Cambio de suerte (3)

Sexo anal mañanero y vil chantaje... no os perdáis el final ni el próximo capítulo.

"¿Te apetece hacerlo por… la puerta trasera?" Ésas habían sido las palabras exactas de Tina, ¿verdad? Sí, habían sido ésas, justo… "Vamos… vamos a repasar" se dijo Santiago "Me ha propuesto sexo anal, eso está claro… sin embargo… ¡el que está agachado soy yo! ¿A-acaso pretende…?"

Santi había llevado a Tina hasta la cama, fundidos en un beso interminable, y la joven le había hecho tenderse boca abajo para quitarle los cristales que se le habían clavado en los pies… dentro de la mala suerte, había sido afortunado porque éstos habían sido cristales algo grandes y fáciles de sacar, ninguno se había encarnado. Con infinito mimo, Tina había lavado con agua jabonosa que trajo en una palangana sus heridas, las había desinfectado y besado una a una y le había vendado cuidadosamente los pies, sin apretar demasiado. "Se curarán en pocos días", había dicho ella mientras le acariciaba las piernas en sentido ascendente, jugueteando con el vello de éstas, haciendo círculos en las sensibles corvas y rozando ligeramente la cara interior de los muslos… la sensación de bienestar había ido cambiando gradualmente a otra de calor y excitación conforme sus manos subían y las caricias se hacían más fuertes, pero Tina había evitado deliberadamente la zona genital, y cuando Santi intentó volverse para atraerla hacia sí, ella había negado traviesamente con la cabeza y le obligó a seguir tumbado boca abajo y sufrir y disfrutar a la vez de las caricias. Santiago había empezado a emitir suaves "mmmh…" de gusto, que habían ido cambiándose a gemidos de deliciosa impaciencia cuando ella empezó a acariciar la parte más alta de sus muslos, casi las nalgas, casi su sexo… pero sin llegar. Podía oír la risita de ella y podía notar su propia erección, su polla pedía sitio desesperadamente… y al intentar acomodarse mejor sobre el colchón, levantó la cadera levemente, y a Tina se le escapó la mano hacia su sexo, rozándolo.

-¡Ahh….! – un gemido se escapó del pecho de Santiago y un escalofrío de placer recorrió su espina dorsal… involuntariamente, en un intento de que ella le acariciase de nuevo el miembro, elevó la cadera un poco más. Tina había parecido dudar, pero había continuado sus caricias por los muslos, y de vez en cuando había rozado los testículos de su compañero y el miembro del mismo, intentando que Santi se elevara un poco más… finalmente, él se encontraba inclinado de rodillas sobre la cama, y por primera vez se preguntaba qué había pasado… pero Tina estaba tras él, acariciando su espalda, sus nalgas… podía sentir el calor del cuerpo de ella justo en su trasero; cuando ella se inclinaba, sus cabellos le rozaban la espalda, las piernas… era demasiado agradable para atreverse a poner pegas.

-Mmmmmmmmmh…. Qué cuerpo tan estupendo tienes, Santi…. Me encanta… - Él estuvo a punto de echarse a reír ante aquélla afirmación, ¡¿él, un cuerpo estupendo?! ¡Pero si estaba gordo, era calvo y tenía pelo por todas partes menos en la cabeza! De acuerdo, era bastante alto y tenía un aparato de tamaño superior a la media, pero de ahí a "cuerpo estupendo"…. Pero Tina no compartía esa opinión – Tú no eres como esos narcisistas que se pasan todo el santo día marcando paquete en el gimnasio – continuó, mientras sus manos frotaban la curvita del estómago y el bajo vientre, evitaban una vez más el sexo, produciendo una impaciencia maravillosa y bajaban por los muslos, de modo que Santi notó el calor de sus pechos en su espalda cuando se inclinó - … que se depilan como niñas y se ponen cremas como si fueran estúpidas barbies… tú eres un hombre normal… un maravilloso macho orgulloso de sí mismo, imperfecto y bellísimo… tu barriguita me habla de tu alegría de vivir y disfrutar – continuó, inclinándose totalmente sobre él, para apretar sus tetas contra la espalda de su compañero y acariciar con una mano la verga, completamente erecta y ansiosa, de él. La otra mano la metió entre las piernas de Santi y acarició los testículos, haciendo que él respingase de gusto – el cabello que perdiste, me habla de la alopecia que padeces y llevas con dignidad, no con estupideces de intentar hacerte un trasplante de cabello o peor aún, de colocarte un ridículo peluquín… - las caricias en su miembro eran suaves, largas, lentas y pausadas…. Tina paseaba sus dedos de abajo a arriba, haciendo algo a medio camino entre caricia y cosquilla… subía hasta el glande, se mojaba los dedos en el líquido preseminal que supuraba su miembro y hacía pasadas interminables, esparciéndolo por el tronco y deleitándose con cada gemido que emitía Santi, cada vez más caliente… él agachó la cabeza para mirar por entre sus brazos cómo Tina le acariciaba, y el ver aquéllos dedos rosados y finos pasearse suave y delicadamente por su polla, le puso todavía más caliente – el vello de tu cuerpo me habla de tu aceptación por ti mismo tal y como eres, no intentando esas chorradas de depilarte, y al mismo tiempo, me habla también de tu hombría….de tus hormonas que proporcionan un vello corporal intenso… el olor de tu sudor me habla de tu excitación, de tu deseo… de lo cachondo que te pongo – la voz de Tina se había convertido en un susurro hambriento, y Santi tiritó de placer y ganas cuando ella le besó a la altura de los riñones y le dio un leve mordisco en el costado, sin dejar de acariciarle – y finalmente, tu miembro enorme… me dice que eres un hombre bien dotado, sano y en forma… y que yo te gusto, puesto que apenas necesitas unas caricias para estar dispuesto para mí…. Tú eres un auténtico hombre como yo lo deseo, un hombre orgulloso de sí, un hombre real, ¡un hombre que puede sostener el mundo con su tripa y montarlo con su polla!

Santiago notó claramente que se sonrojaba, podía notar que lo que Tina decía… lo pensaba de verdad, no era un simple comentario de almohadas, para ella era verdad… Quizá fuera la primera vez en su vida que se sentía tan deseado… y tan querido. Todo su cuerpo temblaba de gusto y deseo, y al mismo tiempo, de felicidad. ¿Cómo era posible que algo tan bueno como Tina, le estuviese ocurriendo a ÉL? Podía notar las mejillas de ella, suaves y blanditas, frotarse contra sus nalgas, mientras le acariciaba con algo más de intensidad. Las caderas de Santi se movían solas, buscando rozarse más fuertemente con aquéllas manitas que tanto placer le proporcionaban, y tenían que agarrarse con ambas manos a la almohada para reprimir el impulso de tirarse sobre ella y bombear como un perro hasta que ambos reventasen de gusto

-Mmmmmmmmmh…. ¡mmmchuics! – un beso graciosamente sonoro se estampó en la nalga izquierda de Santi, y éste alzó la cabeza en un respingo, sorprendido por aquello, y asombrado de lo mucho que le excitaba… "me… me está lamiendo los cachetes…." Pensó confusamente, al notar la lengua de ella pasearse, primero en golpecitos juguetones y después en largas lamidas, por su carne, desde el final del muslo, hasta casi los riñones "¡me va a volver loco!" – Estás temblando… se te pone la piel de gallina… aluuuuuuuuuuurps… ¿te gusta, verdad que sí…?

Santi apenas podía hablar, el sudor le recorría la cara y gruesos goterones caían sobre las sábanas… intentó reunir fuerzas para contestar que sí, que le encantaba, que le estaba poniendo mucho más cachondo de lo que jamás en su vida había estado… pero entonces la lengua de Tina hizo una incursión más profunda, y Santiago estuvo a punto de morir de un infarto:

-¡Aauuuuuuuuuuh….! – la sorpresa, la vergüenza y el placer le atacaron de golpe cuando sintió la caricia cálida y húmeda de la lengua de Tina en su ano. La maravillosa sensación le recorrió el cuerpo de arriba abajo, en una oleada de chispas eléctricas que hicieron delicias en todo su ser y su pene se hinchó más aún… no obstante, su primer impulso fue intentar apartarse, o hacer que ella desistiera, pero Tina le tenía agarrado por una pierna y con la otra mano le acariciaba la polla; no iba a permitirle que se soltara, y ella misma tampoco iba a soltar su presa – Noooooooooo…. –logro balbucir – po…por ahí no….

-¿Porqué no? ¿Es que no te gusta…?

Santi no quería admitir que él mismo NUNCA se había tocado ahí porque le daba cierto repelús, pero ante su falta de respuesta, Tina se dispuso a volver al ataque, y él confesó:

-Sí…. Claro que sí, pero… pero esa zona…. Me da corte…. Es…. Es muy sucia

Santiago oyó a Tina emitir un gemido de ternura. La mano con la que le sujetaba la pierna, se soltó y se dirigió a su culo, que masajeó y abrió. La lengua de Tina dio golpecitos en la entrada de su agujerito trasero, provocando suspiros de su compañero a cada roce.

-Cariño… en primera, estás recién duchado… sabes a agua tibia y gel de ducha… -rió, traviesa – y en segunda, no hay ninguna zona de tu cuerpo que sea sucia… yo adoro todo tu cuerpo, y voy a darte placer en éste culito rosadito que tienes

Santi, a pesar de sentirse en una nube, aún intentó oponer algo, pero entonces la lengua de Tina lamió ávidamente su ano, y él desencajó la cara en una boba sonrisa de placer… Cada vez que ella retiraba un solo milímetro su lengua, Santiago elevaba el culo, aún sin darse cuenta, para reencontrarse con ella, ¡qué placer…! A cada momento le parecía que iba a correrse, pero en el preciso instante en que sólo necesitaba un empujoncito más, ella se detenía… le dejaba respirar, y luego volvía a empezar… Santi se notaba el culo empapado, pero no le importaba, el gozo que experimentaba era lo único que merecía la pena… Tina no dejaba de acariciar su polla al tiempo que le lamía el culo, y el movimiento de ambos empujaba la cama hasta hacerla chocar con la pared una y otra vez… la sensación de preorgasmo le estaba sacando de quicio, el maravilloso cosquilleo eléctrico le invadía una y otra vez, no podía parar de gemir y retorcerse… por efecto del golpeteo en la pared, el poster que tenía colgado se calló al suelo y el marco y el cristal se hicieron mil añicos, pero Santi ni siquiera oyó el estrépito, su cuerpo era sólo un cúmulo de sensaciones placenteras y goces indescriptibles, su respiración se aceleraba y su corazón amenazaba con querer salírsele del pecho

-¿Te gusta…? – preguntó Tina con picardía, bajando el ritmo de las caricias y lamidas – dime que te gusta… si no me lo dices, puedo pensar que no te gusta y pararé

-¡No, no pares…! – gimió Santi manoteando, como si intentara agarrarla en caso de que ella se retirase - ¡Por favor, sigueeeeeeeeeee….. dame más….. más…. Déjame que me corraaa…..! Me gusta mucho…. Sí…. ¡sí!

-Entonces, ¿sigo? – ahora ella acariciaba su ano con los dedos, para que la excitación no bajase demasiado.

-¡SÍ!

-¿Hasta que te corras?

-¡SÍ!

  • ¿Y después me harás el culo a mí?

-¡OOOH, SÍ!

-¿Y querrás conocer a mis padres?

-¡SÍIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII! ¿eh…?

Pero ya era tarde: Tina, en medio de una risa gozosa, hundió su cara entre las nalgas de Santi y le penetró con la lengua, honda, profundamente, al tiempo que le pajeaba con ganas y con la mano libre le abría el culo todo cuanto podía para llegar más adentro, ¡Santiago gritó hasta quedarse sin aire! ¡Nunca había sentido nada igual! El placer se adueñó de él, su cuerpo se contorsionó, tiritó violentamente mientras sentía que el gusto le mordía el cuerpo, desde las piernas hasta el cuello, cebándose en sus genitales; los escalofríos deliciosos recorrieron su piel en oleadas cálidas, y una poderosa descarga de esperma empapó las sábanas, ¡qué maravilla….! Santi gimió, notando cómo su cuerpo se encogía y cómo su sexo palpitaba dulcemente por el orgasmo, el genial orgasmo que acababa de sentir… incapaz de resistir más, sus rodillas fallaron y se dejó deslizar sobre la cama, tan extenuado como satisfecho. Una parte de él quiso recordarle que aquello sobre lo que había caído y le estaba empapando parte del pecho y la cara, era su propio semen pegajoso… pero la sonrisa que reinaba en su cara, dejaba palpable que aquello, era un detallito tonto, sin importancia

Mimosa, Tina se dejó caer sobre él, abrazándole por el pecho, y le beso la comisura de los labios. Santi la miró con los ojos entrecerrados.

-Eres… -suspiró – eres una traidora…. No está bien que me preguntes acerca de conocer a tu familia… en medio de….

Pero ella le besó en la boca, acariciando su lengua, y no le dejó seguir hablando. Cuando se separó del beso, Santi hubiera jurado que ella tenía una mirada algo triste, y… apurada. Como si no supiera bien cómo decirle algo. "Bueno…" pensó él "La familia que ha engendrado una chica tan maravillosa como ella, tiene por fuerza que ser buena gente. No voy a desconfiar; no ahora que por fin tengo algo de suerte".

En el salón, el bolso de Tina estaba tirado en el suelo, la cartera de la joven se había salido y unas fotos se habían desparramado por el piso… en una de ellas, podía verse a una Tina de apenas doce años de edad, rodeada por cinco enormes chicos, altos y de aspecto hercúleo, dos de los cuales llevaban afeitada la cabeza. De pie, en el centro, presidiendo la foto, había un hombre de aspecto huraño, con pelo sólo de la coronilla hacia atrás, espeso bigote, enorme nariz y expresión general de mala leche, que saludaba a la cámara con el brazo derecho levantado en diagonal y la mano extendida