Cambio de vida (10)

El viernes me desperté...

El viernes me desperté con la duda de si iría al gimnasio por la tarde o me venía directamente a casa a pasar el fin de semana tranquilo, me encontraba cada día más en forma y no me quise perder la oportunidad de entrenar un día más, así que cogí de casa la bolsa con todo lo necesario para ir al gimnasio, mientras conducía al trabajo pensé que una taquilla en el club me iría bien para dejar algunas cosas como los botes de champú y gel, las zapatillas de la ducha o alguna muda, en fin, pensé en hacer la gestión algún día que me fuera bien, a las dos y media más o menos estaba sudando en la cinta de correr mirando el paisaje por el ventanal que daba a las pistas de tenis y pádel, después unas rutinas de pesas que tocaban aquel día que creo recordar que eran de piernas, me di una ducha reparadora y al salir sobre las cuatro de la tarde no había nadie en recepción y aproveché para preguntarle a Rocío sobre el asunto de las taquillas, me estaba informando de los precios anuales y entró Katia pegando un grito de alegría de verme totalmente exagerado e innecesario, me abrazó dándome un beso muy sonoro, cruzamos cuatro palabras y se fue, antes de poder volver a hablar con Rocío entro Ana cogiéndome por la cintura sin darme cuenta dándome otro beso.

ANA (cariñosa): ¿Cómo estas David?

YO: Muy bien, ¿y tú?

ANA: Esperando que me llames para vernos la semana que viene, ¿si quieres claro?

YO: No te preocupes, yo te llamo.

Se fue para los vestuarios, me giré y Rocío me miraba con cierta cara de recochineo aguantándose la risa, no pude dar ni un paso para hablar con ella que entró Marta que me cogió por el cuello besándome también.

MARTA: ¿Cómo estás fiera?, llámanos pronto que fue muy divertido.

Siguió caminando y desapareció, Rocío ya se había girado de espaldas para que no viera que se estaba descojonando de risa, estaba a punto de coger mi bolsa para salir de allí y entró como una bala Silvia parándose delante de mí.

SILVIA: ¿Qué haces aquí cabrón pervertido?

Qué coño tenía aquella mujer que con solo verla y hablarme me ponía a cien, me pasó los brazos por el cuello y yo la abracé por la espalda apretándola contra mí acercando mi boca a su oreja.

YO: ¿Y tú, cómo tienes el culo hija de puta?

Nos miramos a los ojos y nuestros pies se movieron para apartarnos de en medio, acercándonos a unas maquinas de estas de vending para quedar un poco cubiertos.

SILVIA: Lo tengo escocido y dilatado desde el día que me la metiste como un cabrón.

Le metí la lengua en la boca, ella me respondió con pasión, separamos los labios y nos miramos que nos salían chispas de los ojos.

YO: Pues prepárate zorrilla que la próxima vez te la voy a sacar por la boca de lo profunda que te la voy a meter.

SILVIA: No tendrás cojones de volver a hacer que me corra como la última vez.

Tenía su mano encima de mi polla agarrándola fuerte por encima del pantalón y yo le metí la mía por dentro de la ropa notando la goma de las bragas metiendo la mano dentro, le agarré el coño con toda la mano notándolo mojado metiéndole un dedo dentro.

YO: Voy a hacer que te corras aquí mismo cabrona de mierda.

Me abrazó con más fuerza gimiendo suavemente, estaba a punto de meterle un segundo dedo.

MARTA (gritando): Silvia, nena que nos esperan en la pista ya para jugar.

Silvia me miró decepcionada por la intromisión.

YO: Ya acabaremos esto cabrona.

SILVIA: Eso espero hijo de puta.

Nos separamos colocándonos bien la ropa y salimos de detrás de las máquinas, al acercarme de nuevo a recepción Rocío no sabía dónde meterse para disimular, cogí mi bolsa del suelo.

YO: Gracias Rocío, otro día me acabas de informar.

ROCIO (sin poder aguantarse la risa): Cuando usted quiera señor.

Me subí al coche y salí de allí con la idea de relajarme el fin de semana, llegué a casa, me cambié de ropa y me estiré en el sofá a descansar, pensé en las diferentes chicas con las que había salido, Tania no contaba para mí, la veía como una cría caprichosa que me folló un día porque vete a saber, Marta la compañera de Silvia parecía simpática, tranquila, cariñosa pero muy calculadora, creo que lo hizo por su compañera, Silvia era un terremoto que conseguía sacarme de mis casillas, hablar y follar de una manera con cierta agresividad que no lo hacía con nadie más, Ana era una mujer equilibrada, muy cariñosa y atenta pero que me daba la impresión de querer una relación más seria y que estaba buscando la manera de conseguirlo conmigo, y luego estaba Katia, Katia era, era, pues eso Katia era Katia.

La siguiente semana no recibí ningún mensaje de nadie, pasó el lunes, el martes no supe nada de Marta y Silvia, el miércoles tampoco de Katia pero yo me presenté en su casa, subí al piso y llamé a su puerta, me abrió y se quedó parada de verme allí.

KATIA: Pero que hacer tú aquí, no quedar contigo.

YO: Nosotros quedar cada miércoles pase lo que pase, así que he venido a follarte porque hoy tocar.

Se le escapó la risa y salió corriendo para adentro de su casa, la seguí cerrando la puerta y la atrapé en el salón, le apoyé el cuerpo en el respaldo de un sofá, le subí la falda y me agaché para bajarle las bragas y comerle el chichi metiéndome el pedazo de clítoris en la boca, chupándoselo y succionándoselo hasta que se corrió a gritos, la giré haciéndole sacar el culo, me bajé la cremallera del pantalón y se la metí en el coño lo más duro que pude follándola totalmente descontrolado, esperé que ella se volviera a correr y le llené el coño de semen hasta caerle por los lados, me subí la cremallera la giré y le di un beso en los labios.

YO: Muy bien Katia, hasta el miércoles.

Me dirigía a la puerta de entrada.

KATIA (riendo): Gran polvo “mesental”.

YO: Sí, eso, yo ser tú “mesental”

El jueves no sabía nada de Ana, la había llamado pero su teléfono comunicaba o no me lo cogía, creí que igual aquella semana le tocaba tener a su hijo y no quería “distraerse” con otras cosas, por la tarde después del club pasé por un centro comercial a comprarme unas zapatillas para correr en la cinta, hasta ese momento lo hacía con las mismas que jugaba a pádel y más de uno me recomendó hacerlo con unas específicas, las compré y me di una vuelta antes de volver a casa, vi unas camisas que me gustaron en una tienda mixta y me quise probar alguna, me dirigí a los probadores, eran de aquellos con una puerta hasta el suelo y bien discretos, al salir con la camisa en la mano en el probador de delante estaba Silvia probándose un vestido muy cortito y sexi mirándose al espejo, había abierto la puerta y estaba en medio del pasillo, me miró a los ojos, yo miré los suyos, me arranqué cogiéndola por la cintura con las bolsas en una mano y la camisa en la otra metiéndola en el probador cerrando con el pie la puerta detrás nuestro, dejé caer las bolsas y la camisa al suelo, ella se tuvo que sujetar con las manos por delante para que no la estrellara contra el espejo, le metí las manos por debajo del vestidito agarrándole el culo al mismo tiempo que le acercaba mis labios a su cuello chupándoselo y lamiéndoselo, me miraba por el espejo gimiendo.

YO: No me has llamado esta semana cabrona, ¿es qué tienes miedo de que te folle?, no te ves capaz de aguantarme una buena follada zorrita.

Le cambió la cara mirándome por el espejo totalmente excitada, se giró de golpe buscándome los labios comiéndoselos con rabia, me volvió a mirar los ojos con pasión desabrochándome el pantalón dejándolo caer, se agachó arrodillándose en el suelo bajándome los gayumbos con fuerza, se la metió en la boca pegando unas chupadas espectaculares que pensé que las debían de estar escuchando en todo el centro comercial, la cogí del pelo estirando para que me mirara los ojos.

YO: Abre la boca que te la voy a meter hasta el fondo.

Se puso sería negándolo con la cabeza.

YO: Que abras la boca cabrona de los cojones.

La abrió un poco con cara de pena pidiendo que no me pasara, me la cogí y le puse la punta en los labios.

YO: Chúpame la punta sin tocarla con las manos.

Sacó la lengua pasándola por la punta y la cogió con sus labios.

YO: Ahora te voy a follar esa boca que tienes.

Antes que pudiera decir nada le metí la mitad dentro, la saqué y la metí unas cuantas veces, ella apretaba los labios y succionaba, veía como se excitaba por momentos, una de las veces que se la metí apreté un poco más profundizando en su boca dejándola dentro, ella cerró los labios y me miró abriendo los ojos, la saqué y la volvía meter hasta casi el final, empezó a mover y levantar las manos nerviosa, la saqué de nuevo.

YO: Te he dicho que las manos quietas, no quiero que me la toques, ahora prepárate que te la voy a meter hasta el fondo.

Movió la cabeza negándolo sin atreverse a hablar y le metí la polla en la boca, le miré los ojos para que se preparara y lentamente se la fui entrando hasta que no pude más, con la mano que la tenía cogida por el pelo apreté para poder meterla todo lo profundo que pude, notaba sus labios casi en los huevos junto con el inicio de unos sonidos guturales y un par de arcadas, se empezó a poner roja y se la saqué tosiendo cayendo al suelo un montón de babas que le salían de la boca, la polla me chorreaba, ella respiraba profundamente cogiendo aire, me volvió a mirar y se la metí de nuevo, esta vez fue ella misma que tirando la cabeza hacía delante se la metió hasta el fondo y se la empecé a follar metiéndola y sacándola a buen ritmo, le cambié la mano del pelo colocándola por debajo de la barbilla para que se pusiera de pie, la besé con pasión llenándonos los dos de babas, me miraba con una cara desencajada de la excitación, le metí la mano por dentro de las bragas cogiéndole el coño, lo tenía empapado, le metí dos dedos en la vagina y le frotaba el clítoris con la mano, empezó a gemir pasándome los brazos por el cuello juntando su cabeza con la mía.

SILVIA: Sigue hijo de puta, que me tienes como una perra en celo.

Seguí un poco más hasta tenerla a punto de orgasmo, le levanté una pierna que ella me enrolló a la cintura, le separé las bragas y le metí la polla en el coño haciéndole pegar un grito, moví mis caderas lo más fuerte que pude empotrándola contra aquel espejo, empezó a gritar.

YO: Grita, grita hija de puta, que todo el mundo se entere que te estoy follando en el probador.

La penetré con toda la fuerza que pude cogiéndola por las caderas estirando de ella contra mi cuerpo cada vez que se la metía, siguió gritando cada vez más fuerte, estábamos a punto de corrernos y se oyeron unos pasos fuera acercándose justo en el momento que pegamos un grito los dos enorme empezando a corrernos como animales, los pasos dieron media vuelta volviendo a alejarse muy rápido, nos quedamos quietos, con mis brazos alrededor de su cintura, los suyos por mi cuello y las dos cabezas juntas apoyándonos en la frente sudando, como si hubiéramos corrido media hora en la cinta del gimnasio, le besé los labios con cariño apretándola contra mí cuerpo, me miró a los ojos pasándome la mano por la cara limpiándome el sudor.

SILVIA: Eres la única persona capaz de ponerme así.

YO: No sabes lo que me alegro.

Me dedicó una sonrisa, se separó y se puso bien las bragas, se quitó el vestido que lo dejamos hecho una mierda y se puso el suyo, yo me cerré la bragueta, antes de salir la cogí por la cintura volviendo a besarla, ella me respondía abrazándome fuerte.

YO: Ven a pasar el fin de semana conmigo por favor.

Bajó la cabeza seria.

SILVIA: No puedo, Marta está enferma en casa, por eso no te hemos llamado esta semana.

Salimos juntos, dos vendedoras se pusieron la mano en la boca para que no las viéramos reír, nos dirigimos a una caja, pagó el vestido, yo la camisa y nos fuimos, antes de despedirme de ella con otro beso le dije que si se lo repensaba que me llamara.

Por fin era viernes y se acababa la semana, llegué temprano a la oficina, entré sin hacer ruido caminando despacio y pillé a Pilar mirándose por el ordenador unos vestidos en una tienda online, me puse justo detrás de ella.

YO: Ese de color clarito tiene muy buena pinta Pilar.

Pegó un salto de la silla del susto y cerró rápidamente la página poniéndose roja, no le dije nada y entré en mi despacho, al momento entró ella tocándose la cara para disimular los mofletes rojos que llevaba, hablamos de trabajo y se quedó sentada en la silla como queriendo decir algo.

YO: Pilar, ¿quieres decir algo más?

PILAR: Quiero disculparme por mi actitud tan poco profesional, lo siento, no lo hago nunca y una vez que me atrevo usted me ha pillado.

YO: No te preocupes, estoy muy contento de tú trabajo, además, ¿quién no hace de vez en cuando esas cosas si no hay mucho que hacer?

PILAR: ¿Podría preguntarle una cosa?

YO: ¿A mí?, pero si normalmente soy yo que no paro de preguntarte cosas a ti.

PILAR: ¿Usted sabe si hay alguna norma para vestir en la empresa?

YO: ¿Eim?

PILAR: Verá, es que me parece que siempre voy vestida muy clásica y me gustaría hacerlo un poco más alegre.

YO: Mira Pilar viste como te dé la gana vale, trabajas para mi, si a mí me está bien nadie te va a decir nada.

Se levantó mirándome con una sonrisa y se fue con su pantalón ancho, una camisa blanca y una chaqueta del mismo color oscuro que el pantalón.

YO (levantando la voz): Pilar.

Se giró y volvía atrás.

YO: Puede que sí que sea bastante clásico como vistes.

PILAR (bajando la voz): ¿Eso es lo que se fija en mí coño?

YO: ¿Eh?

PILAR: Nada que me lo dijo un primo que tengo en Logroño.

YO: Pero que cosas me explica mujer.

Se giró de nuevo caminando para la puerta.

PILAR (voz baja): Ya, ya, madre mía que paciencia con este hombre.

A primera hora de la tarde solo entrar al club me saludó con una sonrisa Rocío.

YO: Buenas tardes Rocío, ¿Cómo estas hoy?

ROCIO: Estupendamente David, le he escogido una taquilla vacía.

Me miraba fijamente a los ojos con una sonrisa levantando en una mano una llavecita, firmé un papel para que me pasaran por el banco el cargo.

ROCIO: Si no le gusta, me lo dice y se la cambio que para mí no es molestia, y si quiere algo más de mí tampoco me molestaría.

YO: Perdona Rocío, es que has hablado muy rápido.

ROCIO: Nada, que encantada de servirle.

YO: Vale, muchas gracias.

Me cambié y guardé la bolsa dentro, hice el ejercicio que tocaba aquel día en el gimnasio y el monitor me dijo que me iba a cambiar el programa de ejercicios que ya me veía más en forma, después de la ducha dejé en el armario el neceser del cuidado personal, las chancletas de la ducha y las zapatillas de correr y pádel, me fui con la bolsa más ligera y mucho más cómodo, me entretuve con Rocío en la salida un rato hablando y me fui.

Ya cambiado en el salón de mi casa con una cerveza delante le envié a Silvia la ubicación y un mensaje.

“Estaré todo el fin de semana en casa, me gustaría verte”

Al poco rato.

SILVIA: “Ya te dije que no podía, no seas pesado por favor”

Lo leí y deje el móvil encima de la mesa un poco defraudado, pasó un rato y lo volví a coger para enviarle uno a Ana que no había sabido nada de ella en toda la semana.

YO: “¿Cómo estás?, no he sabido nada de ti en toda la semana."

Fui a la cocina a buscar alguna cosa para picar y al volver tenía respuesta.

ANA: "Ya lo sé David, gracias por preocuparte, he estado muy ocupada, a ver si la semana que viene te digo algo, saludos."

Ella tan correcta como siempre, la que me tenía un poco mosca era Silvia, un poco mosca y muy cachondo para qué negarlo, me fui a dormir pensando en ella.

El sábado desayunando me vino una idea a la cabeza, cogí el móvil y la llamé.

SILVIA: Hola David, ya te he d…

YO: No me toques más los cojones hija de puta, a las once te quiero ver en mi casa y vestida muy sexi cabrona de mierda.

Y colgué el teléfono.