Cambio de vida (17)

El viernes por la mañana Sandra...

El viernes por la mañana Sandra me confirmó que tenía billete de tren para llegar sobre la una del medio día el jueves siguiente y vuelta para el lunes a primera hora, cambié toda la semana para poder estar con ella, como ese fin de semana lo pasaba con Isabel el lunes quedé con Silvia, el martes con Isabel y el miércoles con Silvia otra vez.

YO: Pilar, ¿puedes venir un momento por favor?

La vi venir caminando con una camisa que se había puesto ese día, con tres botones abiertos que enseñaba un poco el sujetador y todo el canalillo de las tetas, a conjunto con una mini falda de infarto.

YO: Joder Pilar, cuando te vistes así es difícil concentrarse en el trabajo coño.

Dio la vuelta y apoyó el culo en la mesa justo a mi lado con un pie plano en el suelo y el otro levantado dejándome ver la puntita de las bragas, aquella mujer me tenía caliente todo el día.

YO: Que la semana que viene el miércoles no vamos a poder cenar juntos, se me aprieta la semana y lo necesito.

PILAR: Se le aprieta para “socializar”, ¿no?

Se lo confirmé con la cabeza levantando las cejas.

PILAR: Hay jefe, sabe que esto se va a acabar como el rosario de la Aurora, ¿verdad?

YO: Venga Pilar, ¿qué me estás explicando ahora de rosarios mujer?

PILAR: Nada, que el próximo miércoles me tendrá que compensar.

YO: Te compenso lo que quieras no te preocupes.

PILAR: Vale, pues empiece por aquí.

Me cogió una mano y se la puso en su muslo separando las piernas dejándome ver ahora si las bragas del todo, apreté la mano subiéndola y le cogí el coño por encima de las bragas, cerró los ojos dejando ir el aire, se lo estuve sobando un ratito hasta notar que se las estaba mojando, se las bajé lo justo para poder meterle la mano dentro y hacerle una paja con dos dedos encima del agujerito y el resto de la palma de la mano frotándole el clítoris en círculos, empezó a gemir apoyando una mano en mi hombro, le iba aumentando la velocidad y la fuerza con la mano haciéndola gemir más seguido, cuando vi que le empezaban a temblar las piernas le metí dos dedos dentro moviéndolos también en círculos, pasó su mano de mi hombro a bajarme la cremallera del pantalón sacándome la polla que la tenía tiesa pajeándome, a los pocos segundos se empezó a correr intentando ahogar los gritos, se quedó recuperándose apoyada con el culo y las dos manos en la mesa para mantener el equilibrio, yo me guardé la polla cerrando la cremallera y le subí las bragas poniéndoselas bien.

PILAR: Jefe, ¿no quiere que le baje esa polla que se le ha quedado?

YO: No se preocupe Pilar, será mejor que guarde fuerzas para los próximos días.

Me levanté a lavarme las manos y cuando regresé ella estaba en su puesto de trabajo como si nada.

Al medio día salí directamente para casa con la idea de comer y descansar un rato antes de que llegara Isabel, estaba de camino y me llamó.

ISABEL: ¿Dónde estás David?

YO: Circulando para llegar a casa.

ISABEL: Yo estoy saliendo del trabajo y vengo directamente.

YO: Pues quedamos en el restaurante del paseo y comemos.

Me estaba tomando una cerveza que llegó ella, comimos y nos fuimos a casa, nos cambiamos para estar más cómodos y nos estiramos en el sofá en nuestra posición, yo estirado en el interior y ella a mi lado, esta vez no me dio la espalda, me pasó un brazo por debajo del cuello abrazándome y con la otra mano me acariciaba la cara, yo le pasaba el mío por la cintura tocándole suavemente la parte baja de la espalda.

YO: Me iría bien dormir un poco.

ISABEL: Duerme cariño, yo vigilaré tu sueño.

Me dio un beso tierno en los labios y apoyo mi cabeza encima de sus tetas, me quedé dormido un rato, cuando abrí los ojos estábamos en la misma posición, acomodé mi cara en medio de aquella dos tetas respirando profundamente empapándome de su olor haciendo que se le escapara una risilla.

ISABEL: ¿Has dormido bien mi amor?

Levanté un momento la cabeza mirándole a los ojos.

YO: ¿Sigo siendo tú amor con el daño que te he hecho?

ISABEL: Siempre lo has sido y siempre lo serás, lo siento.

Me volví a perder en medio de sus tetas abrazándonos, pasamos la tarde descansando, escuchando música y tomando alguna copa, cenamos algo ligero y nos fuimos a la habitación, me desnudé y me metí en la cama.

ISABEL: Yo me voy a poner el pijama.

Se metió en el cuarto de baño.

YO (levantando la voz): Isabel ya sabes que está prohibido meterse en mi cama vestida.

Miré el teléfono por si tenía algún mensaje de última hora y escuché una voz.

ISABEL (voz de pena): Este pijamita también está prohibido.

La miré y la cabrona llevaba puesta una combinación de un tanga tan pequeño que se le metía por la raja del chichi dejándolo adivinar todo, y un sujetador que le tapaba justo los pezones saliéndole las tetas por todos lados, de color blanco y unas rayitas que hacían que pareciera los colores típicos de los pijamas, la sabana que tapaba mi polla se levantó al momento.

ISABEL: Huy, pues parece que te ha gustado este pijama.

Apoyó una mano en la cama agachándose para cogerme la polla por encima de la sabana, cayéndole aquellas grandes tetas delante de mi cara, no pudiendo evitar cogerle una con una mano apretándosela con suavidad, apartó de un tirón la sabana sentándose encima de mí cipote, me incorporé para besarla separándole la tira que le tapaba los pezones acariciándolos poniéndolos duros y metiéndome uno en la boca, ella me abrazaba la cabeza sujetándola contra sus tetas, moviendo suavemente las caderas frotándose con mi polla tiesa, jugaba con sus pezones haciéndola gemir.

ISABEL: No puedo más cariño.

Se apartó con una mano el tanga a un lado y levantándome la polla se la metió lentamente hasta el final soltando el aire de sus pulmones empujándome por el pecho dejándome estirado, apoyó sus manos en mis pectorales y empezó a mover las caderas lentamente en círculos y adelante y atrás, gimiendo con más fuerza, yo me estaba empezando a poner en situación y ella se corrió sorprendiéndome de lo pronto que lo hizo, apoyó sus tetas encima de mi cuerpo tocándome la cara.

YO: Me parece que estos días no te has hecho ninguna paja.

Me dio un golpecito en la cabeza.

ISABEL (riendo): No seas guarro, a ti que te importa lo que me hago y lo que no.

YO: Es que me encanta ver cómo te lo haces.

ISABEL: Para ya anda, y contigo que hacemos, porque por aquí abajo noto algo que todavía está muy duro.

Me levanté saliéndome de la cama cogiéndola por la cintura colocándola a cuatro patas.

ISABEL: Hay, hay.

YO: ¿Te pasa algo con esta postura?

ISABEL: Que me gusta mucho, puede que demasiado.

En ese momento se la estaba metiendo despacio hasta el fondo, pegó un gritito.

ISABEL: Despacio por favor.

Empecé despacio pero poco a poco me iba calentando acelerando y metiéndosela más fuerte, ella gritaba aumentando el volumen.

ISABEL: No tan rápido David, por favor, que me gusta demasiado.

Yo pensaba, ¿cómo que más despacio si le está gustando y cada vez está más cachonda?, no le hice ni caso acelerando más, sonaban los golpes contra su culo de forma continuada y a ritmo, no paraba de gritar moviendo la cabeza.

ISABEL: Si sigues me voy a correr, no tan rápido o me corro, por favor.

Creí que estaba perdiendo la cabeza, estaba a punto de correrse y me pedía que bajara el ritmo, así que se lo aumenté a todo lo que me daban las caderas de fuerte.

ISABEL: Eres un cabrón y me voy a correr, me corro.

A mí que me hablaran en esos momentos diciéndome cosas de esas me ponía muy caliente, me fue subiendo el gusto por el cuerpo notando que la iba a seguir en la corrida, pegó un grito fuerte corriéndose moviendo el culo, yo le empecé a llenar el coño de semen y en medio del orgasmo se empezó a mear con unos buenos chorros sobre mis piernas, cuando acabó de gritar dejó caer la cabeza sobre la cama mirándome.

ISABEL: Lo ves porqué quería que fueras más despacio.

YO (sorprendido): ¿Isabel?, ¿te has meado?

Se sentó en la cama mirándome fijamente.

ISABEL: ¿Cómo coño puedes follar también y conocernos tan poco a las mujeres?

YO: ¿Perdona?

ISABEL (imitándome): ¿Perdona?, ¿perdona?

YO: Tampoco hace falta que te cachond…

ISABEL: Que me he corrido joder, cuando me corro a gusto pasa esto tonto, porque te crees que se le llama así.

YO: Isabel no entiendo nada.

Puso cara de paciencia, acercó un dedo a mi pierna cogiendo una muestra de lo que pensaba yo que eran meados.

ISABEL: Míralo bien, ¿qué color tiene?

YO: Transparente.

Me lo acercó más a la cara para que lo viera de cerca.

ISABEL: Y por la densidad que tiene te parece pipi.

YO: No.

Me acercó el dedo a la nariz.

ISABEL: ¿Huele a pipi?

YO: No

Me lo puso delante de los labios.

ISABEL: Pruébalo.

YO: ¿Pero qué dices?

ISABEL: Que lo hagas coño.

Acerqué un poco los labios a su dedo y ella me lo metió en la boca de golpe riendo.

ISABEL: ¿A qué sabe?

YO: No sé, tiene un gusto raro para mí.

ISABEL: ¿Pero sabe a pipi?

YO: Creo que no.

ISABEL: Pues has tenido suerte porque a veces sí que sabe.

Empezó a morirse de risa, y yo que soy un burro descubrí que hay mujeres que se pueden correr de esa manera, y encima era la mujer con la que había estado casado más de doce años.

YO: Lo siento, haber estado casados tanto tiempo y no saber estas cosas tuyas me pone muy triste.

Me abrazó estirándome a su lado y me miró a los ojos acariciándome la cara.

ISABEL: También es culpa mía David, yo lo sabía y no quería que tú te enterases porque me daba vergüenza, por eso evitaba follar contigo, fui tan idiota pensando que tú serías feliz a mi lado sin sexo.

Nos abrazamos un buen rato antes de ducharnos y cambiar la ropa de la cama para dormir; acabamos pasando otro gran fin de semana con Isabel.

El lunes empezó una nueva semana con la “agenda” muy completa, pero mi ilusión era que llegara el jueves para volver a ver a Sandra, según me confirmó a la una del medio día estaba en la estación para recibirla con un ramo de flores que le compré de bienvenida, llegó el tren empezando a bajar gente que pasaba por mi lado, mis ojos iban locos mirando a todo el mundo sin verla, cuando ya quedaba muy poca gente vi que de una puerta del tren salía un brazo que bajaba una maleta de estas con ruedas apoyándola en el andén, detrás bajaba una chica que empezó a caminar arrastrando la maleta en mi dirección, llevaba un tejano y una camisa blanca con un abrigo ceñido en la cintura por un cinturón, una media melena bastante más rubia de lo que recordaba recogida hacía atrás por unas gafas de sol que llevaba en la cabeza como si fuera una diadema, caminé en su dirección y al verme me ofreció aquella sonrisa tan bonita que tanto me atrajo la atención cuando la conocí, fuimos acelerando el paso y cuando llegamos uno delante del otro nos quedamos parados mirándonos a los ojos sin saber muy bien qué hacer, le entregué el ramo de flores nervioso, ella dejó la maleta para cogerlo.

SANDRA: ¿Me has traído flores como a las actrices cuando las reciben?

YO: Tú eres más importante que cualquier actriz.

Se nos notaba a los dos nerviosos del reencuentro, abrí despacio los brazos pidiéndole un abrazo, abrió los suyos con el ramo en una mano y nos abrazamos suavemente sin apretarnos, pero lo suficiente para volver a oler su piel y su pelo, estuvimos un rato no encontrando el momento para soltarnos, finalmente lo hicimos lentamente pasándonos un dedo por los ojos disimuladamente para evitar llorar, le cogí la maleta y salimos de allí hablando de cómo le había ido el viaje, en el coche camino de casa ella hacía una cara entre alegre y preocupada.

YO: Sandra, ¿estás bien?, ¿te preocupa alguna cosa?

Me miró sería.

SANDRA: Somos amigos, ¿verdad?

YO: Para mí eres más que una amiga, lo que vivimos en verano fue lo más importante que me había pasado en mi vida.

SANDRA: Un poco a eso me refiero David, ha pasado tiempo y lo que vivimos en verano se acabó con el verano, ahora la situación es diferente.

YO: ¿Tienes novio, alguien ha conseguido que seas su pareja?

SANDRA: No me refiero a eso, sigo soltera y sin compromiso, pero…

YO: ¿Pero?, Sandra guapa te pareces a mí cuando nos conocimos que dudaba de todo.

SANDRA: Que me hizo daño separarme de ti coño, por eso he tardado tanto a volver a verte y no querría volver a separarme de ti el lunes con el nudo en el estomago que me fui la última vez.

YO: Muy bien, ¿y qué quieres hacer?

SANDRA: Pues eso, pasar unos días como amigos sin pasar la línea y despedirnos como amigos.

YO: Si tú lo quieres así, por mi perfecto, yo con volver a verte ya estoy más que contento, ¿supongo que no has comido?

Me pasó la mano por la cabeza tocándome el pelo.

SANDRA: Sigues siendo aquel hombre bueno y afable, no, no he comido, ¿tienes pensado algo?

YO: Llevarte a uno de los restaurantes que nos gustaban.

SANDRA: Me parece genial.

Apartó su mano de mi pelo, nos miramos a los ojos sonriendo y seguimos camino, durante la comida ella me estuvo explicando en lo que trabajaba y cosas de su familia sin parar de hablar, yo movía la cabeza como si la estuviera escuchando pero solo hacía que mirarle a los ojos pensando en imágenes del verano, cuando nos conocimos, la primera salida nocturna, en mi casa, en el chiringuito, siempre con aquella sonrisa, como nos habíamos unido echándola tanto de menos cuando se fue. Llegamos a casa, la acompañé a una de las habitaciones vacías para que se instalara.

YO: ¿Cuando te instales y te cambies, nos vemos fuera para hacer una copita y celebrar el reencuentro?

SANDRA: Si no te importa preferiría descansar un poco del viaje y más tarde hacemos esa copa que dices.

YO: De acuerdo, como tú quieras, si necesitas algo estaré estirado un rato en mi habitación.

Caminé hasta la puerta y me giré mirándola.

YO: Me alegro mucho de volver a verte Sandra, te he echado mucho de menos.

Ella me miró forzando una sonrisilla moviendo la cabeza arriba y abajo, cerré la puerta de su habitación y me fui a la mía a cambiarme y estirarme un rato, pensé que Sandra no hacía pinta de estar muy contenta, tal vez estaba cansada del viaje o se había arrepentido de venir a verme que era lo que en esos momentos más números tenía.

Pasó una media hora, yo estaba en la cama boca arriba medio dormido, oí unos pasos, abrí un poco un ojillo viendo como Sandra que iba con una camiseta se acostaba a mi lado, poniéndome la cabeza en el hombro pasándome un brazo por encima del pecho, yo le pasé una mano por su espalda acariciándosela.

SANDRA: Sabía que si venía a verte no podría aguantarme las ganas, y ahora no te hagas el tonto preguntándome las ganas de qué.

Le besé en la cabeza apretándola contra mi cuerpo, ella se acurrucó pasándome la mano por debajo de la camiseta acariciándome el pecho.

SANDRA: Sigues depiladito.

No le contesté, levantó la cabeza para mirarme a los ojos, le cogí la barbilla acariciándole la cara y despacio fui acercando mis labios a los suyos, cuando estaban a punto de tocarse ella cerró los ojos, los rozamos, una, dos, tres veces y poco a poco los fuimos juntado más abriendo un poco la boca para poder sentirlos en medio de los míos, pasando a sacar un poco la lengua para que se tocaran suavemente, ella se movió un poco y yo me incorporé metiéndole la lengua dentro de su boca buscando la suya que me la ofreció dejando ir un suspiro, me acabé de girar estirándome encima de su cuerpo, abrió las piernas para que pudiera acomodarme sin dejar de besarnos, le acariciaba la carita mientras ella me apretaba con sus manos la espalda, separamos los labios mirándonos a los ojos sin decir nada, me estiró de la camiseta quitándomela, yo pasé las manos por debajo de la suya ayudándola a quitársela, junté mi cuerpo al suyo para sentir sus tetas en mi pecho como tantas veces había hecho aquel pasado verano.

Nos volvimos a besar lentamente, aumentando la pasión por momentos, moviendo nuestros cuerpos refregándonos uno contra el otro, ella bajó sus manos agarrándose las bragas estirándolas, yo levanté un poco el cuerpo para que pudiera quitárselas volviendo a juntarlo con el suyo, me cogió los pantalones estirando para abajo dejándomelos sobre las rodillas, moví las piernas para quitármelos y froté mi polla contra su chichi, gimió suavemente bajando una mano sobre mi culo apretándolo, nos volvimos a besar saboreando nuestros labios a la vez que con un pequeño movimiento de cadera le encaraba la punta de mi cipote a su agujerito apretando un poco, comprobando que lo tenía lo suficientemente mojado para que entrara la puntita sin esfuerzo, soltó mis labios echando la cabeza para atrás gimiendo, le besé el cuello metiéndosela más profundamente hasta llegar al fondo, me abrazó muy fuerte escondiendo su cara en mi hombro, yo movía mis caderas lentamente profundizando todo lo que podía, ella movía su cuerpo levantando la cintura para facilitar la penetración profunda ahogando los gemidos contra mi hombro, fuimos acelerando el ritmo junto con nuestra excitación y respiración, Sandra empezó a correrse mordiéndome el hombro haciéndome reaccionar con el dolor, llegándome un orgasmo vaciándome dentro de ella, nos quedamos quietos abrazados un buen rato.

YO: ¿Te hace esa copa ahora?

Levanté la cabeza y me miró con aquella sonrisa que recordaba de ella.

SANDRA: Sí, pero las preparo yo que es lo mío.

Pasamos el resto del día hablando y recordando mil cosas, ella volvía a ser la chica que conocí en el chiringuito, reía a todas horas por cualquier cosa haciéndome feliz, después de cenar volvimos a meternos en la cama follando como recordaba con ella, de manera espectacular durmiendo juntos abrazados. Al día siguiente preparé el desayuno para los dos, café con leche y algunas pastas que tenía por la casa.

SANDRA: Dime golfillo, ¿has follado mucho en este tiempo que no nos hemos visto?

Me miraba a la cara interrogándome con la mirada.

YO: Eeeemm, ¿el café con leche está a como a ti te gusta?

Se descojonó de risa y me dio un beso en los labios, pasamos el fin de semana genial, el domingo por la noche estábamos estirados en el sofá un poco tristes porque al día siguiente por la mañana la volvía a dejar en la estación, me besó mirándome a los ojos.

SANDRA: Sabes que te quiero mucho, y que siempre te querré.

YO: Yo también Sandra, no tardes mucho en volver por favor.

El lunes nos despedíamos con lágrimas en los ojos, ella se marchó de nuevo y yo volví a mis rutinas.