella era…

Paró en seco de hablar bajando la cabeza.

YO: ¿Qué era Sandra?

Empezó a llorar.

SANDRA: No te lo voy a decir.

Puse una mano encima de la suya.

YO: Sandra por favor, dímelo.

Sacó rápidamente su mano de debajo de la mía bajando las dos a su regazo, levantó la cabeza mirándome con lágrimas en los ojos.

SANDRA (levantando la voz): Era tu recuerdo, era a quien le podía dar todo el amor que no podía darte a ti imbécil.

En ese momento quise cortar la tensión con alguna broma.

YO: Esta es la Sandra que yo recordaba.

Se le escapó una risa sin parar de llorar limpiándose las lágrimas con las manos.

SANDRA: Vete a la mierda tonto.

Nos quedamos en silencio intentando tranquilizarnos, nos acabamos de beber los cafés, ella se levantó y retiró las tazas saliendo al salón sentándose en un sofá, la seguí intentándome sentar a su lado.

SANDRA: Aquí no, siéntate en el otro.

Me senté delante en otro sofá confrontado.

SANDRA: Ahora que lo sabes todo, ¿cuándo te vas a ir?

YO: ¿Qué pasó en aquella cena con Isabel y Silvia?

SANDRA: Isabel y Silvia estaban muy enfadadas, yo no las entendía mucho porque ellas sabían perfectamente como vivías tú sin comprometerte, Isabel propuso que nos alejáramos de ti y si tú estabas interesado en alguna ya te preocuparías de encontrarla, a mi me daba igual porque ya tenía mis planes.

YO: Pero si cambiaste de teléfono era porque no te interesaba que te encontrara.

SANDRA: Claro, si mis planes habían salido bien y estaba embarazada no me interesaba que me encontraras para nada.

YO: Tuviste suerte, ¿y si no llegas a quedarte?

SANDRA: Pues te hubiera llamado para pasar otra semana contigo, así de fácil.

YO: ¡Que cabrona!

En ese momento entro Sandrita.

SANDRITA: Muy bien, ya veo que os estáis comportando como personas civilizadas.

SANDRA: Sí, hemos hablado un rato pero ya estaba a punto de irse.

Mi hija me miró y yo le hice un gesto con la cabeza negándolo.

SANDRITA: Venga ya, no lo vamos a invitar a comer por lo menos.

YO: Yo pensaba en comer, cenar, mañana desayunar y volver a comer y estar así durante un tiempo.

A Sandrita se le escapaba la risa.

SANDRA: Si hombre, ¿pero tú te has creído que esto es un hotel?

YO: Pienso pagarlo, no voy a estar de gorra.

SANDRA: Claro, tú con el dinero te piensas que ya lo solucionas todo.

YO: Si no me dejas pagarlo con cariño de alguna manera tendré que hacerlo.

SANDRA: ¿Con cariño?, que sinvergüenza eres tío.

Sandrita se descojonaba de risa.

SANDRA (mirando a su hija): ¿Y a ti que te parece tan gracioso?

SANDRITA (sin poder parar de reír): Que lleváis cinco minutos juntos y ya parecéis un matrimonio, que buena pareja que hacéis.

SANDRA: Nena por favor, ¿no pretenderás qué…?

SANDRITA: Hemos quedado con mis amigas de irnos de vacaciones una semana, os dejaré solitos a ver si en una semana os habéis matado o arreglado alguna cosa.

SANDRA: De eso nada, además, ¿donde vais a ir así de pronto?

Sandrita se encogió de hombros.

YO: A mi casa, está vacía, podéis aprovechar lo que hay en la nevera antes de que se eche a perder, tendréis piscina y la playa allí al lado, estaréis la mar de bien, os podemos acompañar tu madre y yo.

SANDRA: Y una mierda, ¿tú te crees que te vas a presentar aquí para descuadrarme toda mi vida?

SANDRITA: Mamá, ya sería hora que alguien te “descuadre” un poco ¿no te parece?

SANDRA: Tú cállate coño, ¿esa es la educación que te he dado?

Nos descojonábamos de risa, su hija y yo claro, ella estaba muy sería mirándonos a uno y al otro.

SANDRITA: Las llamo para decírselo y te digo algo.

Salió de casa con el teléfono en la oreja.

SANDRA: ¿Te crees que haciéndote el gracioso con tú hija te va a servir de algo?

YO: No lo sé Sandra, solo quiero que me des una oportunidad.

SANDRA: ¿Una oportunidad, para qué?

Le miré fijamente a los ojos.

SANDRA: De eso nada.

YO: Déjame probarlo por favor.

SANDRA: Pero tienes tú trabajo y tú vida…

YO: Ya he hablado con mis socios y están dispuestos a comprarme mi parte de la empresa, y mi vida está donde yo quiera hacerla, ahora es aquí, el lunes llevamos a las chicas a mi casa, comemos en el chiringuito y nos volvemos.

SANDRA: ¿De verdad te crees que me vas a organizar la vida?

YO: Por supuesto.

Entró Sandrita contenta.

YO: Llama otra vez a tus amigas, el lunes por la mañana os llevamos a mi casa tú madre y yo.

Pegó un salto de alegría y se abrazó a su madre dándole un beso, se acercó a mí y me dio dos en la cara, volviendo a desaparecer con el teléfono.

SANDRA: ¿Así te vas a ganar a tú hija?

YO: Y espero que a ti también.

SANDRA: ¡Anda y que te den!

Se metió en la cocina refunfuñando, me levanté y salí a que me tocara un poco el aire, Sandrita colgó el teléfono.

SANDRITA: Muchas gracias David por dejarnos tú casa.

YO: También es tuya Sandra, por cierto, ¿Cuántas chicas sois?

SANDRITA: Tres, son mis dos mejores amigas.

YO: Perfecto, podremos ir en un coche.

Me miró poniéndose seria.

SANDRITA: Ten un poco de paciencia con mi madre por favor, ha pasado mucho tiempo sola y le costara hacerse a la idea.

YO: Tengo todo el tiempo del mundo para estar con ella y contigo.

SANDRITA: Voy ayudar a mi madre a hacer la comida que está un poco mosqueada con todo esto.

La cara de Sandra en la mesa era para salir corriendo, miraba para todos lados menos a mí y no decía ni pio, Sandrita y yo intentábamos mantener alguna conversación pero se hacía difícil viendo la cara de su madre.

SANDRITA: Y tú David, ¿nunca has rehecho tú vida con otra mujer?

YO: Estuve casado, me separé y conocí a Sandra en el chiringuito, no he podido estar ligado a otra mujer nunca más.

SANDRA: Pero de follar a follado como un cabrón.

SANDRITA: ¡Mamá!, no te había oído hablar así nunca.

SANDRA: Es la verdad, ¿no quieres saberlo todo de tú padre?

YO: Estuvimos viviendo juntos todo el verano.

SANDRA (enfadada): Porqué a ti te convenía.

YO: ¿A mí, por qué?

SANDRA (más enfadada): Porque eras un palurdo que nos sabías hacer nada inútil.

SANDRITA: Si viviste con él todo un verano por algo sería.

SANDRA: Tú te callas.

YO: La niña tiene razón.

SANDRA: Es un egoísta que solo piensa en él.

YO: Después de ti no te digo que no, pero contigo no lo fui y lo sabes.

SANDRA: ¡Ja!, anda que no.

YO: Si me depilé entero por ti gritando como un cerdo del daño que me hicieron.

SANDRA: Porque te interesaba para que yo…, bueno eso.

SANDRITA: ¿Para qué tú qué, mamá?, quiero saberlo todo de vosotros.

SANDRA: Esto son cosas privadas nuestras.

YO: Es que tú madre me enseñó a…

SANDRA: David, no te atrevas a decirle nada a la niña.

Sandrita me miraba con los ojos abiertos para saber que era.

YO: A follar Sandrita, ella me enseñó a disfrutar de la vida, a tratar a una mujer.

SANDRITA: ¡No me jodas!

SANDRA: Niña habla bien ostia, y tú ya está bien ¿no?, ¿has venido a dejarme como una guarra delante de mi propia hija?

SANDRITA: Eso no es verdad mamá, te trata con respeto y es sincero, por fin puedo saber algo de vosotros y estoy encantada.

YO: Es la verdad Sandra, ya es mayor de edad y se merece saber las cosas como son.

SANDRA: ¿Quieres saber la verdad Sandra?, la verdad es que tú padre es un desgraciado que solo se ha aprovechado de las mujeres para que pasaran por su cama y después dejarlas tiradas.

YO: Si tú fuiste quien me enseñó que la libertad no se podía perder, el tiempo que estuvimos juntos siempre me lo remarcaste.

SANDRA: Lo ves como tú padre es muy tonto nena.

YO: ¿Pero que he dicho?

SANDRITA: Estaba enamorada de ti David.

YO: Y yo de ella.

SANDRA: Y una mierda, tú no has querido a nadie en tú puta vida.

Me quedé en silencio mirándolas a las dos.

YO: Os quiero a vosotras.

SANDRA: Y una mierda.

SANDRITA: Mamá por favor, ¿no le vas a dar una oportunidad para demostrarlo?

SANDRA: No, no quiero dársela, quiero que volvamos a nuestra vida normal de siempre y que se vaya.

SANDRITA: Venga va, te has pasado la vida deseando tenerlo delante de ti como lo tienes ahora y vas a desaprovechar la ocasión.

SANDRA: ¿Y tú que sabes lo que yo deseaba o no deseaba?

SANDRITA: ¿Como no lo voy a saber?, yo sé que has tenido oportunidad de conocer a otros hombres, y algunos bastante atractivos, ¿y qué pasó?, nada, absolutamente nada, por no hablar de las veces que decías el nombre de David en sueños.

YO: ¡Sandra!, ¿soñabas conmigo?

SANDRA: Yo, para nada.

Sandrita movía la cabeza confirmándolo sonriendo, Sandra se levantó de la mesa cogiendo su plato y cubiertos.

SANDRA: Cuando acabéis dejarlo todo en la cocina, yo me voy a descansar.

Me levanté también llevando el plato a la cocina para hablar con Sandra.

YO: Déjame descansar contigo por favor.

SANDRA: Como te acerques a mi te mato y te entierro en el patio trasero.

En ese momento entraba nuestra hija riendo.

SANDRITA: Yo me voy a dar una vuelta, nos vemos esta noche.

SANDRA: ¿Otra vez nos vas a dejar solos ostia?

SANDRITA: A ver si te pega un buen polvo y te quita las tonterías mamá que te hace falta.

SANDRA (gritando): ¡Sandra!, a mi no me hables así por muy mayor que seas.

Sandrita ya estaba saliendo por la puerta muriéndose de risa.

YO: Yo creo que la niña tiene razón.

SANDRA: Y a ti ya te he enviado unas cuantas veces a la mierda y tampoco me haces caso coño.

Se metió en su habitación dando un portazo y yo me estiré en el sofá.

Al rato salió quedándose de pie a mi lado mirándome fijamente.

YO: ¿Te pasa algo Sandra?

SANDRA: ¿Si me follas te iras de una puta vez de mi casa?

Me senté sorprendido por el ofrecimiento mirándole a los ojos.

YO: No Sandra, de esta manera no.

SANDRA: Vamos tío, has venido a eso ¿no?, para follar conmigo como animales.

YO: No.

SANDRA: Lo ves, ya no quieres ni tocarme y yo me tengo que creer todas las tonterías que me estás diciendo.

YO: Si quiero follarte, lo estoy deseando pero no de est…

SANDRA: ¡Ah!, entonces es verdad que solo quieres follarme.

Me puse de pie a su lado de lo nervioso que me estaba poniendo la mujer de Dios.

YO (levantando la voz): Sandra por favor que me estás volviendo loco coño, quiero estar contigo como pareja, quererte, cuidarte, follarte y lo que haga falta, pero solo si tú sientes algo por mí.

Le miré fijamente aquellos ojos verdes preciosos.

YO: Dime que no sientes nada por mí, dime que no me quieres, que nunca me vas a querer, dímelo mirándome a los ojos con sinceridad y me voy ahora mismo dejándote tranquila para siempre.

Abrió la boca un poco como para empezar a hablar y se le humedecieron los ojos cayéndole las lágrimas por la cara, me acerqué a ella y apoyó su cabeza y sus manos en mi pecho llorando desconsolada, le pasé las manos por la espalda dejando caer mi cabeza encima de la suya oliéndole el pelo, la hubiera estrujado contra mi cuerpo diciéndole lo que la deseaba pero no me atreví, aquel era un primer paso de acercamiento y quería tener paciencia.

YO: Por favor Sandra, dame un poquito de tiempo para demostrarte mis sentimientos, si sigues pensando igual me iré a casa y no te molestaré más.

Ella seguía llorando agarrándome la camiseta con sus manos apretando los puños, yo le acariciaba el pelo suavemente intentando consolarla.