Cambio de planes

Esperé en un medio elegante un prospecto relevante por su significción y resultó que fue un delicioso mesero el que se llevó "el premio mayor".

Ya he compartido que mi trabajo actual me brinda ciertos gustos que antes no podía darme, algo que me parece agradable y gratificante en todos sentidos.

Hace unos días llegué a trabajar en una ciudad cercana a Monterrey. Se trataba de organizar un evento regional al que asistirían relevantes personajes del mundo cultural del Noreste de México.

Al planear el evento, se daba por sentado que los invitados y participantes en general serían en su mayoría varones, si acaso algunos acompañados por sus estiradas esposas. A muchos de ellos ya los había tratado en circunstancias de trabajo diversas y tenía el antecedente de que eran poseedores de personalidades, físicos y preferencias de gran pluralidad. No dejaba de excitarme el gran momento. Yo tenía el plan de tirar mi anzuelo a un tipo excitante y elegante de entre los visitantes esperados.

El encuentro se daría en una elegante sala de uno de los hoteles más lujosos de la ciudad que es reconocido mundialmente; un sitio de primer mundo.

El detalle significativo para mí y que me hizo cambiar de planes fue el impacto que me causó no alguno de los célebres invitados, sino uno de los meseros que atendían al momento del receso matutino, era un tipo cuarentón de sienes plateadas, alto, robusto, bigotón, impecablemente afeitado y de movimientos felinos; un hombre en toda la extensión de la palabra, ese tipo de hombres que quitan el hipo y provocan un temblor y una sudoración de lujuria.

Ver a Eloy, supe su nombre al leerlo en su gafete, era desear chuparle todo lo chupable que pudiera tener. Él se dio cuenta de mi insistente mirada y me ofreció solícito "¿Más café? ¿Quizá un bocadillo salado?". Le agradecí el café y le dije que los bocadillos salados eran mis preferidos. Inmediatamente me ofreció un canapé con queso y paté decorado con aceitunas y cuadritos de queso manchego. Delicioso. Lo comí mordiendo sugestivamente y pasando mi lengua sobre el queso fundido.... me di cuenta que Eloy no cambió la dirección de su mirada y estaba fijo en el más mínimo de mis movimientos.

El tumulto, las prisas, el apremio por tomar el café y la gente haciendo uso de sus celulares más mis compañeros de trabajo impidieron un acercamiento entre ambos.

A mitad del evento me dirigí al baño del Hotel. Estaba aún orinando cuando alguien abre la puerta y al volver la vista supe que era él. Ambos quedamos atónitos; yo al menos, no esperé encontrármelo allí. Tal parecía que mi suerte estaba en los baños de las diferentes partes a las que iba, me puse algo nervioso por que no sabia si el quería algo conmigo, la cosa es que al momento se acercó y me saluda efusivamente.

Respondo de modo cortés mientras sacudo mi verga para quitr el exceso de orina y entonces me espetó sin más ni más:

"Parecías muy interesado en mí", me di cuenta que me mirabas atentamente durante la hora del café.

Le dije no pude evitar verlo siendo un tipo tan atractivo, me tiré al fondo de la piscina.

El muy cínico me dijo: "¿Y qué es lo que te interesa de mí?, ¿’Quieres verme la verga?

Yo le contesté asintiendo con la cabeza y él sin más ni más se metió a un gabinete privado, dejó abierta la puerta y se bajó el pantalón hasta las rodillas y me mostró una verga realmente grande tanto que a mis años y con mi experiencia, sufrí un estremencimiento al ver tremendo animal, era una verga de gran tamaño de un lindo color moreno a excepción de la cabeza que era riquísima rosada y seguramente con un rico aroma, además era gruesa lo que mas me impactó fue su tamaño era descomunal.

Me pedía que se la mamara, pero no consideré oportuno el lugar ni el momento, ambos estábamos trabajando.

Rápidamente saqué una de mis tarjetas de presentación y garrapateé el número de mi habitación y la hora en que podía recibirlo.

Salí del baño tan rápido como me fue posible, tratando de esconder la emoción, el nerviosismo y la calentura que ya me habían hecho su presa.

A la hora que le indiqué llegó a mi habitación. Apenas entró, se quitó toda la ropa y mostrándome su real verga, me pidió que le diera una mamada; yo accedí con el mayor de los placeres y comencé a meterme ese rico instrumento en mi boca que apenas y podía tragarla, pero las ganas me habían puesto a mil y quería probar si me cabía en la boca toda esa ricura, sin embargo era una misión imposible. Era demasiado larga y gruesa, pero olía y sabía a hombre, ese olor tan delicioso que emana de un macho que sabe lo que tiene.

Después de un rato de lengüeteos, succiones y caricias a su verga y a sus huevotes, él jadeaba como un loco y me decía:

"Qué rico mamas, eres todo un experto". Eso aumentaba mis ansias de ser poseído por ese cabrón que tanto me atrajo desde el momento en que lo vi enfundado en su traje de servicio.

Estaba consciente de que si me dejaba meter su vergota iba a experimentar un dolor fuerte pero no me importó esa posibilidad, como me fue posible me saqué la ropa que aún tenía puesta y eso acabó de enardecerlo, me dijo que tengo un culo muy apetecible, que quería cogerme, pero que su verga iba a causarme dolor, que si estaba dispuesto a aguantar una cogida de hombre.

Sin decir palabra, saqué un condón de mi bolsillo y se lo puse con mi boca. Me costó algo de trabajo, por el tamaño de aquello pero al estar intentando ponerlo el me decía ¡Bárbaro!, nunca me habían hecho esto; sus ojos brillaban de lujuria, con delicadeza me dio la vuelta y comenzó a lamerme el culo,

Ahhhhh, que rico lo hacía, sentí como su lengua recorría mi esfínter y lo humedecía poco a poco comenzó a introducir uno de sus dedos hasta que me introdujo tres dedos, dilatando por completo mi culo, que ansiaba que lo embistieran; luego sentí como la punta de tan rico instrumento estaba justo en la entrada de mi culo. Comenzó a meterla y yo sentí como me llenaba y me retorcía del placer. Hacía mucho que no sentía esa combinación entre un enorme placer y un gran dolor que pronto me hacían gritar.

Me contuve porque podía llamar la atención, no podía olvidar que estábamos en un hotel por lo que él me puso la mano en la boca introduciendo uno de sus dedos para que lo chupara. Duramos así creo que como unos 20 minutos que se convirtieron en muy poco tiempo para tan rico placer de ser penetrado, no quería que aquel momento acabara.

Comencé a sentirlo cada vez mas fuerte y de pronto me la sacó; totalmente y me la volvió a meter acabando por completo en mí culo con abundantes y fuertes chorros de esperma, que mi culo contener y expulsó el aparato delicioso que me estaba dando tanto placer.

Eloy retiró el condón y su leche se derramó incontenible, era una cantidad muy generosa de rico liquido blanco. Me besó apasionadamente y me dijo que había disfrutado como nunca.

Nos despedimos, quedamos en que me hablaría luego por teléfono y concertaríamos otra cita pero en un lugar privado.

El evento duró tres días y aunque se presentaron dos o tres prospectos interesantes, mi culo no resistía ni un centímetro de verga más.

Julián.

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