Cambio de Personalidad - 13
Se inicia el golpe de estado contra León, pero Carolina, mi suegra, me sorprende enormemente al no ser exactamente lo que yo había supuesto, quedándome muy corto en mis apreciaciones sobre ella.
Cambio de Personalidad - 13
Cuando el viernes por la mañana llegué a la oficina para recoger a Elena, esta medio dos besos muy contenta, explicándome que su divorcio ya estaba en marcha, además cogiendo velocidad, también me explicó que había puesto en la calle por fin al “cretino” de su todavía marido”. Me contó partiéndose de la risa que cuando compraron el piso, por temas de impuestos y por idea de él, únicamente lo habían escriturado a su nombre, pues ganaba muchísimo menos, algo que ahora pensaba aprovechar a fondo. Según vi Elena tenía muy clara la situación, la casa estaba a su nombre exclusivamente, ganaba tanto como él, tenía mejor horario, podía presentar pruebas de infidelidades y sus hijos la adoraban porque su padre paraba poco por casa, sin olvidar que según le habían comentado la juez era bastante adepta al concepto “familiar”, por lo que la custodia la tenía prácticamente asegurada.
Aproveche para pedirle a Elena libre el lunes, aduciendo asuntos familiares. Le expliqué un poco por encima la situación de esa noche con mi suegra en el hospital por una caída desafortunada, por lo que el lunes quería acompañarla junto a mi mujer y cuñada a recoger sus cosas a casa porque en principio se quedaría en la mía. Obviamente de la reunión de su empresa no dije nada y por su parte creo que Elena sobreentendió por cuenta propia el posible problema del “accidente” de mi suegra, aunque no dijo nada en absoluto, aceptando que me tomase el día e incluso alguno más si me era necesario. También es cierto, que de todos modos y gracias al viaje a Barcelona con ella tenía unos cuantos días acumulados que podía cogerme de necesitarlo cuando quisiese.
La reunión con los clientes nos llevó toda la mañana, confieso que estuve un poco descentrado, pero dado que no se todo ningún tema en el que yo tuviese que intervenir creo que no se notó. Presentamos un total de tres posibles variantes a su petición, todas ellas de forma autónoma para su consideración. El cliente pareció quedar enormemente satisfecho con el trabajo que presentamos y según comentaron, en especial con el detallado informe de costes de cada opción. Una vez ya con todos los datos necesarios en su poder nos emplazó para unos diez a quince días con el fin de poder decidir con cuál de las tres opciones del proyecto decidían seguir adelante, pues si algo si les había quedado claro era que nos querían a nosotros para el proyecto.
Estaba un poco preocupado por lo que estaría ocurriendo en “casa” y lo que pasaría cuando todo se pusiese en marcha. Como ya he dicho, para estas alturas mi personalidad ya había cambiado por completo, pero una de las cosas que me tenía intranquilo en todo este asunto, es que estaba usando datos y opciones que me había planteado hacía mucho tiempo, sin que me hubiese atrevido nunca siquiera a soñar con ponerlas en marcha, o dicho de otro modo, estaba quemando parte de mis “defensas”. Cuando la reunión terminó, al bajar en el ascensor Elena se sujetó de mi brazo para quitarse uno de los zapatos alegando que le hacía un poco de daño, motivo por el que baje mis ojos encontrándome con sus sugerentes piernas enfundadas en unas medias negras, sin olvidarnos del majestuoso canalillo que mostraba su blusa cuyos dos botones superiores parecían haberse abierto como por arte de magia.
Elena llevaba puesto uno de sus habituales trajes de ejecutiva, en este caso una falda de color oscuro un dedo justo por encima de las rodillas, una blusa de color blanco con una elegante chaqueta a juego con la falda. Dado que habíamos accedido directamente con el coche al parking del edificio, nuestros abrigos quedaron en el maletero guardados. Al levantar la pierna me dejo una magnifica vista de sus muslos y un escote de vertigo, pero lo que me cautivo de verdad, fue la imagen de su trasero en el espejo, que parecía tratar de estallar la falda de lo duro y compacto que parecía apreciarse. Os aseguro que no pude evitar salivar al ver aquello, lo malo es que levanto sus ojos hacia mí, vio donde los tenía fijos, y giro su cabeza hacia el espejo, dándose cuenta de todo. Se puso el zapato, luego riéndose me dio un golpecito en el brazo y me soltó un “Eyyy guarro, a ver en que te fijas”…. Sonreí malicioso sin hacer el más mínimo comentario.
Montamos en el coche, y ya llegando a nuestras oficinas, de repente me miro de forma maliciosa, soltándome de sopetón…
- Bueno, y dime, ¿te gusto lo que viste en aquel ascensor?
- ¿Tú que crees? –la miré sarcástico.
- Que parecías estar muy interesado en algo del espejo… -dijo en tono insinuante.
- Te gusta jugar, eh jefa…
- Quizá sí, o quizá no… ¿tú que crees?
- Creo que cuando lleguemos a la oficina vamos a subir las apuestas entre ambos…
- ¿Cómo dices?
- Muy simple, si me llamas hoy o por cualquier causa por culpa tuya tenga que ir a verte, como estemos a solas en tu oficina voy a follarte hasta que te corras gritando para que todo el mundo te escuche y sepa lo que está ocurriendo entre los dos –introduje mi mano entre sus dos piernas por sorpresa.
- Tu sueñas despierto… -dijo mientras hacía presa en mi mano, pero sin tratar de retirarla de allí.
- Te voy a volver a follar… jefa… eres muy caliente, te gusta mi polla y lo sabes. La cuestión es si tardare más o menos, pero ten por seguro, que voy a volver a meterte la polla hasta que te corras como la gata en celo que en realidad eres ahora mismo… Estas empapada… -repliqué sacando la mano y chupándome el dedo corazón, que había pasado por toda su entrepierna, encontrándome sus braguitas encharcadas.
Acababa de aparcar el coche justo cuando dije eso último, y antes de que Elena fuese capaz de reaccionar saque mi mano de entre sus muslos, retirándola de entre las suyas, me chupe el dedo corazón, para que luego directamente y sujetándola por la nuca, poder guiarla contra mis labios. Le di un beso de tornillo que nos dejó a ambos sin resuello, pues colaboró conmigo sin cortarse ni un pelo, poniéndole tantas ganas o más que yo. Después, cuando nos separamos…
- Elena, acabas de subir las apuestas para hoy…, ya no será únicamente en tu despacho. Donde nos quedemos los dos a solas la primera vez en lo que nos queda de jornada, te pienso follar viva…
- ¿Y si nos quedamos una segunda vez? –no pudo evitar preguntar con todo divertido.
- Entonces, te pienso sodomizar, voy a reventarte ese precioso culo que tienes sin detenerme hasta que mi miembro te salga por la boca… De todos modos, pase algo o no hoy, ese culito será mío antes o después, quieras o no… Pienso ser el primero en entrar por esa puerta -le susurre al oído, lamiéndoselo, para justo después bajarme del coche.
No pude evitar reírme por lo bajo cuando vi como Elena salía disparada en dirección al ascensor sin esperarme, iba toda sofocada. Aunque quizá no lo creáis, mi jefa era perfectamente consciente de que no se lo había dicho en broma, y que si se daba la menor oportunidad, pensaba cumplir con mis “advertencias” al pie de la letra. ¿Qué porque lo sé?, muy simple, primero al dejarme tirado en el garaje para evitar quedarnos a solas en el ascensor, y porque durante las tres horas que nos quedó de jornada juntos me estuvo evitando como la peste, nunca se dirigió a mi sin que como mínimo hubiese al menos otras dos o tres personas delante. A la hora de marcharme, tras recoger todas mis cosas y ponerme en pie para irme, se me ocurrió un truco bastante sucio, por lo que descolgué mi teléfono y marque su extensión…
- ¿Sí? Dime Aquiles…
- Ya me marcho a casa… Te recuerdo que me tomare libre el próximo lunes…
- Si, lo sé, no te preocupes que lo tengo en cuenta… Si necesitas algún día más solo llámame, ¿vale? La semana que viene es bastante relajada y no habría mayor problema.
- De acuerdo… si lo necesito te aviso… Gracias por ser tan comprensiva…
- Recuerda que tienes varios días acumulados, son tuyos, yo no he hecho nada… pero si me necesitas para algo…
- Pues mira, podrías venir a mi mesa y hacerme un favorcillo de rodillas… -le susurre en tono sugerente por el teléfono.
- Oye tú, no te pases con eso porque… -le colgué sin dejarle terminar, lo que sabía le sentaría muy mal.
- ¡¡¡Aquiles… a mi despacho, ya!!! –me gritó.
Elena apareció gritándome en la puerta de su despacho a los escasos diez segundos o poco más de haberle colgado el teléfono con los ojos echando fuego y un gesto de cabreo de aupa. Cuando llegué hasta ella me espetó un seco pasa dentro haciéndose a un lado para dejarme entrar. Cuando cerró dio un portazo, visiblemente enfadada por lo que le dije, se volvió hacia mí dispuesta a montarme una bronca de cuidado cuando la tome por sorpresa. Para cuando se giró yo ya había soltado mis cosas sobre uno de las sillas de su despacho, por lo que tuve mis manos libres para poder abrazarla y casi empotrarla contra la pared junto a la puerta. Esa era la única pared de ladrillo de la oficina, la puse contra ella mientras mis manos empezaban a acariciarle los pechos por encima de su blusa y mi boca se cerraba sobre la suya… sus ojos miraban directos a los míos muy abiertos por la sorpresa.
- Te lo dije… te avise de que si te pillaba hoy a solas te iba a follar… gracias por llamarme a tu oficina… -le dije jadeante cuando solté sus labios para dedicarme entonces a su cuello…
- Eres un hijo de puta… dijiste aquello apropósito para esto… me engañaste… -me replicó mientras sus manos trataban de quitarme la camisa y jadeaba.
Menos de cuatro minutos después mi polla con su preservativo estaba enfundada en su interior, nuestras bocas juntas para ahogar cualquier gemido que dejásemos escapar, sus pechos cubiertos por el sostén contra mi pecho desnudo, su falda enrollada en su cintura, mis pantalones con los bóxer en mis tobillos, sus braguitas desplazadas a un lado y mus piernas alrededor de mi cintura. Apenas estuvimos tres minutos y medio en esa posición antes de corrernos los dos casi a la par, al final, tras el orgasmo, terminamos sentados sobre una de las sillas, con Elena sentada a horcajadas sobre mí, con su cabeza apoyada contra mi hombro, los dos tratando de recuperar el resuello. Confieso que esa forma de follar en televisión quedaba increíble, pero os aseguro que es realmente demoledora para los músculos una vez que todo pasa y te calmas.
Estuvimos un rato besándonos mientras nos recuperábamos, empezaba a retirarla el sostén para poder alcanzar libremente sus pechos cuando me paró en seco, alegando que tenía aun que trabajar y que yo debía de marcharme ya. Lo cierto es que saco su alma de mujer de negocios y se puso su traje de ejecutiva, aun así, logre robarle un par de fugaces besos antes de tener que marcharme de su oficina. Durante el último beso, aproveche para sobarle el trasero a base de bien mientras le recordaba que no se olvidase de que su duro culito, también seria mío antes o después. Salí con el coche de la oficina desechando cualquier pensamiento referente a Elena o al trabajo, centrándome en ese instante en la situación que podía encontrarme al llegar a casa, donde me esperaba encontrar a mi suegra, lo que si no tenía claro es si con ella estaría alguna de las dos hermanas o ninguna…
Cuando llegué a casa me encontré con lo único que no me esperaba, a mi suegra discutiendo con mi suegro en el salón, y a mi hija llorando abrazada a su abuela debido sin duda a los gritos que estaba dando León. Debido a eso precisamente supongo que no me escuchó entrar, pues cuando aparecí en la puerta del salón estaba amenazando a mi suegra con golpearla y llamando a mi niña “rata llorona”. Cuando vi el panorama me metí entre ambos, empujando a mi suegro hacia atrás, cuando le escuche llamarme imbécil patético no me lo pensé ni un segundo, bloquee una de sus manos retorciéndosela, le hice voltearse y pasándole la otra por el cuello le acompañe hasta la puerta, abriéndola y dándole un empujón fuera de mi casa, haciéndole chocar violentamente contra la pared del descansillo. Antes de cerrar la puerta le advertí que la próxima que me lo encontrase en esa actitud con alguien de la familia, le arrancaría las tripas y se las haría comer antes de tirarlo en cualquier zanja, después de eso le di un portazo en los morros…
Cuando entré recogí a mi hija de brazos de mi suegra, Clara se abrazó a mi como si me fuese a marchar para no volver, luego con mi otro brazo atraje a mi suegra contra mí para tratar de calmarla también un poco, diciendo eso de “venga tranquilas que ya no pasa nada”, dirigido a ambas. Cuando mi suegra se calmó la solté, centrándome en Clara…
- Bueno Carolina, que piensas hacer ahora, ¿vas a seguir con ese cretino con el que te casaste hasta que acabes en el hospital peor que esta vez o por fin piensas tomar medidas? Tus hijas desde luego están decididas a no seguir como hasta ahora…
- Voy a separarme, hablare con mi abogado para que lo ponga todo en marcha y… -la interrumpí.
- ¿Estas segura?
- Si, completamente, esto ya ha sido la gota que ha colmado el vaso…
- Muy bien, entonces cógete el abrigo y tu documentación, tenemos que hacer unas cuantas visitas lo antes posible… venga… -la apremie.
- ¿Qué es lo que tenemos que hacer?
- Venga cámbiate para salir, mientras voy a llamar a Azucena y a Ana…
- Vale, pero ¿dónde se supone que vamos?
- De momento al banco, vas a vaciar las cuentas conjuntas que tengáis entre ambos y vas a pasar el dinero a las tuyas, luego nada más hacerlo iremos a tu abogado para ponerlo todo en marcha.
- Mira Aquiles, no creo que eso sea buena idea, no voy a dejar a León sin dinero y…
- Carolina, te lo voy a poner muy simple, o lo dejas tú a él sin ese dinero, o será quien lo haga contigo, se lo llevara quien primero llegue. Y que yo sepa, tú no tienes dinero en Luxemburgo, sin embargo tu marido sí que tiene allí al menos que sepa de cierto dos cuentas…
- Eso es imposible… yo lo sabría… -replicó Carolina con la boca abierta.
- Venga Carolina, arréglate para irnos, yo preparo a Clara… ¡¡venga!! –di dos palmadas para apremiarla, consiguiendo que se moviese.
Cuando salió del salón hacia su habitación para arreglarse llamé a Azucena, explicándole todo lo que había ocurrido y lo que iba a hacer con su madre, para que se lo explicase a Ana. Luego le pedí que se viniesen las dos directamente a casa al salir de trabajar, que no se entretuviesen para nada. Le pregunte si había pedido la reunión de la junta y me contesto que sí, pero que en las condiciones que yo le pedí que lo hiciese no se podría hasta el martes. Lo siguiente que le pedí que hiciera me supuso un chillido en mi oído…
- ¿Pero cómo voy a bloquear las cuentas de la empresa? ¿Tú estás loco o que te pasa?
- No quiero que las bloquees, tan solo que adviertas a las entidades con las que trabajéis para que hasta dentro de quince días te llamen para confirmar cada operación que se haga desde vuestras cuentas o como mínimo que tenga que ir necesariamente alguna de vuestras dos firmas y no solo la de vuestro padre.
- Oye Aquiles, no me gusta nada lo que estas insinuando…
- No insinuó nada Azucena, solo te digo que o controlas ese dinero o tengo la impresión de que os vais a quedar sin él y la empresa sin liquidez. Haz lo que te digo que no es tan grave, solo molesto, lo único que tienes que hacer es mantener tu teléfono móvil enchufado a la red todo el tiempo que puedas para no quedarte sin batería.
- Está bien, haré lo que dices… Por cierto, Ana ya ha dejado claro en todos los departamentos que para cualquier cambio importante en la empresa se debe de contar con las firmas de los tres, las nuestras además de la de mi padre, que una sola no es válida, y que al que no haga caso de ello terminara en la calle al día siguiente, sea quien sea. Aunque no sé de qué va a servir, en cuanto el martes llegué la junta mi padre nos pondrá a las dos de patitas en la calle…
- El martes pediré tambien el día y os acompañare a la junta para evitar problemas con vuestro padre, porque me da la impresión de que se va a llevar la misma sorpresa que vosotras cuando vengáis a casa y hablemos. Te dejo que ya está aquí tu madre…
Colgué al ver entrar en el salón a Carolina con el abrigo ya puesto y el bolso en la mano. Supuse que había estado escuchando lo que hable con Azucena, o por lo menos mi parte en la conversación. Aunque confieso que me sorprendió bastante, pues no estaba tan en babia como yo pensaba inicialmente… Según entro me soltó…
- Así que estas planeando arrebatarle a mi marido el control de la compañía, y según tus planes quien será el nuevo presidente, ¿tú? –me dijo mirándome muy seria.
- ¿Yo?, no para nada, ni loco, yo pienso seguir trabajando en lo mío como hasta ahora, así vivo muy a gusto. De eso tendréis que tratar tus hijas y tu cuando vengan hoy a casa, de cómo pensáis reorganizarlo todo entre las tres. Venga vámonos no se nos haga tarde… -dije con la niña en brazos caminando hacia la puerta.
- Eso serán mis hija, yo no sé nada de negocios, y… -la interrumpí.
- Oye Carolina, mira, vamos a poner las cartas sobre la mesa de una vez. El hacerte la tonta conmigo no te sienta nada bien, sé que muchas de las geniales ideas y movimientos magistrales de tu esposo en realidad ha sido cosa tuya que el aprovechó en su beneficio, lo que no se es el porqué de toda esta… comedia de mujer florero –dije haciendo un gesto con la mano señalándola.
- Vaya, no pensé que nadie se hubiese dado cuenta de mis manejos en la sombra, cuando ni el propio León lo hizo. Supongo entonces que también sabes todo lo relativo a la disposición de mis padres y su herencia, ¿no?
Me callé al empezar a hablar con nosotros Clara, que pareció recuperarse totalmente del susto al vernos hablar distendidamente a su abuela y a mí. Aproveche la interrupción para pensar hasta llegar al coche y sentirme como un auténtico imbécil al no darme cuenta de que lo de las ideas de mi suegra no era nada accidental, sabía que no era tan idiota como podía parecer a primera vista y que era muchísimo más inteligente que todo eso, pero acababa de darme cuenta hasta qué punto incluso yo estaba de equivocado con ella. Con esa última frase, Carolina me acababa de hacer replantearme todo lo que creía saber, porque estaba claro que me había equivocado con ella al ciento por ciento, me había quedado cortisimo. Volvimos al a conversación nada más ponernos en marcha, fueron unos pocos minutos que me vinieron bien para poder meditar en el giro de la situación con mi suegra. Le entregue a Clara su consola portátil para que jugase en el coche y regrese a la conversación con Carolina…
- ¿No me respondiste Aquiles? ¿Has podido pensar bastante antes de hacerlo? –me sonrió irónica.
- Si, la verdad es que si, Clara me ha ofrecido suficiente tiempo para meditar que decir y también recuperarme de que de pronto seas tan abierta conmigo.
- Jajajajaja – soltó la carcajada ante lo de ser tan abierta, luego hizo un gesto dejándolo de lado para centrarse en lo otro-. Eso quiere decir que si sabes sobre las disposiciones.
- Si, se lo relativo a la disposición de tus padres, deduzco que mi presencia al casarme con Ana te ha venido de maravilla estos últimos años.
- Deduces bien, de no ser por ti hubiese tenido que dar la cara yo hace bastante para evitar los planes de mi marido. Tu negativa a firmar nada relacionado con nuestras empresas me ha permitido seguir en la sombra y no darle la patada en el culo antes de tiempo a ese cretino…
- Entiendo. Directos entonces al abogado, ¿no?, porque supongo que lo de las cuentas conjuntas ya lo tendrías previsto…
- Sí, he hecho un par de llamadas mientras me cambiaba y todo ese asunto ya está arreglado, incluido las de Luxemburgo que tú dijiste más otra que tiene en Andorra y que tú no has descubierto. Aunque te confieso que lo único que de verdad que aún me sigue sorprendiendo es tu cabezonería en no querer entrar en la empresa y continuar en ese puesto que conseguiste por tu cuenta… Sinceramente, con este movimiento creí que querrías algún puesto importante, mínimo alguno anexo a la dirección.
- Si, bueno, reconozco que podría parecerlo, pero prefiero tener un sueldo independiente de vuestros negocios familiares por lo que pudiese pasar, aunque sea tan corto como el mío. Pero esto no se trata de mí, sino de arreglar vuestra situación con León… lo que de verdad no comprendo es porque has permitido que las cosas llegasen a este extremo, cuando está claro que podías haberlo echado hace bastante.
- Pues porque pensaba que si bien León podía ser muchas cosas, nunca imagine que llegase a estos extremos de llegar a la agresión física conmigo o mis hijas.
- ¿Y la psicológica? –vi cómo me miraba irónica al escucharme.
- Esa en mí no tenía efecto, lo que dijese de mi me resbalaba, y cuando mis hijas se casaron dejaron de ser una preocupación “cercana” para mí. Azucena al marcharse con el calzonazos de Arturo dejo de estar en el punto de mira de su padre, y Ana, pese a todas las estupideces que ha cometido en vuestro matrimonio, con la niña estaba a salvo contigo a su lado.
- ¿Con la niña? –la mire sorprendido sin entender.
- Contigo ya no tengo que seguir fingiendo Aquiles, y sabes también como yo que el único motivo de todo lo que le has aguantado a mi hija es Clara, sin ella haría mucho tiempo que le habrías dado la patada en el culo- alzo la mano impidiéndome hablar-. No… déjalo, es vuestro matrimonio y vosotros quienes tenéis que arreglarlo. Si, se lo que está pasando y también que mi hija se lo ha ganado a pulso por idiota. Aunque evidentemente tengo mi opinión y creo que hay culpas de sobra para ambos, pero ahí ni entro ni salgo, como digo es únicamente asunto vuestro.
- Vaya, eso sí que ha sido una sorpresa… -admití.
- Aquiles, no soy una suegra metomentodo o que trate de arreglar las cosas por el bien de la familia, pero conozco a mis hijas y sé de qué pie cojean las dos, siempre han conseguido todo lo que deseaban con muy poquito esfuerzo. Y con excepción de Ana con Clara, ninguna de las dos han pensado nunca más allá de si mismas hasta ahora.
- Pues ya iba siendo hora de que lo hiciesen y dejasen las dos de mirarse lo bonito que tienen el ombligo… -dije un tanto resentido.
- ¡¡Oh!!, créeme que por fin lo están haciendo Aquiles, aunque les esté costando no volver al aquí y ahora, para mí si todo sigue su curso normal, ambas cambiaran. Azucena tiene que enfrentarse a sus prisas al casarse con el imbécil de Arturo tan solo por salir de casa y lo está haciendo muy bien gracias al apoyo que vosotros dos le estáis dando para ello. Y Ana se enfrenta a cómo arreglar dos años de desastres contigo si no quiere perderte del todo por culpa de sus propias acciones. Las dos están tratando de mirar a largo plazo aunque lo pasen mal ahora…
- Ya… bueno, eso es cosa de ellas… Ahora centrémonos en lo que tenemos entre manos, primero el abogado, y luego cuando estemos todos en casa deberíais de ir aclarando que vais a hacer cuando León salga de la empresa…
- Estas dando por supuesto que va a salir sin luchar… -me replicó divertida Carolina.
- Soy contable forense, teniendo el número final de las cuentas de destino del dinero en un paraíso fiscal no creo que me fuese “difícil” rastrear los movimientos fraudulentos en vuestros libros por los que se apropió de dichos fondos. Le puede caer una buena condena si le denuncias, más aun cuando en realidad y pese a estar casado contigo según su contrato él es únicamente un empleado. Todo es tuyo y de tus hijas por vía de herencia materna, por ello León no tiene absolutamente nada de nada, además de que ambos tenéis un acuerdo prenupcial muy específico con respecto a tus bienes pasados o futuros a fallecimientos de tus padres.
- Vaya, hasta ese dato lograste obtener… Siempre me gustaste Aquiles, desde el primer momento en que te puse la vista encima, aunque confieso que no logré entender nunca esa “personalidad” de cordero que tenías cuando estaba claro que no lo eras para nada… Menos mal que por fin te has dejado de lado con esas tonterías…
Acabábamos de llegar a nuestro destino por lo que nos callamos y dejamos de hablar de esto. Nuevamente alguien me decía, o en este caso, me insinuaba que mi personalidad había cambiado mucho, cosa que no comprendía en absoluto pese a ser más o menos consciente de ello. Por otro lado mientras Carolina estaba con su abogado reunida salí a la calle a dar una vuelta con Clara. Según dijeron tardarían como una hora, por lo que me lleve lo primero a la niña a merendar, luego entramos en una tienda de juguetes, donde consiguió sacarme que la que comprase un osito, por cierto que a su abuela le saco otro cuando volvió con nosotros, pues se lo enseño y le pidió que le comprara el “hermanito” de su “sito de pilche”.
Mientras hacía recorría la tienda con mi hija con esta explicándome lo que quería exactamente, trate de pensar en las condiciones impuestas por los padres de Corolina en su herencia. Tenía muy claro por lo que leí que a estos nunca les gusto León, creo que desde el principio fueron muy conscientes de que se casaba con ella por su dinero, y eso se notó en su testamento, creándolo de modo que le fuese imposible hacerse con las empresas. Dejaron el 40% de las acciones a Carolina, el 30% a Azucena y el 30% restante a Ana, pero para cualquier maniobra de venta, traspaso, cesion e incluso apoderamiento de las mismas se necesitaba la firma de cada una de las tres y le añadieron un par de codicilos bastantes discutibles, uno de los cuales fue el que me implico a mi nada más casarme con Ana.
Confieso que cuando lo descubrí esa última disposición me sorprendió muchísimo, fue algo que averigüé al poco de empezar Ana con nuestro matrimonio “abierto”, durante mis indagaciones en vistas a un posible divorcio. Hasta el momento de nuestra boda León había conseguido hacerse con el control como apoderado del total de las acciones para las votaciones de la junta y con ello el control de facto del grupo entero. Pero tras la boda de Ana conmigo y que yo no aceptase firmar nada relacionado con las empresas “familiares”, legalmente perdió tal control, aunque siguió ejerciéndolo “por inercia” dándolo todo el mundo por bueno. Este hecho del que les informe les fue muy útil a las dos hermanas en la oficina para poner a todo el mundo en guardia para que no aceptase nada importante si no les llegaba con las firmas de ambas y de su padre hasta el final de la próxima junta convocada.
Cuando terminamos con el abogado, durante el camino de regreso a casa, Carolina me contó que ya estaba en marcha su divorcio de León, pues dejo firmados los papeles de la petición, aunque también que había instruido a su abogado para que si este ponía la más mínima pega incluyese en el acuerdo de reparto las cuentas de este en los dos paraísos fiscales, a las que por cierto me dijo que ya había accedido y modificado los códigos de acceso. No pude evitar sonreír para mí mismo, consciente de que al abogado de León y a este cuando lo viesen les iban a cambiar las caras pensando en que dicha información pudiese llegar a manos de la Agencia Tributaria. En realidad, yo no pensaba haberlo usado únicamente de ese modo inicialmente en caso de haberme divorciado de Ana en su momento, ya que también podía ser un serio indicio de desfalco a la empresa por parte de todos ellos como unidad familiar y poner la posible custodia de Ana contra las cuerdas. Ahora podríamos hacer la misma maniobra centrándola únicamente en León… algo muy útil si daba más problemas de los esperados en el divorcio o en la misma empresa. Realmente mis planes iban viento en popa, aunque en esos momentos Carolina me preocupaba, pues no era para nada lo que yo había considerado…
Al entrar en casa nos encontramos con que ya estaban Ana y Azucena esperándonos en el salón. Clara según entró se lanzó en brazos de su madre para abrazarla y darla sus besos, después fue su tía quien recibió su efusión mientras les enseñaba emocionada sus dos “sitos de pilche” que su papa y abueli le habían comprado.
CONTINUARA