Cambio de vida (20)

Al día siguiente me ayudó como cada día con mis ejercicios...

Al día siguiente me ayudó como cada día con mis ejercicios, cuando acabamos me dijo que quería hablar conmigo, pensé que me iba a pedir para salir aquella noche.

SONIA: Me gustaría que hicieras algo si no te importa.

YO: Tú dirás.

SONIA: Me gustaría que salieras algún día con mi amiga Berta.

YO: Berta, ¿quién es Berta?

SONIA: La propietaria del restaurante que fuimos el primer día, he hablado con ella esta mañana y le he dicho que salir contigo sería una buena idea, ella tuvo una mala experiencia con una pareja y lleva mucho tiempo sin salir con ningún hombre, creo que si saliera contigo se animaría a conocer más gente.

YO: Bueno, no sé, ¿a ti te parece buena idea?

SONIA: Lo hago por ella, es muy buena mujer y se merece una alegría.

YO: Una alegría.

SONIA: No te hagas el tonto, ya sabes a que me refiero, pero por favor hazlo con tú parte más tierna y romántica, la trataron muy mal y tiene muy mal recuerdo de los hombres.

YO: Vale, ya quedaremos algún día.

SONIA: Mañana mismo, ya lo he confirmado con ella.

YO: Coño, ¿que eres mi representante para salidas con chicas?

SONIA: Sal con ella y el fin de semana vamos a donde quieras.

YO: Ostia, ¿ahora me haces chantaje?

SONIA: No es chantaje, si sales con ella me voy de fin de semana contigo, si no sales, te buscas a otra, es así de sencillo, tú decides.

YO: A qué hora es mañana.

SONIA: Así me gusta campeón, vamos a tomar algo después y lo hablamos.

YO: ¿Y ahora me obligas a tomar algo contigo?

Se dio la vuelta sacando un poco el culo para marcarlo bien con las mallas, se giró con una mano en la cintura para que viera bien el tipazo que tenía.

SONIA: Yo no te obligo, tú sabrás que es lo que te conviene.

YO: Yo seré un cabroncete pero tú un poco de hija de putilla también lo eres guapa.

Me guiñó un ojo sonriendo y se fue.

Fuimos a tomar algo al restaurante de Berta para que quedara con ella directamente, al día siguiente lo tenía libre y un poco nerviosa me dijo que cualquier hora le iría bien, quedamos a las seis de la tarde para que no fuera demasiado tarde, cuando salimos de allí acompañé a Sonia a su coche besándonos.

YO: ¿Vamos a tú casa?

SONIA: No, reserva fuerzas para mañana que la tienes que dejar bien contenta a mi amiga.

Quedamos en una cafetería para merendar con Berta, cuando entré cinco minutos antes de la hora ella ya estaba sentada en una mesa, me miró y se le pusieron coloradas las mejillas, le saludé con dos besos y tenía la cara ardiendo.

BERTA: Perdóname David, estoy muy nerviosa.

YO: No tienes porque, ¿o es qué no querías verte conmigo?, si no te gusto como compañía dímelo con confianza y lo dejamos estar.

BERTA: No, no David, no es eso, es que hace mucho que no tengo una cita con un hombre y me he puesto nerviosa.

Puse una mano encima de la suya tranquilizándola.

YO: Tranquila, podemos hablar un rato y tú decides que hacemos vale.

BERTA: Sabes que pasa, que mi última relación con un hombre no fue precisamente placentera.

Estaba a punto de ponerse a llorar.

YO: Hey, hey, no pasa nada, has tenido una mala experiencia y ya esta pasada, a todos nos pasan cosas desagradables y por suerte también agradables, mejor quedarse con las buenas que con las malas ¿no?

BERTA: Sí, sí, claro, es qué, verás, la verdad es que estoy nerviosa por lo que pueda pasar luego.

YO: Pasará lo que tú quieras que pase, dime una cosa, ¿cómo es que has acabado teniendo un restaurante?

Intente distraerla y me salió bien, me empezó a hablar de cómo se formó trabajando de pinche de muy jovencita en un restaurante, como poco a poco pudo cumplir su sueño de tener el suyo propio del que estaba muy orgullosa, le cambió la cara y se le veía más alegre hablando de cosas que le apasionaban.

BERTA: ¿Qué tipo de comidas te gustan a ti?

YO: Soy muy de platos de costa, la paella, fideuá, pescado y cosas así.

BERTA: Yo te puedo hacer la mejor paella o fideuá que habrás comido en tú vida.

YO: Vale, te cojo la palabra, nos queda pendiente esa paella haber si es verdad lo que dices.

Por primera vez me miró a los ojos manteniendo la mirada sin apartarla.

BERTA: Te vas a chupar los dedos.

Acerqué la silla a su lado cogiéndole la barbilla.

BERTA: Hay David.

Le besé los labios rozándolos con los míos, me miró con los ojos muy abiertos, me puso una mano en la cara y me devolvió el beso abriendo un poco los suyos.

YO: ¿Dónde te gustaría ir después?

Se puso nerviosa otra vez apartando la mirada.

BERTA: No sé, a mi casa por ejemplo.

YO: Tú casa estaría perfecto.

BERTA: Hay David, no sé si estoy preparada para esto.

YO: ¿Preparada para qué?

Se le notaba más nerviosa mirándome intranquila a los ojos.

BERTA: Pues, para lo que pueda pasar en mi casa.

YO: Berta, tranquila, no pasara nada que tú no quieras que pase.

Le cogí la mano y ella me la apretó.

BERTA: Vale, vámonos ya por favor.

Entramos en un bonito piso de uno de los barrios nuevos de la ciudad cogidos de la mano y nos sentamos en el sofá.

BERTA: ¿Quieres tomar algo?

YO: No sé, que tomas tú normalmente.

BERTA: Ahora me tomaría un licor de hierbas que tengo muy bueno, ¿quieres uno?

Trajo la botella con dos vasitos que sacó del congelador, nos tomamos un par casi de golpe antes de que ella se lanzara un poco, me besó en los labios un par de veces de manera rápida y sin aguantar los labios juntos demasiado tiempo.

BERTA: Siento hacerte perder el tiempo David, ya ves que no soy muy lanzada.

YO: No me haces perder el tiempo mujer, me gusta hablar contigo, además me has prometido una buena paella que ya estoy deseando de probar.

Se reía a carcajadas acariciándome la cara.

BERTA: Ya sabes que no me refiero a eso.

YO: ¿Quieres que juguemos a una cosa?

BERTA: Hay David, ¿a ver que me propones?

YO: Yo me quedo de pie en silencio y sin moverme y tú haces conmigo lo que quieras, como si fuera una especie de muñeco de carne y huesos.

Se quedó pensando un momento llenando de nuevo los vasitos, me pasó uno para volver a beber.

BERTA: ¿Y puedo hacer lo que quiera?

YO: Puedes hacer lo que te apetezca hacer conmigo, solo te pido que no me hagas daño, si lo que te apetece es cortarme a trocitos y tirarme a un contenedor de basuras mejor me lo dices y me voy a casa.

Volvió a reír con ganas mirándome a los ojos.

BERTA: ¿Y tú no vas a hacer nada, ni vas a hablar?

YO: Obedeceré todo lo que me digas sin rechistar, ¿jugamos?

Se acercó más a mí y me besó un buen rato metiéndome la lengua tímidamente en la boca, nos besamos sin que yo moviera nada de mi cuerpo.

YO: Ves, me has querido besar y yo no me he movido para nada, tú mandas.

BERTA: Vale, ponte de pie.

Lo hice y ella también se levantó dando vueltas muy despacio a mí alrededor mirándome, se quedó parada en mi espalda tocándome los hombros bajando poco a poco por la espalda hasta parar la manos justo encima del culo dudando, las bajó nerviosa y me cogió las nalgas apretándolas escapándosele la risa, se puso delante de mí mirándome riendo, me cogió las manos colocándoselas en su espalda pasando sus brazos alrededor de mi cuello pidiéndome que la besara, nos besamos y como vio que no movía las manos separó los labios.

BERTA: Acaríciame la espalda por favor.

Nos volvimos a besar moviendo las palmas de las manos por su espalda, ella fue apretando su cuerpo al mío cada vez más, se separó y empezó a desabrocharme la camisa hasta quitármela, puso su mano en mi pecho acariciándomelo.

BERTA: ¿Te depilas?

Se lo confirmé con la cabeza, ella miró para abajo a mi entrepierna.

BERTA: ¿Todo?

Se lo volví a confirmar con una sonrisa, sus dedos empezaron a desabrocharme la hebilla del cinturón y me bajó la cremallera, se llenó el vaso otra vez de licor pegándose otro lingotazo, me soltó el botón y dejó caer los pantalones hasta los tobillos, se agachó y me quitó los zapatos y los calcetines pudiendo sacar el pantalón dejándolo a un lado, fijó la vista en el bulto que hacía mi polla de lado medio empalmada dentro de los bóxer, se veía perfectamente el tamaño y el grosor.

BERTA: Hay David.

Fue subiendo una mano por el muslo acercándose a mi polla, la paró justo al lado mirándome un poco ruborizada, encontrándose con mi sonrisa y un pequeño movimiento de cabeza de arriba abajo dándole confianza, la puso suavemente encima acariciándola de punta a punta para seguidamente agarrarla bien agarrada cerrando los ojos dejando ir un suspiro, cuando abrió los ojos le había cambiado la cara, de estar cortada por la situación a una de excitada mordiéndose el labio inferior, se arrodilló y me bajó el bóxer mirando como mi polla se movía quedando apuntándole a la cara, me la agarró comprobando el grosor con su mano y me la empezó a menear despacio, fijándose como se apartaba la piel del glande y acababa de crecer a su tamaño toda tiesa, con la otra mano fue palpándome los huevos levantándome la picha para enterarse bien estirando un dedo para tocarme el culo, se puso de pie sin soltármela.

BERTA: Acabo de aprender más anatomía masculina de la que he sabido en toda mi vida, ahora te toca a ti, haz lo que quieras conmigo.

YO: No me pidas eso por favor, sigue tú como quieras.

BERTA: Quiero que me hagas lo que quieras.

YO: ¿Lo que quiera?

BERTA: Lo que quieras sin cortarme en trocitos.

Se reía por devolverme el chiste.

YO: Si lo hago acabaré perdiendo los papeles con ese cuerpo tan bonito que tienes y no respondo de mi mismo.

BERTA: Eso es lo que quiero, quiero abandonarme contigo y disfrutar.

La besé cogiéndole el culo con las dos manos amasándoselo, me miró con los ojos encendidos, le quité la blusa y los pantalones con el resto de piezas dejándola en sujetador y bragas de color blanco, le levanté una mano para que diera una vuelta sobre sí misma como si estuviéramos bailando para verla por todos lados.

YO: Que cuerpazo tienes Berta.

BERTA: Hay David sigue por favor.

La giré de espaldas y le desabroché el sujetador dejándolo caer, le besé el cuello acariciándole las tetas suavemente por los lados y los pezones dejándoselos duros, suspiró cerrando los ojos mientras le chupaba y besaba el cuello haciéndole levantar la cabeza, con los dedos de cada mano le frotaba los pezones, suspiró varias veces y le fui bajando poco a poco una mano por la barriga, hasta llegar al inicio de las bragas parando acariciando la zona, su respiración aumento en velocidad y sus suspiros en volumen, desde atrás le giré la cara para poder besarle los labios metiendo la punta de los dedos dentro de las bragas rozándole el vello púbico, resopló dentro de mi boca y metí toda la mano dentro de las bragas agarrándole el coño, apoyando dos dedos en el agujero de la vagina que estaba totalmente empapado, soltó un buen gemido, fui moviendo la mano y los dedos despacio haciéndole una paja a la vez que con la otra mano seguía acariciándole un pezón, la tenía cada vez más excitada, separé las manos de su cuerpo y la giré volviéndola a besar, me arrodillé cogiéndole las bragas bajándoselas muy lentamente hasta los tobillos abriéndolas para que ella pudiera sacar un pie y después el otro, le separé los pies para dejarle las piernas lo suficientemente abiertas para poder lamerle los muslos, subiendo hasta su chumino empapado metiéndole la lengua en la rajita, me cogió la cabeza con fuerza dando un grito de placer, se lo comí un rato sin intención de hacer que se corriera todavía, me levanté con la boca mojada, me miró sonriendo y me paso la mano con cariño para limpiármela besándome.

YO: Arrodíllate por favor.

Se arrodilló mirando como tenía la polla sujeta con mi mano apuntando a su boca, estaba a punto de decir algo y lo dije con ella a coro.

LOS DOS: Hay David.

Se rió tapándose la boca con la mano, le acerqué un poco más la picha a su boca, quitó la mano abriendo un poco la boca esperando que yo hiciera el siguiente movimiento, le metí la punta entre los labios, sacó un poco la lengua pasándola por la punta como probando el sabor, la introduje un poco más, la apretó dentro de su boca cerrando los labios dándome un latigazo de gusto, le sujeté la cabeza y la metí un poco más para ver hasta dónde podía llegar sorprendiéndome ella bajando la cabeza y de un tirón metérsela entera succionando haciéndome temblar las piernas, la sacó y metió varias veces seguidas que casi consigue hacerme correr antes de tiempo, que boquita que tenía la mujer de Dios y que bien la movía, la levanté del suelo a peso sentándome en el sofá con ella encima, con una rodilla a cada lado de mis caderas apuntándole la polla a su coño, se paró un momento mirándome.

BERTA: ¿La vas a meter sin condón?

YO: ¿Te puedes quedar embarazada?

BERTA: Tomo pastillas para regularizar la regla, lo digo por ti.

YO: ¿Tú confías en mí?

BERTA: Totalmente.

Se la metí de golpe hasta el fondo gritando los dos, abrió mucho los ojos y empezó a moverse encima de mi cabalgándome a una buena velocidad gritando cada vez más fuerte, cuando estaba a punto bajó una mano frotándose el clítoris alcanzando un orgasmo que la dejó con la boca abierta y los ojos en blanco sin dejar de moverse suavemente.

BERTA: Joder que bueno.

YO: Sigue, sigue, no pares por favor.

Fue siguiendo el ritmo suave un rato y volvió a aumentarlo poco a poco hasta volver a corrernos los dos llenándole el coño de semen, apoyó su cabeza en mi pecho.

BERTA: Muchas gracias David, me lo has hecho pasar tan bien, ¿volverás a salir conmigo?

YO: No me des las gracias, yo también lo he disfrutado, saldremos si no me pides que me case contigo.

Se descojonó de risa y nos quedamos un rato en el sofá abrazados.

Llegué a casa y me estiré en la cama, no habían pasado diez minutos que me llegó un mensaje.

SONIA: “He hablado con Berta y está muy contenta, sabía que no me fallarías, mañana hablamos del fin de semana. Un beso”

YO: “Mañana hablamos entrenadora, buenas noches”

Empezó una nueva rueda, Berta me presentó a otra amiga con la que empecé a salir algunas veces y mi vida continuó como a mí me gustaba, me cogí un día de fiesta entre semana para pasarlo con Berta y que pudiera hacer la paella en mi casa, ella se fue soltando con el tiempo y llegamos a tener noches y días muy buenos hasta que conoció a un hombre con quien parecía que podía rehacer su vida. Con Sonia duró un poco más de tiempo pero también nos acabamos alejando cuando encontró una pareja estable. Yo seguía conociendo algunas otras chicas e iba manteniendo algunas salidas, no sé si sería por la edad pero cada vez tenía menos ganas de salir y más de estar en casa, así que se reducía el número de mujeres con las que mantenía un lio.

El trabajo seguía como siempre y la relación con Pilar y su pareja fue pasando de sexual a amistad, fui el padrino de su boda y de vez en cuando cenábamos en su casa explicándoles cosas de mi vida, eran los amigos más cercanos que tenía, les ayudé a montar un pequeño negocio con el que podían vivir tranquilamente, Pilar dejó de ser mi secretaría para seguir siendo mi amiga confidente.

Entre pitos y flautas fue pasando el tiempo, mucho tiempo, una tarde de un sábado estaba solo en casa tomándome una copa en la terraza de la piscina, hacía calor y el verano estaba a punto de empezar de nuevo trayendo a los turistas, me vino a la cabeza la nostalgia del pasado, de mis inicios cuando me separé, que sería después de tantos años de Sandra, Silvia o Isabel mi ex, de las que tras aquellos últimos días no supe nunca más nada y lo sentía tanto, de las demás chicas tenía noticias, incluso con alguna mantenía la amistad, pero tenía una espinita clavada de no haber sabido gestionar en su momento la relación con ellas y haberles perdido la pista, los pensamientos de aquella tarde fueron el presagio de los acontecimientos que pasaron en mi vida unos pocos días más tarde.

Era pleno verano y había bajado a la playa una tarde para bañarme, tomar el sol y comer algo en el chiringuito que hacía tiempo que lo llevaba una familia, José se retiró y se fue a vivir a otra localidad. Volví a casa, me duché y me puse cómodo para pasar la tarde noche empezando a leer un libro que me habían recomendado, en eso estaba estirado en el sofá cuando llamaron al timbre de casa, abrí la puerta con el libro en la mano y me dio un vuelco el corazón que casi me da un infarto y me quedo tieso allí mismo, el libro cayó al suelo y yo me quedé con la boca y los ojos abiertos.