Cambio de vida (1)

Desayunaba en la mesa de la cocina...

Desayunaba en la mesa de la cocina zumo de naranja con una tostada con jamón cocido y un café con leche para acabar qué era lo mismo que hacía siempre, entró mi mujer Isabel despidiéndose.…

ISABEL: Adiós David, nos vemos por la noche.

Se fue sin tomar nada y sin darme un beso o una caricia de despedida, también como siempre, nos conocimos en la universidad, ella es una mujer preciosa de buena familia que cuando empezó a salir conmigo me sorprendió, yo le tiré un poco los tejos pero ella reaccionó muy rápido interesándose por mí, seguramente en un primer momento porque estábamos en una fiesta universitaria bastante perjudicados los dos, salimos de aquella fiesta como pareja y no nos habíamos separado nunca más, al poco tiempo de casarnos empecé a sospechar que su relación conmigo era más por tocarle los cojones a su padre que por amor, doce años llevábamos casados con una degradación en nuestro matrimonio gradual, poco a poco fue dejando de prestarme atención, la convivencia era buena, educada y con respeto, pero de amor entre los dos ya no quedaba nada, era una monotonía diaria de trabajo, hacía años que no nos tocábamos para nada, como mucho un beso en la frente cuando celebrábamos algo con más gente para disimular, curiosamente seguíamos compartiendo la cama con una frontera imaginaria en medio que no traspasábamos nunca ninguno de los dos, ella es abogada y tiene un buen trabajo, yo director financiero hacía años en una empresa de la que era socio por lo que económicamente nos había ido muy bien, teníamos una buena casa en la ciudad y otra en la playa para los fines de semana o las vacaciones.

No sé que me hizo reaccionar aquella mañana pero pensé que estábamos desaprovechando la vida los dos viviendo de aquella manera, se despedía de mí por la mañana y no nos veíamos hasta la noche ya cenados, cada uno se concentraba en su ordenador portátil trabajando un rato y nos íbamos a la cama casi sin cruzar palabra o muy pocas totalmente inútiles y hasta el día siguiente, nunca supe si ella tenía o había tenido algún amante o algún rollo fuera del matrimonio, la verdad es que tampoco me preocupaba demasiado, que hiciera con su vida lo que le diera la gana, me propuse que aquella misma noche hablaría con ella.

Llegué a mi casa sobre las ocho entreteniéndome en el trabajo para hacer tiempo como casi cada día, me preparé algo para cenar y esperé que llegara Isabel ya cambiado con una ropa cómoda, llegó sobre las nueve saludándome con un, “Hola que tal”, como siempre y se fue a cambiar de ropa, salió con el portátil sentándose en la mesa abriéndolo mirando la pantalla.

YO: Isabel, me gustaría hablar contigo.

ISABEL: Mmm.

YO (levantando un poco la voz): Isabel.

Levantó la vista de la pantalla mirándome sorprendida alzando una ceja.

YO: Que si podemos hablar.

ISABEL: Perdona, ¿Tienes algo que decirme?

YO: Pues sí, por eso quiero hablar contigo.

Le señalé con la mano un sillón que estaba al lado del que estaba sentado yo, se levantó despacio caminando hacia mí mirándome intrigada de que quisiera decirle algo aquella noche, una vez sentados le miré a los ojos…

YO: Mira Isabel quiero hablar contigo, por el tiempo que te conozco y el respeto que te tengo lo voy hacer sin adornos, ¿no te parece que estamos perdiendo el tiempo los dos viviendo así?

Por su mirada de sorprendida estaba claro que no se lo esperaba, bajó la cabeza triste pensando.

ISABEL: ¿Me estás diciendo David, que estaríamos mejor separados?

YO: Te estoy dando mi opinión, yo creo que sí, casi no nos vemos, no hablamos, cuanto hace que no tenemos una conversación larga y tranquila de cualquier tema, ahora estamos hablando más que en el último año, no nos hemos tocado desde cuando, ¿hace dos años o más?, si ya estamos haciendo vida de separados, no sabemos nada uno del otro en todo el día.

ISABEL: David te juro que no he estado con nadie que no seas tú.

YO: Yo tampoco Isabel, pero no te lo digo por eso, no es un asunto de infidelidades, es que no hacemos nada juntos, de aquí poco seremos dos desconocidos compartiendo la mitad de la cama, ¿o es qué tú lo ves de otra manera que yo no la veo?

Siguió con la cabeza baja pensando, moviendo los labios algo nerviosa, le puse una mano en la rodilla, ella colocó una encima de la mía.

YO: ¿Lo ves?, no me acuerdo de la última vez que noté el contacto de tú mano con la mía.

Me miró a los ojos, vi que los tenía humedecidos a punto de llorar.

YO: No tenemos que decidirlo ahora, pero piensa en ello por favor.

Movió la cabeza de arriba abajo varias veces.

ISABEL: De acuerdo, déjame que piense tranquila en lo que me estás diciendo vale, no me lo esperaba y estoy un poco sorprendida.

Entonces moví yo la cabeza de arriba abajo varias veces, separó la mano de encima de la mía y se levantó, caminó hasta el portátil, cerró la tapa y se fue a la habitación sin decir nada más, me recosté sobre el respaldo del sillón dando un suspiro, no quería hacerle daño por nada del mundo, simplemente la había puesto al día de cómo estábamos y lo que yo pensaba, pero su reacción de sorpresa y como se lo había tomado no me lo esperaba, parecía que le había afectado bastante, me levanté y entré en la habitación, ella estaba estirada en su lado de la cama mirando para afuera, me puse el pijama y me metí al otro lado dándonos la espalda, como siempre.

Por la mañana entró en la cocina como cada día.

ISABEL: Adiós me voy, nos vemos esta noche y seguimos la conversación de ayer, ¿te parece bien?

YO: Cuando tú quieras Isabel, no viene de unos días.

Me lo confirmó con la cabeza y se marchó, me fui a trabajar y volví a media tarde, me la encontré ya cambiada mirando la tele, me senté a su lado en el sofá.

YO: Has vuelto pronto del trabajo.

ISABEL: Y tú muy tarde.

Mi horario era hasta las dos y media, me pareció entender que me lanzaba un dardo.

YO: Si sé que tú llegarías antes a casa podía a ver venido más temprano, pero para estar solo prefiero comer algo por ahí, perder el tiempo y llegar más tarde, de hecho hoy es de los días que he llegado antes, a veces me vuelvo a trabajar un rato al despacho.

ISABEL: Prométeme que no tienes una amante.

YO: No Isabel, no es ese el problema, si la tuviera te lo diría, siempre he sido sincero contigo y lo sabes.

ISABEL: De acuerdo, ¿cómo quieres hacerlo?

YO: Perdona.

ISABEL: Qué tienes razón, es una tontería estar juntos como estamos, por eso te pregunto, ¿cómo quieres hacerlo?

YO: Cómo voy a querer hacerlo, de la manera más amistosa posible, no quiero entrar en ninguna discusión contigo sobre esto, hazlo de la manera que tú creas mejor, tú eres la abogada, te aseguro que no pondré ninguna pega a lo que tú quieras.

ISABEL: He pensado, creo que lo más justo es que vendamos esta casa y la casita de la playa, nos lo repartamos y listo.

YO: Pero si a ti siempre te ha hecho feliz vivir aquí, y a mí me encanta la casa de la playa, ¿por qué no te quedas tú en esta casa y yo me voy a la de la costa?, a mí me parece bien y no tenemos que liarnos más de la cuenta.

ISABEL: La idea me gusta, pero sabes que esta casa tiene un valor bastante más alto que la casita de la playa.

YO: Eso me da igual Isabel, no pienso en el dinero, por suerte tenemos buenos trabajos y a mí no me viene de ahí, solo quiero que los dos estemos mejor.

Me miró triste cómo queriéndome decir algo, se lo guardó sin decirlo haciendo un silencio.

ISABEL: De acuerdo, en unos días te digo algo.

Siguió mirando la tele y yo me fui a cambiar, me quedé con la impresión que le sabía muy mal separarse de mí, parecía que ella era feliz viviendo de aquella manera, no lo entendía, me cambié y me puse en el despacho a trabajar un rato, lo único que hice es darle vueltas a la cabeza pensando cómo podíamos a ver llegado a aquella situación sin darme cuenta.

Pasaron varios días, una noche llegó Isabel, yo estaba en el despacho trabajando, se puso delante de mí seria.

ISABEL: ¿Te va bien pasado mañana a las doce y media?

YO: Bien, ¿para qué?

ISABEL: Para firmar nuestro divorcio.

YO: Sí, no hay problema.

Se giró y se fue, cuando me fui a dormir ella ya estaba en la cama.

Nos encontramos en el despacho de un abogado que ella conocía y firmamos los papeles, había hecho valorar las dos casas y me ingresaba en mi cuenta la diferencia, cuando salimos a la puerta.…

YO: Ya te dije que no me importaba la diferencia de precio entre las dos casas.

ISABEL: Si lo hacemos, lo hacemos bien, así me quedo más tranquila, ¿nos veremos esta noche?

YO: Sí claro, como cada día.

Cuando llegó por la noche se sentó a mi lado.

ISABEL: Me gustaría ir este fin de semana a la casa de la playa para recoger mis cosas.

YO: Yo también había pensado en ir para ver que como está y si hace falta pintar o alguna cosa, podemos ir juntos, yo me llevo mis cosas y tú recoges las tuyas.

ISABEL: ¿No te importa?

YO: Lo hemos hecho durante muchos años, no vendrá de una vez más aunque hayamos firmado unos papeles.

El viernes a primera hora de la tarde salíamos de casa con los dos coches, el mío cargado de maletas llenas de ropa y alguna cosa más y el suyo con maletas vacías para llenarlas después. Cuando llegamos, esperé que ella recogiera todo lo suyo y los huecos que dejó en el armario los rellené de nuevo con mis cosas.

ISABEL: Si quieres me puedo ir a casa y dejarte tranquilo, no tiene mucho sentido que me quede el fin de semana.

YO: Haz lo que quieras, pero si te quieres ir mejor vete mañana y hoy descansas, y si quieres un último fin de semana juntos no nos va a hacer ningún daño.

Aceptó y el día siguiente nos levantamos más tarde de lo normal, desayunamos juntos y fuimos a dar una vuelta por el pueblo, entramos en varias tiendas para comprarnos algunas cosas y comimos en una terraza mirando el mar unas tapas con una cerveza, al llegar a casa nos sentamos en el sofá mirando la tele.

YO: Ha sido divertida esta mañana.

ISABEL: Sí, hace tiempo que no hacíamos algo juntos.

YO: Ya ves, nos hemos tenido que divorciar para volver a hacerlo.

Me miró triste.

ISABEL: Creo que será mejor que me marche esta tarde, no quiero agobiarte.

YO: Pero si no me agobias para nada, va, quédate el fin de semana y esta noche podemos ir a cenar a aquel restaurante que tanto nos gusta.

Dudó un momento, me sonrió y decidió pasar el último fin de semana conmigo, cuando llegó la hora nos fuimos a cambiar de ropa para ir a cenar, yo me puse ropa cómoda, un pantalón y un polo, esperé en el salón que ella saliera, escuché unos pasos y me giré quedándome con la boca abierta, se había puesto un vestido corto que se le veían unas piernas preciosas, se le marcaba un tipazo espectacular con unas tetas dentro de un escote generoso del que no podía apartar la vista, para rematar unos zapatos con unos taconazos, me miró a los ojos sonriendo sabiendo que había conseguido lo que seguramente buscaba, impresionarme, y joder si lo había conseguido, abrí la puerta de casa indicándole que pasara ella primer con una sonrisa, cuando pasó por mi lado.

YO: Estas guapísima Isabel.

ISABEL (con una sonrisa): Muchas gracias caballero.

Cenamos estupendamente y le dije de ir a tomar una copa antes de volver a casa, ella me dijo que mejor hacerla en casa y así no tenía que conducir después de haber bebido, me pareció lógico y así lo hicimos, nos la tomamos en la terraza al lado de la piscina, ella un gin tonic y yo un ron con cola, hablamos de diferentes cosas muy tranquilos y riendo.

YO: Sabes el tiempo que hacía que no pasábamos un día como hoy.

ISABEL: Lo sé David, lo sé.

De pronto nos quedamos serios sin decir nada más, nos acomodamos en los sillones y nos acabamos de tomar la copa, ella se levantó y se fue para adentro, yo la seguí al salón, se giró y se acercó, me miró a los ojos y me cogió una mano.

ISABEL: ¿Crees que podríamos rematar esta noche?

YO: ¿Rematarla?, ¿cómo?

Me estiró de la mano y me llevó a la habitación, me miró otra vez a los ojos y posó sus labios encima de los míos, abrí los ojos y levanté las cejas de la sorpresa, le puse la mano en la cintura, ella en mi hombro y nos volvimos a besar abriendo un poco los labios sintiendo los suyos entre los míos, poco a poco mis manos fueron rodeando su espalda y las suyas mi cuello, abrimos más la boca metiéndonos las lenguas, en ese momento noté que la polla se empezaba a despertar creciendo, le bajé una mano por la espalda parándola en el inicio de su culo apretándole el cachete, la bajé lentamente y se lo agarré con fuerza notando un gemido de ella, con la otra mano le busqué el inicio de la cremallera del vestido por la espalda bajándola, ella había bajado una mano y me cogía el culo con fuerza imitándome, me estaba poniendo caliente y nervioso del tiempo que hacía que no estaba con una mujer, le pasé la mano del culo por delante metiéndosela por debajo de la falda del vestido subiéndola y cogiéndole el coño por encima del tanga, separó la cabeza mirándome con cara de excitada gimiendo, no aguanté más y enganché mi cuerpo al suyo empujándolo cayendo los dos encima de la cama.

Volví a meterle la mano por debajo del vestido por el lado del tanga tocándole el chichi con mis dedos, lo tenía chorreando, le abrí las piernas y me arrodillé en medio desabrochándome el pantalón bajándomelo junto con la ropa interior dejando a la vista mi polla totalmente tiesa, a ella se le fue la vista abriendo los ojos, le quité el tanga tirándolo a un lado, le abrí las piernas y me estiré encima metiéndosela despacio, me miraba fijamente a los ojos abriendo la boca, gimiendo mientras se la metía hasta el fondo, me empecé a mover dentro de ella despacio, porque pensé que si me aceleraba un poco me correría al momento, ella me rodeaba el cuello con sus brazos mirándome, supongo que se dio cuenta que no estaba en condiciones de darle más marcha a la follada.

ISABEL: Déjame poner encima por favor.

Me pareció una gran idea y nos giramos, se sentó encima cogiéndomela con la mano para orientársela a su vagina, se empezó a mover lentamente y poco a poco fue aumentando el ritmo, gimiendo más fuerte hasta correrse ahogando sus jadeos, me miró sorprendida, pensé que ella hacía el mismo tiempo que yo que no follaba y ya ni se acordaba de lo que era, nos giramos de nuevo volviéndosela a meter, fui moviendo mis caderas disfrutando del contacto de mi polla con las paredes de su chichi, me fui acelerando y antes de darme cuenta me estaba corriendo con mi cara en su cuello con una mano suya acariciándome la cabeza.

Se levantó sin decir nada metiéndose en el cuarto de baño, yo me quedé en la cama recuperándome del orgasmo, salió tapada con una toalla y se metió en el vestidor saliendo con el pijama puesto, me levanté para lavarme y repetí los mismo movimientos que ella metiéndome en la cama, la miré antes de poner la cabeza en la almohada y ella estaba dándome la espalda como siempre, me dormí y al despertarme Isabel no estaba en la cama, me levanté y no vi ni sus maletas ni su coche, se había ido sin despedirse.

Me senté en el sofá con un zumo de naranja mirando el salón, lo que sería mi casa para mí solo de ahora en adelante, durante la mañana estuve ordenando cosas, quitando algunas fotos en las que salía Isabel, prefería no verlas de momento, cambiando de lugar algunos muebles para dejar la casa más a mi gusto, hice una lista de la compra para el lunes cuando saliera del trabajo.

Era ya el medio día y hacía un sol estupendo, empezaba el buen tiempo antes del verano, me puse una camiseta, un bañador y unas chancletas y caminé los cinco minutos que me distanciaban de la playa, en la cala había gente tomando el sol, pocos se bañaban, supongo que el agua todavía estaba fría, me fijé que el chiringuito, ya lo habían abierto y allí que me fui, me senté y vino a atenderme una camarera muy simpática que no paraba de reír, de unos veinte largos años vestida de manera informal, con una camiseta y unos pantalones cortitos, debajo se le veía el sujetador del bikini, le pedí una cerveza y repasé la carta, la volví a llamar para pedirle una ensalada de pasta, con eso y un café con hielo comí el primer día de mi nueva vida.