Cambio de Personalidad - 2
La personalidad de Aquiles continúa cambiando calambrazo mental a calambrazo mental, y poco a poco esos cambios empiezan a hacerse notar aunque aún no lo parezca. Por otro lado, estos calambrazos algunas veces llevan a decisiones muy, pero que muy drásticas
Cambio de Personalidad - 2
Tras el polvo con Abril me dirigí directamente a casa, puesto que era más pronto de lo que pensé, supuse que Ana seguiría despierta. Efectivamente así fue, me la encontré tumbada en el sofá, leyendo tranquilamente un libro, mientras que sobre la mesita baja, ante ella, tenía una copa de vino, y justo al lado el intercomunicador de la niña. Nada más llegar saqué de su bolsa el paquete que me había mandado a recoger a la tienda de Abril...
- Toma, el conjunto que me pediste que te recogiese de la tienda.
- Vale, gracias, déjale ahí encima mismo que ya lo guardare luego. Si quieres cenar algo tienes tu parte en el frigorífico, tan solo debes de calentártelo en el microondas -contestó con frialdad.
- Está bien, gracias...
- De nada... es igual...
Pese a lo que pudiese parecer, sabía que mi esposita querida estaba muy enfadada conmigo, supuse que buena culpa de ello lo tendría la llamada que le hice desde la tienda. ¿Que como lo sabía? Pues veréis, en otras circunstancias y dado que al día siguiente iríamos a comer donde mis suegros con el resto de la familia y la nena estaba ya acostada, nada más llegar Ana se me hubiese echado encima en cuanto entre por la puerta con la sana intención de desahogarse conmigo, amén claro de su tono tan frio de voz. Dado que ambos tenemos un programilla localizador mutuo por GPS en los teléfonos, ya supuse que desde el mismo momento en que le llame que no dudaría en monitorizar donde me encontraba exactamente. Dudaba que creyese que hubiese pasado algo entre Abril y yo, dado el modo habitual de comportarme, pero mi teléfono me habría situado de forma continuada en aquella posición. Estaba convencido de que se había tomado aquello como alguna especie de pataleta o algo así por mi parte por “forzarme” a un nuevo bochorno.
Tengo también que reconocer, que con todo lo que es o lo que quiera que sea mi esposa, siempre ha respetado una serie de hechos, entre ellos, siempre ha tratado de no permitir que sus padres pudiesen "meterse" conmigo por el modo de casarnos o por mi forma de ser. Lo cierto es que cuando su padre se ponía en plan cabrón y sacaba su peor genio, por regla general esa decisión tendía a desvanecerse como el hielo en agua caliente. Yo por mi parte desde el principio descubrí que con mi suegro el mejor método de defensa era no meterme por medio, permanecer lo más inadvertido posible, bajar la cabeza cuando la cosa se ponía fea y luego hacer lo que me salía de las narices. Consideraba que esa era una batalla en la que no tenía nada bueno que sacar, y si bastante que poder perder, amén de ser también consciente de mi inseguridad y poco “arrojo” para hacerle frente.
La verdad es que consideraba a mi suegro como alguien intimidante de palabra pero muy poquito, por no decir nulo de hechos “físicos”. No obstante, cuando se ponía en plan “León Rey de la Selva” con Ana, mi cuñada, mi suegra todos reaccionábamos más o menos igual. Con Ana yo en mi caso menos, pero con mi pequeña Clara, reconozco que instintivamente media la distancia entre ambos cuidadosamente. Y aun hoy, no sabría decir si no le habría saltado al cuello de haberle puesto aunque solo fuese mínimamente una mano sobre mi hija. Desde siempre había una hora de Tai-Jitsu tres días a la semana, y creedme que era incluso entonces era más que capaz de hacerle muchísimo daño a alguien si me lo hubiese propuesto. Esa noche nos acostamos como cualquier otra del año, salvo porque en esta ocasión tenia clarísimo que de sexo entre ambos nada de nada pese a llevarle el conjuntito. Antes de ir a casa de mis suegros siempre era como un ritual más el que hiciésemos el amor, algo que parecía llevarle una especial calma y paciencia para aguantar esas reuniones.
¿Que como es mi familia política?, pues bueno, os aseguro que tiene su "guasa", es decir, ni puta de gracia. Primero esta su hermana mayor, Azucena, dos años más de edad que ella, y si mi esposa en la universidad tenía fama según los rumores de ser bastante zorra, Azucena no, ella no tenía rumor de nada. En su caso era algo sabido completamente que era más puta que las gallinas, y estaba más salida que el pico de una mesa. No obstante debo de reconocer que desde que me case con Ana siempre me he llevado con ella a partir un piñón, hemos tenido algún que otro encontronazo, pero sinceramente como cuñada me merece la pena, ni yo me meto en su vida ni ella en la mia. Al igual que Ana, ella también trabaja en la empresa familiar, se casó al poco de terminar la carrera con Amador, un “buen” chico que había terminado ingeniería con excelentes notas, pelota como él solo, rastrero a más no poder y de lo más putero que pudiese existir, toda una joya al que no aguantaba ni en pintura, no decir el asco que le tenía. En esos instantes, Arturito ya se había abierto bastante camino en su carrera, todo gracias principalmente a los contactos que le había generado mi suegro, aunque sabía por mi esposa que desde luego no iban nada bien como matrimonio. Paradójicamente siendo como eran ambos, parecía que no lo llevasen muy bien, especialmente porque parecía que no “sospechaban” del otro y yo sabía de cierto que ambos tiraban al monte que se dice.
Después de su hermana estaba su madre, toda una gran señora, a la que veía muy apocada, totalmente sometida a los caprichos y decisiones de su esposo, el padre de ambas hermanas. Carolina, que es como se llama, es una mujer que se cuida muchísimo, incluso diría que más que por ella misma por su esposo, era algo también a lo que en mi opinión le obligaba, a mantenerse joven para él, vamos, a ser poco más que la perfecta mujer florero. Precisamente por eso y para que entendáis a que nivel se conservaba bien, más que la madre, parecía la tercera hermana. Y cuidado, que no digo que sea tonta, que no, es una mujer culta y tremendamente inteligente, pero a mi modo de ver, excesivamente sumisa con su esposo, o al menos, esa es la cara pública que daba ante todo el mundo, aunque decir esto último aquí es adelantarme en la historia. Y por último está el cabrón del padre de mi esposa, que este sí que no tiene desperdicio, el hijo de puta de León, al que ojala que Dios pronto tenga en su santa gloria.
León, que es como se llama el progenitor de mi esposa, es lo que llamaríamos un maltratador de manual, pero de los psicológicos, no de los físicos, es demasiado listo para ello. Difícilmente podrías verle ponerle la mano encima a alguien aunque si alzarla levemente como amenaza sutil, pero sin embargo a nivel mental, eso ya es harina de otro costal. Como ya dije, Carolina era poco más que un florero al que manejaba a su antojo ante cualquiera, con sus hijas había perdido algo de poder al casarse estas, pero aun así, seguía teniendo un enorme ascendente sobre ellas, era poner mala cara, hacer determinados gestos o dar ciertos matices a su voz, y ambas hermanas parecían echarse a temblar. Cuando lo conocí y empecé a ver el percal que había con semejante bicho, fue cuando comencé a entender de verdad el porqué de no abortar o las mismas prisas que tuvo desde un inicio Ana para que nos casásemos y nos independizásemos donde fuese. Pues si, al principio solo quería irse conmigo a vivir, todo un auténtico cuento de hadas que tan solo duro un año poco más o menos, fue luego, cuando todo cambio, con ella empezando a ser como era ahora conmigo.
Ese sábado durante la velada familiar, mi “queridísima” esposa tuvo un par de encontronazos con su padre, en los que finalmente termino agachando las orejas ante él, cosa que no sabéis hasta qué punto es imposible que haga eso ante nadie más. Su hermana fue más o menos igual, incluso ese día el marido de esta también recibió parte del “cariño” de mi suegro, solo me libre yo. ¿Y porque?, pues fácil, porque según su forma de verme, no merecía la pena perder conmigo más de diez segundos de su precioso tiempo, por lo que casi desde el inicio, en esa casa era el que más tranquilo estaba siempre. Y si, su esposa, Carolina, tampoco se salvó de caer dos o tres veces bajo el veneno de la afilada lengua del cabeza de familia.
Tan solo había un límite que León ya había tentado un par de veces con Ana, saliendo en ambas escaldado, y era con mi hija, con Clara. Cualquier cosa referente a la niña que pudiese parecer ofensiva hacia ella directamente, o por delegación al tratar de meterse con alguien, hacía que Ana saltase sin importarle nada a la yugular de su padre con sus uñas por delante… Y os garantizo que este ya había tomado buena nota del detalle, por lo que eso era algo que evitaba con todo cuidado, debo de señalar no obstante, que la única pega que León le veía a su nieta, era el padre que esta tenia. Aunque el meterse conmigo también hacia saltar a Ana, pero de diferente manera, muy tibia y siempre terminaba claudicando ante su progenitor. Pero hacer eso le era difícil al señor León, pues Ana era muy suspicaz buscando posibles tres pies al gato con la niña, y el meterse con el padre era un riesgo que normalmente le costaba asumir si quería controlar a Ana.
Lo cierto es que ese fue simplemente un fin de semana más, tras el que regresamos a casa como siempre, con Ana enfadada porque discutiendo con su padre, yo me había mantenido al margen de todo. Que conste que en este caso, de decir algo y meterme, cosa que solo hice una vez, también estaría recibiendo mi dosis por osar opinar. Sabía lo que tocaría al llegar a casa, relajación tras la velada al modo de Ana, es decir, prácticamente follándome a la fuerza, quisiese o no, me apeteciese o no. Confieso que en esta situación los papeles entre nosotros estaban bastante cambiados, siendo ella quien me buscaba siempre a mí para follar, por las buenas o por las malas. Sin embargo en esta ocasión no fue así, cuando al acostarnos me pillo mirándola con cara de cierta sorpresa, me soltó visiblemente enfadada, que si quería follar, que me fuese a por la “puta” de la tienda, por Abril, dejándome aún mucho más perplejo de lo que ya estaba.
En ese momento y con la contestación, creo que volvió a ocurrirme nuevamente, un nuevo calambrazo, ya que en mi anterior “vida” jamás me hubiese atrevido a contestarla como lo hice…
- Ya está bien Ana, ¿se puede saber qué coño te ocurre conmigo desde el viernes? No sé qué mosca te ha picado, iba a llegar más tarde por estar ocupado y te avise como quedamos…
- Dime Aquiles, ¿te crees que las normas que pusimos en nuestro matrimonio son una puta broma?, porque no lo son, están ahí para evitarnos problemas y tener todo esto controlado. No son ningún juego o medio para tratar de dar celos al otro… Lo del viernes fue una estupidez por tu parte…
- Entiendo, de modo que según crees, lo hice por “joderte”, por intentar darte a entender algo, ¿no?… Bien, pues ten claro, que hasta este instante, la única persona aquí que ha violado esas tan cacareadas reglas tuyas sistemáticamente, pues fuiste tú quien las impuso no te equivoques, has sido tú misma. Por ejemplo y sin ir más lejos cuando te trajiste a tu amante a follar aquí, en nuestra casa, en nuestra cama, y encima os pille a los dos… ¿recuerdas ese instante, verdad? Muy discreta no es que fueses con ese hombre…
- Si, lo sé, aquello fue un terrible error por mi parte, y ya te pedí perdón por ello, e incluso trate de compensarte con… -la interrumpí en tono sarcástico.
- Si, como a un puto crio de diez años, con una función de magia en la que encima casi me matan… muy bonita tú disculpa… Mira, me da igual lo que pienses o digas Ana, te aseguro, que hasta ese momento, por mi parte, nunca jamás he violado ninguna de tus estúpidas reglas, siempre he sido el perfecto cornudo que querías tener por marido. ¿Y sabes?, si, el viernes, como antes has dicho tu misma, me follé de verdad a la de la tienda, ¿y sabes qué más te digo?, que el lunes voy a volver a hacerlo nuevamente… y esta vez, será a tu salud…
- ¡¡¡¡Pero que coños te crees que…!!!! –la corté en seco.
- ¡¡¡Me creo lo que me sale de la polla, te queda ya claro, puta niñata reprimida hija de papa!!! Tú dedícate a seguir buscando pollas por ahí que te entretengan y déjame a mí empezar a disfrutar de mi vida en paz… Y ya te advierto que me pienso follar todo lo que se me ponga por delante desde este mismo instante, puede incluso que empezando por tus amigas… Y por cierto, ¡¡te metes tus reglas por el puto culo!!.
Tras eso no la deje seguir discutiendo, cogiendo mi almohada me largue al sofá del salón dando un fuerte portazo al salir de la habitación, fui tan gilipollas que ni me acorde de la cama de la habitación pequeña por culpa del cruce de cables que llevaba. De lo que si fui muy, pero que muy consciente, fue de hasta qué punto, Ana, la puta de mi esposa, se había quedado a cuadros con mi salida del tiesto y con ambos pies a la vez. El caso es que estaba considerablemente enfadado por todo lo hablado, no sé bien, si porque Ana no me creyese capaz de follarme a otra, o por su mismo enfado por ello. El caso es que me tumbe en el sofá con las ideas muy, pero que muy claras, el lunes pensaba ir por allí como siempre, justo a la hora de cerrar sus puertas, y me iba a follar a Abril por todos sus agujeros.
El problema es que el estallido se pasó y mi personalidad habitual, aunque probablemente ya levemente modificada, regreso por sus fueros. Me pase el domingo en casita con la cabeza gacha y la mirada socarrona de Ana clavada en mí, algo que podía observar cada vez que por mi parte dirigía mis ojos hacia ella. Sin embargo, ese lunes no ocurrió nada, no volvió ninguno de esos cortocircuitos tan “especiales” a mi mente. Fue un día más de trabajo, pase por el gimnasio y luego regrese a casa como de costumbre, prontito. Al llegar le dije a la cuidadora que se podía marchar y me encargue de la peque, que nada más verme tendió sus brazos riéndose para que la cogiese en alto. Cuando Ana llegó me sorprendió como siempre, tumbado en el sofá con la nena trepando por encima de mí mientras le hacía cosquillas y se moría de la risa. Como de costumbre también, se acercó a darle un beso a Clara, que se lo devolvió, pero de inmediato me empezó con su media lengua a exigir que siguiese jugando con ella.
No es que la niña no quisiese a su madre, pero dado que yo era quien habitualmente llegaba pronto a casa y me ocupaba de ella, jugando los dos mucho además, sus preferencias quedaban muy bien definidas. En el trabajo todo me iba muy bien, había terminado por ser aceptado dentro del grupo, no diré que no hubiese algunas tiranteces por mi inclusión de aquel modo, pero dado que demostré mi valía, y más aún que eso, mi utilidad, poco a poco fui conectando. Mi cambio de personalidad era gradual, como dije anteriormente, a base de calambrazos, por lo que en general mi forma de ser tratado por todo el mundo apenas vario un ápice excepto en contadísimas personas. El lunes en el trabajo tuvimos reunión con el fin de ultimar un trabajo para un cliente, era la primera vez que lo veía e hice un par de observaciones que si bien considere oportuno realizar, a nadie le hizo la menor gracia, al punto que el jefe del equipo al que pertenecía me mando irme a casa a "descansar" para deshacerse de mí.
Si algo sabía perfectamente en mi vida, con todos los palos que me había llevado, era a cubrirme el culo y a buscar el modo de poder defenderme llegado el caso. Por eso mismo, antes de hacer lo que me decían, deje escrito un memorándum con mis "intervenciones" en la reunión, las contestaciones que recibí de cada uno y todo lo que allí se trató hasta el mismo instante en que prescindieron de mis "servicios". Aunque eso sí, me asegure de dejarlo escrito de modo que fuese debidamente pasado por alto y que nadie le prestase atención, pero sabiendo que si por cualquier motivo me fuese necesario, ahí lo tenía, presentado con la debida antelación. A ver, no es que esto lo hiciese muy a menudo en el trabajo, pero en esta ocasión por un lado el cliente era verdaderamente importante y por otro, si algo iba mal con ese trabajo conocía bien a algunos de mis “compañeros”. Lo que no pretendía de ningún modo era convertirme en la cabeza de turco que pagase el pato de algo que yo no había hecho y de lo que además, había advertido. Es más, una de las "advertencias" que hice, era lo bastante seria como para que de no gustarle a dicho cliente, generase serios problemas muy serios.
Ese mismo lunes cuando mi esposa regresó a casa la nena ya estaba acostada, le calenté la cena como de costumbre, sentándome a leer un ratito. De reojo no pude evitar observar nervioso como Ana no hacía más que mirarme con una mezcla de ironía y socarronería. No me hacía falta ser ningún lince para poder suponer que era debido a que no había ido a follarme a nadie como amenacé. Todo pareció ir más o menos dentro de los cauces habituales hasta el jueves por la noche, cuando repentinamente y sin venir a cuento tras los días transcurridos desde aquel brote de "pelotas" que tuve, empezó a atacarme con frases a cual más sarcásticas sobre mi poca "palabra" y como debía de estar de desesperada esperándome esa pobre mujer para que me la follase. Su error ese día fue incluir el típico “me gustaría ver por un agujerito como lo haces”…
Mi única reacción, y creedme que no fue algo muy normal para mi forma habitual de ser, fue darme la vuelta en la cama y situándome de cara a ella quedarme mirando a mi esposa fijamente a los ojos, sin perderlos de vista ni un solo instante hasta el instante en que los cerré para quedarme tranquilamente dormido. Normalmente yo en una situación como esta habría agachado la cabeza, la habría hundido más en la almohada e intentaría ignorarlo todo a mí alrededor, pero sin embargo, hice todo lo contrario. Incluso cuando cerré los ojos con la intención de quedarme dormido e ignorar a Ana, lo hice deliberadamente despacio, bajando los parpados con extremada lentitud, con una actitud que se podría catalogar como de "desafiante". Creo firmemente que en el momento en que cerré mis ojos por completo, mi mujer estaba ligeramente nerviosa por mi extraña actitud.
Con sinceridad no puedo decir si aquella actitud mía de por la noche fue el detonante real de lo que ocurrió al día siguiente o bien era algo que ella ya había planificado con anterioridad y por eso por la noche me ataco de aquel modo. Sobre el mediodía del viernes, justo en el tiempo que tenía para comer me llamo Ana al teléfono, encargándome la recogida de un nuevo conjuntito de ropa interior en la tienda de siempre, en la de Abril, cosa que me extraño pues el anterior aun no lo había estrenado siquiera. Desafortunadamente para ella, el resto de la conversación volvió a desatar en mi interior un nuevo calambrazo, y en esta ocasión, si puedo aseguraros que fue de los gordos, gordísimos. Poco más o menos y para no extenderme, diré que por un lado me desafío entre risas a aprovechar la coyuntura para follarme de nuevo a la "puta". Encima para colmo me pidió que le transmitiese sus mejores deseos de su parte para que disfrutase de "su" marido, y por otro me dijo algo que creo que fue lo que agudizo en esta ocasión el "ataque" de personalidad.
Como ya dije, fue Ana quien impuso una serie de reglas para "nuestras" aventuras extramatrimoniales, y os aseguro que el follarme a Abril no violaba ninguna de ellas. Pues bien, Ana sistemáticamente, inadvertidamente o no, por mala suerte o no, había terminado por violarlas una tras otra, aunque eso sí, disculpándose después como si por ello fuese a ir su alma al infierno. Como digo, las violo todas excepto dos de ellas que hasta este instante las había respetado a rajatabla, una de ellas, que mis padres no supiesen nada de todo esto. La segunda regla aun inviolada era el no acostarse con nadie que al otro le pudiese suponer un problema por lo que fuese, trabajo, amigos, no caer bien, etc. El motivo daba igual, la cuestión era si el otro tenía un problema con ello.
En esta ocasión me anuncio riéndose que se pensaba follar a un tío que trabajaba con ella y que sabía más que de sobra que me caía como un navajazo en el estómago, evidentemente se lo recrimine recordándole eso mismo y sus "normas", pero ella me salto con lo que le dije durante nuestra discusión del sábado, que se pensaba meter sus reglas por el culo, de modo que iba a follárselo. Además me aclaro que pensaba hacerlo en nuestra propia cama el sábado por la noche, por lo que me insinuó que ya me podía marchar el fin de semana con la niña por ahí sino quería estar presente escuchando como sabia tratarla un hombre de verdad. Me recalcó también, que su compañero iba a saber lo que yo tenía en casa y que según ella, no sabía aprovechar... Creo que lo único que le faltó fue llamarme eunuco, blandengue, nenaza o algo de ese tipo...
Como dije antes, el calambrazo mental fue total. Cuando regresé al trabajo se debió de notar, pues me di cuenta de que repentinamente todos mis compañeros parecían evitarme, como si fuese un apestado o alguien peligroso, y todo esto antes de tener un enganchón con uno de ellos. Como a una hora de salir, todo chulo, cosa por otro lado normal en ese imbécil, se me acerco uno de los creativos de otro grupo y me dejo sobre la esquina de mi mesa una pila de papeles para que se los "repasase"... Puse mi mano junto al montón, y después los empuje hacia el borde tirándolos todos al suelo, quedando completamente desparramados, todo ello ante su jefa que atinó a pasar por allí en ese momento y escucho mi seca respuesta...
- Sácate el dedo del culo, deja de tratar de follarte a todo lo que lleve faldas a tu alrededor y hazlo tú, que tienes tiempo más que de sobra de terminarlo...
- ¡¡Imbécil!! Recógelo todo ahora mismo sino quieres que te parta la cara... -me amenazo poniéndose gallito.
- Salimos en una hora, espérame en la glorieta que hay según salimos del parking a la izquierda... Allí me tratas de partir la cara si tienes cojones. Y no te marches, porque si no te cojo hoy, lo hare mañana, y si no pasado, pero te aseguro que antes o después te pondré la mano encima tío mierda, que no eres más que un mierdecilla... -le espeté levantandome, mirándole fijamente con absoluta frialdad, sin levantar la voz o hacer el menor gesto agresivo hacia él más que el estar con mi cara a centímetros de la suya-.
Reculo en el acto, se disculpó sonriendo alegando que estaba nervioso y el mismo se agacho de inmediato a recoger los papeles, no sin por ello dejar de mirarme como calibrándome. Para su desgracia era el peor día y en el peor momento para ponerse a hacer eso conmigo, pues lo que vio no le debió de gustar ya que fue la última vez que tuve el más mínimo problema con él, de hecho pienso que procuraba esquivarme como a la mismísima peste. Tan solo cinco minutos después de que este se marchase, su jefa de grupo, la señora Elena, me llamó a su despacho, donde en primer lugar se disculpó por el comportamiento de como ella misma lo definió, "ese cretino", asegurándome que no volvería a pasar. Pero también me metió una bronca de aúpa por mi comportamiento, asegurándome que era algo que no se podía tolerar bajo ningún concepto, pidiéndome que fuese la última vez que lo hacía o se vería obligada a notificarlo para que tomasen medidas... Mi contestación desde luego no tuvo el menor desperdicio...
- Quizá con quien debiesen de tomar esas medidas que apunta es con usted, que obviamente no es capaz de tener controlado a ese gilipollas. En lugar de hacerme perder el tiempo para darme una advertencia, que jamás me he metido en nada de nada o dado el menor problema, debería de hacer su trabajo y evitar que ese o algún otro de los anormales que circulan por esta empresa molesten a los demás.
- Oiga, usted ha amenazado al Sr. Gómez... -la corté.
- Yo no he amenazado a nadie, de hecho fue él quien lo hizo conmigo. Yo únicamente me voy a limitar a concederle su gran ilusión en cuanto le ponga una mano encima...
- ¿Y según usted cuál es esa ilusión? –pregunto con un más que evidente tono de enfado.
- Pues creo que está claro, cobrar su sueldo sin trabajar en otra cosa que en no sea en ligar con mujeres... Pues bien, cuando lo mande al hospital donde podrá estar rodeado de bellas enfermeras, tendrá todo lo que siempre ha deseado... -tras lo cual me despedí marchándome de su despacho, dejándola con la boca abierta de par en par.
Ese día hice tiempo, antes evidentemente llame a casa para decirle a la cuidadora que llegaría tarde y que quien primero llegaría seria mi esposa. Lo hice tanto para indicarla que ese día saldría tarde, como para advertirla de quien iría antes, ya que si bien a mí no me molestaban determinadas cosas e incluso las veía lógicas, como que viese la tele mientras la niña jugaba o leyera durante su siesta, siempre claro sin dejar de lado su principal obligación que era cuidarla, a mi esposa eso no la gustaba en lo más mínimo, pues consideraba que era algo que la distraía de su trabajo, vigilar a Clara como un halcón. Me marche de la oficina cuando siempre que me pasaba algo como esto con mi esposa, con el tiempo justo de llegar a la tienda de Abril antes de que cerrase y recoger el encargo de mi esposa, que ya habría hablado con ella para encargar lo que deseaba exactamente. La diferencia es que en esta ocasión iba dispuesto a cambiar muchas cosas con respeto a mis anteriores "visitas".
Ese día cuando entre Abril estaba atendiendo a una clienta con cara sonriente, esta le cambio cuando me vio paseando como distraído mirando conjuntos, cuando al levantar la cabeza mis ojos se clavaron en los suyos y le sonreí, vi como la caja que en esos instantes tenía en sus manos se le caía. La recogió nerviosa y continuo hablando con la clienta mientras de reojo no me perdía de vista. Reconozco que fui un poco cabrón, ya que cuando vi que se movía con esta hacia una estantería aproveche para pasar por detrás de ambas, pasando descaradamente una de mis manos por todo su culo, acariciándoselo, de un modo que si la clienta hubiese girado la cabeza tan solo un pelín lo hubiese visto todo perfectamente. Al escuchar el respingo de Abril esta le pregunto si se encontraba bien, y yo por mi parte igualmente solicito me acerque también, insistiendo junto con la clienta en llevarla hasta un asiento para que descansase un poco, durante ese "viaje", menos el coño le sobe todo lo sobarle y por sobar sin que se diese cuenta de nada. Situando mis labios junto a su oído le susurre...
- Deshazte de esa mujer si no quieres que termine por follarte delante de ella, por cierto que espero por tu bien que hicieses lo que te dije. Me muero por comerme tu coño... -terminé diciendo, pasándole la punta de la lengua por el lóbulo de su oreja.
- Ahora... si... no te preocupes... -susurro con un jadeo ahogado.
Tardo menos de cinco minutos en despachar a la clienta alegando sentir tener que cerrar un poco antes porque no se sentía bien, la buena mujer no puso pega ninguna, marchándose mientras la deseaba que se mejorase. Solo os diré que únicamente espere a que Abril bajase el cierre para meterle la mano directa al coño con el fin de verificar que tal estaba aquello, encontrándomelo suavecito y empapado de líquidos... la muy zorra estaba chorreando. No dude ni un instante, en volandas la lleve hasta el mostrador, subiéndola encima y quitándola las bragas, para de seguido enfundarle de una única estocada mi polla en su coño, haciéndole gritar de modo contenido al sentirse penetrada de aquel modo, mientras estaba follándomela le di el recado que me dio con toda la mala leche mi esposa para ella, que disfrutase de mi polla. Le dio un morbo increíble, pues no paro de repetirme que le explicase que había dicho y que no dejase de darla las gracias por cederla a su maridito. Para mi sorpresa duro muy poco, se corrió luego de unos pocos caderazo por mi parte... algo que entendería poco después cuando me enseño unas bolas chinas que según me dijo había tenido toda la tarde puestas, cachonda perdida al saber de mi futura visita por la llamada de mi esposa...
Jadeante cuando se recuperó me dijo que tenía lo de mi esposa preparado, pero sin dejarla terminar de hablar le metí la lengua hasta la campañilla, entregándose por completo al beso sin la más mínima duda por su parte. Después de estar así un poco me agache para poder hacerle una comida de coño. Use mi lengua todo a lo largo de su raja mientras ella se sujetaba a los cantos de la mesa y trataba de contener el volumen de sus gemidos. Casi ya al borde del nuevo orgasmo por su parte, empezó a medio sollozar del gusto, no paraba de decirme que esto no era buena idea y que mi mujer era una de sus mejores clientas, que no quería perderla.
En cuanto se corrió en mi boca, me hice hacia atrás tocándome la polla suavemente para mantenerla en su estado de dureza, una vez Abril se recuperó, le hice señas para que se encargara de mi aparato mientras que le preguntaba sino le gustaría a ella darle las gracias en persona a Ana mientras me la chupaba. Ni lo dudo un solo segundo, me empujo hasta situarme apoyado contra el mostrador, luego se arrodillo para lentamente introducirse prácticamente toda mi polla en su boca, mirándome con cara de viciosa, procurando que viese perfectamente como desaparecía en su boca... Estaba tremendamente ocupada mamándola, tanto era así que no se dio cuenta del instante en que cogí mi teléfono e hice la video llamada a Ana, eso sí, tuve la sensatez de cortar el sonido del altavoz para evitar tener que escucharla. Sin embargo, me asegure que el sonido del micro quedase lo más alto posible, con el fin de que mi esposita escuchase nítidamente como me estaban chupando la polla.
Cuando Ana descolgó, le dije entre gemidos que Abril le daba las gracias por cederle mi polla y que estaba disfrutándola. Luego, mire a Abril que se había quedado parada con sus ojos clavados en mi teléfono, eso sí, con más de la mitad de mi polla dentro de su boca. Mirándola fijamente, apreté el botón de cambio de cámara, pasando la imagen a lo que veía la trasera... entonces me dirigí a ella...
- Abril... putita mía... saluda a mi mujer... y por favor... sigue chupándomela que me vas a matar del gusto... eres una mamona de primera... ¡¡uhmmmm!!
- Pero... pero... -tartamudeo Abril asombrada, sacándosela de la boca, lo que fue peor, pues se vio perfectamente un hilo de saliva que iba de mi polla a sus labios- ¿es de verdad...?
- Por supuesto que sí, claro que es de verdad, saluda a mi esposa... -fije nuevamente la cámara frontal y gire el teléfono para que viese a una asombradísima Ana con los ojos abiertos como platos.
Lo gracioso del caso es que pese a que yo tenía el sonido cortado, Ana no fue capaz de decir ni mu cuando vio frente a ella la cara de Abril. Al ver a mi esposa de verdad en una video conferencia, en lugar de retirarse corriendo como me había temido en un principio, lo que hizo fue volver a lanzarse sobre mi polla, chupándomela de un modo increíble ante la mismísima cara de Ana. Sin cortar la video llamada retire a Abril y la hice tumbarse bocabajo contra el mostrador, poniendo su trasero en pompa, luego de colocar el teléfono para que se viese bien, se la enfunde en el coño mientras con la cámara trasera enfocaba como mi rabo entraba y salía de ella. Sinceramente no sé cuándo colgaría Ana, porque yo solo me di cuenta de ello tras follármela bien follada y hacerla bramar de gusto, mucho del cual sin duda era por el morbo de haber sido vista por mi esposa mientras recibía mi polla en su interior. Tras terminar, que se corriese con mi miembro en lo más profundo de su coño, y yo por fin hacerlo de igual modo con una mamada de escándalo, esta me saco el conjunto que mi esposa había encargado. Hice que me lo enseñase y no quede nada conforme con él, por lo que la pedí que me lo cambiase...
- Perdona pero es el que explícitamente me pidió tu esposa, es precioso, seguro que disfrutaras quitándoselo, porque tu esposa por lo que he visto cuando ha venido, desde luego tiene un cuerpo precioso...
- Sí, pero no es lo que ella quiere, ella desea algo que la defina ante su amante cuando este la vea con el conjunto... -dije quedándome pensativo...
- Amante... pero... bueno claro, supongo... que si tú tienes libertad ella también... -asintió para si-, y dime, ¿en que habías pensado?
- Pues en algo mucho más atrevido, muéstrame lo más explosivo que tengas...
- Si bueno, es que hay algunas cosas que... -la interrumpí.
- Ella quiere que cuando la vea, sepa qué clase de mujeres... -argüí.
- ¿Y qué clase de mujer es según tú?
- Pues está claro, una puta. Quiero que cuando ese tío descubra el envoltorio interior, sea lo primero que piense, que es toda una zorra de cuidado.
- Yo no sé si... -dudó.
- Abril cielo... ya lo has visto, te he puesto para que mi esposa te viese chupándome la polla y follando. Como has visto no ha ocurrido nada de nada, ¿o no?
- No claro, no ha ocurrido nada... -admitió.
- Bueno, sí, que te has puesto muy cachonda con ello... guarrilla… -le bese en los labios.
- Y aún sigo cachonda, todavía no hemos terminado... quiero que me vuelvas a follar otra vez... –se pegó a mí, metiendo nuevamente su mano en mi bragueta y masajeándome la polla.
No soy ningún Superman, pero esa noche estaba muchísimo más caliente de lo normal, sin duda al igual que le pasaba a Abril, a mí también me había afectado el saber que Ana había podido ver perfectamente cómo me la follaba o la glotonería con que me chupo la polla. Tras una nueva follada por mi parte, y correrse ella nuevamente como una burra mientras yo la decía si quería que mi esposa la volviese a ver, le rompí su precioso culito contra el mostrador de la tienda. Me corrí poco después en su recto mientras ella aullaba, mezcla de dolor y de placer. Terminamos con lo nuestro casi a las doce de la noche, tras ello la invite a cenar en el mismo centro comercial, pese a ser tan tarde, cosa que acepto en el acto. Esa noche, cuando quise llegar a mi casa, si que eran las tantas, la niña y Ana ya estaban acostadas, esta vez al igual que ella hiciese cuando era la que regresaba tan tarde, tuve su misma consideración, por lo que me fui directo a dormir a la habitación de invitados para no despertarla. Me dormí agotado y satisfecho, con una enorme sonrisa en mi cara…
CONTINUARA