Cambio de Personalidad - 10
Mis planes avanzan viento en popa, Ana comete un error con mi amiga Lina provocado por mí, con el único fin de que se mantenga dentro de mis planes
Cambio de Personalidad - 10
El Lunes nada más llegar a la oficina lo primero que hice fue descargarme de la red, concretamente de un servidor externo donde tenía copias de seguridad de algunas cosas sobre Amador y que reenvié de inmediato a mi cuñada, quien me devolvió el correo con un simple "muchas gracias cuñado" en menos de cinco minutos después.
Ese mismo día tuvimos reunión de trabajo en el grupo, y allí hubo algo que me preocupó, motivo por el que me reuní cuando terminamos con mi jefa. Mi queridísima esposa tan oportuna como siempre, aprovechó ese mismo instante para llamarme al trabajo, cogiéndome uno de mis compañeros el teléfono y disculpándome por estar en una reunión con mi jefa en su despacho. No sé qué preguntaría esta o que no, pero lo cierto es que mi querido compañero tuvo a bien aclararle que estábamos los dos a solas además del hecho de que desde fuera no se veía lo que hacíamos dentro, todo ello de lo más inocente, y que como podéis suponer ya a estas alturas, Ana no se lo tomo precisamente de ese modo. El caso es que mi compañero me lo dijo, pero por mi parte no le di mayor importancia, por lo que no devolví la llamada.
El caso es que habíamos estado hablando la una próxima reunión con unos clientes referente a nuestro próximo trabajo, y para mi sorpresa, Elena me eligió a mí nuevamente para acompañarla a dicha reunión. Como es obvio no me gusto en absoluto por el tema del horario de salida, y por dicho motivo quise reunirme con ella a solas en su despacho... Cuando entre, cerré tras de mi con cara de pocos amigos, pero antes de poder hablar siquiera se me adelanto...
- Siéntate por favor, tranquilízate y déjame explicarme... La reunión será aquí en Madrid en la sede de la empresa del cliente, y ya nos han aclarado que únicamente podrá ser por las mañanas, de modo que tu horario no se verá realmente afectado. Toma, esta es la previsión -me tendió una hoja, y tras leerla confieso que respire tranquilo.
- Gracias, me había asustado por un momento, ya pensaba que íbamos a tener otro encontronazo. Elena, una última pregunta, ¿porque me has elegido a mí? Sinceramente yo no sería mi primera opción, problema del horario a parte.
- Puede ser, pero eso sería con tus limitaciones, no con las mías... -me sonrió.
- No entiendo que quieres decir...
- Esta reunión es para delimitar con el cliente que es exactamente lo que quieren, como lo quieren y las condiciones, todo bajo el aspecto economico. Tú eras la mejor opción para este caso, por encima de cualquier otro de los compañeros.
- Pero es la primera vez que haces esto... lo he comprobado... Es decir, me refiero a que antes nunca has llevado a mi homologo.
- Y de haber seguido González ocupando tu puesto en mi equipo, mi decisión hubiese sido otra muy diferente, tampoco en esta ocasión lo habría seleccionado, pero tratándose de ti la cosa varia.
- ¿Por lo que ocurrió entre ambos en Barcelona? -pregunté tenso.
- ¡¡No digas majaderías hombre!! -me espetó visiblemente enfadada-. Lo que ocurrió no tiene nada que ver, es más simple que todo eso, mi punto más débil es el presupuestario, el cual precisamente es el tuyo más fuerte, pero no solo por eso. Te he elegido en primer lugar porque de todos, eres el que más compensa mis carencias, y en segundo porque tienes iniciativa, no te quedas paralizado sin saber qué hacer si te sorprenden con algo inesperado y eres perfectamente capaz de salir del atolladero con inteligencia además de sin pillarte las manos. Aparte de esto, también es cierto el hecho de que formamos muy buen equipo y nos llevamos bien, al margen de que tengo plena, total y absoluta confianza en ti pese al poco tiempo que llevas en mi equipo.
- Vaya, gracias... creo que no me lo esperaba... Te confieso que pensé que lo corrido entre los dos tenía algo que ver.
- Mira Aquiles, aunque me apeteciese volver a darme un revolcón contigo otra vez, y créeme que me apetece como no te haces una idea, lo cierto es que mi matrimonio cada vez está peor. El hijo de puta este no ha parado de lanzarme insinuaciones, comentarios maliciosos y demás, me tiene hasta las narices, ya no le aguanto más -suspiró-.
- Espero que no sea por Barcelona…
- No, para nada, simplemente he llegado a mi límite con ese gilipollas. Hoy he quedado con una amiga que es abogada matrimonialista para ver que opciones tengo y cuál es el mejor modo de afrontar la cosas sin pillarme yo las manos. Creo que es obvio con lo que te estoy diciendo que ahora mismo no voy a arriesgarme a tener problemas por cometer una estupidez semejante a liarme con alguien, y mucho menos del, o en el trabajo...
- Siento lo de tu matrimonio, te confieso que me he alegrado de escuchar que no es por lo que ocurrió, y gracias por tu confianza.
- No las merece, te la has ganado a pulso tú mismo. Aunque créeme que sobre lo otro, me hubiese encantado haber podido dar una respuesta diferente, pero ahora mismo es lo que ahí. Venga, ahora vuelve ya a tu trabajo, por favor, y ves preparando ya las cosas para la reunión.
- Si claro -dije levantándome y marchándome hacia mi mesa.
Mi conclusión estaba muy clara tras lo que habíamos hablado los dos, me había elegido por mis propios méritos laborales. Pero también, que el hecho de no tener nada que ver con lo ocurrido en Barcelona era simplemente por su situación personal en estos momentos, y no porque no quisiese volver a repetir conmigo nuevamente, como me dejo más que claro. Confieso que fue algo que archive en mi memoria, quizá para retomarlo más adelante, quizá para cuando su divorcio fuese ya un hecho, o no pudiese influir, al fin y al cabo, su culo seguía siendo como una especie de imán para mis ojos. El día siguió de lo más normal hasta el instante en que me junte en casita con mi queridísima esposa, quien regreso a la carga con Elena, mi jefa, y sus celos.
Cuando llegué a casa, como siempre me hice cargo de mi preciosísima nena, dejando marcharse a la cuidadora. Estuve jugando con ella casi todo el tiempo hasta que Ana y mi cuñada regresaron las dos a casa. Clara era un terremoto, no paraba quieta, cuando entró su madre se le tiro encima para abrazarla, luego dio un besazo a su tía, para a continuación tirarse en plancha nuevamente a por mí. Vi que mi cuñada estaba extraña, pero no me preocupo, pues sabiendo que estaba planeando divorciarse del cretino de su marido y los archivos que le había enviado esa misma mañana, no me preocupo. Lo cierto es que Ana y yo jamás discutimos delante de Clara, nunca, siempre esperamos o bien a que este dormida, o a que este entretenida ella sola jugando en su habitación. Paradójicamente es algo que no tuvimos ni que hablarlo, salió de dentro de los dos y lo llevábamos a rajatabla. A las nueve Ana le pidió por favor a Azucena que acostase a la niña que ella y yo teníamos que hablar. Una vez se aseguró que Clara no solo no estaba, sino también de que fuese imposible que nos viese o escuchase, tardo menos de diez segundos en acusarme de todo lo que os imagines sobre mi jefa, y menos de veinte en gritarme como una energúmena. Opté por no hablar hasta que no se quedó sin fuelle, ya había escarmentado, de otro modo solo conseguía meterme en una conversación de besugos...
- ¿Ya terminaste? ¿eso es todo? Lo digo por poder hablar sin que me interrumpas.... ¿sí? -pregunté, y ante su afirmación continúe, viendo como mi cuñada entraba en la sala sin hacer ruido.
- La reunión que tuve con mi jefa, con Elena, fue estrictamente de cuestiones de trabajo, nada más. La semana que viene por las mañanas tenemos los dos varias reuniones con unos clientes, tan solo hemos estado hablando de cómo afrontarles y por mi parte además, pedir una aclaración sobre mi horario pues no pienso salir después de las cuatro.
- Vaya, yo... -levante la mano no dejándola hablar.
- Como ya te he dicho, la reunión ha sido por cuestiones de trabajo exclusivamente. Pero, aun en el caso de que no hubiese sido de ese modo y en ese despacho hubiera ocurrido alguna cosa entre ambos, no creo que tú precisamente seas quien para cuestionármelo, te recuerdo que su marido fue tu amante y por qué lo sé. Si yo ahora me acostase con su esposa, no creo que tú, precisamente tú, fueses la más indicada para poner el grito en el cielo. Te recuerdo que este es tu juego, y estas, son tus reglas, no he sido yo quien se lo saco de la manga.
- Lo siento... -bajo la mirada.
- No te entiendo Ana, de verdad que no, nunca te había visto comportarte de este modo tan irracional con nadie.
- Lo sé... Aquiles, ¿te importaría si cenásemos aquí con tu amiga Lina? Lo he pensado mucho y tienes razón, soy una idiota. Ella es amiga tuya, y tienes todo el derecho de querer que cenemos aquí con ella. Por favor, tráela, te aseguro además que seré una perfecta anfitriona...
- Está bien...
La verdad es que no la entendía para nada de nada, primero era muy obvio que con lo de mi esposa tenía unos celos de mi jefa que se moría, y segundo que aún seguía sin hacerle nada de gracia lo de mi cena con Lina, por ello no entendía su actitud repentinamente benevolente. Por como la miro Azucena, también supe que incluso ella tampoco comprendía lo que hacía su hermana, ya que era incluso muy posible que ella supiese mucho más que yo de a que niveles llegaban los celos de Ana. El resto de la semana hasta el jueves estuvo de lo más tranquilo en todos los aspectos, la primera novedad fuera de la rutina habitual, fue cuando recogí a Lina para ir a mi casa a cenar, estaba preciosa de verdad, aunque la vi algo tristona. Cuando le pregunté, me dijo que no me preocupase, aunque al final, antes de llegar a casa, logre sacarle que había cortado con su pareja la semana anterior, por mi parte le puse una mano sobre su hombro, y apretándola con fuerza, le susurre un "lo lamento".
Durante la cena, Ana casi, casi sometió a un tercer grado a Lina, en un momento dado, cuando le empezó preguntar si tenía novio o tal, le lancé una mirada de seria advertencia de que no siguiese por donde iba. La verdad es que no me lo pensé, y mi mirada solo sirvió para que arreciase por ese camino, en un momento dado se disculpó preguntándome por el baño… No hizo más que desaparecer y me levante enfadado dispuesto a ir tras ella…
- Qué pasa Ana, ¿es que no me entendiste, o esto solo ha sido por joder…?
- ¿Dónde vas? –me preguntó muy seria.
- Con Lina, por supuesto, voy a ver como esta tras tu interrogatorio… Ha roto con su pareja hace un par de días, si pretendías joderla desde luego lo conseguiste…
- Perdona… yo no sabía… -vi como tragaba saliva con la cara pálida.
- Ese es tu problema, que nunca pareces saber nada de nada y no haces más que fastidiarla…
- Aquiles, vale… no era su intención… -la defendió Azucena.
No dije nada, simplemente salí del salón en dirección al baño, cuando llegue pique en la puerta, se abrió a los pocos segundos, apareciendo una sonriente Lina que no me engaño ni por un instante. Sin decir nada le tome por la cintura con una mano, sujetándola por la nuca con la otra y atrayéndola hacia mí, haciendo que su cara fuese contra mi hombro, donde se puso a llorar quedamente. Volví mi cabeza al escuchar un ruido, era Ana, si bien en un principio su rostro se transfiguro por los celos al vernos abrazados, esta se tornó aún más pálida cuando se dio cuenta de que en realidad, Lina tan solo estaba llorando desconsolada en mi hombro. Se retiró con la cabeza baja, e incluso juraría que también vi lágrimas en sus ojos. Cuando regresamos unos minutos después, Lina me sorprendió, y por lo que vi, no solamente a mi…
- Lo siento, pero es mi novia ha roto nuestra relación este fin de semana y estoy un poco sensible con todo esto. Ana, si ves marcas de maquillaje o carmín en la camisa de Aquiles estate tranquila, es que he estado llorándole un poco como hacía antes –me sonrió con cariño-, siempre ha sido mi paño de lágrimas cuando tenía problemas. Es y ha sido siempre mi amigo… es el mejor…
- Vaya, me encanta, creo que dejare que me sigas poniendo por las nubes, puedes seguir que me gusta escucharte… -reí.
- Lina, siento lo de antes, la verdad es que Aquiles trato de advertirme con la mirada, pero no le hice caso, de verdad, perdóname, no pretendía recordarte eso.
- No pasa nada…
Tras esto seguimos hablando, aunque cuando Lina dijo lo de su “novia”, vi total asombro y confusión en las caras tanto de Ana, como de Azucena, aunque en la de mi esposa, también detecte algo de vergüenza. Tuve claro que Ana se acordaba perfectamente de la discusión que tuvimos por causa de sus celos con Lina, y sin embargo, acababa de descubrir que a esta preciosa mujer, los hombres no le interesaban. Lo cierto es que viendo la situación que allí había, se me ocurrió una idea que aunque quizá a priori pudiese verse como una locura, si me salía bien… bueno, la situación podría volverse muy “interesante” para mis planes referentes a mi esposa. De todo ello lo único que de verdad lamentaba era tener que usar de ese modo a Lina, máxime con lo mal que debía de estar pasándolo, aunque quizá a medio plazo incluso fuese bueno para ella y le sirviese para retomar su vida, o eso quise creer.
Maniobre para conseguir que a alguna de las tres se le ocurriese la posibilidad de salir por ahí la noche del viernes, aunque tampoco me importaba en exceso que fuese la del sábado en lugar de la otra. Al final fue la propia Ana quien lo hizo, quien presentó la idea, quizá incluso como una forma de disculpa por sus celos sobre la pobre Lina. Tras despedirnos de Lina, nos fuimos al a cama, no sin antes claro, de pasarme con Ana por la habitación de Clara y comprobar que todo estaba en orden, confieso que en eso ambos éramos un poco maniáticos. Tal y como últimamente pasaba siempre que no estuviese enfadada conmigo, claro, Ana se acostó, acurrucándose contra mí, provocando que la abrazase a mi vez. En esos momentos no podía evitar pensar, que era casi como cuando empezamos nuestra vida en común, la misma persona cariñosa y divertida con la que me case. Confieso que en esos instantes debía de controlar mis instintos de devolverle multiplicado todo lo que me transmitía con ello..., eso fue algo que hice en su momento y que ahora consideraba como un error.
El viernes me prepare una "coartada" con Elena, le explique que me iba a quedar a mirar unos datos que no me cuadraban, lo explique y estuvo más que conforme con mi idea, al punto de agradecerme el que me quedase por encima de mi hora sabiendo como sabia, mi reticencia numantina a ello. Sobre el mediodía llame a casa para ponerme de acuerdo con la cuidadora de Clara sobre qué hacer. Después llame a mi esposa a su despacho para explicarle que me sería imposible llegar pronto y salir con ellas pues tenía una complicación en el trabajo que no podía demorar, nada sutilmente metí a mi jefe por medio cuando lo expliqué. Eso sí, lo hice de tal modo que a Ana le recordase de inmediato mi primera vez con Abril, más o menos le dije lo mismo, que llegaría tarde porque tenía un asunto entre manos con mi jefa y os aseguro que por el tono o la propia reacción de Ana al escucharme, supe perfectamente que coló. Luego llame a Lina para disculparme, y deje deslizar nuestra situación como pareja por si veía algo que la “sorprendiese” con mi esposa.
Espere pacientemente pese a haber terminado mi "estudio" antes de regresar a casa a una hora prudencial para asegurarme de no encontrarme ni con Ana, ni con Azucena, que daba por sentado que las acompañaría. No sé bien a la hora en que llego pues no me entere cuando se acostó, pero sí que Azucena llego sola sobre las dos y media, cuando la sentí únicamente a ella sonreí para mí, disponiéndome tranquilamente a quedarme dormido. El sábado por la mañana me levante el primero, dejando a Ana durmiendo en la cama y ocupándome como siempre de mi niña. Cuando mi esposa y mi cuñada se levantaron les prepare el desayuno observando una cara de orgulloso desafío en Ana y una de disgusto en Azucena. A media mañana llame por teléfono a Lina para ver cómo les había ido la noche, y cuando contesto más esquiva conmigo no pudo estar, diciéndome muchísimo con ello. De todos modos decidí pasarme por su hotel por la tarde mientras que Ana y Azucena salían a dar una vuelta con la niña...
Cuando llegue me costó convencer a Lina para que tomásemos aunque fuese un simple café, si por teléfono había estado esquiva, en persona se la veía muy, pero que muy nerviosa, con unas ganas locas de perderme de vista. Después de unos minutos de intrascendente conversación mientras tomábamos unas cervezas con unas racioncitas y sin que ni por un solo instante me mirase a la cara, decidí ir directo al grano con ella...
- Lina, ya vale, tranquilízate, por favor. Ya te dije que Ana y yo formamos un matrimonio abierto, no pasa nada porque anoche os hayáis divertido las dos juntas un poco...
- ¿Te lo ha contado Ana? –preguntó pálida.
- No, para nada. Tenemos una especie de acuerdo al respecto a no informarnos de lo que no es necesario. Pero aquí la cuestión no somos ni Ana ni yo, eres tú, ¿estás bien? -la miré directamente a los ojos con una sonrisa en los labios que termino de medio calmarla, aunque seguía algo pálida.
- Sí, creo que sí... o no, no lo sé -le mesó el cabello apoyando los codos en la mesa.
- ¿Es por mí?, ¿por haberte tirado a mi mujer? Por eso lo deslice cuando me disculpé… solo por si se daba el caso de que Ana te tirase los trastos…
- La verdad es que pese a todo lo que me digas me siento fatal, es tu esposa, tu uno de mis mejores amigos y además mi paño de lágrimas de siempre, alguien a quien debo mucho... Pese a todo lo cierto es que me siento como una mierda y estoy arrepentidísima de haber cedido... Sea como sea tu matrimonio no te merecías que hiciese esto, al menos no sin que lo supieses de antes por mí y que pudieses decidir... -las lágrimas corrían libremente por sus mejillas.
- Vale, está bien, pues entonces sí, te diré que has sido una guarra y una hija de puta por traicionarme. Pero al menos confió en que te ha servido como una especie de catarsis para tu ruptura y te sirva para recuperarte de ello -le cogí su mano derecha, apretándosela con cariño mientras la sonreía.
- No quiero volver a perder el contacto contigo y esto…. –tragó saliva angustiada.
- ¿Conmigo o con Ana? -repliqué sonriendo malicioso.
- Contigo Aquiles, únicamente contigo, te aseguro que lo de tu esposa no volverá a suceder nunca más, ni aunque me fuese la vida en ello... -replicó muy seria limpiándose las lágrimas-, y me da igual como llevéis vuestro matrimonio.
- Nunca digas nunca, no sabes lo que te deparara el destino... -le sonreí.
- He dicho nunca, ni aunque os divorciaseis mañana y me dieses tu consentimiento volvería a estar nuevamente con ella, esto no ocurrirá mas, no volveré a traicionarte de este modo.
- Gracias... aunque por mí ya sabes que puedes -sonreí, haciendo una leve inclinación de cabeza, mientras veía como se quedaba unos minutos pensativa con sus ojos clavados en los míos.
- ¿Te puedo hacer una pregunta personal si no es indiscreción?
- Si claro, lo que no te garantizo es una respuesta...
- Has dicho que teníais un matrimonio liberal, pero la verdad, por lo que he visto creo que eso no le está haciendo ningún bien a tu esposa, ¿nunca te has planteado mantener con ella una relación monógama? -me quedé con el cubierto a medio camino de mi boca, mirándola.
- Perdona Lina, pero no creo haber sido yo quien se ha tomado la molestia de acostarse contigo anoche. Además, te estas confundiendo, lo de esta relación liberal, no ha sido idea mía.
- ¿Lo dices enserio, esto ha sido idea de tu mujer? –vi como abría los ojos muy sorprendida.
- Si, esto de las relaciones libres fue idea suya, no mía. Yo en su momento simplemente lo acepte.
- Pues sinceramente entonces sí que no lo entiendo -murmuro más para ella que para mí.
- ¿Por qué? –indagué, aun sabiendo lo que me iba a decir, pues Lina podía ser muchas cosas, pero desde luego no tonta.
- Mira, por lo que paso anoche entre las dos sé que tu esposa no ha estado antes con una mujer, y no creo que le atraigamos para “eso”. Si lo pienso fríamente ahora que estoy más tranquila, creo que yo solo fui un modo de vengarse de ti y de hacerte daño por parte de una mujer celosa…
- Es posible, no te diré que no. La verdad es que yo llevo muy poco tiempo haciendo uso de “mi libertad” en nuestro matrimonio… -me callé, dejando que ella sacase sus propias conclusiones.
- Entiendo, a ella ahora no le gusta esa parte del acuerdo y tú no estás por la labor de dejarlo estar, ¿no?
- Tal y como lo estás diciendo. Ella se ha pasado más de dos años follando con quien ha querido, tampoco insinuó con esto que haya sido una especie de ninfómana o que haya estado cada día con uno diferente. Pero ahora, es mi turno de aprovecharme y no pienso parar por el mero hecho de que le duela…
- ¿Eres consciente de que puedes cargarte tu matrimonio, verdad? Quizá te fuese más sensato si es que de verdad la quieres, echar un par de polvos o tres más por ahí con otras mujeres, y luego dejar estar por ambas partes eso del matrimonio abierto.
- Si, podría ser como tú dices, pero no estoy dispuesto a ello, y no te preocupes, ya le dije yo en su momento que si no le gustaba la situación, solicitase el divorcio. Es más, incluso le facilite la documentación pertinente para que pudiese hacerlo ese mismo día.
Seguí pinchando de la ración tranquilamente mientras Lina trataba de digerir lo que acababa de decirle. Tan solo me dijo que yo sabría lo que hacía y que esperaba que me saliese bien, luego de ello cambio de tema y volvimos a recordar viejos tiempos. Cuando me despedí de ella me dejo abierta su casa por si tenía que volver a Barcelona algún día por trabajo, después de esto regrese con una sonrisita sarcástica en la boca, dispuesto a darle el segundo palo a mi queridísima esposa y a sus celos. Nada más entrar y saludar a mi peque, que me saltó encima como si tuviese muelles en sus piececitos, hice lo propio con Ana y Azucena. Tras dejar la chaqueta en la habitación colgada, regrese al salón donde apretando los dientes, Ana me preguntó de donde venía con mala leche, aunque como siempre, al estar Clara delante, controlando en todo momento su tono de voz.
- Vengo de hablar con Lina y de despedirme de ella, vuelve mañana a Barcelona –vi cómo Ana sonreía con malicia alzando la barbilla, mirándome con los ojos brillantes, y como Azucena evitaba mirarme.
- ¿Y dime, te ha contado algo interesante que pasase anoche? -me preguntó en tono sarcástico y malicioso.
- Un momento, acabo de recordar una cosa que casi la fastidio, enseguida estoy contigo. Primero de todo tengo que hablar con mi jefa para decirle como deje ayer el problema que teníamos y que sepa cómo vamos a enfrentar la reunión con los clientes el lunes, ya no me acordaba de que tenía que llamarla –dije mientras descolgaba el teléfono con gesto serio.
- ¿Pero no os quedasteis trabajando juntos ayer por la tarde? –preguntó Azucena frunciendo el ceño.
- No, para nada, me quede yo solo, era un problema de presupuestos que es mi cometido y especialidad. Ella simplemente me dejo sus archivos antes de irse para que lo confrontase y tratase de encontrar donde estaba el fallo que se había cometido. Mañana quedamos directamente donde el cliente y tiene que saberlo antes –dije mientras buscaba en mi teléfono móvil el contacto para llamarla y ponerla al día mientras por el rabillo del ojo observaba a Ana.
Azucena no volvió a abrir la boca más, pero miro a su hermana con dureza, quien por otro lado había perdido por completo su anterior gesto de ironía y malicia, sustituyéndolo por una acentuada palidez. Yo por mi parte estuve como unos diez minutos hablando con Elena delante de ambas, dándolas la espalda, sonriendo para mí por la situación en que acababa de colocar a Ana. Lo cierto es que lo que había hecho con Lina en cierto modo incluso me había dolido, pero era un dolor asumible, un dolor al que ya estaba acostumbrado desde hacía dos años y que se podría decir, que cada vez hacia menos mella en mí, ya era más como una sensación de molestia que otra cosa. Cuando colgué me volví directamente a por Clara para jugar con ella todo el resto de la tarde, cuando Ana trato de hablar, simplemente le conteste con tono suave, que ella y yo ya habíamos hablado por ese día todo lo que teníamos que hablar. Luego añadí un… “tu fiesta de anoche con Lina es cosa vuestra, no mía”
Deje en el salón a ambas hermanas mientras me marchaba sonriendo maliciosamente a la habitación de mi hija a jugar con ella lo que me quedaba de día…, sabiendo que de mi esposita posiblemente trataría esa misma noche en cuanto nos acostásemos de tenerme muy, pero que muy ocupado a modo de compensación, lo cual me venía muy bien para mis planes.
CONTINUARA