Cambio de Personalidad - 14

Siguen los planes para quitarle el control de la compañía a mi suegro, mientras mi querida esposa cada vez se muestra más celosa, poniéndose aún más perra y puta conmigo en la cama

Cambio de Personalidad – 14

Clara fue como si ya no existiese, pues salió corriendo hacia su habitación para jugar con sus nuevos peluches y presentárselos al resto de los que ya tenía, los demás mientras nos quedamos en el salón. Una vez que la niña se hubo marchado, Ana y Azucena pasaron a explicar cómo había ido el día. Por lo que se ve, las dos discutieron con su padre en las oficinas, despidiéndolas este en el acto a ambas hermanas, contestándole estas que no era quien para hacer eso, poco menos le soltaron en su cara que dejase de decir gilipolleces. Me faltó poco para echarme a reír al imaginar la cara que tuvo que poner León cuando sus hijas tuvieron a bien explicarle que no podía despedir a ninguna sin el consentimiento de la junta, y que esta había ya quedado fijada para el martes por Azucena. Por lo que ambas contaron, un León completamente enfurecido las dejo a ambas con la palabra en la boca, y por lo que averiguaron, nada más entrar a su despacho empezó a organizar su despido en la próxima junta, y del modo más humillante posible por lo que se enteraron. Fue Ana quien hizo la pregunta...

  • Bueno Aquiles, y ahora porque no nos explicas como nos vamos a librar las dos de que nuestro padre nos ponga de patitas en la calle, ¿di?
  • Pues porque lo que Azucena ha pedido es una reunión de los accionistas, no tan solo una junta directiva de la empresa. Es un matiz muy importante, habida cuenta de que las accionistas mayoritarias sois precisamente vosotras tres con el 100% del total –señale a ambas hermanas y a mi suegra.
  • Eso no servirá de nada, en su momento le cedimos el control de las acciones a mi padre para las juntas por un plazo de tiempo que aún no ha cumplido, él es quien manda -replicó Ana enfadada por lo que considero una metedura de pata por mi parte.
  • ¿Carolina por favor? -me dirigí a mi suegra tratando de quitarme de en medio para no discutir con mi esposa.
  • Tú lo estás haciendo muy bien Aquiles, continua... Ana por favor, déjale terminar… -Ana hizo un gesto de asentimiento, aun con el ceño fruncido.
  • Está bien, ¿entonces no quieres seguir tu mejor? –le solicite a mi suegra.
  • No, sigue... –me sonrio.
  • Vale, está bien. Ana, estas equivocada en lo que dices, veras, en primer lugar, y según el testamente de vuestros abuelos maternos que eran los dueños de la empresa, vuestras partes no podéis venderlas hasta no cumplir los 30 años impidiendo hasta ese momento que vuestra madre tampoco pueda hacerlo, edad que ninguna de las dos por cierto tiene aún. Segundo, según su testamento, si alguna tiene descendencia o se haya en vías de ello por su embarazo, para cualquier operación relacionada con las acciones en conjunto, sean de quien sean, y desde el mismo instante de su conocimiento tenéis que contar con la firma del marido y padre en cuestión, quedando anulado cualquier disposición anterior.
  • ¿Es algo así posible? –pregunto un sonriente Azucena.
  • Es el testamento de vuestros abuelos, León podría poner pegas quizá con la parte de acciones de vuestra madre, y creo que tendría que ir a juicio para ello, pero con vosotras dos no puede hacer nada, es de una claridad meridiana tal y como está redactado. Por mi parte, al negarme a firmarle nada a León en relación a vuestras empresas inválida lo que hubieseis hecho cualquiera de ambas antes de casarnos, y sinceramente en mi opinión incluiría también a vuestra madre. Además, todo esto da igual, porque por mucha cesión, en realidad un poder notarial fácilmente rectificable, que hicieseis a vuestro padre para representaros en la toma de decisiones, parece mentira que no seas conscientes de que vuestra presencia física en la junta ejerciendo personalmente vuestro derecho al voto bastaría para que estas disposiciones quedasen anuladas para ese momento concreto. Por eso mismo os dije de la presencia de los abogados y dos notarios ajenos a la empresa…
  • Es verdad, realmente no lo había pensado. Según eso, al presentarnos las tres podríamos ejercer nosotras el derecho al voto en función a nuestros respectivos porcentajes. ¿Supongo que entre las tres tendremos suficientes acciones para ello? -preguntó Azucena.
  • Parece mentira lo poco que os habéis preocupado ambas de lo que os dejaron vuestros abuelos más allá de las cantidades en metálico del fideicomiso que recibisteis a los 18 años –meneo la cabeza Carolina mirando a sus hijas con desaprobación-. Yo tengo el 40% de las acciones, y vosotras disponéis de un 30% cada una. Entre las tres tenemos la completa propiedad, el 100%, así que lo que decidamos nosotras en la junta, es lo que se llevara a cabo le pese a quien le pese. Incluso si mi parte estuviese en disputa, entre las dos disponéis del 60%.
  • Podéis despedir a vuestro padre y de paso, os recomiendo hacer limpia en los puestos de confianza de la empresa -al ver el gesto de ambas hermanas me apresure a añadir-. Y yo que vosotras me daría prisa por hacerlo o terminareis por perder el control si le dais tiempo a vuestro padre a reaccionar y reorganizarse con sus “amigos” de dentro...
  • Mama... ¿qué opinas...? Sería como descabezar la compañía -preguntó una dubitativa Azucena apoyada por mi esposa.
  • Pues que tengo confeccionada la lista de gente que hay que despedir y a la que habría que ascender para sustituirlos desde hace una buena temporada. Aquiles lo ha orquestado todo casi tan bien como lo tenía yo previsto si vuestro padre me daba problemas en algún momento, y lo del otro día ha colmado mi aguante. Vamos a despedirlo, vamos a hacer limpia dentro de la dirección, y además, ya le he planteado una demanda de divorcio que mi abogado tramitara el mismo día de la junta.
  • Pero... -ambas hermanas miraron alucinadas a su madre, quien las interrumpió lo que fuesen a decir.
  • No, no digáis nada, la decisión está tomada, vuestro padre se casó conmigo exclusivamente por el dinero, ni tengo, ni siento la menor lealtad hacia él. Lo único bueno que he sacado de mi matrimonio habéis sido vosotras dos, de hecho hace ya varios años que no hacemos vida marital, únicamente lo aguante por vosotras al ver el camino que las dos llevabais. Parecía que únicamente ese cabrón que tenéis por padre era capaz de controlaros para que no os metierais en una espiral de malas compañías, etc., y fueseis más o menos responsables con lo que hacíais.
  • ¿Y ya no opinas eso? -preguntó Ana un poco picada.
  • ¡¡Ehh!!, yo con vuestro permiso me voy a jugar un ratito con mi hija. Señoras, creo que desde aquí ya pueden ustedes seguir sin mi presencia -dije poniéndome en marcha para salir de allí antes de que tuviesen opción a discutir y culparme a mí, esa sí que era una guerra en la que no me interesaba mezclarme.
  • Cariño, no es necesario que te vayas, además el día de la junta quiero que... -la corté.
  • No te preocupes Ana, tengo libre el lunes y el martes, el día de la junta os acompañare a las tres en plan guardaespaldas. Pero seguid vosotras, yo voy con Clara

Conseguí salir de allí sin tener que discutir con ninguna, dejando a las tres mujeres tratar entre ellas de lo que fuese que quisieran hacer una vez que dieran el golpe de estado en la junta. Por mi parte estuve jugando con Clara a uno de sus juegos favoritos mientras pensaba en mis siguientes pasos, empezando por Ana, a la que reconozco, tenía muchísimas ganas de follarme hasta hacerla gritar. Supongo que el sumar la presencia de su madre en la casa a la de su hermana, era un plus de morbo añadido para mí. Y eso que era muy consciente conociendo a Ana de que sería reticente a ello, precisamente por las mismas circunstancias que a mí me apetecía mucho hacerlo, especialmente cuando Carolina ocuparía la habitación libre contigua a la nuestra, pared con pared. Lo de mi esposa decidí dejarlo para la noche del sábado.

La noche del viernes Ana durmió abrazada a mí, algo a lo que parecía haberle cogido el gustillo recientemente, prácticamente desde que yo también estaba haciendo uso de la libertad de acción que otorgaba nuestro matrimonio. Por la mañana para mi sorpresa, pues sí que de verdad que no me lo esperaba por lo anteriormente mencionado, mi querida esposa me despertó con una mamada en toda regla. Lo cierto es que parecía que durante toda su vida no hubiese hecho otra cosa, me parecía que era toda una experta del que hacer con una polla en la boca. Por cierto que enseguida deseche dicho pensamiento pues era obvio que no me iba a sentar nada bien cualquier cosa que pudiese imaginarme sobre su "habilidad" lingüística al respecto. Por otro lado no quería que nos pusiésemos muy cariñosos esa mañana, por lo que nada más que termino de chupármela, le solté una preguntita que sabía positivamente que le cabrearía...

  • Oye cariño, sé que quizá no venga a cuento, pero... ¿no hace ya mucho que no me mandas a por ningún conjuntito de ropa interior?

Fue automático, apenas si acababa de terminar de preguntarlo cuando Ana ya se me estaba tirando al cuello, acusándome de estar tratando de follarme nuevamente a Abril, la dueña de la tienda a la que siempre me había mandado. Obvio que después de la bronca ya no quiso mimos, caricias e incluso ni aun sonrisas por mi parte, era el vivo espejo de los celos. El sábado transcurrió como otro cualquiera, excepto por ese asunto de la pelea que me saque de la manga para evitar a Ana. Por la tarde yo me fui al parque con Clara, y las tres mujeres se marcharon de compras al centro de la ciudad, de donde regresaron a casa con una enorme colección de bolsas en sus manos.

Lo cierto es que Ana continuaba enfadada conmigo por lo que le pregunte por la mañana sobre la tienda de Abril, decir que estaba poco receptiva a cualquier cosa que yo dijera es un mero eufemismo. Por su parte tanto Azucena como Carolina, parecían estar muy satisfechas con lo que fuese que habían estado haciendo. La verdad es que lo que compraron me quedo extremadamente claro después de cenar, cuando las tres se cambiaron y vistieron con la sanísima intención de salir juntas a bailar, dejándome a mi encargado de cuidar a la niña. Me jodío un poco porque yo pensaba haber aprovechado la noche para ocuparme de Ana, y por el modo en que se marchaban las tres había varias cosas obvias, primero que volverían tarde, o más bien muy tarde, y segundo, que muy posiblemente mi queridísima esposa con el cabreo que tenía conmigo se le fuese la mano con la bebida, o que incluso le diese por tratar de liarse con alguien para devolverme el favor por mi preguntita. Aunque esa segunda parte, con su madre cerca, la veía complicada de que ocurriese.

El caso es que regresaron de madrugada, sobre las cuatro y media más o menos. Carolina y Azucena se marcharon a la cama, Ana entró en nuestra habitación, cerró la puerta y comenzó a desnudarse mientras murmuraba sin parar. Cuando cerró la puerta me despertó, y por lo que pude escucharla hubiese dicho que posiblemente me culpase de todos los problemas de la humanidad desde sus comienzos, sin contar con poner a parir a su madre y hermana por no haberla permitido enrollarse según dijo, con un "morenazo" para que aprendiese el cabrón de su marido. Estaba de espaldas terminando de desvestirse, concretamente se había quitado el sostén y estaba a punto de alcanzar el camisón para ponérselo cuando salte de la cama, tomándola por detrás tomándola por sorpresa.

Le tape la boca con mi mano, empujándola contra la pared que separaba nuestra habitación de la de su madre, entonces mientras con mi otra mano me quitaba los pantalones del pijama y la ropa interior, le empecé a susurrar al oído...

  • Así que un morenazo, ¿no?. No eres más que una puta, y como a tal te pienso tratar. Voy a follarte contra esta pared, vas a gritar, me voy a asegurar que tu madre y hermana escuchen lo zorra que eres...
  • Uhmmmmmmm... Uhmmmmm... Uhmmmm...

Primero trato de gritarme o morderme, no lo sé muy bien, pero cuando sintió como mi glande se situaba justo en la entrada a su culito empezó a tratar primero de liberarse, y cuando vio con claridad que no podría hacerlo, esta vez sí, claramente intento clavar sus dientes en mi mano, con que le tapaba la boca. Apreté los dientes mientras empezaba a empujar mi polla hacia el interior del culo de Ana, me dolía bastante ya que no me había molestado en lubricarla, al punto que tuve que parar y sacarla. Me di maña en restregarle el pene contra su sexo, el cual por mucho que Ana tratase de liberarse y oponerse, rezumaba en flujos, que use para preparar mi polla y su propio culito al usar esta para lubricárselo.

Empecé nuevamente a introducirme en su interior, esta vez todo fue muchísimo mejor, por lo menos para mí ya que no me dolió prácticamente, sin embargo para Ana no creo que fuese igual de inocente. Mi mano libre la lleve enseguida a su coño, metiéndole de golpe tres dedos en su interior, tratando de acompasarme con ellos al ritmo de mi polla en cuanto empecé a moverme, tirando incluso con ellos hacia arriba, obligándola a ponerse de puntillas para seguirme. Mientras la follaba el culo y el coño contra la pared, no hacia otra cosa que susurrarle al oído lo puta, lo zorra y lo guarra que era, como quería que su madre la escuchase, sin olvidarme de comentarle cosas sobre el culo de mi jefa, el modo de follar que tenía la dueña de la tienda de lencería, Abril, o lo que más parecía ponerla como una moto de carreras, el follarme en sus morros a su hermana, a la puta de Azucena.

No dudo, que una vez empezamos a follar, aun en caso de haber quitado mi nano de su boca, Ana no hubiese gritado o hecho ningún tipo de ruido que pudiese indicar a su madre lo que estaba ocurriendo. El culo de mi esposa era una pasada, apretadito, duro, pero sobre todo, ella misma dejándose dominar por mí, porque eso era lo que en realidad sabía que estaba sucediendo. Cada vez la embestía más fuerte, mi polla entraba y salía de su culo en plan salvaje... Empecé a susurrarle al oído como era de zorra o el modo en que se mojaba cada vez que me la follaba de aquel modo, como pese a su aparente cabreo en realidad estaba disfrutando de la "violación" como una perra en celo. En un momento dado solté su boca y con la mano le obligue a girar la cabeza para poder besarla, aunque lo cierto, es que más que besarla lo que en realidad hice fue mordisquearle los labios hasta el punto de que se le hincharon. Cuando por fin alcanzo el orgasmo por entre mis dedos escapo al suelo un chorro de su olorosa esencia.

Como aun no me había corrido la lleve casi en volandas medio muerta hasta llegar a la cama, use la sabana superior para limpiarme la polla a conciencia, cuando Ana se recuperó, sus ojos se clavaron en mí y en mi miembro aun completamente rígido, su cara expresaba lascivia y sus ojos casi diría que un deseo enfermizo. Empezó a recular sobre la cama sin dejar de mirarme, me lance a por ella situándome entre sus piernas, sujetando sus brazos por sus muñecas contra el colchón, todo mientras mis caderas se movían tratando de ensartar su coño con mi polla. Cuando por fin logre situar el glande de modo adecuado en su entrada, empuje con todas mis fuerzas, barrenándola hasta el fondo... Tras las tres o cuatro embestidas por mi parte, Ana se destapo por fin...

  • ¡¡Venga cabrón de mierda, impotente... sigue, dame más fuerte, demuéstrame para lo que sirves...!! ¡¡cerdo!! ¡¡cabrón!! ¡¡hijo de puta!!
  • ¿Quién te crees que eres follando zorra? ¿una diosa? Pues siento decírtelo... pero mi jefa folla muchísimo mejor que tu...
  • ¡¡Mentiroso cabrón!!, no vas a conseguir ponerme celosa... ¡¡ Mierda, que eres un tío mierda!! Arggggg... más fuerte... fóllame más fuerte nenazaaa...
  • Te voy a sacar la matriz por la boca so guarra... ¿sabes una cosa puta? El viernes antes de venir a por tu madre..., me volví a follar a mi jefa... e incluso le metí mano a tu hermana, ¿a que no te ha dicho nada de cómo le toque las tetas a la muy zorra?
  • ¡¡Eso es mentira!! -soltó rabiosa entre jadeos.
  • No, no lo es... a tu hermana le sobe las tetas bien sobadas, y a mi jefa la amenace con follármela si coincidíamos juntos a solas en algún sitio... ¿Y sabes qué?.. Que la puta de mi jefa me llamo corriendo a su despacho cuando ya me marchaba... ¡¡Y me la follé hasta que se corrió con mi polla metida en lo más profundo de su coño llenándoselo de leche calentita!!
  • ¡¡Puto mentiroso rastrero!! -vi como sus manos se engarfiaron mostrando sus uñas al mover espasmódicamente los dedos de las mismas.
  • ¡¡Ohh...!!, lo siento... -le sonreí con sarcasmo-, pero es verdad y además... te digo que estoy deseando volver a hacerlo, quiero volver a follarme a mi jefa, pero sobre todo... voy a romperla ese culazo que tiene... ¿Y sabes amor?, cuando se lo esté reventando... le daré recuerdos de tu parte deseándola que disfrute de mi polla...

Me gustaría poder decir que seguimos hablando, pero resulto imposible, ya que su boca busco mi pecho mordiéndome con saña, luego del gruñido de mala leche con que lo hizo, fui yo quien la mordió fuertemente en el hombro, marcándola también. El polvo finalizo con la espalda de Ana medio apoyada contra el cabecero de la cama, conmigo sobre ella arremetiendo a pollazos contra su coño mientras que mis manos se aferraban con fuerza al travesaño superior del cabecero, usándolo como una especie de palanca para poder metérsela de forma aún más violenta. Cuando por fin me corrí, al poco ella fue quien alcanzo el clímax, quedando los dos derrengados... Lo que sí que me hizo pensar, fue el modo en que Ana había dejado fuera de todo esto mi comentarios sobre su hermana, centrando sus celos únicamente en mi jefa o en Abril…

Aun antes siquiera de poder recuperarnos, una jadeante Ana trato de hablar conmigo, y por su tono de voz pareció estar dolida... Lo que no pude si quiera imaginarme cuando empezamos a hablar, es a donde iba a llevarnos esta conversación, o lo que iba a suponer de adelanto para mis planes...

  • ¿Es que nunca vas a perdonarme la estupidez que hice al tratar de imponernos este matrimonio abierto?
  • Pero si no tengo nada que perdonarte Ana -sonreí como un condenado, sabiendo que no le gustaría en absoluto verlo-, si realmente estoy encantado con las posibilidades de follar que se me están abriendo... Aún tengo que seguir follàndote a mi jefa durante una temporadita, especialmente cuando la próxima vez tengo pensado sodomizarla... ¡¡¡Uhmmm!!!, se me hace la boca agua solo con pensarlo.
  • No me vas a provocar por mucho que digas… no voy a caer… no me vas a poner celosa… tu jefa no es nadie… esa zorra te terminara aburriendo…
  • Quizá sí, o quizá no… por cierto que hay una cosa en que si la ganas, en la ropa interior tan sexy que usas. Tendré que recomendarle la tienda de Abril… lo mismo incluso como tú, me encarga que se la recoja ya que es justo el tipo de favor que no me disgusta hacer… -sonreí malicioso pasándome la lengua por los labios, como relamiéndome por anticipado.
  • Eres un maldito hijo de puta... ¿qué puedo hacer para recuperarte? ¿qué es lo que quieres que haga para volver a tenerte para mí? Hare lo que sea, cualquier cosa... -afirmó muy seria.
  • Pues no se...
  • Piensa en algo, en lo que sea... y lo tendrás de mí...
  • No, no me refiero a que no se me ocurra nada, digo que no sé si me interesa lo que propones... Desde que estas tan celosa, conmigo eres toda una puta en la cama, y que yo sepa, te tengo para mí solo, excepto cuando has tratado de vengarte con Lina, que es otra mujer... Uhmmm... ahora que lo pienso… tríos contigo y otras... ya me pongo cachondo solo de pensarlo...
  • Eres un cerdo cabrón, ¡¡maldito hijo de gran puta...!! Quizá deba de plantearme como afecta todo esto a mi familia, especialmente ahora con lo de mi padre, aún tengo los papeles que me diste... -replicó muy seria, mirándome fijamente, como calibrándome.
  • ¿Tú crees entonces que el separarnos ahora seria buena idea...? -sonreí.
  • Puede que el que no estés por aquí jodiendo me ayude a centrarme mas en hacer feliz a mi madre dado lo que está pasando... lo que me ayudara también a superar nuestra ruptura…
  • Uhmmm, sabes, es posible que tengas razón, quizá esa no sea una idea tan descabellada –dije pensativo, añadiendo luego en tono malicioso-. Puede que fuese inteligente por mi parte tratar de animar a tu madre, quizá con otro nieto que la emocionase...
  • No sé si eso sería una buena idea o no por tu parte, pero creo que se te olvida un pequeño detalle. Pareces olvidar que quizá yo no este por la labor, y en este caso soy la que tiene la sartén por el mango... -me miro directamente a los ojos con una sonrisa de superioridad, con una especie de "te pillé".
  • Sabes cielo, creo que tú sí que te olvidaste de un pequeño detalle sin importancia cuando te has puesto tan contenta... -le sonreí malicioso, haciendo que arrugase el ceño al verlo.
  • No veo el que...
  • Pues muy simple "cariño". Dije darle a tu madre un nuevo nieto... no que necesariamente tuvieses que ser tu con quien lo tuviese... Tu hermana está muy buena, tiene unas pedazo tetas o un culo que son el sueño de cualquier hombre, y seguro que aún no se ha olvidado de lo que vio que te hacia estas noches que nos ha estado espiando... Y la verdad... tan solo el pensar en follarse a tu hermanita… hacerlo dejándola preñada... joder... ¡¡No puede ser más morboso...!!
  • Ni te atrevas, como se te ocurra aunque tan solo sea tratar de ponerle una sola mano encima a Azucena te corto los huevos... Tócala y te mato cabrón... -replicó rabiosa.
  • Anita, cielo, en realidad, a tu hermanita no quiero ponerle ninguna mano encima, pero si te reconoceré que en lo que estoy muy interesado es en tener mi polla dentro de su coño y de su espléndido culazo... Quizá incluso me decida a preñarla de verdad... porque tenlo muy claro amor mío, también pienso follarme a Azucena si o si…

La bofetada sonó como un disparo, me hizo un daño tremendo en la mejilla, cuando fue capaz de liberar su cuerpo de mi presa había soltado la mano como un cohete. Nuevamente termine dentro del coño de Ana, tras el bofetón mi morbo fue otra vez a su límite máximo, dejándome la polla como un bate de béisbol. Se la encaje contra la pared, solo que esta vez, además, le estruje los pechos, retorciéndole a la vez los pezones mientras mordía sus labios hasta hacerle sangre. Ana cerro sus piernas en mi cintura como un cepo, devolviéndome los mordiscos y enterrando sus uñas en mi espalda, rastrillándomela con ella con cada embestida que recibía de mi parte. Contra más daño me hacia ella en mi espalda, mas salvajemente movía yo mis caderas, creo que en más de una ocasión el extremo de mi polla golpeo contra su cerviz, haciéndola gemir mezcla de dolor y placer... todo ello sin parar de mencionarle a la puta de su hermanita.

Os aseguro que no entendía a mi mujer para nada, estaba claro como el agua que las referencias a Azucena no le habían gustado en lo mas mínimo, se había enfadado de verdad. Pero sin embargo, también le había hecho saltar al extremo contrario, poniéndole la situación que le plantee cachonda como una perra, su coño era un auténtico lago de flujo, sus pezones creo que nunca los había visto tan duros y tiesos, incluso sus mismos pechos parecían pedernal. Entre mordisco y mordisco no paraba de susurrarle las cosas que pensaba hacerle a su hermana con ella delante mirándonos, como pensaba atarla a la cama de pies y manos para poder sodomizar a Azucena sobre ella sin que pudiese hacer otra cosa que mirar a su hermana correrse con mi polla en su interior... A cada nueva burrada que le decía, a cada nueva cosa aún más "escandalosa" que la anterior con Azucena como protagonista, más cachonda y más "puta" se volvía Ana... Era como un círculo vicioso, pues su estado hacia que yo mismo me excitase aún más... Llegue al extremo de que cuando Ana por fin se corrió, la hice ponerse de rodillas para poder follarle la boca con comodidad, estuve incrustándole mi polla en su garganta durante casi tres minutos hasta que me corrí, haciéndola tragárselo todo...

A la mañana siguiente los dos estábamos para el arrastre, y por la cara de mi suegra no tenía la menor duda de que nos debía de haber estado escuchando toda la noche. No digo que supiese lo que pasaba o que nos decíamos, pero no había duda que era plenamente consciente de que habíamos estado toda la santa noche dándole como conejos. Lo que si me divirtió fue ver como a Ana le costaba mantenerle la mirada a Azucena, sin duda lo de la noche anterior con su hermana de por medio le había afectado. Y por si alguien se lo pregunta, no, ni se me pasaba por la cabeza la idea de decirle a Ana aun, que en realidad ya me había follando a su queridísima hermanita mayor, y menos claro, que era tan puta o más que ella misma. Una cosa es que le pudiese dar morbo contándolo, diciéndoselo mientras follábamos, y otra que fuese a tragar con algo semejante..., por lo menos de momento.

Conociendo a Ana y a Azucena, sabía que en ellas dos era verdad en cierto modo el refrán ese que dice, que cuando el rio suena, es que agua lleva... Ana se ponía como una moto solo de pensar en mí follándome a su hermana con ella de testigo. Por su parte Azucena, todos sus “no” o sus negativas a echar el polvo conmigo fueron hechos con la boquita pequeña y el coño chorreando… Me dijo “no” incluso cuando me pedía más y se corría como una perra en celo… Poco a poco, todo esto estaba empezando a obligarme a replantearme mis planes originales con Ana y ser muchísimo más ambicioso… Lo único que no cambiaba, era el hecho de seguir como hasta ahora con las mujeres, siendo un poco cabrón, follaba hasta hartarme con otras y además tenía a mi mujer como una perra celosa dispuesta a abrirse de piernas conmigo a la mas mínima señal de otra puta como ella en mis cercanías…

CONTINUARA