Cambio de Personalidad - 11
Me acosté con Ana, o quizá fuese ella quien lo hiciese conmigo, pero saque algo en claro, que mi cuñada estaba más salida que el pico de una mesa y que definitivamente conforme a mis planes pensaba follármela si o si
Cambio de Personalidad - 11
Durante todo el resto del sábado me dediqué por completo a mi hija Clara, saboteando cada uno de los intentos de Ana de hablar conmigo, incluso para ello use en un par de ocasiones a Azucena. Esa noche pese a no tocarle, Ana se empeñó en ser ella quien preparase el menú de la cena, mientras lo hacía y pese a estar presente la niña, Azucena trato de hablar conmigo en favor de su hermana, aunque algunas veces, dejase escapar inconscientemente lo que de verdad pensaba ella sobre lo que me trataba de decir, que no era ni con mucho lo que su boca pronunciaba.
- Deberías de darle una oportunidad de explicarse... –me habló bajito sentándose a mi lado.
- Para que, si es exactamente lo mismo de los últimos años, no hay diferencia... –le repliqué
- Créeme que sí, que hay muchísima, en esta ocasión si le dejas que... –decidí interrumpirla y cambiar de conversación.
- Me da igual. Y a todo esto, ¿tú que tal con lo tuyo?
- Bien, francamente bien. He hablado con un buen abogado matrimonialista y me ha dicho que con lo que tú me proporcionaste más lo que yo tengo, estará solucionado sin el menor problema en cuanto quiera. Arturo tiene muy poquitas opciones de poder lograr algo... y el acuerdo prematrimonial con esas pruebas termina de sentenciarlo.
- ¿Qué vas a hacer?
- Ya le habrán mandado la notificación al trabajo -sonrió irónica-, imagino que se llevara la sorpresa el Lunes y pondrá el grito en el cielo haciéndose el mártir. Pero me da igual, que diga lo que le dé la gana, ya no hay marcha atrás... no le aguanto mas...
- Ándate con cuidado de todos modos, ni te sientas tan segura, quizá tu marido o tu padre puedan conseguir algo sobre ti en relación a otros hombres -dije como de pasada.
- ¿Cómo dices?
- Azucena, que no me chupo el dedo, una cosa es que no trague a tu marido y otra que me tomes por gilipollas. Se positivamente que tu también has tenido tus líos y le has estado poniendo los cuernos a tu marido –la mire fijamente.
- Ni aun así podrían hacer nada, por mi parte no pienso ceder o reconsiderar nada sobre mi decisión, y el que ambos fuésemos infieles no haría invalidar ninguna de las cláusulas de nuestro acuerdo prenupcial o le otorgaría a mi padre el menor poder sobre mí. Eso solo me podría complicar la vida a nivel familiar, no más allá… -me sonrió.
- Pues entonces cuñada, si de verdad estas tan segura de todo, recibe por favor, mi más cordial enhorabuena por tu prometedor futuro como una mujer libre de nuevo.
- Oh, no te creas. Para eso de felicitarme es algo pronto, aún tiene que enterarse mi padre, y Arturo esta últimamente de lo más pelota con él previendo la que se le viene encima. Estoy convencida de que tratara de evitarlo por todos los medios a su alcance, y aunque mi padre intervenga por culpa de ese calzonazos, como ya te he dicho diga lo que diga o haga lo que haga no pienso dar marcha atrás. Pero lo cierto es que sí, estoy segura de que algo hará... de eso no tengo dudas.
- Puede ser que tu padre te presione, o mejor dicho, es casi seguro que lo haga, pero en realidad, todo este asunto depende exclusivamente de ti. Por mucho que no le guste, él en esto ni pincha ni corta, ni puede hacer prácticamente nada para evitarlo, si es que de verdad estas decidida a llegar en esto hasta el final.
- Lo estoy, te lo aseguro, pero creo que aún no conoces bien a mi padre. Estoy convencida al 100% de que tratara de presionarme de un modo u otro, solo que en esta ocasión, le va a salir el tiro por la culata. Pero te garantizo que va a tratar de ponérmelo todo lo difícil que pueda.
- Cuñada es tu decisión, tuya, y de nadie más. De todos modos, cuenta conmigo para lo que necesites.
- Gracias por tu apoyo. Y Aquiles, creo de verdad que deberías de darle una oportunidad esta noche a mi hermana para arreglar esto -intentó nuevamente volver a lo mismo, sin dejar de observar a la niña, tratando de evitar cualquier cosa con la que ella pudiese darse cuenta de lo que ocurria.
- Está bien, escuchare lo que tenga que decirme, aunque solo sea para tu y ella me dejéis en paz. Eso sí, no te prometo nada de nada, tan solo que prestare atención a lo que me quiere decir.
- ¿Y eso quiere decir que harás un esfuerzo, o tan solo que oirás lo que te diga sin prestarle atención?
- Eso quiere decir que la escucharé...
- Por favor, procurad arreglarlo...
- No creo que haya nada que arreglar, todo está como siempre, nada ha cambiado...
- Por favor, escúchala -me repitió una vez más poniendo una mano sobre mi brazo en un gesto de cariño para luego cambiar de tema y soltarme como si quemase.
La cena fue muy bien, Ana no trató de sacar nuevamente el que le dejase hablar conmigo, este hecho me resulto de lo más revelador, especialmente al ver como ambas parecían tratar de que no surgiese el menor tema o situación que pudiese incomodarme. En mi caso ya tenía una idea muy aproximada de lo que pensaba hacer esa noche y como conseguirlo, confieso que estaba empezando a excitarme únicamente con pensar en ello. Acostamos a la niña, vimos los tres juntos un poco la tele y después decidimos irnos a la cama. Por como ambas hermanas se miraron, estaba claro que era el momento que ambas estaban esperando. Mientras ellas se dirigían a sus habitaciones yo me encargue de la luces, cerrar la puerta con la llave, etc., y cuando me dirigía a nuestra habitación Azucena me intercepto dándome un besito en la mejilla...
- Mucha suerte cuñado, por favor tratar de hablar los dos -me dio un besito en la mejilla.
- Tú procura estar atenta a los ruidos. Por si acaso tienes que entrar a separarnos para que no nos estrangulemos mutuamente. No echare el cerrojito de la puerta para que puedas acudir al rescate -le solté irónico y con voz maliciosa.
- Eso hare, estaré muyyy pendiente y os vigilare para que todo salga bien -me guiño un ojo.
Me sonreí para mí, al darme cuenta de que broma o no broma, mi cuñada haría exactamente lo que yo quería que hiciese, estar atenta por si se producía algún ruido que pudiese indicarle que habíamos empezábamos alguna pelea. Me sonreí pensando que la semilla ya estaba plantada en la mente de mi cuñada. Estaba íntimamente convencido, de que cuando escuchase ciertos ruidos procedentes de nuestro dormitorio, y pese a saber positivamente a que se deberían, no podría evitar como poco, el ver lo que hacíamos.
Cuando entré en nuestra habitación lo primer que hice fue depositar el monitor del aparato de radio de la niña para escucharla si se despertaba. Después de eso me desnude, quedándome en esta ocasión en ropa interior, sin hacer la menor intención de ponerme un pantalón corto, que era con lo que solía dormir. Cuando Ana salió del servicio ya cambiada para dormir, entendí en el acto que no íbamos a hablar nada de nada. Ana por toda ropa llevaba puesto un sucinto picardías de color negro y semitransparente, con un minúsculo tanga a juego. Entendí en el acto que la situación con la supuesta charla acababa de dar un giro inesperado e incluso quizá, también a mi favor, Ana estaba claro que no pensaba hablar para "convencerme", pensaba "follarme" para hacerlo. Y creedme que pensaba “dejarme” como un buen marido…
- ¿Y esto? -pregunté haciéndome el tonto.
- Una sorpresa, considéralo una forma de compensación por lo de tu amiga Lina. Espero sinceramente que me perdones por lo que hice, pero en esta ocasión, quiero pagar por ese perdón, esta noche... soy toda tuya para lo que desees hacer, no me opondré a nada de nada de lo que me pidas... -dio una pequeña vuelta sobre si misma con los brazos extendidos, mostrándose todo lo más seductora y "sexual" que pudo.
- ¿Estas segura de esto? Te lo pregunto porque si te tomo la palabra aceptando tu oferta, hare contigo lo que me plazca, te tratare como algo de mi pertenencia, y ten por seguro que aunque no te hare “daño”, no pienso parar por mucho que me supliques, te guste o no -le advertí.
- Soy toda tuya... -avanzó hasta mi echándome los brazos al cuello y besándome en la boca.
Devolví el beso con ganas, prácticamente devorándole los labios, mordisqueándoselos, pasando mi lengua sobre ellos, poniendo todas mis ganas como hacia muchísimo tiempo que no lo hacía. Creo que Ana debió de notarlo por el modo de gemir y pegarse cada vez más a mí, como queriendo fundirse con mi cuerpo. Mi propio cuerpo reacciono del mismo modo, alterándose mi ritmo al sentirla tan unida a mí, mi erección en esos instantes era incluso dolorosa por la misma excitación y deseo que sentía por ella. Pese a que creía tener todo controlado esta sensación fue como un mazazo que me dejo claro que mis sentimientos por ella seguían siendo muy fuertes pese a todo lo ocurrido.
Pese a todo lo anterior, tenía mis prioridades muy delimitadas. Si bien estaba fuera de toda duda que quería y deseaba a Ana del mismo e intenso modo de siempre pese a todo lo que había ocurrido en estos años, también tenía muy claro que no pensaba volver a caer nuevamente en sus redes o a quedar atrapado en esa espesa telaraña llamada amor y que tanto daño me había hecho. Por fin había dejado atrás ese largo y doloroso abismo de los celos, algo a lo que no pensaba volver a mostrarme vulnerable. Tal y como estaban saliéndome las cosas mi mente seguía con la idea de que debía de seguir manteniendo mi distancia de seguridad con respecto a ella y por supuesto no renunciar a mi actual recién descubierto "poder" sobre mi querida esposa. Creo firmemente además que para estas alturas aquellos calambrazos ya habían desaparecido quedando mi mente y mi personalidad en su actual estado, tal y como sigue hoy en día. Sin embargo, por esa época si empecé a plantearme una serie de ideas aparentemente “lógicas” y para mi “evidentes”, que hoy en día me estoy empezando a replantear. Ojo que con esto no digo que no me salieran bien o que no fuesen lo que yo creía, que no.
Cuando me separe de Ana me dirigí a la cama, quitando nuestros dos almohadones, sustituyéndolos por la larga almohada que únicamente usábamos a la hora de hacer la cama, pues al ser de una pieza y dura como una piedra, nos resultaba muy incómoda para dormir, pues siempre terminábamos igual, peleándonos por ella y con dolor de cuello. La extendí todo a lo largo de la cama, situándola en el centro de la misma y separada del cabecero por unos veinte centímetros mas o menos, todo ello ante la atónita mirada de Ana que parecía no entender nada. Cuando termine me volví hacia ella, volví a besarla, pero no le permití que me abrazase, le aparte las manos con suavidad mientras que la mía izquierda acudía a su sexo sobre la tela de su tanga, encontrándome con la prenda empapada, que era justo como quería que estuviese...
- Quiero que te tumbes bocabajo sobre la almohada, que la cabalgues como si fueses una amazona -le susurre al oído mientras besaba su cuello.
- Pero... -gimió.
- Shhhhh... desnúdate y ve a la cama...
- Sí, pero para... -le puse un dedo sobre los labios.
- Lo que yo quiera... recuerdas... -le dije con un nuevo susurro.
- Está bien... -replico poniéndose en marcha.
Me quité el slip con mis ojos fijos en Ana, comprobando que su cuerpo sobre la almohada quedaba prácticamente a como lo había imaginado, y por su cara al situarse siguiendo mis indicaciones, ya había descubierto por si misma lo que yo imagine que sucedería. Cuando me situé tras ella alce levemente sus caderas, escuchando un leve jadeo de disgusto al separarla de la tela de la almohada. Aunque no os lo creáis, antes de empezar a follarme a Ana, mi pensamiento fue para mi hija, rogándola mentalmente que por favor no se despertase precisamente esa noche, pues todo me estaba saliendo mucho mejor de lo que yo mismo habría podido esperar en mis sueños más agradables. Penetre el coño de Ana con suavidad, abriéndola despacio, lentamente, saboreando como me introducía en su interior. Ana mordió la almohada para ahogar el gemido que escapo de su garganta, su sexo literalmente casi chorreaba de excitación a la par que trataba inconscientemente de pegarse a la almohada.
Lo que más me costó cuando empecé a moverme, a follármela fue mantener sus caderas en vilo, pues sistemáticamente buscaba el contacto contra la almohada, ya que como yo suponía, por la posición y dureza de esta, su clítoris se frotaba contra la suave tela que la recubría agudizando sus sensaciones, algo que aún no quería que ocurriese. Me estuve esmerando en follármela, en que jadease y gimiese de placer, pero siempre manteniéndola un paso por detrás de su ansiado orgasmo. Confieso que me estaba costando horrores el mantenerme en esa ambigua situación, especialmente por el esfuerzo primero por mantenerla en vilo, y segundo por no correrme yo mismo, ya que me estaba obligando a continuos cambios de ritmo que me estaban matando. Por fin escuche lo que llevaba minutos rezando por poder oír, el suave y casi inaudible "click" del pestillo de la puerta de nuestra habitación al abrirse.
Puesto que el monitor de la niña continuaba en silencio, únicamente con su suave respiración de fondo, era obvio quien había abierto la puerta y debía de estar en esos instantes mirándonos. Tras que por fin ocurriese, me puse en movimiento, dispuesto a darle un buen "espectáculo" a Azucena y una explosiva sesión de sexo a mi esposa. En mi mente tenía dos ideas básicas en esos momentos sobre ambas hermanas de las que realmente no era plenamente consciente sobre su origen, primero que por alguna razón a mi esposa le podría muy bruta el descubrir” que su hermanita estaba “espiándonos” mientras follábamos, y segundo, que lo que de verdad le gustaría en esa situación a Azucena, seria estar en el lugar de su hermana recibiendo mis pollazos.
Empecé a follarme fuerte a mi esposa, pero esta vez deje que se pegase contra la almohada, aproveché para tumbarme sobre ella y relajar un poco la tensión de mis brazos. Puse mis labios en su cuello, besándoselo, cuando por fin alcanzo su orgasmo y empezó a aumentar el volumen de sus gemidos puse una de mis manos sobre su boca para acallar sus gritos de placer a la vez que retiraba mi polla de su interior tras correrme dentro, por fortuna estaba tan excitado que ni se me bajo la erección. Era consciente de que mi siguiente movimiento tenía que ser muy rápido y aprovechar el momento de su orgasmo... Retire mi polla de su coño, reincorporándome unos pocos centímetros que me hacían estar más cómodo, e incluso para ella también, pues tenía que soportar menor peso por mi parte. Una vez situado le volví a acercar mi glande, de modo que esta vez quedase finalmente apoyado sobre su agujerito trasero. Al segundo entendió mis intenciones y trato de "desmontarme", especialmente cuando tras su primer movimiento de resistencia me escuchó...
- Sabes "amor", ¿a que no adivinas quien esta espiándonos mientras follamos? -le susurré mientras le mordía el lóbulo de la oreja con la voz ronca por el deseo y la excitación.
- Uhmmmm… uhmmm…
- Esa misma que estás pensando... putita mía… -repliqué al intento de hablar que escapo por entre los dedos que le tapaban la boca, tras mordisquearle el cuello continúe hablándola.
- Y ahora... esa misma persona va a poder ver cómo le doy por el culo a la puta de su hermanita pequeña, a mi zorrita particular... Te lo voy a reventar el culo... pienso sodomizarte como la puta que eres… guarra… -le dije mientras le metía de un solo golpe la polla en el culo hasta el fondo y de su garganta escapaba un grito de dolor ahogado por mi mano.
- ¿Sabes otra cosa zorra? -le susurré un par de minutos después-, la muy cerda de tu hermana se está haciendo una paja mientras te sodomizo, estucha como gime en bajito la muy puta... ¿Crees que estará soñando en estar en tu lugar y ser ella a quien tuviese ahora misma clavada contra la cama a base de pollazos?
Tras la pregunta le lamí el cuello pasando en un segundo a mordisqueárselo mientras la embestía con todas mis fuerzas, haciendo que su cuerpo se desplazase sobre la almohada, provocando el roce de su clítoris contra la tela de la misma mientras mi polla entraba y se retiraba de su culo. Mi mano continuaba ahogando los gritos o ruidos procedentes de su garganta, fui muy consciente del momento en que estos pasaron del dolor al placer, así como del cada vez mayor sonido ahogado procedente de la puerta a nuestras espaldas, aunque no lo veía, podía imaginarme a Azucena masturbándose cada vez de forma más furiosa mientras nos miraba, lo que me hacía arreciar en mis embestidas al culo de Ana. Considere oportuno darle una vuelta de tuerca más al asunto...
- Sabes putita, quizá deba de plantearme en serio el follarme a tu hermanita mayor, me está poniendo muy cachondo que nos espié de este modo y más aún el que tú lo sepas... Tu hermanita tiene un señor polvo y estoy convencido que es tan puta o más que tú, aún recuerdo bien cuál era su fama en la uni. ¿No crees que me haría disfrutar?, seguro que en la cama sabe lo que se hace -le susurre sin dejar de besarla el cuello.
- Uhmmmmm... -se trató de revolver Ana visiblemente enfadada y alterada por lo que le estaba diciendo, resistiéndose a seguir follando.
- ¿Sabes?, creo que sí, que sería una magnífica idea penetrarla, lamerla, besarla, acariciarla y después sodomizarla como a ti, romperle el culo a placer, ese pedazo de culo de guarra que se gasta. Seria magnifico, ¿no crees cielo?, de ese modo todo quedaría en familia... y tendría a mi disposición dos putas... que además serian hermanas… Uhmmm, que morbo me está entrando -seguí susurrándole.
Mi polla parecía haber crecido tanto en grosor como en tamaño y mi energías estar renovadas, mis embestidas contra ella eran cada vez más duras. Sentía como su cuerpo se movía debajo de mi a cada asalto que mi polla hacía de su culito, su clítoris debía de estar ya hipersensible al rozarse contra la tela de la almohada, notaba como no duraría mucho más debido a toda la excitación acumulada por la situación. Al final me corrí, creo que lo hice como hacía mucho tiempo que no lo conseguía, creo que se me aflojo hasta el alma, por suerte Ana tuvo la misma situación que yo, o por lo menos una lo bastante parecida como para impedirle hacer nada al respecto de nuestra situación... En esta ocasión sí puedo decir que todo fue una cuestión de pura suerte el que no perdiese mi ventaja sobre ella.
No sé ni cómo lo conseguí o como me las apañe para mi siguiente vuelta de tuerca de esa noche, de verdad que no. Logré girarnos y quedar yo debajo de Ana con mi espalda sobre la almohada, que por cierto estaba completamente empapada por su parte inferior de una mezcla de mi semen y sus jugos, con ella tumbada sobre mí. Conseguí situar sus piernas entrelazadas con las mías inmovilizándoselas de ese modo lo suficiente como para impedirla poder hacer fuerza suficiente como para librarse. Antes de que empezase con sus intentos de liberarse de mi logre introducir de nuevo mi más que otra vez erecta polla en el interior de su recto, a la vez mi mano continuo tapándole la boca mientras que la otra se situaba con el antebrazo sujetándola fuertemente por el estómago y tres de mis dedos introduciéndose profundamente en su coño. Empecé a mover mis caderas a la vez que los dedos dentro de ella, follándomela con saña por ambos agujeros. Dada la posición, toda la maniobra de nuestros sexos quedaban en un perfectísimo primer plano en dirección hacia la puerta del dormitorio a nuestros pies, donde estaba completamente seguro que aún estaba mi cuñadita espiándonos. No deje ni un segundo de recordárselo al oído a Ana.
Al final no creáis que me quedo muy claro quién de los dos había estado disfrutando más de la sensación de ser espiados por Azucena, si Ana o yo. En este último polvo estuve de lo más creativo al susurrar en el oído de mi esposa, viendo que estaba disfrutándolo trate de cabrearla y que se enfadase con lo único que se me ocurrió, confesándole que me había follado a mi jefa en el viaje a Barcelona, relatándole al oído lo que le había hecho y las ganas que tenia de reventarle también el culo tal y como se lo estaba haciendo a ella en ese momento. Paradójicamente, en lugar de joderla y reventarle la situación con la confesión de mi "polvo" con Elena, únicamente pareció lograr encenderla aún más, casi diría que muchísimo más de lo que ya estaba. Como se suele decir, me salió el tiro por la culata, conseguí justo el efecto contrario al que pretendía, al extremo que la muy puta estuvo corriéndose como si fuese un grifo mientras le explicaba en detalle cómo me la había estado follando aquella noche, por entre los dedos que le tapaban la boca creí incluso escuchar que completamente fuera de si quería que le contase más cosas.
Alcance también mi tercer y última corrida de la noche, estaba completamente exhausto del todo. Quede derrengado con Ana encima mía, la solté, incluida la mano que le tapaba la boca, pero no dijo nada más allá del sonido del jadeo tratando de recuperar el aliento. Estaba sobre mí con los brazos en cruz y su cabeza apoyada contra mi hombro... Nuevamente escuche el leve "click" del pestillo de nuestra habitación, solo que esta vez no fui el único...
- Ya se ha marchado... acabo de escuchar la puerta cerrarse -susurró Ana con voz queda.
- Sí, yo también lo escuche...
- Eres un hijo de puta de mierda, ya sabía yo que te habías tenido que follar a esa guarra que tienes por jefa... Tiene cara de zorra la muy puta... –la interrumpí para que no se llevase a errores.
- Y como pueda pienso volver a follármela durante todo el tiempo que pueda, me muero de ganas por romperle ese culazo que tiene... -le dije en un tono lo más neutro que pude.
- Eso ya lo veremos -mascullo Ana.
- Eso como tú dices, ya está visto... pienso volver a metérsela otra vez... a ella y a quien me guste. Más te vale empezar a aceptarlo...
Se incorporó, sentándose al borde de la cama para luego después levantarse, coger su bata de encima de una de las dos sillas de la habitación y ponérsela. Se la abrocho con calma, luego se volvió a mirarme, muy seria clavo sus ojos en los míos, que para entonces me había puesto de costado con la mano bajo la cabeza sosteniéndola en alto para poder mirarla con comodidad...
- Aquiles, no pienso discutir contigo ni ponerme a dar gritos como una histérica celosa, no, esta vez no te pienso hacer el juego. Se de sobra que la he jodido y bien jodida con lo de tu amiga, igual que con lo que he hecho estos últimos meses desde que tuve a la niña, con esa brillante idea del matrimonio "liberal". Pero si hay otra cosa que tengo aún más clara que eso, es que te guste o no, "tú" eres mío, única, total y exclusivamente mío. Y creo que deberías de irte haciéndote a la idea de que no pienso renunciar a ello de ningún modo... -dicho lo cual se metió en el servicio de nuestra habitación, cerrando de un sonoro portazo tras de sí.
Me dejo completamente descolocado, no ya únicamente el que no se "alterase", sino lo que dijo de que era suyo en un tono francamente posesivo, sin mencionar al hecho de que no hiciese tampoco la menor mención a la presencia de su hermana mayor espiándonos, lo cual en teoría no debería de haberle gustado tampoco en lo más mínimo. Solté una silenciosa carcajada, pues en realidad esa reacción de Ana me venía muy bien para mis planes, al igual que a priori la acción de Azucena de espiarnos y masturbarse mientras que veía como follábamos… porque no nos engañemos, además de a mi jefa, también me apetecía muchísimo mi cuñada, es más, ella era otro punto vital en mis planes de futuro.
Mientras estuvo en el servicio, tras limpiarme con la sabana superior que luego quite tirándola a un lado, me deshice de la almohada y recupere ambos almohadones, tumbándome de inmediato sobre mi lado de la cama con la sana intención de aprovechar el tiempo que nos quedaba de sueño. Dormí como un bendito hasta el momento en que Ana me despertó, y para mi sorpresa lo hizo con una señora felación que me hizo despejarme en segundos.
CONTINUARA