Cambio de planes Parte III
Mi primer voluntariado Parte III cambiamos el título por lo sucedido. Espero que os guste. ¡Besos!
Como siempre espero que tengáis curiosidad por saber qué pasó a continuación. Así que vamos a seguir contando la historia, porque fue a más.
El camino se hizo corto, hablamos menos que en el otro viaje. Supongo que la adrenalina del polvo nos había dejado aplatanados. Diego me hizo alguna caricia con mirada cuqui.
Al llegar al pueblo me dejó en el coche para entrar en un portal, del que salió en pocos minutos.
-Diego vuelve con las llaves del piso en la mano.
-¿A quién se las habías dejado?
-A un conocido.
No pregunté más. Llegamos al piso, entramos y cuando vi que estaba todo limpio y recogido me sorprendí.
- Bueno, ¿qué te parece cómo ha quedado?
-Brutal, jajaja. Podría ser esto siempre así? Dije dando pasitos hasta Diego.
-Por supuesto. Pero hay cosas que tienen que cambiar.
-Sí, sí; hoy me has hecho ver las cosas de otra manera. Y no hablo de lo que ha pasado.
-¿No quieres hablarlo?
-¿Tú quieres?
-Has estado espectacular, ya te he dicho que es de lo mejor que nunca he probado.
Me sentí halagada.
-Yo también he disfrutado muchisimo.
Diego da unos pasos hasta llegar a mi lado y con su mano pone bien el pelo de mi frente.
-Quiero que cambies un poco todo esto que he visto al llegar. Quiero que disfrutes aún más. Sé que eres capaz.
-Muchas gracias Diego. Unas palabras así motivan y si son de tu boca aún más.
-Estaremos en contacto a partir de ahora, ¿vale?
-Sí, quiero que me des estas charlas motivacionales.
Los dos sonreímos y nuestras miradas se clavan. Nuestros ojos están como atados a un hilo que no nos deja separar nuestras miradas. Cosa que hace inevitable que necesite besarlo. Así que alzo un poco mis talones para llegar a su altura. Y empezamos a besarnos muy suave, solo nuestros labios se pegan y nos damos algún beso, hasta que poco a poco las bocas se abren y dejan paso a nuestras lenguas. Fueron unos besos de esos que ponen el horno a 220º. A máxima potencia hasta el punto que mientras besas tienes que morder para aliviar ese calor interior que vas sintiendo. Le mordí tan fuerte que me agarró por los brazos, dejándome inmóvil.
Diego se acercó mucho, respirando profundamente. Su mano izquierda pasó por mi mejilla, luego por mis labios, barbilla, garganta, canalillo y barriga, hasta perderse en los muslos. Dio unos pasos atrás y después de mirarme atentamente se acercó y sus labios se posaron en los míos dándome un beso suave.
Sus manos entraron de nuevo en acción, apretando ahora una de mis tetas. Intentó levantar mi camiseta, pero no recordaba que era un body. Así que metí mi mano lo justo para estirarlo y que los botones se desabrocharan. Mis tetas quedaron al aire en nada y menos, mientras volvía a besarme. Su boca no aguantó mucho mis besos y rápidamente pasó a mamar mis tetas. Mis pezones estaban duros como piedras.
Diego se detuvo y las miró con deseo, creo que incluso llego a morder su labio. Puso sus dedos entre mi piel y el pantalón e hizo todo lo posible hasta que me lo sacó por los tobillos. Se arrodillo frente a mí e inspiro profundamente, llenándose del olor que desprendían mis braguitas. Y me dio un beso en ellas. Pero no tardó en volver a pegar sus labios a mis braguitas y besar más profundamente.
Se levantó y se pegó mucho a mí, frente con frente, refregando su paquete contra mí. Luego empezó a moverse como si me follara, pero con ropa. Suspirando y jadeando como si estuviera follándome de verdad. Se separó de nuevo y llevó sus manos al cinturón, dejó su pantalón por las rodillas y puso su polla cruzándola con mis bragas. Me agarró por la barbilla y de nuevo frotaba su polla contra mi coño. Ahora sí piel con piel, pero sin penetración. Estaba muy perra, deseaba que me penetrara y me quitara esa ansiedad que tenía encima.
-¿Me vas a follar? –entrecortada mi voz por la emoción.
-No, nena. -Su mano pasó de mi barbilla a mi cuello-. Voy a hacerte mía.
Con esas palabras aun ansiaba más que empezara a hacerme suya. Pero él seguía frotando su polla contra mi coño por debajo de mis bragas. Decidí entrar en acción y acariciar la punta de su polla mientras rozaba por mis bragas, para excitarlo aún más. Se retiró un paso y pude ver su polla, muy dura, retando a que la hiciera mía y no tardé medio segundo en arrodillarme dispuesta a meter ese pedazo de polla en mi boca. Sin verlo venir Diego me agarró de la cabeza y me dijo:
-He dicho que voy a hacerte mía.
Agarró su polla y la llevo a mi boca.
Ahora sí. Tenía solo la punta dentro de mi boca e hice un poco de presión para que fuera entrando. Como estaba poco lubricada se enganchó en mi labio, pero la agarré con la mano para facilitar la faena. Entonces me agarró de la cabeza e hizo que me la tragara entera, haciendo que mi aire se cortara.
-Tranquila, tenemos todo el tiempo del mundo.
Diego no me soltó del pelo, pero podía ir haciendo el trabajo a mi ritmo. Aunque podía notar que cada vez su mano hacía más presión incluso me tiraba del pelo. Llegó un momento que él llevaba el ritmo, me apretaba tanto que no podía controlar la baba. Notaba que empezaba a ahogarme, pero no me soltaba. Mi mano hacía fuerza contra él, pero él ejercía tanta fuerza que mi oposición no servía de nada. Antes de sacar su polla de mi boca, la dejó totalmente hundida en mi garganta unos segundos. Cuando la sacó de mi garganta, pude recuperarme de esa falta de aire. Me recordó a la sensación que da cuando alguien se ahoga en una película. Pues lo mismo me acababa de ocurrir. El segundo sentimiento fue el de mi propia baba caer, como si se tratara de un bebé que no la puede controlar.
-¿Ya paramos? Dijo separándose un par de pasos atrás.
-No. –Aunque verdaderamente acababa de pasar un mal momento dije que no y mi cara era de querer más.
Diego se acercó de nuevo y recogió esa baba que caía de mi barbilla y me dio una bofetada.
Sonreí, ¡¡¡Sonreí!!!
Estaba entregada a cada acto que dedicaba hacía mí. Todo eso que mi cuerpo y mente estaban recibiendo ahora, era como si lo experimentara por primera vez, y mi placer estaba muy por encima de todo lo que hubiera podido experimentar con anterioridad. Y después de esa bofetada me dio un pico. Para volver a meter su polla en la boca con el mismo procedimiento de antes. Lo hizo durante unos segundos y repitió el gesto de recoger mi baba de la barbilla.
Cuando esperaba recibir otra bofetada su mano se coló entre mis braguitas. Miré hacia abajo y vi cómo mi baba resbalaba por mi barriga. ¡Qué morbo! Diego sacó su mano y se sentó en el sofá, dejándome de rodillas en el mismo punto en el que estaba. Me acerqué a él y agarré su polla para volver a mamarla. Ahora sí que podía demostrar lo que sabía, y me dejó que le mamara un rato su dura polla, ahora bien llena de mi saliva.
Hubo algún momento que hasta yo me sentía como una loca o loba. No sabría cómo describir ese punto de lujuria en el que estaba. Diego llevo su mano a mi pezón y después de retorcerlo tiró hacia arriba haciéndome levantar. Sentía que me había arrancado el pezón. Cuando fui a revisar que estaba en su sitio, me tiró al sofá. Apartó mis bragas e introdujo su polla en mi coño, evidentemente empapado. Yo gemía en cada embestida que me daba. Con sus manos apoyadas en el reposacabezas se movía para darme más y más fuerte. Parecía que iba a romperme. Al poco se detuvo, con su polla completamente dentro y me besó. Nos morreamos con su polla totalmente hundida en mi coño. Me agarré a su cabeza con fuerza, con mis brazos rodeando su cuello. Cuando me cogió en brazos y quedó completamente de pie conmigo en brazos, rodeándole con mis piernas y con su polla clavada en mi coño.
-¿Sorprendida?
-Mmm, puede - dije pensativa. -Estaba dándome una caña alucinante y dije que parecía que me estaba follando a mi primer novio. Definitivamente estaba loca. Diego sonrió y le devolví la sonrisa.
Comencé a moverme con la ayuda de sus manos en mi culo. Saltaba encima de su polla en esa posición, que era la primera vez que la hacía. Me movía mucho y gemía como una perra. Pero Diego parecía no estar muy cómodo. Me soltó y al poner los pies en el suelo mis piernas no reaccionaron y caí al suelo. Diego se agachó para ayudarme, pero no. Me agarró por debajo de las axilas y me puso contra un espejo que tenía en el salón. Me vi con el maquillaje corrido, mis pelos como el peor día de mi vida. Mientras examinaba mi aspecto Diego bajaba mis bragas hasta donde sus brazos llegaron. Calvaba los dientes en mi cuello y sentía cómo su polla buscaba mi agujero para seguir follándome. Sinceramente tengo que decir que a pesar de mi aspecto me veía preciosa, provocativa, me veía muy zorra. Tan zorra que di un lametazo al espejo. Cuando acabé de lamer vi como Diego me miraba a través de éste.
-Eso es nena, eso es.
Sonreí al escuchar el comentario.
Agarró mis brazos como cuando un policía arresta a un delincuente. Pero a él solo le hacía falta un brazo para agarrarme los dos. Su polla me daba unos pollazos cortos pero muy duros. El espejo parecía que se iba a descolgar. No aguantaba mucho rato con la intensidad que me follaba. Se detuvo y mientras tomaba aire aplastó mi cabeza contra el espejo.
-¡¡¡Diooooos!!! Qué cerdo me pones.
-Qué energía. Dije, mientras su polla me llenaba el coño y mi cara no desprendía ni un sentimiento. Solo desprendía placer.
Agarró mi pelo de nuevo y me llevó a una pequeña alfombra que había cerca de la cocina. Allí dejándome a cuatro patas y colocándose de rodillas tras de mí, clavó su polla en mi coño y siguió follándome. Sentía arder mi coño, supongo que tras tanto roce era normal. Pero mi coño seguía empapado. Diego daba embestidas duras, pero a un ritmo menor, supongo que estaba recuperando el aliento. Sacó su polla y dejándome allí con la cara pegada al suelo y mi culo completamente en pompa entró en la cocina. Ese momento me dio por pensar si eso era el verdadero sexo o era un paso más. ¿Estaba yo haciendo algo para que estuviese disfrutando tanto o era Diego y su experiencia? No sé, no podía pensar. Solo quería estar cerca de Diego. Me reincorporé y al caminar sentí que no me quedaban fuerzas. Ni después de una larga excursión había sentido ese cansancio.
Diego estaba bebiendo agua. Con su polla colgando entre las piernas, preciosa.
-¿Quieres un vasito?
Sin contestar cogí el vaso en él estaba bebiendo y empecé a beber. Me agarró de las caderas y me colocó contra la encimera. Su polla se volvía a colar en mi coño.
-¡¡¡Oooohhhhh!!! Joder. Que dura la tienes.
-¡Por tu culpa!
La poca agua que quedaba la tiré por su pecho y después de dejar el vaso recorrí mis manos por su tronco frontal. Le agarré del cuello y lo besé. Fue un beso entre mis gemidos y su respiración entrecortada.
-No quiero que esto se acabe nunca.
-Dímelo luego, amor.
-De veras, quiero esto cada día.
-Sí, ¿seguro?
No sé si fue el agua o esas palabras pero me dio unas fuerzas para tener un subidón brutal. Mis gemidos cambiaron de tono, mi mirada se centró en el mete saca de Diego. La imagen de mis labios rodeando la polla de Diego mientas su polla entraba y salía era preciosa. Diego agarró mi pelo de nuevo y lamió mi cara de abajo a arriba. Entonces empezó mi orgasmo, mis piernas temblaron. No podía moverme y Diego no paraba de follarme cada vez más duro. Creo que me sostenía entre la polla de Diego, la encimera y la mano de Diego que agarraba mi pelo, si no hubiese caído al suelo. Me agarré a su cuello con miedo a caer y volvió a cogerme entre sus brazos. Yo le rodee con mis piernas. Me llevó a la cama y me tiró en ella. Y digo me tiró porque me tiró. Caí exhausta pero Diego no había acabado conmigo.
-Ven aquí nena.
Agarró mis tobillos y me deslizó por la cama hasta que mis piernas colgaban de ella. Aún no hemos acabado. Dijo pasando su polla por toda mi raja y acabar penetrándome poco a poco. Creo que era la mejor posición que podía estar ahora mismo debido a mi agotamiento. Diego parecía también estar algo cansado o no gustarle esa posición, pero enseguida me dio la vuelta abriéndome de piernas y apoyando sus rodillas en la cama. Buscó mi agujero de nuevo y empezó a follarme con una gran intensidad. Mis brazos aguantaban mis piernas, creía que me iba a romper en cualquier momento. Sentía la polla de Diego clavarse hasta mis entrañas. Mis gemidos eran debido a que sentía la polla golpear mis huesos interiores por lo menos. Diego ahora penetraba muy profundo pero con menos intensidad. Apretó con mucha fuerza mi coño y sentí sus gemidos.
-OooGggGrrrrrr….oooooOoGggRrrr.
Aaaah….aaahhh….
Su polla estaba tan adentro que con su semen en mi interior aun sentí más presión en mi coño. Cuando retrocedió sentí como un volcán sacar su lava. ¡¡¡QUE DELICIA!!! Su polla resbalaba lentamente por mi coño ahora con más facilidad todavía. Su semen salía por mi coño podía sentir cómo resbalaba por mis paredes hasta llegar a mi ano. Diego daba sus últimos gemidos y acababa su orgasmo con un último apretón, haciéndome gritar de dolor.
-AAAAAAAAAAAAHHHHHHH!!! –Mis ojos casi sacan unas lágrimas.
Diego me rodeó hasta poner su polla en mi boca para recoger las últimas gotas de semen que rodeaban la punta de su polla. Mi lengua no tardó en engullirlas. Mis piernas cayeron y sentí un vacío alucinante en todo mi cuerpo. Sentí mi coño abierto como si fuese una boca que acaba de salir del dentista. Abierto y doloroso. Diego se estiró con la cabeza en la almohada, yo quedé con la cabeza a la altura de su pelvis. Diego acariciaba mi pelo, ahora sí con delicadeza.
-Dilo ahora.
Dejé unos segundos de silencio. Me puse a su lado con la cabeza en su pecho.
-Quiero esto cada día. Rodeé mi pierna por su pierna quedando mi coño alineado con su muslo. Su mano no tardó ni un segundo en apretar mi nalga. Mi cabeza se tiró hacia atrás y nos besamos. Mientras nuestras lenguas se daban un buen lote, movía mis caderas frotando el muslo contra mi clítoris, aún sensible.
-Así será nena.
PLLLLAAAFFFF!!!! Me dio una brutal cachetada haciéndome gritar de nuevo de dolor. Mi boca fue a parar a su cuello provocándole un chupetón. Me dio un último beso y se levantó. Quedé en la misma posición pero ahora sin él debajo. Diego volvió a cachetear mi culo. Una vez, dos veces y una última vez con las dos manos en ambas nalgas. Al borde de la cama y ya de pie me ofreció sus manos para levantarme. Le di mis manos y me ayudó a levantar. Caminamos desnudos por la casa mientas me agarraba de la muñeca. Me dejó ponerme delante y me agarró de nuevo como a los delincuentes y con un solo brazo acercándome al espejo que habíamos dejado relamido y lleno de refregones. Nos miramos a través del espejo. Creo que no hacía falta decir nada más. Estábamos conectados. Su otra mano me agarró del cuello y me besó la mejilla. Allí me quedé mirándome en el espejo sintiendo como el semen resbalaba por mis muslos.