Cambio de rumbo (2)

Por su boca salió un suspiro profundo quedándose quieta, en un intento de asimilar la doble penetración.

Cambio de rumbo (II).

Después nuestra primera experiencia de esta mañana en la playa nudista en la que foyamos con nuestra pareja de amigos, tuve miedo de que todo cambiara entre Esther y yo, pero no fue así, o al menos no como lo había pensado. Mi interés por ella se renovó, noté que ahora la deseaba mas que antes. Sin embargo, ante nosotros se abría un mundo nuevo en el que la sexualidad ya no tenía que ser sólo cosa de dos.

Estaba deseando hablar de todo esto con Jorge, de saber su opinión sobre lo ocurrido ¿estaría resentido conmigo? ¿le gustaría repetirlo? La comida fue un tanto extraña, hablamos poco, pero no noté nada de arrepentimiento o enfado. Después de comer llegó el momento de hablar a solas, mientras ellas fueron a buscar unos helados, nosotros nos quedamos a tomar una café con hielo.

Le pregunté sobre como se sentía, qué le había parecido. Me dijo que estaba bien aunque sentía algo extraño, como si hubiera perdido la inocencia por segunda vez desde su adolescencia. Había descubierto algo nuevo y tenía que asimilarlo, pero le había gustado mucho, tanto que sentía que no había marcha atrás en su manera de entender el sexo. Se disculpó por haberlo hecho con mi mujer y disfrutar de esa manera. No tenía sentido, yo hice lo mismo con la suya y además fui quien tuvo la idea. Estábamos de acuerdo, y eso fue un alivio.

Marisa y Esther llegaron entre risas, como es lógico ellas también habrían hablado y parece que la cosa fue bien también entre ellas, y no sólo traían helados en la mano, se habían comprado unos biquinis en una pequeña tienda cercana. Nos fuimos por la tarde al apartamento un poco cansados y me quedé dormido. No sé cuanto tiempo pasó, pero me desperté aún de día con la risa de mi mujer que estaba en el salón, hablando con Marisa y Jorge de algo que no entendía bien, me acerqué y vi a Jorge sentado observando a las dos mujeres, que se estaban probando frente al espejo los biquinis nuevos. A decir verdad, eran bastante atrevidos ya que los sujetadores eran más bien pequeños, y las braguitas eran tangas que dejaban ver sus preciosos culitos. ¡Estaban para comérselas! me acordé del polvazo de esta mañana en el mar y no pude remediar una erección en toda regla.

Las dos mujeres me miraron y se rieron, ya que mi pene erecto se dejaba notar debajo de mi bañador. Sus risas un poco picaronas me pusieron todavía peor, así que me retiré a la cocina a beber un poco de agua, con la torpe intención de que se me pasara la calentura. Cuando volví seguían las risas, pero esta vez era por Jorge, que también tenía su miembro a tono bajo el bañador. Siempre me ha gustado echar un polvo después de la siesta, así que me dije ¿por qué no? Me acerqué a mi mujer, le quité á parte de arriba del biquini y comencé a chuparle con delicadeza las tetas, que estaban un poco enrojecidas por el sol, me senté en un sillón y ella se quitó el tanga y se arrodilló sobre mí, para que le siguiera masajeando sus tetas, las sentí mas ricas que nunca y ella comenzó a gemir.

De pronto sus gemidos sonaron de otra manera, miré a su cara y vi que le estaba dando un mamazo a Jorge, que se había colocado detrás del sillón y le había ofrecido su pene. Al momento noté como Marisa se metía mi pene en la boca y me la chupaba muy despacio. Al poco tiempo mi mujer se ensartó en mí apartando un poco la boca de Marisa, que se dedicó a mis testículos. Mientras Esther se movía profunda y lentamente, yo oía su boca hacer ruidos de succión mientras chupaba pene de Jorge. En esa postura, con ella encima, me encantaba meterle el dedo en el ano, cosa que le gustaba sólo cuando estaba muy caliente, así que me dispuse a penetrarle el culito con mi dedo cuando noté que Marisa había dejado mis testículos y le estaba pasando la lengua por su ano y Esther respondía con un movimiento rítmico hacia atrás.

Dicen que en cierto modo, todos somos bisexuales, pero tengo la impresión de que en ese aspecto, las mujeres tienen menos prejuicios que los hombres. Hace sólo unas horas éramos dos parejas de amigos convencionales y ahora estábamos realizando una orgía los cuatro. Esther se estaba poniendo muy caliente y sin soltar el pene de Jorge, se lo sacó de la boca y comenzó a gemir también de una manera rítmica y profunda, la penetración a fondo que yo le infringía y la lengua de Marisa la estaban llevando a un estado de excitación enorme. Jorge debió darse cuenta de ello, se apartó hacia la mesa y cogió un bote de crema hidratante para después del sol, se embadurnó el pene (que en ese momento miraba hacia la lámpara del techo) e hizo lo mismo con la entrada del ano de mi mujer.

No sabía si seguir o cortar con la situación, ya que mi mujer era virgen por atrás, pero pensé que sería ella quien le cortaría a Jorge el paso a su puerta trasera, tal como me había hecho a mí siempre que lo intenté durante toda nuestra relación. Para mi sorpresa, Jorge colocó su miembro sobre la entrada del rosado, precioso y virgen agujero trasero de Esther que temblaba de pura excitación y lo penetró lentamente mientras el placer hacía que ella arqueara la espalda y por su boca salió un suspiro profundo quedándose quieta, en un intento de asimilar la doble penetración. Jorge y yo también nos quedamos quietos, podía sentir su poya dentro del culo de mi mujer y no podía creerlo.

Había fantaseado con esa situación durante algún tiempo, y ahora era real. Poco a poco Jorge comenzó a moverse y Esther bajó la cabeza completamente entregada. El sonido de la poya de Jorge lubricada entrando y saliendo rítmicamente, la visión del vaivén de las tetas de Esther como consecuencia de sus embestidas rozando mi pecho y el sonido de sus gemidos dulces y profundos, me llevaron al orgasmo mas explosivo que había conocido, al que siguió el de Jorge y el de Esther, que no pudo aguantar mas al sentir nuestros chorros calientes de semen en su interior.

Nos quedamos quietos y en silencio durante algún tiempo. Miré a mi lado y vi a Marisa que se mordía el labio inferior con una mirada de asombro mientras acariciaba su zona genital, Por fin Jorge se salió de mi mujer, que todavía no podía moverse y jadeaba como si hubiera subido las escaleras de varios pisos. Jorge se fue a la ducha y nosotros nos quedamos con Marisa hablando de lo ocurrido, Marisa le preguntó a mi mujer si no le había dolido y le dijo que un poco al principio y que ahora se sentía un poco rara, ya que nunca le habían penetrado por atrás. Marisa confesó que su culo también era virgen y que nunca le atrajo la penetración anal, pero ahora al ver la escena de nosotros tres y la manera en que Esther lo disfrutó, se planteaba probarlo.

¡Eso era lo que faltaba! Jorge estrenó a mi mujer por detrás y yo tenía la oportunidad de hacer lo mismo con la suya, lo cual en cierto modo suponía una especie de revancha por mi parte. Jorge llegó del baño y Esther y yo nos metimos juntos en la ducha. Nos besamos como si nos acabáramos de conocer y poco a poco me fui recuperando. Le dije a mi mujer que quería probar a Marisa por detrás y ella me dijo que adelante, pero me recomendó que tuviera paciencia y que esperara a que Marisa estuviera muy, muy, muy caliente.

Cuando salimos del baño estaban nuestros amigos liados en el sofá, él le comía las tetas mientras ella le masajeaba el pene que todavía no estaba totalmente recuperado.

Esther dijo que no era justo que Marisa no se llevara su premio y que habría que arreglarlo así que nos fuimos todos a la cama grande de matrimonio del dormitorio de nuestros amigos. Nos echamos en la cama, Marisa comenzó a chupármela sin dudarlo un segundo y Esther, se colocó detrás para hacerla gozar con la lengua en toda su zona genital. Ver a las dos a cuatro patas, una detrás de otra me empezó a poner bastante cachondo y supongo que a Jorge también, que se colocó detrás de mi mujer y comenzó a lamer su vagina y su ano, enrojecido y un poco dilatado todavía.

Nuestros penes ya estaban otra vez dispuestos y Jorge se dispuso a penetrar a mi mujer al estilo perrito, mientras Marisa se sentó sobre mi miembro y se lo metió despacito moviendo sus caderas circularmente, Esther estaba a cuatro patas y comenzó a chuparme los testículos y el culo de Marisa a la vez, que respondía con gemidos a nuestras atenciones, sus tetas descansaban ligeramente sobre mi pecho y noté que Esther le estaba haciendo un masaje en el ano. Estaba preparando a su amiga, como antes le ocurrió a ella, para una experiencia que nunca antes había conocido y parece que a Marisa le gustaba porque sus movimientos eran de vaivén adelante y atrás al tiempo que levantaba ligeramente su culo que agradecía el contacto suave de la lengua y los dedos de Esther.

Comencé a oír gemir también a mi mujer al tiempo que se escuchaban los chasquidos del pene de Jorge que la estaba penetrando profundamente y sin contemplaciones. Yo estaba a punto de correrme y le dije a Marisa que parara un poco. Mi mujer comprendió la situación y se separó de Jorge diciéndole que se pusiera tendido boca arriba, entonces ella se colocó sobre él para realizar un 69, y después de respirar hondo para bajarme un poco la calentura, puse a Marisa a cuatro patas y empecé a follármela a fondo mientras veía su ano, y en ese momento la deseé mas que nunca. Lubriqué mi dedo y se lo metí despacito en su culo, ella se quedó quieta unos segundos, luego me dijo que siguiera despacio, sus movimientos me hicieron ver que le estaba gustando, continué ahora con dos dedos y noté su esfínter un poco mas relajado. Esther se incorporó un poco y le hizo un gesto a Marisa para que se montara sobre su marido y ella se separó de mí haciendo que mi vaina saliera lentamente de su interior dura y palpitante.

Se sentó sobre su marido que no dejaba de chuparle toda la zona genital a Esther y se ensartó en su miembro. Después de cabalgar un poco sobre él cara a cara con Esther, jugando un poco cada una con las tetitas de la otra, se recostó hacia delante dejando su precioso agujero trasero indefenso, comprendí que ese era el momento que tanto deseé. Le preparé untándole bastante crema en su ano y en mi pene, que al fin puse en su entrada trasera. Yo no podía evitar temblar de placer y creo que a ella le pasaba igual, así que comencé a entrar en su culito muy despacio, hasta que a la mitad me detuve para que ella se acostumbrara. Mi mujer estaba como loca sentada de roillas sobre la cara de Jorge, que le estaba comiendo su zona genital y anal de forma salvaje y sus dos dedos entraban y salían por sus dos agujeros sin parar.

Marisa me pidió que siguiera hasta el final, y terminé de penetrarla despacio y profundamente. En ese momento Marisa giró la cabeza hacia atrás, buscando en la entrada de su precioso culo el culpable del placer que la estaba haciendo gemir como a un animal. Ella tenía los ojos entornados, y de su boca entreabierta caía un hilo de saliva, me volví como loco y sentí cómo mi pecho se expandía de puro placer. Comencé a entrar y salir lentamente mientras le acariciaba sus tetas con una mano y ella seguía girando la cabeza a veces buscando sin conseguirlo su culo, y otras mirando con ojos de sometimiento y lujuria a la cara del dueño del báculo que la ensartaba por detrás sin piedad. Mi mujer ya no miraba la escena, sus ojos entreabiertos al igual que su boca y sus gemidos profundos me decían que estaba llegando sobre la boca de mi amigo. Yo fui aumentando el ritmo poco a poco hasta que los gemidos de Marisa iban subiendo de tono y noté en la repentina rigidez del cuerpo de Jorge que se estaba corriendo. Mi pene hacía un sonido muy peculiar al entrar y salir por efecto de la crema que la lubricaba, hasta que noté contracciones en el ano de Marisa que parecía en estado de trance mientras se corría, dando unos gemidos graves y profundos. Empujé a fondo y llegué entonces a un orgasmo terrorífico que llenó al fin las entrañas de Marisa de semen.

Nos dejamos caer a un lado y ella me besó con ternura. Tardamos en movernos de allí, no podíamos reaccionar. Poco a poco nos fuimos incorporando para prepararnos para salir a cenar, esa noche nos fuimos a dormir pronto. A la mañana siguiente hablamos de lo que habíamos vivido entre los cuatro y todos estábamos de acuerdo en que se repetiría.

Fanuma01