Cambio de trabajo……pero el deseo continúa

Acostada como estaba, lo invité a montarme, abrí lo más que pude mis piernas y lo esperé hasta que sentí una clavada descomunal, su peso y su verga, me trasportaron a otra dimensión, sentí una clavada fenomenal, riiica, dura y bien manejada, tocando todas las paredes de mi cueva vaginal.

CAMBIO DE TRABAJO……PERO EL DESEO CONTINÚA

Después de estar trabajando en el banco, tuve que cambiar de empleo. Conseguir, no era fácil, pero pues la experiencia adquirida y la orientación que me diera mi pareja, ayudaron a pasar los procesos de selección. Ingresé a una importadora y distribuidora de insumos químicos, con una línea fuerte en el tema de químicos para piscinas.

La relación con mi pareja se había estabilizado un poco, ambos estudiando y trabajando, sin embargo, había dos factores que definitivamente no tenían reversa y habían dejado huella en mí como mujer: El Primero, la infidelidad de mi pareja, que ocasionó un despertar en mí, sintiendo que, si él lo hacía, yo podía hacerlo también, era mi derecho.

El Segundo factor, que hasta este momento no lo había reconocido, era el ambiente que vivíamos con mi pareja cuando nos conocimos y que habitualmente manteníamos; para ambos era preferible tener nuestros encuentros sexuales más encendidos en moteles o residencias, que, para el caso, son lo mismo. Allí, entrabamos y nos sentíamos lejos de todo, nos desdoblábamos y dábamos rienda suelta a nuestras bajas pasiones, entre las cuales, la pornografía jugo un papel importante y ese fue el segundo factor que me ha marcado.

Ver escenas de tríos, orgías, dobles penetraciones, hombres con unos penes enormes, gruesos, hermosos, de todos los tamaños, blancos, negros, me encendían, no me importaba eso, quería ser protagonista porque otro plus era que duraban bastante tiempo y cuando llegaban era una venida magistral, copiosa, deseada.

En esa empresa, no faltaba el don juan, el perro, el macho que se pavoneaba, como gallo fino, pero no complementaban con sus modales, con su galantería o con ser de verdad hombres que cautivaran a una hembra, hasta que, por casualidad del destino, sin mucho buscar, se presentó una inolvidable coincidencia.

Mi pareja tenía a cargo una exposición de gestión empresarial y era una actividad que daba puntos a la creatividad y si llevaban expositores, sería una nota adicional. Allí, él como líder de su grupo de compañeros, estableció un tema de logística empresarial, y abrí mi boquita para decirle que en mi empresa había un señor que era un experto en esa materia, Don Tirso.

Tal vez mi subconsciente me traicionó, pero a la postre, todos ganamos. La exposición fue un éxito, el grupo sacó buena nota, mi pareja me dio un polvo muy bueno en agradecimiento, y como quedé en deuda con Don Tirso, pues los dos ganamos porque tuvimos un par de encuentros muy calientes y húmedos.

NO crean que esto lo cuento como infidelidad, así lo clasifiquemos como tal, porque más bien lo tomo como una contribución a la superación profesional de mi pareja.

Don Tirso, me recordó a Iván Fernando, un macho mayor, recorrido y muy buen amante. Poseedor de una muy hermosa herramienta entre sus piernas y la perdición de mi atrevida vagina, que quería ser la funda permanente para tan deliciosa verga.

EL momento de agradecer y pagar por la participación de Don Tirso llegó muy pronto, conocedor de las hembras y creo que con un olfato m uy fino, para sentir el olor a cuca lo llevó a ser directo y encontró una hembra dispuesta a ser su PUTA, con la excusa que no se confundiera, pero que por lo agradecida que estaba por su contribución, accedía a semejante propuesta.

Me llevó a un hotel cinco estrellas. Me desnudo, roció champaña sobre mi cuerpo y me beso de pies a cabeza. Deteniéndose obviamente en mis senos y en mi húmeda y hambrienta chocha. Ya me sentía en las grandes ligas del sexo y sabía cuándo un maduro varonil me estaba deseando, ese era mi punto a favor.

Su lengua, hábil y bien movida, me hizo sentir muchas sensaciones, me calentó y de inmediato humedeció la vagina que estaba loca por sentir su hermoso pene; una verga grande, gruesa y con una cabezota muy riiica, que abría paso apenas entraba. Mientras él se dedicó a chupar mi jugosa chocha, yo me perdí en la pasión de chupar su rica verga, comerla, introducirla hasta el fondo de mi garganta y ensalivarla, para seguir en ese juego delicioso del 69.

Ya cuando sentí esa barra de carne hirviendo, hinchada, le pedí que me la metiera, estaba a punto de mi primer orgasmo y él por eso, quería concluir su tarea lingüística, no tardó mucho, cundo sentí desde mi profundidad, salir un chorro caliente, que inundó mi vagina y su boca; como todo un caballero, chupo y saboreo hasta la última gota que pudo.

Acostada como estaba, lo invité a montarme, abrí lo más que pude mis piernas y lo esperé hasta que sentí una clavada descomunal, su peso y su verga, me trasportaron a otra dimensión, sentí una clavada fenomenal, riiica, dura y bien manejada, tocando todas las paredes de mi cueva vaginal hasta sentir como presionaba mi matriz. No sé cuanto duró, pero él estaba encantado con mi chocha, dándome verga, hasta que le dije que me dejara montarlo y comencé en un rico baile circular, donde el eje de todo era esa hermosa verga, la clavaba con frenesí hasta lo más profundo y luego subía para caer embelesada en esa rica tortura de carne caliente, fue un polvo maravilloso.

Esa forma varonil delicada y especial, fue la boleta de cortesía para otros polvos que serían ya no un pago, serían una recompensa a estos dos cuerpos que conjugaban plenamente el significado del sexo.

Les contaré, las otras dos ocasiones en las cuales, Don Tirso me dio su virilidad y yo le di mi juventud y mi deseo sexual encendido.